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The Last Stand por JaviZzX4

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Notas del capitulo:

¡Hola a tod@s! Es cierto, por favor no me recriminen por eso, me he tardado un HUEVO en actualizar este fic, y ya no le puedo echar la culpa a la universidad (aunque en parte si lo es). En fin, traté de darle más acción a este capítulo, porque ya es hora de que las cosas se tornen más difíciles, huehue.  Espero que les guste y sin más excusas, los leo abajo.

Todos los personajes referentes a One Piece son de Oda-sama. No mios, y de antemano gracias por leer. <3

“¿D-dolorosa?... ¿Qué le pasó a su pierna?”

“…la amputamos”

“¡VI-VI-VIEJO; TU PIERNA!”

“¡OSH, SAL DE AQUÍ MALDITO IDIOTA!”

“Y dime Luffy ¿Cómo te diste cuenta de que todo esto estaba así de mal?”

“… recibí la llamada de Ace diciéndome que tomara todo lo que pudiese y me fuese a la casa de nuestro tío Shanks...”

“Debemos mejorar las protecciones que tiene El Baratie.”

“La reja de metal podría convertirse en una reja electrificada…”

“¿Están seguros?… si quieren puedo…”

“¡Venga Sanji; déjanoslo a nosotros… saldrá bien!”

--

Las cosas estaban más complicadas de lo que habían pensado, aunque eran conscientes de que su futuro era incierto, nunca imaginaron que apenas salieran del recinto serían atacados. Daban gracias a dios que Ussop fuese tan bueno con la ballesta, sino, no la contaban. Luffy por su parte no estaba nada preocupado de los caminantes a su alrededor, de hecho le parecía graciosa la forma en que caminaban o los balbuceos que hacían. Por lo que no le parecían una gran amenaza. Una vez lograron acercarse a las puertas del taller, fue el trabajo de Nami asegurarse que dentro no hubiese peligro.

- Bien... creo que todo esta normal dentro... Luffy, ve tú primero... –Susurró la chica, a lo que su compañero reaccionó inmediatamente.

No les costó entrar, de hecho ni fue necesario entrar por la ventana rota, pues se notaba a leguas que la gente del lugar había escapado dejando todo atrás. Ni puertas ni ventanas tenían cerradura lo que significaba que nadie las había forzado. Los tres intrusos inspeccionaron el lugar en busca de alguna señal que les dijese que había caminantes en su interior, eran fuertes, pero no podían estar confiados. Kira, quien conocía mejor el lugar, les señaló el camino para llegar a la parte trasera del taller donde el dueño guardaba los autos y herramientas de trabajo. El lugar estaba desordenado, había papeles en el suelo, muebles obstaculizando puertas y las paredes estaban sucias, pero aún así no se encontraban ni un solo caminante. Era extraño, pensaba la chica del grupo, si no hay caminantes, entonces ¿qué ocurrió con las personas del lugar? Sea lo que fuese solamente pedía a dios que no les ocurriese a ellos también. De repente un estruendo les puso los pelos de punta, pero al darse media vuelta, los dos chicos vieron que el responsable del sonido había sido Luffy.

- Lo siento… jeje –Se disculpó el menor, pero la chica lo miraba con ojos de furia.

- Casi me matas Luffy… quieres comportarte, por favor. –Susurró más que enojada la pelirroja, estaba a punto de darle un buen golpe.

El cocinero siguió su camino abriéndose paso por el desorden del pasillo. Debían encontrar lo antes posible la batería y algo de gasolina, ya no quería estar en aquel lugar.

- Bien, creo que aquí es… tienen que estar atentos por si ocurre algún percance –Habló Kira deteniéndose frente a una puerta de metal.- Luffy, tú y Nami tienen que buscar las cosas que necesitemos, yo vigilaré a los alrededores si hay algún peligro, recuerden que el lugar es grande.

Una vez todos tenían claro lo que debían hacer, la puerta se abrió dejando ver un gran cuarto oscuro, no había ventana alguna por la que se colará la luz, por lo que tendrían que encontrar el generador. Kira encendió una linterna que llevaba en el bolsillo, la utilizó para buscar algún interruptor que les ayudase a iluminar el lugar, pero en su búsqueda encontró algo que le paralizó. Era un caminante, estaba inmóvil, parecía como si estuviese en un transe. El cocinero les hizo señas a los chicos para que estuviesen alerta, él se encargaría de completar su parte del plan.

Luffy y Nami entraron a la habitación refugiándose tras una encimera que estaba cerca. Kira entró poco después de ellos y caminó hasta el otro extremo; acercándose al caminante. Con la linterna, el cocinero golpeó unas vigas de metal para producir ruido y así atraer al zombie hasta él. El caminante despertó de su transe, confundido y algo ansioso, se dirigió hasta el lugar del que provenían los sonidos, pero al parecer no estaba sólo, para el horror de Kira, habían por lo menos tres caminantes más en el lugar.

- ¡Demonios! ¡Nami, Luffy, ustedes encárguense de encontrar las cosas, yo los distraeré! –Y diciendo esto, el cocinero salió por la puerta seguido de todos los caminantes.

- ¡T-tenemos que ayudarle! –Habló Luffy, pero la chica le sujetó del brazo.

- Si le ayudamos, algo peor podría suceder, tenemos que seguir con el plan.

El moreno no dijo nada mas, Nami tenía razón, si algo llegaba a pasar podrían ser dos personas las afectadas en vez de una. No podían tomar más riesgos. Salieron de su escondite para buscar el interruptor. Nami había cerrado la puerta por si aparecía algo, dudaba que esas cosas fuesen tan inteligentes como para girar un pomo. Una vez encendida la luz sus esperanzas aumentaron, había un par de camionetas parqueadas, intactas y sin rastros de ser saqueadas. También había un gran galón de gasolina en una de las esquinas, perfecto para utilizarlo en el generador. La chica sacó de su mochila unas botellas plásticas las cuales comenzó a llenar de gasolina, no era la manera mas efectiva de transportarla, pero quizás sí la mas rápida. Luffy por su parte, abrió el capó de una de las camionetas para extraer la batería, pero en medio del tira y afloja del artefacto, la alarma del vehiculo comenzó a sonar espantando a ambos chicos.

- ¡Qué hiciste Luffy! ¡Apágala, apágala!

- ¡Yo no hice nada, comenzó a sonar sola! –Se excusaba el chico. Rápidamente desatornillaba la batería para poder sacarla, pero la presión de llamar la atención le impedía pesar con claridad.

- Luffy… están golpeando la puerta del garaje… -Los nervios estaban consumiendo a Nami, sabía que el sonido atraería a los caminantes.

- Ya casi… ya... ¡La tengo, shishishi! –Dijo mostrándole su premio. Sin más tiempo que perder guardaron las cosas en sus bolsos y escaparon del garaje.

Corrieron por el local intentando dar con una salida. En el camino se cruzaban con cuerpos de caminantes ya inmóviles, parece que Kira sí había logrado deshacerse de ellos en su intento de distracción. Los jóvenes sintieron que alguien se les acercaba corriendo, pero con un grito entendieron que era el cocinero escapando de una horda de caminantes. Que para su mala suerte habían sido atraídos por el sonido de la alarma y Kira no había logrado perderlos en los alrededores del local. Los tres chicos corrieron hasta los finales del pasillo y sin importarles ya nada, entraron a una habitación. Ambos varones cerraron la puerta tras de si, dejando a la horda de caminantes del otro lado. No se explicaban como es que las cosas se habían tornado de esa manera, pero tendrían que actuar rápido si es que querían salir de esa. Nami acercó un mueble que estaba dentro para bloquear la puerta, al menos así tendrían un poco más de tiempo para pensar en como escapar. Dentro de la habitación había una ventana que daba a un callejón, esa quizás seria su única vía de escape, lo malo, es que estaba bloqueada con un cerrojo.

- Creo que puedo abrirla, pero necesito tiempo… -Habló inmediatamente la pelirroja.

- Intentaré aguantar lo mas que pueda Nami-san, pero por favor hazlo rápido.

- ¡Yo te ayudo! –Exclamó el moreno.

- ¡No, ve y ayuda a Nami-san! -Le gritó el cocinero, prefería que despejaran de una vez la salida. Luffy acató inmediatamente la orden del chico y fue con la pelirroja.

- Bien... tienes que tirar cuando yo diga Luffy, sino, se romperá.

- ¡Yosh!

Nami introdujo un pequeño alambre dentro de la herradura del cerrojo, y comenzó a moverlo siguiendo un patrón para hacer que ceda. Por otra parte a Kira le estaba costando cada vez más aguantar la presión de los empujones, y les gritaba a los chicos que apresuraran el paso con la ventana. Los jovenes trabajan lo más rápido que podían, pero estaba resultando más difícil de lo que pensaban. Kira se dio cuenta que los golpeteos y gruñidos iban bajando de tono hasta ya no sentirse más. Quizás los caminantes ya habían olvidado que estaban dentro y se habían ido a buscar a otra presa. Por unos segundos reinó el silencio en la habitación, pero solo bastó una distracción para  que unas manos atravesaran la pared, espantando a los presentes. El cocinero intentó deshacerse de ellos golpeándolos con una varilla de metal que había encontrado momentos antes, pero eso no impedía del todo que las criaturas intentaran entrar.

- ¿Nami falta mucho! -Gritaba el muchacho mientras seguía golpeando.

- ¡Sólo un poco más! Ya... Casi estamos... ¡resiste! -La pelirroja lo hacía lo más rápido que podía, pero el cerrojo no respondía.

La situación se estaba complicando, la ventana no se abría y entre forcejeos un caminante había atrapado el brazo de Kira, que para su mala suerte se había distraído golpeando a otro zombie. Luffy al escuchar el grito del mayor, dejó de lado a la chica para ir en la ayuda del cocinero, y con sus puños pudo detener a unos cuantos caminantes, pero la cantidad era increíble. De repente Nami les grito que había logrado abrir la ventana, les había costado, pero por fin podrían escapar. Mientras los muchachos luchaban la pelirroja sacaba las cosas por la ventana hacia el callejón, cuidando de no estropear nada de lo que iban a necesitar. Cuando Kira vio que la chica estaba lista con las cosas, empujó al moreno para que escapara con ella, pero éste insistía en quedarse.

- ¡Vayan, rápido antes de que no resista más! -Gritaba el cocinero.

- P-pero Kira, aun hay tiempo ¡Vámonos! ¡Nami ya bajó las cosas...! -Y una vez más el cocinero rechazó al menor.

- ¡Luffy... ya váyanse! ¡Me mordieron maldita sea, váyanse ahora! -Finalmente gritó con lágrimas saliendo de sus ojos. No quería convertirse en una de esas cosas, pero no iba a dejar morir a esos chicos, y si esta era la forma en que podía darles una nueva oportunidad. Lo haría.

- Ki...ra... -Susurro al fijarse que el brazo del nombrado estaba sangrando.

- ¡Luffy! -Era un grito de Nami.

- Pero aun hay tiempo... Puedes venir... -El moreno vio como los golpes retumbaban en la puerta por completo.

- Vete...-Los ojos del cocinero se clavaron en los de Luffy.

No hicieron falta más palabras, sólo una cruzada de miradas bastó para que el menor acatara su orden. Así que alejándose lentamente de su compañero, Luffy tomó aire antes de escapar por la ventana, y aun corriendo por el callejón podía escuchar los gritos de odio que su compañero le propinaba a las criaturas. Cuando Nami vio bajar sólo al moreno, inmediatamente se dio cuenta de lo que había pasado, así que prefirió guardar silencio y preocuparse mejor en correr, no era el momento ni el lugar de llorar una pérdida. Más adelante al final del callejón apareció el restaurante, ambos agradecían que Ussop hubiese mantenido despejada la entrada.

El chico de nariz larga, quien aún se encontraba vigilando desde el tejado, vio a través de los binoculares que sus amigos se acercaban corriendo a toda velocidad. Con un grito le avisó a los empleados que abrieran la puerta del local para dejar pasar a sus compañeros, parecía que les había tocado difícil a los chicos pues venían con el rostro totalmente destruido. Ussop acabó con un par de caminantes que estaban en la periferia y decidió bajar del tejado. Una vez dentro, corrió hasta la entrada para encontrarse con que la situación no era del todo como esperaban, si bien sus amigos habían logrado conseguir lo necesitado para el local, cuando ellos salieron eran tres personas y ahora tan solo habían llegado dos.

- Luffy... ¿Qué ocurrió? ¿Están heridos? ¿Y dónde esta Kira...? -Preguntaba exaltado el tirador. Sus compañeros no le respondían, más que nada, porque estaban intentando recuperar el aliento que habían perdido.

- El…nos salvó la vida... -Fue lo único que dijo Luffy una vez estuvo más tranquilo.

Los rostros de los presentes se mostraron con dolor, perder a otro compañero de trabajo les había robado un trocito de la esperanza que les quedaba. Nami intentó subir los ánimos aclarando que no todo estaba perdido y que con mucha dificultad habían logrado conseguir los elementos que les ayudarían a proteger el Baratie, aunque eso haya significado el sacrificio de una persona tan valiente como Kira. Las palabras de la chica cumplieron su objetivo, pues sirvieron para tranquilizar el ambiente que había quedado tras su llegada, los sobrevivientes debían acostumbrarse a ser fuertes si es que querían seguir siéndolo. Después de todo ya no tenían otra opción. Algunos empleados tomaron las cosas para comenzar a trabajar, Ussop se fue con ellos para guiarlos en como armar el alambrado y también para comenzar la segunda fase del plan, instalarlo afuera.

La chica se dio media vuelta y se encontró con que Luffy estaba aún en shock, no parecía estar asustado o algo por el estilo, sino por el contrario, parecía tener mucha rabia contenida. Nami se acercó lentamente a él y puso su delicada mano sobre su hombro, las palabras no eran necesarias, puesto que sentía exactamente lo mismo que Luffy; impotencia, rabia, amargura… sentimientos que nunca pensó tener por un extraño, pero el momento en el que ese hombre había sacrificado su vida para salvarlos, ellos debían hacer lo mismo por los demás. La pelirroja sintió al tiempo que los hombros del chico se destensaban y su mirada volvía ser normal. En un corto tiempo, había aprendido que el corazón de aquel chico era demasiado puro como para permanecer en un estado mucho tiempo. La joven le aconsejó que fuese a ayudar a Ussop con lo de la cerca o que fuese a hablar con el Chef Zeff. Luffy, ya con su sonrisa habitual corrió en dirección a la habitación del mayor, un hombre viejo siempre tenía buenas historias que contar. A los segundos Nami escuchó el escándalo de su amigo y suspiró derrotada, quizás enviar a Luffy a velar por un enfermo no era una buena idea. La pelirroja se quedó en la sala principal, caminó hasta uno de los sofás del lugar y se sentó a chequear su celular. Había estado ocupada mucho tiempo y no había podido revisarlo así que lo sacó de uno de sus bolsillos, pero como supuso; estaba muerto. Debía encontrar una batería y pronto. Con esa idea en mente abandonó el cuarto.

Las semanas pasaban y gracias a la valentía de muchos, el restaurante por fin pudo quedar completamente aislado de la pesadilla que se llevaba a cabo en la ciudad. Ussop se sentía sumamente orgulloso que detrás de un par de intentos fallidos, su plan con la reja finalmente estuviese funcionando. Para sorpresa de la pandilla había más hombres, dentro del lugar, que estaban familiarizados con el tema así que instalarla se les había hecho mucho más fácil. Por otro lado, dentro del Baratie, los sobrevivientes más capacitados se habían organizado en grupos para salir en búsqueda de más personas y recursos. Uno de los mejores equipos era conformado por Luffy, Zoro, Nami, Ussop y finalmente Sanji, que con el paso de los días se habían vuelto mas unidos entre ellos. De hecho, muchos de los rescatados por el mismo equipo les habían puesto el nombre de “Los Mugiwaras” en honor al sombrero de paja que Luffy siempre llevaba puesto. Cada uno de los miembros del grupo poseía una habilidad especial, sumada a la fuerza e ingenio que los caracterizaba los convertían en un equipo casi imparable. En la confidencialidad del tiempo le habían prometido a Luffy llevarle con su tío Shanks, por el momento, parecía ser una necesidad bastante presente en la mente del moreno, así que no podían negárselo. Otra particularidad de la pandilla es que poseían un vehiculo propio, un Chevrolet N300 Max(*), que no era nada más que un mini furgón de carga apodado “Going Merry”. Éste vehículo pertenecía a la  Distribuidora de lana “Merry’s Company”, una gran empresa que estaba en manos del padre de Kaya, la joven prometida de Ussop. Cuando todo el mundo se había ido a la mierda, ella se lo dejó al chico de nariz larga antes de morir. Por eso para Ussop poseía un gran valor sentimental. Pero lo que más le gustaba a Luffy era gran cabeza de oveja que tenía en la parte delantera del techo, así que se convertía en el vehiculo favorito de casi todos.  Por otro lado y como era de esperarse hubo altos y bajos, mantener las cosas en calma durante algunos días se hacía realmente difícil, pero al final gracias a la cooperación de todos lograban salir adelante.

--

Ese día era temprano en la madrugada, y Sanji junto con Zoro habían sido mandados a recolectar víveres dentro de uno de los supermercados del área. Sería su última misión antes de partir, pues Luffy aun debía llegar hasta donde Shanks y habían decidido en la mañana que partirían en busca de aquel hombre.

-Oi, marimo. Intenta no alejarte mucho de mí, no quiero tener que buscarte entre tanta basura. –Susurraba un poco tranquilo el cocinero, pero de igual forma mirando hacia todas partes por si algo aparecía.

- ¿Eeeh? ¿Qué dices Cocinero, quieres que te rebane antes de llegar? –Le contestó el mencionado haciendo notar su enfado, y por señas de su amigo entró al local sin mucho drama.

El rubio no hizo más que chistar, le importaba poco seguir el juego de ese tipo, ahora tenían cosas mucho más importantes de las que preocuparse. Sin hacer mucho ruido se adentraron por escombros de lo que antes había sido una importante cadena de supermercados, las cosas en la ciudad se habían puesto rudas cuando el ejército se había querido hacer cargo y el resultado fue un gran aumento de civiles muertos producto de bombardeos inesperados. “Menuda mierda se les ocurre hacer... Ineptos” pensó con rabia el cocinero. Sanji miró a su compañero, pocas veces tenía la oportunidad de compartir  misiones con él, puesto que siempre le asignaban la tarea de cuidar de su abuelo o cocinar para todos, así que no se había percatado de lo bueno que era ese tipo a la hora de acabar con los caminantes. Ambos tenían un excelente oído, eso lo sabía muy bien, pero Zoro tenía una perfecta desenvoltura con la katana; lo que había dejado atónito al joven cocinero, ya que nunca había visto a alguien usar una. Lo único que manchaba esa imagen de súper hombre, era el pésimo humor del peliverde, su pereza efímera y su terrible sentido de orientación.  Rió para sí mismo, recordó el momento en el que su abuelo le había dicho que ambos eran igual de testarudos, tocando su lado sensible al compararlo con un marimo.

El lugar estaba silencioso, pero se podían sentir los murmullos de aquellos que ya no vivían,  lo que mantenía alerta al par. El supermercado había sido saqueado por todo quien había tenido la oportunidad, pero de igual forma aún le quedaban víveres suficientes como para abastecerles por una o dos semanas. El espadachín comenzó a echar todo lo que podía servir a una de las mochilas que le habían facilitado, no importaba qué, pero cualquier cosa que fuese útil tenía que llevárselo. Sanji vigilaba los pasillos en caso de que algo apareciera, pero como podía percibir las cosas estaban bastante despejadas de caminantes.

- Oi cocinero ya estamos lis... -De la nada un leve temblor comenzó a sacudir el piso del establecimiento poniendo en alerta a ambos jóvenes. Zoro miró a su compañero, pero este le hacía señas para que se quedaran quietos. No parecía un temblor normal, la magnitud del movimiento era distinta a uno natural, parecían golpes... O quizás bombas.

- Están bombardeando algo... -Habló el rubio. Efectivamente era así, pues se comenzaban a escuchar los estallidos en algún lugar cerca del supermercado. De repente un estruendo se escuchó dentro del establecimiento, espantando a ambos chicos.- ¿Qué rayos está pasando ahí fuera?

- Creo... que puedes preguntarle a esa cosa... cook... -Zoro mostraba un tono de espanto en sus palabras, y como no estarlo si la criatura que aparecía frente a sus ojos era como sacada de un cuento de terror.

Sanji miró en la dirección que señalaba el espadachín, y su cuerpo se paralizó. Frente al horror de sus ojos aparecía una criatura inhumana, amorfa y gigantesca. Algo que en sus vidas habían visto, realmente era como sacado de un juego o una película, puesto que eso de ninguna manera podía ser un caminante normal, era demasiado grotesco como para haber sido humana alguna vez, sus brazos eran gigantes masas de carne putrefacta y su cuerpo era casi del porte de un automóvil. Lo que simulaba ser su rostro, cubierto de sangre, estaba deformado y magullado, seguramente como resultado de los bombardeos anteriores. El monstruo parecía no poder ver o había quedado ciego en el combate, ya que golpeaba las paredes y el suelo intentando tantear el terreno que tenía a disposición.  Ambos chicos estaban petrificados, intentaban hacer el menor ruido posible, hasta llegar al punto de aguantar la propia respiración. Atentos vigilaban cada movimiento del nuevo caminante, ya que no tenían idea cuanta fuerza poseía o que tan ágil eran sus movimientos, por lo que aventurarse siquiera a atacarlo era algo que debían pensarlo más de dos veces.

De un momento a otro el caminante se quedó quieto, olfateando quizás la esencia de sus dos nuevas víctimas. Zoro presintió lo que iba a suceder, así que rápidamente cogió una botella de cristal que se hallaba en el suelo, y juntando toda su fuerza la lanzó lo más lejos que pudo. La criatura inmediatamente se volteó para escuchar el nuevo ruido que se producía en las lejanías, llena de furia corrió hasta donde supuso que estaba el responsable, desapareciendo así de la vista de ambos chicos.

- ¿Qué…qué er…? -Intentó vocalizar el rubio, pero de la impresión sus palabras no salían. Sintió la mano de Zoro jalar la suya, obligándolo a moverse quién sabe donde.

- ¡Tenemos que salir de aquí cook! -Fue lo único que dijo el peliverde. Intentaron volver por donde habían entrado, pero antes de dar la vuelta en un pasillo un caminante fue lanzado como un proyectil hacia ellos. La otra criatura andaba cerca- ¡Mierda por aquí no!

El pánico de la situación comenzaba a carcomer los nervios de Zoro, pues era el único de los dos que no había quedado en shock. Sanji por muy fuerte que fuese físicamente, aún le faltaba fomentar la fuerza de espíritu, había logrado aceptar la situación en la que estaban gracias a su abuelo, pero al ver esa cosa gigante… había quedado realmente mal. El espadachín se concentró lo más que pudo en encontrar una salida y rápido, pero para su mala suerte no había grietas, escaleras o algo que les ayudara a salir, todo eso estaba del otro lado. Y aunque por un instante pensó que ya no había salida, frente a sus ojos apareció su salvación, una puerta con un cartel de “storage room” y a pesar del que el espadachín no tuviese idea que significaba corrió hasta ella, entrando inmediatamente al asegurarse de que no hubiese nada dentro. La habitación no era muy amplia, de hecho, a penas cabían ellos dos de pie, pero nada le importaba con tal de estar a salvo.

- No sé que está pasando cook, pero esto... ¡Esa cosa no es normal! -Susurró aún intentando recuperar el aliento y la compostura. Y aunque hablara el pobre cocinero aún seguía metido en sus pensamientos.- ¿Cejas de sushi, cook, cejillas? ¿Holaaaa?

- ¡Silencio!.... Demonios, necesito un cigarro...

- ¿Qué? ¡No intentes fumar aquí idiota! ¿Te das cuenta de lo encerrado que estamos?

- No marimo... Es que necesito... Tsk, maldición ¿Qué era esa cosa? -Susurró Sanji de forma alterada, no podía ordenar sus pensamientos.- ¿De donde salió?  ¿Era un caminante? ¿¡Viste su tamaño!? Joder...

- Estoy en las mismas que tú cejillas, pero ahora no es momento de alterarse... Y guarda eso.- Reprochó el que Sanji siguiese con la idea de fumar un cigarrillo,  por favor,  estaban encerrados.- Por ahora lo único que podemos hacer es escondernos aquí... Aún siento sus pasos afuera...

Por su parte el rubio se sentía incómodo, necesitaba controlar sus nervios y para eso debía fumar, el tabaco era su único relajante efectivo, pero el marimo tenía razón. Era ridículo intentarlo en un lugar en el que apenas cabían dos hombres parados. Luego de esa leve discusión pasaron unos minutos en silencio, la tensión en el aire era tan densa, que casi se podía cortar con tijeras. Aun podían oír golpes estruendos a lo lejos, así que lo mejor sería quedarse un tiempo más allí, por lo menos unos 10 minutos.

Sanji daba gracias a Dios que la criatura estuviese ciega, sino, a saber que hubiese pasado con ellos. También daba gracias por que su compañero tuviese tan buenos reflejos, aun no podía creer que se hubiese quedado paralizado. Tan solo recordarlo le sacó un suspiro amargo.

- Ya cálmate cocinero, no se me ocurrió otra idea que esta…-Respondió Zoro, refiriéndose a encerrarse juntos.

- Cállate marimo, no es eso…-Susurró el cocinero un poco frustrado. No era precisamente la cosa de afuera que lo tenía tenso en este momento, en parte era porque el rubio odiaba los espacios pequeños, no era claustrofóbico, pero simplemente no le agradaban. Y por la otra era el hecho de estar encerrado dentro de, prácticamente, un armario de metro cuadrado, junto con un HOMBRE-ALGA. Realmente era lo peor que le podría haber pasado. “¿Por qué no podría haber sido Nami-swan?” Se decía mentalmente. Luego se reprochó, mejor que se comieran al marimo que a su damisela.

- Tampoco es que me agrade mucho estar atrapado aquí contigo, además de que en ese momento fuiste un inútil,  ¿sufres crisis de ansiedad? Eres un chiste cejillas...

- No me llames así idiota, y fue de la impresión, no es gracioso...

- Cómo sea, mueve un poco tu pierna, quiero estirar las mías -Zoro rozó con su mano el muslo del rubio intentando moverle, pero se dio cuenta que éste estaba demasiado tenso.- Oi cook, ¿Aún quieres fumar?

- No -Contestó Sanji intentando alejarse de él.

- ¿Qué es entonces? ¿Sigues con miedo?

- ¡No!

- ¿Entonces?

- No es nada marimo, deja de molestar y quédate en silencio, tan sólo quiero salir de esta maldita caja. -Finalizó la expedita conversación. Y aunque éste insistiese en que le dejaste tranquilo, Zoro no quiso hacer caso a lo que pedía el cocinero.

El espadachín no era muy de escuchar los problemas de la gente, la verdad, solía quedarse dormido antes de alguna larga historia o simplemente no prestaba atención, pero con Sanji era diferente. Zoro sabía que no era normal la forma en la que el rubio estaba actuando, sobretodo porque nunca le había visto reaccionar de esa forma frente a una situación así. No muy beneficioso, así que si ambos querían volver sanos al refugio, tendría que ayudarle.

- Escucha cejillas, no soy bueno en estas cosas, pero tienes que respirar... -Susurró mirando directo a los ojos del cocinero. Sanji le contestó que aunque quisiese, lo único que lograba relajar su ansiedad era el tabaco. Más que cabreado el peliverde agarró los brazos del chico, le atrajo a su cuerpo y se apoyó en la pared. El rubio se resistía a estar así de cerca del espadachín, como si un abrazo le fuese ayudar, pero aunque lo intentara Zoro no le dejaba ir.- Trata de seguir el ritmo de mi respiración, venga imítala... Tienes que relajarte…

Sanji cerró sus ojos fuertemente, estaba avergonzado, nunca, en sus 19 años un hombre había tenido la oportunidad de abrazarlo de esa forma, sobretodo un tipo como Zoro. Sentía como los brazos del marimo rodeaban su cuerpo y lo apretaban contra el suyo, cosa que en vez de ayudar, le alteraba más, porque la vergüenza no se la tapaba nadie. Sabía que si no hacía lo que pedía Zoro, este no le dejaría ir, así que sin decir palabra comenzó a inhalar y exhalar lentamente siguiendo el ritmo que su compañero tenía. Pero para sorpresa del mismo rubio, al tiempo su cuerpo comenzó a detener los temblores y ya no sentía esa necesidad intrínseca de fumar, su miedo se había ido y su mente volvía a estar estable. Pasaron un pequeño lapso más en esa posición, sincronizando sus respiraciones, hasta que un leve carraspeo sacó al moreno de sus pensamientos.

-Ejem Marimo… Y-ya no escucho nada afuera…-Susurró aún apenado el rubio.

- ¡Ah… si, si! Yo tampoco escucho nada… -Le respondió Zoro soltando el agarre inmediatamente. El peliverde se maldijo en silencio, la situación se había alargado más de lo previsto… ¡Pero! se dio cuenta que su improvisada idea había funcionado, pues el cocinero se veía mucho más relajado.  

Ignorando un poco la escena anterior, el espadachín abrió con sumo cuidado la puerta, esperaba ya no encontrar a ni un caminante, estaba ya arto de todos esos problemas. Una vez pudo comprobar que todo estaba en silencio, salió algo aliviado a estirar las piernas. El rubio le siguió de cerca, sólo que agradecía en silencio que ya pudiese encender un cigarrillo, si bien el marimo le había ayudado, la famosa “ayuda” era la que ahora le provocaba ganas de fumar. Ambos revisaron sus mochilas, parecía no faltarles nada, así que con el pensamiento de salir de allí lo más rápido posible corrieron hasta la puerta principal del lugar. Ese caminante gigante no volvió a aparecer por ningún lado, lo que era como una bendición para ellos, pero tendrían que decirle al resto sobre lo que les sucedió en el supermercado. Ya no tendrían que protegerse de las hordas y zombies solitarios, sino que ahora también tendrían que idear un plan en caso de que una de esas moles de carne les atacara. Cuando llegaran al restaurante tendrían mucho que explicar, evitando obviamente la parte del encierro, aún Sanji se sentía un poco abochornado por el hecho de ser “consolado” por el marimo-bueno-para-nada, aunque esta vez quizás sí le haya servido para algo.

Al cabo de unos minutos ambos chicos llegaron sin muchos contratiempos al restaurante, tan solo un par de caminantes que eliminaron sin mucho problema durante el camino. Las grandes compuertas se abrieron dejando pasar a los muchachos, y un par de personas se acercaron para recibir sus recursos y a darles un poco de agua. El cocinero  aprovechó para escuchar las novedades del día, así que se quedó conversando con los sujetos. Por su parte, Zoro se adelantó entrando primero al edificio, para encontrarse con que el pequeño de sombrero de paja  estaba hablando muy animadamente con algún refugiado. Cuando éste vio entrar al espadachín a la habitación se despidió del extraño y corrió hacia él.

- ¡¡¡ZOOROO VOLVISTE!!!  ¿Cómo les fue? ¿Trajeron mucha comida? Shi shi shi~ -Dijo una vez estuvo más cerca. Luffy sonreía de lado a lado, tal y como un cachorro esperando su premio.

 - Joder Luffy ¿Acaso a ti sólo te importa la comida? -Le respondió Zoro con una sonrisa, a lo que el mencionado río con inocencia.- La verdad… no fue fácil, pero nos fue bien. Trajimos varias cosas, aunque no gracias al cejillas, ya que me di cuenta que es más inútil de lo que pensábamos… Jajaja –Una sonrisa socarrona se perfilaba en su rostro, ya que eso último lo había dicho a propósito, pues el rubio estaba recién entrando por la puerta y obviamente lo había escuchado.

- Tsk, sigue hablando y haré puré de marimo para la cena, espadachín de pacotilla -Respondió el rubio sin alterarse por las palabras de su compañero. Estaba tranquilo, tenía un cigarro, ya estaban en el refugio y tenía la certeza que Zoro no diría nada de lo que pasó antes, aunque no hubiese sucedido mucho.

- Ahh~ puré de marimo…  ¡Sanji cocíname un poco!

- Cállate Luffy, no seas tan idiota –Habló algo molesto Zoro.

En lo que los tres chicos discutían, uno por la cena y los otros dos por boberías cualquiera, un agudo grito los dejó completamente en silencio. Miraron en dirección a una puerta de donde se escuchaban unos fuertes pisotones, estos se acercaban casi corriendo hasta donde ellos se encontraban. Se trataba de Ussop y por su rostro, no se traía nada bueno.

- ¡E-EL MERRY NO ESTÁ! -Gritó con unas exageradas lágrimas en los ojos.

-¡QUÉ! –Exclamaron Luffy y Zoro.

- ¿Pero cómo?... Si la única que tenía las llaves es...Nami-swan.

 

Notas finales:

¡Pobre de Kira! Es el hombre más valiente que he conocido en la vida :c 

¡BUEEEEENO! Espero realmente que les haya gustado, si no fue así, les pido mil disculpas. Como siempre, recibo besos, abrazos, tomates y reviews de amor, aunque sea un pequeño corazón me basta. ¡L@s quiero mucho, nos leemos más a futuro!

(*) Going Merry:Furgón.  


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