Me encontraba de pie en nuestra casa, solo era consciente de eso y del gran cabrón en el que me había convertido.
Sentía el cuerpo entumecido, no podía moverme y apenas podía respirar. Sentía que mis pulmones quemaban, mi garganta dolía y como gruesas lágrimas empezaban a caer por mis mejillas.
Había jodido todo.
Mi pequeña familia.
El amor de mi vida.
Mi todo.
Mientras los recuerdos empezaban a llenar mi mente, tiré todo aquello que estaba a mi paso. Logré llegar a nuestra habitación y todo estaba intacto, demasiado limpio, ordenado y tan vacío.
Sentí como mi cuerpo empezó a temblar completamente mientras me acercaba a nuestra cama. Ahí, justo al medio, se encontraba pulcramente colocada una hoja doblada a la mitad; la tomé lentamente mientras me sentaba en el suelo.
"Aominecchi,
Solo bastó que fueras tú para que me enamorara, solo bastó ver tus ojos y tu sonrisa juvenil hace muchos años atrás para darme cuenta que tú eras el indicado para mi. Aún recuerdo cada cosa que nos dijimos, cada beso y caricia que nos dimos, todos los te quiero y te amo que les siguieron. Aún recuerdo cuando nos prometimos estar juntos por siempre.
Tuvimos que pasar por mucho para llegar hasta donde solíamos estar hace unos meses, tuvimos que pasar por tantas cosas... Tantas que no entiendo.
No entiendo como el pensar que nuestras manos estaban hechas para jamás separarse, estaba completamente mal. Todo aquello en lo que creí estaba mal; lograste destruir aquella burbuja que, no importaba qué, mantenía una imagen impecable de ti y una hermosa de nosotros.
Fui tan malditamente ciego al no darme cuenta antes para que puedas volar libre a los brazos de quien robó tu corazón. Debiste decirme... dolería, pero me gusta imaginar que hubiera sido menos doloroso en caso de que me lo dijeras antes de todo este desastre.
Voy a tener un bebé, uno que lleva tu sangre también. Un bebé que pensé que traería grandes alegrías a nuestra casa, pero creo que solo alegrará mi vida. Porque no dejaré que ese bebé destruya aquel nuevo comienzo que estás viviendo.
Soñé tantas veces con el momento en que ese pequeñín llegaría a nuestras vidas, tu cara de felicidad y como nos llenarías de abrazos y besos, las cosas que compraríamos y lo locos que nos pudimos haber puesto al no saber donde armaríamos su habitación. Imaginé lo felices que podríamos haber sido si tan solo todo fuera distinto pero nada sale como esperamos.
Te amamos, te amamos más que nada en este mundo. Pero también entiendo y te perdono, porque de nada vale guardar aquel rencor en mi corazón. Sólo te pido algo.
No vuelvas a buscarnos.
Te perdono, pero no regreses a nosotros.
Al menos hasta que nosotros estemos listos. Hasta que yo esté listo para poder ver tu rostro sin echarme a llorar.
Lo lamento realmente si llegué a atarte sin querer. Perdón por obligarte a estar y hacer cosas que quizás nunca quisiste.
Te quiero, Kise"
Al terminar de leerla mi celular comenzó a sonar y mi pánico aumentó.
No quería contestar.
El miedo me embargó completamente cuando debido a la insistencia agarré el celular para contestar, era un número desconocido.
-¿Sí?
-¿Con el señor Aomine?
En ese momento no pude hablar, solo emití un sonido parecido a una afirmación.
-Le estamos llamando para decirle que lo sentimos, encontramos a su esposo. Él ha fallecido en...
Escuché cuando el celular se impactó contra el suelo, los temblores en mi cuerpo habían alcanzado un nivel impresionante. Sentía que la garganta me ardía, al parecer había emitido algún tipo de grito. Mi respiración se dificultaba cada vez más, me dolía la cabeza y las lagrimas no dejaban de salir.
Esto no me podía estar pasando.
Los recuerdos se arremolinaban en mi mente, empecé a marearme. Necesitaba con locura regresar el tiempo, deseaba con todo mi corazón jamás haber conocido a esa persona. Quería regresar y no ser un idiota. Quería regresar y amarlo como se debe.
Yo solo quería volver a verlo una vez más, quería escuchar su risa estruendosa llenar aquel horrible silencio que ahora se colaba por toda la casa. Escucharlo llamarme por mi nombre mientras con una sonrisa arreglaba mi corbata.
Quiero que regrese, quiero amarlo otra vez.
Yo solo quiero...
Luego de aquello no sé que sucedió, solo sé que volví a verlo sonreír en uno de aquellos sueños que se sienten tan reales.
Y esa fue el último recuerdo que pude captar de él y de un bonito bebé en sus brazos.
Han pasado cerca de 3 años y aún cargo con aquel dolor, no importa cuánto lo haya intentado. Simplemente nunca pude avanzar. Su recuerdo me perseguía a todos lados.
Ahora me encuentro aquí, frente a ellos. Sintiendo aquella ligera brisa removiendo mi cabello, acariciando mis mejillas y susurrando en mi oído. Estoy aquí, lo estoy y vine porque quiero estar con ustedes por aquella eternidad que te prometí.
-Lo lamento amor mío, lo lamento tanto aún.-Levante el arma a la altura de mi corazón.-Lo lamento, me dijiste que no te buscara pero apareces en mis sueños y yo solo quiero correr de vuelta a tus cálidos brazos, para así ser capaces de ver el infinito los tres juntos.
Cerré los ojos.
-Te amo tanto.-Apreté el gatillo.
Al caer, antes de que la obscuridad me absorbiera, logré ver tu bonita cara.