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Drama Queen por Ellie77

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Death Note pertenece a Tsugumi Oba y a Takeshi Obata.

Pairings: MxM ǀ BxA ǀ LxL.

Advertencias: AU ǀ Lenguaje vulgar ǀ Yaoi (Boys Love) ǀ Contenido heterosexual ǀ OoC ǀ Presencia de OC’s.

N/A: ¡FELICES FIESTAS A TODOS USTEDES! Mis mejores deseos :3

 ǀ Drama Queen ǀ

 

Capítulo 9:

Oye, detesto las novelas románticas

.

.

Consigues diversión solo por dañarme

Parece que no puedes dejar de engañarme

Solamente deja ir todo

 

Let Go Sonohra

 

.

.

A pesar del frío, después de tomar el almuerzo, Sayu y yo salimos. Siempre nos sentamos en una banca que queda bajo un gran nogal, el único árbol frutero de toda la escuela. Debido a la temporada el follaje de este ha desaparecido dejando únicamente el tronco; ya tampoco hay nueces pero con un poco de suerte se pueden encontrar en el suelo, entre la nieve que hay debido a las tormentas que azotan el país en épocas decembrinas.  

Por suerte ni Sayu ni yo somos friolentas así que no es del todo un martirio el estar al aire libre. Además tenemos demasiadas cosas de las cuales charlar para poder distraernos como del abrigo que ella vio en oferta y planea hacer que sus padres le regalen en Navidad o de mi reciente integración a una campaña contra el maltrato animal y mi gran hazaña de cómo por logré convencer a mi padre de aquello; también hablamos de otras cosas que supongo son típicas en las charlas de chicas: el yugo familiar, nuestros artistas favoritos, comentar las tareas, quejarnos de la escuela, profundizar acerca de la vida, también sobre el amor y la pareja o, en el caso de ella, el chico que le gusta.

Desde el inicio del año escolar Mihael Keehl se ha convertido en uno de los temas favoritos de conversación de Sayu. No me molesta escuchar acerca de su enamoramiento, después de todo sé que en su momento yo estaba igual o peor que ella con respecto a Matt.

—¿Y cómo lo llevan? —pregunto con interés al verla tan animada. La sonrisa de Sayu no tarda en ensancharse.

—Vamos avanzando. —Con esa sola frase ya me ha dicho todo. Solo espero que realmente sea así; Sayu es una chica que suele ilusionarse demasiado rápido —. No hemos tenido otra cita como tal desde lo de la cafetería pero nos mensajeamos casi a diario, ¡duramos horas! Y no se tarda tanto en contestarme. —En este mundo que ahora es dominado por las redes sociales hasta yo tomo eso como un avance, por ello no digo nada y le permito continuar —. ¡Ah! Y además cuando nos vemos aquí y le pido ayuda para algún trabajo lo hace sin poner algún pero, eso sin contar que lo he pillado muchas veces mirándome las piernas.

Lo último lo veo hasta cierto punto normal, digo, ¿qué hombre no le mira esas cosas a una mujer? Y si yo fuera hombre sin duda alguna me enfocaría en mirarle las piernas, digamos que Sayu no tiene demasiada delantera.

—Solo espero que en verdad se dé algo entre ustedes. Llevas mucho tiempo tras él y no has tenido ningún… —medito un poco la palabra correcta, al no encontrarla uso la primera que se me viene a la mente — indicio.

—Sé que Mello no es tímido ni convencional por eso también he estado poniendo mucho de mi parte. Si sigo insistiendo verá que voy muy en serio y aceptará que tengamos algo.

—No creo que los hombres funcionen así, sabes.

Tengo la teoría de que cada uno sigue su ritmo pero a ninguno le gusta que anden tras ellos. Supongo que es parte del instinto de macho-alfa. Puedes ayudarles pero al final ellos querrán hacer todo, al menos así me pasó con Matt.

Él tardó alrededor de medio año en atreverse a pedirme una cita y hubiese tardado más de no ser porque yo también le coqueteaba disimuladamente, luego de eso pasó todo un mes para que me diera el primer beso y esa vez tuve que quedármele mirando fijo para que supiera que yo también quería que eso sucediera. Por suerte al día siguiente de ello me pidió que fuera su novia, y no, ahí no tuve nada qué ver. Pero ese es el punto. Lo ayudé mas nunca le rogué, sé que si hubiera sido así me hubiera perdido el interés y digamos que me gustaba mucho como para dejarlo ir.

Sin embargo, Sayu sigue necia en su idea.

—Creo conocer la dinámica con los chicos como Mello. ¿Le gusta la atención? Pues tendrá toda mi atención; ¿adora ser el primero en todo? Entonces le haré saber que él será mi prioridad de ahora en adelante; ¿le gusta que las cosas se hagan cómo quiere? Perfecto, iré a su ritmo. Sería un tonto si no me acepta, ¿no crees? —objeta Sayu. Su expresión tan decidida hace que por un instante le crea, solo un instante, repito.

«Creo que eso es lo más estúpido que he escuchado en mi vida. ¿Qué nunca te enseñaron a valorarte? ¿Acaso no escuchaste mis discursos en pro de las mujeres? Si te pide que le abras las piernas, ¿lo harás?».

—Creo que son cosas que el tiempo dice. Solo espero de todo corazón que tu «dinámica» funcione. —Al terminar le doy un mordisco al muffin que compré en la cafetería. Sayu chilla feliz y me abraza.

—¡Eres un amor, Linda-chan!

—Lo sé, lo sé —menciono entre risas.

«Y también sé que eres un poco tonta en esos aspecto, Sayu; pero eres mi mejor amiga y así te quiero».

Sayu y yo somos mejores amigas, eso fue lo que ella decidió a la semana de que comenzáramos a juntarnos, allá por los años de educación secundaria, cuando la familia Yagami llegó de Japón y tuvieron que instalarse en la ciudad de Winchester. Durante su presentación ese primer día de clases Sayu mencionó que se sentía muy sola debido a que no conocía a nadie y a que aún no superaba del todo la barrera tan grande del idioma; como tengo corazón de pollo, no pude evitar compadecerme de su situación y por ello fui la primera en hablarle. Resultó ser una chica sumamente simpática y agradable por eso mismo pude congeniar con ella al instante.  El tiempo afianzó nuestra relación y logró que nos volviéramos muy cercanas.

Y así la hemos pasado todos estos años: reímos entre nosotras, hemos llorado también, nos aconsejamos y confiamos la una en la otra en todo y para todo. Aunque debo confesar dos cosas: Sayu confió tanto en mí que cuando me comentó que quería saber que se sentía besar yo accedí a probar con ella, y ese se convirtió en el ansiado primer beso de ambas —pero si nos preguntan el de ella fue con un chico de su antigua escuela y el mío con Matt—; la otra cara de la moneda es que yo no he tenido el valor suficiente ni he confiado tanto en ella como para contarle acerca del juego en el que caí con Near apenas unos meses atrás.

No es que tenga miedo a que me juzgue, sé que ella no lo haría y que escuchará todo lo que tengo por decirle. No obstante, no es como si pudiera soltarle todo así como así, menos cuando Sayu me cree la persona más correcta de todo el planeta. Además, ¿qué le diría exactamente? Ni siquiera yo he encontrado el mejor argumento para excusarme de lo que hice… de lo que hago.

«Es que estaba caliente y tenía ganas de follar. Sí, ¡de follar! ¡Yo también uso esa palabra! ¡Yo también necesito follar!».

«No me malentiendas, amo a Matt con toda el alma, ¿pero no te ha pasado que comes tu comida favorita todos los días y terminas enfadándote de ese platillo? Bien, algo así me pasó».

«Near también tiene parte del cerebro entre las piernas, ¡después de todo es hombre! Tenía la necesidad al igual que yo y solo… se dio».

He estado dándole vueltas a todo este asunto para poder  terminar con esto y poder mantenerme firme en mi decisión. Juro que lo he intentado, de verdad lo he hecho, sin embargo la vez que estaba más que decidida e incluso «terminé» con Near, tuve un ligero roce con Matt ya que mi muy amado novio prefirió asistir a una pijamada en casa de Mello a ir a mi casa a pasar el rato conmigo. La pelea no fue tan grande, ni siquiera alzamos la voz, pero me dio tanto coraje que terminé contactando a Near.

No es que sea una novia demasiado demandante, pero de un tiempo a la fecha Mello ocupa demasiado lugar en la vida de Matt — de no ser porque es hombre le tendría verdaderos celos a Mihael—, por esa razón reaccioné como reaccioné, sin embargo poco después me arrepentí por aquel golpe de inmadurez ya que de ahí en adelante ya no pude salirme de eso, no porque no quiera si no porque toda esta situación ha logrado superarme. Subestimé a Near, creía que lo tenía bajo mi control con algo tan básico como lo es el sexo y al final él invirtió los papeles.

«¡Maldito bastardo!»

—¿Linda? —Doy un respingo al escuchar el llamado de Sayu. Me sumí tanto en mis pensamientos que ni siquiera me percaté del momento en que comenzó a agitar su mano frente a mí.

—¿Dijiste algo? —cuestiono rápidamente.

—No la gran cosa. —Se encoge de hombros y alza una ceja, vuelve a mirarme con seriedad —. Últimamente te pierdes mucho en tu mundo, Linda. —Dicho eso vuelve a reír, a burlarse de mí más bien —. ¿O acaso es que piensas cosas pervertidas?

Siento como me sonrojo al instante. No, no pensaba en cosas de esa índole pero la mención de estas hace que recuerde una vieja fantasía que solía tener hace algunos meses; sin embargo, imaginarme en un ménage à trois precisamente con esos dos chicos me hace sentir culpable y hasta algo sucia.

Solo le doy un manotazo a Sayu y ella me lo devuelve —aunque ninguna lo hace con verdadera intención de golpear—. Continuamos con el juego unos minutos más hasta que Sayu lo para en seco, ahora atenta al alboroto que se generó cerca de nosotras que, como era de esperarse, yo no noté. Lo acepto, sí que he estado distraída.

Por mera inercia también giro mi rostro hacia el gentío, no es como si me interesara realmente averiguar que está sucediendo. Mas al lograr captar entre todos los murmullos las palabras «golpe» y «sangre» seguidas del adjetivo «pelirrojo», me levanto de la banca como si debajo tuviera un resorte y me acerco a toda la multitud.

Alcanzo a ver a Matt ingresar a la escuela. No se ve tan mal, incluso puede mantenerse en pie, aparte de todo Mello va junto a él. Aun así no puedo evitar que la preocupación me embargue y comienzo a andar tras ellos, más bien, corro en su dirección. Escucho a Sayu llamarme y los pasos de ella también retumban en el pasillo. Agradezco el que se preocupe y el que quiera brindarme su apoyo mas no voy a esperarla; ella me alcanzará en la enfermería después.

Cuando llego, abro la puerta de golpe en un gesto demasiado dramático. Adentro, la enfermera, Matt y Mello dirigen su mirada hacia mí. Sin importarme el momento tan embarazoso que estoy protagonizando, me acerco hasta Matt el cual parece realmente sorprendido de verme.

—¿Linda? ¿Qué haces aquí? —Eso logra ofenderme un poco.

—¿Qué no es obvio? ¡Vengo a verte! Escuché todo el alboroto que se hizo, era imposible que no me diera cuenta de que algo te sucedió —explico lo más calmada que puedo, aunque por alguna razón siento como si me estuviera justificando; no debería darle explicaciones en una situación así —. ¿Qué pasó? ¿Qué tan grave es? —En aquel instante me percato del corte que tiene en la ceja izquierda. Una exclamación se me escapa —. ¿Cómo se supone qué te hiciste eso? ¿Acaso fue en una pelea? ¿Te has vuelto a meter en los pleitos de Mello otra vez?

Mello alza una ceja y me mira como si estuviera loca. Sé que ha sido una suposición bastante apresurada, pero tratándose de Mihael no puedo descartar esa opción, después de todo Matt ya había resultado golpeado debido a una riña que Mello tuvo con algunos jugadores del colegio vecino.

—No, Linda, lo que pasa es que…

Matt no termina de explicarme cuando la puerta vuelve a abrirse, esta vez dejando ver la silueta de Sayu. La enfermera murmura algo acerca de nuestros pésimos modales al no tocar la puerta; no obstante, a pesar de la rabieta interna que debe estar haciendo, continúa auxiliando a Matt.

—¿Qué pasó? —Sayu hace la misma pregunta. En este momento es la interrogante que nos importa a todos, al menos a mí.

—No es ninguna de las teorías locas que estás ideando. —Matt vuelve a tomar la palabra. Mello está por meterse en la conversación también pero Matt se gira a verlo. Pareciera que con solo la mirada le ha pedido que guarde silencio y le dejara encargarse de la situación; a regañadientes, Mello acata el pedido. Me resulta peculiar esa forma de comunicarse entre sí, ¿por qué Matt puede hacerlo con él y no conmigo? ¡Jamás entiende mis gestos! —. Linda, ¿me estás escuchando?

De nueva cuenta volvió a pasar. Me perdí en mis pensamientos y no presté la menor atención. Sayu me mira seria, como apenas lo hizo hace unas horas; no obstante ahora también luce preocupada.

—¿Dónde demonios tienes la cabeza? —Logro escuchar que Sayu me susurra. Ojalá yo lo supiera.

El semblante de Matt cambia radicalmente. No suele irritarse seguido pero cuando lo hace es bastante fácil notarlo.

—Te decía, Linda, que no es ninguna estupidez que piensas. —Usa un tono acido de voz, ese nunca lo usa conmigo, al menos no dirigiéndose a mí —. Estaba jugando futbol con Mello y otros chicos y…

«¡Ese no eres tú!».

—Espera, espera —interrumpo. Lo que acabo de escuchar es complicado de digerir —. ¿Tú? ¿Jugando futbol? ¡Pero si tú detestas los deportes!

—He estado jugando durante los últimos días. Durante los recesos voy a la cancha con Mello y otros tipos del salón para…

—¿Y cómo es que yo no sabía?

—¡Te lo dije la última vez que fui a tu casa!

No tengo con qué rebatir aquello.

Rememoro, escarbando en mi mente. Recuerdo que Matt fue a mi casa la semana antepasada, creo, y fue un miércoles, ¿o sería un jueves? ¡No! Sí fue el miércoles. Lo ayudé con una tarea, cenamos y vimos una película —¿cuál película vimos?—; conversamos durante todas esas actividades mas no tengo ni la menor idea acerca de qué cosas hablamos.

Matt suelta un quejido cuando la enfermera vuelve a su labor. Con poca delicadeza le hace un par de puntadas a la herida. Habiendo terminado, se aleja al otro extremo de la enfermería.

Sayu parece comprender que la situación es más grave de lo que parece ya que toma a Mello del brazo y con quién sabe qué pretexto logra sacarlo del lugar; supongo que aparte aprovechará para tratar de ligar con él. Podría decirse que ahora Matt y yo tenemos privacidad para tratar este asunto.

—Matt…

—No, escúchame tú a mí ahora, y por favor, de verdad escúchame —me roba la palabra. El timbre de su voz sigue siendo tosco y ahora hasta lleva el ceño fruncido. Espero que eso no le provoque dolor en la herida —. Desde hace meses has estado actuando así conmigo; estás rara, esquiva, indiferente y ahora hasta me ignoras.

—Mira, solo he estado algo presionada con el asunto de la universidad —invento. Esa excusa es pésima, no espero que me crea.

—No me vengas con la mierda de la universidad. —Está muy, muy molesto. Si usa groserías hablando conmigo es que lo está —. Antes te preocupaba la universidad y todo iba bien. Y ahora… —De pronto luce afligido y no puedo evitar sentirme culpable —. ¿Se puede saber qué te hice? ¿Acaso ya te hartaste de mí o algo parecido? ¿Quieres terminar con esto, replantear la relación?

«Matt, tú has sido el mejor novio del mundo. Aunque suene cliché, el problema soy yo».

—Matt, no tiene nada qué ver con eso. De verdad lamento si te he hecho sentir o creer alguna de esas cosas. Sabes que te amo.

Conozco a Matt como a la palma de mi mano. Suele enternecerse con esas palabras, es una debilidad que tiene solo conmigo. Sin embargo, esta vez no surten efecto. Su rostro no cambia ni un poco.

Se levanta del banco en donde estuvo sentado todo el tiempo mientras lo atendían. Despereza los músculos y se acomoda el flequillo para poder ocultar las dos puntadas que le hicieron. Intento acercarme y tomarle de la mano, no obstante, apenas rozo sus dedos, se retira como si mi contacto le quemara.

—Tal vez yo sí quiera replantarme la relación.

Se mete las manos en los bolsillos y sale sin más, sin siquiera girarse a verme. No lo creo, de verdad que no. Me quedo paralizada unos minutos más en la enfermería, asimilando esta corta conversación y en lo injusta que he sido con él. No lo culpo por actuar como actuó, sí llegó a explotar en contra mía es porque lo hice llegar al límite. He sido una pésima novia todo este tiempo.

Y me duele como nunca antes nada me ha dolido algo con respecto a mi relación. Creo que lloraría sino estuviera en la escuela con una enfermera viéndome de cerca. En ese instante caigo en cuenta de lo mucho que lo necesito y que moriría si se va de mi lado.

«Todo es culpa de Near. Todo es culpa de Near. Todo es culpa de Near».

La esperanza vuelve a mí cuando veo que la puerta se abre otra vez. El corazón casi se me sale del pecho de alegría. Es Matt, regresó porque no puede tolerar todo lo sucedido y le pesa haberme dicho esas palabras; me pedirá perdón y yo también y todo volverá a ser como antes, ya veré cómo me deshago de Near después.

—¿Linda? ¿Todo bien? —Para mi gran decepción, es Sayu la que se acerca a mí —. Matt salió hecho una furia, de verdad nunca lo había visto así.

Tampoco fue un mal sueño. En verdad nos peleamos.

—¿A dónde crees que haya ido?

—No tengo ni la menor idea. Pero no te preocupes, Mello fue tras él; luego le mando un mensaje para que me diga dónde están —siento como me toma del hombro en un agarre sumamente suave. Me mira entre una mezcla de preocupación y lástima, más la primera que la segunda —. ¿Qué pasó?

«Pasa que soy una tonta, ¡una estúpida! Estoy dañando a Matt y a mi relación con él por idioteces que pude haber evitado. ¿¡En qué mierda pensaba cuando hice lo que hice!? ¡Con Matt lo tenía todo! ¡Matt es todo!»

No respondo nada porque sé que me voy a soltar a llorar. He llorado frente a Sayu cientos de veces, pero entre las paredes de mi habitación o la de ella. No voy a quebrarme aquí en la escuela ni voy a gritar de rabia ya que lo de mi affair con Near se me podría salir. Sea como sea, no puedo evitar que se me escape una lágrima, la cual limpio al instante con la manga de mi suéter. No es fácil asimilar que estoy perdiendo a Matt, ni siquiera me lo he terminado de creer.

 

Siempre me ha gustado diciembre. A pesar del frío que hace, este mes en particular parece tener magia, y sí, también me declaro fanática de la Navidad.

Años atrás pasábamos la Noche Buena en casa y recibíamos el día veinticinco en familia la cual consistía en mi papá, mi mamá, mis abuelos y yo. Todo cambió hace siete diciembres, cuando la abuela falleció a causa de un infarto fulminante y mi madre decidió abandonarnos por un tipo que era cliente frecuente de la pizzería que al parecer le endulzaba el oído mientras ella le tomaba la orden, eso sin contar el derrame cerebral que sufrió mi abuelo también por esas fechas debido a todos aquellos acontecimientos. Aun así, sigo amando diciembre y la Navidad.

Desde que tengo once años festejamos esta fecha en la pizzería entre mi papá, los otros tres empleados y yo; quien no se une a esa celebración es mi abuelo debido a su estado, por lo que ese día mi papá le paga a una enfermera para que lo cuide. Este año toda esa tradición continúa. Los mismos de siempre estamos reunidos en el local, atendiendo a los pocos clientes que deciden venir a pesar de las fiestas.

Como no se requiere que tantas personas atiendan al mismo tiempo nos turnamos el trabajo. Yo tomé el primer turno por lo que pasadas las horas cedo mi puesto de mesera a Annie. Apenas le doy la libreta me dirijo hacia la cocina donde Clyde —otro de los empleados— ya debe encontrarse descansando. Sin embargo a mitad de camino detengo mis pasos en seco.

Saco mi celular del bolsillo de mi suéter y lo desbloqueo para revisar los mensajes que tengo pendientes. A mi pesar, solo tengo textos que Sayu me ha enviado. Ahí murieron mis esperanzas de que Matt, por la fecha, cediera y fuera él quien me llamase primero.

Reconozco que sí estoy acostumbrada a no ser la que pida perdón; tenga la razón o no, Matt siempre es el primero en dar el primer paso. Sin embargo esta vez es diferente, esta vez sí está enojado. No se trata de ninguna las riñas sin sentido que solíamos tener, ahora, después de tres años de relación, tenemos un verdadero problema; y si quiero que se arregle esta vez debo ser yo la que ceda y pida una disculpa. Una disculpa por hacerle lo que le hago aunque cuando le diga «perdóname, Matt» solamente yo sabré el verdadero significado tras esas palabras.  

Marco su número y espero paciente a que me conteste. Escucho un pitido, dos, tres, cuatro. Al quinto toma la llamada.

—¿Qué necesitas, Linda? —No, su voz no se escucha ansiosa, ni aliviada, mucho menos emocionada. Se escucha como Matt hablando de cualquier tontería.

«Quiero decirte la verdad acerca de toda esta situación, mi amor».

—¿Te interrumpo o algo? Si es así yo…

—No en realidad. Solo que tu llamada me ha tomado por sorpresa, no me la esperaba.

—Es solo que… quería desearte felices fiestas. Espero que la estés pasando bien —invento. En ese momento no se me ocurre nada qué decir. Por primera vez en mucho tiempo no me siento con la misma soltura para hablar con él. Al verme en esa situación, opto por ir directo al grano —. Matt, sé que no he hecho las cosas bien últimamente pero no me gusta sentir que estoy peleada contigo, menos en estas fechas. Es técnicamente Navidad y tú sabes lo que significa para mí esta fecha.

—Lo sé, no te preocupes. A mí tampoco me gusta estar molesto contigo, no porque sea Navidad si no porque solo no me gusta. —Su tono se ha endulzado un poco, eso me hace sentir mejor.

—Entonces, ¿todo bien?

—Supongo que sí.

Suelto un suspiro no muy disimulado con la intención de que Matt sepa lo que me alivia saber que las cosas se han arreglado. Como no quiero dejar de hablar con él todavía, pienso en algunos temas para prolongar la conversación.

—Oye, ¿de verdad juegas futbol? —Ese puede ser el inicio de una buena conversación. Aparte, debo comenzar a reponer el tiempo perdido y ponerme al corriente con todo lo que concierne a Matt.

—No lo digas en ese tono —ríe y eso hace que yo también lo haga —, ¡de verdad lo he estado haciendo! Soy un asco pero al menos lo intento.

—Me gustaría comprobarlo así que iré a verte jugar un día de estos.

—No te lo recomiendo. De verdad apesto en el futbol. Si no estoy en el suelo, me dan balonazos. A eso se reducen mis partidos.

—¿Y por qué lo haces? Digo, a nadie le gusta sufrir solo porque sí.

—Bueno, por Mello más que nada. Me insistió y para que dejara de joder accedí. Pero pienso dejarlo, realmente no es para mí.

Sabía que Mello algo tenía que ver en el asunto. Muchas veces le insinué a Matt que debía hacer deporte para mejorar su calidad de vida, sin embargo solo me ignoró y siguió continuo un sedentario de primera; y ahora viene Mello y en un par de meses lo convence de jugar futbol. Me tomaría ese asunto más en serio pero no voy a armar escándalo por una nimiedad como esa, menos ahora que acabo de arreglar el problema que teníamos.

—¿Y no te pasó nada con el balonazo de hace unos días? —Prefiero cambiar el tema y así evitarme malos ratos —. Vi que te hicieron dos puntadas.

—Estoy de maravilla, no te preocupes. Lo más grave que me sucedió fue que perdí el lente de contacto de ese ojo pero por suerte tengo otro par. —Al escuchar eso también me siento aliviada. También tenía la incertidumbre de lo que pudo haberle pasado debido a ese golpe.

—Es un alivio. Me alegra saber que estás bien.

—Te preocupas de más a veces. —Tiene razón, en muchas ocasiones suelo ahogarme en vasos de agua. También me conoce bien —. Por cierto, Linda, también te deseo felices fiestas. Espero que la pases bien y que recibas muchas cosas buenas este día. Y ya sabes, me guardas una rebanada de la pizza especial que prepara tu papá por la fecha.

—Hablando de eso, ¿no quieres venir? Todavía no empieza la celebración y estoy segura que a todos les agradará la idea de que vengas. Así puedes tomar las rebanas que puedas. —No dice nada. Para persuadirlo más, agrego —. Sabes que mamá también puede venir. —Tampoco sería la primera vez que Matt y su madre vienen. Lo hicieron el año antepasado y según recuerdo ese año la pasamos muy bien.

—Eh… bueno, verás… —No me gusta escucharlo dudar. ¿No se supone todo ya estaba bien? —. Es que mi mamá ya tiene planes. La invitó a salir un doctor del hospital donde trabaja, creo que ya ligó.

—Bien por tu mamá, me alego por ella. Pero en ese caso puedes venir, para que no pases la fecha solo.

—Es que también ya tengo planes: voy a cenar en casa de la familia de Mello.  

Acepto que por primera vez desde que Mello comenzó a ser tan cercano a Matt, algo relacionado a él me enoja. Y también acepto que incluso siento una leve punzada de celos por la situación. Matt pasará la Navidad con él y no conmigo; se supone que las cosas no deberían ser así.

«¡Yo soy tu novia! ¡Debes estar conmigo! A ese oxigenado lo ves más de lo que me ves a mí. ¡Cancela esa cena! ¡Cancélala y ven aquí!».

—Entiendo, no hay problema. Si es un compromiso que te surgió de antes no hay nada qué hacer.

—Podemos salir un día de estos, si quieres, claro. —Alcanzo a escuchar que Elsa le grita que se dé prisa debido a que «Mello ya está aquí» por lo que intuyo que la conversación, aunque no quiera, llegó a su fin —. Tengo que colgar, se me hace tarde.

—Que la pases bien.

—Te hablo luego.

—Te a… —No me permite terminar. Colgó antes de que pudiese despedirme.

Me quedo mirando la pantalla de mi celular, observando con suma atención la foto de fondo que tengo con él. No me quedaré con ese «te amo» atorado. Abro What’s App y selecciono su contacto; escribo el mensaje y, como pocas veces, lo lleno con emoticones con caritas sonrojadas y corazones.

—¡Luciana! —Grita mi papá, algo desesperado. «Luciana» es mi segundo nombre el cual él escogió. Antes solía llamarme como lo hace todo el mundo, sin embargo como «Linda» lo escogió mi madre, dejó de pronunciarlo. —¡Luciana! —Vuelve a llamarme y doy un respingo, por la sorpresa termino saliéndome de la aplicación. Cuando vuelvo a abrirla, el mensaje se ha borrado.

De mala gana me dirijo a donde mi padre. Se encuentra tras el mostrador, atendiendo a un cliente. Me posiciono a su lado sin la menor intención de ocultar mi mal semblante.

—¿Qué pasó?

 —Annie tuvo una urgencia y necesito que atiendas una mesa.

—Pero, papá…

—¿Puedes ayudarme sin rechistar una sola vez? —Es un mentiroso. ¡Yo nunca le pongo peros! Solo esta vez y eso porque me hizo enojar.

—No es justo, yo ya te ayudé. ¿Qué clase de urgencia pudo haber tenido?

—Está cagando en el baño porque algo le hizo daño, yo qué sé. —Papá no tiene pelos en la lengua cuando está enojado o comienza a estarlo —, así que ve y atiende.

Como tampoco tengo ganas de discutir, y aparte no me va a arruinar la fecha, tomo la libreta y enfoco mi atención en la mesa que señala mi papá. En aquel momento no puedo evitar maldecir a Annie y a su diarrea. En la mesa dos se encuentra nadie más y nadie menos que Near, y para rematar, está acompañado de Beyond, el amigo de Matt que más me agrada; y sí, eso último es sarcasmo.

A pesar de que son las personas que menos quiero ver en el momento, me veo obligada a ir a atenderlos. Me dirijo a donde ellos, intentando esbozar una sonrisa; tengo que dar un buen servicio y más teniendo a mi padre vigilando. Apenas llego a con ellos y estoy por desearles mis mejores deseos por la fecha —protocolo de meseros no porque quiera dárselos—, Beyond se echa a reír.

—¡Hippie!

Hago una mueca. Como yo no soy capaz de encontrarle la gracia a su raro sentido del humor, me limito a solo hacer mi trabajo.

—¿Qué desean para cenar?

—¿Y nos tratas así de seca? ¡Si somos tus compañeros de clases! Aparte yo soy amigo de tu novio, eso casi nos convierte en cuñados.

—Lo que digas. ¿Vas a llevar algo o no? —Eso me salió más tosco de lo que hubiese querido. Sea como sea mucho no me importa.

—Qué aburrida eres. —Beyond comienza a examinar el menú. Al final solo lo deja de lado y junta sus manos sobre la mesa —. ¿Todavía hacen esa pizza dulce? Si es así tráeme una mediana. Y si ya no la hacen, de cualquier forma quiero esa pizza. Les pago extra si quieren.

—Todavía la hacemos —informo. Anoto la orden en la libreta, también el «con mucha mermelada» que me exige Beyond. Como no escucho a su acompañante hablar, me veo en la necesidad de dirigirme a él directamente —. ¿Tú no vas a ordenar nada?

Near mira la carta un rato más, minutos que me parecen eternos. A pesar de ser algo para él, incluso conmigo es igual de desesperante.

—¿Y bien? —insisto.

—Una rebanada de la de doble queso con pepperoni.

Anoto ese pedido también y las bebidas que cada uno eligió. No me sorprende mucho, Near no es de buen comer, apenas lo hace y eso solo cuando realmente tiene hambre o le gusta lo que hay. Por suerte aquí siempre come.

—Siendo eso todo, en un momento…

—Oye, hippie, espera —llama Beyond. Debido a mi situación me veo obligada a girarme —. Si a ti te da hambre, ¿qué comes estando aquí? ¿Los pimientos de la pizza o algo así?

A pesar de la broma, no se ríe. Aunque sé que por dentro está estallando en carcajadas. Me limito a no caer en su juego y contestar con simpleza.

—Hay una pizza vegetariana, genio. ¿O acaso no la viste en el menú?

—No la vi porque no me interesa. Aparte, qué asco. ¿Qué se supone tiene esa pizza? ¿Césped?

Ruedo los ojos.

—No voy a desgastarme en explicártelo.

—Y también eres una amargada. Ya ni porque es Navidad.

—Y siendo Navidad, ¿por qué ninguno de ustedes está con su respectiva familia?

—Nuestra familia está en Londres. —Esta vez es Near quien responde. No puedo evitar mirarlo. Me regresa el gesto de manera aburrida, como siempre.

—Pero tu hermano mayor está aquí, ¿no? —suelto sin pensarlo demasiado; segundos después me percato del error que cometí. Beyond podría extrañarse por el hecho de que yo sepa esa información. Por suerte parece no darle importancia a mis palabras.

—Mi hermano tiene con quien pasar la fecha —contesta sin más y comienza a retorcer un mechón de cabello.

La conversación muere en ese punto, al menos yo decido matarla ahí. Sin decir nada más. Me alejo de donde ellos para ir y dar el pedido para que comiencen a hacerlo. Tardan poco en dármelo y en cuanto lo tengo en la bandeja voy sin perder tiempo a entregárselos. Beyond comienza a devorar su pizza en cuanto la ve; Near, en cambio, me dirige una rápida mirada antes de dar el primer mordisco.

Como Annie soluciona su problema justo en ese instante, me releva; le entrego la jodida libreta y me retiro hacia la cocina. Clyde se encuentra ahí pero como mis ánimos están tan por los suelos como para charlar con él, decido salir del local para tomar un poco de aire fresco, al menos con eso le justifico mi repentino interés por salir a pesar del frío. Tomo mi chaqueta y me enredo una bufanda, con esto al menos lograré no morir por hipotermia.

Salgo al callejón que se encuentra a un lado de la pizzería, donde tanto nosotros como el otro local de comida mexicana mantienen sus contenedores de basura. No es la primera vez que vengo aquí a meditar sobre la vida; siempre lo hago cuando mi padre me tiene tan harta con sus órdenes que necesito un escape. Extrañamente, aquí siempre logro relajarme.

No obstante mi tranquilidad es perturbada cuando escucho unos pasos acercarse. Hubiese preferido que se tratara de mi padre, sin embargo la vida hoy me odia tanto que se trata de Near.

—¿Qué haces aquí? —le interrogo.

—Hace frío. —Near es de pocas palabras. No lo considero del todo asertivo por ello he aprendido a descifrar un poco su «lenguaje». Con esa pequeña frase, me intenta preguntar por qué estoy aquí afuera.

—Eres a quien menos quiero ver en este momento. Solo vete y déjame sola.

—No me preocupo por ti. Solo venía a recalcarte el que seas más cuidadosa. Beyond me preguntó durante la cena cómo es que tú sabes acerca de mi hermano.

Vaya, Beyond pone más atención de la que parece.

—No volverá a pasar —aseguro.

—Eso espero.

Da media vuelta y sus pasos comienzan a alejarse. Cierro los ojos un momento y me apoyo en la pared. Pronuncio su nombre casi sin pensar y Near se gira sobre sus talones; alzo la vista y le veo. A pesar de la poca luz que proporciona el alumbrado público alcanzo a distinguir perfectamente su silueta. Aunque el abrigo lo haga lucir robusto, sé que Near es delgado; es bajito para ser un hombre, apenas más alto que yo y tampoco es que sea el chico más varonil que conozco. Un día que estábamos describiendo a los chicos del salón, Sayu comentó que le parecía un chico sumamente mono; yo opiné que tenía bonitos ojos.

Pero en este momento, después de todo lo sucedido, a pesar de que no puedo negar que sí tiene bonitos ojos, no es como si los siguiera viendo con la misma ternura. Near es un lobo con piel de oveja.

—Si tú tampoco quieres que nadie se entere, entonces solo dejemos todo esto atrás, ¿sí?

«…Es que de verdad no te entiendo. La primera vez que te lo propuse aceptaste sin chistar, ¿entonces por qué ahora asumes esta postura? Esta es la octava vez que te lo propongo, creo que te gusta que te ruegue».

Near parece pensárselo. Por un instante me hace creer que no está tan podrido por dentro, que de verdad puede hacer algo bueno por mí y dejar esto.

—No estoy dispuesto a terminarlo todavía.

«¿Qué ganas aparte de hacerme sentir miserable, Near? ¡Solo déjame en paz! Quiero recuperar lo que tenía con Matt. No puedo volver plenamente a él teniéndote de por medio. ¡Eres un hijo de puta!».

—¿Qué ganas aparte de hacerme sentir miserable, Near? ¡Solo déjame en paz! Quiero recuperar lo que tenía con Matt. No puedo volver plenamente a él teniéndote de por medio. —Curiosamente, es de las pocas cosas que digo lo que realmente pienso —. ¡Eres un hijo de puta!

—Velo como un castigo por lo que hiciste. —Vuelve a acercarse a mí, retorciéndose un mechón de cabello.

—No se suponía que debía ser así. ¡Teníamos un trato!

—Lo has dicho, teníamos. Sin embargo te sentiste dueña de la situación, de Matt e incluso de mí. ¿Querías lo mejor de ambos sin perder nada? Por favor. No seas ilusa, Linda. Así no funcionan las cosas, al menos no conmigo.   

—No sé de qué estás hablando. —Hago el ademán de irme mas él continúa.

—Eres toda una manipuladora —asevera —. Creíste que tenías todo el derecho a un escape debido al largo tiempo de tu relación con Matt por eso me usaste como distracción, y ahora que ya satisficiste tu necesidad me deshechas como si fuera cualquier cosa; además supusiste que a pesar de lo que pudiese ocurrir podrías seguir manteniendo algo con Matt dejándome a mí de lado como si nada hubiese ocurrido. Dime, ¿acaso todo eso no te convierte en una?

—Deja de hacerme ver como la mala de la historia.

—Ni siquiera lo estoy haciendo —responde en un tono de voz tan tranquilo que casi me dan ganas de partirle la cara por tomarse la situación tan a la ligera —. Yo sé y acepto lo que soy, algo que tú deberías comenzar a hacer. Así que no te sientas una buena persona cuando solo eres una hija de puta.

—¡Cállate! —le grito sin importarme que alguien pueda escuchar.

Mi mano actúa por sí sola y se estampa contra su mejilla. Supongo que no lo golpeé con fuerza ya que Near sigue con la misma jodida expresión y sin un atisbo de estar molesto o sorprendido por mi acción, solo continúa viéndome como si de pronto me hubiese convertido en lo más interesante del mundo. Me irrita, me enferma, pero tampoco puedo apartar mis ojos.  

—Ya no estoy dispuesto a compartir —sentencia y eso realmente no lo entiendo. Por más que intento interpretarlo, no se me ocurre ningún buen significado.

Near vuelve a dar media vuelta para alejarse, no obstante vuelvo a actuar rápido y lo sostengo del brazo para girarlo para volver a estar frente a frente. A pesar de que mi primer pensamiento es meterle otra bofetada, lo que hago es tomarlo por las mejillas y acercar mis labios a los suyos.

«Creo que a pesar de todo eres quien mejor me conoce».

Cuando lo beso o tengo el menor contacto con Near recuerdo porque fue que decidí tener un desliz con él: me calienta, me calienta como nadie. El solo imaginarme a una persona como él en una situación erótica y ser yo quien lo provoque hace que mi entrepierna se humedezca, a eso se le agrega la adrenalina de que yo tengo una relación y él una reputación que mantener. Llego a la conclusión de que por eso tampoco puedo dejarlo

Y me olvido de que es diciembre, del frío, del negocio, de mi padre, de que de forma indirecta me llamó puta y hasta de mi delirio con cabello pelirrojo. Solo existe su boca y la mía, nuestras manos y las ganas que le tengo y que quiero saciar. En este momento solo deseo que la libido de Near haya despertado y él sea lo bastante creativo y arriesgado como para follarme en medio de este callejón.

—Vaya, vaya, ¿quién lo diría?

Al escuchar esa voz, ambos nos separamos al instante. Nos giramos hacia la entrada del callejón donde Beyond se encuentra de pie; los brazos los tiene cruzados sobre el pecho y una ladina sonrisa cruza su rostro.

—El asexual de mi primo con la hippie come pasto… Ahora sí puedo decir que lo he visto todo —Casi puedo ver hasta el brillo de sus ojos centellear a pesar de la oscuridad —. Oh, pero por mí no se detengan; quiero saciar mi pequeño deseo voyerista.

Con eso las ganas se me bajan, la Noche Buena y la Navidad se me arruinan y puedo dar mi relación con Matt por terminada.

«Simplemente estoy jodida».

Notas finales:

¡Hola!

Ahora sí que actualicé más pronto, al menos tomando en cuenta mi ritmo tan lento XD. Sin embargo quería darme prisa para darles una especie de regalo navideño. Y como pudieron darse cuenta, parte del capítulo transcurre en la fecha.

Sé que los he sorprendido con el cambio de narrador jajaja (al menos lo creo). De igual forma tuve dudas respecto al capítulo, sobre si editarlo, cambiarlo o solo pasar de él, pero lo ocurrido es bastante importante. Aun así espero que les haya gustado. Y sí, en el siguiente capítulo también será uno diferente. Creo que esta vez es fácil adivinarlo :D

Gracias a Kazumi Yagami y a Cata por sus comentarios. Los agradezco de todo corazón .

Como ya mencioné arriba: ¡Feliz Navidad!

Sin más qué decir, me despido. ¡Mis mejores deseos para todos ustedes en estas fechas!

Ellie…


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