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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata

¡Hola!

Solo diré que la tardanza es culpa de los trabajos y exámenes antes de vacaciones, además de un problema personal y eso. Nada fuera de lo común (?).

Gracias a / Joselyn / stefy22 / michel / por sus reviews :3

Advertencias: AU. Lenguaje vulgar. Contenido heterosexual. OoC. Presencia de OC’s

Sin más que agregar, ¡a leer!

 

Drama Queen—

 

Capítulo 4:

Dude, viajaré al más acá

.

.

Tal vez solo quiera respirar

Tal vez solo no crea en nada

Tal vez eres igual a mí

Vemos cosas que ellos nunca verán

 

Live Forever Oasis

.

.

No recuerdo con exactitud cuándo fue la última vez que me vi envuelto en un pleito. Cuando vivía en North End casi siempre traía encima alguna riña con alguno de los chicos del barrio o mis compañeros de colegio; era tan habitual en mi que terminé acostumbrándome y todos a mi alrededor también. Mi madre solía reprenderme bastante seguido —o sea cada vez que llegaba con algún golpe a casa— y me reiteraba que tenía que aprender a ignorar los insultos y no dejar que mi temperamento me dominara. Lástima que nunca me tomé en serio esas palabras, ni siquiera ahora que mi madre ya no está.

Al final la pelea con los tipos de Blackstone dejó más estragos de los que preví en un principio, todo por culpa del blandengue de Matt. Por tener que defenderlo terminé bajando la guardia y acabé con más golpes de los que alguna vez recibí en mi vida; por suerte Matt también recibió una buena paliza, así al menos el único magullado no soy yo. Eso sí, debo reconocer que esta derrota ha logrado herir un poco —bastante— mi orgullo. Amenazaré a Matt para que mantenga lo sucedido en secreto si es que no quiere terminar peor de lo que ya está. Ese es un buen plan, así nadie nunca se enterará de lo que pasó.

Tuvimos que regresar caminando para no llamar la atención de las personas en el autobús, y como no quise llegar a mi casa con tan mal aspecto, me auto-invité a casa de Matt para poder limpiar y atender mis heridas. La casa de los Jeevas es bastante normal, aunque más chica de lo que imaginé en un principio. Las paredes están pintadas de un azul ya algo desgastado y hay fotografías colgadas por doquier; tampoco es el lugar más ordenado que he visto pero omito cualquier comentario acerca de eso.

Matt avienta su mochila y se adentra a un cuarto sin decirme algo. Mientras le espero, me dedico a observar las fotografías para pasar el rato. Todas las personas que parecen en ellas son pelirrojas por lo que asumo que se trata de su familia. Cuando esa actividad me aburre, suspiro y tomo asiento en el sofá de la sala. Saco una barra de chocolate de mi mochila, mas un grito me interrumpe antes de tan siquiera dar el primer mordisco.  

—¡Mail!

De inmediato busco de dónde proviene. De las escaleras va bajando una chica que recuerdo haber visto en varias de las fotos de la pared. Su ceño está completamente fruncido y está hasta ruborizada por el enfado. Como Matt me comentó alguna vez que no tenía hermanos, doy por hecho que la chica es su prima o algo así.

Matt se dirige a ella acelerando demasiado el paso, mucho para tratarse de él —¡así debió correr cuando huíamos de los tipos de Blackstone!—. Se planta frente a ella con una sonrisa bastante boba.  

—¿¡Dónde demonios se supone que estabas!? —vocifera evidentemente enojada. Matt solo se rasca la nuca e intenta tocarle el hombro, mas ella se deshace del agarre—. ¿Cuántas veces te he dicho que si vas a ir a algún maldito lugar, me avises? ¡Ni siquiera que me pidas permiso, solo que me avises!—Le toma de ambas mejillas con una mano y su ceño se frunce todavía más —. ¡Y solo mira como vienes!

—Vamos, no es para…

—«No es para tanto» —interrumpe la chica haciendo una muy mala imitación de la voz de Matt. Ahora es ella quien le toma por los hombros y comienza a sacudirlo. Es una imagen graciosa tomando en cuenta que Matt le saca fácil tres pulgadas en estatura —. ¿No es para tanto? ¡Vienes todo golpeado! ¡Pensé lo peor, Mail! ¡Y si te habían secuestrado, si habían vendido tus órganos en el mercado negro…!

—No es para…

—¡Y si te convertían en esclavo sexual de un depravado!

Eso último logra que Matt se sonroje hasta las orejas.

—¡Mamá!

No puedo evitar abrir los ojos ante esa «declaración». Intercalo la mirada entre Matt y la chica… digo, la señora, y en efecto es idéntica a Matt a excepción del color de los ojos, pero es demasiado joven como para ser su madre.

—¡A mí no me gritas así, mocoso! —continúa ella y le toma de una oreja —. ¡Respétame!

—¡Respétame tú entonces al menos cuando tenemos visitas, maldita sea!

La mujer balbucea algo y se aleja de él, es ahí cuando mira alrededor y se percata de mi presencia; se sonroja de nuevo por la vergonzosa situación y se queda estática en su lugar. Me levanto del sofá y me encamino hacia los dos, guardando las manos en los bolsillos sin saber qué hacer exactamente; mi mamá solía regañarme seguido, actualmente Halle lo hace también, pero nunca me había tocado presenciar que regañaran a alguien más.

—Mucho gusto, señora. —Es lo único que atinó a decir —. Soy Mihael.

Ella relaja el semblante y me estira una mano para estrecharla. Tardo en corresponder y para rematar lo hago de forma algo torpe. La señora me sonríe por un momento, no obstante termina tomando mi rostro entre sus manos y me examina con mucha atención.

—Detesto que me digan «señora» así que llámame Elsa —dice seria. Toca mi mejilla y suelto un quejido de dolor, dio en el punto más sensible por el golpe —. Y vienes igual que aquel idiota. No quiero ni saber en qué se metieron, solo prométanme no volver a hacerlo, ¿entendido?

Asiento por inercia, Matt también lo hace.

Elsa se aleja de nosotros y va escaleras arriba para minutos después regresar con un botiquín en mano. Ve a Matt y le señala que se siente en el sofá lo cual hace sin objeción alguna. Rió ante las reacciones de Mail cuando su mamá le aplica alcohol en el labio, y es más cómico tomando en cuenta que ella parece hacerlo con toda la intención de que le duela, como una forma de castigarle. La madre de Matt comienza a caerme bastante bien. Sin embargo la escena deja de ser graciosa cuando los papeles se invierten y a quien está atendiendo es a mí; ahora es Matt quien se ríe a mis costillas.

—Mira que son patéticos. Casi son mayores de edad y siguen llorando como bebés por esto.

Agradezco a Dios cuando la tortura termina. Elsa va a la cocina y trae un filete para colocarlo sobre el ojo de Matt mientras a mi me trae una bandeja de comida congelada para que disminuyera la hinchazón de mi mejilla. Luego de ello, nos mira con una sonrisa muy amplia.

—Y agradezcan que no les cobré por mis servicios.

—Eres mi madre. El paquete también incluye que seas mi enfermera personal —alega Matt.

—Y tu paquete como hijo debería incluir que no cometas estupideces y no te metas en problemas —contraataca. Matt resopla y solo se deja caer en el sofá. Después la señora me mira a mí y sonríe —. Al menos agradezco que tengas un nuevo amigo.

Matt da un ligero respingo y yo me quedo petrificado. Le miro de reojo y él hace lo mismo, casi como si nuestras mentes estuviesen conectadas —por más estúpido que pueda sonar eso—. Antes de que alguno pueda aclarar el asunto, Elsa continúa parloteando.

—Desde siempre solo fue Alex, luego Beyond,  pero de esos dos no salías. Me alegra que vayas dejando de lado tu asocialidad y conozcas más gente.

—¡Esa palabra ni siquiera existe!

—La acabo de inventar y por lo tanto ya existe. Deja de llevarme la contraria, Mail.

Ellos vuelven a discutir como se supone no discuten los hijos con las madres mientras yo solo miro la escena con una ceja alzada. En ese instante se escucha el timbre de mi celular desde una de las bolsas de mi mochila, tomo el aparato y leo el mensaje que Halle me mandó, preguntándome dónde estaba. Con todo el asunto de Matt y su madre me olvidé de mi hermana por completo… Y olvidé también que iba a matarme al verme en este estado.

La señora parece notar mi reacción ya que deja de discutir con Matt. Se aclara la garganta y me voltea a ver.

—Tus padres de seguro se preocuparan de verte así. ¿Por qué no te quedas aquí y así al menos para mañana habrás mejorado un poco tu aspecto?

Balbuceo sin saber qué responder con exactitud. Matt es quién interviene y contesta por mí.

—No creo que Mihael pueda quedarse, mamá. Aparte mañana hay clases y tiene que cambiarse el uniforme y esas cosas.

—Vamos, Mail. Sé más amable con tu nuevo amigo. Podemos lavar el uniforme que trae y ya.

—Pero no trajo ropa.

—Pues tú le prestas una pijama.

—¿Y dónde dormirá?

—Contigo en tu habitación.

Matt sigue poniendo más excusas tontas para evitar que me quede a dormir en su casa. Frunzo el ceño y acabo por decir.

—Agradezco el ofrecimiento, seño… digo, Elsa. Con gusto me quedaré.

—¡Qué bien! Prepararé algo para que cenen.

Elsa aplaude, alegre, y Matt me mira sumamente irritado, como pocas veces le he visto mirar a alguien. Le sonrió de forma altanera. No solo acabé por aceptar debido a que por ahora no quiero problemas con Halle, sino también para joderlo. Disfruto sabiendo que le jodo la vida a Matt.

—Llamaré a casa para avisar.

Marco el número de casa y por suerte es Halle quien me contesta. Le digo acerca de la imprevista invitación a dormir a casa de «mi amigo» y le da el visto bueno de inmediato, supongo que le alegra que por fin congenie con una persona del colegio, tanto como para quedarme a dormir en su casa. Solo pregunta la dirección y el nombre completo de Matt y su madre. Después de un «cuídate» por parte de ella, cuelgo la llamada. Guardo el celular en mi bolsillo y no puedo evitar mirar hacia donde Matt.

—¿Qué? —digo luego de un rato que se me ha quedado viendo.

Él solo se rasca la nariz y rueda los ojos.

—¿Lo haces por joder, verdad?

—Obvio. Por tú culpa me golpearon hoy, solo te devuelvo el favor.

—Idiota.

A pesar del insulto, no puedo evitar reír. Matt deja de rascarse la nariz para también unirse a la carcajada. Fuera del asunto de la paliza, no todo ha salido tan mal, al menos eso quiero suponer; aparte gracias a su madre me evitaré un buen regaño por parte de mi hermana.

Dejamos de reír cuando Elsa nos llama para ayudarle a poner la mesa. Creo que ella también disfruta el joder a la gente.

 

Luego de un muy merecido baño, ingreso a la habitación de Matt con algo de duda. No es como si tuviera miedo de él o algo así —al contrario, él debería tenérmelo a mí— si no que siempre he sido de los que respetan, dentro de lo que cabe, el espacio personal de cada persona. Entrar a la habitación de Matt se me figuraba como invadir su burbuja, una parte de él. Y hasta cierto punto saber aquello es perturbador.

Apenas llego, Matt se gira hacia mí y de inmediato desvía la mirada a otro punto. Como hombres tenemos lo mismo, sin embargo en el poco tiempo que llevo de tratarlo me he dado cuenta que Matt puede llegar a ser bastante tímido en algunas ocasiones.  

—Te deje la pijama sobre la cama.

Por inercia miro hacia donde ha indicado y tomo la ropa para examinarla. Hago una mueca al extender la prenda y darme cuenta que tiene grabada la leyenda de «The Beatles» al frente con letras gigantescas. Matt sale de la habitación, supongo para darme algo de privacidad, y comienzo a vestirme rápidamente. Me queda justa, al parecer Matt y yo tenemos la misma complexión a pesar de que él se ve mucho más delgado. Cuando termino de ponerme el pants, Matt toca la puerta y le permito la entrada. Al verme esboza una sonrisa torcida.

—La elegí especialmente para ti —menciona con burla.

—Idiota. —Levanto el dedo de en medio dirigiéndome a él. Como respuesta, Matt solo ríe y alza el medio y el anular.

—Oye, recordé tu amor por los Beatles. Deberías agradecérmelo.

Decido dejar el tema por la paz, en parte porque estoy cansado y en otra porque he de admitir que la broma de Matt fue buena. Mientras mi anfitrión saca del closet —que está hecho un caos, por cierto—una bolsa de dormir y algunas mantas para comenzar a acomodar mi improvisada cama, echo un vistazo a su cuarto. Matt es sumamente desordenado; hay ropa y revistas por doquier, lo único que tiene algo de orden son los títulos de sus videojuegos y de igual forma solo la consola está libre de polvo. Hay posters repartidos en las paredes sobre juegos de los que nunca escuché hablar y los Beatles, dándome a conocer en menos de un segundo los gustos de Mail Jeevas.

Mientras paseo la vista por el también desordenado escritorio, me topo con el marco de una fotografía. Son Elsa y Matt cuando ella aún era más alta que él. Miro la foto y luego le miro a él y así repetidas veces.

—No parece tu madre —suelto sin pensarlo mucho. Matt deja de acomodar la bolsa de dormir y me mira con una ceja alzada.

—No jodas, si soy idéntico a ella.

—No, no es por eso. —Vuelvo a mirar la fotografía y luego a él. Si no fuera porque Matt tiene los ojos verdes y Elsa azules, y que él es hombre y ella mujer, serían una copia casi exacta —. Fácilmente pasaría por tu hermana, sabes.

—Ah, ya. —Matt se acerca y también ve la fotografía. Me mira con una ligera sonrisa en los labios —. Tiene treinta y tres, no es tan joven —revela, encogiéndose de hombros —. Soy lo que comúnmente se conoce como «error de juventud» aunque mi madre prefiere decirle «maravillosa sorpresa», claro, cuando está de buenas.

Parpadeo, confundido. No es que no haya entendido el punto si no que nunca me había topado con alguien que se tomara un tema como ese tan a la ligera, más tratándose de sí mismo. Miro de nuevo la fotografía.

—Eso también explica el porqué solo vives con tu madre —admito, quizá no tuve mucho tacto en el asunto pero tampoco soy una persona especialmente cauta.

Matt niega con la cabeza y vuelve a reír.

—Venga, no te inventes historias que no existen. A pesar de todo no hay ningún drama familiar. Sí, a mis padres les ganó la calentura y olvidaron usar condón, pero no es nada del otro mundo. Y ellos nunca se casaron porque no querían arruinarse la vida ni arruinármela a mí.

—¿Dónde está tu padre, entonces? —No me resisto a preguntar.

—En Liverpool, él es de allá. —Matt se rasca ligeramente la nariz, y sé reconocer ese gesto como un indicio de nerviosismo. Lo dirá con tanta soltura pero es un tema que de una u otra forma le afecta —. De hecho tengo buena relación con él. No lo veo seguido pero siempre lo visito un par de semanas en vacaciones y él viene a verme ocasionalmente. Y no, mi mamá no lo odia ni él a ella. Todo es sano.

—La tranquilidad con la que lo dices es perturbadora. —No puedo evitar soltar una risa. No es que me cause gracia la situación en sí, es más bien su actitud. Me agrada esa actitud.

—Las cosas como son. —Él también ríe. Se lanza a la cama y su cuerpo rebota un poco. Me mira a la vez que se apoya en la cabecera de su cama —. ¿Y tú? Ya sabes acerca de mí y de mi… familia, ¿pero qué hay de ti? Me causa curiosidad el que vivas con tu hermana y no con tus padres.

—¿Quieres que sea igual de honesto?

—No te obligo pero me gustaría que lo fueras.

Dejo la fotografía de lado y me acerco a la bolsa de dormir. Me siento sobre ella y me giro hacia Matt. Sé que no estoy obligado, aparte no es un tema del que me guste hablar, pero siento como si debiera hacerlo; quizá es por el hecho de estar a mano ya que Matt sí se sinceró o tal vez solo es que, luego de mucho tiempo, me llegó la necesidad de hablar con alguien.

Sea lo que sea, cuando menos me doy cuenta, ya estoy comenzando a hablar.

Mi mamá murió hace poco. —Bien, comenzar con eso es fue suficiente para descolocar a Matt. Cuando veo que está a punto de balbucear un estúpido pésame, solo hago un gesto de negación con la mano —. Déjalo así, está bien.

—Y dices que yo me lo tomo a la ligera, eso es más…

—La muerte es natural. Iba a pasar tarde o temprano —le interrumpo.

Matt lo medita un segundo y luego solo se deja caer en la cama. Cierra los ojos y suelta un largo suspiro.

—Escucha, no tienes que ser cuidadoso —declaro en un intento de evitar que Matt se ponga en plan conciliador, detesto cuando me tienen lástima por lo sucedido con mi madre —. Es algo que tengo superado.

—¿Seguro?

—Eso creo. Y detesto esas reacciones en las personas. De haber sabido no te hubiera contado nada.

—Ya, ya, no te exaltes. Solo me parece triste, es todo. Pero haré mi mayor esfuerzo por tomarme esto de forma más, como dices, natural —suelto un bufido y me arropo entre las mantas que me dejó en la bolsa de dormir. Para volver a sacar tema, Matt masculla —: Mejor cuéntame de tu padre.

—Mi padre me abandonó.

Matt suelta una carcajada, una tremenda. Le veo algo dudoso mientras él intenta tomar aire para normalizar su respiración. Pasados unos segundos la emoción disminuye y solo suelta suaves risas que siguen desconcertándome. Me esperaba cualquier reacción, menos esa.

—A ti no se te puede llegar por ningún lado. Todo es dramático en tu vida. —Ah, era eso. Primera vez que alguien se burla de mi situación —. Escribe una novela de tu vida, sería un éxito, ¡incluso yo la leería!

Puede que tenga razón, después de todo no me ha tocado una vida del todo convencional. Mi mamá se casó bastante joven con el padre de Halle, lamentablemente el señor Lidner murió cuando ella tenía ocho años. En un intento de buscarle un padre sustituto a mi hermana, mi madre conoció al mío. Todo iba bien hasta que aquel tipo se enteró de la existencia de Halle y de que yo venía en camino, así que abandonó a mi madre sin ninguna explicación. Ahí fue cuando mamá se puso los pantalones y dejó de lloriquear para ser tanto padre como madre para Halle y para mi. Si lo pongo así, sí es una historia dramática. Hasta ahora me vengo dando cuenta que puedo usar eso como argumento de novela, tal como Matt dice; lástima que no me guste escribir.

En ese momento se escuchan unos pasos acercarse a la habitación. Alcanzo a ver por debajo de la puerta la silueta de alguien detrás, siendo obvio que se trata de Elsa. No entra a la habitación, se queda parada por unos segundos, y cuando creo que no hay ningún problema con ello, golpea la puerta fuertemente, sobresaltándome.

—¡Duérmanse que ya es tarde! ¡Y apaguen la maldita luz!

Elsa se aleja sin decir nada más, pero la amenaza es lo suficientemente perturbadora para que Matt se levante a apagar la luz del cuarto. Entre la penumbra de la oscuridad, distingo que se acerca de nueva cuenta a la cama y vuelve a arroparse. Gira de nuevo su rostro hacia mí aunque no alcanzo a distinguir del todo su expresión.

—¿Tienes sueño o podemos seguir? —susurra Matt en un tono bastante audible. Le sonrío de forma burlona.

—Eres un chico rebelde —contesto, también en un susurro —. Tu madre te dijo que durmieras y tú planeas quedarte conversando.

—Vamos, ¿qué no es obvio que no soy el hijo más obediente de todos?

Por alguna extraña razón, eso me causa gracia. En este par de horas me he ido acercando más a Matt de lo que he hecho estas semanas. No es un tipo tan insufrible como lo creí en un principio, hasta me resulta agradable.

—Bien, te seguiré el juego, rebelde sin causa.

—Eso es bueno, porque ahora que lo pienso hay otra cosa de ti que me causa curiosidad —escucho un suspiro y lo veo removerse un poco. Odio el sonido de sus pies frotarse con la sábana, es de esos ruidos que me sacan de quicio —. ¿Por qué vives aquí?

Ya me parecía extraño que no me hubiera preguntado algo acerca de eso. Desde que llegué todas las personas que se me han acercado me han cuestionado ese hecho, hasta ahora Matt había sido la excepción.

—El idiota de Giovanni, el esposo de mi hermana, es de aquí. Iba a dejar su trabajo en una empresa de por acá pero le ofrecieron un ascenso con buen sueldo. Movió influencias y también metió a mi hermana en la empresa. Mi hermana tiene mi custodia así que tuve que seguirlos.

—Debió ser duro, ¿no? El mudarte tan lejos.

—Algo —me encojo de hombros a pesar de saber que él no apreciará ese gesto —. Pero estoy acostumbrándome.

—Digo, si a mí de pronto Elsa me dijera que tenemos que mudarnos a Estados Unidos me volvería loco. Estoy bastante acostumbrado aquí. Y pensar en dejar a mis amigos o a mi novia me afectaría.

Quise decirle a Matt que para mí el mudarme fue mucho más que eso. No solo fue dejar a mis amigos o a la chica con la que me divertía en el momento, fue dejar diecisiete años de mi vida atrás. Supongo que es algo que aunque lo explicara nadie entendería, al menos nadie que no haya pasado por algo parecido. Aunque al final decido dejar ese drama para concentrarme en la conversación y tomarla más a la ligera, como hacía mucho no hablaba con nadie.

—Y hablando de eso —comienzo. Así como hay cosas que a él le causan curiosidad de mí, hay otras que me intrigan sobre él —. ¿Cuánto tiempo tienes con… Linda, no?

—En noviembre cumplimos tres años. —Ni siquiera lo medita cuando me responde.

—No jodas.

—¿Ah?

—¿Tanto tiempo con una sola chica? —expreso, incrédulo; espero que no se haya escuchado tan fuerte como para alertar a Elsa —. Mi record son solo cinco meses y tú tienes tres años. No sé si felicitarte o compadecerme de ti.

Escucho como Matt contiene una carcajada. Solo veo que se remueve en la cama para quedar boca arriba. Alcanzo a ver su rostro de perfil, y su nariz me parece graciosa por lo recta que es. Sé que si hubiera luz aparte de la que se cuela por la ventana, alcanzaría a ver sus pecas.

—Me gusta pensar en ello como algo bueno —expone; yo solo ruedo los ojos.

Por donde le busque no hay nada positivo. Haciendo cuentas, Matt y Linda debieron haber comenzado a eso de los catorce, casi puedo asegurar que antes de ellos mismos no tuvieron otra pareja, al menos no como tal; han estado juntos desde esa edad y no se han dado oportunidad de mirar otros horizontes. Que desgastante debe ser haberte pasado casi toda tu adolescencia con una sola persona, al menos para mí lo sería, a Matt parece irle ese estilo.

—¿Tú tenías alguna novia en Estados Unidos? —me pregunta luego de un rato en silencio a la vez que un inesperado bostezo se le escapa.  

—No en realidad —respondo con simpleza —. Salía con alguien pero no iba en serio.

—¿Y no has salido con alguien de aquí?

—No.

—Vaya, yo daba por hecho que algo tenías con Sayu.

A pesar de no poder distinguirlo del todo, le miro con atención. Solo alcanzo a ver como su cabello brilla con destellos rojizos por el reflejo de la luz del exterior.

—No hay nada. Por ahora no.

—¿Entonces habrá?

—No me pienso meter en problemas con Yagami.

—Eso es cierto —suspira en derrota, un gesto exageradamente dramático —, pero podrías arriesgarte. Tendrías oportunidad.

—¿En qué te basas?

—Es evidente para todos, hasta para mí. Sayu no es muy discreta.

—Eres igual de cotilla que las mujeres, sabes.

—Solo a veces. —Lo veo removerse, ahora para acostarse de lado, dándome la espalda. Bosteza otra vez e imito esa acción; me ha contagiado el sueño —. Y según mi madre somos amigos, supongo que debo comenzar a interesarme en todo lo que te rodea. 

Durante un rato nos quedamos sin decir nada. Me quedo pensando en sus palabras y en lo profundas que sonaron a pesar de ser un comentario tan trivial. Cuando en mi mente surge algo adecuado para contestar, llamo a Matt pero este ya no responde, y  como también ha dejado de hacer ese molesto ruido con los pies doy por hecho que se ha quedado dormido. Aún cuando todavía no tengo sueño intento hacer lo mismo. Lo último que alcanzó a ver es la espalda de Matt antes de cerrar los ojos para intentar dormir.

 

Al día siguiente no es mi alarma la que me despierta si no los gritos de una mujer que no es mi hermana. Me levanto de golpe y salgo de la bolsa de dormir; Matt hace lo mismo pero de forma más lenta, supongo que acostumbrado a esa clase de dramas matutinos. Sin perder más tiempo me dirijo hacia el baño a orinar.

Al salir, Matt se encuentra todavía desaliñado. Me señala de forma algo perezosa algo encima del escritorio, seguido de eso se le escapa un sonoro bostezo.

—Es tu uniforme, Elsa lo acaba de traer. —Y sin más, se deja caer en la cama de nueva cuenta.

Lo tomo de inmediato y comienzo a cambiarme. Apenas acabo de ponerme el saco, miro a donde Matt quien parece que se ha vuelto a dormir. Me acerco a moverlo de forma brusca, pero como no surte efecto, tomo el vaso de agua que esta sobre la cómoda y lo vierto sobre él. Se levanta de un salto y me mira alterado. No me canso de repetirlo, joder a Matt me alegra la vida.

—¿Por qué mierda hiciste eso?

—No puedo verte tan cómodo mientras yo ya estoy vestido.

—Ya, ya, no era necesario eso.

Sin decir nada más, tomo mi mochila y salgo de la habitación. Voy hacia el comedor donde Elsa ya parece estar arreglando algunas cosas. La mujer solo vierte cereal en dos tazones y deja la leche en medio mientras que con el reflejo del espejo de su maquillaje se acomoda su gorro de enfermera.

Me acerco para tomar asiento y verter la leche en el tazón. Cereal… nada que ver con los huevos revueltos y la fruta picada que hay en mi casa. Al menos agradezco que las hojuelas sean de chocolate.

—Eres muy madrugador, espero que a Mail se le pegue eso de ti —deja algo de dinero sobre la mesa y me voltea a ver con una sonrisa —. Dile que le deseo un buen día, que lo quiero a pesar de ser idiota y que hoy tomo turno en la noche.

Ni siquiera alcanzo a despedirme cuando ya se escucha el azote de la puerta principal al ser abierta y cerrada. Cuando Matt baja ni siquiera se extraña de que su madre no esté. Me da un desganado saludo y ambos comemos en silencio.

Cuando terminamos, Matt solo toma los dos tazones y los deja en el fregadero. Cada uno agarra su respectiva mochila y salimos a paso apresurado hacia la parada del autobús, que para mi suerte queda en la esquina de la misma calle. Mientras esperamos, solo veo a Matt revisar su celular, seguro mensajeándose con Linda y mandándole mensajes cursis a tan tempranas horas de la mañana.

 —Alex no vendrá —anuncia, algo extrañado, y eso me resulta extraño también. Debo admitir que me sorprende que su primer mensaje del día fuera para su mejor amigo y no para «el amor de su vida».

Me encojo de hombros, restándole importancia.

—Se le debió haber presentado algo. No hagas drama.

—Supongo. —A pesar de ello, no se ve muy convencido —. Últimamente ha dejado de tomar el autobús, dice que su madre lo lleva.

—¿Y te duele que tu adorado amigo te deje de lado? ¿Tienes celos de su propia madre?—pregunto en un aparatoso gesto, intentando ser gracioso; en parte porque es una buena oportunidad para burlarme y también porque no quiero estar junto a un tipo decaído. Por suerte la broma surte el efecto esperado. Matt ríe.

—¿Tú también con esos comentarios? Suficiente tengo con Beyond diciendo que Alex y yo seremos las reinas del baile de graduación.

—Si usas un vestido verde para la ocasión resaltaría el color de tus ojos, serías la sensación.

Ahogo una risa y Matt solo rueda los ojos, pero al parecer mi carisma es tanto que también acaba tomándole gusto a la broma. Me alegra que el asunto de la homosexualidad ya no genere tensión entre ambos. Hemos avanzado en nuestra relación. Quizá, tal y como dijo su madre, somos amigos, al menos ya me permitiré verlo como tal.

Antes de que Matt pueda contraatacar o decir cualquier otra cosa, el autobús llega a la parada. Nos subimos casi al instante e incluso dentro de este nos sentamos juntos. En definitiva, hemos avanzado; curiosamente en una sola noche. Y por primera vez en mucho tiempo no pienso que la vida es una mierda.

Desde ese día le pedí a Halle que dejara de llevarme a la escuela para comenzar a tomar el autobús. Fue algo que de pronto me nació hacer y no quise pensar a profundidad en el porqué de mi decisión. Solo lo hago y ya, punto y final; no hacen falta y no quiero encontrar explicaciones. Además, sea como sea, no me ha ido mal, al contrario: como Matt se sube una calle antes siempre nos encontramos y podemos charlar un rato. Solo nosotros, nadie más —ya que Alex no volvió a aparecer por ahí—, y se ha vuelto tan habitual que comienzo a acostumbrarme.

Después del incidente con los tipos de Blackstone y de que me quedara a dormir en casa de los Jeevas, la relación entre Matt y yo mejoró notoriamente. Tal como dijo Elsa, podría decirse que somos amigos. No los más cercanos pero amigos a fin y al cabo; después de todo tomar el autobús juntos por las mañanas, charlar sobre estupideces o cosas serias según la ocasión y comenzar a juntarme con él y sus otros amigos puede ser una señal bastante contundente de que, en efecto, nos llevamos mejor. Y realmente me agrada la idea de tener un amigo y dejar atrás la soledad que sentí cuando llegué a Winchester.

Por eso creo que hasta a mí deja de parecerme raro el hecho de que ahora estemos estudiando juntos en la biblioteca de la escuela. La temporada de exámenes ya pasó, pero Light Yagami es el diablo y nos aplicará una prueba para saber «qué tanto hemos aprendido y qué tanto se nos ha quedado grabado», según sus propias palabras; y como no deseo fallar en esta prueba y dejar que el imbécil de Near me supere, he decidido repasar los temas. Matt no quería hacerlo, pero como Beyond y Alex se fueron de inmediato en cuanto sonó la campana, ambos por asuntos de los que no quisieron decirnos ni mierda, no le quedó de otra más que quedarse conmigo y estudiar; Matt no hace el gran esfuerzo pero al menos agradezco que sacara su libreta para fingir que repasa apuntes.  

—¿Te falta mucho? —me dice en tono cansino muy apenas conteniendo un bostezo. Lo veo pasear la mirada entre los garabatos que hay escritos en su cuaderno para luego solo suspirar —. Aparte hoy debo llegar temprano a casa.

—¿Acaso temes que tu mami te regañe? —pregunto en claro tono de burla. El ceño de Matt solo se frunce.

—Elsa ni siquiera está. Pero ayer no lavé los platos y debo hacerlo antes de que llegue. Si ella llega y no los ve limpios, no me va a regañar, ¡me va a matar!

Los gestos que hace para expresar dramatismo me resultan demasiado cómicos. Suelto una risa seca y cierro la libreta de inmediato. Apenas estoy por decir algo cuando alcanzo a divisar una cabellera castaña asomarse por el umbral de la puerta para después ingresar a la biblioteca. Linda busca entre todos los presentes a alguien en particular, y no me es difícil imaginar que se trata de Matt ya que en cuanto este se gira ella corre hacia él.

Son de las parejas más melosas que he visto, aunque puedo notar que él es más atento con ella de lo que ella lo es con él. Matt es quien primero la besa y el que pone la sonrisa más idiota. Linda solo se apena y se lleva un mechón de pelo detrás de la oreja para poder disimular el notable sonrojo que adorna sus mejillas. Una chica adorable… pero no de mi tipo.

—Te había estado buscando —comienza hablando en tono algo bajo; capto lo que dice debido a que está a escasos ocho pies de distancia —. No podremos irnos juntos. Iré con Sayu a su casa a estudiar para la prueba. Me prometió que su hermano nos ayudaría.

—No hay problema, tampoco iba a poder. Debo asear un poco la casa; mejor que nadie sabes cómo se pone mi mamá cuando no lo hago.

Ella ríe captando la broma como yo lo hice hacia apenas escasos minutos. Como ellos están muy metidos en su atmosfera y no quiero hacer mal tercio, carraspeo logrando captar la atención de ambos.

 —Matt, voy a… al baño. —Me abstuve de decir «mear» u «orinar», tampoco quiero verme tan guarro delante de una chica, menos de la novia de un amigo —. Regreso para irnos.

Matt solo asiente y vuelve a enfocarse a Linda. Los veo charlar animados por última vez antes de ir al baño. En realidad tengo muchas ganas de hacer, antes de que Linda llegara iba a ir; ella solo vino a retrasar mis planes de mear.

Entro y salgo del toilet en escasos cinco minutos. Apenas voy por los pasillos para volver a la biblioteca cuando Sayu aparece en mi camino. En cuanto me ve, corre hacia mí y me sonríe de esa forma con la cual sabe voy a tratarla bien. Como todavía no quiero llegar a interrumpir la cursi escena entre la pareja de casi tres años de noviazgo, decido que sea lo que sea que me diga, mataré el tiempo con ella.

—Qué casualidad, te estaba buscando  —comienza. Genial, a Matt no es al único que buscaban, a mí también. No me sorprende que Sayu me busque, ella suele hacerlo seguido, lo que me llama la atención es que parezca tan nerviosa por lo que Dios quiera que vaya a decirme. Que se muerda el labio inferior delata su estado de ansiedad.

—¿A mí? Supuse buscarías a Linda; ella acaba de decirle a Matt algo acerca de ir a estudiar a tu casa.

—Ah, sí. Pero eso será hasta ya entrada la tarde. —Eso me sorprende. Creí escuchar que Linda dijo que se iría desde este momento con Sayu aunque quizá por la incomodidad del momento capté mal —. Yo… yo quería… no, quiero pedirte algo.

Cuando la veo desviar la mirada y jugar con sus manos, algo dentro de mí me dice que eso no es augurio de algo bueno, o que quizá sí lo es. Es más bien un punto intermedio. Una extraña combinación entre algo que deseo y que a la vez debo evitar. 

—¿Y bien? —la animo a continuar.

—Verás, hace poco abrieron un nuevo local cerca de mi casa. Una cafetería para ser exacta —sigue jugando con sus manos y mordiéndose el labio. Me desespera que tarde tanto en hablar pero también me animan esa clase de gestos —. Sirven buenos postres, y como he visto que eres fanático de ellos, me preguntaba si… pues… si… ¿si no quieres ir conmigo a ese lugar?

A pesar de estar acostumbrado a ser yo quien dé el primer paso, no es la primera vez que una chica me invita a salir. Mi forma de decidir si aceptar o declinar la oferta consiste en evaluar a la chica misma en tres aspectos: apariencia, personalidad y beneficios o consecuencias que pueda traerme el relacionarme con ella; Sayu cumple a la perfección con los dos primeros puntos pero… joder, ¿por qué mierda tiene que ser hermana del profesor más hijo de puta del semestre? Ese pequeño detalle caga todo.

Y a pesar de que mi primer pensamiento es decir un «no, gracias», al verla, la mirada que me dirige, la súplica que percibo en sus ojos y que técnicamente se me ofrece en bandeja de plata, hace que responda:

—El sábado a las ocho. Después arreglamos detalles por mensaje.

La sonrisa que se dibuja en su rostro es de las más sinceras, y lindas, que he visto. Se acerca a mí en un movimiento que no preveo y me besa la mejilla… bueno, en realidad me besa la comisura de los labios de una forma tan suave que hace que cierre los ojos unas cuantas décimas de segundo. Cuando ella se aleja solo vuelve a sonreírme y se aleja a paso normal, ni rápido ni lento, pero se mueve de una forma que incluso encuentro sugerente. Lo admito, muchas veces he deseado saber qué hay debajo de ese uniforme.

Un carraspeo me trae de vuelta a la realidad. Me giro ciento ochenta grados y veo a Matt un tanto risueño. Desvía la mirada en cuento me acerco a él y es cuando noto que ya trae mi mochila. La tomo en un rápido movimiento mientras él no deja de sonreír y rascarse la nariz.

—¿No que no tenías nada con ella? —continua Matt molestando para seguir mofándose.

—No lo hay.

—Pero lo habrá, ¿no?

—Déjate de idioteces.

—Y yo que ya imaginaba organizar citas dobles entre los cuatro…

—¡Matt!

—Ya, no te exaltes. —Vuelve a sonreír de forma tonta. Matt se toma todo demasiado a la ligera, por suerte sabe detenerse en el punto que comienza a desesperarme —. Ya ni porque te traigo tu mochila eres más amable.

—¿Te pedí que lo hicieras acaso?

Lo escucho reír de nueva cuenta pero ni siquiera volteo, no quiero ver su estúpida expresión de burla. Caminamos un poco más hasta la salida del colegio, aún escucho risillas de su parte pero nada que no sea difícil de tolerar. Matt si que aprecia su vida, sabe que hacerme enfadar es la estupidez más grande que puede hacer.

—No era mi intención presenciar el momento. —Del desconcierto alzo una ceja pero no me giro a verlo, espero a que termine de hablar —. Una disculpa.

Lo último que dice logra causarme curiosidad. Lo miro por el rabilo del ojo y lo veo que sigue rascándose la nariz. Su gesto de nerviosismo presente. No logro captar la causa exacta de este pero lo atribuyo al hecho de, como el dijo, presenciar el momento y quedar como un entrometido.

No decimos nada más acerca del tema, extrañamente Matt no vuelve a tocarlo. Mejor seguimos charlando de lo malvado que es Yagami y que esperamos pasar la prueba, igual el asunto del idiota de Near se cuela ya que siento la necesidad de despotricar en contra de él; es algo que también se me ha vuelto habitual.

Caminamos hacia la parada del autobús sin volver a enfrascarnos en estúpidas conversaciones que tienen que ver con chicas japonesas o novias de varios años, porque sí, también tomo el autobús con Matt para regresar a casa.

Notas finales:

Espero que el capítulo les haya gustado :3

La historia en cuanto al MxM ha dado un ligero avance. Digo, todavía no hay sexo salvaje(?) pero ya hay un vínculo, y ya a partir de este punto se irán desencadenando las cosas.

Respecto a Elsa, el OC que me inventé como madre de Matt. Bien, no encontré quien pudiera suplir ese hueco, por ello la invención del personaje. Igual no será recurrente y creo que será el OC con más intervención. Espero que no les moleste… Y sí, el nombre es por Elsa de Frozen. Mi hermana pequeña veía la película cuando escribí esa parte y fue inevitable no ponerle así XD.

Como sorpresa, el próximo capítulo no es narrado ni por Mello ni por Matt. ¡Hagan sus apuestas por adivinar que personaje será nuestro próximo narrador! Jajaja

Me despido, y espero que la pasen de lo mejor :D 

Ellie…


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