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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata.

Pairings: MxM ǀ BxA ǀ NeLi ǀ LxL.

Advertencias: AU ǀ Lenguaje vulgar ǀ Yaoi (Boy’s Love) ǀ Hetero ǀ Conteniedo sexual ǀ OoC ǀ Presencia de OC’s.

N/A: Ya salí de vacaciones y el hype me llegó con todo.

 ǀ Drama Queen ǀ

 

Capítulo 16:

Mate, intento entender

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Ámame, ámame

Di que me amas

Engáñame, engáñame

Adelante, engáñame

 

Lovefool The Cardigans

                                                                                                                     

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Mi papá ha tomado la costumbre de llamarme una vez a la semana, por lo menos hablamos durante diez minutos. No sé si se trata de una táctica para que no me sienta relegado debido al próximo nacimiento de mi hermana o solo porque le nace hacerlo; apuesto más por la primera opción que por la segunda.

—¿Entonces lo suyo ya no tiene remedio? —pregunta al otro lado de la línea, suelto un escueto «no» a modo de respuesta —. Es una lástima. Ya tenían mucho tiempo juntos, se notaba lo mucho que se querían.

Hago una mueca ante esa afirmación. Fue inevitable no contarle a mi madre y a mi padre de mi ruptura, a medias, con Linda, después de todo tarde o temprano se iban a enterar, ¿qué mejor que de boca de su propio hijo?

La charla con Elsa fue más difícil de llevar, mentirle fue muy complicado y no estoy seguro de que me haya creído; ella me preguntó demasiados detalles acerca del rompimiento que no supe cómo contestar. Por suerte mi padre queda satisfecho a la primera respuesta.

—Sea como sea ya vamos a entrar a la universidad, nos íbamos a separar tarde o temprano —intento seguir justificando —, es mejor ahora, luego podría salir peor.

—Bueno, en eso tienes razón. Ambos son jóvenes y merecen mirar a otros horizontes, ya conocerás a más personas. Hay muchos más peces en el estanque —intenta reconfortarme; daba por hecho que me diría una frase así —. Me alegra que hayan sido lo suficientemente maduros para tomar una decisión como esa.

No dije la verdad acerca de lo que ocurrió entre Linda y yo, en su lugar les inventé a mis padres que habíamos decidido separarnos por mutuo acuerdo debido a que estudiaríamos en universidades diferentes. Más que por no quedar como un cornudo, lo hago para no dejar a Linda como una puta frente a sus exsuegros. Lo idiota jamás se me va a quitar.

—Gracias, papá.

—Sabes que cuentas conmigo para lo que sea —dice de manera firme y con eso logra que le crea. Sabe cómo llegarme.

—Lo sé —alcanzo a escuchar de fondo la voz de alguien llamándolo. Es fin de semana pero mi papá trabaja los sábados, debe encontrarse en la oficina —. En fin, eso era todo. No te quito más el tiempo, hablamos después.

—Cualquier cosa que suceda, me avisas.

—Por supuesto. Me saludas a Rachel.

Cuelgo la llamada y dejo el celular de lado para poder concentrarme en mi cereal. Ya está remojado y eso lo hace asqueroso, pero debo comerlo porque Elsa ya se va y no tiene tiempo para prepararme algo decente y yo tampoco tengo las ganas. Doy un bocado, las hojuelas son sabor a chocolate; me pregunto si Mello se come con el mismo gusto el cereal de chocolate así esté remojado. Vaya que pienso tonterías.

Elsa baja en ese momento, ya trae puesto el uniforme. Hoy su turno empieza un poco después pero, como siempre, se le ha hecho tarde. Toma lugar en la mesa y comienza a acomodarse el gorro; aún y cuando tenga el tiempo encima no por eso prescinde del maquillaje, menos ahora que las cosas con ese doctor —¿cómo dijo que se llamaba? ¿McClain, McGuire? ¿McCartney, como Paul? — se han tornado más serias.

—¿Ya le dijiste a tu padre? —cuestiona mientras se aplica lo que sea que se aplique en las pestañas.

Me desperezo antes de responder, sin querer se me sale un bostezo.

—Sí… Y me dijo técnicamente lo mismo que tú.

—¿Qué dijo?

—Que debo expandir mis horizontes, que hay más personas en el mundo. —Mujeres, hombres y Mello por igual — y que soy un chico maduro —saboreo las últimas palabras, pavoneándome con el halago aunque sé que no me lo merezco ni un poco. Soy un cobarde, eso soy. Me aprovecho de que ellos no saben la verdad, quiero disfrutar de la sensación.

—Que no se te suba, son contadas las ocasiones en las que has hecho algo sensato. —Ruedo los ojos —. Y cómete eso. Si no te lo ibas a comer, no te hubieras servido.

De mala gana me llevo otra cucharada a la boca. Voy a vomitar.

Elsa termina con su arreglo personal en ese momento. Me regala una sonrisa como de comercial y saca de su bolso algunas libras que pone encima de la mesa.

—Con eso te bastará, hoy llego temprano, quizá hasta podamos comer juntos, ¿o ya tienes planes con Mello o algo así?

—Me voy a reunir con Alex en un rato más. —Elsa luce genuinamente sorprendida. De un tiempo a la fecha mis salidas solo involucraban el nombre de Mello más que el de Linda, y hasta ella notó que me había alejado de Alex.

Cuando hablamos en la escuela Alex dijo que ese no era lugar para arreglar lo ocurrido, además las clases estaban a punto de iniciar. Como el que llevaba el rabo entre las patas era yo, cedí a su petición de hablar después en un ambiente ajeno al de la escuela y teniendo todo el tiempo del mundo. Era lo menos que podía hacer después de la tremenda cagada que cometí.

—En ese caso me lo saludas. Invítalo también a comer un día de estos, hace mucho que no lo veo.

—Tú quieres a mis amigos más que a mí.

—No llores que tú eres el nene de mami.

—¡Mamá!

Ella vuelve a sonreír, el amor la tiene radiante. Se levanta y me da un beso en la mejilla antes de salir con rumbo a su trabajo.

Una vez solo vuelvo a mirar mi tazón, el cereal sigue asqueroso así que decido echar el traste al fregadero; en estos casos resiento la falta de una mascota a la cual darle de comer las sobras y limpiar evidencias. Mando un mensaje a Mello y subo a cambiarme. En poco más de una hora voy a encontrarme con Alex en el centro comercial.

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Espero a Alex en una banca cerca de la fuente del centro comercial, por suerte traje la PSP así que puedo entretenerme un rato mientras llega. Antes de iniciar una partida, alguien toca mi hombro. Me sorprendo de verlo ahí tan pronto porque si bien nunca fue impuntual tampoco es la responsabilidad hecha persona.

No le pregunto nada acerca de su nuevo hábito. Nos saludamos y él se sienta a mi lado después. Es extraño, iniciar conversación con Alex siempre fue fácil ya fuera para hablar de algo serio o de alguna tontería, sin embargo ahora se me complica todo. Siento que a mi lado está un desconocido. Mis habilidades sociales no son muy buenas, nunca he sido un buen conversador. Comienzo a sentirme nervioso.

—¿Tienes hambre? —pregunta, no sé si para romper el hielo o debido a que no desayunó nada.

Asiento. Técnicamente no llevo nada en el estómago.

—Podríamos ir a por pizza o una hamburguesa, ¿no crees? ¿O qué se te antoja? —propongo.

Él lo duda por un segundo.

—Pensaba más bien en comida mexicana. ¿La has probado? ¡Es buenísima!

—Según yo no te gustaba el picante.

—Le di una segunda oportunidad. Una amiga me llevó un día y de ahí me volví fanático de los tacos.

—Vamos, entonces.

Mi teoría de que estoy yendo a comer con un completo extraño toma fuerza. En primer lugar, Alex se había negado rotundamente a comer cualquier cosa que le picara la lengua; y en segundo, ¿desde cuándo sale con alguna amiga solo a comer? ¿Por qué no me incluye la anécdota de que después se la llevó a un hotel e hicieron la mitad de las posiciones del kamasutra?

El local al que me lleva está casi lleno, por suerte todavía alcanzamos asiento. Nos atienden rápido y con buena cara; Alex ordena sus ya amados tacos y yo al final me decido por un burrito. Una vez que la mesera se ha ido volvemos a quedar en silencio.

—De seguro debes estar pensando que esto es muy raro —menciona Alex, supongo que en un intento de acabar con la atmósfera tan tensa —. Me siento extraño, sabes. Hace tanto que no hablamos que creo que olvidé cómo eran las cosas contigo.

—Bueno, a final de cuentas el culpable fui yo, por no creer en tu palabra y darte la espalda de esa manera.

—Yo creo más bien que esto venía de antes. —Me quedo sorprendido ante eso. ¿Desde antes? ¿Desde cuándo? —. Fue al poco tiempo de que Mello llegara… me sentí desplazado.

Reconozco que a partir de la llegada de Mello me desconecté de muchas cosas. Él vino a voltear mi mundo de cabeza de múltiples maneras, digo, no solo por nuestros roces nada hetero, sino también porque gracias a él comencé a involucrarme en otras actividades que jamás imaginé: huir de pseudo vándalos de Blackstone, comenzar a practicar deporte, fugarme clases, no asistir varios días al colegio… Ese es el punto.

Me sentía muy bien con todo eso, tanto que nunca cruzó por mi cabeza que Alex, mi mejor amigo de la infancia, prácticamente de toda mi vida, pudiera sentirse fuera de ello. Él nunca me lo expresó y yo soy bastante idiota para leer a las personas entre líneas, por eso siempre le dije, desde niños, que si algo pasaba debía decírmelo a la cara, no guardarse las cosas. De cualquier manera ya no sirve de nada lamentarse por lo que no se hizo.

Soy imbécil en muchas cosas pero creo que también tengo una justificación/excusa para todo este asunto y esa es que Alex también se fue alejando de a poco de mí. No sé qué rayos pasaría por su cabeza pero jamás dijo nada y, cuando menos me di cuenta, mientras Alex estaba más afuera, Mello iba adentrándose más y más. Sumado a eso, cuando Alex quiso volver a acercarse, le pateé el trasero de la peor forma posible. A pesar de que nuestra amistad ya no era la misma él quiso ayudarme a que no me siguieran viendo la cara y yo, como un verdadero imbécil, preferí hacer oídos sordos con tal de no perder a Linda prefiriendo perderlo a él… Vaya, creo que al fin y al cabo el peor de los dos fui yo.

—Lo lamento… —No se me ocurre algo mejor qué decir, pero esto que digo es la verdad. Lo que siento es sincero, lo lamento por todo —. Es solo que… bueno, tú ya sabes como soy y yo creí que tú también…

—No te estoy reclamando. Sé que a final de cuentas yo también tuve la culpa. Tenía mis propios problemas en ese momento y preferí encerrarme en ellos.

—Soy un idiota por no haber notado que también estabas mal, entonces.

—Aunque lo hubieras notado, no te habría dicho nada. Es algo… complicado. Dudaba que lo entendieras. —Eso me hace sentir mal. Sí, soy idiota, pero algunas cosas puedo llegar a comprenderlas mejor de lo que todos piensan, me gustaría que se me diera ese voto de confianza. Vamos, Alex, fuimos mejores amigos, lo voy a entender —. Pero ahora… —Hace una pausa, me acerco más a él, expectante —. No solo te cité para que me pidieras una muy merecida disculpa, también voy a decirte todo lo que me sucedió.

La mesera interrumpe un momento crucial, justo en ese instante se acerca a dejarnos nuestro pedido. Hago el burrito a un lado y solo le doy un sorbo al refresco. Me siento ansioso y no voy a poder pasar bocado hasta que haya escuchado lo que Alex tiene qué decirme.

—¿Y bien? —Lo animo a continuar, espero no haberme oído desesperado. ¡Al diablo sí lo hice! ¡Necesito saber!

Alex suspira. Inhala y exhala profundo para después mirarme a los ojos y empezar con su relato.

—Bueno, todo empezó una vez que fui con Beyond a una fiesta. Tomamos mucho esa vez…

Lo que me cuenta no me lo esperaba para nada. Tenía claro que mis amigos no eran blancas palomas pero… esto es demasiado. Alex se revolcó con Beyond esa noche y después de eso tuvo una especie de affair muy corto con él; al parecer Birthday le tomó manía y seguía detrás de él a pesar de sus negativas. Alex se sintió bastante mal por eso, no teniendo cabeza para otra cosa que no estuviera relacionada con el asunto, lo que provocó que se alejara de mí y que Mello ganara puntos. Después Beyond le dijo acerca de que él vio a Linda y a Near en una escena comprometedora y le pidió que me contara ya que tendría mayor credibilidad. Aunque no éramos amigos como tal, Alex tomó el riesgo y me dijo y yo lo mandé a la mierda. Toda esa jugada no fue más que una especie de retorcido plan para que Alex quedara completamente solo y Beyond pudiera aprovecharse de su vulnerabilidad, por suerte no lo logró.

Me contó también de lo difícil que fue para él pretender ser una persona que no era, que era el reflejo de lo que la sociedad le dictaba y no sé muy bien que otras cosas más, su palabrería se vuelve confusa pero logro captar lo importante. Durante su periodo de autodescubrimiento, entró a clases de español y conoció a Charlotte quien logró que comiera picante y lo ayudó después de que volviera a meter la pata con Beyond. Ahora ella es su amiga más cercana y además se irán juntos a Madrid debido a que estudiarán en la misma universidad.

Son demasiadas revelaciones de golpe; mis dos amigos tenían algo entre ellos, Beyond se dedicó a acosarlo de manera casi psicópata, no conocía a fondo a mi aparente mejor amigo, él conoció a una chica que no le irrita y que no ve como un objeto sexual, al final se decidió por estudiar Historia y se irá a vivir a Madrid muy pronto ya que estudiará la universidad allá.

De verdad soy el peor de los amigos.

—¿Y no vas a volver?

—Claro que voy a venir aquí en vacaciones y otras fechas pero, si lo quieres ver de esa forma, sí, mis planes consisten básicamente en alejarme lo más posible de aquí. La idea de empezar de cero en un nuevo lugar es tentadora.

—¿Entonces ahora odias Winchester y todo Reino Unido?

—No, no, tampoco me malentiendas —niega con un gesto de mano —. Me refiero a que, después de todo lo que sucedió, solo quiero respirar otro aire. No te odio ni a ti, ni a Linda, ni siquiera a Beyond. Esto no es por ustedes. Esto es por mí, son mis deseos. Tuve que pasar por todo esto para darme cuenta de lo que quiero y necesito realmente en esta vida.

Siempre supe que Alex podía llegar a ser muy reflexivo y filosófico pero en esta charla ese aire es demasiado evidente en cada una de sus frases. Es una lástima que la oportunidad de conocer esta faceta suya se me haya dado tan tarde. Creo que me hubiera gustado más este Alex que el otro.

—Entonces no me queda más que desearte suerte.

Alex ríe mientras niega con la cabeza.

—Nada de eso, te falta algo muy importante. —Acerca su plato de tacos, toma uno y le da un mordisco. Luego de saborear y tragar, me mira todavía riendo —. Sigo esperando mi disculpa. Mínimo debes pedirla de rodillas.

—Oh, joder. —Tampoco puedo evitar reír.

—No digas groserías y discúlpate. He esperado por esto desde hace mucho.

—Vale, vale. —Alzo las manos. Me rindo —. Alex, ¿serás capaz de perdonarme por lo que he hecho?

—Suena falso. Esfuérzate más.

—Alexander, amigo del alma, hermano de otra madre, sé que cometí muchos errores, que mi peor cagada fue poner a esa zorra por encima de tu palabra, no merezco tu perdón pero te lo pido, por favor, dame otra oportunidad.

—Ahora sonaste hipócrita. Otra vez.

Vuelvo a reír, él también. Al final, aunque hayamos logrado hablar con tanta fluidez, no volví a sentir que hablaba con el Alex que conocía. Lo sentí diferente y para que yo note algo es muy difícil, esto debe ser muy evidente para que así sea. En fin, después de todo me la pasé muy bien. Logré olvidar mis propios dilemas de mierda relacionados con Linda y también los que tienen que ver con Mello.

Creo que sigo siendo un pésimo amigo por no haberme sincerado con Alex como él lo hizo conmigo. No obstante, como justificación, puedo decir que lo que hay entre Mello y yo es mucho más… ¿cómo decirlo? Complicado, sí, complicado.

Tengo un vocabulario muy pobre.

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La vuelta a clases la siento más liviana. Si bien con Alex las cosas no son como antes, al menos nos saludamos y mantenemos charlas banales. Que volviera a recuperar el trato con él me hace sentir mucho mejor, por lo menos me da fuerzas para sobrellevar todo lo de Linda. No me siento tan mierda como creí que iba a llegar a ser.

En parte también es gracias a Mello, qué va, casi todo es mérito suyo. No solo porque ahora que nuestra relación pasó a otro nivel ya no me permito pensar en tonterías, sino que además ha estado conmigo, apoyándome y todas esas cosas cursis. De no ser por Alex y por él no sé qué mierda hubiera sido de mí, tal vez me habría suicidado; ya me imagino los encabezados de los periódicos, «chico de dieciocho años muere ahogado al lanzarse al Río Támesis. Supuesta causa del suicidio: desamor». Suena patético. Qué bueno que no lo hice, además ir hasta el Río Támesis me hubiese salido caro.

Los días de la semana transcurren normal, lo que ahora es mi «normalidad» al menos; lo típico: los estudios, las comidas, ignorar a los que merecen ser ignorados —eso se ha escuchado fenomenal, casi profundo—. Los exámenes finales están a la vuelta de la esquina y debo estudiar como loco para poder compensar mis inasistencias y mi falta de atención durante el último tiempo; Mello se lo toma más en serio que yo e incluso se dedica a estudiar durante los recesos. Ya dejó el equipo de fútbol ya que según palabras suyas le quitaba tiempo.

Es viernes, hemos estudiado como locos, tengo tarea de todos los profesores hasta para repartir. Cuando suena la campana que da inicio al receso, lo único que quiero es salir corriendo y nunca volver. Sin embargo Mello no se ha movido de su lugar y no puedo irme sin él.

—Deja eso. En un rato vamos a regresar.

Mello tiene clavados los ojos en un libro de química como si su vida dependiera de ello. Frunzo el ceño y me acercó a su pupitre. Está tan concentrado que ni se ha percatado de que estoy demasiado cerca. Aprovechando eso, le arrancó el libro de las manos.

—¿Pero qué…? ¡Matt!

Al parecer alguien se ha enojado. Y pensar que hasta hace unos meses hasta miedo le tenía.

—Vamos a por algo de comer, te hace falta para que tu cerebro carbure mejor.

—Yo no…

—Cálmate —pongo un dedo encima de sus labios para relajarlo —. Vamos a por algo a la cafetería y regresamos, ¿sí? —Lástima que logro un efecto completamente opuesto.

Toma mi mano con fuerza, apretándola, un gesto para nada cariñoso. Parece molesto y hasta algo ansioso ya que dirige con rapidez su mirada hacia la puerta. Ah, entiendo a qué se debe su preocupación.

—Descuida, todos ya deben estar almorzando —trato de tranquilizarlo de nuevo y vuelvo a fallar en el intento.

—Aun así no me gusta que hagas esas cosas, menos aquí.

—No tiene nada de malo. Es normal ahora.

—No lo es, Matt. Imagina lo que puede ocurrir si alguien ve algo que no debe.

—No tiene importancia.

Sé las consecuencias que Mello trata de insinuarme pero juro que estoy siendo honesto: no me importa lo que pueda pasar. Si alguien nos ve por mí estaría bien, total, a todos ellos los dejaré de ver en cuestión de semanas, tanto a compañeros como a profesores. Si Linda es la que me ve contará como mi gran oportunidad de desquite y si llegase a ser Sayu, joder, mucho mejor. Sé que yo fui quien incitó lo suyo con Mello pero ahora solo la quiere a veinte millas lejos de él. Así muchas cosas quedarán claras de una vez.

—La tiene. No me gustan está clase de espectáculos.

—¿Te refieres a muestras de afecto en público o que estas sean conmigo?

—Ambas —sentencia —. Ya, quita esa cara, si tanto insistes vamos a por algo de comer.

—Claro. —No puedo evitar hacer una mueca.

Creo que me siento… rechazado, algo así. Tampoco soy dado a hacer escenas en lugares como la escuela pero no por eso dejo de sentirme mal. Sé que Mello es así pero… ¡Ah! Ni yo sé con exactitud qué es lo que esperaba.

Vamos a la cafetería y compramos un sándwich cada uno para luego volver al salón de clases y que Mello siga estudiando. No puedo ocultar mi cara larga pero Mello está bastante metido en sus estudios como para que eso le importe. Suelto un suspiro y me siento en mi lugar. Lo he perdido hasta que pasen los finales, o hasta que se den los resultados.

Pongo mis brazos en la paleta de pupitre y los uso como almohada improvisada, necesito cerrar los ojos un momento. Anoche me desvelé jugando y el sueño comienza a pesarme ahora, aunque jugar una partida en la PSP también es buena opción.

—Matt.

La voz que me llama es muy suave, no es de Mello, y no estoy tan dormido como para no saber de quien se trata. Recuerdo el tono de voz de Linda a la perfección y, por más que quisiera, no es como si fuera a olvidarlo en cuestión de días.

Tardo en levantar la cabeza. ¿Qué se supone qué debo hacer? La he estado ignorando desde lo ocurrido, no sé si tratarla mal o simplemente hacer como si no me hubiera hablado. Debería ser lo bastante hombre como para enfrentar las cosas pero hasta este momento me estoy dando cuenta de lo complicado que puede llegar a ser. ¿¡Qué hago!?

Ella vuelve a insistir y alzo la cabeza. Mis ojos se cruzan con los suyos y sé que hacer como si no estuviera aquí no es una buena opción. Vaya, debería estar enojado, no obstante me siento algo inseguro.

—¿Qué quieres? —Por suerte me escucho más escueto de lo que creía que sería. Punto a favor para mí.

—Necesitamos hablar.

—¿De?

—De nosotros. —Antes de que pueda decirle algo, ella se me adelanta —. No hemos hablado como se debe. Solo hemos estado evitándonos e ignorando el tema pero tú sabes que debemos hablar de esto. Tenemos muchas cosas juntos, no podemos dejarlo a la deriva así como así.

—No creo que haya demasiado de qué hablar. Nosotros ya terminamos.

—Si eso quieres entonces ten el valor de decírmelo a la cara.

—¿Así como tú tuviste el valor de decirme que te entendías con Near a mis espaldas?

No sé ni en qué momento me levanté de mi asiento ni tampoco cuándo comencé a sentirme tan exaltado. Creo que hasta ahora también había podido sobrellevar lo sucedido ya que tampoco lo había enfrentado como tal pero ahora, gracias a que estoy hablando con Linda, la escena de ella junto a Near en el armario del conserje vuelve a revolverme el estómago.

Me sentí traicionado en ese momento. Lo primero que pensé luego de que los vi fue que todo lo que viví con ella hasta ahora había sido una mentira. Linda no me quiso lo suficiente como para respetarme o para al menos ser honesta conmigo.

La irritación se hace más y más grande. Creo que yo también tengo un par de cosas que decir. La tomo por su muñeca y la arrastro fuera del salón. Creo escuchar a Mello llamándome pero pronto dejo de oírlo.

Arrastro a Linda por los pasillos; el camino es más rápido de lo que pensé y pronto llegamos al patio trasero. Hay demasiada gente afuera, ya sean en grupos, charlando y quién sabe qué cosas más. Mis ojos alcanzan a distinguir un punto solitario mucho más enfrente y no pierdo el tiempo en caminar junto a ella hasta ahí.

Suelto su mano de manera brusca, noto que Linda se soba la muñeca. Quizá fui un poco rudo… no, este no es momento de ponerse compasivo. No quiero que la sensación se esfume antes de que suelte todo lo que tengo por decir.

—Yo no pienso seguir con esta relación. —Es difícil, sea como sea no dejo de mirarla a los ojos —, no después de lo que hiciste. ¿Piensas que después de lo que vi tenía ganas al menos de hablarte? ¡Por favor! Por mucho tiempo me viste la cara de imbécil pero no lo soy, que te quede claro. ¡No soy ningún idiota con el que vas a seguir jugando!

—Matt, yo… yo sé que me equivoqué. Sé que no lo merezco pero…

—Ni se te ocurra pedirme otra oportunidad, no voy a volver a tener algo contigo. No me importa si eso, como tú dices, fue un error; si llevamos mucho tiempo juntos; aunque digas quererme… yo ya no puedo volver a creer en ti.

Es la verdad, y saberlo hace que me sienta triste. He pasado de una emoción a otro en tiempo récord. Creo que infantilmente yo pensaba que Linda iba a ser la mujer de mi vida, que no necesitaba conocer a nadie más porque en ella habían encontrado todo lo que necesitaba: una chica bonita, inteligente, con buenas curvas y sobre todo que me quisiera con la misma intensidad a pesar de mis defectos. Quise serle fiel hasta con el pensamiento para de esa manera poder mantenerla a mi lado; eso es lo que quieren las mujeres, ¿no? Amor y fidelidad eterna. Pero al final ninguno de mis sacrificios fueron suficientes. Ella encontró en alguien más algo que yo no tenía y eso me hace sentir miserable. No fui suficiente, es irritante y deprimente a la vez.

No podría volver a estar con la persona a la que le di todo y no le importó, quien hizo que me volviera a sentir menos. Aunque no creo que lo que siento por ella haya desaparecido, no estoy dispuesto a ceder, además… está Mello. De una forma extraña está él y eso me impide el tan siquiera considerar a Linda de nuevo.

—¡Yo sé que no lo merezco! —Linda siempre ha sido una chica fuerte, me sorprende verla al borde del llanto —. Pero te amo muchísimo, te amo como no tienes idea, yo jamás te mentí. Pero fui muy estúpida y se me hizo fácil jugar en ambos lados. —Se acerca y toma mis manos, por el shock de verla llorar no lo impido —. Near no significa nada, te lo juro. Él no es nadie para mí.

—¿Entonces pusiste en riesgo lo nuestro por… una calentura? —No encuentro de qué otra forma llamarlo —. ¿Me hiciste a un lado por el simple hecho de que te gustaba follar con él?

Siempre he tenido una postura muy clara en cuanto a la infidelidad. Sé que hay personas que piensan que es peor forjar lazos a los simples acostones pero para mí ambas cosas son igual de pésimas. Traición es traición aquí y en China y si mantienes sexo con una persona, aunque supuestamente no la quieras, algo debe haber de por medio para que sigas volviendo con ella.

Yo jamás pude mantener sexo casual como Alex y Beyond lo hacían. No solo porque soy pésimo ligando sino también porque tampoco soy la clase de chico que podría seguir como si nada después de follar con alguien, así fuera con una desconocida. Siento que, como mínimo, seguiría llamando a esa persona para saber cómo está y cómo le va la vida. Sí, tal y como dice Mello, necesito algo de por medio para poder acercarme a alguien de esa manera.

Por eso, durante esa fiesta cuando besé a Mello, me sentí la peor mierda del mundo. Aunque fuera besando a otra persona, solo un beso y estando ebrio, le había fallado a Linda, porque Mello algo debió inspirarme como para que yo me atreviera a fallar a mi palabra. Y al final así fue. Mello acabó convirtiéndose en algo más que solo una persona cualquiera con la que me besé en una noche.

Vaya, jamás había sido tan reflexivo.

—No lo digas de esa manera, por favor —dice luego de un rato eterno, digo, tan eterno que casi reflexioné acerca de toda mi miserable vida.

—Estoy diciendo lo que es, lo que eres. —A pesar de todo no puedo llamarla «zorra» o «puta», no frente a ella. Ya sea por respeto o por cariño, no quiero hacerlo —. Ya hemos hablado, ya te terminé en la cara. Ahora, por favor, déjame en paz.

Linda no me detiene. Me veo tentado a mirar hacia atrás mientras camino pero sé que si la veo llorar puedo flaquear y en este momento es lo que menos deseo. Voy a seguir firme en mi decisión.

Nunca he prestado demasiada atención a las personas a mí alrededor, pero esta vez, por mera curiosidad, me dedico a mirar a todos por el rabillo del ojo mientras camino. Todas las miradas están sobre mí. De seguro debieron darse cuenta, escucharon y ahora se armará un nuevo chisme. Wammy’s es muy grande pero hay mucha menos gente que en una escuela normal. Tal como suponía, estar envuelto en rumores es un verdadero infierno.

El camino de vuelta me parece más largo. La campana suena cuando voy a mitad de pasillo y me doy prisa para llegar a tiempo a la próxima clase. Llego al salón y apenas entro noto a todos muy atentos. No tardo mucho en saber el motivo. El espectáculo está justo frente a mí ahora y me les uno a mis compañeros como espectador.

Mello está parado a un lado de su pupitre, tiene esa cara de pocos amigos que bien le conozco; frente a él Sayu tiene una expresión irreconocible, nada que ver con la chica sonriente de siempre. Ella sale corriendo justo en ese momento, pasa junto a mí y apenas puedo retirarme a tiempo para no chocar, se ve devastada. Es la segunda vez en el día que veo a una chica llorar.

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—¿Qué se supone que le dijiste?

Las clases ya han finalizado y Mello y yo nos dirigimos hacia la parada de autobús. Se ve tan metido en sus cosas que ya ni le propongo hacer algo.

Después de que Sayu saliera llorando del salón, no volvimos a saber ni de ella ni de Linda en la siguiente hora. Fue durante el cambio de clase que Linda llegó, tomó su mochila y la de Sayu y salió rápidamente. Hoy fue el día de las chicas deprimidas.

Mello no me ha dicho nada de lo que ocurrió durante todo este rato. No quise insistir demasiado para no salir peor pero ha llegado el punto en que la curiosidad me está carcomiendo. No es que sea cotilla o algo así pero, extrañamente, de alguna manera, me emociona la idea de saber que ha alejado a Sayu de su vida. No es que le tuviera celos pero… bien, tal vez haya un poco de eso.

—Nada, no le dije nada.

—Salió hecha un mar de lágrimas.

—Estaba estresado, ¿sí? Me agarró en mal momento.

—¿Pero qué le dijiste para que se pusiera así?

—Solo cállate, no quiero hablar de eso.

No insisto porque el hacerlo sería firmar mi sentencia de muerte. Tomamos el autobús y durante el camino vamos en completo silencio. Mello baja primero y cuando lo hace siento el aire a mi alrededor más liviano. Tampoco tenía ganas de lidiar con su mal humor, tengo mis propios problemas en los cuales pensar.

Llego a casa, aprovecho que no está Elsa y me lanzo al sofá. Estoy muerto. Necesito tomar una siesta y relajarme o voy a morir de estrés o de lo que sea que esté pasándome. Consigo dormirme pronto, aunque mi descanso no dura mucho, al menos así lo siento yo. Unos toquidos en la puerta principal me levantan; me dirijo hasta ahí de mala gana y abro con la misma cara de pocos amigos. Mello está ahí y ni eso logra que mi semblante cobre vida, al menos eso creo.

—No sabes cuánto me alegra el haberte despertado —dice mientras me examina. Su vista parece de rayos x, como si fuese capaz de ver a través de mi ropa. Ese pensamiento no es tan malo, ¿eso le gustaría a él?

—Estoy debatiéndome entre si dejarte entrar o no.

—Soy tu amigo, aquí afuera hace calor, traigo ropa negra, ¿eso logra compadecerte?

—Ser medio gótico en días así debe ser un asco, ¿no es así?

—No tienes una idea.

Ese argumento no logra convencerme pero aun así le permito la entrada, digo, no es como si fuera a dejarlo afuera cuando vino hasta acá solo a verme. Mello entra y se dirige a la cocina, toma la caja de cereal y comienza a comérselo como botana. Ya dejó de tener vergüenza, se pasea como si nada y toma todo sin pudor alguno; me sorprende, a mí me sigue dando pena con su hermana y su cuñado.

Subimos a mi habitación para tener un poco más de privacidad. Él se adueña de mi cama; se recarga en la cabecera y continúa comiéndose el cereal, ¡mi cereal! Al paso que va ya no tendré que desayunar en la mañana. Yo me siento recargando mi espalda en el colchón, tengo ganas de fumar. Gateo hasta mi cómoda para sacar del cajón la cajetilla junto al encendedor que tengo escondidos hasta el fondo.

—Vamos, no lo hagas. —Mello me detiene la mano para que deje de rebuscar. Lo miro y hago una mueca —. Vas a apestar la habitación y odio ese olor, solo quiero relajarme.

—Yo también quiero relajarme y esta es mi forma de hacerlo. Para tu mala suerte yo no tengo dependencia a los dulces o algo así.

—Depender del tabaco es peor.

—No me salgas tú también con discursos acerca de mi salud.

Me sacudo su mano y sigo buscando. Bingo, he dado con la caja. Cuando la saco para tomar uno, me doy cuenta que está vacía. Estoy seguro que la cajetilla que tengo en mi mochila aún tiene cigarros pero la dejé en la sala y me da flojera bajar a por ella.

—¿Linda era la de esos discursos, verdad?

—¿Ah? —balbuceó. Estaba lamentándome por la falta de tabaco, no contaba con otro tema de conversación —. Pues sí, ya la conoces. Quería que me cuidara y tuviera un estilo de vida más sano y bla, bla, bla. Nunca entendí sus medios —juego con la cajetilla, Mello está por decir algo más pero lo interrumpo —. Si es de ella, ya no quiero hablar.

—No iba a hablar más de ella —hace una mueca —. Sayu me sacó de mis casillas con ese tema.

Me sorprende que ya vaya a contarme lo que sucedió. Es muy pronto tomando en cuenta cómo es él.

—¿Qué pasó? —insisto.

—Vi cuando te la llevabas para hablar y, con lo idiota que eres, lo primero que pensé es que ibas a volver con ella solo con una mísera disculpa.

—No soy tan…

—El punto no es ese, sino que yo iba a ir a buscarte para impedir que hicieras una locura —me interrumpe —. Pero en eso ella llegó, me entretuvo, comenzó a decirme no sé qué cosas acerca de vernos y al final, como seguía queriendo ir, me dijo que debía darles su espacio para que pudieran arreglar lo suyo, que ustedes se lo merecían.

—Creo que sé a dónde va esto.

—Pues sí, el resultado es parte de lo que viste. Exploté y le dije que ella no sabía nada, que se quedará callada y… —Creo que viene lo peor. Lo que Mello debió decirle a Sayu debió ser muy fuerte —. Y al final no sé cómo pero terminé gritándole que yo no sentía nada por ella y que lo nuestro solo eran revolcones.

—Sabes, no me sorprende tanto.

La verdad es que no lo hace. Mello, cuando está enojado, dice cosas bastante hirientes; a mí me ha llegado a decir imbécil, inocentón, estúpido y no sé qué tanta mierda más pero ya sé cómo es él e intento no tomarlo tan personal. Pero otra cosa es Sayu; ella es una chica enamorada y esas palabras debieron destruir sus fantasías.

—No soy tan cruel. —Mello justifica.

—Si no llegaste a quererla no debiste darle alas.

—En primera, tú insististe en esa tonta idea de que saliera con ella —reprocha, no puedo negar eso. Me arrepiento de haberlo hecho hoy en día —, además la misma Sayu me dijo que no le importaba que no la quisiera, lo que sucede es que ella tenía la estúpida idea de que con abrirse de piernas yo iba a enamorarme.

—Aún así no deja de ser cruel.

—Fue mejor. Ya corté de raíz sus ilusiones.

Mello rueda los ojos y vuelve a comer el cereal. Yo me quedo en silencio. Sí, sigo pensando que Mello fue cruel pero por otro lado me alegra un poco el que ocurriera lo que creía. Con esto Sayu no va a acercarse de nuevo.

—¿Entonces, básicamente, el pleito con Sayu fue debido a que ella no te dejó seguirme para que evitaras que cometiera esa supuesta locura?

—Ya te dije que sí.

—¿Estabas celoso o algo?

Mello me mira por el rabillo del ojo. Creo que lo que es peor que Mello me grite como si su vida dependiera de ello, es que me mire de esa forma, como si estuviera esperando el momento perfecto para atacarme.

—No digas idioteces.

—Pero es verdad —me levanto del suelo y me subo a la cama, me coloco muy cerca de él; estoy feliz de que no retroceda —. Significa que no solo yo le estoy poniendo empeño a esto.

—Matt, si vas a salir de nuevo con tus mariconadas…

—Estás tan metido en esto como yo. Y sabes, creo que me sentiría mejor si tú también hicieras esas mariconadas, al menos cuando estamos a solas.

—Jódete.

—Jódeme entonces. —Mierda, siempre quise decir eso. Nunca encontré un momento tan oportuno como este.

Para mi sorpresa Mello se echa a reír, admito que esta no es la reacción que me esperaba. En las películas el resultado es diferente, ¿no se suponía que debíamos terminar besándonos como si pretendiéramos profanar la garganta del contrario?

—Eso me mató, Matt, fue muy gracioso. —Apenas y puedo entenderle

—No se suponía que debía ser así.

—¿Pretendías que fuera sexy? Mejor suerte para la próxima.

Aun y cuando la vergüenza no me haya abandonado, me acerco a donde él. Mello no retrocede, supongo que sigue demasiado ocupado burlándose de mis intentos como para detenerse a meditar mis nuevas intenciones; o quizá, solo quizá, ya está dispuesto a hacer conmigo las mariconadas que tanto dice detestar.

Callo sus carcajadas con un beso que, aunque tarda en corresponder, no me rechaza. Algo que me fascina de besar a Mello es que no tengo que ser delicado ni tengo que mantener un límite; él también es hombre y se calienta tan rápido como yo. Hasta ahora nuestros encuentros solo se habían quedado en besos demasiado húmedos pero en esta ocasión el ambiente es tan acalorado que incluso terminamos acariciándonos por debajo de la ropa. Su playera me molesta y la alzo para poder tocar mejor, al igual sus pantalones llegan a incomodarme así que pronto le bajo la cremallera. La ropa interior de Mello también es negra y contengo una risa ante eso; él es fanático de ese color, incluso una vez se pintó las uñas así y yo no pude hacer nada más que burlarme por una semana entera de eso, está de más decir que me gané un sinfín de insultos pero valieron la pena.

Mello tampoco pierde el tiempo y hace lo mismo, aunque él va mucho más aprisa de lo que yo lo hago. En menos de un pestañeo tengo su mano metida en mis pantalones, tocando por encima de la tela del bóxer, como si quisiera torturarme con caricias tan simples o me estuviera pidiendo permiso. Sé como es Mello y debe ser por la primera razón.

Antes de poder decirle que se dejara de caballerosidades e hiciera lo que tenía que hacer, Mello se inmiscuye en mi ropa interiro y toma mi miembro. Le da un apretón más fuerte de lo que debería ser, no puedo evitar hacer una mueca de dolor.

—Jódeme también. —Mello susurra con suavidad muy cerca de mi oído. Alcanzo a distinguir que sigue conteniendo la risa.

—No arruines el momento, ¿quieres?

—Entonces por amor a Dios has algo tú también.

Obedezco. Sin más tiempo que perder también meto la mano en su bóxer y agarro su miembro, no obstante yo intento ser más delicado. Pienso en cómo me gusta masturbarme y es justo lo que voy a hacer. Libero su miembro y comienzo a acariciarlo de arriba a abajo; creo que le gusta ya que no tarda mucho en comenzar a gemir. Mello comienza a jalármela también, me gusta cómo lo hace; su ritmo es más acelerado y pone atención a mis testículos, algo que yo jamás había hecho.

Tocar el pene de otro chico es extraño. Hasta ahora solo conocía el mío y el de Mello es diferente en muchos aspectos. No puedo evitar echarle un vistazo; tanto la longitud como el grosor, así como el vello púbico no se parecen en nada al mío. Pero lo «extraño» no es la única sensación que tengo, debo admitir que también me siento fenomenal; Mello sabe cómo tocarme y para mí es mucho más fácil complacerlo, hacer sentir bien a un hombre es mucho más sencillo.

Yo me corro primero y con eso sé que voy a ganarme un par de burlas de su parte. Trato de ignorar eso por el momento y me concentro en que él también consiga un orgasmo. Mello tira la cabeza hacia atrás y suspira de manera entrecortada; sé que conseguí mi objetivo cuando algo viscoso se escurre entre mis dedos.

Después de que logramos normalizar nuestra respiración miro la palma de mi mano, no es la primera vez que la veo llena se semen pero sí la primera en que este pertenece a otro chico. Giro el rostro hacia donde Mello el cual ya se está limpiando, le pido que me pase algunos pañuelos.

—Y pensar que te negabas a las mariconadas. —No puedo evitar hacer ese comentario.

Él no responde, creo que en el fondo sabe que ya no puede contra eso.

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Notas finales:

¡Hola!

No sé si llegué a mencionar que serían solo 20 capítulos. Bueno, si lo hice, y como la mayoría de las veces me sucede, me volví a equivocar XD. No sé si serán uno, dos o tres capítulos más aparte de los que tenía previstos. Siempre me ocurre eso, soy pésima estableciendo un número.

Sea como sea la historia está en su recta final, no le queda demasiado. Les diría que terminaré el fic en vacaciones (entro a mediados de agosto) pero tampoco quiero prometer nada jajaja. Además comencé a trabajar y como apenas le estoy agarrando la onda no dispongo de tanto tiempo. Sea como sea planeo terminar el fic este año, promesa que sí espero poder cumplir.

Gracias a Nancy♥ Blue♥ y a Melmatt♥ por sus comentarios~ ¡Me animan mucho a continuar!


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