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Segundas Partes por Rising Sloth

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Notas del capitulo:

Ha pasado bastante el tiempo desde la ultima vez, por lo que mi deber es compensaros con un capitulo largo. Pero no en esta ocasión. Sin embargo, que no se diga que no doy lo que me pedís.

Capitulo 7. Demasiado poco

 

Law, con la cara apoyada en el puño y el ceño levemente fruncido, se llevaba el tenedor a la boca y masticaba en silencio, tal y como hacía Zoro.

Se daba cuenta de que, el peliverde, ya iba y venía una buena temporada como deprimido y que apenas hacía otras cosas que no fuera trabajar. Ese era un hecho que de verdad le importaba lo que podría decirse más bien una auténtica mierda. Cada uno llevaba su propia carga y la del médico tenía una hasta con nombre propio: Luffy.

No lo entendía, no lo entendía para nada en absoluto.

Luffy se había peleado con su padre y por ello decidió no ir a clase. Decidió no ir a clase, se repitió. Según la lógica, o protocolo o lo que fuese, si Luffy no iba a clase no tomaba, por lo tanto, el metro. Al menos no el mismo que Law, al menos no a la misma hora que Law.

¿Por qué entonces le había dado por aparecer diaria y cronometradamente en el mismo vagón para encontrase con él?

Eh, un momento. ¿Qué acaba de pensar? "Encontrarse con él". No, de ninguna manera. Luffy no iba a encontrarse con él, solo con él, únicamente con él. No, no. Era verdad que el chico iba directamente a su lado todos los días, pero aún así él no podía considerarse una razón para que el jodido crío tomara diligentemente esa ruta. Él no podía permitirse esos pensamientos. Para empezar: ¿Por qué mierda le venían esos pensamientos? Él ya había decidido que Luffy había sido un parche, un maldito parche que le daba urticaria... y ahora una jodida presión de culpabilidad en el pecho.

Sin pretenderlo, sus recuerdos los llevaron a ese último viernes que se habían visto, donde todas esas idas de olla ya le atacaban de manera avasalladora.

-Torao... Torao ¿Me oyes?

-¿Eh?

Luffy, mientras Law seguía hundiéndose en sus neuras paranoicas, se había dedicado a hablar y hablar, entusiasmado con todo y enamorado de la vida. Todo como siempre, aunque Law apuntaba que últimamente había una cierta elevación del nivel de confianza por parte del adolescente hacia su persona desde que llamó a su padre "capullo", lo que no tenía ningún sentido, pero bueno, se podía pasar por alto.

Normalmente, el que Luffy cotorreara de una manera excesiva no importaba, puesto que acostumbraba a monopolizar la conversación. Así Law se mantenía callado y, aunque por lo general atendía, en esa ocasión era obvio que no; y aunque lo más seguro fuera que el tiempo que dejó de escuchar al chico fuese paupérrimo, Luffy se percató a la perfección de ello.

-No me estabas escuchando -le acusó.

-Eh, no -confesó-. No lo estaba haciendo.

-¿Por qué?

-Porque me he... dispersado.

Luffy le apartó el gesto, como indignado, provocándole al otro cierta irritación, cierta quemazón; Law acababa muy a menudo con dolores de cabeza por la sobre carga de información que Luffy le proporcionaba, tampoco era para que el chaval se pusiera así.

Ambos se callaron en una aura de tensión. Durante unos minutos de trayecto al menos.

-Torao...

-Dime -soltó cansado.

-¿Yo te caigo mal?

Miró a los ojos de Luffy, no estaba de broma, aunque tampoco parecía enfadado. Antes de que pudiera dar una respuesta, el vagón se paró en la estación del crío.

-¡Ah! ¡Me voy, me voy, me voy!

Y se fue, dejando a Law con la boca abierta y preocupado por algo que de hacía bastante no pensó que se iba a preocupar: Los sentimientos del prójimo.

-¿Te pasa algo?- le preguntó el peliverde sacándolo de sus pensamientos y recuerdos.

-No -contestó un poco atropellado.

-Ah -volvió la vista a su plato y pareció que la conversación se terminaba ahí-. Como llevas diez minutos masticando el mismo ravioli.

Y casi se atraganta con susodicho ravioli ante el descubrimiento de tamaña suspicacia.

-Puede que esté enfermo- intentó salir por la tangente-. Mi apetito a disminuido últimamente.

Zoro volvió a poner los ojos en él.

-Ni que fueras una adolescente enamorada.

Casi se le salen los raviolis por la nariz.

-¿Se puede saber a qué viene ese comentario?- preguntó lo más natural posible a la vez que alcanzaba el vaso de agua.

-Por lo del apetito. ¿No has oído eso de que cuando te enamoras no comes?

-No, nunca lo he oído.

El peliverde revolvió la comida de su plato, como si buscara cual ravioli era más perfecto.

-Yo tampoco es que me lo crea mucho. A mí nunca me ha pasado ese síntoma, más bien al revés.

-Eh -se rió un poco cínico-. ¿Tú enamorado? Me cuesta imaginarte como un loco detrás de un tío.

-También fui joven.

-Claro...

-Además, era una chica. De la que me enamoré digo. ¿Por qué pones esa cara?- preguntó Zoro con un deje de indignación.

-Hasta la fecha solo te he visto con hombres.

El peliverde resopló.

-"Salí del armario" hace dos años, y nada más me di cuenta de lo que me gustaba.

-¿Antes no lo sabías?

-No.

-¿Eres bi?

Law se percató de que su compañero de piso se estaba como empezando a ponerse más serio que antes. Puede que el tema no fuera por donde él quería.

-Alguien me dijo que la bisexualidad no existe. Que solo es como para que podamos decir "somos hombres y nos gustan las mujeres". Aunque yo no lo tengo tan claro. Porque esa chica y yo... bueno ¿Qué más da?

La historia de amor de Zoro con una chica le importaba a Law en la misma cantidad que las razones por las que estaba deprimido. Pero esa teoría de la bixesualidad le pareció interesante, sobre todo porque él también lo había pensado. Después de todo varios estudios científicos defendían que los gustos sexuales tenían mucho que ver con las hormonas, las que expulsas y las que atraes, y el tema de gustar de dos géneros aún le parecía algo marciano.

-¿Cuantos años teníais?

-¿Quién?

-La chica y tú. Cuando te enamoraste.

-Bueno...- se rasco el cogote intentando hacer memoria y un poco extrañado-. Éramos amigos de la infancia así que fue todo un poco confuso, no sé cuando empecé a hacer el canelo por ella. Supongo que a los catorce o quince años.

-Esa es una edad muy hormonal. Nos excitamos con facilidad.

-¿Hum? ¿Qué me estas diciendo? ¿Qué me daba igual carne que pescado porque era un excitado de la vida?

-Si tú lo quieres expresar con esas palabras por mi bien -se encogió de hombros y empezó a divagar por su cuenta-. A eso se le sumaría el cariño que tuvieras, tal vez... por eso pensaste que era amor.

-Ya...

Se produjo un silencio entre los dos, mientras, seguían con la comida sus platos.

-Law.

-Dime.

-Tú nunca te has enamorado ¿verdad?

La cara le ardió como si se la hubiesen metido en lava.

-¿A... a qué viene eso?- sus nuevos intentos por parecer tranquilo, relajado y normal iban un poco en vano.

-Es la impresión que me ha dado. Yo tampoco es que sea de los que dibujan corazones en las libretas pero... Hablas de todo esto como si fuera un diagnóstico.

-Soy médico, me viene de profesión. ¿Cómo se supone que debería de hablar?

-Yo que sé -hizo una pausa-. Pero yo no podría definir esa época como la has definido tú.

-Ah. ¿Y, según tú, cómo la definirías?

Dejó una última pausa, como encontrando la palabra exacta.

-"Hasta las entrañas".

 

 

 

Su mano se agarraba con fuerza a la barra de hierro del metro. Estaba nervioso. La parada de Luffy se acercaba rápidamente y en cualquier momento aparecería la cara de pocas luces de ese crío por la puerta. Eso en el caso de que le diera por aparecer, claro, después de todo había posibilidades de que el último día le cabreara por no prestarle atención y no quisiera verle.

No fue para tanto ¿verdad? Solo perdió el hilo de la conversación un día, un segundo. Joder, a nadie se le podía pedir que estuviera pendiente al cien por cien todos los días. Luffy era impulsivo pero en eso al menos debería ser coherente y razonable. Law no pudo haberle ofendido tanto... ¿o sí?

Resopló intentando quitarse esa presión del pecho.

Como le jodía estar preocupado por esa soberana gilipollez; él no era así, al menos nunca había sido así antes. Ni tan siquiera con... Bueno, es cierto que en ese caso no se trataba de algo "romántico", no sabía si podría contarlo.

Pero tampoco es que hubiera algo romántico de él para Luffy. Zoro dio en el clavo el día anterior, Law nunca se había enamorado, y con la edad que tenía ya lo veía un tanto improbable, menos de ese chico. Sí, es cierto que todo lo relacionado con él le afectaba mucho, pero Luffy se había pasado siendo su parche durante tres años, era normal, incluso sin contar el hecho de que la mierda del niño era como una bomba que le destrozaba los nervios.

El vagón se detuvo en la parada indicada. Law esperó más de lo que quiso reconocer. La gente entraba. No veía a Luffy. Parecía que sí que no había querido venir.

Chistó haciendo una mueca y apartó la mirada, sin querer darse cuenta de que estaba decepcionado. Fue entonces cuando vio como, por la otra puerta del vagón, un adolescente entraba... de espaldas. Su comprensión hacía mucho que había llegado a su limite, pero Luffy era, por una parte, el único que le daría por entrar en una línea de metro andando hacía atrás, por otra, él único con ese cogote.

Pensó en acercarse, pero el crío estaba un poco lejos y había bastante gente. Luffy no había dado señales de estarle buscando.

Se cabreó. Así de claro. Se cabreó. ¿Qué mierda se creía ese adolescente? Le comía la cabeza le hacía sentir mal y ahora le ignoraba... Ya le había permitido más de lo que le permitía a cualquier persona en la vida.

Se coló entre la gente, con la única intención de decirle a Luffy unas cuantas verdades. Algún que otro pasajero se quejó, pero pasó olímpicamente de ellos. Así llegó hasta la espalda de Luffy. Colocó la mano en su hombro, manteniendo firme su mirada y su postura. El chaval se giró al momento, con su copioso desayuno entre sus brazos.

-¡Torao! -le llamó con la cara iluminada-. ¿Estabas aquí? No te había visto. ¿Qué tal?

Y de repente no se acordó porqué lo había estado pasando mal desde el e viernes por la mañana.

Se cagó en la puta madre del metro y sus frenazos bruscos a la vez que se comía todo el desayuno de Luffy.

 

 

 

Los cuartos de baño del metro no eran lo más higiénico que te podías echar a la cara, sin embargo no había más opciones a sustituir. Aguantó la respiración y metió la cabeza debajo del grifo. Por lo menos el agua parecía potable. Se quitó así, como pudo, toda la porquería de encima. Levantó la cabeza apartándose el pelo mojado de la frente. En el espejo vio como Luffy se mantenía detrás de él, sonriente.

-Eres el primero en este mes al que le cae mi desayuno encima.

Le dedicó una mirada afilada. Giró la cabeza para mirar a la persona y no al reflejo.

-Me es un poco difícil verle la gracia.

-¡No lo entiendes!- se le acercó faltando a la distancia de respeto-. ¡Ahora tendrás suerte! ¡Los primeros siempre tienen suerte!

-¿Eh?

-Sí. Pregúntale a Zoro, a él le admitieron en Grand Line el día que le tire mi desayuno por encima. ¡Por encima!

-¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

-¡Pues que también fue el primero de un mes! -rió orgulloso, como si lo de Zoro hubiese sido un logro propio.

-Ah...- resopló llevándose una mano a la cara. Ya le había consumido todas sus energías. ¿Tanto le costaba pedir disculpas que tenía que inventarse esas cosas.

-¿Estas enfadado?

-Depende de lo que entiendas por "enfadado".

El chico se quedó callado un momento. Bajó la cabeza.

-Lo siento -dijo, sorprendiéndole, sobre todo porque parecía arrepentido de verdad, un gesto que antes no se había encontrado al tratarse de él-. Ahora seguro que te caigo peor que antes.

Nunca un tono de pena lo había desarmado, menos tan rápido. Tomó aire, intentó mantener la compostura.

-No saques tus propias conclusiones -dijo-. Que me cabrees no significa que me caigas mal.

-¿Qué? -le miró a los ojos-. ¿De verdad? Como siempre estás serio y callado. Como si yo te molestara. Como si solo tuvieras ganas de que llegase mi parada.

Que raro, Law hubiese jurado que la idea que tenía Luffy de él era que se trataba de un tío perturbado que solo hacía el ridículo.

-Es mi forma de ser.

-Ah... bueno... pero... estás si ahora estás enfadado ¿verdad?

Law no contestó, miró su chaqueta negra, toda hecha a perder por la lluvia de ingredientes que había sufrido. Era lo que tenía hacer de coraza, por lo menos todo lo demás iba limpio, pero obviamente no es que le hiciera gracia.

-¡Ya sé! -dijo Luffy alzando la bien manchada chaqueta como si le leyera la mente-. ¡Te la lavaré para que esté contento! ¡Seguro que con aguarrás se va todo!

-¡Trae eso! -le arrancó la chaqueta de las manos.

-Pero...

-Tú solo deja de ir echar tu comida por la cabeza a la gente y yo me daré por más que satisfecho ¿vale?

El chaval se quedó mirándole, como recapacitando.

-¡Vale!- y sonrió, tan feliz como una perdiz, desconcertando al médico. Luego le miró, inclinando la cabeza y enfocando los ojos.

-¿Hum? Tienes un poco de...

Pasó su pulgar derecho por la lengua, sin ningún pudor, y lo acercó a la mandíbula del médico, que intentó retirarse, pero estudiante, con la mano libre, le había agarrado de la camisa, obligándole a inclinarse.

Así, el chico, con suavidad, le dio una caricia con el pulgar, consiguiendo que la sangre y el oxigeno del otro se paralizase durante un segundo. Al apartarlo, su dedo estaba manchado de algún resto de comida, por lo que, tras una corta inspección, Luffy, le dio una chupada a su pulgar y se relamió. Volvió a dedicarle otra sonrisa a Law.

-¡Listo! ¡Vamos que nos vamos!

Y se dio la vuelta para empezar el camino a paso militar, dejando a su espalda a un Law traspuesto.

Por un momento pensó que "hasta las entrañas" en verdad representaban demasiado poco para todo lo que sentía en ese momento.

 

 

 

-¡Ya estoy en casa!- llegó Luffy tan campante.

-¡Oh, pero si es mi niño bonito! ¿Qué tal el día?

Luffy le dedicó una caricaturesca cara de asco y desprecio a su padre, el ahora nombrado "el capullo". Shanks suspiró.

-¿Cuánto tiempo vas a pasarte así? Ya te dura bastante el cabreó para ser tú

-¡Y más que me va a durar! -se cruzó de brazos y alzó la barbilla con suma indignación.

-Si ya te pedí perdón.

-¡A Zoro se lo tienes que pedir!

-Él nunca se enterará ¿Qué más te da?

-¡Me da mucho!

Silencio entre los dos. Pasaron los segundos. Sonó una campanilla de electrodoméstico. Luffy olisqueó.

-¿A qué huele?

Shanks sonrió con suficiencia.

-Ah, pues no sé. A lo mejor es la pizza que he hecho.

-¿¡Has hecho pizza!?

-Sí, es que hoy he pensado que le dedico poco a mi único hijo del alma, así que he apurado el trabajo para llegar antes y prepararle una cena con todo lo que más le gusta.

-Con... con todo lo que más me gusta...

-Sí.

-Pizza.

-Tamaño familiar.

-Lasaña.

-Para un regimiento.

-Hamburguesa.

-Dos y doble y con una fuente de patatas fritas.

-¡Entrecotte!

-Incluso llego a pensar que no te va a quedar estomago para acabártelos todos.

A la voz de un grito Luffy fue corriendo a la cocina. No obstante, el pelirrojo, más rápido que él, intercedió cerrando la puerta de un manotazo y colocándose delante de ella.

-Y ahora ¿Sigues enfadado conmigo?

-Pues...- sonreía y sudaba por igual. Las grandes decisiones conllevaban grandes replanteamientos.

-¿Sí?

Silencio. Pasaron los segundos. Luffy levantó los brazos hacia Shanks.

-Te quiero. Dame un abrazo -soltó con voz mecánica.

Al pelirrojo se le frunció el ceño.

-Anda pasa -le abrió la puerta.

-¡Wiii!- se metió como una estampida.

El padre recién absuelto de su título de "capullo" suspiró, pensando que su hijo no tenía remedio. Se apartó de la puerta de la cocina estirando los brazos, su trabajo rara vez le dejaba tiempo para esas cosas y la sesión culinaria le había dejado deslomado.

Se sentó en el sofá y encendió la tele. Percibió movimiento al otro lado de la terraza. Ahí estaba Mihawk, dando vueltas de un lado para otro, hablando por el móvil, con una sonrisa cariñosa. Por fin, ya notaba que llevaba una jornada bastante tenso, y rara vez se relajaba lo suficiente como para curvar un poco los labios. Como siempre, el charlar con su hija adoptiva era una cura infalible, aunque a Shanks, por la parte que le tocaba, le hacía sentirse un poco inútil.

Una bomba cayó a su lado sobre el sofá. Recuperado del sobresalto se dio cuenta de que no era una bomba como tal sino su hijo, con toda la comida a cuestas.

-¡Bueno ya estoy listo! ¿Qué pasa? ¿No pones los deportes?

-Ya voy... ya voy... cuanta energía tienen los chavales de hoy...

Mientras veían el canal Luffy siguió jalando como un animal hambriento. Shanks se quedó observándolo, había notado algo raro en él.

-Luffy.

-¿Qué? -dijo sin parar de jalar ni mirar el televisor.

-¿Te ha pasado algo bueno hoy?

-No ¿Por qué?

-Se te ve como contento -o más contento que de costumbre, era más bien como un aura que emanaba.

-Hum... bueno -sonrió como sonreía él- hoy una persona que creía que me odiaba se ha hecho mi amigo.

 

 

 

Zoro quitó el cerrojo y apartó la puerta.

-Ya estoy -avisó en un tono no muy alto ni con demasiadas ganas; dejando su cartera de cualquier lado en el suelo. De una patada hacia atrás volvió a cerrar la puerta.

-¿Hum?

El piso estaba a oscuras. Algo poco usual. Y Law estaba dormido en el sofá, algo menos usual que lo anterior. Se acercó a él, preguntandose cuán agotado habría llegado como para ni alcanzar su habitación.

Vio entonces la expresión de su cara. Ninguno de sus gestos mostraba la tensión de días atrás. Fuera lo que fuese lo que le atormentaba parecía que lo había solucionado.

Ese era un hecho que de verdad le importaba lo que podría decirse más bien una auténtica mierda. Cada uno llevaba su propia carga. Le preocupaba más que podría apañarse de cena.

 

Continuará...

Notas finales:

Había pensado llamar a este capitulo "Law y sus idas de olla mentanles" pero me parecía demasiado descriptivo.


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