El rubio miró en su derredor mientras se ponía de pie detrás de la columna. No deseaba estar ahí pero debía ocurrírsele algo para que ambos salieran.
¿Y bien genio? ¿Cuál es tu gran idea?—dijo con un deje de frustración el ojos azules.
¡Cállate! No me dejas pensar—le recriminó el melado algo molesto porque no se le ocurría nada, pensó Kaiba.
¿Y bien? ¿Qué harán ahora?—preguntó Jason desde su punto de observación—Debe ser molesto tener tan poco tiempo—
¿A que se refiere?—preguntó el castaño preocupado por la repentina revelación.
Sabes que aún con un torniquete en la pierna, la herida que tienes en el hombro también manó una considerable cantidad de sangre, los efectos secundarios ya deben estar afectando tu angustiado cerebro. Anda Joseph, admite que estás perdido, aunque solo sea para ti mismo—dijo el de ojos rojos.
El CEO se dio cuenta por fin a que venía realmente la molestia del otro y le agarró por detrás para voltearlo y preguntar--¿Es eso cierto?—
El melado volteó la cabeza denegando contestar y a la vez dando una sensación de asentimiento al otro. Así que eso era lo que realmente estaba pasando. Ambos expertos lo sabían pero él había quedado a la deriva por sus pocos conocimientos en esas cosas. Estaban en una situación desesperada con un enemigo en óptimas condiciones y de igual valía que el rubio si cabía esperar, frente a las menguadas posibilidades de este en dicha situación.
Seto hizo lo que cabe esperarse de él--¡Un millón de dólares!—gritó.
¿Qué haces?—le preguntó agarrándolo fuerte el melado mientras lo miraba a los ojos la decisión del más alta era tan férrea como su carácter.
¿Por tu vida o la suya?—preguntó la voz.
¡Por las dos!—le contestó el castaño.
¿Crees que las vidas de ambos son tan baratas o es que piensas regatear en un momento como éste?—se rió desde la oscuridad el asesino europeo.
Kaiba estaba molesto pero en esa situación, el rubio también se veía furioso pero también algo… poco concentrado.
¡2 millones!—dijo el empresario haciendo que Wheeler lo mirara más furioso al ceder.
Esta no es la manera—le dijo el japonés.
Empieza a hablar en serio o…--dijo el inglés desde su escondite.
3 millones y es mi última oferta—dijo algo ofendido el ojos azules por el tono del otro.
¡El no…!—decía el rubio cuando el pelinegro gritó.
Bien, es más razonable por todas las molestias que me he tomado. A decir no es tan apasionante cazar a un tipo tan débil, pensé que sería un mejor oponente al ser el rey de los asesinos versión Asia pero me he llevado una desilusión—dijo Michaels.
El melado no se sentía mal por ser desestimado, cualquier asesino sabe que el ego puede ser el peor de los enemigos a la hora de enfrentarse con un igual. Pero si estaba molesto con Kaiba al ver que no confiaba en él para sacarlo de ahí.
¡Párate en medio de la construcción para que pueda verte y sellaremos el trato!—dijo el inglés.
Ni loco creas que…--dijo Wheeler oliendo una trampa.
Para que haya un acuerdo entre caballeros debe haber confianza mutua. ¿No es así? Después de todo yo no soy el que lleva las de perder aquí—les dijo Jason sonriendo mientras apuntaba al lugar por el que debería salir Kaiba pues solo la columna les cubría y la puerta estaba al otro lado del pequeño patio central que era la habitación entre las columnas y del que él distaba un piso.
Después de esperar un rato dijo—La oferta es por un tiempo definido, mister Kaiba—
Entonces Seto apareció en su mira, con los brazos abiertos se dirigió al centro de la habitación y lo miró, debía concederle al tipo que tenía arrestos para pararse impotente ante un arma cargada y mantener su dignidad con una mirada comparada a cientos de balas dirigidas a él.
Mister Kaiba, quiero preguntarle algo—dijo el europeo y el otro asintió--¿Por qué morir por Joseph Wheeler?—esa pregunta definía sus intenciones reales. Todo era una trampa para hacerlo salir y dispararle frente al otro, que lo observara sin poder hacer nada era un aliciente extra. Planeaba causar un daño psicológico en su enemigo y luego aprovechar su momento de debilidad para…
¿Sabes? Hay muchas clases de trampas—le dijo Seto con una sonrisa de lado y es entonces cuando con su mira pudo ver una bola metálica levantarse desde el piso de abajo pasar su barandilla y caer al piso entre él y esta.
Su cuerpo reaccionó antes que su mente detectara el engaño de una falsa granada. Para cuando volvió en si del pánico inicial Kaiba y posiblemente Wheeler ya no estaban.