El emperador caminaba por su cuarto, ese que era suyo desde niño, ese que su madre había decorado antes de partir y en el que celosamente aun guardaba todo aquello que ella había dejado después de morir. Su padre había insistido en que se quedara esa noche, que no tenía lógica que se fuera a estar solo en su departamento, menos si las cosas estaban tan extrañas como parecían.
No logró calmarse, no quería dormir, a pesar de la insistencia de su padre para que descansara, simplemente se había quedado recostado, mirando el lugar, llenando su mente de preguntas, de dudas sobre que podría pasar al día siguiente.
Tenía una vida junto a Atsushi, tenía una casa, un trabajo, ambos tenían una familia, pero ahora, si por alguna de esas vueltas que da la vida, el pelimorado no volviera a su edad, si simplemente se quedara como él pequeño niño que era, se quedará a disfrutar y ayudar a su madre en toda la recuperación de su salud, ¿Qué pasaría con él? ¿Qué pasaría con la vida que ambos habían soñado?
—¿y si te enamoras de alguien más? — su padre le había dicho que el aun amaba a su madre y aunque el pelirrojo fuera una persona fría, estaba seguro que él tenía la vida para reencontrarse con su pareja, pero lo que ahora llenaba de miedo su pecho era la idea de que Atysushi creciera sin recordar sus sentimientos, sin saber todo lo que ellos habían vivido y que simplemente terminara por enamorarse de alguien “de su edad”.
Se acomodó entre las mantas de la cama, cerrando sus ojos, antes que las lágrimas terminaran por vencerlo, obligándolo a llorar.
Cerró los ojos, imaginándose en la vida de Atsushi, imaginando en cómo sería verlo crecer, verlo conseguir sus metas, tener planes, verlo triunfar y verlo perder, ver todo lo que involucraba un crecimiento normal, verlo conocer nuevos amigos, verlo sin que recuerde esos momentos que los unieron, verlo enamorarse...
Abrió los ojos sintiendo como una fuerte arcada lo obligaba a cubrir su boca, no recordaba la última vez que se había puesto tan nervioso, sus manos temblaban y sentía que las piernas le dolían.
Su padre entró apresurado, llegando a su lado y ayudándolo a sentarse, respiraba entrecortadamente, pero aun así se acercó al cuerpo de su padre, sintiéndose protegido.
—¿Si el me olvida?
—Si te olvida es que quizá nunca estuvieron destinados. — Su padre lo consolaba como le era posible. —o quizá no era su momento.
—¿Y no era mejor que lo conociera cuando fuera mi momento, no cuando me deprimiera sabiendo que nunca lo tendré?
—Eso no es algo que decides. —Masaomi lo miró, y simplemente le sonrió. —A veces en la vida hijo, no todo es algo que podamos controlar, no es algo que podamos decidir, a veces las cosas pasan y estaban escritas de esa forma y a veces. —Miró a la puerta sonriendo. —la vida te da segundas oportunidades que no debes desaprovechar.
Atsushi estaba de pie en la puerta, con ropa que podía jurar le quedaba un poco pequeña, llevaba el cabello atado y sudaba caudalosamente.
A pesar del deseo de ambos por correr a los brazos del otro, simplemente se quedaron quietos, mirándose, observándose, finalmente fue Masaomi quien se acercó a Murasakibara, dándole una palmadita en el hombro. —Mi hijo te ama, es un niño, pero sé que no podrá ser feliz si no es con otra persona que no seas tú…
—Nunca podré dejarlo en manos de nadie, Aka-chin es lo más importan, Aka-chin es mi Aka-chin. — el más alto avanzó tomando con brusquedad el cuerpo de Seijuro.
—Estas de vuelta…
—Nunca me fui. — Beso su frente y se acomodó en la cama con el cuerpo de su pareja sobre su pecho, se aferraba a él, como lo había estado a su padre tiempo atrás. — mamá está arrepentida, dijo que quería cambiar y que le diera una oportunidad, papá lloró Aka-chin, me dijo que lo perdonara, que lo disculpara por no darse cuenta, por cuidarme, por no evitar que todo lo que me paso terminara dañándome tanto.
—No fue su culpa…
—Si Aka-chin, se los dije, pero para ellos era imperdonable, pero sabes, yo no siento rencor, yo los perdoné hace mucho tiempo Aka-chin, no es por eso que no quiera tener hijos.
—Atsushi no es…
—Si es. —Murasakibara lo interrumpió. —Aka-chin yo no quiero ser un mal papá, yo he pensado mucho en esto y sé que nadie nace sabiendo, pero si me pasa como a mamá, si no soy capaz de darle el amor que ellos necesitan, el cuidado, si soy una mala persona y ellos me odian, ellos serán hijo de Aka-chin y si les hago daño no me lo podría perdonar. — sus ojos se llenaron de lágrimas, pero continuo. — crecí escuchando que era un inútil, que no servía y que lo que hacía estaba mal, crecí sabiendo que nada bueno saldría de mí, nada me importaba Aka-chin y nadie esperaba nada de mí, pero tú me mostraste algo diferente Aka-chin y si el día de mañana no puedo lidiar con ser padre te haré daño y les haré daño a quienes son realmente algo mío, eso es algo que me asusta Aka-chin. — lo miró conmovido y agregó. — necesito ayuda, no puedo con esto solo, no puedo lidiar con todo esto, no es solo tú ayuda, necesito un profesional, como al que va mamá.
—Te apoyaré, iremos paso a paso Atsushi, me quedaré a tú lado, te lo prometo.
Masaomi estaba tras la puerta, escuchando y sonriendo, su hijo y el amor que el muchacho profesaba era tan puro, en sus inicios había rechazado su relación, pero la idea de perder el único recuerdo de su amada esposa, le había llevado a torcer la mano.
—Hice mi mayor esfuerzo. — Masaomi se había ido a la sala y estaba frente a la foto de su esposa. — espero te sientas orgullosa, nuestro hijo es un hombre maravilloso y pronto, será una madre, como lo fuiste tú, una hermosa y buena madre. — besó la foto de su esposa y dejó las lágrimas bajar por su rostro. — mi amada esposa, no sabes la falta que me haces, espero que pronto nos volvamos a encontrar.