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Deseos del corazón por Samantha0507

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El pelirrojo sentía que su cabeza iba a explotar y lo peor era que él no era el único afectado, todos sus amigos parecían estar en la misma situación, cuando Midorima lo había llamado sintió que no estaba solo para entender, pero al enterarse que tanto Kuroko, como Kise estaban en la misma situación, sintiendo que en el fondo todo su mundo parecía destrozarse.

 

Se sentó en su cama, tratando de aclarar su cabeza y poder tener una idea de cómo debía actuar ahora, el seguía siendo el capitán, los chicos habían recurrido a él, probablemente estaban igual o peor de asustados, pero que demonios pasaba en su vida, su esposo deja de hablarle por que le desagrada la idea de tener un hijo y ahora se había convertido en un niño de 4 años.

 

Akashi sacó de su cajón la foto de su madre, él la había perdido hace ya tantos años, luego su padre lo había dejado, se preocupaba solo del trabajo,  finalmente cuando habían formado parte de la generación de los milagros, se sintió nuevamente protegido y justo a su lado había aparecido su gigante, ese que a pesar de que habían comenzado a estudiar en escuelas distintas, había seguido haciéndole caso, aquel que le había dicho que lo amaba cuando él pensaba que ya nadie lo podría jamás querer.

—Mamá si lo conocieras te encantaría, él es maravilloso— sonrío a la foto de su madre.

 

Él había perdido, contra Tetsuya, sentía que su corazón saltaba desbocadamente, la verdad es que hace mucho no sentía la mitad de la pasión que sintió en ese partido.

 

Según le habían dicho todos habían llorado cuando habían sido derrotados por el equipo de sombra, pero también que después de esos sus relaciones habían mejorado, miró hacía lo alto del gimnasio, todos estaban hay viendo su derrota, y justo frente a sus ojos, una mirada que tanto recordaba, algo en el pecho de Akashi se contrajo; sintió ganas de llorar, cuanto podía extrañar el olor a dulce que siempre tenía su antiguo compañero, cuanto podía desear sentir su presencia en la cancha, se dio la mano con el equipo rival, había perdido de forma justa y todos ellos se merecían su respeto.

Ya en los vestidores fue el último en irse tenía que pensar y respirar solo, alejado de todo, solo el consigo mismo, pero sintió una voz que logró estremecerlo, su corazón comenzó a latir tan fuerte que sentía que en cualquier minuto le daría un infarto.

 

Murochin, solo uno más. Yo lo quiero, dame solo uno si nadie nos ve…Atsushi estaba cerca y estaba obviamente con el idiota de Himuro Tatsuya, que ganas de tener unas tijeras y cortar a ese estúpido con flequillo, a ese estúpido pelinegro, que ni siquiera se le ocurriera tocarlo, el pelimorado era suyo de nadie más

 

Solo uno, te daré más cuando estemos en el cuarto Ats… Akashi no permitiría eso, no el pelimorado era suyo.

 

No te atrevas a tocar a Ats… pero no pudo se detuvo al notar que el del lunar tenía en su mano una barra de chocolate que era recibida por el más alto, se le habían pasado tantas cosas por la cabeza, y cada una más obscena que la anterior, lo había llevado a actuar como un idiota frente a los otros dos.

 

Después de disculparse con Himuro, solo porque Murasakibara estaba molesto de que Akashi le hubiera gritado, por fin se quedaron solos.

 

Me gustas Akashi;  Muro-chin es un buen amigo, pero tú Akachin eres como los dulces para mí, jamás me aburriría de ti ¿Me permitirías probarte al menos una vez? El pelirrojo sentía su corazón explotaría, repentinamente comenzó a llorar, las emociones estaban siendo demasiadas para él, no conocía el sabor de la derrota y el de la perdida, de la soledad, era un sabor que realmente le desagradaba, pero ahí tenía a su gigante, justo frente a él.

 

Por siempre, Atsushi, seré tuyo por siempre, podrás probarme las veces que quieras, cuando ya te aburras de mi deséchame se besaron olvidando todo lo demás, solo estando ellos.

 

—Mamá…—susurró el pelirrojo, levantó la vista al notar una pequeña presencia que lo miraba desde la puerta, le había pedido a uno de sus empleados que le trajeran ropa al pequeño.

 

— ¿Esa es tu mamá onichin? —El pelirrojo asintió y le hizo una seña al menor para que se acercara. — puedo vela, pometo que no dompede nada…-— el pelirojo lo ayudó a sentarse, el pequeño era muy expresivo, pero a cada rato le repetía si podía hacer algo y que no rompería nada.

— Onichin es muy dinda, mami tamben es dinda pedo no quede…—  de golpe el niño se quedó callado, con lágrimas en los ojos, el pelirojo miró al pequeño buscando darle confianza para proseguí, pero nada, repentinamente el llanto se hizo notar con un fuerte sollozo que salía de la garganta del menor.

Luego de media hora y con Murasakibara más calmado Akashi pensó que lo mejor sería no preguntar, la situación ya era bastante extraña, como para tener que lidiar además con el niño en un ataque de histeria.

 

El timbre de la casa sonó, probablemente sería Midorima, cuando se levantó para ir a la puerta, notó que el pequeño se había dormido, lo acomodo en la cama, no quería ni imaginarse en qué situación estaría el peliverde, si Takao siendo un adulto era muy ruidoso, si era un niño al igual que Atsushi, era probable que estuviera aún más asustado que él.

—Uff, será una larga etapa…—suspiró pesadamente.

 

 

 

Por su parte Midorima maldecía sin saber que iba a hacer, tenía que ir donde Akashi, pero no podía sacar al niño desnudo o vestido con su ropa de adulto, cualquiera que lo viera pensaría que lo había secuestrado o alguna cosa por el estilo. Por su parte el pequeño Takao se había quedado observándolo con algo de duda, haciendo un gesto con su  boquita que contrajo el corazón del más alto de forma inmediata.

—Takao…—Habló de forma gentil. —vamos a ir a ver a un amigo mío, es algo urgente, pero primero necesito comprarte algo de ropa, iré rápido, te puedes quedar solo un par de…— pero no pudo terminar la oración ya que el pequeño moreno tenía sus ojitos con lágrimas contenidas, su pequeña boquita temblaba.

 

—SHIN-CHAN NO ME QUIEDEEEEE SE VA  A IDD…—el peliverde se sorprendió como cuando acto reflejo lo abrazó apretándolo contra su cuerpo, era angustiante la sensación que el niño provocaba en él.

 

—Te quiero Kazunari, te adoro por favor no llores... — Midorima no notó la desesperación con la que esas palabras habían salido de su boca, la sensación de que su Takao creyera que no lo quería le hizo sentir la peor persona del mundo, el moreno le devolvió el abrazo, apoyando su mojada mejilla en el hombro del doctor, era algo cálido, una ternura diferente la que llenaba el pecho del peliverde, pero seguía siendo familiar, seguía siendo el calor que le daba su pareja.

 

15 minutos más tarde Midorima conducía con un niño de 4 años sentado en una silla de bebé que había instalado y que por alguna razón que el desconocía había llegado a su hogar, era de su hermana cuando era bebé, era bastante antigua, probablemente no cumplía con ninguna norma de seguridad actual, pero al menos le serviría hasta llegar a casa de Akashi.

—Shin-chan, quiedooo pisss…— en ese minuto recordó que llevaba un niño pequeño, que probablemente no había ido al baño antes de salir y al que la había dado un tazón gigante de leche con cereal.

Se detuvo en un restaurante y compraron un pastel que le llevaría a Murasakibara, logró entrar con el menor al baño, al salir algo deslumbro la vista de Midorima quien llevaba la torta en una mano y en la otra al pequeño Takao, con su camiseta gigante, una tienda con ropa de bebé, puso el pastel en el auto y entro con el niño, compro un par de mudas de ropa, pero cuando estaba pagando notó la falta de su pequeño, una sensación extraña se formó en su pecho.

—Kazunari…—Se giró sobre si mismo, pensando que quizá solo no lo veía, pero el menor simplemente no estaba. —¿Takao? — Un poco más alto, llamando la atención de una de las vendedoras del lugar.

 

—Disculpe señor, ¿está buscando al pequeño de cabellos negros? — El ojiverde asintió—el niño está mirando los juguetes. — el peliverde agradeció sonrojado, en busca del menor

El peliverde se sentía un poco ridículo, debía reprender al pequeño por alejarse de su lado sin decir nada, pero simplemente se  acercó notando como el menor miraba un osito color café  vestido con una bata blanca y un estetoscopio, era doctor.

—¿Te gusta? —el niño salto justo cuando dirigía sus manitas a tomar el osito

—Uno poquito…—lo tomó sonriendo con un deje de tristeza, perdido en pequeño oso que ahora estaba en sus manos. —es como papi.

—Kazunari ¿cuál es el problema con tú padre? —El menor lo miró, haciendo un puchero, el menor comenzaría a llorar.

—Papá no quede ni mi ni mamá—comenzó a llorar haciendo que el peliverde supiera que había sido mala idea preguntar, tomó al menor y el peluche, llevándolo a la caja, donde simplemente lo pagó, esperando que el menor se calmara.

 

Ya con el niño en el auto y con el peluche fuertemente abrazado,  una pequeña, casi fugaz idea llegó a su cabeza, si el problema de Takao, con el tema del matrimonio y de querer casarse con tanta urgencia tendría algo que ver con la relación que llevaba con su padre. Debía hablar con Akashi ahora.

Miró por el retrovisor y no pudo evitar sonreír, sería hermoso un niño con los rasgos de Takao y que le diga papá, quizá la idea de celebrar su matrimonio y aprovechar que su moreno era fértil sería la mejor idea que podría tener.

 

Se estaciono sacando al niño de la pequeña silla, le había comprado una jardinera con una abeja amarilla en el pecho y un gorro del mismo color, esa mañana el objeto de la suerte para el pelinegro era un sombrero amarillo.

 

—Ojalá podamos resolver esto Akashi…—tocó el timbre, mientras miraba al pequeño quien tenía el pulgar metido en su boquita y en su otro brazo mantenía el osito que le había comprado el peliverde, apegado a su pecho.

 

 

 

Kuroko veía al niño que se había ofrecido a secar la loza, a limpiar el baño, a hacer la cama, todo eso en los últimos 5 minutos, parecía que el niño estaba acostumbrado a apoyar en las labores del hogar,  lo que le hacía recordar que Kagami había perdido a su mamá siendo aún pequeño, pero el tigre la había nombrado, Tetsuya era maestro y sabía que muchas veces el comportamiento de los niños ante una muerte o una perdida muy grande era la negación, no lo obligaría a que le contara algo que probablemente le haría más daño de lo que todos podían creer.

 

—Kagami-kun debemos ir donde un amigo mío, es un viaje un poco largo asique si necesitas ir al baño deberías hacerlo ahora.

 

El niño asintió corriendo rápidamente al baño, sintió su corazón enternecer necesitaban ser padres, un bebe hijo del tigre le haría tan feliz un hijo de ellos le daría toda la felicidad que le faltaba a ese hogar, estaba tan sumido en sus pensamientos hasta que escucho un ruido proveniente del baño, de vidrios haciéndose trisas, fue rápido viendo al niño de rodillas en el suelo tratando de recoger los trozos de vasos que habían en el suelo.

 

—¡Kagami-kun! —Lo tomó del brazo quitándolo de entre los trozos de cristal—pudiste cortarte, Kagami-kun no lo vuelv…. —el pelirrojo se soltó he hizo una reverencia, cortando la frase del peliceleste a la mitad.

 

—Lo siento Kuroko-kun, lo siento mucho…—la voz del niño sonaba angustiada. — Yo lo pagare, pero no le diga a mamá, por favor perdóname… por… favor. — unas cristalinas lagrimas bajaron por las mejillas del pequeño.

—¿Kagami estás herido?¿te duele algo? — lo abrazó apoyando la cabeza del pequeño en su hombro, el pelirrojo negó y siguió llorando pidiendo que por favor no digiera  nada a sus padres que el pagaría todo, que trabajaría y no sabía cuántas cosas más, Kuroko sentía su corazón enternecer, quizá lo más sano era llamar a Himuro y preguntarle cómo era Kagami antes, dejó al niño en la sala, este se sorbía una y otra vez la nariz.

—Lo..sien…siento Kur..kurok…— La voz del pequeño se escuchaba gangosa por el llanto, Tetsuya lo miró enternecido y preocupado, no podía sacar al pequeño de la casa llorando de esa manera, llamarían demasiado la atención, por ahora era lo que menos necesitaban.

 

—Kagami haré una llamada, ve televisión en la sala si…— el niño bajó la mirada aun sollozando y asintió, pero estaba un poco deprimido por lo que había pasado, el peliceleste se acercó al niño antes de que se fuera a la sala y agregó. — Kagami-kun no necesito que me pagues un vaso que había en el baño, no le diré a tus padres y no estoy para nada molesto. — colocó una mano en su mejilla y continuo. — no llores más Kagami-kun sonríe para mi…— con una sonrisa en los labios esperó a que el menor lo imitase, el pequeño tigre se sonrojó hasta las orejas y se fue a la sala, haciendo que de los labios de Tatsuya escapara una pequeña risita.

Tomo su celular y llamó a Teppei

—-Tetsuya-kun ¿cómo estás?  Me llamas por tu esposo, ya me parecía extraño que no estuviera en la estación, pensé que se había tomado su fin de semana libre.

—….si…se despertó un poco cansado por eso está durmiendo…¿este es su fin de semana libre?

—Uff es obvio que no se sienta bien está esforzándose de más, pero él dice que necesita el dinero extra. —Teppei hizo una pausa y continuó. — Kuroko disculpa que me meta, pero ustedes ¿tienen problemas de dinero?, si es así, no dude en decirnos somos tus compañeros y amigos desde la escuela, puedo ayudarte si lo necesitas y estoy seguro que cualquiera de nosotros los ayudaríamos.

—… Gracias…. La verdad es que estamos bien… yo estaré llamándolo, para decirle como continua Kagami-kun…—se despidió el peliceleste, fue a la sala con una extraña opresión en el pecho, y con miles de dudas en la cabeza, no sabía que estaba pasando, que le estaba diciendo Kagami a todos, era como si su esposo y el vivieran en mundos diferentes, se quedó un poco metido en sus pensamientos; hasta que notó la emoción con la que el pequeño miraba las medallas  que adornaba la sala, era el de la copa de invierno, con los nombres de ambos.

 

—Kagami-kun, ¿te gustaría llevar a casa de mi amigo una pelota de baloncestos, él tiene una cancha?

—SI. —el niño lo miraba emocionado, pero repentinamente bajó la cabeza, dándole una negativa. —yo no tengo un balón, el mío se rompió, mamá dice que en un par de meses podremos arreglarlo…— el pelirojo sonrío esperanzado y algo en el corazón de la pequeña sombra tembló el “dinero” eso tenía algo que ver con todo lo que estaba pasando en su matrimonio.

 

—Kagami-kun, te puedo prestar el mío o el de mi esposo, que te parce…

—¿De verdad? Prometo no romperlo y cuidarlo mucho. —Ese niño lo estaba haciendo sumamente feliz, fueron por el balón y salieron del departamento a casa de su ex.-capitán, con la idea de solucionar todo.

 

 

 

El moreno estaba sentado en el sillón de la sala sin siquiera moverse por un segundo, el rubio trataba de pensar en todo lo que había pasado, algo no estaba bien ningún niño podía actuar de esa forma, había limpiado con su ropa sin importarle mucho no tener nada más que ponerse y se había bañado con agua helada a pesar de que estaban en la mitad del invierno.

 

—Aominecchi, Debemos salir…—comenzó a dudar. —Yo tengo que ir a un lugar…—el rubio no supo cómo continuar el moreno lo miraba sin entender mucho de lo que le decía.

—Kise-sempai, ¿quen es Ahomine? —el pequeño estaba confundido, se podía notar en su rostro. —Yo me llamo Daiki Fuwa. —el rubio no estaba entendiendo lo que decía el pequeño moreno.

 

—Yo lo lamento Daikicchi…—no entendía mucho, pero simplemente se quedó con lo que el menor decía, no era minuto para atormentarla. —Necesito ir a visitar a alguien, por favor puedes alistarte yo…—Kise no continuo los ojos del moreno estaba aguados y con la vista hacia el suelo, para el rubio este pequeño era cada segundo un misterio más grande.

 

Salieron de casa, Kise prefirió llamar un taxi no quería llevar al pequeño en su auto sin una silla para niños y menos en la moto del moreno

.

—Kise- sempai…—el niño no había dicho nada en todo el camino, llamó la atención del modelo. —Yo de vedad damento do que pacho¿me dadia ota opotunida?. —El rubio no comprendía lo que el pequeño le estaba diciendo, ¿qué era lo que debía perdonar?

 

—Daikicchi a que te refieres…

 

—Yo no fi buen niño pod eso le pido no me lleve con su migo, yo mi podtade bien…. Yo no hade más piss en su cuadto..y… y… y nunca ade nada…nada  ma…malo pedo no… no mi…mi deguelva pod favod….—nuevas lagrimas corrían por el rostro del menor que se limpió las lagrimitas con la punta de la camiseta que llevaba, que era obviamente más grande, el rubio detuvo el taxi, necesitaba hablar con el pequeño y calmarlo un poco, además tenía la idea que si  llevaba al niño con su ropa de adulto Akashi lo castigaría.

 

El taxi paro frente a una tienda de deportes, los ojos del moreno se abrieron al ver la ropa, ante tal visión el rubio tuvo una genial idea.

 

—Akashicchi no se enojara si llegamos un poco tarde,  vamos de compras…— tomó la mano del pequeño y lo llevó al interior del local. — dime ¿qué te gusta? — el niño apunto unas zapatillas, extremadamente parecidas a las que el moreno tenía en su ropero, no eran las más lindas, pero eran completamente del gusto de Daiki.

 

—Kise-sempai… estas patillas son nuevas…— el rubio asintió-—dunca tuve patillas nuevas… —las miraba con adoración una suave risita salió de los labios del moreno, el rubio cubrió su boca.— Kise—sempai … podía compiadlas mas gandes, yo quiedo tened pod mucho tiempo su degalo, pada no olvidadlo cuando mi deguelva… piometo cuidadlas…

—¿Más grandes?¿no te quedan cómodas? —Kise se puso frente al menor, verificando que al niño no le quedaran realmente apretadas. —Dime ¿para qué quieres guardarlas?¿no entiendo a qué te refieres con devolverte?...- la duda estaba escrita en el rostro del rubio, el moreno sintió que sus palabras habían molestado al mayor.

 

—yo lo chento, yo noquedia mosdestad Kise-sempai, no neesito nada…—el niño mal entendió las preguntas del mayor, seguro había sido una molestia que le pidiera tantas cosas. Iba a quitarse las zapatillas, cuando las manos del rubio rodearon al pequeño, Ryota estaba llorando.

 

El rubio no entendía nada bien, pero una tristeza lo embargo súbitamente, sentía que su Aomine había sufrido tanto, pero aun no lograba entender bien nada, solo sentía lo que su corazón le decía, que abrazara al pequeño y se quedará a su lado.

 

Luego de eso y de que Kise comprara media tienda continuarían con su camino, ya dispuesto a terminar y pagar el rubio  miró al moreno que con su balón de basquetbol nuevo, miraba el local de comida rápida que había frente, un Magic Burger.

 

—¿Vamos a comer Daikicchi?... —la pequeña pantera miro al rubio con los ojos brillantes, asintiendo.

 

Akashi lo regañaría, pero por la felicidad que brotaba por cada poro de su esposo, él podría soportarlo, además algo le decía que la respuesta de sus problemas estaba más cerca de lo que creía.


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