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Mi pequeño cachorro por Reiga

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Notas del capitulo:

Lamento la demora u.u

Abajito le hablo más n.n , por ahora solo lean, espero les guste este penúltimo capítulo. 

Muchas gracias Ellie, por ayudarme con el cap. n.n

A leer!!

 


Capítulo 12


 


Kise quería qué el mundo se le cayera encima. Nunca en su vida se había sentido más frustrado y enojado consigo mismo. Aunque también sabía que todo era su culpa. Todo y absolutamente todo.


Hace tres días habían celebrado el cumpleaños de Kuroko con bombos y platillos. La celebración fue necesaria para alegrar los ánimos de la manada completa. Un golpe al espíritu de todos que les vino muy bien. Los cachorros estuvieron alegres y habían compartido a lo grande hasta una hora que les fue prudente. Luego ya la manda fue tomada por los adultos.


Sin embargo para el rubio las cosas no pudieron ir peor. Si hubiera sabido que beber tanto le acarrearía algo de los que nunca terminaría de arrepentirse jamás se hubiera servido. Pero bien sabía que él hubiera no existía y él ya había metido la pata hasta el fondo.


—Podrías dejar de lamentarte —Frase ya repetida, para el pelinegro de cabello corto y desordenado. Había ido por algo de comer para él y su pareja. Su sonrisa solo se engrandecía al ver a su príncipe de cuento de hadas con una nube negra rodeándolo.


—Ni siquiera puedo salir de aquí con la frente en alto. No era así como quería reclamarte Yukio.


Eso el pelinegro lo sabía. Desde que había ocurrido y en cuanto el rubio recupero la conciencia le pedía disculpas y le decía lo avergonzado que estaba consigo mismo.


—Quería respetar tu mayoría de edad, que fuera algo más romántico, no haberme aprovechado de ti mientras me ahogaba en mi borrachera.


—Bueno fue romántico… había velas y música de fondo —decía al recordar que cuando ellos decidieron perderse. La fiesta aún continuaba.


—Hablo en serio Kasamatsu, no tienes idea de cómo me siento.


Kise simplemente no era como quería que ocurriera, quería esperar, quería enamorar de la mejor manera a su ave, que lo aceptara por que el así lo quería, quería pedir su mano a la antigua si podía. Ir y presentárselo a sus padres y hermanas con orgullo. Haber preparado el ambiente en un lugar propicio para la ocasión, decirle palabras bonitas al oído mientras lo reclamaba y lo hacía parte de su vida por toda la eternidad.


Pero no, sus palabras fueron tocas, llenas de necesidad y lujuria. Ni siquiera recordaba si se había preocupado de si su chico sufría el nudo del apareamiento o si el dolor de la primera vez lo atormentaba también. Amor claro  que hubo de por medio, pero  se había visto empañadas según el por todo lo demás. Realmente se sentía decepcionado de sí mismo.


Yukio suspiro. Camino hasta la cama y  se sentó junto a él tomando su mano. Sentía su malestar a través de su lazo. Realmente el pelinegro creía que no era para tanto, después de todos los compañeros de la escuela a la que asistía cuando estaba en el orfanato u otros amigos, la gran mayoría ya había tenido relaciones consentidas, pero para Kise era algo que realmente lo estaba atormentando.


—Kise, si eso pasó fue porque así yo lo quise. Realmente no entiendo eso de tener que esperar tanto. Esa noche creí que no podría esperar dos años para estar contigo como lo hace Aomine.


Kise estaba boca abajo y ladeo su cabeza al escucharlo notando su perfil. Se notaba avergonzado, pero muy decidido.   


—No tengo familia, no es como si tuvieras que darle explicaciones a alguien más. Por eso sentí que era una decisión solo mía, perdona si no tome en cuenta tus decisiones. Estabas un poco ebrio y te provoque bastante, yo no estaba mejor pero sabía lo que quería. Mi cuerpo dolía cada vez que me decías que esperara. Dos años era una cantidad horrorosa que mi corazón  no lograba entender, así que te pedí por favor que me reclamaras, lamento haberte forzado hacer algo que no querías…


Le dijo por ultimo. Sabia de sobra que Kise lo amaba y entendía los porque no quería tener relaciones con él. La diferencia en cantidad de años vividos era monstruosa. Si se lo decían, pero aun así no lograba notar al cien por ciento esa diferencia.


La revelación a Kise le cayó como un balde de agua fría, pero que al mismo tiempo le devolvió los ánimos. Quería aclararle muchas cosas. Entre ellas que si tenía familia de sangre después de todo. Takao lo había querido matar al siguiente día por su irresponsabilidad.  La prueba de sangre había salido irrefutablemente positiva, pero estaba en poder de Takao decirle o no.


—Al menos ahora sé que no me traicione a mí mismo — Yukio volteo su rostro y luego de tres amargos días veía en el rostro de Kise una sonrisa cálida genuina. —¿Cambie de parecer sobre estar contigo esa noche después de que tú me lo pediste?  —Yukio no entendía para donde iba la pregunta así que solo asintió. El ave había notado un cambio  luego de su petición, y lo había asumido a que el rubio tenían las mismas ganas que él de llegar a  más   —Ya veo — dijo Kise con una sonrisa aún más resplandeciente.


—¿Por qué la sonrisa? ¿Qué quisiste decir con que no te traicionaste a ti mismo?


—Bueno… no dudes en quería besarte y tomarte de la cabeza a los pies desde que abrí mis ojos y te vi en la carretera cuando casi me mataste, pero obviamente no quería que pasara tan pronto y menos por cómo se dio todo  —Kise sonrió al ver los ojos platinados rodarse cansado de lo mismo —El punto es que al pedírmelo iniciaste el enlace.


El rubio vio en esos ojitos la incomprensión, se sentó en la cama quedando frente a él. 


—Me pediste que te reclamara, si yo te hubiera dicho que no eso a ti te habría causado dolor al sentirte rechazado, algo tan simple como eso podría llegar a  debilitar momentáneamente  el enlace, es por eso que si la pareja dominante escucha que la otra pareja lo acepta se ve forzado a apresurar el reclamo. Sobre todo si no quiere que su pareja sufra. Estoy  feliz de que aun ebrio haya estado consciente de eso.


—Claro por qué ahora toda la culpa es mía ¿no?.


—En realidad no, es algo que tú tampoco sabias, lo hiciste de manera inconsciente. Lo que más lamento…


—Ya deja eso   


Ambos se miraron y sonrieron. Kise ahora podía besarlo y sin cargos de conciencia, disfrutar de  él  sin reparos ni medidas.


—Ven aquí — le dijo mientras lo abrazaba y caía en la cama con el pelinegro sobre su cuerpo.


Asalto esa boquita rosada y tímida, para su sorpresa. Era de esperarse que sintiera vergüenza, los dieciséis años le pesarían hasta que su chico se soltara y se sintiera completamente cómodo junto a él. Los abrazo de su cintura y abrió su boca despacio para profundizar el beso. Sonrió con deleite cuando la lengua del pelinegro salía al encuentro.


De un solo impulso lo dio vuelta quedando encima de su pequeño devorándole la boca sin frenos. Un beso arrebatador que le robo el aliento  a ambos. Las manos de Kise estaban intranquilas, ansiosas de acariciar esa suave  y dulce piel. Con nuevas ilusiones de recrear lo que había ocurrido aquella noche de la que bien poco recordaba.


Yukio también estaba caliente y deseoso, su cuerpo entero le pedía más contacto de piel con piel. Su ropa ardía y le rosaba, queriendo quitarla por un dolor inquietante que le causaba. Una necesidad apremiante le hacía jadear, y suspirar de manera exagerada. Quería algo, quería más.


La misma sensación inquietante que le carcomía de hace tres días. El deseo era fuerte y no era tonto para notarlo, para saber que su cuerpo deseaba repetir una y otra vez y de mil maneras la entrega desmedida que había tenido hace tres noches.  Su interior ardía. Deseoso de ser llenado con algo que solo le podía dar el lobo del cual se había enamorado.


Sus piernas se abrieron acunando el cuerpo de Kise y lo apresaron sin vergüenzas. Sin embargo al darse cuenta del atrevido movimiento lo soltó. Su cuerpo y su boca quedaron congelados por su propia impresión.


—Creo… creo que Kagami me llama — dijo haciendo a un lado de Kise. Se levantó de la cama y salió corriendo de la habitación.


Kise no podía creerlo. Su erección era gloriosa y su pareja le había dejado con el lindo mensaje de “Trabaja solito”  ¿Qué había pasado? Ósea… iban bien. Demasiado bien, lo había notado en el miembro duro de su compañero. Y estaba casi seguro de no haber escuchado la voz de Kagami… y aunque fuera así. Se supone que nada debía ser más importante y menos si estaban en un proceso  tan importante  como  recrear la escena del crimen.


Su mano fue con pesar a su abultado miembro que se desinflaba al sentir semejante desplante. Yukio no podía hacer algo así. Su pequeño ex humano debía aprender unas cuantas cosas.


 


~*~


 


Takao estaba en su habitación, tranquilo y relajado. Tomando una dulce siesta. Midorima no estaba pues había ido a la cuidad junto con Murasakibara a supervisar sus negocios. Por más que había querido acompañarlos se habían negado. Algo le hizo suponer que no los dejarían salir de la manada en un buen tiempo. Y los entendía. Así que no había insistido cuando sintió que la negativa de su compañero era tajante y definitiva.


Su puerta sonó despacio he insegura. Lo supo en un instante. Era Yukio, le hizo pasar y vio como venía como perro apaleado. Le pareció deprimido, ansioso. No lo sabía muy bien. El sueño se esfumo y se sentó en su cama invitando al pequeño a sentarse a su lado.


—¿Que paso?   —Le preguntó tiernamente acariciando su espalda con su mano  de arriba  hacia abajo. Yukio sintió esa voz tierna como una oleada de paz a todo sus ser. Pero aun así no aplacó la incomodidad qué lo atormentaba.


—Yo… yo… me siento caliente —  confesó con sinceridad pero muy avergonzado,  agarrando al mayor fuera de sitio.


—¿Cómo? —Se dio cuenta de que su pregunta fue tonta al momento de comprender lo que al menor lo acomplejaba —Perdona ya entendí  — y se rio causando que Yukio se hundiera en la cama.


—Estaba con Kise en la cama y de pronto sentí que me ahogaba, como si me quemara por dentro pero no dolía. 


—¿Te asustaste por lo que sentía mientras estabas con él?


—De mí mismo más bien— ambos rieron.


—No deberías tenerlo, eres una pareja recién reclamada, es natural que quieras afiatar el lazo que los une ahora. — Sabia que no lo comprendía de todo y sus palabras no estaban ayudando mucho tampoco así que decidió ahondar en lo cierto por medio de el mismo —¿sabes?...  cuando recién nos enlazamos con Midorima adivina cuantas veces lo hicimos en tres días!


Yukio no entendía a qué se refería pero, asumió que tres días podían ser tres noches por lo tanto…


—¿Tres veces? — dijo como si fuera obvio, pero se dio cuenta de que no fue así al escuchar la carcajada de Takao que sin duda le lleno el pecho de solo verla.  —¿Más?


—Muchas más, Claro que sí, él estaba consiente de mi estado pero yo deseaba estar con él. Con mi pareja porque así lo decidí. Quería asegurarme que cada parte de mi cuerpo supiera que le partencia a Midorima. Ambos lo deseábamos. Tómalo como muchas refinaciones a los  hechos. El deseo es grande.


—¿Es algo así como el celo de Himuro? ¿Ósea que no saldré de esa habitación si vuelto a entrar? —preguntó con gracia y Takao rio por ello también.


—No lo es, el celo es otra cosa. Cuando te llegue tu no querrás salir de esa habitación, él tampoco te dejara salir lo más seguro y ni te imagines lo que se te viene cuando él tenga su celo, pareciera que quintuplican su energía —Takao se vio a si mismo viviendo su pronto celo junto a Midorima y no en una oscura habitación ayudándose solo sus manos. O sí… eso será glorioso pensaba. De pronto —¿Porque fue que llegamos a este tema? — preguntó riendo.


—No lo sé pero creo que estoy aterrado — dijo en broma medio verdad, aunque ninguna de las dos de mala forma. La expresión de Takao le dejaba tranquilo y con expectativas. A Himuro lo había visto en ello y  no solo eso, el del lunar no había tenido vergüenzas al contarles la semana maravillosa que había tenido con su pareja disfrutando de su celo.


—Anda tranquilo, solo has lo que desees y no tengas miedo. Yo estaré aquí siempre para apoyarte


Yukio se sintió tan cómodo en sus brazos, que cerró sus ojos queriendo llorar. Pero no de tristeza, simplemente sentía un calorcito diferente cuando recibía sus atenciones. Takao había estado muy al pendiente, de cómo se sentía, si quería comer esto o lo otro. Había tenido la paciencia de explicarle de todo lo relacionado con su nuevo estado tanto como ser una pareja a la importancia que tenía el ser un Halcón Blanco.


Había visto la decepción en la manada de halcones al enterarse de su temprano apareamiento y no solo eso sino ante  la idea de que no pudiera seguir con la línea. Aun así dejaron en claro que  no se desligarían de él y velarían por  su seguridad.


Partiendo por Kagami sus hermanos, Kise y ahora Takao había gente que realmente le quería. El líder de aquella manada de aves le había dado una mirada tan fraternal dejándole en claro que no lo cuidarían tan solo porque era de los pocos que quedaban de su especie. Ante su mirada Yukio era tan solo un niño. Que necesitaba más cosas de las que fue privado.


Y tal y como uno se sentía ahora en los brazos de Takao. Sonrió y le abrazo con más fuerza en una arranque de niño chiquito al sentirse querido.


—Vaya, vaya ¿Debería sentirme celoso por esto? — Yukio al escuchar la voz soltó a su amigo y cual resorte se paró de la cama. Su vista viajaba al rubio descarado de  que estaba apoyado en la puerta y con su otra mano en su cintura. Vestía solo unos jeans ajustados, lo demás… todo a la vista


—Eh… Claro que no — decía un tanto preocupado por la mirada seria, moviendo sus manos de un lado a otro delante de sí. Takao solo sonrió con diversión, Kise no se veía molesto, pero el menor no parecía notarlo.


—A mí me parece que sí. A la pieza —  ordenó con tono calmado. Un tono un tanto extraño. Era un orden que al menor le molesto pero ese tono era raro. Se sintió confundido. ¿Si Kise decía “a la pieza” él debía ir y ya?


—Mira cómo te hago caso — le dijo infantilmente Yukio sentándose al lado de Takao. “Interesante” pensó el rubio con una sonrisa, se había esperado la negativa


—Kasamatsu vamos al cuarto — segundo intento y Yukio se cruzó de brazos. Mirándole con una sonrisa retadora que conocía tan bien. Cierto pelirrojo tenía una similar. — Yuki


Kasamatsu lo miro de reojo, viendo una mirada triste y solitaria como si le doliera. Chasqueo la lengua. Se paró de la cama y paso por su lado.


La sonrisa de victoria estaba pintada en el rostro de Kise. Takao le miraba y movía la cabeza. Eran una pareja interesante.


—¿No estabas celoso verdad? — Kise rio y se acercó a Takao.


—Claro que no, menos de ti — dijo el rubio con una sonrisa cálida, su mano fue  a los cabellos lisos y sedoso desordenándolos en una suave caricia — sé que es decisión tuya pero como su pareja me gustaría que se lo digas pronto, sé que Yukio estará muy feliz de saber que son familia.


—Lo sé, se lo diré pronto. Solo por ahora quiero que esté tranquilo antes de arrojarle algo así.


—Ok, ¿estás bien si?  — El pelinegro sonrió con calidez y asintió. Aomine también a veces de la nada le preguntaba eso. Akashi siempre tenía una mirada cálida para el cuándo preguntaba ¿Cómo estás? Y Murasakibara un ¿qué tal estas? Con preocupación o con miedo de que en cualquier momento dijera que no  estaba bien.


 


~*~


 


Al día siguiente por las afueras Kuroko correteaba a un pequeño mientras trataba de alcanzarlo. Podía si lo quisiera pero tenía que darle  el placer de la victoria a ese pequeño que reía con alegría al sentirse ganador. Su sonrisa llenaba el aire llamando la atención de más pequeños que se acercaban al de ojos cielo.


Y también llamando la atención  de los adultos. Solo sonrisas tranquilas adornaron sus rostros para seguir en lo que hacían. Ese pequeño  angelical, le daba la tranquilidad de que sus hijos estaban bien a su cuidado. Kuroko definitivamente tenía algo que atraía a los pequeños. Los niños simplemente le miraban con adoración. Si él hablaba ellos escuchaban sin apartar la vista de sus ojos y de su boca. Lo que él decía, los chicos lo hacían. Para ellos era el gran Kuroko-Sama.


Muy diferente a la reacción que tenía con Kagami o Yukio. Simplemente eran amigos de travesuras. Para Kagami jugar a las escondidas o decirle que fuera a molestar al alfa  y otros era un buen pasatiempo.


—Realmente a los niños les gusta estar con el — dijo Murasakibara al lado de Akashi. Ambos estaban en la terraza principal del segundo piso. El grandote miraba a su pareja que yacía sentado cerca de Kuroko jugando con el cabello de una tierna pequeña que tenía el cabello hasta más abajo de su cadera. Y decía jugando pues ya era el tercer peinado que le hacía a la joven.


—Sí, cada vez que lo veo así me lo imaginó con uno nuestro en sus brazos. —Akashi la idea de tener un cachorrito nacido de su pequeño le llenaba el pecho.


—Pero no aun verdad — dijo su amigo leyéndole el pensamiento.


—Así es. Es muy pequeño a aun,  Puedo esperar unas décadas para ello. Quiero que disfrute mucho antes de llegar a eso.


—Wao — dijo el mayor en porte impresionado.


—¿Qué? — pregunto Akashi dejando de mirar a su peli celeste para observar a Mura.


—Nada. Solo que, bueno… es raro verte así, siempre has sido de pocas palabras bien serio y… nada, solo me sorprendió esa expresión en tu rostro mientras mirabas a tu pareja fue… ¿linda? — dijo sincero y con algo de duda la última palabra no muy seguro de si “linda” fuera la palabra correcta para expresarse.


—Que tú digas eso me da calosfríos —hizo un gesto como si tiritara. Ambos rieron— ¿Cómo va el embarazo de Himuro? ¿Se ha sentido bien?


—Sí, yo diría que demasiado bien, su apetito sexual es asombroso —dijo con una sonrisa en la cual su compañero no quiso indagar.


—Aprovecha mira que luego de los cuatro meses con suerte dejara que lo mires.


—Lo sé — dijo con pesar, luego de esa fecha su pareja le daría con la de hielo en cuanto al sexo, lo más importante sería la seguridad del cachorro junto con  varios síntomas más en los cuales estaría encantado de acompañarlo también.


 


~*~


 


En la cocina se encontraba Kagami, había estado con Aomine  en su “oficina” pero se había aburrido, definitivamente el trabajo de escritorio no era lo suyo.


Tarareaba una canción cuando sintió unos pasos que se detuvieron en la entrada de la cocina.


—Entra Sakurai —le dijo sin apartar lo que hacía, el castaño le sonrió y entro


—No quería molestar


—No me molestas.


—¿Qué preparas? —dijo cerrando los ojos Sakurai y aspirando el delicioso aroma que abarcaba toda la cocina.


—Spaghetti a la boloñesa, es algo sencillo pero Aomine insistió en que quería probarlo hecho por mí, aprovechando que estas aquí…


Entro Yukio a la cocina su tono de piel estaba pálida y su cabello adorablemente despeinado, gracioso sin duda, se sentó al lado de Sakurai suspiro y  mientras acomodaba su trasero con cuidado en la silla. Ante su gesto doliente Kagami sonrió y se ahorró su comentario.


—Bueno ya que están los dos aquí, serán mis degustadores, he hecho tres pastas con algún ingrediente diferente díganme cual les gusta más.


Taiga coloco tres platos pequeños en frente de ellos, olían delicioso y al castaño se le hizo  agua la boca al ver el color armonioso y olfatear ese magnífico olor. Creía  poder romper  un tabú y dejar que su alfa cocinara para él.


El primer bocado fue llevado a sus bocas, Yukio parecía haber recuperado las energías con solo darse ese pequeño banquete, su amigo tenía el don. De su boca salió un gemido involuntario al igual que el castaño que no quería dejar de lamer la cuchara. 


—Creo que me quedo con está —dijo Yukio


—Al menos prueba las otras — dijo Kagami dándole un coscorrón que al menor que ni cosquillas le hizo, Yukio sonrió y se llevó la siguiente cucharada a la boca. Teniendo la misma reacción.


Sakurai no podía evitar mirarlo con curiosidad, una duda le rondaba en la cabeza desde hace unos días y sentía que no podía morir sin saber la verdad.


—Chicos… ¿Puedo preguntarles algo? —Ambos jóvenes giraron la cabeza y asintieron —¿Es verdad lo que dijo Himuro sobre ustedes?


Kagami suspiro recordando a la boca suelta de su hermano. Sabía perfectamente a que se refería.


—Éramos pequeños— río  Yukio — pero creo que si me gustaba Kagami, por eso me dolió tanto cuando desapareció —dijo con honestidad —Ahora  creo saber que era así pero en ese momento no lo sentía de esa manera o no podía notar la diferencia, era mi amigo.


—Bueno, tampoco sé si mi gustar era de esa manera, pero si recuerdo haberle dicho a Himuro que pensaba casarme con Yuki-chan cuando fuera más grande — dijo con calidez recordando esa época y con pesar al recordar como Himuro lo había contado en la fiesta de Kuroko. Una anécdota que no le cayó nada de bien a Kise  y mucho menos a  Aomine. — ese idiota. — su hermano hacia todo lo posible para molestar al moreno pero esta vez se había pasado.


—Qué lindo — decía el castaño con sus ojos brillosos — ¿definirían al otro como su primer amor si se lo preguntan?


Ambos se miraron y rieron.


—¿Sakurai quieres dormir en la terraza hoy? — preguntó  Kagami amenazándolo con el cucharon que traía en la mano


—Yo con gusto te ayudo a amárralo al balcón.


El castaño salió corriendo de la cocina con una sonrisa que murió al ver a Aomine y Kise afuera apoyados en la pared.


Dentro de la cocina ambos se miraron y solo sonrieron, lo que hayan o no sentido murió en esa época, pero era algo que ambos albergaban como un preciado recuerdo. Ambos habían tenido el sueño de pequeños de en algún momento serian algo más. Ese beso que habían compartido en una obra de teatro había sido sumamente importante y lo más sincero que habían compartido. Sus corazones desbocados no había sido  por las personas que los observaban si no por lo que compartían. Pero era algo de solo ellos dos. La respuesta  a la última pregunta de Sakurai era definitivamente un sí.


Pero el  par de metiches afuera no tenían por qué enterarse.


—¿Y bien cuál te gusto más? 


—Creo que podría comer el resto de mi vida esta de aquí — dijo tomando el plato que había en medio.


—Quédate aquí toda la vida y te lo garantizo.


—Ahh~ Tai-chan es tan lindo… a veces —  dijo Yukio molestándolo y ganándose una morisqueta por parte de Kagami.


Afuera Aomine y Kise se miraban como si fueran rivales declarados  “Aleja a tu pareja de la mía” estaba escrita infantilmente en sus miradas. Pero ninguno hizo ni dijo nada. Ambos sabían que estaban demasiado grandecitos como para reaccionar antes los celos.


Justificados según ellos pero que si se ponían a discutir o pedir explicaciones saldrían perdiendo, pues el primer amor de niños de sus parejas no se comparaba con la tendalada de hombres y mujeres con lo que habían estado antes de sus parejas.


Omitir antes que lamentar. Las cosas iban bien para que tentar a la suerte.


 


~*~


 


Llegada la noche Kagami se dirigía  a la habitación de Kise y Yukio quería hablar un rato con él, no sabía que tan tarde era pero todos en la casona parecían estar durmiendo a acepción de él y Himuro, podía escuchar sus arcadas y las voz suave y conciliadora de Mura diciéndole “Ya, Ya” imaginó que el grandote estaría al lado de su hermano en el baño sobándole la espalda.


Llego a la habitación de su amigo y golpeo despacio. No quería despertarlo en caso de que estuvieran durmiendo. La puerta se encontraba abierta y podía divisar un poco de luz. Abrió la puerta despacio y al ver tamaña imagen se le fue la respiración.


Salió corriendo como diablo  invitado a misa. Los más seguro  es que se hallan dando cuenta o quizás entando tan concentrados en lo suyo ni siquiera lo notaron.


Abrió su puerta y entro asustado afirmándose en ella una vez la cerro.


—¿Qué te pasa? —preguntó Aomine acercándose a  su cachorro, su rostro estaba completamente rojo, por lo que toco su frente. — ¿te sientes mal?


—Eh no — dijo volviendo en sí.  “Qué vergüenza” pensaba.


—Ven aquí vamos a cambiar esas vendas  —Aomine tomo su mano y lo sentó en la cama tenía todo preparado encima del velador — ¿lo sientes tirante aun?


—Un poco pero ya casi nada y están completamente curadas  no creo que necesite la vendas


Aomine lo escuchaba, retiro las vendas de sus manos y efectivamente ya no se notaba mucho pero algo quedaba, esas malditas púas le habían dejado una horrible pulsera permanente en sus muñecas. Beso sus manos como siempre cada uno de los puntos cafés que resaltaban en su piel.


Kagami sonreía antes sus gestos y no se sorprendió al ver que vendaba suavemente sus muñecas otras ves. Daiki quería que se borraran por completo. A Kagami no le importaban si estas quedaban ahí, pero por Aomine también deseaba que se borraran pronto.


Río cansado cuando el moreno puso dos pelotitas en sus manos para que las apretara una y otra vez. Y así lo hizo mientras su pareja iba por las vendas de su cuello.


La mirada azulina se ensombreció al ver que las marcas eran más notorias las yemas de sus dedos acariciaron cada parte, cada anomalía que nunca debieron decorar  la piel de su pequeño.


—Bebe — susurro sobre ellas antes de dejar castos besos.


Kagami cerró sus ojos y movió su cabeza de acuerdo a donde se dirigía el moreno para darle un total acceso. Ya no dolía,  solo sentía una leve tirantes en ocasiones pero en sí nada, sus manos estaban bien, de primera tenía cierta torpeza al manejarlas pero ya no.


—Quizá ya mañana pueda probar camb…


—No — tajante — esperemos una semana más. 


—Está bien, está bien — dijo con risas, definitivamente sabia cuando contrarrestar y cuando ceder.


 —Listo ve a cambiarte y a la cama bebe.


—Sabes que detesto que  me digas así — Aomine rio silenciosamente viendo como aun mañoseando y todo se había levantado a cambiarse de ropa.


Vio complacido como ya Kagami se sacaba su polera y pantalones quedando solo con sus bóxer rojos con negro que le encantaban. Le encantaba verlo así, amaba darse cuenta que su pequeño cachorro se sentía cada vez más cómodo con el su lado.


—Listo cariño — le dijo Kagami con burla.


—Ven aquí — le  invito Aomine, se puso en la cama de lado y la abrió para que Kagami se acomodara a su lado y como de costumbre  le dio la espalda un tanto avergonzado. Aomine era consciente de que mataría por ese adorable sonrojo.


Un beso aterrizo en la mejilla del menor y este sonrió por ello. El sueño  vencía al moreno al sentir el calor  único que le brindaba Kagami. .


No falto mucho para que Kagami escuchara su respiración regular. Con mucho cuidado se dio vuelta y miro al moreno. La luz al fondo de un mueble le daba la visión perfecta. Sus labios entreabiertos dejando salir su cálida respiración. Hace días que el moreno no le besaba con hambruna, con posesividad. Sus besos eran cálidos, cortos, casi con miedo de poderlo lastimar con un simple beso.


A su mente vino la imagen presenciada hace unos minutos. Y se sonrojo. 1, 2, 3 o quizás  4 segundos fueron los que había presenciado pero había sido suficiente para ver a su amigo del alma  devorando con vehemencia la hombría del rubio. La expresión de Kise quedo grabada en su mente y se preguntaba si Aomine pondría una expresión similar. Se encontró así mismo deseando ver esa expresión en Aomine.


Se asustó un tanto al sentir un tirón en su parte baja, Kagami recordaba haberse tocado un par de veces. Por mera curiosidad la primera vez y luego ya por que la sensación era demasiado buena para no repetirla.


~


Aomine se sentía en un placentero sueño, un calor conocido albergaba en su cuerpo queriendo buscar una liberación que hace unos días ya no sentía, porque se había obligado a no pensar así, su lastimada pareja no merecía eso.


Suspiro en medio del sueño, tenía el impulso de mover sus caderas. Sus manos las llevo a su hombría con el fin de regañar al descarado para que se tranquilizara. Tamaña anomalía lo asusto al sentir tanta maraña de pelos, vamos que él no tenía tanto.


Abrió sus ojos y levantó un poco la cabeza.


—¿Qué… — se congelo. Aquello era un sueño cruel, de los peores y más osado que había tenido, no podía estar soñando que su pequeño bebe le hacía un oral. El ver sus muñecas vendadas lo hacía sentirse aún peor. —Dios~ — gimió al sentir esa caliente lengua. Tal y como alguna vez lo había imaginado, su pequeño no tenía un diez en la materia pero su entusiasmo lo compensaba al mil. Se sentía tan en el cielo que no le importaba  que esos colmillos rozaran su miembro.


Si era un sueño daba las gracias a kami-sama, a un regalo así no se le decía que no.


Estaba por llegar, agarro sus cabellos rojos con fuerza, quería joderlo, quería joderlo ya. Escucho una queja, esas manos de su pequeño apretar sus morenas caderas. Pero no le importo.


El clímax fue glorioso su eyaculación majestuosa. Soltó la cabeza  y enseguida sintió como esa caliente boca liberaba su miembro flácido y tosía. Aomine se apoyó con los codos en la cama viendo a Kagami limpiar la comisura de sus labios botando un poco de su esencia fuera de la cama. Su rostro le dijo que su semen podría no ser su plato favorito desde ahora, pero… podía acostumbrarse.


—Eres un bruto — dijo su pequeño. Aomine abrió sus ojos —Al menos dime algo, es la primera vez que hago algo así… te… ¿Te gusto?


Mentira… mentira, mentira, mentira. No podía ser cierto.  Ahora estaba cayendo en la realidad. Se subió su ropa interior y se sentó en la cama demasiado choqueado como para hablar.


Kagami estaba rojo limpiándose la boca, un poco frustrado también, pues en esa posición tampoco había podido ver a Aomine, no sabía si lo había disfrutado o no.


—¿Taiga porque hiciste algo así?… y antes que pienses tonteras me fascino —dijo mostrándole un sonrisa que sonrojo al menor — perdona el haber sido tan bruto, realmente no lo esperaba y creí que era otro de mis sueños. —tomo sus mejillas y las limpio al momento que acomodada el cabello que había antes jalado “Seré idiota”  pensó el moreno. La voz de Kagami salía dolida desde su garganta, de seguro lo había lastimado.


—No lo sé solo sentí deseos de hacerlo, creí que te gustaría. Llevo un tiempo aquí ya y nunca hemos hecho nada de eso. Sé que te estas controlando pero yo no le veo la necesidad, podemos hacer cosas sin que me reclames —  dijo el pequeño, mirando a los ojos azulinos. El también lo deseaba, quería que Aomine le tocara de una forma más íntima. Hace ya un tiempo lo deseaba y hace unos días ese deseo había incrementado.


La revelación le cayó en la cara y no era un balde de  agua fría, era un mismo glaciar. “Ese no era el jodido problema” pensaba mientras su miembro recobraba vida. Como taiga lo decía sonaba sencillo, pero no tenía nada de eso. Tocarlo por aquí y por allá era una cosa pero Tocar a Kagami de una manera jodidamente intima definitivamente no era una buena idea.  No, sabiendo que su control no llegaba a esos niveles, mejor nada que meter la pata.


Aomine suspiro.


—Ven aquí — lo llamo para abrazarlo, enseguida Kagami busco sus labios para un beso que Aomine era incapaz de negarle. Su lengua atravesó su boca con maestría. Su pequeño quería volverlo loco. Kagami se arrimó sobre sus caderas tomándolo por sorpresa. Al segundo se dio cuenta de que Taiga estaba tan duro como él.


Esto era malo, era muy malo~. El beso no le dejaba pensar. Las manos de Kagami sujetaban su cabeza mientras le devoraba la boca siendo imposible la tarea de alejarse. Sus caderas empezaban a moverse también. Ambos jadeaban con locura en medio del beso.


Aomine tiro la cordura un momento jurándose que solo sería un momento y agarro ambos globos apretándolo y presionándolos para que sus cuerpos quedaran más pegados. Un delirante gemido de su pequeño murió en su boca  y deseo muy en el fondo de si no volver a escuchar uno similar. Si no, adiós cordura y la mañana hola arrepentimiento.


 


~*~


 


Aomine estaba en su sala, y en su escritorio queriéndose arrancar los pelos. Kagami lo quería volver loco ya estaba seguro de eso. No sabía  a qué se debía ese cambio que el menor había tenido, pero le estaba complicando las cosas. Cada día se controlaba menos, cada día lo tocaba más. Cada día sentía que no podría soportar esperar los casi  dos años. Sentía que tenía doble moral, se negaba hacer algo que deseaba con todas sus fuerza a veces olvidando por qué lo hacía si Kagami le pertenecía por derecho.


—Presta la carita — dijo Kise molestando al moreno —¿Qué te pasa?


—No molestes. — el rubio rio


—¿Kagami?


—Sí, cada vez está más atrevido, recuérdame por que no puedo hacerlo mío aun — dijo como niño chiquito apoyando su cabeza en el escritorio. Estaba frustrado.


—Porque es tu pequeño y no quieres aprovecharte de él y mucho menos lastimarlo. Le prometiste a su padre que no le harías nada hasta que cumpliera la mayoría de edad, le diste tu palabra como alfa.


Aomine enfurruño cosas graciosamente como haciendo burla de cada palabra que Kise decía y el rubio se carcajeó por ello.


—Ya arriba esos ánimos te contare algo interesante que vi el otro día — Aomine se enderezó  y lo miro con superioridad.


—Sorpréndeme 


—El otro día vi a un chico muy bonito con un sexy lunar. Junto a mi pareja y la pareja de mi Alfa —decía entretenido, mientras Aomine enarcaba una ceja —resulta que este chico le daba interesantes concejos a estos “inocentes” menores.


—Déjate de rodeos Kise.


—Solo te diré que si Kagami ha desfilado enfrente de ti con una camisa  tuya, eso no fue idea suya. Himuro es perverso —concluyo con gracia el rubio, Himuro no le podía caer más bien.


Aquella imagen de Kagami con una polera suya lo encendió como nunca. Más aun al ver lo avergonzado que Kagami estaba. Supo que aquello le había costado, pero él seguía empeñado en parecer osado. Cosa que resultaba doblemente satisfactoria para él.


Aomine dio un largo suspiro tocándose la cien. Himuro… no sabía si odiarlo o amarlo ¿qué rayos estaba planeando? ¿Todavía le tenía rencor por haberse burlado de él cuanto tenía su celo?, lo reconocía había hablado de más, pero no podían seguir así.


 


~*~


 


Por otro lado estaba Akashi con Kuroko demasiado ajeno a todo. Pero divirtiéndose a la costa de todo lo que estaba pasando en esa casa. Su pequeño era su compañero perfecto, era tranquilo, comprensivo y obediente y no era que el exigiera obediencia, simplemente se amaban demasiado  y sus personalidades eran tan parecidas que se entendían muy bien. Estaban llevando su relación tranquila y comprensivamente.


Salir a dar un paseo fue una buena decisión. Tomado de las manos llegaron al lugar el cual fue testigo de su primera entrega.


El deseo estaba en Kuroko, sus mejillas encendidas pedían a su pareja que lo tomara de nuevo. Ahí mismo, en el pasto, a la luz día, no le importaba. Su deseo llegaba de manera gratificante al pelirrojo.


Akashi lo abrazo por la espalda y aspiro su dulce aroma. Riendo en medio de besos cortos que adornaban esa piel nieve. Junto a ellos le siguieron muchos más. Hasta el punto de estar conectados nuevamente de manera irremediable.


La brisa era fría, pero ninguno de los dos la resentía, sus cuerpos estaban demasiado calientes, la capa de sudor que los bañaba era un campo de fuerza que los  hacia ignorar todo lo demás.


Sus cuerpos yacían desnudos, uno pegado al otro. No había pudor solo era ellos dos en un mundo paralelo perfecto. Akashi lo abrazaba y besaba sus hombros lamiendo un pequeño rasmillón que de seguro se habría hecho con una ramita en su improvisada cama de pasto que fue nuevamente testigo de su entrega.


—Lo siento


—Para mañana ya no estará — dijo riendo, sus manos acariciaban los cabellos colorines y hacían figuras deformes en su espalda.


Akashi rio ante su simple respuesta le beso tiernamente hasta quitarle el aliento en un arrebatador beso.


—Akashi…


—¿Mmm? —


—¿Qué piensas… sobre tener un cachorro?


—¿Quién? —La pregunta lo desconcertó, por ello no respondió a tono


—Quien más tonto, tu y yo —Akashi lo soltó un poco y se perdió en ese mirada celestina. Su pequeño no debería preocuparse por eso aun.


—Algún día los tendremos, muchos de ellos — le sonrió Akashi besando su frente.


Kuroko también le sonrió cerrando sus ojos y abrazándolo. Lo había sentido, antes cuando estaba jugando con los pequeños, había sentido ese anhelo de su pareja. Las esperanzas y el calor fraternal de tener un bebe, algo de los dos acompañándolos de por vida.


Kuroko sinceramente no había pensado en ello. Pero al descubrir que era un deseo que Akashi anhelaba fue todo un descubrimiento. Inconsciente de había tocado su estómago, pensando que en que sentiría al tener un cachorro. Y en como haría eso feliz a su pareja.


El único problema era que tendría que romper esa barrera de la edad que Akashi se imponía. Que comenzara a mirarlo como su pareja. Como lo que era. Las decisiones no tenían que tomarlas el solo y peor aún darlas por hecho. Eso lo molestaba un poco, pero tendría toda la paciencia del mundo para trabajar en ello.


Si sus deseos eran mutuos para que esperar. Su celo en algún momento llegaría y esperaba que para la fecha, su adorado colorín ya hubiera cambiado de opinión.


 


~*~


 


Una semana había trascurrido y Kagami se encontraba totalmente recuperado. Lo sucedido con Shiro ahora solo era un mal recuerdo que a cada segundo se evaporaba más aun con la alegría que habían traído las parejas a la manada de Teiko.


Ahora se encontraban todos  reunidos en el comedor. Takao les había informado que quería ir a visitar a su manada, no sabía nada de ellos. Con solo ir una vez y ver que las cosas estaban bien podría estar tranquilo y sacarse esa incertidumbre que llevaba consigo desde hace tiempo.


Midorima ya estaba al tanto y por supuesto lo acompañaría.


—Takao…¿Estás seguro? —Kagami estaba serio, pensaba un poco más egoísta. Por el que Takao se olvidara de esa manada de una vez, tenía una nueva familia ahora.


El pelinegro sonrió ante el pelirrojo de manera compresiva. Kagami como todos no quería que de esa supuesta visita el corazón del halcón saliera lastimado de cualquier cosa con la que se pudiera encontrar.


—Lo estoy, Midorima estará conmigo —sonrió. Él estaba tranquilo, Midorima a su lado tomo su mano y le dio una cálida sonrisa, sea lo que sea que hallara Takao lo necesitaba y el estaría junto e él para apoyarlo.


—¿Nosotros podemos acompañarlo? — Pregunto Kuroko a su pareja. Akashi miro a Aomine pidiendo su aprobación y el moreno asintió.


—Yo también… — dijeron al unísono Kagami y Kasamatsu pero se vieron interrumpidos por Aomine.


—No, con Midorima, Akashi y Kuroko será suficiente, siendo lobos no seremos bien recibidos y causar temor creo que es lo último que quiere Takao —Asintió el halcón ante las palabras de Aomine, no tenía pensado que conocieran a Yukio, y estaba seguro que Aomine no dejaría que Kagami se alejara.


—Pero yo… — iba alegar Yukio y Aomine  con la mirada le pidió ayuda a Kagami.


—Vamos quedémonos aquí —dijo Kagami convenciendo a su amigo por razones obvias — Takao en tres máximo cuatro días estará de vuelta ¿verdad?


El halcón asintió, su alfa le daba su aprobación y un plazo de cuatro días. Estaba seguro que Kagami no se había dado cuenta de la orden que había dado. Pero él se había sentido muy complacido ante eso.


No iba a vacacionar o pasar un buen tiempo de relajo con “la familia”, solo iba a cerciorarse de ciertas cosas. Se aseguraría de estar antes de los cuatro días.


 


~*~


 


—¿Estas preocupado? — Aomine entro a su habitación y vio a Kagami parado frente a la ventana con la mirada perdida.  Los abrazo por la espalda y beso su mejilla.


—No —dijo volteándose y abrazando al moreno que quedo completamente fuera de base ante el gesto de Kagami.


Su pequeño definitivamente estaba preocupado, solo había pasado dos días de que los chicos se fueran y se lo pasaba mirando por la ventana. Kagami se había dado vuelta y lo abrazo despacio pero con seguridad. Hundiendo su rostro en su pecho.


Ciertamente algo así le sorprendía, era que cierto que de un tiempo a otro Kagami había cambiado, se sentía más cómodo con él. Kagami difícilmente iniciaba un beso,  pero jamás le había negado alguno.


Su cuerpo lo dejaba a su entera disposición una vez Aomine sucumbía a sus provocaciones. Era inevitable caer en la tentación de tocar su tersa piel y besarlo hasta el cansancio. Pero aun así ante todo aquello. Kagami de sumiso no tenía ni un pelo. Y si lo tenía jamás  se lo demostraba.


De pronto sintió un calorcito agradable y nuevo, el aroma de Kagami le pareció diferente delicado, dulce. Era tenue, suave y fuerte al mismo tiempo pero ahí estaba. Sentía deseos de fundirse en ese dulce aroma. Que entrara más y más por su nariz, su dulce olor viajaba por su cuerpo dándole una sensación agradable y delicadamente placentera.


Sus manos se ciñeron con fuerza en la cintura de su menor. Dándose cuenta al momento que con sus garras inconscientemente le había hecho daño. Las obligo volver a su lugar retirándose de esa codiciosa piel.


Se obligó a serenarse. Aomine dio un casto beso en la frente de su amado y salió de la habitación lentamente. “duerme una siesta tranquilo, volveré en un rato” comentó como si tuviera  realmente algo que hacer, y  dejando claro al mismo tiempo que  no era de vital importancia, todo con tal de que su pequeño no resintiera la huida.


Y así fue, Kagami no la sintió de esa manera. Pero su cuerpo no opinaba lo mismo. Se sentía frio. En ese abrazo había aspirado fuertemente el olor de Aomine. Queriendo poder retenerlo por más tiempo, sus piernas flaquearon obligándolo a dar unos pasos como si fuera los últimos que daría en su vida. De cara se estiro sobre la cama. Aspirando nuevamente ese olor que bañaba la suave colcha.


Tanto el olor de Aomine como el suyo se mezclaban, pero el de Aomine era fuerte, conocido y tan suyo. Le encantaba. Lo amaba. A él, su olor… se sentía tranquilo con solo sentirlo. Se durmió con una sonrisa inconsciente. Pues sabía y tenía  la certeza de que al abrir sus ojos lo primero que vería seria el rostro apacible de Aomine en frente suyo.


~


Era de día y la manada se encontraba tranquila, Aomine había salido prácticamente huyendo del lado de su compañero. Estaba confundido, había tenido una reacción de la nada y eso le había asustado. Quizás y estaba en su límite... No se sentía así pues disfrutaba de los juegos con su pequeño y a pesar de que le acarreaba dolor era algo que placenteramente podía soportar, pero su reacción de hace un momento lo dejaba fuera de base. ¿Y si no estaba teniendo el control como él creía?.


Un pequeño golpe llego a su pierna derecha sacándolo de sus pensamientos. Un pequeño  de cabellos castaños que conocía muy bien se acercó tomando la pelota de basquetbol.  


El pequeño tenía tres años y al verlo desde el suelo mostro una expresión de lo más aterrada. Aomine sonrió antes de hincarse en el suelo y acariciar su  cabeza. No quería que nadie en su manada le temiera.


—Lo siento alfa—se disculpó el menor mientras sonreía tímidamente.


—No importa ve a jugar — le dijo conciliador viendo con gozo como el más pequeño salía corriendo con una expresión alegre con sus demás amiguitos.


Su manada cada vez era más grande. No lo era tanto como Seirin o la de su propio hermano. Su anterior manada era vieja sus padres y los de sus amigos aún estaban ahí dejándole el liderazgo a su hermano claro pero aún con vida y una vasta experiencia.


Con mirar a los pequeños jugar le dieron ganas de hacerla más grande, que contara con más cosas. Una escuela propia. Tenía profesores con licencia para ejercer de manera particular, pero con tanto cachorro a su alrededor ya era factible esa idea.


Era un riesgo que tempranamente tuvieran que compartir con humanos, habían cosas que solo podían aprender de ellos antes de lanzarlos al mundo.


Y el hijo de Mayu y Himuro serían los primeros de una nueva generación que se avecinaba. Y quería que crecieran con todo lo que necesitaran. Una escuela era lo mínimo y lo  primero con lo que quería empezar.


El dinero era lo de menos y el territorio ideal para ello. Aomine ya quería compartir con su pareja sus nuevos planes.  


  


~*~


 


Yukio se encontraba tendido en la cama que compartía con Kise, el rubio le había dejado solo hace unos momentos y realmente se lo había agradecido. Amaba cada momento compartido con el pero estaba agotado.


Su cuerpo pesaba y levemente también dolía. A veces sentía que no podía corresponder el ímpetu del rubio por acoplarse a cada momento cuando según el veía una oportunidad que no se podía desaprovechar.


Pero sus alegos eran callados con besos a los cuales no podía negarse, y cuando rara vez lo había hecho tampoco le había ido bien. Su negativa era nula al contacto del rubio.


Se levantó de la cama suspirando, su manos la llevo desde su pecho hasta su cuello tanteando esa zona que Kise se empeñaba en lastimar mientras lo hacían. No lo entendía pero Takao le había dicho que era cosa de lobos.   Aunque tampoco le desagradaba, el dolor que le provocaba al sentir su piel desgarrada le gustaba, sobre todo cuando lo hacía en el momento justo en que dejaba salir su semen en su interior. La sensación era única y avasalladora. Su piel palpitaba queriendo tener los colmillos de Kise para siempre dentro de su piel.


Kasamatsu camino tembloroso hasta llegar al baño, necesitaba uno. Entro a la ducha y dejo que el agua bañara su cuerpo, el agua estaba fría pero aun así seguía sintiendo su cuerpo caliente. Suspiro… ni el agua borraba la sensación del tacto de Kise sobre su cuerpo.


Aun sentía esas manos pasarse por su cintura, Kise lo tocaba de manera lenta, como si estuviera grabándose en su manos cada pedazo de su piel, recorría su pecho una y otra vez, su espalda su cuello, siempre dejando un beso por donde sea que sus manos tocaran.


Por su culpa sentía que no se borraba la sensación de sus manos sobre  su cuerpo. Tenía gravado esas manos delicadas sobre sí. A veces preguntándose si era tan real como los momentos que vivian.


—¿Qué… demo… —Despertó de su ensueño y  noto que definitivamente era real. Kise estaba detrás de él acariciando su cuerpo desnudo al igual que suyo. Lo sabía. Podía sentir su erección palpar su trasero. Y su torneado pecho rosar su espalda —¡Idiota sal de aquí!


—Claro que no — dijo berrinchudo el chico —Yuki, nunca nos hemos bañado juntos.


Un beso aterrizo sobre su cuello y cerró los ojos. Bañarse juntos no le parecía una mala idea. Pero el que estuviera duro le dejaba en claro que no  era lo único que Kise quería. Y no diría que el no, pero…


—Quédate quieto pajarito —susurró Kise — uhg— se quejó al recibir un codazo en su costilla derecha que masoquistamente se había esperado. Su dulce pareja no le aguantaba ningún sobre nombre meloso —¿Por qué mi avecita es tan gruño… uhg — le pego en la otra costilla para emparejar y Kise rio a pesar del dolor.


—Jodete y sal de aquí, quiero bañar…


Kise poso su mano derecha sobre la cadera del halcón  y con la otra tomo su quijada, ladeando su cuello siéndole accesible esa boquita rosada. El rubio ignoro los improperios que morían en su boca hasta su total rendición.


Lo soltó y disfruto de sus mejillas rosadas. Kise dio el agua y regulo algo un poco más tibio, de pronto Yukio la  sintió caliente sin lastimarle. Algo le decía que era solo cosa de su cuerpo.


Lo quería… Lo quería, Lo quería. Quería a Kise ahora. Yukio cerró sus ojos y se arrincono más  a la pared con cerámico.


Kise sonrió complacido acercándose a su cuerpo, paso sus brazos por su pecho y le acaricio bajo el agua. Su lengua recorrió sus hombros y su cuello sintiendo el estremecimiento de su pequeño.


—Yuki —le llamo otra vez, Kasamatsu cerro sus ojos al sentir la vibración de su voz entrar por sus oídos. ¿Por qué… porque se sentía de esa manera? Se preguntaba una y otra vez. Kise con solo decir su nombre le hacía sentir amado. Lo debilitaba —Aun hay mucho de mi aquí dentro —dijo el rubio matando el momento.


—¡Eres un imbécil! — le grito. Realmente quiso darse vuelta y patearle la cara.


Kise sonrió. Podía ver sus orejas rojas por la vergüenza ante su comentario. Sus dedos jugueteaban con su entrada. Ya dilatada con su semen de hace un rato ahí dentro.


Con dos dedos ya dentro lo sentía estremecerse y gemir despacio. Pero como siempre se reprimía. Una mala costumbre que aún no sabía cómo quitarla. Llevo una de sus manos a la boca del menor solo para  notar que este se mordía el dorso de la mano. Molesto la quito de su boca.


—Por favor Yukio deja de hacer eso — le pidió nuevamente lamiendo su mano y dejando un tierno beso en ella.


Lo hacía de manera inconsciente. Los sonidos de su boca eran involuntarios y al escucharse se avergonzaba al pensar que todos en esa casa podían oírlo. Aunque había bastante distancia entre una habitación y otra. Una sala de estar o un baño siempre había de intermedio, la casa era inmensa. Pero aun así no estaba tranquilo.


Los largos dedos tocaron el punto que hizo jadear irregularmente al chico.


—¿Te dolió? — preguntó preocupado, sabía que se estaba pasando, su menor estaba sentido y seguramente adolorido. Retiro sus dedos. —Lo siento Yuki — se disculpó. Abrazando su cuerpo y besando su hombro. —Es solo que amo estar contigo, hacerte mío y sentirte como tal. Simplemente es un martirio mantenerme lejos de ti —Kise lo dio vuelta y beso su labios con lentitud. Al separase le sonrió. Y beso su frente —vamos, date  un buen baño y  luego a la cama. Te preparare lo que quieras.


Yukio pensaba en que Kise tenía razón, le dolía horrores, pero por alguna razón eso no le importaba.  El dolor desaparecía cuando estaban conectados y era algo que solo volvía luego, pero hasta el momento no se había arrepentido de disfrutar de ese dulce dolor.


Kise iba a salir de la ducha pero le detuvo, con la mirada quiso decirle todo ignorado que a través de su lazo ya lo había hecho.


Ambos volvieron a besarse con ímpetu, Kise tomo sus mejillas y abrió la boca del más bajo con su lengua. Ambos sintiendo el cuerpo caliente del contrario.


Por la mente del rubio pasaron varias posiciones en las cuales tomarlo, pero ninguna muy segura. Por nada del mundo quería lastimarlo en un arrebato de pasión. Si iba a tener marcas es su cuerpo que fueran solo las que el podía provocarles con su manos o su boca no por un descuido de calentura e irresponsabilidad.


Suspiro derrotado lo mejor era salir de ahí.


—No, aquí — le pidió el pelinegro. Comprendiendo sus intenciones.


Kise volvió a reír y le devoró la boca en un beso hambriento. Estaba feliz al ver que cada vez se estaban comprendiendo mejor.


—Date la vuelta —le pidió al oído. Este le hizo caso—me enojare mucho si te muerdes la mano de nuevo Yukio.


Kasamatsu sintió su voz fuerte y seria, solo verdad había ahí. Asintió. Agarrándose de las llaves de agua cuando las manos de Kise se aferraron a sus caderas. Ya sentía la punta de su miembro en su entrada. Apretó su agujero y luego lo soltó antes de que Kise se lo pidiera.


De un solo movimiento Kise había tocado hasta sus entrañas. Abrió sus ojos y luego los cerró al sentirse lleno y ahogado en placer. 


—Quiero escucharte —susurro en su oído el rubio — déjame escucharte Yukio~  —el menor le miraba de reojo y asintió soltando su labio preso entre sus dientes.


Kise tomo sus caderas y comenzó con las embestidas suaves y lentas. Su miembro lo sacaba del esa caliente cueva y volvía a meterlo. Para Yukio el embestimiento lento era tortuoso y desesperado. Su respiración era pesada y quejumbrosa cada vez que ese pene tocaba muy dentro de sí.


Se mordió el labio, pero no para no dejar salir sus jadeos, si no para evitar gritarle que lo hiciera más rápido. La oleada de placer y necesidad llego como una ráfaga de viento al cuerpo de Kise que sonreía victorioso. Yukio ante su lazo era un libro abierto pues aun no sabía cómo controlarlo y el  rubio estaría muy feliz de encargarse de que nunca aprendiera.


Como un poseso comenzó a golpearlo una y otra vez. Sus caderas se movían de adentro hacia afuera fuerte taladrando su interior buscando su punto exacto. Cuando lo encontró escucho el  gemido más sexy del cual había sido privado durante mucho tiempo.


Enloqueció. Levanto una pierna de su pequeño dándole una mejor accesibilidad a su interior. Quería golpear más  adentro y más fuerte. Adueñarse de su interior y de todo lo de él. Con una mano en su muslo y la otra en su cadera perdió la razón al ver que Yukio jadeaba y ladeaba su cuello, sus ojos se tornaron rojizos y sus colmillos afloraban.


Sonrió con lujuria ante sus deseos. Era verdad que aquello era algo de lobos, se daba de vital importancia durante el reclamo, también como una manera de marcar a tu pareja, sodomizarle y reducirla les causaba placer.


Pero en Yukio era algo que el menor pedía, le gustaba, de manera inconsciente pero lo hacía. Su forma de ser era diferente, su pequeño de personalidad explosiva difícilmente le diría te amo con palabras, simplemente porque era diferente  a él. Y lo entendía. Pero a cambio de ello el daría gestos que se lo dijeran de igual manera. Y con aun más intensidad.


Rompió esa piel. Justo en ese lugar que no dejaba sanar, se aferró a su cuello dejándolo inmovilizado, embistiéndolo desenfrenadamente. Apretó su miembro masturbándolo a la par.


Yukio se agarraba de lo que podía antes lo movimientos bruscos.  Se abandonaba a las arrolladoras sensaciones. Eyaculo gimiendo el nombre de Kise. El Rubio lo hizo al momento de esa deliciosa fricción. Soltó su cuello y lamio la zona herida.


 Kise sostuvo a su pequeño justo ante de que este callera. Se había desmayado.


“Realmente soy un idiota” se dijo así mismo, para nada arrepentido. Sonrió al tomarlo estilo nupcial y besar su mejilla.


 


~*~


 


 Aomine seguía recorriendo su manada, la cancha en donde veía a los chicos disfrutar de un buen juego seguía sin arreglos, aun tenia pendiente un reto con su cachorro. Con los últimos ajetreos se le había olvidado.


En eso ve a Imayoshi acercarse por el bosque con dos personas que no conocía.


—Hola Aomine, ellos vienen de Seirin — dijo con simpleza dándole la oportunidad de presentarse.


—Hola, mi nombre es Riko — dijo la chica de cabello corto y castaño — es un gusto conocer a la pareja de Taiga. — Aomine asintió —Él es Minaru —un chico bastante reservado por lo que solo asintió. Se notaba que venía como escolta de ella.


 —¿Puedo saber a qué se debe su visita? —Aomine se puso serio, de alguna manera tenía un mal presentimiento.


—Ah Claro, pero me gustaría hablar con los chicos primero ¿Puedo?


Bien… la chica lo había irritado, era alegre pero su tono de voz no le gustaba, algo le decía que no le caía bien. Como a nadie en esa manada al parecer.


El moreno los había hecho pasar al comedor mientras iba por su cachorro. Lo encontró dormido con un bebe acurrucado en la cama.


—Taiga… despierta —los ojos de Kagami se abrieron lentamente y le sonrieron —despierta dormilón. Abajo hay una chica de tu manada que quiere hablar contigo y Himuro.


—Mm…¿Una chica?


—Se llama Riko —Kagami abrió los ojos y  su sonrisa deslumbro la habitación, aquello molesto al moreno que no controlo su pregunta y  su tono enojado —¿Quién es? 


Kagami lo ignoro juguetón y salió de la habitación seguido de su pareja. Riko para él era como una mamá, y no por que la quisiera como tal sino que su comportamiento siempre fue como el de una mama gruñona, has esto aquello, no comas eso o aquello. La chica le irritaba pero la quería y siempre le había hecho caso.


Cuando la vio no evito abrazarla siendo correspondido por un abrazo fuerte por parte de ella. Riko no quería tocar el tema, pero había ansiado verlo bien, se conforma con verlo bien recuperado solamente antes que preguntar y abrir heridas.


—¿Y dónde está Tetsu y  Himuro?


—Tetsu no está, salió con su pareja  — contesto simple — y Himuro… bueno él no se ha sentido bien estos ultimo días.


En lo que Kagami decía eso, por la escalera bajaba un moribundo Himuro, literalmente era un espanto, sus ojeras estaban muy marcadas. No había rastro del alegre y coqueto chico. Detrás de él estaba Harasawa y Kagetora.


—Rayos Tatsuya, ¿qué diablos paso contigo? — dijo molesta la chica, Murasakibara gruño detrás de el al sentir claramente la mala mirada de la chica. Himuro toco su mano y le pidió calma, cosa que fue suficiente para que el grandote no abriera su boca.


—Parece que este pequeño no me la hará fácil — sonrió débil —Pero ¿qué haces aquí Riko? ¿Paso algo?.


La chica no estaba muy convencida de ignorar el mal semblante de su amigo, pero aun así lo hizo ante sus miradas. Después de todo Kagami no estaría tan tranquilo  si su hermano estuviera en malas manos.


—Su padre tuvo un accidente — dijo y antes de que preguntaran algo hablo — No es nada grave él está bien. Vivito pero definitivamente no coleando. Se subió al techo  para arreglar una fuga donde según él pasaba una corriente de aire y se cayó,  se hizo pedazos la pierna derecha, le dije te vas  caer pero el dale, ahora estará como mínimo un mes en cama.


No se oía tan mal, Kagami estaba tranquilo. Riko era la única a parte de ellos que le hablaba o hablaba de su padre con tanta confianza.


—Ahh nunca aprende, a que solo estaba aburrido y decidió buscar imperfecciones en la casa para tener algo que hacer —dijo Himuro riendo  —vamos a verlo — le dijo a su hermano, Kagami lo miro y rio como si hubiera escuchado un buena broma.


—Tu no iras a ninguna parte, ya escuchaste que tu padre está bien — decía Mura —viajar en tus condiciones es un locura.


—Pero podemos ir en auto


—Y en auto iremos pero al hospital, Harasawa ya dijo que algo no anda bien.


—¿Qué le pasa? — preguntó Kagami preocupado


—Nada preocupante, solo que no es normal que este así con el poco tiempo que lleva, solo corroboraremos por que el cachorro está haciendo festín ahí dentro —dijo como broma el castaño mayor para dejarlo tranquilo.


—Está bien — contesto cabizbajo Himuro — Dale saludos a papá, dile que pronto iré a uhg…  — su estómago dolió, mura lo tomo con extrema delicadeza y lo llevo al baño.


—Te esperamos en el auto — dijeron ambos mayores al peli morado  solo asintió. —con permiso. Dijeron a Aomine, las visitas y se retiraron.


Kise venia bajando la escalera dispuesto a saquear la cocina, pero se quedó parado viendo que el ambiente era medio raro.


—¿Paso algo? 


—Nada, solo saldré con Kagami iremos a Seirin a ver a su padre, quedas a cargo — dijo Aomine tomando su chaqueta. — Ve abrigarte — le ordeno al pelirrojo. Kagami se levantó y fue por ropa más abrigada irían en la camioneta lo más seguro.


—¿Que te sucede? — le preguntó el rubio en un tono solo para ellos, Aomine sonrió Kise lo conocía bien.


—Solo estoy inquieto, volveremos pronto Sakurai e Imayoshi irán conmigo, estate atento cuando llegue Mura también saldrá con Himuro al hospital, al parecer algo no anda bien.


—¿Con el bebe?  — preguntó asustado ahora. Aomine hizo un gesto de que tampoco lo sabía.


 


A viaje  fue rápido, Aomine seguía inquieto. Cuando llego a la manada sintió el caluroso afecto con el que su cachorro fue recibido. Con respeto se había presentado con el alfa que con un poco de vergüenza le había sonreído. Su accidente había sido algo torpe y él lo sabía.


Aomine sonrió cálidamente al ver al hombre mimar a su cachorro mientras hablaban de cosas suyas y como Kagami le contaba lo mal que lo estaba pasando Himuro. Salió de la habitación  para darles espacio y privacidad entre padre e hijo.


Al pasar por fuera se topó con a aquella habitación de Kagami en la cual solo había estado una vez cuando lo había ido a buscar cuando lo conoció. Desde afuera podía sentir su fuerte olor. Se sintió mareado y por fin lo comprendió.


Salió de la casona y se alejó de ahí, Imayoshi salió detrás de él, Sakurai no se movió pero si noto a Aomine extraño.


Kagami se sintió de la nada solo y desolado otra vez su pareja no estaba en su perímetro lo sabía. Miro por la habitación y no lo encontró. Se disculpó con su padre y salió a buscarlo, no hizo falta preguntarle a Sakurai cuando este ya le había dicho que Aomine había salido.


Kagami camino un poco  a las afueras de la manada hasta llegar a donde habían estacionado la camioneta podía divisarla y notar que Aomine y Imayoshi estaba a un lado conversando. El pelinegro algo le alegaba a su alfa.


—¿Paso algo? — Kagami preguntó. Aomine sonrió y se acercó tomándole de sus hombros mostrando una sonrisa que Kagami jamás había visto.


—Nada bebe, solo que voy a volver a Teiko Imayoshi y Sakurai se quedaran contigo — dijo tranquilo. Kagami abrió sus ojos no entendiendo.


—¿Quedarse? No tienen porque. Papá está bien volvamos juntos —Dijo como algo obvio.


—No, quédate aquí unos días. Tu manada estará contenta de tenerte unos días con ellos.


Kagami no entendía nada, simplemente porque no le cabía  en la cabeza  la idea de  que Aomine lo dejara solo. Se sentía como una novia rechaza enviada de vuelta a los brazos de su padre por qué el novio no estaba conforme. Quería llorar.


—¿Acaso hice algo que te molesto?


Esa pregunta le rompió, Aomine creyó que Kagami lo tomaría bien, e incluso feliz de quedarse ahí, no que lo tomara como algo malo.


—Claro que no  bebe,  es solo que…


—¡Lárgate!


—Taiga… — Aomine quiso acariciar su mejilla pero de un manotazo Kagami lo alejo. Su mirada era furiosa y severa.


—Enserio lárgate y has lo que quieras, vuelve cuando te plazca. No me importa.


Aomine no quería lastimarlo y se preguntó nuevamente que estaba haciendo y por qué lo hacía. Su corazón se detuvo cuando subió a la camioneta y arranco dejando a Kagami atrás.


A Kagami por otra parte lo azoto una sensación de fiebre que creció con el dolor de sentirse abandonado.


 


Continuara… 

Notas finales:

Finish! Espero hayan disfrutado de este nuevo capítulo, una vez  más lamento la demora u.u


Muchas gracias por seguirme leyendo y comentando. Son un gran ánimo para mí. También a todas a aquellas que me tiran la orejita por mi demora n.n


 


Saludos, nos vemos pronto en el final de “Mi pequeño cachorro”.


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