Yugi no se movió de su lugar ni un solo momento y solo presenció la escena con horror, aun cuando vio a Atem cerrar la puerta y caer arrodillado al piso llorando Yugi no supo que debía hacer. Tenía una molesta sensación en el pecho y no podía soportar ver a su Yami sufrir pero estaba en shock así que solo se quedó sentado en silencio, no se molestó tampoco en seguir a sus amigos y esperó que estos entendieran que debía quedarse con Yami pues era él quien lo necesitaba en ese momento. No supo cuánto tiempo pasó cuando Rebeca golpeó la puerta avisándole a Yami que Taemin había llegado y Yugi vio a Atem levantarse secándose rápidamente las lágrimas, le gritó a su asistente que en unos minutos estaría en la sala de prácticas y entonces se acercó a tomar sus cosas mientras inhalaba y exhalaba profundamente para calmarse.
-Puedes hacerlo – Lo escuchó susurrar para luego salir de la habitación.
Yugi lo siguió de cerca todo el tiempo y una vez en la sala de prácticas solo se mantuvo cerca de Atem y lo observó trabajar. La canción que Yami había compuesto hablaba sobre la despedida de dos personas que debían seguir distintos caminos y separarse, a Yugi le dieron ganas de llorar cuando escuchó la voz de ese chico interpretarla tan bien, el baile era todavía más emotivo y a Yugi le pareció increíble, él ya había oído hablar de Koharu ya que era una bailarina y coreógrafa muy reconocida en Japón pero nunca había visto su trabajo tan de cerca. Escuchó a Yami hablar sobre los sentimientos de la canción y darle consejos a Taemin, Atem no sabía nada de baile pero hizo su mejor esfuerzo para ayudar, le decía a Koharu “quizás ese movimiento no debería ser tan brusco” o “En esta parte Taemin está dando el ultimo adiós, no creo que eso sea adecuado” y la coreógrafa se encargaba de arreglar todo y enseñarle a Taemin lo que debía hacer, claro que el joven cantante también daba su opinión y ayudaba.
La tarde se le paso volando a ambos y pronto Atem y Yugi se encaminaron a la casa del mayor, aunque obviamente Atem no tenía idea que Yugi iba con él y lo único que podía sentir de él era su distintivo olor a manzanas que se le hacía cada vez más intenso y cada vez más molesto, no es que Atem odiara el olor a manzanas pero odiaba que últimamente pensaba más en Yugi que antes y con todo lo que pasó ese día estaba realmente cansado.
-Estoy enfermo y cansado de estar enfermo y cansado… - Lo escuchó Yugi susurrar en el asiento del conductor y pudo reconocer de inmediato que era parte de la canción que había escuchado en la radio ese día.
Yugi decidió que lo mejor era alejar su mirada del semblante sombrío de su novio de la secundaria, verlo así solo lo ponía mal a él mismo y no era lo que necesitaba así que simplemente se dedicó mirar por la ventana el paisaje urbano que la ciudad le entregaba. Su rostro adoptó un semblante de confusión cuando comenzó a reconocer las casas que veía y el camino se le hizo extrañamente familiar, sus ojos se abrieron en total sorpresa cuando el auto de Atem se detuvo frente a aquella casa en la que vivió toda su vida, aquella casa que tanto extrañó y a la que siempre quiso volver… La casa de su abuelo. El tricolor observó atentamente a Atem con los ojos bien abiertos y no pudo convencerse de que esa era la realidad hasta que lo vio sacar un juego de llaves de su bolso y abrir la puerta.
-Fuiste tú… - Dijo aun sin poder creerlo – Tu compraste la casa…
Siguiéndolo de cerca entró a la casa junto a él y fue testigo de cómo Atem dejaba su bolso en el sillón de la sala e inmediatamente después sacaba un par de inciensos de un cajón y los prendía dirigiéndose al Butsudan. Atem colocó los inciensos en su lugar usual junto a las fotos de Yugi y su abuelo y les dedico una oración en silencio.
-Ya estoy en casa Yugi… Abuelo. Hoy ha sido un día muy extraño pero espero que el suyo haya sido mejor que el mío, donde sea que estén ahora – Atem dio una pequeña reverencia y luego subió las escaleras para ir a su habitación, anteriormente la habitación de Yugi. Se puso ropa más cómoda y se sentó en su escritorio a componer un poco, entonces Yugi decidió que comenzaría a hacer algo.
-¿Atem? – Intentó hablarle pero el mayor no lo notó ni por un segundo – Se supone que debo hacer que te des cuenta de que estoy aquí pero no estoy seguro de cómo voy a lograr eso, ni siquiera puedes oírme aunque me gustaría que lo hicieras, tú de seguro tendrías una buena idea pero claro esto no sería necesario si pudiéramos interactuar de esa forma. No puedo tocar cosas así que no puedo espantarte haciendo flotar objetos o cosas como esa – Dijo mientras intentaba tirar al suelo una de las hojas del escritorio de Atem sin éxito alguno – Supongo que tampoco puedo tocarte lo cual es una verdadera lástima, me gustaría que me dieras uno de esos abrazos tuyos que eran siempre tan cálidos y reconfortantes. Yami, no sé qué hacer. ¿Por qué no le creíste a Jonouchi? Por muy loco que suene si la situación hubiera sido al revés y Jonouchi me hubiera dicho que estabas vivo yo le creería porque mi mejor amigo no sería capaz de jugar de esta forma. Ah, claro – Dijo dándose cuenta de algo – Jonouchi no era tu amigo. ¡Pero era el mío! Y tú sabes que yo confío en él a ciegas, si tú no confías en él es como si no confiaras en mí, Yami yo confío en ti ¿Por qué no confías en mí? – Yugi comenzó a sentirse de alguna forma traicionado y dolido, ya no hablaba intentando llamar la atención de Atem, hablaba para sí mismo - ¿Acaso no debí confiar en ti? Tú te fuiste, huiste a Londres y me dejaste acá en manos de un desconocido, te rendiste conmigo y me abandonaste ¿Por qué yo debería seguir confiando en ti? ¿Por qué sigo aquí intentándolo contigo si tú no seguiste intentándolo conmigo? ¡No me buscaste Atem! ¡Pudiste haberlo hecho! Fueron cinco años… ¡5 años! Yo te hubiera buscado… Día y noche sin descanso hasta dar contigo, aun sin ninguna pista, aun si todos dijeran que estabas muerto yo jamas me rendiría… Jamas me rendiría contigo Yami… Porque te amo demasiado como para dejarte ir así… ¡Escuchaste eso! Aunque te rindieras conmigo ¡Te amo! – Gritó lo último con tanta fuerza que creyó que su garganta se desgarraría y en ese momento las luces de la habitación titilaron sacando a Atem de su trabajo.
El compositor se levantó y se acercó a su luz de techo para asegurarse de que no estaba suelta o algo por el estilo, no necesitaba un corte en ese momento. Cuando se aseguró de que todo estaba en orden se dispuso a volver a su escritorio pero mientras lo hacía su mirada se cruzó con el espejo que había en una de las paredes y lo que vio ahí lo dejo estático. Fue solo por un segundo pero vio a su pequeño Yugi devolviéndole la mirada a través del espejo, rápidamente volvió sus ojos al lugar en donde Yugi aparecía en el reflejo pero no vio nada, miro de nuevo en su espejo esperando encontrarlo nuevamente pero ya no lo vio. Aturdido se dejó caer de golpe en la cama sin darse cuenta de que Yugi también se había sentado ahí.
-Yami… Soy yo, no fue tu imaginación, en verdad estoy aquí. Soy tu Yugi, el de siempre. Estoy aquí.
-Que… ¿Qué fue eso?
-Yami por favor…
-Yo… Debo estar muy cansado.
-No, no, Yami soy yo.
-Lo mejor será que me vaya a dormir.
-¡Yami!
-Buenas noches abuelo Mutou, buenas noches Yugi.
Yami se fue a dormir rápidamente totalmente ajeno a las palabras de Yugi y este último no tuvo más opción que dormir también, se acurrucó a un lado de Yami y se sintió bien de poder dormir con él aunque el mayor no supiera que estaba ahí. Al día siguiente Atem despertó con una inusual sensación de calidez pero aparte de eso y el olor a manzanas que lo seguía a todas partes todo se mantuvo igual durante el día, al llegar la noche hizo su rutina usual pero nuevamente fue interrumpida por sucesos extraños y así fue todas las noches por 4 días completos. Ráfagas de viento cuando su ventana estaba cerrada, las luces titilaban e incluso uno de sus focos explotó de la nada, sombras que se paseaban detrás de él y extraños reflejos en cualquier cosa que pudiera reflejar algo. Atem creía que se estaba volviendo loco pero el quinto día sucedió algo inesperado.
Nuevamente se encontraba componiendo, estaba trabajando en una nueva canción y quería terminarla pronto. Yugi había agarrado la costumbre de hablar sobre lo que sentía y simplemente dejar todo salir, se dio cuenta de que cuando dejaba salir todas sus emociones obtenía reacciones en el ambiente y lograba llamar la atención de Atem así que eso fue lo que hizo ese día también.
-Sabes, me siento muy asustado ahora. El hecho de que quizás nunca logre que me veas es un factor que me asusta pero hay otra cosa, yo no recuerdo nada de los cinco años en lo que estuve lejos. Tuve algunos recuerdos el primer día que pase de esta manera pero no he vuelto a recordar nada y tengo miedo, tengo tanto miedo Yami. ¿Qué tipo de cosas me pasaron mientras estuve cautivo? ¿Ese lunático habrá sido violento conmigo? ¿Habrá sido gentil? En aquel recuerdo que tuve de él no me pareció una persona cruel y aunque no estoy de acuerdo por ningún motivo con que me secuestrara realmente no parecía querer hacerme daño. Sé que es extraño pero de cierta forma me da un poco de lástima que se viera orillado a raptarme para llamar mi atención, no lo defiendo ni nada pero si ponemos las cosas en una balanza él tenía sentimientos por mí y se tomó la molestia de mantenerme en un lugar por cinco años, no tengo idea de que fue lo que sucedió pero a veces tengo la sensación de que no pudo haber sido tan malo, sin embargo, se me ponen los pelos de punta cuando pienso que eso es solo mi imaginación y que en realidad debería estar agradecido de no recordar nada, tu por el otro lado, te fuiste. Creo que en este momento es una de las cosas que más me molestan, que tú te fueras y siguieras con tu vida mientras yo estaba llevando quizás qué tipo de vida, no quiero juzgarte ni enojarme contigo, ¿Quién soy yo para decirte que deberías quedarte amarrado a una persona que ya no está? No tenías como saber que yo estaba vivo, pero aun así, quiero ser egoísta un momento y odiarte por no estar conmigo, por abandonarme y seguir tu vida – Yugi miraba fijamente a Atem y soltó un largo suspiro al comprobar que una vez más el mayor estaba totalmente indiferente a sus palabras – “Estoy enfermo y cansado de estar enfermo y cansado”… Creo que yo también me siento así Yami, no puedo seguir así mucho más – El tricolor ya había perdido la cuenta de todas las veces que terminaba llorando a causa de su situación actual pero eso no fue un obstáculo para que las lágrimas volvieran a salir de sus cansados ojos.
Yugi se vio envuelto en un intenso llanto que no pudo parar, a veces el nombre del que ama se le escapaba de los labios pero dicho hombre no podía notarlo o al menos así fue hasta que una vez más las luces de la habitación titilaron sacando a Atem de su trabajo.
-¿Otra vez? – Dijo entre molesto y extrañado – Esto ya es demasiado. Presentare un reclamo en la compañía de luz – Atem intentó concentrarse en su trabajo pero las luces no paraban de titilar y a eso se le sumo una abrupta apertura de todas las ventas de la habitación - ¿Qué? – Susurro atónito Atem, no había viento y aun si lo hubiera él dejaba siempre las ventanas con el seguro.
Yugi dejó de llorar al ver todo lo que estaba pasando, ya había notado que cuando se sentía muy sobrepasado estas cosas sucedían pero más allá de pensar que podían ayudarlo en su tarea no les prestaba demasiado atención. Quizás si hay algo que puedo hacer después de todo, pensó. Dejó que las emociones fluyeran en su mente, no intento contenerse en ningún momento y luego se concentró en provocar cosas físicamente, el titileo se hizo más intenso y las ventanas se abrían y cerraban con violencia. Atem giraba su cabeza en todas las direcciones sin saber realmente que hacer, por alguna razón que desconocía no se sentía asustado solo realmente sorprendido y confundido, se giró violentamente hacia su escritorio cuando escucho un estruendo y se encontró con que todo lo que había sobre su escritorio había caído al piso, siguiéndole a eso una a una fueron cayéndose las cosas que tenía colgadas en las paredes, algunos muebles se movieron de lugar, su ropa de cama se volvió un desastre en un segundo y luego la puerta de su habitación fue abierta, con eso su habitación quedó en completo silencio y las cosas dejaron de moverse así que Atem se dirigió a la puerta atraído por la curiosidad, cuando asomó su cabeza el extraño suceso se reanudó pero ya no en la habitación si no que fuera de ella, los latidos de su corazón se dispararon por el nerviosismo pero siguió avanzando, siempre en dirección del camino de desorden que se parecía estar creando. Todo volvió a detenerse cuando llegó a la sala pero la tranquilidad solo duró unos segundos, se escuchó un sonido seco de algo cayendo y cuando Atem posó sus ojos en la dirección del sonido vio que la foto de Yugi en el Butsudan estaba boca abajo y uno de los inciensos estaba apagado sin terminar, giró la cabeza nuevamente cuando sintió vidrio romperse cerca de él, las fotos que tenía en la repisa estaban cayendo al piso una por una. La caída en secuencia se detuvo dejando una sola fotografía en pie, Atem se acercó y la sostuvo entre sus manos, en aquella foto se veía a Yugi y Atem abrazados, el menor tenía un ligero rubor en las mejillas mientras miraba a su novio. Olvidándose por un segundo del extraño suceso Atem sonrió con nostalgia recordando el día en que comenzaron a ser novios y se tomaron esa foto y fue entonces en que la realidad lo golpeo.
De pronto todo esto tenía sentido.
Fue como si estuviera armando un rompecabezas y al terminarlo todas las piezas encajaran perfectamente, algo en su mente hizo “click” y lo supo.
-¿Yugi?
¿Es verdad?... Yugi está… ¿Aquí?, pensó.
Se dio la vuelta, dejando primero la fotografía en su lugar, y miro la sala. No vio nada y se sintió decepcionado, aun creía que quizás solo estaba alucinando pero algo en su interior le decía que esto era real, que debía creer en las palabras de su rubio amigo porque eran ciertas y era Yugi quien estaba causando todo esto. Su corazón latía tan rápido que creyó que iba a estallar, las palmas le sudaban y la ansiedad lo carcomía, solo se quedó quieto en su sitio esperando que algo ocurriera pero los segundos pasaban y no sucedía nada.
Uno de los vidrios en el piso crujió cerca de él y unos instantes más tarde Atem comenzó a sentir una extraña calidez en su pecho que se fue extendiendo de a poco a otros sectores de su cuerpo pero que en ciertos lugares se intensificaba, luego sintió una ligera presión en su cintura que se fue volviendo más fuerte, no como si lo apretara más si no como si la sensación de presión se hiciera más clara, cerró los ojos centrándose en las sensaciones y fue como si alguien estuviera abrazándolo. La fragancia a manzanas le golpeaba la nariz igual que un golpe pero ya no le molestaba, se sentía en paz y tranquilo, Atem sintió familiaridad y pensó exactamente como cuando quien me abrazaba era…
Abrió los ojos de golpe al notarlo y en su campo de visión entró una cabeza tricolor apoyada en su pecho.
...Yugi.