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¡Ya no quiero ser virgen! por Iori Yagami CCH

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Capítulo 2: ¡Tócame de una buena vez!: La primera visita en casa de los Ryugazaki
Y ahí estaba Rei Ryugazaki, uno de los mejores estudiantes de la preparatoria, en su primer año como alumno del nivel medio superior, delante de él, se encontraba Nagisa Hazuki, compañero de aula, además de alguien completamente irresponsable desde su humilde punto de vista, y no solo eso, sino que literalmente estaba siendo acorralado a hacer algo indecente.
Movió su temblorosa mano en dirección del rubio para quitárselo de encima, pero sin poderlo evitar miró aquellos ojos magenta que se posaron delante suyo, y aunque el rubio mordía su labio, ahora se mostraba nervioso, tan nervioso que quería empujar a Rei lo más lejos que pudiese, pero no, no lo haría, porque él quería sexo, había iniciado y no sería correcto detenerse, así que se armó de valor y se quitó el chaleco y desabrochó su camisa “Ryugazaki-kun” susurró mirándole con ojos cristalizados, pero antes de que pudiese hacer algo gritó sin poder contener su miedo, nerviosismo y falta de experiencia
-¡Tócame de una buena vez!- Pero en vez de que las manos de Ryugazaki continuaran el trabajo que Nagisa había empezado, este le aparto completamente aterrorizado y con el rostro rojo se alejó de él, mostrando así su también falta de experiencia.
-¡Lla-Llamaré a un profesor para que te explique!-.
Y dicho esto Ryugazaki Rei salió corriendo de la biblioteca y Nagisa inmóvil se dejó caer al suelo en señal de derrota ¿eso había sido de verdad? ¡¿Realmente Ryugazaki se había atrevido a dejarlo ahí, como un idiota?! Aunque, debía admitir que también estaba muy asustado, negó con la cabeza un par de veces y se llevó una mano a su pecho semidesnudo, para la próxima vez no sería él el que quedara como un estúpido, la próxima vez, Ryugazaki se dignaría a tocarlo.
A la hora de volver a casa, regresaba junto a sus amigos de infancia Haruka y Makoto, mordió su labio y después se paró delante de ambos y con voz firme les dijo:
-¡Quiero saber cómo fue su primera vez!-.
Los colores del mundo se le vinieron al rostro a Makoto, mientras Haruka daba un suspiro molesto. Estuvo a punto de golpear a Nagisa por semejante estupidez que estaba preguntando, pero se contuvo, no era de él reaccionar de esa manera.
-¿Cuándo será el día que dejes de pensar en sexo?-.
Nagisa hizo un puchero, ellos no entendían lo frustrante que era para él.
Así pasaron los días, no había grandes cambios en ese tiempo, pero si un suceso importante: durante días de insistencia, Ryugazaki había decidido unirse al club de natación, aunque claro, le debía una a Haruka, pues sin su aporte involuntario, Nagisa estaba seguro que Ryugazaki seguiría negándose de ingresar, pero ahora lo tenía más cerca y, por obvias razones, también estaba cada vez más cerca de llevarlo a su cama.
Durante días estuvo tirado en su cama pensando en que hacer para tener sexo con Ryugazaki, ¿Cómo es que se empieza para tener sexo? Y la cabeza se le iluminó cuando lo comprendió, era obvio desde el inicio, ¡lo primero que debía hacer era obtener un beso! Y después, estaba seguro que “Rei-chan” estaría rendido a sus pies, pero ¿Cómo hacerlo?...
Más días pasaron y una mañana, Nagisa llegó al lugar de Rei, el cual le miró analizando aquella postura, desde aquella vez en la biblioteca, Nagisa no había intentado más cosas “raras” por ello supuso que todo había sido una broma de mal gusto. Pero la pasó por alto, pues no podía enojarse con esa bonita sonrisa.
El rubio se recargó en el pupitre de Rei y le sonrió de la manera más dulce posible y después acomodó sus largos y ondulados cabellos rubios detrás de su oreja.
-Oye, Rei-chan… ¿puedo hacer hoy la tarea de matemáticas en tu casa?-.
El de cabello azul asintió, pues después de todo, Nagisa se estaba comportando de una manera decente y apropiada, no como aquella vez en la biblioteca.
Se despidieron de Haruka y Makoto al llegar a la estación, y siguieron con Gou por un tramo de camino, sin embargo pronto ella también tomó su camino a casa dejando a aquel par a su suerte, de la cual dependía la “súper actuación” de Nagisa, o al menos el mismo le había denominado así.
Cuando llegaron a la casa de los Ryugazaki, todo estaba en silencio, solo su madre estaba ahí, una mujer muy linda y amable pero sin perder la buena educación “es igual a Rei…” pensó Nagisa, el ambiente era cálido, ojala su casa fuese igual, y esa era una de las principales razones por las que le gustaba estar ahí, quizá en el futuro, visitaría a Rei más seguido.
Durante el tiempo que estuvo ahí, junto a Rei, en su recamara, ambos completamente solos, pensó como acercarse, pues la última vez lo había hecho demasiado a prisa, y por eso Rei había huido como ratón a un gato, así que con una sonrisa se abrazó por detrás al de cabello azul.
-¿Nagisa-kun…?-. Ryugazaki le miró sorprendido pero Nagisa no cambió su postura, se mantuvo así un rato, y después se separó caminando hacia un rincón de la recamara arrimando un pequeño banquillo a un lado de Rei, en el cual se sentó y recargó su cabeza en sus piernas, Rei se ruborizó por completo ante tal acción, pero solo se limitó a ladear el rostro.
-¿Qué hace?-.
-Rei-chan…- Susurró y mordió su labio, no había pensado en lo absoluto que hacer después, ¿Cómo llegaría a la parte en la que tenía que besarlo? ¿Qué debía hacer ahora? ¡Estúpidos Haruka y Makoto que no quisieron decir nada respecto a su primera vez!
-Nagisa-kun…- Habló Rei y Nagisa se vio obligado a recobrar la postura, le tomó de los hombros y acercó un poco su rostro ¿¡era cierto!? ¡¿Rei estaba tomando la iniciativa?! En ese instante, Rei no pudo articular palabra alguna pues un bulto comenzaba a engrandecer al ver a Nagisa en ese estado de “confusión y vulnerabilidad.
Cuando Nagisa se dio cuenta, por impulso empujó a Rei y horrorizado salió de la casa de los Ryugazaki ¿qué había sido eso? ¡EN DEFINITIVA ALGO QUE LO HABIA ASUSTADO MUCHÍSIMO!...
Se detuvo unas calles después y se recargó en la pared… ¿por qué deseaba con todo su ser tener sexo pero al mismo tiempo le causaba un pánico indescriptible? Mordió su labio y se sonrojó de nueva cuenta tocando sus mejillas “al menos sé que es grande” pensó y de nuevo se maldijo por no haber actuado como debía.
Pero para la próxima no solo lo vería por encima de su ropa, ¡eso lo juraba!

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