Carta en rojo
Parte X (Final)
Allí estuvimos esperando, curando nuestras heridas, silenciando nuestro dolor. Harry se había ido, y sólo faltaba un Horrocrux por ser destruido, la serpiente. Pero había algo más, algo que ni Harry sabía, pero me había enterado gracias a Dumbledore unas noches antes de morir. Harry era uno de los Horrocruxes, por lo que su muerte era inminente.
Erin y yo continuábamos abrazados, con los ojos caídos y las miradas perdidas cuando un grito desorbitante sonó. Todos salimos al patio destruido para ver a los mortifagos allí, con el cadáver de Harry.
Tomé la mano de Erin mientras Voldemort nos anunciaba que Harry Potter había muerto, y que sólo quedaba rendirnos o morir. Llamó a quienes quisieran unirse y Draco fue el primero, aunque dubitativo, y se acercó a sus padres.
–Tú –susurró el señor oscuro y me señaló–. ¿Brighton Black, no es así? –miró a Bellatrix quien sonreía–. Es un pariente tuyo ¿no?
–Sí, el pequeño hijo de mi estúpido primo–su voz me producía asco, y no pude evitarlo. Usé mi mano para tirar a Erin hacia atrás, Delyan y Erick, quienes se encontraban también luchando en el castillo, le tomaron de ambos brazos para que no se acercara a mí.
–Ven aquí hijo –susurró, yo di un paso hacia él pero no lo suficiente, aún estaba lejos–. Eres una persona inteligente y poderosa, si te unes a nosotros, no solamente tú, sino tu esposo Erin Black y tu pequeño hijo ¿cómo dijeron que se llamaba, Narcissa?
–Mitchell –dijo Narcissa Malfoy, yo fruncí el ceño.
–Mitchell….hasta tendré misericordia y dejaré que te quedes con el hijo de tu padre, el pequeño ese…todos tendrán grandes puestos en el ministerio de magia –murmuró con desprecio, yo me enojé aún más.
–Jamás iría del lado de las sucias ratas que mataron a mis padres –dije con asco, Voldemort parecía enojado pero no hizo absolutamente nada.
Luego Neville se acercó, hizo un discurso conmovedor para luego matar a la serpiente. Harry volvió a la vida y los mortífagos se expandieron por todos lados, los Malfoy huyeron como las ratas que son, pero mejor para ellos, pues entre todos derrotamos a los mortífagos.
Ayudé a Molly Weasley a matar a Bellatrix, así vengando para siempre a mi padre y a Nymphadora Tonks. Luego continué con los demás mortífagos hasta acabar con todos ellos.
Algunos fueron encerrados nuevamente, y otros muertos, pero el final era inminente, y una vez que Harry nos comunicó el fin de Lord Voldemort, pudimos descansar.
Harry se me acercó en aquellos momentos, sonrió y me tomó la mano, dispuesto a decirme algo muy importante.
–Hace unos momentos, estuve con Sirius y Remus –bramó, yo abrí mis ojos, completamente sorprendido–. Sirius me dijo, que no le dolió morir, que te extraña, que te ama y amó, y que desde allí te observa siempre.
–Ha-Harry…
–Escucha –me interrumpió y prosiguió–. Le pregunté a Lupin, ahora que no podría volver a ver a su hijo, como se sentía. Él Me dijo lo siguiente, escúchalo, porque es para ti: “El sabrá que di todo para hacer de su mundo un poco mejor. Además, si viviera, ¿cómo podría respirar cada día sino tengo a mi pequeño Brighton a mi lado? Daría por él todas las vidas que me fueran otorgadas, aun así seguiría usando mi cuerpo para protegerle…..porque él es mi vida y sé que cuidará de Teddy siempre…” –lloré, lloré abrazando a Harry Potter, quien me trasmitió el último de los pensamientos–. Ellos ahora están juntos, mis papás, Sirius y Lupin, jamás se volverán a separar.
Mientras los despojos de lo que fue terminaban de caer por los muros, me acerqué a lo que quedaba el puente que Neville había derribado y me senté allí, mirando el crudo vacío del fondo. Había sobrevivido a una guerra mágica extraordinaria, llena de sufrimiento y llantos, había perdido dos padres. Cerré mis ojos y lentamente las lágrimas se deslizaron por mis mejillas.
–Brig –el susurró de Erin me despertó nuevamente, giré, ambos estábamos realmente heridos pero no nos importaba. Él tenía la ropa rota por los hechizos, su chaqueta negra no tenía una de las mangas y su camiseta estaba rasgada en el brazo, tenía una cicatriz en él (dado que Pomprey lo curó), la cara aun llena de polvo que había volado, apenas se notaba el rubio de su cabello), sus pantalones se encontraban sanos al igual que su ropa, pero sucios. Por mientras yo, mi camisa estaba abierta, no tenía una de mis mangas y mi labio ligeramente cortado, al igual que unas puntadas en la mejilla derecha, nada que no se pudiera reparar.
–Esta guerra se ha llevado lo último que me quedaba –bufó–. No quiero imaginar que hubiera sido de mí sin ti ni Mitchell.
–No lo sé –se sienta junto a mí y pone su mano en mi pierna–. Realmente la sacamos barata, Brighton.
–Claro –giré para ver detrás como los sobrevivientes estaban comenzando a levantarse del suelo luego de ser curados–. Algo bueno tiene que salir de esto.
–Pues…–Erin sonríe y le toma la mano, Brighton le mira a los ojos–. ¿Te acuerdas cuando fuiste a ver a Teddy?
–Si, ¿cómo olvidarlo? –pregunté, el muchacho miró el cielo.
–Volvi a mi casa ese día para arreglar algunas cosas, y encontré el pensadero de mi madre con un recuerdo de él. Me sumergí y….–sonrió más radiantes–. El y papá se divorciaron en buenos términos hace dos meses atrás, pero no quisieron decírmelo.
–¿Viste eso?
–No, lo que vi fue algo mejor –volteo a verme–. Mamá está enamorado, no enamorado simplemente, está muerto de amor.
–¿Eso es bueno? –pregunté ignorando absolutamente aquel sentimiento, me da dos palmadas en la pierna.
–¡Claro que si! –Gira por completo y ve a Delyan hablar con dos personas más, una de ellas es McGonagall y el otro es Kingsley–. Mamá se casará.
–¿Tan rápido?
–En realidad la relación empezó antes que se separara de papá, supongo que eso no estaba bien pero mi mamá jamás se sintió realmente amado –susurró–. Necesitaba quien lo hiciera feliz y papá aceptó a cederle ese honor. Hace unos años conoció a alguien especial.
–¿Quién?
–Kingsley –abrí los ojos sorprendido–. En la orden del fénix, él se preocupaba mucho y poco a poco se fue enamorando de él, digamos que tenerlo como padrastro será divertido.
–Erin…estas diciendo que tú viste…–señalé a Erin y luego a la pareja un par de metros detrás de nosotros él asistió–. ¿Y es feliz tu madre con él?
–Muy…..
–Entonces, que así sea –le abracé de costado y cerré los ojos.
Pasaron unos días cuando enterré a mi padre. Estaba frente a una tumba en uno de los cementerios más tristes de todo el mundo de la magia. Allí en el epitafio estaban escrito sus nombres: “Sirius Black (1959-1996) Remus Lupin (1960-1998) Nymphadora Tonks (1973-1998)”
–¿Cómo te encuentras? –preguntó Erin, giré mi cabeza para ver como sostenía en sus brazos al pequeño Teddy, ahora de cabello turquesa, mientras que Mitchell descansaba en su carrito.
–Supongo que bien –murmuré, tomé mi varita y dejé tres ramilletes de flores, uno para cada uno–. Estoy algo cansado, parece que la guerra me ha dejado así.
–Has hecho un buen trabajo, Brighton –me extiende al niño y yo le tomo con cuidado–. Es un buen niño.
–No tengo la menor idea a quien se parece –reí, él también lo hizo y el bebé se acurrucó más en mis brazos–. Será porque este chicuelo cambia de color de cabello todos los días.
–Nació con cabello negro, ¿te lo ha dicho Remus?
–Si…–susurré–. Como Sirius.
–Pienso que….–habló Erin y suspiró–. Teddy sabe de la existencia de Sirius aun antes de saber siquiera que él (el bebé) está vivo.
–¿Puedo pedirte un favor, Erin? –pregunté, él asistió–. Quiero mudarme cerca de Andrómeda Tonks. Ella está muy triste con la pérdida de su hija y su esposo…..creo que será mejor vivir con ella y que esté con los niños…
–Claro –murmuró–. Además, tú y yo debemos trabajar, el ministerio de magia se reconstruirá de cero y hay un alto mando para ti.
–¿En serio? ¿Cuál?
19 años después
–¡Vamos chicos! –grité desde afuera mientras ingresaba a Grimmauld place número doce y veía a una cantidad pequeña de niños y adolescentes corriendo de un lado al otro–. Por amor a Merlín, ¿podrían apurarse de una vez?
–¡Papá! Tobías no me deja entrar al baño. Si dejara de verse tanto al espejo seguramente llegaríamos a tiempo a la plataforma 9 ¾ –murmuró un muchacho de cabello oscuro y ojos grises, muy parecido a Sirius de joven. Él tenía una túnica de Slytherin puesta, y bajaba lentamente por las escaleras.
–Thomas, tú también sueles demorarte demasiado –habló la pequeña niña de cabellos rubios, hermosa como una Veela a pesar de no tener sangre de Veela. Sus ojos verdes los había heredado de Erin–. Buen día papi.
–Buen día princesa. ¿Ya estás lista para ir a Hogwarts? –pregunté, ella afirma.
–Regulus está muy emocionado, quiere saber cuál casa le tocará….–sonríe y mira hacia arriba al pequeño niño de cabello castaño y ojos miel, muy parecido a Remus.
–Déjame en paz Dakota –susurró nervioso Regulus y se abrazó a mí–. Papi, ¿cuál casa es la mejor?
–La abuela dijo que Slytherin –afirmó Tobías bajando por las escaleras rápidamente.
–Al fin, Tob, ibas a morir en el baño ese de arriba –Thomas y Tobías eran hermanos gemelos, ambos tenían trece años e iban a Slytherin.
–Gryffindor es el mejor ¿Verdad Mitchell? –el chico con cabello despeinado (naturalmente rubio pero actualmente verde oscuro) bajó lentamente las escaleras, bostezando–. ¡Mitchell!
–¿Qué? Ah, sí, lo que digas –masculló.
–¿Qué te has hecho en la cabeza? –pregunté, desde que empezó a ir a Hogwarts, Mitch cambiaba constantemente el color de su cabello con tinturas.
–Nada, nada….. –mira a Teddy, quien baja con él–. Hoy Teddy quiere ir con nosotros, supongo a despedir a la tonta hija de Bill y Fleur.
–No es tonta –Murmuró el chico de cabello azul eléctrico–. Es mi novia, Mitchi.
–Claro, si, la tonta de tu novia.
–Está celoso porque su novia lo dejo –se burló Dakota.
–¡No me dejó! Yo la dejé ¡PAPA, HAZ ALGO! –gritó, yo reí.
–Bien, tienen un minuto. Dakota, Thomas y Tobías ya están listos. ¿Ustedes irán con esas fachas? –pregunta a Teddy y Mitchell, ambos asintieron–. No pueden ir así, son hijos del ministro de magia, por amor a Merlín.
–Siempre tienes que recordarnos tu rango –susurró Erin mientras caminaba junto a Regulus–. Ya estamos.
–Bien, entonces al auto volador.
Todos se subieron allí e inmediatamente partimos a la plataforma 9 ¾. Los mayores intentaban contarle las experiencias que tuvieron en el colegio a sus hermanos menores.
–Encontramos algunos pasadizos nuevos detrás del retrato de la Bruja sin dientes en el tercer piso –habló Teddy–. Una vez, Mitch y yo nos escondimos ahí.
–Nos costó veinte puntos de Gryffindor, pero fue divertido salir de hurtadillas. ¡Qué bien nos haría la capa de invisibilidad de los Potter! –susurró Mitchell.
–Creo que ahí comenzaron los rumores de que éramos gays ¿no? –susurró Teddy bastante intrigado.
–Oh, son unos tontos, como si no fuera normal ver a dos adolescentes de quince años encerrados en un angosto y pequeño pasadizo –rio fuertemente mientras los más pequeños no entendían absolutamente nada.
–Los dos son Gryffindors ¿no? –preguntó Dakota, tanto Mitchell como Teddy asistieron.
–Estábamos todo el día juntos, adoptamos los apodos ‘Moony’ y ‘Padfoot’, creo que cuando McGonagall se enteró, se estremeció pensando que seríamos los próximos Sirius Black y Remus Lupin, aunque técnicamente Remus no hacía nada malo –comentó Mitchell.
–Ni que lo digas; además te acuerdas que solías pedirme que cambie de color de cabello todo el tiempo para ver si te quedaría bien a ti, ¡eres un desgraciado! ¡Mal sobrino! –Teddy, en tono de broma, le da una palmada en el hombro a Mitchell, quien ríe.
–¿Y cómo hicieron para afrontar esos rumores de ustedes? –preguntó Erin girando su cabeza para atrás.
–Yo le decía a viva voz que lo amaba –ambos estallaron de la risa, Erin sonrió ante el comentario–. Además conseguí novia en quinto y ya no hablaban así de nosotros. Luego Teddy comenzó a salir con Victoire, y no sé cómo le hace, consiguió una forma de respirar con las orejas porque no la largaba.
–Cierra la boca, Mitch –le da una palmada en la cabeza–. Tu siempre estabas celoso, y eso que tenías novia antes que yo.
–Si, bueno –miró para otro lado, se le veía algo enojado. Mitchell se llevaba muy bien con Victoire, pero desde que ella había entrado a la vida de Teddy, éste se olvidó de algunas promesas que le hizo a su sobrino (sobre dar la vuelta al mundo como mochileros).
–¿Y ustedes son Slytherin, no? –preguntó Dakota a los gemelos, que asistieron.
–Severus era Slytherin, y fue el mejor de todos. Ahí vamos los mejores también.
–Gracias a nosotros, Grimmauld place pasó a ser nuestra casa –continuó Tobías luego de que hablara su hermano–. La abuela nos permitió vivir ahí cuando se enteró.
–Yo soy Gryffindor, así que si seguimos así es Gryffindor-Slytherin-Gryffindor y te toca Slytherin.
–¡Que miedo, Dakota! –susurró el pequeño. Todos se rieron en el auto.
–Muy bien, ya llegamos.
Así fue, todos los chicos subieron al expreso y luego, cuando partió, le hablé a Harry sobre la reunión que tendríamos la próxima semana con los miembros de la seguridad mágica. Sólo quedamos en la casa, Mitchell, quien había tenido sus EXTASIS hacia un tiempo y había logrado comenzar a trabajar en el ministerio junto a Teddy Lupin, esos dos armarían todo un escándalo, además que a Mitchell no le gustaba mucho que su tío/hermano estuviera con Victoire, pero aun así la aceptaba como cualquiera podría aceptar al novio/a de un amigo.
Toda la vida me pregunté si mi madre, Remus, me amaba, aun cuando era pequeño. Me recuerdo con cinco años, solo en el bosque, algo sucio y con el cabello opaco, mis ojos bañados en lágrimas y mis dedos heridos por haber apartado la maleza. ¿Cómo una persona como Remus podía amar a alguien como yo? Tan frío, tan lleno de odio, tan oscuro. A sabiendas que muchas veces le ignoraba y que probablemente fui más cariñoso con Sirius que con él.
Entonces me veo a mí, siendo recogido por sus brazos, con un trapo húmero me limpiaba el rostro y me decía gentilmente: “Tus hermosos ojos grises no están hechos para llorar”. Luego me alzaba, yo dormía cálidamente sintiendo su amor y protección; me colocaba en la tina y me tiraba agua tibia en la cabeza. Así eran todos los días, yo me iba a buscar a mi padre, Sirius, pero a mitad del bosque me encontraba y volvía nuevamente a casa.
El me observaba con una sonrisa triste, tal vez sabiendo lo que realmente pasaba, pero yo quería encontrarlo, porque sabía que con él, el dolor de mi madre menguaba, yo le quería ver feliz, le quería ver sonreír nuevamente.
Toda mi vida me pregunté si Remus me amaba. Me di cuenta que sí, que él dio la vida por mí, que yo era su niño; aun a sabiendas que tenía otro recién nacido, entregó su cuerpo, su alma y su dolor para que yo esté aquí.
Escribo esta carta con mi sangre, esta carta en rojo, para que sientan el sufrimiento de alguien que creyó perderlo todo, pero realmente ganó más de lo que creía posible…..
FIN.