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Unidos por nuestro pañuelo por Azuraki

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Notas del capitulo:

Hi, hi♥! Azuraki regresa, luego de haberse desaparecido por un largo tiempo, que por cierto, pido mil disculpas por eso, pero ya saben como soy, mi cabezita aveces es muy torpe a la hora de escribir~

¡En fin! Espero les guste este capítulo y trataré de no demorar mucho con la actualización, ¿sí? Sólo espero no defraudarlos </3

¡A leer!

Advertencia: OoC [Necesitaba hacerlo, sino el capítulo no tendría chiste ;v;]

Enjoy It♥!

Capítulo 5: Lejanía

El barrio estaba completamente oscuro, uno que otro farol alumbraban las frías y desoladas calles. No había señal de que hubiera alguien merodeando por allí, estaban todos en sus respectivos hogares percibiendo a Morfeo.

Esa noche algo extraño había sucedido, su padre no había llegado. Near sabía a la perfección sus horarios. Cuando él terminaba antes su trabajo, salía temprano, cerca de las ocho. Otras veces salía a las nueve, que era el horario común, pero jamás se sobrepasaba de esas horas.

“Debió de ser un día bastante ocupado.” Era lo más razonable que podía llegar a pensar en una difícil situación “De seguro que ya está en camino.”

Se repetía una y otra vez que todo estaría bien, pero cada vez que pasaban los minutos, más se preocupaba. No debía de pensar en cosas negativas en momentos así, sólo empeoraría la situación… pero no podía evitarlo. Algo en él le decía que estaba mal. Tal vez una simple corazonada, pero era realmente agobiante.

Sostenía con fuerza el preciado pañuelo entre sus manos. Lo masajeaba frenéticamente de diversas formas y velocidades; estaba intranquilo, estupefacto ante todo.

“Demuéstrame ahora que eres de la buena suerte.” Pensó, sin quitar a mirada del sendero que estaba en frente de él. El sendero por donde debería llegar su padre, como era de costumbre.

Y mientras Near no dejaba de pensar y meditar, Mello tampoco de quedaba atrás. Estaba a su lado presenciando esa actitud del albino que jamás vio. Le sorprendió un poco ya que era, usualmente, un niño tranquilo, pero ahora parecía todo lo contrarío.

No estaba de más aquella actitud, hasta Mello comenzaba a preocuparse. No dejaba de pensar que algo malo estaba sucediendo, sin mencionar que esa fue la razón por la cual decidió quedarse a esperar con Near. Ese mal presentimiento que lo atormentaba mentalmente.

Quería decirle tantas cosas para que pudiera relajarse aunque sea un poco, pero no tenía palabras; estaba en una controversia bastante compleja. Tampoco sería un buen momento para comenzar a charlar acerca de cualquier tema, era obvio que no…

¿Cómo animarlo entonces? No podía decirle las simples palabras “Todo estará bien” porque no estaba realmente seguro de ello. ¿Y si algo había pasado? ¿Debían partir hacía el trabajo de su padre? ¿Esperar noticias? ¿Llevárselo a su casa para que pueda descansar? Las últimas opciones no sonaban tan mal, mucho menos la última.

Near trabajó toda la tarde, debía de estar exhausto, pero si le preguntaba sobre ir a su casa sabría bien cuál sería su respuesta. Con el breve tiempo que pasó con él podría decir que ya lo conocía bastante bien.

El frio comenzaba a sentirse por no estar del todo abrigados. Tenían que hacer algo rápido, ¿pero qué? Mello estaba abstraído, tanto que no se dio cuenta de cuando Near se puso de pie.

—Deben de ser más de las nueve, y aun no ha llegado — Su rostro no mostraba expresión alguna. Parecía un mirar frio y vacio, más de lo usual —. Su trabajo no esta tan lejos como para demorar tanto.

— ¿Qué es lo que sugieres, Near? — Preguntó Mello.

—Debería ir — Near comenzó a caminar —. Iré a buscarlo.

¿En serio pretendía ir solo? Las noches así de oscuras no eran del todo seguras, mucho menos para un niño. Entonces Mello decidió acompañarlo también. Le preocupaba mucho el simple hecho de que podrían pasar muchas cosas esa misma noche…

—Vamos, yo te acompaño — Dijo con una leve sonrisa para demostrar que, pase lo que pase, él estará a su lado. Quería decírselo pero no podía, algo en él se lo impedía, pero sabía que las acciones decían más que mil palabras. Con eso le bastaba…

Near asintió y caminaron los dos a la par. Había que admitir que daba escalofríos merodear por aquellos barrios en plena oscuridad y solos. ¿Si llegase a aparecer algún ladrón? Bueno, Mello no era débil, él podría defender a Near, y claro, a sí mismo.

“¡Deja de pensar en desgracias, Mello!” Gritaba mentalmente. Parecía el más preocupado de la situación, pero no estaba de más asegurarse antes de que algo suceda, ¿o sí?

Aun no habían llegado a la esquina del vecindario, la casa de Near estaba a unas simples cuatro casas. Sus pasos eran lentos y pareciera que cada que hacían, más se hundían en la desesperación.

En ese mismo instante, un automóvil cruzó con velocidad por el frente de ellos, no era una velocidad exagerada, pero desató la curiosidad de los dos chicos, haciendo que se enfocaran en el coche. Se sorprendieron cuando vieron que el mismo frenó en la casa de Near.

Compartieron miradas de preocupación y rápidamente corrieron hacía allí.

“¿Qué hace ese coche ahí?” Era su pensamiento constante. Ni él ni su padre conocían a alguien que tenga un coche así, le era sumamente extraño, ¿quién era?

Mello se sentía más relajado, creía que se trataba de su padre, aunque nunca escuchó por parte de Near que este tuviera automóvil. Pero veía el asombro de Near y las fuertes ganas que tenía para llegar a su hogar que simplemente le decían que aquella persona era su padre.

Era un alivio para ambos. Pasaron por un muy mal momento, pero toda tormenta tiene su fin, y el de esta ya había llegado. O eso creía…

Llegaron a la casa y sus respiraciones eran agitadas. Si que se habían esforzado por llegar. En cuanto levantaron sus miradas del suelo, se encontraron con dos personas totalmente desconocidas.

— ¿Nate River? — Preguntó una señora, de no más de treinta años. Vestía de un traje formal negro y venía acompañada de un hombre de, aparentemente, su misma edad.

—Soy yo — Su respuesta apenas fue audible, la dura decepción que se había llevado consigo el poco entusiasmo que tenía era evidente.

Ambos adultos se miraron fijamente, en sus rostros se podía notar la angustia y preocupación. Mello no entendía qué estaba sucediendo, pero supo enseguida que esos no eran conocidos de Near.

—Nate… — La mujer hizo una breve pausa y volvió a mirar a su acompañante. Luego se agachó y plasmó la palma de su mano en el hombro de Near. —, lamento decirte que… tu padre falleció. Lo siento mucho.

No hubo respuesta por parte del menor. En ese mismo instante, sintió algo en su pecho y garganta. Un molestar intenso que le impedía respirar, se quedaba sin aire, sentía que algo lo atrapaba y debía hacer algo, ¿pero qué?

Lo único que pudo hacer fue abrir levemente su boca, pero no salieron palabras. Estaba atónito. No lo creía, no lo quería creer. Sus manos comenzaban a temblar, todo en él temblaba. Esa sensación ya la había sentido antes… Ese día de tormentas…

Mello no podía hacer nada. Así como Near, él también estaba sorprendido por lo que había escuchado. Más que asombro era rabia, ¿qué forma era esa de decirle a un niño que su padre falleció? Y la rabia también se transformaba en frustración por no poder siquiera mover un musculo por Near. Todo era completamente inútil.

Volteó la mirada para encontrarse con un niño totalmente distinto. Siempre tuvo esa impresión de ser alguien solitario, pero ahora, hasta daba escalofríos verlo.

El silencio se hacía incomodo y Near seguía con la mirada agachas, completamente en la nada.

—Soy una asistente social — Dijo la mujer, mientras se acercaba un poco más para encontrar la mirada de Near —. Cuando nos llamaron nos dijeron que tú eras su hijo y que no hay alguien quien se encargase de ti, ¿verdad?

Aquella mujer no podía ser más directa con un niño.

—Te llevaremos a una casa hogar, donde te trataran bien y no te faltara nada. Estarás siempre acompañado.

—Lamentamos lo de tu padre, sé que es difícil pero ahora debes venir con nosotros. No puedes quedarte solo, Nate — Agregó el acompañante, se notaba en su voz lo difícil que era tener que decirle algo así.

— ¿Cómo…? — Lograron escuchar —. ¿Cómo murió?

Y una vez más, el silencio se hacía presente.

—No… no lo sé — Fue su respuesta. Mintió para no herir más al pequeño. Pensaba que si no le contaba el cómo había sucedido, tal vez no lo atormentaría tanto. Aunque eso no servía de nada, pues el dolor seguía y contraatacar con ello es imposible e inútil.

Mello, quien hasta ahora no había entendido nada, ahora lo sabía a la perfección: Near iba a marcharse. Una mala noticia tras otra, definitivamente era el peor día de su vida.

Miró a Near una vez más, y este estaba estático. Quería decirle algo y a la vez no, sabía que no era momento de hacerlo, Near ya no estaba para escuchar sugerencias.

—Necesito empacar algunas cosas — Dijo Near en cuanto levantó su mirar. Su voz volvía a ser la misma, pero su rostro no. Ahora se lo veía peor de arisco que antes.

Near sacó de su bolsillo un juego de llaves. Siempre las llevaba consigo, en todo momento, para cuando cosas así sucedan. Se dijo a si mismo hace mucho que no lo las utilizaría, para no sentir la soledad de aquel momento cuando su madre estaba enferma. Nunca estaba en casa debido a que tenía que cuidarla… hasta que falleció. Desde ese día su padre le abrió la puerta, ayudándolo a superarlo.

Su mente estaba en blanco, salvo por algunas cosas, pensaba en lo que podría llevar y en lo que debía dejar atrás. Algo difícil, porque si fuera por él, llevaría todo o simplemente se quedaría para siempre en su hogar.

Al abrir la puerta frenó en seco. Sentía como un líquido recorría su mejilla. Después de tanto tiempo, cuando por fin volvió a comenzar y a superar la muerte de su madre, otra tragedia se retomaba en su vida. La historia volvía a repetirse, una y otra vez. ¿Es que no podía ser feliz?

 No había nadie más en quien confiar, ni una sola persona a la cual acompañar. Ahora era él solo contra el mundo que tanto aborrecía.

—Near… — Sus pensamientos fueron interrumpidos por aquella voz de quien sería la última persona en su vida. Se había olvidado de ello por un momento.

Mello. Ese chico que conoció por casualidad gracias a un pequeño y abandonado pañuelo. Ese chico que, a pesar de que al comienzo no se llevaron bien, con el tiempo se hizo su fiel amigo. Sin mencionar que, gracias a él, pudo volver a comenzar y conocer muchas cosas más.

Pero… ¿Y ahora qué? ¿Un adiós y nada más? ¿Cómo puede ser posible el haber tenido todo y luego perderlo? ¿Era eso algo normal? Claro que es normal, son cosas que suceden en la vida y que es parte de vivir, pero, ¿por qué le sucedían ese tipo de cosas a Near? ¿Cuándo podrá ser feliz?

 

—Buscaré mis cosas — Fue lo único que dijo para luego ir en busca de sus pertenencias. Los dos adultos esperaban en la entrada.

Tomó un retrato, uno donde toda la familia estaba reunida; su madre y su padre junto con el cuado era bebé, era lo más valioso que podría llevar. Lo demás ya no eran cosas tan importantes, sólo se trataba de su cepillo de dientes, sabanas, prendas de ropa, entre otros objetos personales.

Empacó todas sus cosas en una pequeña valija. Ya estaba preparado para irse de aquel lugar que lo acogió por muchos años… ya era hora de decir adiós.

—Near, yo… — Dijo Mello con la voz algo cortada, como si tuviera un pequeño nudo en la garganta. Un sentimiento aterrador que le impedía comunicarse en el último momento con Near, aquel amigo que lo ayudó en muchas cosas.

—Ten — Interrumpió Near, acercándose poco a poco a Mello. En sus manos sostenía el pequeño pañuelo que los unió —. Quédatelo, no creo poder cuidar de él en donde este. Además, quiero que tú te lo quedes, para tenerlo de recuerdo.

Le quería entregar ese pedazo de tela para que pudiera conservarlo y poder cuidarlo para cuando se sienta solo, o algo por el estilo, poder recordarlo y hacerle ver que él está ahí.

Por otra parte, Mello se desmoronaba lentamente con las palabras del albino. No era un sueño, ni tampoco un juego. Era la realidad y tenía que aceptarlo. No obstante, no deseaba hacerlo, si era posible, quería evitar la partida de Near, pero era imposible.

Todo sería más fácil si su pueblo tuviera un orfanato, de ser así, Near no estaría muy lejos de él, pero eso tampoco era posible. Estaba completamente seguro de que lo llevarían a una ciudad más lejana y adinerada. Las probabilidades de poder verle eran casi nulas…

¿Era el adiós? ¿Pero hasta cuándo? ¿Volverían a encontrarse? Bueno, no es que Mello simplemente lo dejara marchar y hacer que nada sucedió, para nada. Esperaría el tiempo que fuera necesario. Aun así, todo lo que estaba pasando, le dolía. ¿Por qué debía ser él quien conservara el pañuelo? Near era quien más necesitaba, pero aún así…

—Puedes hacer lo que quieras con él, sólo asegúrate de tenerlo contigo — Bajó la mirada —. Tampoco me olvides.

En el fondo, lo que quería decirle también era “Nos volveremos a encontrar” porque estaba seguro de que, en la primera oportunidad de volver, lo haría sin dudar. Esperaría el tiempo que fuera necesario para que eso ocurriera. No estaba de más, se trataba de su amigo.

Y esas palabras fueron la gota que rebalsó el vaso. Mello sintió un enorme calvario en lo más profundo de su ser. La angustia comenzó a invadirlo por completo y de sus zafiros ojos una diminuta pero notoria y dolorosa lágrima comenzó a deslizarse por sobre sus mejillas. Dejando en su camino un rastro de pesar.

No pudo contenerse, ese mocoso se había vuelto alguien importante, alguien que había cambiado sus tardes que usualmente eran algo aburridas. No sólo eso, sino que ayudó a Matt, ¿por qué tenía que irse?

—Yo… — No podía, simplemente no podía articular palabra alguna. En cuanto quiso decir algo de nuevo, una extraña acción del menor lo tomó por sorpresa.

Near estaba secando sus lágrimas con el pañuelo. Acariciaba su mejilla con delicadeza para no dañar esa suave piel que parecía estar a punto de quebrarse. Sus ojos sollozos y brillosos se parecían a un frágil diamante. Jamás lo vio de esa manera, pero entendía bien su dolor. Aquel sentimiento de agonía por perder a alguien querido…

—Cuídalo por mí, Mello — Dijo Near con una sonrisa, se podía apreciar a la perfección. Mello tomó el pañuelo y cerró su puño con fuerza.

—Lo haré, tenlo por seguro.

 

Esa misma noche, dos jóvenes se despidieron de la forma correcta. Se estrecharon las manos y se dijeron adiós. Pero eso no quedaría así, no por mucho, se volverían a encontrar.

Near se trasladó a una ciudad mucho más grande de lo que pensaba. Tenía más edificios que cualquier otro pueblo, y la gente abundaba por todas partes. No estaba seguro de poder acostumbrarse a aquello, todo era nuevo y extraño, pero daría el intento… no era como si le quedara otra opción después de todo.

Notas finales:

¡Uwa! ¿Qué les pareció? No me odien por hacer esto, de verdad fue necesario hacerlo </3 Pero no se angustien, faltan muchas cosas aun, es sólo cuestión de esperar un poquis♥

Y lo de siempre, cualquier comentario es bien recibido~ Espero les haya gustado y nos leemos la próxima♥

Gracias por leer. Sayonara!


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