Kise miró a su esposo, estaba recostado en la cama junto a él, dormía tranquilamente, como si todo lo que había pasado en esos días no hubiese sido más que un sueño.
El rubio luego de pasar por Daiki a casa de Himuro, simplemente lo había llevado a casa y había jugado con él, no había preguntado nada, ni hecho ningún tipo de comentario, había preparado la cena y se habían dormido viendo una película.
—Volviste…— Kise acaricio el cabello de su esposo, caía por su frente de forma desordenada, Ryota sabía que aún era de madrugaba, pero desconocía realmente qué hora era.
—Es de mala educación, podría despertarme de malas…— Daiki habló sin abrir los ojos, dejándose mimar por su esposo.
—Siempre estás de malas, además me encanta despertarte y ser lo primero que tus ojos vean.
Ambos se quedaron en silencio hasta que Daiki simplemente empezó esa tan difícil conversación. — Te mentí Ryo, te mentí mucho y por demasiado tiempo, en realidad no sé si está bien y ahora me cuestiono si mis motivos fueron válidos.
—Está bien…
—pero debió dolerte, siempre me has contado todo y yo…— El rubio posó sus labios sobre los de Aomine, obligándolo a callar.
—No importa, siempre fui egoísta Daiki, siempre lo he sido, todos saben que mi sonrisa no es más que una máscara, no suelo ser sincero, ni nada por el estilo, pero sabes que en el fondo siempre he tratado de que puedas ver lo que siento de verdad. —dejó salir un suspiro y su voz se quebró. — te quiero todo para mi Daiki y sé que podía haberte dejado con tus padres y que hubieses vivido una vida feliz y tranquila nuevamente, pero soy egoísta y te quiero a mi lado, solo conmigo.
—Ryo…
—Daiki, no me importa si no puedo llevar un hijo en mi vientre, no me importaría, mientras pueda saber que estas a mi lado, te amo, te amo como no he amado nada en este y deseo aprisionarte y que seas solo para mí, no quiero compartirte, no quiero perderte, no podría soportar si algo te pasara, si ya no estuvieras a mi lado.
—Quería darte una familia…
—Moooo, Daikicchi nosotros somos una familia, existen las familias de dos y si quieres tener hijos, podemos adoptar…
—Pero tus padres…
—Mis padres ya vivieron su vida Daiki, está es nuestra, tuya y mía, somos nosotros quienes tenemos que ver cómo vivir nuestros días y cómo va a ser una familia…
Ambos se quedaron en silencio, mientras simplemente unieron sus manos y se miraron.
—Quería decírtelo Ryota, tantas veces en las quise despertarte y decirte como sentía, como en las noches solo podía quedarme despierto y mirarte a mi lado, tenía miedo de cerrar los ojos y todo lo que es mi mundo, no fuera más que un sueño, no fueran otra cosa que mis deseos de felicidad, que mis deseos de poder tener una vida feliz, una familia, abrir los ojos y seguir en el orfanato o en casa de mis padres, despertar y saber que no tendría nada para comer, aún tengo miedo de saber que todo lo que vivimos, no es más que un sueño. —Daiki lloraba como el rubio no recordaba haberlo visto nunca. — y tengo miedo, tengo miedo de querer, tengo miedo de que cuando me encariñe, cuando dependa de ti, decidas irte, ya una vez estuve solo, ya una vez fui desechado, ya me hacían sentir defectuoso, pero ahora, sé que lo soy…
—Daiki
—Cuando vi tú vida, cuando conocí la vida de todos sentí mucha envidia, es que no era justo, mi mundo no era como el suyo, estaba quebrado y luego el baloncesto, algo en lo que destacaba ya no era solo mío, lo sé, era un niñato, pero realmente me asustaba de no poder ser lo suficiente para estar con ustedes, es que ustedes eran mis amigos y su vida era tan diferente, que sentía tanto miedo…
Los ojos de ambos se cruzaron, ambos estaban tristes y cansados, repentinamente Daiki continuo. — llevo tanto tiempo tratando de aceptar que es mi pasado, que es mi vida, pero me doy cuenta de que te tengo a mi lado y que debo ofrecerte una vida feliz, una vida llena de alegría y me doy cuenta de que no puedo, de que soy una patética persona defectuosa que ni siquiera puede darte una felicidad completa, de que no tengo historias linda que contarles a tus padres y hermanos, que no tengo bellos recuerdos que contarle a nuestros hijos, que no puedo ni siquiera crear a nuestros hijos…
—Aomine Daiki, eres un idiota. — los ojos del rubio se encontraban llenos de lágrimas y dejaban ver un deje de molestia —no eres defectuoso, eres la persona que más amo en este mundo, cuando, dime cuando te pedí una familia perfecta, una vida perfecta, yo no quiero eso Daikicchi, lo que quiero es que ambos estemos juntos y felices, lo que quiere es una vida contigo, quiero crecer y superar las cosas juntos, quiero volverme viejo a tú lado, quiero ver el mundo de tu mano y saber que voy a tenerte para mi todos los días de mi vida, solo eso quiero.
—Yo quería hacerte feliz.
—Lo haces, lo haces cada día Aomine Daiki, eres un hombre fuerte, maravilloso y todo lo que pasaste te hace este hombre que ahora tengo a mi lado, no quiero otras vivencias, no quiero un pasado diferente, yo simplemente quiero conocerte, simplemente quiero saber quién eres, dime que quieres, dime tus miedos, tus sueños, solo dímelo, siempre estaré aquí para decirte algo, para darte un hombro Aominecchi.
—Quiero un hijo, quiero que seamos padres, quiero una gran familia y quiero dormir a tú lado. — Ryota abrió los brazos, mientras Daiki se apoyaba en su pecho. — quiero jugar basquetbol los domingos y que vayamos con mis padres a comer, quiero ir a la playa, quiero decirle a mamá que la amo y a papá que lo adoro, que agradezco que me cuidaran, que adoro los minutos en los que estuve a su lado y que agradezco que me adoptaran, que entre tantos niños me vieran, que me notaran, que me eligieran como su hijo, que me eligieran para estar en su familia, quiero estar con ellos Kise.
Ryota lloraba en silencio, mientras Aomine continuaba apoyado en su pecho, rodeando su cintura, como un niño. Ellos tenían un camino de pareja que recorrer, un camino donde solo con ayuda profesional podrían afrontar todo, pero tenían toda la vida para estar juntos, para amarse, para luchar, para conocerte.
—El único deseo de mi corazón Daikicchi, es poder verte sonreír, todos los días de mi vida.