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The Last Stand por JaviZzX4

[Reviews - 34]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Heeeey ¿Cómo están? Lamento mucho actualizar taaaaaan tarde, pero es que comenzamos un montón de actividades con mi grupo y he estado atareada toda la semana ;w;  Aquí les dejo la continuación del fic, espero que les guste y no se desesperen, pronto llegará lo bueno~  

Como siempre; los personajes de la serie NO me pertenecen son proviedad de Oda-sama. 

Sin más que decir les dejo con el capítulo de hoy. 

“¡Luffy que bueno que contestas!, escúchame bien, necesito que vengas a la casa del tío Shanks… ¡RÁPIDO! No puedo ir hasta ti, son demasiados Luffy…”

 

“Shishishi, creo que tienes problemas~ ¿No?”

 

“¿Libertown? Mm... Podría ir para allá también...”

 

“Oi... Al menos si vamos a estar juntos dime tu nombre... yo soy Roronoa Zoro...“

 

“Shishishi... Me llamo Monkey D. Luffy”

 

“Mm… ¡Ya sé! ¡Tenemos que ir donde Sanji!”

 

“¡Hay que pasar Zoro!....”

 

“¡OE LUFFY, NO CREO QUE LA TABLA RESIS...!”

 

“¡LUFFY!”

 

--

Tan repentina como llegó, una flecha había dado justo en su cráneo, dejando caer al suelo su delgado cuerpo inerte.

Zoro sintió el grito de su compañero, y no pudo hacer más que pensar lo peor. Estaba desesperado por ir e intentar ayudarle, pero esos últimos caminantes le habían quitado mucho tiempo. Corrió hasta el lugar donde se encontraba Luffy para comprobar si sus expectativas estaban en lo cierto, pero al llegar hasta él no fue su cadáver lo que encontró, muy por el contrario,  el moreno se levantaba sacudiéndose el polvo de las ropas, riéndose como si no hubiese pasado nada y pateando a un lado aquel caminante con la flecha en la cabeza. El espadachin dio el suspiro de su vida, las cosas SI que estaban muy tensas. 

-¡Aaaah! Estuvo cerca, shishishi… -Zoro golpeó su hombro por el comentario, con cosas así no se jugaba. 

-Venga Luffy tenemos que… -El sonido de unas rocas siendo pisadas le advirtió que había alguien más con ellos, de todas formas dudaba absolutamente que el responsable de la flecha hubiese sido un héroe anónimo.

 Zoro le indicó al chico que se escondiera tras uno de los mostradores, éste nuevo invasor no era un caminante pues estaba siendo sigiloso y por lo que él sabía, esas cosas no eran así.  Sus ojos buscaron por todo el recinto intentando dar con el responsable del sonido y, probablemente, de la flecha. Se fijó en tantas cosas como sus ojos se lo permitieron, cuadros, muebles, puertas, escombros y no daba con nada…  hasta que… 

-No te muevas... -Habló fuerte y claro a un par de pies que se veían tras una pared rota.- Oye tú… muéstrate, no somos caminantes… así que sal…-Hablaba en tono de orden mientras sacaba su katana.

-N-no me hagan daño… s-se arrepentirán, pues maté a ocho mil caminantes con una s-sola de mis flechas… -El chico balbuceaba nada más que mentiras, muy obvias para el espadachín, pero no tanto para Luffy, quien se veía muy sorprendido por lo que contaba el extraño.

-¡Wooooooow! ¡GENIAL! –Iba a acercarse al otro tipo, pero Zoro le detuvo.

-No nos vengas con mentiras… -Sus ojos espiaban por completo al individuo que había salido de su escondite, efectivamente era el responsable de la flecha ya que llevaba una ballesta en la mano. Era moreno, delgado, con una nariz larga y extraña. A pesar de contar tan heroicas cosas, sus piernas no dejaban de temblar al igual que su voz. 

Ignorando la advertencia de su compañero, Luffy corrió hasta el chico de nariz larga gritando agradecimientos por haberle salvado instantes antes, pero justamente cuando estaba a punto de llegar hasta él, una chica de pelo anaranjado le golpeó con un palo bastante largo. Al verlo Zoro se puso inmediatamente a la defensiva apuntando su katana al escandaloso grupo que estaba más adelante. Caminó hasta ellos sin perderlos de vista, pero al estar más de cerca logró darse cuenta que aquellas personas parecían tener más menos su edad y estaban igual de asustados que ellos. De hecho el joven no dejaba de regañar el actuar de la pelirroja.

-¡Nami! ¿Por qué hiciste eso? ¡Le salvé; no para que lo golpearas! -Hablaba algo nervioso, tenía miedo de que eso enfureciera a aquellos extraños. 

La chica mostró signos de arrepentimiento, y esperaba no haber metido la pata. Se excusó diciendo que había pensado que su amigo estaba siendo atacado por otra de esas cosas, y que sin dudarlo dos veces atacó al sujeto frente de ellos, pero que al final resultó ser una persona normal.

-Uhh... lo siento~ estaba oscuro… y ya sabes…–Dijo mientras cerraba los ojos y sacaba la lengua, por suerte a Luffy no le había molestado en absoluto.

-Esta bien, no duele tanto shishishi… ¡Oh, por cierto! ¡Mi nombre es Monkey D. Luffy! y él es mi amigo Zoro...-Les dijo una vez el chichón en su cabeza se había ido. 

Zoro les saludo con una sonrisa y un gesto de manos, después de todo no parecían malas personas. Ambos se presentaron como Nami y Ussop, la chica les contó que andaban en busca de provisiones y refugio, hasta que un par de atolondrados había atravesado el techo casi aplastándolos entre tanto escombro, el joven de cabellos verdes miró con ojos acusadores a Luffy, pero éste no dijo nada, simplemente le sonrió. Luego Ussop finalizó diciendo que al ver su forma de pelear y lo bueno que eran matando esas cosas, no podía dejar que el moreno muriera por un simple descuido, no quería ver más gente sufriendo de esa forma. Todos estuvieron de acuerdo en que fue una coincidencia muy favorecedora el haberse encontrado en aquel lugar.

-La verdad… nos vendría bien una ayudita, ya saben, como para mover alguno de estos escombros –Señaló la chica.

-¡OH claro! Tengo hambre... y no creo resistir hasta llegar con Sanjiiii... –Finalizó Luffy con una gran sonrisa.

-¡Bien! Entonces esos escombros de allí hay que sacarlos con cuidado, una vez despejado el camino el almacén será nuestro –Dijo Nami mientras miraba un mapa que tenia en su bolso.

 Luffy y Ussop acataron las ordenes de la chica, mientras Zoro refunfuñaba por lo bajo,¿Quién la había nombrado jefa? Se preguntaba, pero bueno…él también quería entrar a ver, así que no reclamó más y cooperó con los otros dos. Luego de que los tres chicos terminasen de sacar las piedras y palos, intentando hacer lo menos ruido posible, la puerta se abrió dejando a la vista un lugar oscuro y silencioso. El entusiasmo del joven capitán por saquear algo que comer aumentaba de momento, pero nadie le dejo entrar sin asegurarse de que no hubiese caminantes. Ussop echó un vistazo rápidamente dentro de la habitación con un tipo de lentes de visión nocturna, una vez se aseguró de que estaba todo en orden, les dio una señal a sus compañeros para avanzar. Zoro entró primero y al mirar a su alrededor se dio cuenta de que no era lo que esperaban… o por lo menos, lo que Luffy esperaba pues habían rifles, hachas, pistolas, cañas, munición y de todo para salir de caza, pero no había rastro de comida en esa tienda, nada que no fuese algo de cebo y comida para perros. Dadas las condiciones de la situación era una suerte que llegaran a una tienda de armas. Zoro continuó explorando el lugar, se acercó al mostrador y se encontró con un revolver en perfecto estado, lo admiró por un buen rato, finalmente determinó que sería bueno llevarlo por si se daba el caso y lo guardó dentro de su hamanaki. No quería que se volviese a repetir la situación anterior.

- Mm… es mejor de lo que esperaba –Susurró Nami.

Observando las ventanas y puertas encontraba las mismas señales que en el resto de la ciudad: desesperación, desesperación por estar a salvo a toda costa. Éstas poseían una gran cantidad de tablas mal clavadas y también prácticamente todos los muebles del lugar obstaculizando las entradas. Le daba lástima pensar que también en otras partes de la ciudad la situación era de esta manera. Sin perder más tiempo depositó toda su atención en un mesón de cristal que tenía por delante, revisándolo bien encontró dos pistolas de carga simple, no creía que hubiese problemas si las tomaba “prestadas”, así que las cogió y le pasó una a Ussop en caso de que algo ocurriese. El chico de nariz larga agradeció el gesto y fue a por más flechas para su ballesta, la verdad es que ese tipo de cosas le venían mucho mejor que una pistola, no hacían tanto ruido y la munición era casi infinita.

- ¡Que aburridooo.... yo quería comida! –Se decía Luffy apoyando su mentón en una mesa. No estaba feliz, pues no le interesaba ni una de esas cosas, él prefería sus manoplas de acero. Después de un rato miró a Nami quien seguía revisando cajones y estantes, estaba algo herida, pero no como para preocuparse demasiado. El moreno estuvo un momento meditando lo que había ocurrido antes e inmediatamente se le vino una idea a la cabeza.- ¿¡Quieren venir con nosotros!? –Lanzó la pregunta al aire muy entusiasmado dejando a los tres chicos sorprendidos por la oferta.

- Será mejor que luchar contra esos caminantes allí fuera –Acotó Zoro a la propuesta del chico con una sonrisa en su rostro, de todas formas si algo había aprendido en el poco tiempo que llevaba con Luffy, era que el menor nunca se retractaba de sus palabras, así que no era discutible el tema.-pero si se pierden no los buscaré.

-¡Pero sí el que se pierde eres tú; Zoro! Jajajaja –Rió el chico.

-¡Calla! E-eso no es cierto… 

-Yo… no sé que decir…-La chica se sorprendió bastante por el comentario de ese extraño. Miró a Ussop con algo de emoción, por un momento adivinó lo que su amigo pensaba exactamente. Era obvio que ellos dos no sobrevivirían por mucho tiempo solos… y estos tipos eran bastante fuertes, siempre es bueno tener a alguien quien proteja tu espalda, y vise versa. La pelirroja miró a los ojos a Luffy y aceptó su oferta, de una u otra forma depositarían su confianza en él.

-YEEEA… -Nami y Ussop taparon inmediatamente la boca del ruidoso chico, aún no estaban completamente fuera de peligro.

 Luego de unos minutos todos ya tenían lo necesario para partir, estaban bastante satisfechos con el hallazgo, pues ahora tenían en su poder armas de fuego, cuchillos, flechas y balas. Si seguían el plan de Luffy, que era ir al restaurante, llegarían en un par de horas al Baratie. Dejaron la tienda con mucho cuidado y comenzaron su trayecto sigiloso por las calles de la ciudad, extrañamente estaba todo bastante tranquilo, los gritos habían cesado y ya no había mucho humo saliendo de los callejones. Para ser sinceros, ahora que poseían otro tipo de armas se sentían un poco más tranquilos, éstas al ser de fuego poseían un rango mucho mayor y las pistolas tenían silenciador por lo que no les preocupaba el ruido que causaría disparar una, lo que más les preocupaba en ese momento era encontrar un refugio y algo para comer. Habían pasado poco menos de treinta minutos cuando Luffy comenzó a quejarse de su malestar nuevamente.

-Ya me canseeeeee, no quiero caminaaaar....

-Escucha Luffy, estamos pasando por este maldito edificio, y esta todo bien jodido… ahora no ¿si? –Le susurró el peliverde mientras contaba a cuantos caminantes tenían enfrente. Habían recorrido unas cuantas calles sin parar, pero con esas cosas fuera ¿Quien podría descansar? Siquiera podían distraerse un poco.  Con un ágil movimiento se deshizo de la mayoría y la chica término con el último que quedaba en pie.- despejado...

El moreno suspiró un poco decepcionado, realmente no quería molestar, pero tenía hambre… y no podía evitarse ya que era algo muy normal en él. Aunque pensándolo bien, si las cosas se iban a poner así de malas desde ahora en adelante, pensó que quizás debería comportarse con un poco de seriedad y esperar hasta llegar donde Sanji, pero el puchero se mantendría en su rostro. Después de avanzar unas cuadras más allá, cruzando una esquina Ussop vio algo que hizo brillar sus ojos, era una camioneta que al parecer estaba intacta y sin rastro alguno de saqueos. ESA, era una buena salida del peligro que era caminar por la calle. Todos corrieron a ella vigilando por si algún caminante estaba cerca, nunca se sabía.

-Quizás… si logro abrirla pueda encenderla con el primer contacto… -Explicó Zoro a su grupo.

Apartando al chico de nariz larga del camino, Zoro no tardo en romper el vidrio y abrir la puerta por dentro, dejando un poco sorprendido al tirador. “¿Qué?” fue lo único que respondió al ver las caras de sus nuevos compañeros. Sin más tiempo que perder todos entraron al auto, quedando el espadachin como conductor, Luffy como copiloto y los dos nuevos atrás. No poseían las llaves de la camioneta, pero para el peliverde eso no era un problema, a decir verdad ya había hecho eso antes, tener un amigo mecánico tenia sus ventajas. Mientras Zoro se encargaba de encender el motor, los demás vigilaban por las ventanas en busca de movimiento, pues el romper la ventana había hecho bastante, bastante ruido.

-¡Rápido, Zoro! –Ordenó algo asustada Nami- ¡Algo viene hacia acá!

Efectivamente, el ruido causado por el vidrio roto había llamado la atención de los caminantes cercanos. Luffy reía eufórico al ver tanta gente “estúpida” caminando torpemente hacía ellos. Los zombies se acercaban cada vez más, y con un vidrio resquebrajado no habría mucho que hacer. Con algunos intentos desesperados, y gritos por parte de la chica lograron hacer partir al auto y este salió prácticamente "volando" por la calle. Iban a tal velocidad que no tardaron en dejar atrás a los caminantes.

- Ajaja... ¡estuvo cerca! –Zoro miró a los chicos sentados en la parte trasera, pero estos estaban más pálidos que los mismos zombies.

-Gracias…a dios... –Susurró el tirador una vez el alma le había vuelto al cuerpo.

Ussop miró a su lado y Nami aún seguía conmocionada apretando con fuerza un tirante de su mochila, la verdad no la culpaba, nada de lo que estaba pasando en las últimas horas era normal… ¿Cuánto duraría esta pesadilla? Dirigió su mirada a las casas en mal estado que se cruzaban en su camino, tanto esfuerzo por sacar adelante esas edificaciones y ahora en un par de horas todo eso se había ido al carajo. En un momento tuvo que sujetarse bien, porque el espadachín esquivaba violentamente un autobús volcado en la mitad de la calle. Aún podía ver como del mismo vehiculo salía humo por las ventanas, también como la sangre chorreaba del metal, asientos, vidrios e incluso como uno que otro caminantes revoloteaba dentro. La sola escena hizo que apartara la vista un momento ¿De verdad tendrían que acostumbrarse a eso? Nunca en su vida había pensado que tendría que robar para sobrevivir y eso, era lo que más le aterraba, tener acostumbrarse a esta realidad...pues sabia muy bien que no serían los únicos en esa situación. Volvió a mirar por la ventana, otro bus había corrido la misma suerte del anterior, ahora que lo pensaba ojala no les llegara a pasar lo mismo, había sido un golpe de suerte en encontrarse con estos tipos, Zoro le daba miedo y Luffy parecía algo torpe, pero se notaba que eran buenas personas. Algo a través de la ventana llamó por completo su atención nuevamente…se trataba de otro bus muy igual a los dos anteriores. Se volvió para mirar a su compañera, quizás ella sabía lo que estaba pasando, pero el aura que emanaba de ella hacia evidente que la chica estaba a punto de perder los estribos, Ussop se asustó, no le gustaba hacer enojar a Nami, no era para nada bueno. Por otro lado Zoro refunfuñaba mil cosas en contra de las calles y a su lado Luffy reía como loco. Nami no resistió más la incompetencia del espadachin y de un momento a otro lo mandó a sentarse atrás junto a un asustado Ussop.

-¡No puedo creer que lleváramos treinta minutos dando vueltas en círculos! –Gritaba la pelirroja colocándose el cinturón de seguridad.

-¡No es mi culpa que las calles se muevan solas, gruñona! –Maldecía entre dientes.

- E-es que das la misma vuelta todas las v-veces...

- ¡Jajaja hasta te pierdes en auto, Zoro! ¡Jajaja! -Se reía a carcajadas el joven moreno. El chico de cabellos verdes le miró de mala gana, quizás conducir no era lo suyo.

-Tsk.... como quieran.

Nami dio marcha atrás y luego pisó el acelerador a fondo, no quería volver a encontrarse de frente con más de esas cosas. Después de que Luffy le describiera el lugar -o de lo bien que sabía la comida- a la única conclusión que llegó, fue que hablaba del famoso restaurante “El Baratie” y por la reacción que tuvo el moreno al nombrarlo se dio cuenta de que había acertado. Jamás había entrado, pero oía muy buenos comentarios de reporteros que habían hecho notas en ese lugar. Consultó un pequeño mapa que llevaba en su bolso y se dio cuenta de que no quedaba tan lejos, en unos veinte minutos a toda máquina estarían llegando. La muchacha le rogaba a dios que el lugar no estuviese tan mal como el resto de las tiendas.

-Podríamos encender la radio, quizás estén dando una cadena nacional… necesitamos saber que lugares son seguros… -Ofreció la chica, como ahora el peligro había pasado, realmente era necesario distraerse un poco y aprovechar de obtener un algo de información.

Luffy no tardó en acatar la idea de la pelirroja. Por suerte la radio de la camioneta no estaba dañada por lo que al encenderla, ésta inmediatamente comenzó a buscar alguna señal radial que aún funcionará. Después de unos momentos de estática la voz de una mujer sonaba por los estéreos, los cuatro jóvenes quedaron en completo silencio; atentos a la información que les brindaba la reportera radial.   

“…El número de muertes confirmadas asciende a más de trescientas en un periodo de 5 días. El gobernador ha instaurado el estado de emergencia… se les recomienda a los civiles no salir de sus casas y juntar suplementos para una semana. Por otro lado, el pánico se ha expandido por todo el mundo tras un informe de la organización mundial de la salud (OMS) que indica que la última vacuna ha fallado, el gobierno mundial ha cancelado su suscripción al proyecto Z…. La ciudad de Arabasta será la primera en instaurar la ley Marcial (*)… los residentes que sean nombrados dentro de las listas deberán presentarse en las zonas de cuarenta designadas. Los altercados siguen por quinto día consecutivo, y parece que la comida se esta acabando… ”

-¡Mierda, mierda, mierda…! ¿Qué es esto de Ley marcial o proyecto Z? –El espadachín no lograba entender como es que en casi cinco días todo se había ido tan a la mierda y siquiera cuenta se habían dado. ¿Qué ocurriría si la comida se acababa por completo como lo pintaban en la radio? ¿Sería el ejército capaz de controlar la situación pasando a llevar las leyes? Miró por la ventana, no quería escuchar más problemas, si las cosas se estaban poniendo así de malas solamente tendrían que enfocarse en sobrevivir.

-No tengo idea… pero me parece que ese estado no está muy lejos de esta ciudad, espero que las cosas se arreglen antes de tener que recurrir a ella por completo… -Respondía la chica.- ¡Hey miren, parece que ya estamos llegando! Oh uh…   

-¡SANJI! -Gritó Luffy desde el vehiculo.

Más allá, una horda de caminantes bloqueaba la entrada del restaurante e intentaba desesperadamente entrar. El moreno se espantó al pensar el peligro que debían estar corriendo sus amigos en ese momento, así que le pidió a Nami que detuviese el auto. La chica accionó de inmediato y la camioneta se detuvo de golpe. Luffy se colocó sus manoplas de acero lo más rápido que pudo, y saltando del auto, fue a encontrarse directamente con esas criaturas. Primero pateándolas para que cayeran y luego aplastando con sus manos los cráneos de los caminantes, de esa forma le resultaba más fácil eliminarlos uno a uno.

-Mierda... Ussop esconde el auto y protege a Nami…-El peliverde miró un camión que se encontraba volcado en medio de la calle y se le ocurrió una idea.-  ¡…suban al techo de ese bus y desde allí cúbranos! –Gritó antes de salir rápidamente de la camioneta.

Zoro desenvainó su katana, agradecía enormemente que ésta no se hubiese estropeado con el choque del auto policial. Corrió hasta donde se encontraba Luffy, en el camino aprovechaba de destrozar a unos cuantos caminantes, la sangre y las extremidades volaban por todas partes, dejando una estela casi negra en el suelo. Zoro sintió un disparo tras él y al darse vuelta vio a un caminante desplomarse en el suelo con la cabeza destrozada, dirigió su vista al techo y le sonrió a Ussop. Le había salvado...y aunque el tipo temblara como gelatina, no cabía duda de que era un excelente tirador. Luffy por su parte seguía golpeando sin piedad a cualquier caminante que se cruzara en su camino. El chico era lo bastante ágil como para evitar que le mordieran o que simplemente le agarraran, y como sus puños eran más veloces, las criaturas no tenían mucha oportunidad contra el moreno.

-¡Saaanji! ¡Viejooo! ¿¡Están bien!? - Por un rato no sintió señal alguna, pero luego vio una silueta en el techo del Baratie que le tranquilizo, era Sanji.

-¿¡Qué haces aquí Luffy!? ¿¡Estás loco!? ¡Es peligroso afuera! –Dio un vistazo rápido al lugar, había un montón de caminantes derrotados en el suelo, un espadachin, una hermosa damisela y un chico narigón subidos en un camión.- ¡Venga rápido, tenemos que entrar!

-¡Luffy, ese tipo tiene razón, vienen demasiados y ya no podemos con ellos! – Gritó el espadachín. Tomó al moreno del brazo y le jaló hasta el interior del restaurante. El chico aun estaba dispuesto a matar algunos caminantes más, pero la insistencia de Zoro le convenció, así que corrieron hacia uno de los empleados que les hacía señas desde una ventana. El alboroto de los disparos había atraído a más caminantes de lo que podían manejar así que entrar no les pareció mala idea.

Por otro lado Ussop y Nami habían sido llamados por el rubio. Desde el techo el cocinero intentó, con un poco de esfuerzo, atraerlos hasta la plataforma del cartel  “Baratie”. Los chicos se acercaron rápidamente hasta donde se encontraba Sanji, evitando el vértigo que era mirar para abajo. En resumidas cuentas el rubio les dijo que dentro del local estarían a salvo, así que abriendo una especie de compuerta que estaba en la azotea, los tres bajaron hasta el interior del restaurante. La pelirroja entró primero ayudada caballerosamente por Sanji y el tirador prácticamente se teletransportó dentro del edificio, luego el cocinero se aseguró de que no hubiese peligro sobre el techo y cerró rápidamente la entrada.

Una vez dentro, Zoro y Luffy intentaban recuperar el aliento perdido en toda esa acción. El menor se hallaba boca arriba recostado en el suelo, una vez recuperado por completo se levantó de golpe mirando a su alrededor. El lugar realmente no estaba como esperó, las mesas y sillas obstaculizaban las ventanas junto con las rejas de metal, al parecer ahora no solo serían útiles de noche. Sacudió su sombrero de paja y se sentó como indio mirando atentamente cada persona que se encontraban en el lugar. Ahora un cocinero que no conocía hablaba con Zoro, veía como éste le tendía una toalla y revisaba al espadachín en busca de heridas, luego llegó otro de los empleados hacía él, y haciendo lo mismo que el anterior, le entregó una toalla sonriéndole. El cocinero se presentó como Kira, ofreciéndole su ayuda si es que necesitaba alguna cosa. Luffy para ser educado también se presentó, pero no le prestó mayor atención al sujeto frente a él, aunque éste insistía diciendo que habían tenido mucha suerte allí fuera, que la mayoría ni siquiera podía lograr hacer lo que ellos y que para rematar salir ilesos. Al rato llegó a la sala Sanji, que arrastraba a un petrificado Ussop escaleras abajo, este lo dejó caer al suelo para poder dirigir melosamente a la pelirroja hacia una silla, ella sólo le sonreía forzosamente.

Sanji era tan caballero que llegaba a ser algo raro.

-¿Están todos bien? –Preguntó el rubio cambiando rápidamente de actitud, todos respondieron de forma positiva, así que se dirigió al chico que siempre le sacaba de quicio- Joder Luffy ¿En qué rayos estabas pensando? Afuera está infestado de esos cabrones, no puedes llegar así como así, pudieron haber muerto allí... –Sacó un cigarrillo sin dejar de regañar al moreno, a estas alturas necesitaba una distracción con urgencia.

-Shishishi, pero… estamos bien ¿No? – Respondió mirando a sus acompañantes en busca de alguna afirmación, más ellos le miraron con un aura asesina. La verdad era que Zoro, Nami y Ussop no estaban muy contentos.

-Ah... por suerte, maldito suicida.

Zoro se levantó del suelo para inspeccionar rápidamente el lugar, se dio cuenta de que la comida había sido almacenada en las esquinas del local y las personas del interior se encontraban acurrucadas en cualquier sitio disponible. Suspiró, era obvio que esto iba a seguir así por un buen rato, no podía esperar otra cosa. El espadachín dirigió su vista al cocinero que aún regañaba a Luffy y que al mismo tiempo revoloteaba alrededor de la chica. Su cabello era demasiado rubio, su contextura era delgada, no paraba de encender un cigarrillo tras otro y parecía algo estúpido haciendo esos extraños movimientos al rededor de la mujer, ya de partida con esa primera impresión, Zoro se dio cuenta de que por alguna razón no congeniarían mucho.

-Y...dime, ¿Tú eres Sanji-kun? –Preguntó la muchacha entre tanto alboroto. La verdad es que estaba claro que aquel chico era Sanji, más que nada preguntaba para calmar el ambiente, al parecer ya no se escuchaban esas cosas fuera y necesitaba llenar sus pensamientos de otras cosas. El mencionado al darse cuenta de que la joven le hablaba, dio un par de vueltas hasta llegar a ella y le cogió la mano para luego besarla delicadamente.

- Por ti sería cualquiera Merolline~ -Sus ojos se volvieron corazones al igual que el humo que salía de su cigarro. A Nami le preocupaba severamente la cordura de los amigos de Luffy, quizás debió quedarse en silencio. – Mi nombre es Kuroashi Sanji y soy el subcocinero a cargo de esta pocilga, así que intentare ayudar en lo que pueda. –Finalizó dándole una botella de agua a la pelirroja.

-Gra…cias, hehe…-La chica aceptó la botella, pero no dejaba de pensar que aquel tipo era muy raro.

-¡Hey mocoso! ¿Y nosotros qué? –Desde una puerta apareció un tipo grande, y al parecer, muy malhumorado.

-¡SI! Patty tiene razón, nosotros también estamos metidos aquí –Se bufaba otro cocinero, un poco mas bajo que el anterior y con unos lentes de sol redondos. 

-Tsk… cállense ustedes dos, saben que pueden servirse ustedes mismos… -He ignorando a sus compañeros de trabajo, continuó cortejando a la señorita.

-Mocoso... -Bufó Carne, y haciendo un puchero se fue para otro lado, poco le importaba estar bajo las ordenes de Sanji.

El ambiente no tardó en ser un poco más tranquilo, ya no se escuchaban los gemidos de caminantes y con esas cortinas de metal reforzado no serian victimas de visitas inesperadas. El moreno se levantó del suelo colocándose nuevamente su sombrero y se sentó sobre una mesa cerca de Nami, al parecer estaba intentando encender su teléfono o algo, no se quedo mucho tiempo observándola. Caminó hasta Sanji y le preguntó el estado del restaurante, por lo que podía apreciar no estaban tan mal como esperó, pero algo en la cara del cocinero no le gustó, es como si fuese a decir todo lo contrario. El rubio encendió otro cigarrillo y antes de contar lo sucedido, le dio a éste una profunda calada, como si el tabaco le diese ánimos para hablar.

-La primera emboscada ocurrió aquí adentro... una señorita comenzó a sentirse mal, así que intentamos tranquilizarla y de repente saltó sobre un mozo y le arranco literalmente el cuello... todo fue un caos, la gente corría, los platos se rompían, no había forma de detenerlo...-El humo del cigarro salía de sus labios mezclado con el relato, parecía nervioso, algo impropio en Sanji.- Logramos sacarlos todos a fuera, pero sabes… el viejo no sigue siendo tan bueno como en sus días de esplendor... así que… lo mordieron.

 

 

 

Notas finales:

CHAN CHAN CHAAAN...

No todo podia ser feliz ¿Verdad? Espero que les haya gustado, recibo besos, abrazos, tomates y reviews <3

 

Aclaraciones del capitulo:

 Ley Marcial: Es la imposición del estado militar, en el cual todos los civiles nos convertimos en militares, sometidos a sus leyes. 


La ley marcial es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias (normalmente regulado en la Constitución del Estado), por medio del cual se otorgan facultades extraordinarias a las fuerzas armadas o la policía en cuanto a la administración de justicia y resguardo del orden público. Casos usuales de aplicación son la guerra o para sofocar rebeliones. 

En este sentido, la ley marcial se impone cuando es necesario apoyar las actividades de autoridades y organizaciones militares. Esto ocurre cuando hay necesidades calificadas como "urgentes", en las cuales las instituciones ordinarias de justicia no funcionan o si tales instituciones se estiman lentas o débiles para mantener el control de la nueva situación. La meta de la ley marcial es preservar el orden durante una emergencia. 

 


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