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EL REY DE LOS ASESINOS 3 "REVENGE" por desire nemesis

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Caminaron por entre los caminos y cuerpos que Joey había dejado atrás y llegaron a una Suburban con las llaves en el contacto. Seto empujó a Wheeler al asiento del acompañante y él se subió rápidamente en el del conductor para poner en marcha el vehículo y tirar abajo la reja de la mansión que rodeaba el mausoleo para escapar.

 

Después de conducir un rato por caminos en mal estado de una zona a todas luces rural el ojos azules preguntó--¿A dónde rayos estamos?—temía que su enemigo los persiguiera por lo que no dejaba de ver los retrovisores mientras conducía actitud que tendía a dejar cuando se empantanaban en algún bache. Ante la falta de respuesta del otro el castaño le dijo molesto--¡Oye, si quieres que…!—pero se detuvo al ver que el rubio no respondía por no estar consciente. En seguida paró el vehículo y le trató de devolver a la realidad pero no hubo manera, al parecer las cosas eran tan complicadas como Michaels había anunciado, la pernera no estaba tan manchada pero al tocar la parte del hombro afectada Seto descubrió que el ojos mieles estaba empapado en sangre—Tenemos que hacer algo con esto—

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Joey despertó con dolor de cabeza y poco a poco se incorporó. No sabía donde estaba pero no le gustó la pinta del lugar, parecía alguna especie de choza o barracón. Nervioso y débil el rubio intentó levantarse, de pronto unas náuseas le atacaron y se quedó arrodillado y apoyado en sus manos.

 

Es entonces cuando una mujer extraña y vieja entró en la habitación hablando en un idioma que por demás conocía. Ella se alegró de que hubiera despertado. Él le preguntó por su amigo.

 

Afuera, ya lo traigo—dijo la vieja. Está reponiendo fuerzas—agregó.

 

“¡Reponiendo fuerzas! ¡Si yo soy el que está herido!” dijo para sus adentros el rubio.

 

Se ha pasado ambos días cuidándolo. Debe ser un amigo muy querido para él—añadió la vieja sorprendiéndolo. Habían pasado dos días desde que perdiera el conocimiento y más que eso, Seto Kaiba… ¿Cuidándolo?

 

El rostro adusto de Seto se presentó en la puerta, sin rastros de cansancio, o de preocupación, solo dijo una palabra--¡Korea!—

 

¿Creíste que encontrarías un Palace cerca, cierto?—dijo el otro no dándole importancia a su berrinche y sintiéndose un poco mejor con la familiaridad de la escena.

 

¡Eres un idiota!—dijo el castaño.

 

Y no olvides lo de perro—dijo Joseph con una sonrisa algo triste mientras se agarraba la cabeza por un repentino vahído y se sentaba con cuidado en la cama que era un montón de telas en un suelo de madera, era un lugar sin muebles y con techo de quincho.

 

Entonces la preocupación del castaño salió a relucir cuando se le acercó y le agarró los brazos preguntando--¿Qué pasa?—

 

El rubio sonrió al verlo en ese estado—Nada—respondió no pudiendo evitar alegrarse.

 

Me pareció que la vieja sabía lo que hacía pero si te sientes mal es mejor…—dijo el ojiazul.

 

¡Deja eso ya! Estoy bien solo que es necesario algo más que leche de cabra para reponerse de estas heridas del todo—dijo el rubio.

 

¿Cómo sabes de la leche de cabra?—preguntó sorprendido el otro.

 

¿Bromeas? Mi boca hiede a eso—dijo el ojos mieles con su sonrisa persistiendo.

 

Al menos conservas el humor en un momento como este—acotó el CEO.

 

Lo siento. Debió ser difícil para ti en un lugar extraño y yo inconsciente. Gracias—dijo el asesino incomodando a Kaiba.

 

De verdad que debes estar mal—le dijo Seto haciendo que a Joey se le borrara la tristeza con un sentimiento de pesar.

 

A veces extraño esos días—dijo como pensando en algo lejano que el castaño supo dilucidar—Todo era más simple para los dos—

 

¿De verdad lo crees?—preguntó el ahora de nuevo impasible ojos azules.

 

Bueno—dijo y sonrió Wheeler—Es cierto que dos por tres aparecían fulanos pretendiendo robarnos el alma pero aún así…--

 

Si, lo sé—dijo Seto sentado a su lado.

 

La vieja reapareció con unos trapos lavados que aparentemente eran nuevas vendas, Joey pensó que ella se las pondría y empezó a voltearse para darle la espalda cuando el otro le dijo—No es necesario, perro—él lo miró sin entender y entonces vio como la vieja le tendía a él las vendas, asentía y se iba. El rubio sonrió—Deja de reír que ya veré como me pagas esta—le reprendió el ojos azules.


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