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Aquella Fragancia a Manzanas por Matsumoto_Moon

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Notas del capitulo:

¡Hola! Les traigo un nuevo capítulo de esta historia, prepárense para leer porque este es el capítulo más largo hasta ahora con 2972 palabras -según word- y ningún dialogo.

Espero que lo disfruten :D

Nombre: Atem.

Edad: 22 años.

Profesión: Compositor.

Estado Civil: Soltero.

 

Esos son los datos que definen quien es la persona que se encuentra sentada en la silla frente al escritorio lleno de papeles desordenados que estaba en su habitación, se encontraba trabajando en una canción lo que para él no era nada nuevo pues es su trabajo después de todo, pero…

¿Cómo había terminado siendo compositor?

A lo largo de su vida se imaginó siendo muchas cosas pero nunca se le paso por la mente que terminaría teniendo un trabajo como ese, principalmente porque siempre pensó que las personas que se dedicaban a la música debían tener mucho que contar y mucho que sentir y él no creía tener ninguna de las dos cosas, sin embargo, todo dio un giro en su vida cuando decidió dejar su amada Londres para vivir en Japón. Atem era japonés de nacimiento pero sus padres se lo llevaron a Londres cuando su negocio empezó a decaer en su país natal y decidieron explorar nuevos mercados, todo eso cuando aún era muy pequeño como para poder recordar el haber estado en Japón alguna vez, gracias a sus padres creció hablando japonés e inglés por lo que el idioma no fue un problema a la hora de tomar la decisión de dejar todo atrás en Londres y empezar de nuevo en Japón así que siguiendo su instinto se mudó al antiguo departamento de sus padres en Tokio y se transfirió a la escuela más cercana.

Allí conoció a Yugi.

Fue un flechazo instantáneo, en cuanto lo vio reír por primera vez supo que tenía que acercarse a él como fuera y así lo hizo. Se llevaron bien de inmediato comenzando una linda amistad y aunque Atem se sintió atraído a Yugi desde el principio no quería apresurar las cosas y quería conocerlo bien antes de intentar algo con él, nunca se sabe qué tipo de sorpresas puede traer una persona. Tuvo que dejar de dudar y empezar a actuar cuando se dio cuenta de que sus sentimientos por Yugi eran algo más que una atracción, sus días dependían de ver al menor sonreír, de escucharlo hablar alegremente, de ver como se sonrojaba cuando Atem dejándose llevar lo abrazaba o lo tomaba de la mano, Atem necesitaba a Yugi como una persona necesita aire para respirar. Fue difícil confesarle lo que estaba sintiendo, no porque estuviera asustado del rechazo –aunque lo estaba, naturalmente- si no por cierto rubio que siempre estaba revoloteando alrededor de Yugi, en todo el tiempo que se conocían no habían tenido mucho tiempo a solas porque Jonouchi estaba todo el tiempo con Yugi, no lo dejaba solo y eso le molestaba.

Mucho.

Le daba celos ver a Yugi con Jonouchi, le daba celos que le sonriera, le daba celos que lo abrazara, le daba celos saber que Jonouchi conocía mucho mejor que el a Yugi pero intentaba controlarse porque sabía que Jonouchi era importante para su pequeño amigo, era su mejor amigo después de todo.

Un día se armó de valor e invitó a Yugi un helado después de clases y le pidió por favor que no se lo mencionara a Jonouchi porque quería pasar un tiempo con él, Yugi acepto con un poco de duda pero confiaba en Atem así que no lo cuestionó y cuando el timbre que indicaba el fin de las clases sonó y su mejor amigo lo busco para ir a casa juntos como todos los días Yugi le dijo que iba a quedarse en la biblioteca estudiando, Jonouchi inmediatamente quiso quedarse con él pero el tricolor se lo negó diciendo que para concentrarse bien necesitaba estar solo. Jonouchi no le creyó por ningún segundo pero decidió dejarlo, si tenía que mentirle algo importante debía ser y aunque se preocupó confió en Yugi y lo dejo solo. Así Atem y Yugi tuvieron el resto de la tarde para ellos.

Atem invitó ese helado a Yugi como le había prometido y también lo llevo al centro comercial en donde pudieron pasear y mirar las tiendas, el mayor le cumplió muchos caprichos a Yugi ese día y lo lleno de regalos. La pasaron de maravilla. Ya cuando la tarde estaba por terminarse y el sol amenazaba con desaparecer en cualquier momento, mientras estaban acostados en el pasto viendo el cielo y hablando de cualquier cosa, Atem se dio vuelta para mirar a Yugi y este al sentir la mirada de su acompañante sobre él se giró también quedando a una escasa distancia de su cara. El más alto quiso decir algo pero las palabras se agolpaban en su boca y no lograba decir nada, estaba muy nervioso pero estaba a decidido a hacerle saber a Yugi sus verdaderos sentimientos de cualquier forma y como no podía articular palabra alguna hizo lo que su corazón le estaba pidiendo a gritos desde hace un tiempo, acercó aún más su rostro al de Yugi hasta que sus labios estuvieron a punto de rozarse  y antes de dejar la distancia entre ellos en cero le susurro suavemente “me gustas” y luego lo besó.

Fue uno de los momentos más felices de la corta vida de Atem no solo por ser la primera vez que besaba al chico que lo volvía loco y que además este le correspondiera sino que también fue gracias a ese momento que comenzaron su noviazgo, decidieron inmortalizar ese momento con una hermosa fotografía de ellos dos, Atem abrazando a Yugi y este mirándolo ligeramente sonrojado. Atem nunca se había enamorado y se alegraba de eso ya que así Yugi podía ser el primero en su vida, todo pudo experimentarlo por primera vez con él, pudo aprender a amar por primera vez con él, y le encantaba que él era lo mismo para Yugi. Su relación se extendió por 7 maravillosos meses hasta que toda la alegría fuera arrancada de su vida sin ningún tipo de piedad, cuando comenzó la pesadilla.

Ese día Yugi no apareció en la escuela lo que preocupó mucho a Atem, pero nunca se imaginó lo que sucedería después. Cuando escuchó de parte de su abuelo que Yugi si había ido a la escuela su mundo se vino abajo, él y Jonouchi lo llamaron cientos de veces a su celular y nunca obtuvieron respuesta, lo buscaron en la escuela y en los alrededores, llamaron a la policía y preguntaron en los hospitales cercanos pero su búsqueda nunca dio frutos.

Yugi había desaparecido.

El mundo de Atem se derrumbó por completo, de a poco sus días fueron perdiendo color y su vida se volvió miserable. No se daba por vencido en su búsqueda, el jamas dejaría de buscar a Yugi aun si la vida se le fuese en ello, sin embargo, la luz de la esperanza se estaba apagando mientras las semanas pasaban. El solo pensar que jamas volvería  a ver a Yugi le daba escalofríos y se sentía tremendamente culpable, no había protegido lo suficiente Yugi y por eso esto estaba pasando, la culpa y el dolor lo consumían por dentro sin dejarlo vivir.

En la escuela sus notas comenzaron a decaer y las personas que lo conocían veían a un Atem completamente distinto, uno que ya no sonreía, que ya no hablaba, que dejo de hacer las cosas que le gustaban y que de a poco se marchitaba frente a sus ojos. Perdió el apetito y bajo de peso, no podía dormir en las noches por lo que rápidamente unas ojeras se instalaron bajo sus ojos y con el paso del tiempo solo se hacían más profundas y más notorias. Caminaba por los pasillos lentamente, pesadamente, como si de un fantasma se tratase y lentamente la gente dejo de notar que él estaba ahí exceptuando algunas miradas de lastima y algún comentario sobre lo terrible que debe haber sido pasar por algo así, pero a él no le importó sino todo lo contrario, el mismo se encargó de alejar a las pocas personas que aún se quedaban con él intentando apoyarlo. Se limitó a asistir a las clases sentándose en el lugar que antes ocupaba Yugi y a hacer las cosas que antes hacía Yugi, de cierta forma eso lo reconfortaba un poco pero en el fondo sabía que no era lo que necesitaba, extrañaba tanto a Yugi que le dolía el pecho de tan solo pensarlo y fingir que tomar su lugar lo acercaba de cierta forma a la única persona que había amado solo hacía más profundas las heridas que llevaba.

Una noche que despertó de una terrible pesadilla en donde Yugi le pedía ayuda desesperadamente se dijo a si mismo que había sido suficiente, que debía resignarse a la idea de vivir sin Yugi o por lo menos intentarlo y le marcó a sus padres por teléfono. Volvió a Londres un par de días después, quería hacerlo de inmediato pero sus padres le convencieron de quedarse hasta que tuvieran todo arreglado y así aprovechara de despedirse de sus amigos, ellos estaban al tanto de lo que había pasado con el novio de su hijo pero este aprovechándose de la distancia que había entre ellos nunca les dijo que en realidad se estaba muriendo por dentro, no quería preocuparlos más. Antes de partir se despidió de Jonouchi, solo hablo con el sin decirle que se iba pero fue una despedida a su manera aun si el rubio no tenía idea de que lo era.

Una vez en Londres intentó desesperadamente retomar su vida, volvió a la escuela y puso su mayor esfuerzo en parecer normal y socializar pero las cosas no salieron exactamente como esperaba, no podía dejar de lado el recuerdo de Yugi y se sentía atormentado por su inexistente presencia. Finalmente se resignó a vivir con un vacío en su mente y en su corazón y en el momento en que tocó fondo realmente supo que solo estaba vivo por una razón.

Vivir por Yugi.

Lo único que podía darle un sentido a su miserable existencia era Yugi y si él no podía vivir lo que siempre soñó Atem se encargaría de cumplirlo en su lugar, si Yugi no podía estar a su lado entonces él haría que Yugi viviera a través de él.

Yugi siempre soñó con llegar a ser un gran compositor, su pequeño no solo estaba enamorado de él sino también de la música por eso una de las primeras cosas que Atem intentó fue acercarse a la música. En su último año de escuela empezó a tomar clases de piano y de guitarra, también comenzó a escribir. Al principio solo escribía cosas al azar sin la estructura de una obra lírica pero poco a poco se fue dando cuenta de que si tenía mucho que contar y vaya que si podía llegar a sentir mucho, muy al contrario de lo que siempre pensó. A mediados de su último año ya tenía mayor control con los instrumentos y se inscribió en un taller de poesía y composición. Para cuando termino la escuela ya había escrito sus primeras canciones y tenía también sus respectivos arreglos musicales. Cuando llegó el momento de decidir que estudiar no lo pensó dos veces y se inscribió en la escuela de música más prestigiosa de toda Inglaterra, fue aprobando sus cursos con las mejores notas y pronto sus profesores notaron el increíble talento que Atem poseía, no paso mucho tiempo cuando uno de sus profesores le dijo que quería mostrar uno de sus demos en la disquera en la que trabajaba. “Creo que tienes un enorme potencial y estoy seguro de que te darán un contrato en cuanto escuchen tus canciones”, fue lo que le había dicho. A él no le molestó y un sentimiento parecido a la felicidad se instaló en su mente en cuanto supo que su profesor tenía razón y la disquera le ofreció un contrato. Aun sin terminar la universidad comenzó a trabajar en una disquera de renombre y pronto sus canciones llegaron  a las manos de artistas más que famosos, Atem no esperaba fama ni mucho menos ya que al igual que Yugi sabía que ser compositor era ayudar a que otros alcanzaran la fama trabajando desde las sombras y no le importaba, sin embargo, aunque sabía eso decidió firmar todos sus trabajos con un nombre que no era legalmente suyo pero que para él tenía un significado especial.

 

Yami

 

Se transformó en parte de su ser y en el mundo de la música nunca más fue conocido como Atem. El nombre “Yami” se ganó un puesto en la industria y a los dos años de universidad Atem empezaba a sentir que su corazón sanaba a través de la música, lentamente el recuerdo de Yugi ya no le molestaba tanto como antes y ver su rostro en fotografías ya no lo lastimaba como antes, el dolor nunca se fue pero sentía que cada día era más fácil vivir con él y le agradecía a la música por eso. Todo iba bien hasta que tres años y medio después de que la luz fuera apartada de su vida recibió una enigmática llamada.

La persona al otro lado de la línea era el abuelo de Yugi.

Atem se sorprendió mucho por eso, como si mudarse a Londres no fuera suficiente el alto tricolor cambió su número y se creó una nueva cuenta de correo electrónico, abandonó las redes sociales y jamas volvió a hablar con nadie de Japón, ni siquiera en japonés  con sus padres. Corto relación con su país natal de todas las formas posibles y aun así el abuelo de Yugi lo había encontrado.

Al escucharlo hablar a través del teléfono se le encogió el corazón. Acaso… ¿Había esperanza? Pero la verdadera razón de la llamada no tenía que ver con encontrar a Yugi o nada de lo que Atem estaba imaginando, el abuelo lo llamaba para despedirse. Le dijo que estaba gravemente enfermo y que quería poder verlo por última vez. Atem en un principio no quería ir, tenía miedo de lo que su regreso a Japón podía causar en él porque le había costado tanto volver a levantarse y no quería comenzar a caer otra vez, no obstante, pensó en Yugi y en qué hubiera hecho él en su lugar. Así decidió ir y en el primer vuelo que encontró disponible volvió a Japón y a la casa en donde su amado Yugi solía vivir.

El abuelo de Yugi habló mucho y de muchas con él y amablemente le pidió que lo acompañara en el tiempo que le quedaba, le dijo que Yugi lo había amado tanto que quería sentir un poco de ese amor antes de partir. Poco tiempo después tuvo que ser internado en el hospital, Atem iba todos los días a verlo y conversaban, se sentía como hablar con Yugi otra vez, el y su abuelo eran muy parecidos. Jonouchi fue a visitarlo un par de veces también y Atem se escondía de él cada vez que iba, agradecía enormemente que el abuelo nunca dijera nada sobre su presencia ya que no se sentía listo para enfrentar nada más. Las cosas siguieron así hasta que un mes después el abuelo pidió que lo llevara a casa, sabía que no le quedaba mucho y quería despedirse de la casa en donde vivió toda su vida junto a su difunta esposa y su amado nieto Yugi. A la semana siguiente falleció. El día de su muerte le había dicho a Atem que podía quedarse con todas las cosas de Yugi si lo deseaba puesto que él nunca tuvo el valor de deshacerse de nada y también le pidió que con los ahorros que tenía en el banco lo cremara y esparciera sus cenizas en el mismo lugar que él había esparcido las de su esposa.

El lago en donde se conocieron.

Cuando finalmente el momento llegó Atem se encargó de todo y siguió al pie de la letra las instrucciones dejadas por el abuelo, sin embargo, aun después de terminar todo no podía irse. Lloró amargamente la primera noche que estuvo solo en esa casa entre las cosas de Yugi, en su habitación podía aun distinguir su característico olor a manzanas y eso lo estaba matando pero Atem no podía irse, algo le impedía volver a Londres y por eso cuando se enteró de que el estado iba a rematar la casa a falta de alguien que la reclamara sin pensar en lo que hacía la compró. En su corta carrera había reunido algo de dinero y sus padres le ayudaron con lo que faltaba para comprar la casa y apoyaron incondicionalmente su decisión de quedarse en Japón.

Entonces Atem se transfirió de universidad para poder terminar sus estudios y pidió su traslado a la rama en Japón de la disquera que le dio la oportunidad de hacer música y terminó –aun sin saberlo- salvándolo de sí mismo.

Hoy, a cinco años de la tragedia que destruyó su vida por completo, Atem vivía en la antigua casa de la familia Mutou, tenía un trabajo estable como compositor en una disquera de renombre y sus canciones eran escuchadas por miles de personas a través de los artistas que las cantaban haciéndolas suyas también, y se sentía bien.

Hoy, a pesar de vivir normalmente y dejar todo atrás durante el día, aún hay noches en los que llora sin control recordando a su querido Yugi mientras está en la que era su habitación durmiendo en la que era su cama; y es que Atem nunca había podido olvidar a Yugi.

Seguía locamente enamorado de él como el primer día.

Seguía sonriendo como un tonto cuando veía su sonrisa en fotografías.

Seguía anhelando su presencia.

Seguía extrañándolo.

Seguía siendo aquel adolescente de 16 años que le susurró a Yugi un me gustas antes de besarlo y marcar el destino de ambos… Para siempre.

Notas finales:

¿Qué les pareció? 

Me gustaría aclarar un par de cosas:

1. Atem y Yugi son de la misma edad.

2. Atem se confesó a Yugi en algún punto del segundo año de la "secundaria". No sé cómo le llamaran en sus países pero creo que ese es un término más general.

3. A partir de esa confesión pasaron 7 meses, en los que salieron de vacaciones y después estuvieron en el "tercer" año de secundaria, a inicios de ese año de escuela secuestraron a Yugi y a los 6 meses de eso Atem volvió a Londres como se menciona en el primer capítulo. 

Creo que eso les ayudara a ubicarse en el universo temporal de la historia.

Yo siempre reviso los capítulos antes de subirlos pero si encuentran algún error me dicen y yo lo arreglo. También pido disculpas si en algún momento abuse de algún signo de puntuación, aunque escribo muchas veces cosas extensas nunca pude manejarme del todo bien con esos signos así que lo intento de la mejor manera, si hay algun uso incorrecto me dicen.

Cualquier duda, sugerencia u opinión me lo dejan en un comentario que yo respondo todo :D

Gracias a las personas que han leído hasta ahora (el contador lleva 2212 leídas pero yo no sé si eso significa "personas" o "veces leídas" que puede ser por la misma persona D:) y a las personas que han dejado comentarios, saber que les gusta lo que leen me anima ^^ 

Nos vemos en el próximo capitulo <3


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