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Unidos por nuestro pañuelo por Azuraki

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Notas del capitulo:

¡Y así llegamos a la actualización! Espero puedan perdonarme. Disculpen mi cometido...(Motivo de disculpa en el resumen del Fic)

Espero puedan disfrutar de la lectura, Azuraki agradece que lean♥ Enjoy!

 

Capítulo 4: Cercanía

A la mañana siguiente, cuando los primeros y pocos rayos del amanecer iluminaron sus risos níveos, despertó para encontrarse en la gran cama de su padre. Ya debía ser su hora para poder ir a trabajar, entonces se levantó de su cama y fue directo a su recamara para poder vestirse. Luego al baño a asearse y por último a la cocina a desayunar lo que podría encontrar.

Recogió sus periódicos y, antes de salir de la casa, observó un pequeño retrato con la fotografía de su madre. Se despidió de ella y salió a las calles.

Apenas comenzaba su día. Como siempre, Near se paraba en la esquina esperando a que alguien llegase para comprarle un periódico, y así fue. Muchas personas le habían comprado y era prácticamente un nuevo record.

“Es de la buena suerte.” Pensaba Near frecuentemente, mientras seguía con su trabajo. Llegó a sentirse orgulloso de todo lo que había pasado y del esfuerzo que empeñaba para poder salir adelante junto a su padre. Ya no más sufrimiento ni desgracias. Su vida comenzaba a tener sentido y a mejorar.

Se aproximaba la hora para poder irse a reunir con su compañero, Mello. En cuanto terminó su última venta, acomodó sus cosas y fue directo hacia el punto de encuentro. Llevaba encima las ansias de querer sentir la seda en sus manos.

Al llegar se encontró con aquel muchacho que lo esperaba algo impacientado.

—Al fin llegas — Fue su forma de saludarlo.  Trepó el árbol y sacó del hueco el preciado pañuelo. Por parte de Near, este sólo se acercó hacía el tronco y tomó asiento. No le importó mucho que el suelo este algo húmedo por la lluvia del día anterior.

Cuando Mello bajó del árbol, accidentalmente se resbaló con el césped y el pañuelo cayó en el lodo. Menudo lio.

— ¡DIABLOS! —  Gritó cierto rubio enfurecido. Near volteó a verlo y pudo notar del pañuelo tendido en el suelo, todo sucio —. ¡Cielos! Ahora tendremos que lavarlo…

Elevó su mirada hacia el cielo y pudo notar que este estaba nublado. Una muy mala señal. A los pocos segundos gotas comenzaron a caer.

—No puede ser — Dijo Mello, mientras tomaba el pañuelo en sus manosy se sentaba debajo del árbol para protegerse de la lluvia.

Near estaba pensativo. Buscaba una manera de limpiar el pañuelo, pero la lluvia aumentaba y no podían perder tanto tiempo en ir a alguna casa para limpiarlo… Fue en ese momento en que se le ocurrió una idea.

—Con la lluvia — Enfoco sus grises ojos en los zafiros del rubio —. Lavemos el pañuelo bajo la lluvia.

Quedó sorprendido, la idea no estaba mal. Se levantó rápidamente del suelo y miró al menor con intriga.

— ¿Cómo lo haremos? Genio… — Era un buen plan, pero seguía sin comprender como lo harían.

—Junta tus manos y deja que el agua prevalezca dentro — Near lo tomó del brazo y comenzó a caminar hacia el frente donde la lluvia caía sobre sus cuerpos —. Yo lavaré el pañuelo con tu ayuda, Mello.

Al principio le parecía una buena idea, luego comenzó a creer que era pésima, y a lo último no tuvo de otra más que hacer lo que Near le decía. Era el único plan que tenían. Entonces, tal y como le dijo, unió sus manos haciendo que el agua se vierta allí. Las manos hacían el trabajo de una bandeja. Lo siguiente que sucedió fue que Near colocase el pañuelo dentro; comenzó a limpiarlo como él bien lo sabía hacer.

Sus manos se rozaban rápida y constantemente. Mello desvió su mirada hacía los campos, le resultaba realmente incomodo tener que hacer algo así. Principalmente porque sentir las manos de Near le hacía sentirse demasiado… extraño. De sus mejillas podía notarse un tono carmín que hacía que le ardieran.

Al cabo de unos pocos minutos, el pañuelo había recobrado su blanco color. Near lo sostuvo en sus manos, mientras Mello limpiaba frenéticamente las suyas bajo el agua. Luego, ambos se sentaron nuevamente bajó el árbol, observaban las gotas caer y como todo el paisaje se tornaba gris.

Near sabía que era imposible que el pañuelo pudiera secarse, casi no había viento y si lo colgaba en alguna rama, este podría caerse. Se mantuvo pensativo hasta que una voz lo despertó.

—Maldición… hoy no podré llegar — Dijo Mello en un susurro apenas audible, pero Near tenía buen oído y pudo escucharlo. Al parecer tenía otros compromisos aparte de estar bajo el árbol, o tal vez debía ir a su casa temprano… ¿O es qué había algo más? Near analizaba la situación para luego preguntar a donde debía llegar.

Un pensamiento bastante razonable se le hizo presente en su mente.

—Mello — Llamó su atención y fue un completo éxito —, ¿para qué querías el pañuelo?

— ¿Eh? — Trataba de fingir ignorancia, hasta que simplemente se resignó. Debía contarle tarde o temprano, de lo contrario, jamás podría cumplir el sueño de aquella persona. Ante eso, decidió responder —: Bueno, veras…

No tuvo otra opción más que contarle. Ya habían pasado muchas semanas de conocerse, era el momento.

Le contó como lo había conocido. Era en un día algo congelado y húmedo. A Mello siempre le gustaron las noches frías, salir bien abrigado y poder contemplar las estrellas, era como su pasatiempo y el único momento en el que pudiese relajarse. Fue en ese momento cuando escuchó el leve sonido de pasos acercándose hacía él. Era un muchachito de su misma edad aparentemente.

Se lo veía exhausto y en mal estado, parecía haber corrido desde muy lejos, su respiración era agitada. Lo primero que hizo Mello fue correr tras él y preguntarle si necesitaba ayuda.

Fue en ese momento en que se conocieron. Ese chico necesitaba estar bajo un techo para poder descansar. Sin siquiera dudarlo, Mello le ofreció hospitalidad en su casa y así fue como pasó. Sus padres no tuvieron problemas con ayudar al pequeño que estaba en una pésima condición, es por eso que le brindaron comida, agua y un hogar cálido.

Con el tiempo se fueron adaptando. El muchacho se alimentaba bien y parecía mejorar. Él y Mello se hicieron grandes amigos, compartían muchas cosas juntos y de divertían, pero una noche, mientras todos dormían, Mello escuchó como su amigo tenía convulsiones.

Ese día fue enviado al hospital, se enteraron que tenía una enfermedad crónica en el cerebro, algo que si no es bien atendido puede llegar a empeorar… Dinero, era eso lo que necesitaban para poder pagar la operación, pero ellos apenas si tenían para los medicamentos.

Mello se enteró de que su amigo había escapado de su casa porque detestaba como sus padres discutían siempre por culpa de su enfermedad. No quería sentirse una carga y sabía bien que iba a morir… es por eso que huyó, pero cuando se encontró con la familia del rubio vio algo que no veía en la suya: amor.

Se sintió a gusto estando entre ellos y es por eso que quiso evitar que se enteraran de su enfermedad… pero tarde o temprano lo hicieron y ahora estaba en el hospital con sueros y medicamentos por todas partes.

—Él me contó sobre su sueño de querer vivir rodeado de lujos y telas finas para así no vivir de preocupaciones, como su enfermedad— Frunció el ceño y bajó la mirada —. Por eso quería el pañuelo, para llevárselo, pero no contaba con que tú también lo quisieras. Entonces decidí dejar pasar algo de tiempo para poder llevarme el pañuelo sin tener que desatar tus sospechas…

—Debiste habérmelo dicho antes — Dijo Near, mientras se ponía de pie —. Quiero conocerlo. Vayamos a verlo, Mello.

Quedó perplejo por las palabras del menor. Se dio cuenta de lo comprensivo que era demasiado tarde, pero no había tiempo que perder, Near quería ir con Mello a ver a su amigo para poder llevarle por fin el pañuelo. Su sueño estaría realizado, ya no veía la hora de ver su sonrisa al sentir la fina tela entre sus dedos.

Tal y como dijeron, ambos partieron hacía el hospital sin importarles si la lluvia aun seguía, ¿qué con eso? Near se sentía bien porque Mello por fin le contó sobre su vida y la razón por la cual quería el pañuelo. Por parte del rubio, este estaba emocionado de querer encontrarse con su amigo, aparte de eso, se sentía aliviado.

Corrieron bajo la lluvia por unos cuantos minutos, el hospital estaba en el centro de la ciudad. Estaban sumamente empapados, pero no les importó. Al poco tiempo llegaron a la entrada, limpiaron sus pies en el cartón que yacía en el suelo e ingresaron al hospital.

Near odiaba los hospitales, era algo que no podía tolerar… pero hizo una excepción en ese momento, había cosas más importantes y no debía perturbarse por malos recuerdos o rencores.

Caminaron por unos cuantos pasillos, subieron escaleras y más pasillos. Cuando por fin llegaron, Mello abrió la puerta en donde se encontraba su amigo e invitó a Near a que entrase primero. Para Near, ver el deplorable aspecto de aquel chico sobre la cama le resultaba muy angustiante, recordó a su madre días antes de morir…

Mello dejó el pañuelo encima de una estufa para que pudiera secarse más rápido. Luego de dejarla allí, fue a ver a su amigo.

— Matt, he vuelto — Dijo, mientras se acercaba a la camilla con el pañuelo en sus manos —. Te traje algo.

Al poco tiempo, Matt abrió los ojos lentamente. Near no sabía que se supone que tenía que decir o hacer, optó por quedarse en una esquina contemplando la escena. Se preguntaba a sí mismo si debía sentirse bien o mal por lo que estaba presenciando.

—Mello… creí que no vendrías hoy — El pelirrojo apenas si había abierto sus ojos. Estaba demasiado débil, su voz era apenas audible —. ¿Qué trajiste?

—Ya lo veras — Entonces el rubio caminó hacía la estufa y retiró el pañuelo de encima. Antes de darse la vuelta para poder entregárselo a Matt, miró de reojo a Near y le mostró una leve sonrisa. Cuando llegó a la camilla, posó en sus manos el pañuelo.

— ¿E-Es lo que creo que es? — Preguntaba, mientras moldeaba con sus manos al pañuelo que estaba un poco húmedo, pero limpio. De sus labios se postró una gran sonrisa al sentirlo —. Es seda. Mello, me trajiste seda.

—Dije que no descansaría hasta cumplir tu sueño, y aunque no es la gran cosa, quería mostrártelo — Redirigió su mirada hacía el pequeño albino —. No lo hubiera logrado de no ser por él.

Matt volteó su mirada y se encontró con aquel niño, no se había dado cuenta de su presencia hasta que Mello lo mencionó.

—Hola, Matt — Pensó bien antes de hablar, Near quería decirle su apodo —. Soy Near.

—Near, Mello, muchas gracias por el pañuelo — Dijo Matt con un gran entusiasmo en sus ojos. Mello quedó algo sorprendido por las palabras del menor, siempre lograba sorprenderlo de todos modos.

Pasados los minutos, los tres permanecieron conversando acerca de muchas cosas, contándole como terminaron teniendo el pañuelo juntos, entre otros temas. Near estaba feliz, su rostro no lo reflejaba pero realmente lo estaba. Ahora conocía a alguien más, una persona muy amigable y agradable. Entonces sintió lastima, ¿por qué las mejores personas tienen que sufrir tanto? No quería que algo malo le suceda…

—Mello, deberías jugar a la lotería — Dijo Matt —. Dicen que últimamente hay muchos números ganadores, tal vez tenemos suerte, ¿no crees?

—Matt, yo no tengo dinero para comprar uno… — Respondió Mello rápidamente, se podía notar en su voz la decepción que sentía.

—Yo puedo ayudar — Agregó Near —, con mi dinero.

— ¡Near, eres genial! — Gritó con voz ronca —. ¡Vayan, vayan! Vengan mañana para informarme que tal.

— ¿Cómo discutirte con tal entusiasmo, eh? — Dijo Mello entre pequeñas carcajadas —. Bien, regresaremos mañana entonces.

Ambos se despidieron de Matt y partieron hacía la lotería. Por suerte cuando salieron del hospital la lluvia ya había cesado. Pudieron caminar tranquilos por las calles en busca de una lotería para poder jugar algún número.

Near estaba más que confiado que iba a resultar. Con suerte si jugaban al número indicado podrían ganar mucho dinero, entonces eso sería suficiente para pagar la operación de Matt. Todo era perfectamente simple, pues Near se aferraba a la suerte del pañuelo.

Mientras caminaban, los dos se preguntaban en que número jugar, debían pensar bien. Ambos se pusieron de acuerdo en elegir la fecha cuando encontraron el pañuelo, y así fue. Apostaron a ese número, ahora sólo restaba esperar a ver los resultados que serían la noche siguiente.

—Gracias… creo que ahora te debo dinero.

—Para nada.

Y ese típico silencio que los rodeaba estuvo presente hasta que llegaron a la esquina donde se separarían los caminos, pero esta vez Mello decidió hacer algo distinto: acompañar a Near a su hogar. Luego de lo que hizo el albino por él, lo menos que podía hacer era darle las gracias y acompañarle.

Near extrañamente asintió al pedido de Mello y caminaron juntos hacía su casa. Le fue algo raro, pero a su vez le parecía un admirable toque.

A la media hora, los dos chicos llegaron a su destino. Near tenía a mano el pañuelo, habían decido no guardarlo en el hueco hasta que la humedad pase un poco.

—Con que  — Hizo una breve pausa —… aquí vives.

Near asintió e intentó abrir la puerta, esta no se abría. Supuso entonces que su padre aun no llegaba del trabajo. Sólo tenía que esperar un poco para que llegara. Lo bueno era que no faltaba mucho para que saliera del trabajo, sabía bien que a las 11 pm ya podría salir.

— ¿Tu padre no está? — Preguntó incrédulo.

—No… aun sigue trabajando — Respondió Near, mientras se sentaba en el suelo frente a la puerta —. Lo esperaré.

—Me quedo contigo — El rubio tenía un mal presentimiento, es por eso que decidió quedarse a esperar junto a Near. Algo en él le estaba advirtiendo de algo…  

Notas finales:

Gracias por leer, espero sus comentarios, ya sean negativos o positivos... ahora con lo que acaba de suceder, sería de gran consuelo.

¡Les deseo un hermoso comienzo de año! Nos leemos la próxima. Sayonara♥♥♥


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