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Secretos por estheyaoista

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Notas del capitulo:

Hola, pasé a dejar un cap por aquí, espero que les guste. :)

   

9.- Recuerdos: Una promesa a la luz de la luna Parte ll

La voz del profesor resonaba en todo el salón, mis pensamientos se encontraban demasiado lejos de mi cabeza, entre los estudios, la empresa y los amigos, no había tenido tiempo en pensar en algo que me habían preguntado la mañana de ese día.

Llevaba toda mi vida sin un verdadero amor, y es que no era porque no hubiese querido, era porque simplemente no encontraba a la persona que fuera predestinada para mí, también estaba el hecho de que casi no me importaba ese tema, es decir, estaba muy ocupado con el estudio como para pensar en el amor, pronto heredaría la empresa de mi madre, por lo que mis problemas y conflictos iban a aumentar tres rayitas más. Tener una novia no es como tener una mascota, es decir, a la mascota la puedes cuidar pero también la pueden cuidar por ti ¿Acaso podía decirle a un amigo que bese y salga a una cita con mi novia por mí? claro que no podía hacer eso.

Un papel voló hasta mi banca y llamó mi atención, mire hacia mi lado y ahí estaba mi mejor amigo, con una sonrisa en su rostro mientras me señalaba que leyera el papel. Lo abrí cuidando que el profesor no se dé cuenta y lo leí.

¿Quieres ir a las consolas luego de clases?”

Eso era común en mi amigo, sonreí y asentí para que sepa que si iba a acompañarlo, aunque eso no me gustase y por ende me aburriera enseguida, iba a ser momento de distracción para mí.

A la salida del instituto, me dirigí junto con mi amigo a la sala de consolas, ese día habían muchos más estudiantes de lo que solían haber, era lunes, inicio de la semana ¿Por qué tanto alumnado en las consolas? No le di importancia y acompañe a mi mejor amigo a una de ellas, sentándome en la contraria para poder jugar juntos.

La verdad era que me aburrían un poco, no me gustaban estas clases de cosas, lo mío era la pintura, música clásica, instrumental y tocar el violín. Algo ambiguo debía de admitir, pero eran mis gustos. Ingresé con un nombre de usuario inventado y empezamos a jugar, vi que mi mejor amigo se había puesto “Macho-man y me reí, bueno, tampoco era como si hubiera puesto yo un nombre racional a la consola, ¿Quién se llamaría a sí mismo “Mazoku de fuego”?

Noté que mientras nosotros jugábamos, iban ingresando unos cuantos alumnos de otros institutos, el lugar estaba a reventar, pero entre el mar de diversos uniformes, pude distinguir uno que me interesaba. El color brillante del rojo con franjas negras había hecho acto de presencia, enseguida pude distinguir a un grupo de chicos, unos cuantos me eran familiares, pero el que más llamaba la atención era el que estaba animadamente apuntando a una máquina. Su nombre era Shion Takamura, tenía mi edad y sus revueltos cabellos rojizos contrastaban entre todos, la sonrisa que les entregaba era genuina de felicidad. Sin darme cuenta, había dejado de jugar, consiguiendo así que el ganador sea “Macho-man”. Escuche el grito de victoria de mi mejor amigo y yo espabilé de mis pensamientos.

-Vaya ¡Eh ganado de nueva cuenta! Wolfram.

El grito de mi nombre hizo que Shion regresara la vista rápidamente a donde nos encontrábamos, mi corazón empezó a latir con fuerza al sentir el peso de su mirada en mí ser. Lo vi sonreír de tal forma que me quitaba la respiración, con unos cuantos pasos ya se encontraba cerca de mí, extendiendo su mano para estrechar la mía, típico de él.

-Wolfram von Bielefeld, hace mucho tiempo que no nos vemos, vaya que has cambiado un montón, has crecido desde la última vez que nos vimos. ¿Hace cuánto ya?

­-Cinco años—Susurre, la verdad es que me había dado cuenta desde hace mucho que él había cambiado, siempre lo veía cuando iba para casa, sentado en un café internet conversando con el mismo grupo de chicos con el que había ingresado a la sala de consolas—Tu también has cambiado.

-¡Ja! ¿Estoy más guapo acaso?

-No seas pretencioso.

-¿Qué haces en una sala de consolas? No es lo tuyo.

-Acompaño a un amigo y me libero de mis pensamientos.

-Típico de von Bielefeld hacer cosas que no le gustan para des estresarse un rato.

-Bueno sí.

-¿Wolfram?

Mire hacia mi derecha y enseguida pude ver a mi mejor amigo acercarse a nosotros, cielos, me mantuve concentrado en la conversación con Shion que no había prestado atención a mi amigo.

-Ah, perdón, Shion, él es un amigo, Adalberto von Grantz. Adalberto, él es un amigo de la infancia, Shion Takamura.

-Hola—El saludo de Adalberto como siempre había sido tan frio que hizo desconfiar un poco a Shion.

-Oh, Honey-Wolffy-chan ha conseguido un nuevo amiguito ¿Y qué hay de mí? ¿Acaso lo has invitado a una cita como lo hiciste conmigo? Que cruel que eres.

Vi como sonreía mientras hacía esas muecas, recordaba a la perfección la cita que había tenido con Shion cuando era pequeño, pero no me había agrado el hecho de que lo hubiera dicho así, tan a la ligera.

-Shion, no digas cosas extrañas.

-¿Pero porque? Si tú de pequeño me querías a mi ¿No es así?

Miré a Adalberto y este estaba sorprendido, observando atento todos y cada uno de los gestos de Shion. Enseguida supe que estaba analizando todo lo que había dicho, maldición, luego me vendría la lluvia de preguntas. Miré la hora en mi reloj y me di cuenta que nos habíamos pasado de la hora.

-Oh, es tarde, lo siento Shion, debemos irnos, espero vernos pronto.

-Claro, saluda a Chery-sama de mi parte ¿De acuerdo?

-Está bien, tú saluda a Mino-san de mi parte.

Nos despedimos y yo salí con Adalberto detrás de mí, le dije que nos acercáramos a tomar un batido antes de irnos a casa y el aceptó enseguida.

Sentados en aquel lugar, la incomodidad de no saber que decir estaba llegando, tomábamos nuestros batidos, el de chocolate, yo de fresa, mi favorito.

-Wolfram.

-¿Hmn?

-A ti… ¿Te gusta ese chico de antes?

-¿Qué? ¿Shion?—Oh, no, venían las preguntas que tanto temía responder— ¿Por qué lo preguntas?

-¿Crees que no me di cuenta que perdiste porque no hacías nada en la consola? Por favor, estabas quieto en tu lugar y cuando te vi, estabas observando a ese chico. ¿Te gusta? ¿O gustaba?

-Y-yo…bueno…eso.

-¿A ti te gustan los hombres?

Maldición, tan directo, demasiado directo, en mi vida me habían preguntado tan abiertamente algo así, sentí que mis mejillas iban a incendiarse por lo sonrojadas que estaban, mire a otro lado pero de reojo pude ver el gesto de molestia de mi mejor amigo.

-Adalberto, eso…eso es algo que…

-Responde, se supone que somos amigos ¿No?

-B-bueno—Y me resigné—Sí.

Bajé la cabeza con vergüenza, no quería ver que gesto tenía al saber, bueno, tal vez solo estaba un poco confundido, pero nada más, solo esperaba que fuera así. Al no recibir ninguna respuesta de parte de Adalberto, alce la mirada y lo vi, estaba con el ceño fruncido, su gesto de asco se había hecho presente en su rostro. Maldición, me odia.

-Adalberto...

-Tú…eres gay.

-Adalberto, yo…

-Cállate, yo…yo no quiero saber de eso…me…me das asco.

Y con una furibunda mirada, se alejó de mí, esa fue la última vez que entablamos una conversación tranquila.

Desde ese día habían pasado exactamente nueve días, días en los que había intentado conversar con Adalberto pero que solo recibía su indiferencia. Esa mañana del día miércoles, cuando el frío estaba presente, Adalberto se me acercó, con un papel en sus manos mientras la movía de un lado a otro para que le preste atención.

-Hoy, en esta dirección, quiero hablar contigo.

Dejó la carta encima de mi escritorio y se retiró de mi vista, sentí un poco de esperanzas de volverlo a tener como amigo, cuan equivocado estaba.

Eran las cuatro de la tarde, tomé un taxi y le di la dirección en la que me había citado Adalberto, quizás era un lugar tranquilo para poder conversar sin interrupciones. Llegamos a un café que estaba cerca del centro de la ciudad y le pagué la carrera al conductor. Miré a todos lados y pude visualizar en mi campo de visión a Adalberto, que me levantaba la mano para que lo vea. Me acerque corriendo donde él y lo salude como siempre, con una sonrisa, el me devolvió la sonrisa, pero esta era algo torcida. Entramos al café y nos sentamos en una mesa.

No, no nos sentamos en una mesa los dos solos, en ella también había tres personas, una de cabellos azules y dos de cabello negro, me sonrieron de una forma perversa y regresé la mirada a Adalberto, quien se mantenía callado en su puesto. Sentí un poco de pánico al tener que sentarnos junto a ellos, esperaba una conversación con Adalberto, los dos solos, pero no, estaban esos tres que me causaban un poco de pánico.

-Eh…

-Wolfram, ellos son unas personas para las que trabajo, él es mi jefe, y los otros dos son sus guardaespaldas.

Ah, guardaespaldas, seguro era un señor de gran renombre, una empresa y unas sucursales quizás, pero no sabía a lo que quería llegar con todo eso, en ese momento no lo sabía y hubiera dado mi vida por no saberlo. El hombre de cabello azul me sonrió mientras inspeccionaba mis movimientos, me daba un fuerte escalofrío de tan solo verlo.

-Mucho gusto, tú debes de ser Wolfram von Bielefeld, tu amigo nos ha conversado mucho de ti— ¿Adalberto habla de mí en sus horas de trabajo? Que extraño era, no me hubiera imaginado nunca que él le conversara de mí a su jefe—Y nos hemos interesado en ti, para que trabajes con nosotros.

-E-espere un segundo—Miré a Adalberto con un gesto de confusión— ¿No se supone que íbamos a hablar sobre nuestro problema?

-Directamente no, pero si va inmiscuido tu problema en este caso.

La chica que atendía la mesa me llevó una taza de café mientras sonreía, la tome agradeciéndole y le vertí dos cucharadas de azúcar a mi taza, luego dos más y lo removí, me gustaban las cosas dulces. Tome un sorbo y sentí el sabor del café en mis labios, la sonrisa que dibujo ese tipo de cabello azul en sus labios provocaba nerviosismo en mí.

-¿Y de qué consiste su trabajo? ¿Por qué demonios tiene que ver con mis gustos e inclinaciones? ¡¿Le has hablado a tu jefe sobre mis preferencias?!

-Tranquilo muchacho, una pregunta por turno, pues, el trabajo es algo sencillo, tiene que ver mucho con tus gustos ya que deberías de hacer algunas cosas que lo ameriten y sí, me ha contado sobre tus preferencias porque ha sido necesario.

Lo mire ¿Qué clase de trabajo era el que tenía con ese tipo? Pronto me sentí mareado, mil cosas pasaron por mi cabeza, y la preocupación rondaba en todos mis sentidos, sentí nauseas, la cabeza me daba vueltas, vi como todos en la mesan sonreían ante mis gestos de fatiga.

-¿P-porque precisamente yo?

-Eso, mi querido Wolfram, lo conversaremos en un lugar un poco más tranquilo.

Lo vi levantarse, acercarse a mí y tomarme del brazo para levantarme, yo me quise resistir pero no podía, mi cuerpo no respondía en lo absoluto a los movimientos que mi cerebro le ordenaba que hiciesen, me levantó sin ningún problema y nos encaminamos a un auto de vidrios blindados, sabía lo que sucedía a mi alrededor, pero no podía defenderme ni decir algo, esos desgraciados me habían drogado. ¿Pero cómo? Fue entonces que noté el pequeño objeto que Adalberto tenía entre sus manos, era el azucarero que había encima de la mesa, maldición, habían mezclado el azúcar con una droga en polvo, si mi madre me viera de seguro se molestaría mucho diciendo que no debería de tomar cosas que me ofrezcan personas sospechosas.

Me subieron al auto y empezó a rodar, la cabeza me daba vueltas, veía doble y poco a poco mi visión se iba haciendo menos eficaz, solo pude ver el gesto divertido de ese tipo y la molesta mirada de Adalberto…Adalberto ¿Por qué? si te consideré mi mejor amigo ¿Es por mis gustos? Maldición, si hubiera sabido eso desde un principio, simplemente no le hubiera contado nada. Solo bastó un sí a su pregunta para que mi vida cambiara.

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Cuando abrí los ojos, la luz encegueció mi vista, intenté taparme los ojos, pero me encontraba con las manos amarradas por detrás de la espalda, intenté zafarme y moverme un poco, pero me era imposible, en primera porque mi cuerpo aún seguía bajo la dosis de la droga, y en segundo porque me habían amarrado perfectamente a una silla, sin dejarme espacio a tan siquiera mover un dedo, solo para respirar.

-Veo que has despertado.

La voz que detrás de mí habló hizo que sintiera un escalofrío recorrer mi espina dorsal, quise verlo, pero no me lo permitía, sentí sus grandes manos pasearse por mis hombros sin pudor alguno. Di un bufido de molestia y esquive su contacto, haciendo mi hombro un poco más adelante. Él se rio en su susurro y luego se puso en frente mío, obligándolo a que lo mire a los ojos, quise esquivar su mirada, pero no me lo permitía, el humo de su cigarrillo estaba por todo mi rostro, provocándome que me entren ganas de toser fuertemente, pero ni eso me era permitido.

-Bueno, pues como veras, el trabajo que se te ofrece no es para nada bueno, es decir, en el ámbito de que debes huir de la ley. Pero eso sí—Dijo botando la colilla de cigarrillo para luego pisarla—Es una excelente paga, vivirás mejor y no deberás depender de tu familia, que si bien la conozco, son dueños de la gran empresa Bielefeld.

-N-no necesito dinero, mi madre no me estorba y no, no quiero ser un fugitivo de la ley.

Con un poco de dificultad, le dejé en claro lo que no quería, me tenía sujeto de las mejillas y mi voz era un tanto graciosa, aunque en ese momento no la podía catalogar así. Vi la molestia en sus ojos, lo había rechazado a la primera y al parecer, eso no le gusto en lo absoluto al señor gruñón.

-Pues, si es así, es simple la solución.

Y de un golpe, me aventó lejos con la silla y todo, sentí como mi espalda dolía mucho y el sabor ferroso en mi boca empezó a hacerse presente. El tipo de cabellos azules me levanto con brusquedad y terminé saliéndome de la silla, pues esta se encontraba hecha trizas a mis espaldas.

-Haremos, que este trabajo sea el que más necesites, y serás tú, lo juro que serás tú, el que me busque para pedirme el trabajo.

Vi como chasqueaba sus dedos y enseguida aparecieron unos hombres, los mismos que lo acompañaban en el café. Me tomaron de los hombros y el tipo grande se posicionó en frente de mí. Un golpe en el estómago fue lo que recibí al instante de mirarlo, el dolor era insoportable, quería que me dejara de una buena vez. Otro golpe y muchos más golpes fueron los que recibí después, mi vista estaba borrosa, dolía mucho.

En un intento por escapar, me zafé del agarre de uno de ellos pero lastimosamente me sujetó de nuevo y en el acto, me fue lastimando el brazo con un cuchillo, ya no soportaba más, quería morirme en ese momento.

Cuando estaba decidido a morir, los golpes dejaron de llegar y pronto termine en el suelo, jadeante del dolor, toque mi estómago, dolía con un pequeño roce, quizás tenía una costilla fracturada. Sentí la risa seca de ese tipo por encima de mí y de un abrir y cerrar de ojos me encontraba a su altura, sujeto por los cabellos.

-¿Qué crees que diga tu madre cuando vea una foto tuya vestido de gatito subida al internet?

-N-no por favor.

Enseguida y como si de rayos se tratase, esos dos tipos me sujetaron de nuevo y el de cabellos azules me quitó mi camisa del uniforme, descaradamente paseó sus dedos por mi pecho hasta mis pezones y pellizcando uno dio una sonrisa de victoria, sentí asco, asco de ese tipo que me tocaba. Me quitó también los pantalones junto con los calzoncillos, fue entonces cuando esos dos tipos me soltaron y volví a caer en el suelo.

-Veremos cómo sabes.

Se posicionó en medio de mis piernas y tomando mi miembro lo empezó a masturbar, los gemidos de dolor al contacto brusco empezaron a salir, él se deleitaba con mi sufrimiento, pronto se llevó mi miembro a su boca y lo empezó a succionar, los dos tipos mientras tanto, me colocaban una camisa pupera color negra y unas orejas de gato en una diadema, llevando mis cabellos hacia atrás, también me pusieron unos guantes en forma de patas de gato y unos botines parecidos a estos, sentí vergüenza, el hombre me hizo terminar en su boca y con una sonrisa malvada relamió sus labios. Tomó de las manos de uno de esos tipos un pantaloncillo negro y me lo colocó, llevaba puesto una cola de gato. Un gato completo, y la pregunta que hizo luego me dejó descolocado.

-Un gatito ¿Qué le gusta al gatito?—No quise responderle, pero enseguida el mismo se dio respuesta a su pregunta—Leche.

Prontamente me arrodillo en frente de él y se bajó los pantalones, dejándome ver tan de cerca su hombría ya erecta, el olor de su pene podía llegar a mi nariz, sentía que iba a vomitar. Me obligó a abrir la boca e introducir su pene en mi boca, con asco accedí y con los movimientos siendo marcados por su mano, empezó el mismo movimiento que él me hacía a mí anteriormente.

Los flashes de las cámaras alumbraban el lugar, maldición, ahora comprendía que era lo que quería decir cuando mencionó que le rogaría trabajar para él. Se vino en mi boca y un poco en mi cara, quise limpiarme pero me lo impidió, y así manchado, tomó una foto de mi rostro, vergüenza total.

Me senté en el frio suelo y él sonrió divertido, las heridas estaban sangrando, tenía varias por todo mi cuerpo pero la que más dolía era la de mi orgullo.

-Bueno pues, estas fotos serán la sensación de internet.

-Por favor—Rápidamente, antes de que continuara hablando, interrumpí sus palabras y le pedí—Déjeme trabajar para usted.

-No necesitas dinero.

-Por las fotos, esas fotos que sean la paga. Se lo ruego.

Me miró riéndose, había quebrantado mi orgullo, lo había pisoteado. Me tomó de la barbilla y me besó con brusquedad en los labios.

-Pues así será—Se alejó y encendió un cigarrillo—Tu trabajo es simple, tendrás que entregar los paquetes de droga que te dé a las personas que te indique, luego de la entrega, le harás lo mismo que acabas de hacer conmigo, es un servicio que ellos mismos han estado pidiendo desde hace un tiempo, aunque dijeron que querían una chica, tu eres algo parecido, eres demasiado guapo y cuando les mostré una foto adquirida desde tu buen amigo Adalberto, ellos quedaron fascinados, te quieren a ti para sus encargos.

Maldecí por lo bajo a Adalberto, desgraciado, yo que confiaba plenamente en él y así era como me pagaba.

-Más tarde te enviaré un mensaje con los datos para vernos y entregarte el encargo, no guardes mi número, borra los mensajes y con cada trabajo bien hecho, te enviaré una foto de las que tome, que en total son—Miró a uno de sus guardaespaldas.

-seis fotos.

-Bueno, seis fotos, entonces, dependiendo del trabajo, te daré una o dos, es lo máximo de tu paga.

-¿Y que gano con que me envíes esas fotos?

-Borrare las originales del celular. No dejaré registro de esas fotos.

-¿Y cómo estoy seguro que las vas a borrar?

Dio un suspiro y tomó entre sus manos un cuchillo, pinchándose el dedo para luego tomar mi mano y hacer lo mismo, unió ambos dedos y la sangre se mezcló.

-Es un pacto de sangre, prometo borrar las fotos conforme vayas trabajando.

Entonces me soltó y se marchó, dejándome solo en esa fría sala. Tomé mi ropa que estaba en una silla y me la puse, mirando con desprecio la ropa de gato y salí de la sala, topándome con la fría noche, con el dolor de mi brazo sangrante, me encamine a casa, donde seguro recibiría un cuestionario de preguntas sin respuestas.

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Yuuri miraba sorprendido a Wolfram, en todo el tiempo que estuvo relatando la historia, mantuvo las manos apretadas encima de su pantalón, podía sentir el dolor de su orgullo quebrantarse, sabía que las fotos eran vergonzosas, puesto que él había visto una de ellas, donde se encontraba con el rostro lleno de una sustancia blanquecina que ahora sabia era semen.  

Sintió deseos de golpear a esos desgraciados, como no supo eso antes para así poder llenarse de coraje y golpear a esos desgraciados que habían dejado así a Wolfram.

-Yo…yo quiero que todo esto acabe, pero, aunque acabe, no seré libre del todo.

-¿Por qué dices eso? El hizo una promesa de sangre.

-La hizo, pero con respecto a las fotos—Dio un suspiro y sus ojos se empañaron—Hace unos días escuche a Kyo entablar una conversación con alguien, dijeron que luego de que me envíen todas las fotos, me matarían, puesto que podría denunciarlos. Yuuri, tengo miedo de lo que vendrá, ellos son capaces de todo.

Yuuri abrazó a Wolfram y este se posicionó en su pecho mientras dejaba caer unas cuantas lágrimas, la ira le recorría las venas, no podía ser posible que eso le esté sucediendo a su amigo.

-Prometo…

-¿Eh?

-Prometo que te protegeré. Te salvaré, Wolfram, lo prometo, saldrás de este a salvo, no te preocupes, cuando te envíen la última nota, será el final, pero no de ti, sino de ellos.

-Yuuri

-No dejaré que te lastimen, después de todo, se algo que nos puede beneficiar en este momento.

-¿Q-que quieres decir con eso Yuuri? ¿Viste algo?

-Si, después de todo no fue mala idea seguirlo.

-¿Qué sabes, Yuuri? Dime por favor ¿Qué sucedió el sábado después de que te fuiste?

.

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.

Continuará.

   
Notas finales:

Bien, por hoy hasta aquí, espero que hasta el momento les vaya agradando la trama de la historia y me hagan saber si algo no les gusta. Quiero agradecer a todos los que han comentado, de verdad que me emociona que el fanfic por el momento tenga una buena agodia, algo leve pero bueno.

Me despido con un beso para todos ustedes y nos vemos en otra entrega de esta historia.

   

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