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Tras mi verdadero amor por Shuneii

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Notas del capitulo:

Hola!!!! Me disculpó por el atraso pero Inspiración-chan se había ido. 

Ya no les quito mas tiempo, disfruten c; !

POV Camus


     Los días de octubre llegan a su fin sin que ninguno de nosotros se dé cuenta. Las tormentas abandonaron Atenas dándole paso a la temporada de bajas temperaturas. He de decir que estación favorita ha dado inicio. Así pues, Octubre hizo su aparición y Milo seguía maquinando pequeños planes para alcanzar su meta a corto plazo; incluso tiene un lema: "Disfrutemos cada día como el último." Lema que nos convence a Aioria y a mi en ayudarle todos los días.


- ¿Qué plan tienes para el día de hoy? - Cuestiona Aioria dándole un sorbo a su refresco de crema.


 Preparé unas cuantas de esas galletas que tanto les gustan a ustedes. Podemos venderlas por los alrededores y así ganar más dinero. - Sonríe eufóricamente, contagiándonos con su alegría. 


     Así ha sido desde mediados de octubre, pocos días después de que finalizara el año escolar. Él crea un ingenioso plan para ganar algo de dinero. ¿El motivo? Su banda favorita hará una presentación cerca de nuestra ciudad. Al ser una banda de reconocimiento mundial, las entradas serán vendidas un día antes del evento; así todos sus fans, adolescentes en su mayoría, podrían conseguir el dinero a tiempo para comprar las entradas de su preferencia.


     Me alegra tanto verle tan alegre, me roba suspiros que dejan ver cuán enamorado estoy. Amo su sonrisa, y le ayudaré en lo que pueda. A veces se me hace difícil seguir sus planes puesto que he estado trabajando, desde que salí del instituto, con tía Sindy en la editorial. Me han enseñado pequeños detalles del trabajo que conlleva ser un editor pero, más que nada me dedico a ser recados. Eso me resta tiempo al lado de mi novio y mi otro mejor amigo. Aunque, el esfuerzo traerá sus beneficios. <<  En serio valdrá la pena. >>


 


    Caminamos por el parque de un vecindario cercano, cargando cada uno con una caja de galletas que despiden un aroma muy agradable. Cada uno de nosotros viste unas camisas que hicimos antes de salir de casa de Milo, dónde se puede leer "Galletitas que llenaran su día de color". Antes de empezar con nuestra venta, en señal de amistad unimos nuestras manos al frente para luego llevarlas al cielo exclamando "¡A vender galletitas!". 


     Tomamos caminos distintos para cubrir más terreno. Milo es el primero en correr hacia un grupo de chicas que lo saluda muy  simpáticamente.


- Milo, Milo... - Río pensando en su inocencia. << ¿Acaso no te das cuenta que simples actos como esos me hacen sentir celos? >> 


    << Seguramente Aioria ha ido al campo donde el club de abuelitas se juntan para tejer con el poco sol matutino. >> Paso al lado del lago donde Milo y yo tuvimos nuestra primer cita como novios. Que recuerdos aquellos, sonrío melancólicamente recordando aquella noche. No es que me desagrade, al contrario; es un momento atesorado en mi corazón con mucho amor. Simplemente pienso que pronto acabaran las vacaciones y la tristeza me invade. Retiro los pensamientos negativos de mi mente y repito sin cesar "Disfruta cada día como si fuera el último", después de todo Milo tenía razón. Aun me quedan algunos días juntos y no desperdiciare ni un segundo. Gozare al lado de mi amado novio y de mi amigo sin igual. Iremos a ese concierto pues es para nada más que el día del cumpleaños del amor de mi vida.


     Vagando en mis pensamientos no noto que mis pasos me dirigieron hasta una zona infantil. Los juegos de madera eran usados por algunos niños que estaban siendo vigilados por sus madres. Siento que alguien hala con poca fuerza de mi camiseta. Volteo, encontrándome con un pequeño de ojos violeta y cabello rojizo-anaranjado. Me sonríe muy tiernamente y con una voz muy dulce me pregunta por el contenido de la caja. Ladeó la cabeza conmovido por aquella criatura tan inocente. De la caja saco una de las galletas y se la obsequio. El menor salta alegremente para luego darle una mordida a la pequeña figura de harina. 


- ¡Están muy deliciosas, señor panadero! - Exclama saboreando las ultimas migajas que quedan en las comisuras de sus labios.


No soy un panadero. - Río por su ocurrencia. - Me llamo Camus y estas galletas las hizo mi novio, me alegra mucho que te gustaran.


Pues, ¡su novio hace unas galletas muy ricas! - Coloca ambas manos detrás de su cabeza y sonríe ampliamente. 


     No sé cuanto tiempo he estado con este pequeño del cual no conozco ni su nombre pero, su compañia si que tranquiliza mi inquietud. 


- ¡Kiki! ¡¿Kiki, dónde estas?! - Dos voces provenientes de una de las salidas del parque nos llaman la atención. 


     Dos niños, algo mayores aparecen cruzando la puerta de barrotes negros. Algo desconcertados logran divisar a la persona que buscan. A paso rápido llegan corriendo a donde me encuentro con el pequeño oji-lila. 


Ho... Hola señor. ¿Kiki le causó alguna molestia? - Titubea al preguntar el pequeño de cabello verde.


     Muevo mi cabeza indicando negación, conmovido por la ternura y belleza de aquellos pequeños. 


- Muchos gusto, soy Hyoga. - Toma mi mano el otro menor de cabello rubio. - Él es Shun. - Dirigiéndose al niño que habló previamente. - Le agradecemos que haya cuidado a Kiki. Ahora, si nos disculpa tenemos que irnos.


     El rubio, a mi parecer, siendo el mayor toma a sus compañeros de las manos para girar y dirigirse a la salida. Sin embargo algo en mi me lleva a llamarlos.


- Esperen. ¿No quieren una galletita? - Se miran entre sí con desconfianza.


¡Pruébenlas, son sabrosas! - Agrega el que responde a nombre de Kiki.


- Perdón señor, nosotros no tenemos dinero. - Dice Shun cabizbajo.


¡Kiki! ¡¿Tomaste una galleta sin pagar?! ¿Cuánto es de la galleta, señor? Tendré que pedirle dinero al señor Dohko. - Su preocupación se muestra en su tono de voz.


Nada, yo se las obsequio. Corre por mi cuenta. - Sonrío para calmarlos un poco. Esas son las ventajas de trabajar con tía Sindy.


     Nos sentamos en una banca cercana para que puedan comer a gusto las galletas. Kiki les explica que han sido hechas por mi novio. Ellos a su vez me cuentan como todos se conocieron en el orfanato nacional de Atenas, lo que me recuerda a lo que una vez Milo me contó de su pasado. 


- ¡Kiki, Shun, Hyoga! - Nuevos gritos viajan en forma de ondas sonoras y llegan a nuestros oídos.


     Algo nerviosos se colocan de pie.


Es mi hermano mayor, Ikki. - Explica el pequeño Shun limpiándose algunas migas de la galleta de su suéter.


- Las maestras están buscándolos por todos lados... -Dicen en un jadeo otros dos pequeños. Uno de cabello lacio negro y el otro de cabello azul oscuro, similar al de Milo.


- ¡Ikki, Shiryu! Estábamos con Camus-chan. Las galletas de su novio son muy ricas. Ojalá pudiéramos llevarles a los otros niños.


- ¡No digas tonterías, Shun! Si hiciéramos eso, nos regañarían. Dirían que las robamos y aparte ¿con qué dinero le pagaríamos a este señor por todas las galletas?


     El que todos esos pequeños fueran del orfanato al que alguna vez fue Milo me conmovió demasiado. Sus sonrisas inocentes y sus ojos llenos de energía me tocaron el corazón.


Tomen toda la caja, es un obsequio mío y de mi novio. - Sonrío tendiéndole la caja al niño rubio.


     Vuelven a mirarse entre sí pensando si es bueno aceptarle algo a un extraño. Deciden aceptar.


- El señor Dohko aún sigue de turno así que las ingresaremos en el orfanato sin que las maestras nos regañen, él nos ayudará. - Aclara el pelinegro.


     Tras una cálida despedida todos los pequeños se van a su hogar temporal. De mi billetera saco un billete, justo la cantidad que hubiera obtenido al vender todas las galletas y regreso al encuentro de mis dos amigos.


     Al llegar, para mi sorpresa, Milo seguía con algunas chicas. Platicaban muy animados. Me acerco para informarle que ya he vendido mi caja. Me saluda con un "¡Mi amor, regresaste! Te extrañe mucho.", acompañado de un corto pero tierno beso. Algunos gritos de emoción salieron de los labios de las chicas que nos rodean. << Han de ser lo que llaman un fan del BL. >> Charlamos por un momento, enterándome que toda su conversación com Milo previo a mi llegada ha sido sobre mí, antes de pudiera morir de la vergüenza, Milo y yo nos despedimos. Minutos después llega Aioria quien venia acariciando una bufanda de estambre azul claro que le obsequiaron.


Esa abuelita fue tan gentil... - Suspira.  - Cuando me case con Shaka la adoptaremos.


Eso es legalmente imposible. -Le explica Milo.


- La intención es lo que cuenta. - Sonrié.


     Ya era hora de volver. Tenia alrededor de una hora para ir al trabajo con tía Sindy así que aun podía acompañar a Milo a su casa. Aioria no pudo acompañarnos debido a que Aioiros, su hermano, lo estaría esperando en un restaurante cercano para llevarlo a la universidad. Nos despedimos y tomamos caminos opuestos. En la acera, mientras caminábamos, Milo me narraba nuevamente como les hablaba de mi a aquellas chicas. Con las manos unidas y un leve sonrojo de mi parte, como siempre, logramos llegar a su casa. Sus padres estaban en horario de trabajo así que entramos con las llaves de Milo. nos introducimos en la sala y Milo se saca la camisa. Recuerdo aquella vez en mi casa cuando le vi desnudo completamente. Mi sonrojo aumenta y trato de que no se note "otra cosa". Claro, Milo se ha dado cuenta de todo. Me toma entre sus brazos cargándome como recién casados y me lleva gradas arriba hasta su habitación, dejándome sobre su cama. Cierra la puerta, las cortinas y enciende la luz de su lámpara. La tenue luz es lo único que nos permite ver en la habitación inundada de oscuridad. Mi cuerpo decide abandonar la lucha por ocultar mis reacciones y como anticipando lo que vendrá le da una señal a Milo de lo que estoy sintiendo.


¿Tan rápido amor? - Bromea al posicionarse sobre mi y sentir mi erección en su ingle.


- Es tu efecto en mi... - Le sigo el juego con una sonrisa pícara, esperando que el entienda a lo que me refiero. Esas fueron sus mismas palabras unos cuantos días atrás. Tengo que admitir que me cuesta mucho ser decidido y juguetón en el ámbito sexual. Pero sé que a Milo le gusta, y en cierta forma me gusta como reacciona a mi actitud así que vale la pena tragarme algunos nudos que se forman en mi garganta.


     Retira mi camisa dejando mi torso a la vista, expuesto para que él haga lo que le venga en gana. Toma uno de mis pezones entre sus labios. Gemidos de placer escapan de mis labios llenando la silenciosa habitación. Con su mano izquierda toma el pezón abandonado para propiciarle caricias. Su lengua rodea mi pezón, ejerciendo presión con sus labios para luego succionarlo, la sensación me gusta. << Rayos, esto se siente tan bien... >> Con un camino de gentiles besos atraviesa mi pecho para darle la misma atención al otro bulto que se sitúa en mi entrepierna. Su erección aparece y choca contra la mía, siento como comienzo a ponerme húmedo. Mientras él trabaja arduamente en proporcionarme una nueva y placentera sensación, acaricio su cabello y enredo mis dedos en él, dándole a entender que no quiero que se separe. Con mi pulgar acaricio el borde de su oreja causándole cosquillas.


Travieso. - Ríe para luego besar mi ombligo, juguetonamente.


     Nuevamente sus manos se deslizan lentamente hasta mi entrepierna, hasta ese bulto que ya no puedo ocultar. Pero, por segunda vez un timbre de móvil nos frena antes de llegar a lo bueno.


¿Bueno? - Contesta su celular dejándome jadeante bajo su cuerpo.- Esta bien, acá los espero.


     Cuelga con una sonrisa y luego me explica lo que sus padres dijeron. Vendrán en unos quince minutos así que, como ellos no saben nada de nuestra relación, seria un gran problema que nos encontraran en pleno acto de amor. Comprendo a la perfección su preocupación, e igualmente debo prepararme para ir al trabajo o se me hará tarde. Arreglamos nuestra ropa y con un ultimo beso apasionado nos despedimos.


 


     Camino de regreso a casa pensando en lo mucho que amo a Milo y en cuán afortunado soy. Cuando mamá y papá murieron, creí que nadie estaría conmigo. Mi futuro trajo a tía Sindy, la media hermana de mi madre. Al no poder tener hijos su pareja la dejó y gustosamente me recibió con ella. Luego, nunca habría imaginado tener amigos. Aioria y Milo iluminaron mi existencia. Y ahora tengo una relación donde todo va viento en popa. Tanto como para pensar en una vida juntos, la alegría me invade.


     Hay una leyenda japonesa que habla sobre las almas gemelas, es una leyenda que leí hace mucho en un libro y ha marcado mi vida aunque hasta ahora me dé cuenta. "Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo rojo se puede estirar, contraer o enredar, pero nunca romper." No me cabe duda de que Milo es el otro extremo de mi hilo rojo del destino. Pero ese hilo. Aunque no se pueda romper, es lo suficientemente largo como para enredarse y perderse con el de otras personas, y eso me preocupa.


 


     Es viernes seis de octubre y me encuentro en el centro comercial más concurrido de la ciudad. La tienda donde venderán las entradas abrirá temprano así que acamparé para darle su regalo a Milo. Hoy en la mañana estaba muy deprimido puesto que, a pesar de los esfuerzos, no logramos conseguir el dinero para las tres entradas, ni para las más económicas. Habría tanto para comprar una de ellas, pero Milo dijo no querer ir si no era con nosotros. Sin embargo, con mi empleo en la editorial y mi regalo por adelantado de tía Sindy lograré darle una buena sorpresa. Después de todo, él merece lo mejor de lo mejor.


 


     Estoy de primero en la fila siendo la mañana del sábado. La señorita que atiende la tienda ya se encuentra preparándose mentalmente para el duro día de trabajo que vendrá. Finalmente abre. Me apresuro al interior y pido las entradas que necesito en primera fila. Aioria, Milo y yo disfrutaríamos del concierto como se debe. La chica recibe el dinero y emite la factura. Salgo muy contento del comercial, impaciente por ver la sonrisa de Milo.


     Llego a mi casa para cambiarme antes de ir a ver a mi novio, no quiero que me vea con la ropa sucia de ayer. Llamo a Aioria para que me espere junto con Milo en su casa, deseo darle la sorpresa a ambos. Antes de salir tía Sindy me llama a la cocina. 


- ¿Si? - Respondo a su llamado.


Llévale a Milo mi regalo, por favor. - Dice sonriente con un guiño.


     Un sobre se encuentra sobre la mesa. En el se lee la dedicatoria escrita con la letra de mi tía. Por respeto, no la leeré.


¿Ya se lo dijiste? - Cuestiona con seriedad.


No... - Bajo mi mirada tratando de no recordar mis intentos fallidos. - He tratado pero me es muy difícil.


El sobre contiene una sorpresa y otra oportunidad para poder decírselo, aprovéchala. - Acompaña sus palabras con un abrazo. Sus brazos son cálidos como los de mi madre, me tranquilizan en momentos como este. 


     Me despido de mi tía y salgo corriendo a la casa de mi pareja, llevando conmigo el sobre con las entradas y el regalo de mi tía. 


     No más de diez minutos han pasado. Milo vive relativamente cerca a mi casa. Al llegar, toco el timbre de la puerta. Tal como esperaba Milo me recibe con un abrazo debido a que sus padres se encuentran en casa los fines de semana. Aioria y los señores Scorpio esperan en la sala. Saludo a todos mientras me miran intrigados. 


Bueno, sé que todos se preguntarán el por qué le dije a Aioria que me esperaran acá. 


     Inicio con lo obvio esperando que Aioria haga al un tipo de broma como suele hacer. Un "Era solamente para saludarlos" me ayudaría a combatir mis nervios. Al contrario de eso, me mira con algo de preocupación. Como presintiendo que daré a conocer algo que él ya sabe pero que Milo desconoce. 


No se preocupen, no es nada malo. - Sonrío pero no logro tranquilizar a Aioria, al menos no del todo. Milo por su parte, sostiene la mano de su madre para mantener sus nervios en orden. - Solamente, quería entregarle a Milo mi regalo, por adelantado.


     Le extiendo a mi novio el sobre con las entradas y con la otra mano sostengo aun el otro regalo. Miro como todos se acercan a ver el contenido. Tras unos segundos se escucha el grito de emoción de Milo. Se pone de pie para levantarme en un abrazo muy fuerte. Juro que, creí que me besaría si no fuese por Aioria que llega para salvarnos, agradeciéndome el haberlo incluido en el regalo de Milo. Los padres de Milo también me agradecen por el regalo ya que desde que Milo hizo cuentas y no le era suficiente lo recaudado no había querido salir de su habitación.


¿Qué traes en ese otro sobre, amor? - Susurra en mi oído para que sus padres no escuchen. 


¡Ah, casi lo olvidaba! Tía Sindy también te ha enviado su regalo. - Le doy el sobre y me siento al lado de Aioria dándole la palabra a Milo, quien lee la dedicatoria.


"Milo: Felicidades en tu decimosexto cumpleaños. Te deseo lo mejor del mundo. Bendiciones para toda tu familia. ¿Sabes? El representante de tu banda favorita es un antiguo amigo mío. Espero que te agrade el regalo que me ha dado para ti. Asimismo quería pedir un favor. Mañana, a la hora del concierto estaré con trabajo de más y me sera imposible ir a recoger a Camus hasta el estadio en Cabo Sounio. ¿Serían tus padres tan gentiles de traerlo por mi? En la mañana del lunes lo pasaría a traer..."


     Termina de leer y mira a sus padres, su mirada suplica por la respuesta a la pregunta planteada por mi tía.


Claro que los traeremos de regreso y pueden quedarse a dormir los dos. Es lo menos que podemos hacer por la molestia que se tomaron con un regalo de esa magnitud. - Responde Dégel, el padre de Milo.


     Milo me mira con una mirada de lujuria y creo saber lo que esta imaginando. Le saco la lengua para provocarlo. 


Se los agradezco Señores Scorpio pero, ¿podrían dejarme en mi casa al volver? El lunes salgo muy temprano con mi padre. - Nos guiña discretamente dándonos a entender que es un plan al cual los padres de Milo acceden. - ¡Anda Milo, abre el sobre! - Cambia de tema carcomido por la duda.


     Con manos temblorosas, Milo abre el sobre. De su interior saca tres gafetes con nuestros nombres en una cara y en caligrafía reluciente las siglas "V.I.P" en la otra cara, junto a una tarjeta. Esta era la felicitación de parte del representante de la banda. También explica como aquellos son entradas a los camerinos, antes y después del concierto. Milo salta de alegría y algunas lágrimas de emoción brotan de sus ojos. Todos lo abrazan comprendiendo su felicidad. Tal y como dije, Milo merece eso y más. No solo por ser el mejor novio que alguien pueda tener, también por ser una maravillosa persona. En este momento soy infinitamente feliz, aunque una casi imperceptible tristeza me atormenta.


 


     Pasamos el resto de la tarde en casa de Milo, jugamos ajedrez y vemos una película hasta que llega el momento de irme. Después de todo, no había hecho mis maletas.


     Milo me acompaña hasta mi casa, caminando por la acera que tantas veces nos ha visto transitarla alegres, juntos. Tomo valor de decirle a Milo mi preocupación y al llegar a la puerta finalmente hablo.


Milo... - Bajo mi mirada pero él me sostiene por el mentón haciendo que lo mire a los ojos. Su atención está completamente en mi. - Tengo que decirte algo.

Notas finales:

Solo para aclarar Kiki tiene 5 años; Shun, 8; Hyoga y Shiryu, 9; e Ikki, 10. Seiya... Aun no aparece UnU

A los que se entusiasmaron por el lemon y fueron frenados por segunda vez en dos capítulos consecutivos.... Cx No se preocupen ya seran recompensados por la espera.

Espero les haya gustado y comprendan a Camus c;


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