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Slice of Life por Radhe

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 Lluvia 


Estaban abrazados, estaban húmedos y estaban desnudos. Shion hubiera creído que en esas circunstancias las cosas avanzarían naturalmente y que -finalmente- yacería con Dohko, pero no pasaba nada. 

Habían salido a media tarde, rumbo al lago, habían estado entrenando largo rato y finalmente habían decidido darse un baño largo, la lluvia los había sorprendido a la mitad. Se habían refugiado en una de las cuevas del costado del santuario y esperaban, la ropa húmeda estaba extendida sobre las rocas, y ellos –ateridos de frío– habían terminado por abrazarse. 

Shion estaba tenso, se había imaginado situaciones íntimas muchas veces, pero ahora se sentía tan apocado; hubiera sido muy fácil -por ejemplo- extender su mano y aferrar la entrepierna de Dohko, pero no se atrevía siquiera a levantar el rostro para besarlo. 

Se habían acariciado muchas veces, pero nunca habían tenido una intimidad completa, y aunque lo deseaba, no sabía cómo pedirlo. Siempre le parecía que el chino no tenía ningún interés en ese tema… siempre era él quien provocaba los encuentros donde terminaban tocándose apuradamente bajo la ropa y separándose antes de ir demasiado lejos. Recordó aquellos episodios hasta que su cuerpo comenzó a reaccionar y se removió avergonzado. 

Fue el movimiento lo que llamó la atención de Dohko, que viendo el estado en que se hallaba su compañero, sonrió, y sin meditarlo realmente, llevó su propia mano a la erección ajena. Shion se sorprendió, de que aquello que no se había atrevido a hacer, Dohko lo hiciera con tanto desparpajo, se sintió satisfecho también y dejándose llevar por su impulso, lo abrazó de los hombros y lo jaló hacia él, hasta terminar recostado bajo su cuerpo. 

Sí, esa noche finalmente pasaría lo que tanto había estado deseando, pero si Shion hubiera sabido que Dohko aun era muy inexperto y que las rocas del suelo de la cueva realmente estaban afiladas, no se hubiera dado tanta prisa. 



 Enfermedad 


–Si quieres puedo curarte. 

Sugirió Shion, pero los ojos de Dohko casi se desorbitaron ante la sugerencia. 

–No, prefiero que no. Además es sólo un resfrío, ni siquiera es importante.

–¡Sí que es importante! Tienes una misión mañana. 

–¡Sí! ¡Y estaré en mejor condición de llevarla a cabo enfermo que curado por ti!

Shion dio una respiración rápida y no contestó nada. Consideró aquello un insulto y en verdad lo era. Sabía que su técnica curativa era dolorosa, pero había entrenado realmente duro para hacerla más soportable, incluso había veces en que era él quien terminaba sintiendo el dolor. 

Dohko se arrepintió de inmediato, pero no tuvo tiempo de decir nada, porque Shion se había teletransportado lejos. Gruñó, odiaba que hiciera eso, cuando llegaban a un punto imposible en una discusión Shion sólo desaparecía. Nunca lo dejaba disculparse. Lo que no sabía era que el ariano no necesitaba ninguna disculpa y que si se iba era para no decirle alguna cosa desagradable. 


Volvió a verlo al regresar de su misión, no había tenido ningún problema, pero Shion nunca más le ofreció su ayuda. 

 

Control 


Impidió que su cadera avanzara mucho más, sabía que aquello era doloroso, y el rostro de Dohko estaba pálido y perlado de sudor, quizá había entrado demasiado pronto, así que hizo su cadera hacia atrás muy despacio y salió de su cuerpo. 

Sin embargo volvió a intentar, se llenó los dedos de miel –no había encontrado otra cosa– y suave pero firmemente los llevó a la entrada del chino, insistiendo nuevamente. 

–Relájate Dohko, suéltate. 

Por supuesto que pedirlo era mucho más fácil que hacerlo y si el chino hubiera sabido que aquello dolía tanto de ninguna forma hubiera accedido a cambiar los roles que usualmente ocupaban en la cama. Pero sabía que él mismo no había sido muy diestro la primera vez que tomó a Shion, fue tan torpe y había estado tan ansioso que terminó lastimándolo; poco a poco habían aprendido cómo complacerse, y ahora no se esperaba aquel dolor tan intenso. 

El Ariano estaba actuando con todo el control que tenía, paso a paso; pero si Dohko no se relajaba iba a ser imposible. Decidió que si no era por las buenas…

–¡Ou!

Se quejó el chino al sentirlo entrar de nuevo. Shion ignoró su expresión y se introdujo un poco más, y un poco más, hasta que sintió que Dohko se arqueaba y le apretaba las manos en los hombros. Allí estaba, había alcanzado finalmente un punto de excitación dentro de su cuerpo, a partir de allí todo fue más fácil, Shion pudo ir moviéndose con más libertad y finalmente perder el control. 


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