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Un demonio compartido por SebbyPhantomhive

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La noche caía y en la mansión se esperaba a los invitados de la cena especial que se ofrecería, ese día había sido tan largo para Ciel que no veía la hora que se acabara, muchas emociones y enfrentamiento de sentimientos en las horas transcurridas, ahora prepararía su plan para poner celoso a su demonio, una leve probada de su propia medicina como se suele decir.
-¿Nuestra prima es igual que antes?- Decía con curiosidad Thomas a su hermano que estaban en el salón principal esperando a las visitas, ambos jovencitos de similar apariencia estaban con sus galantes ropas, después de todo era una cena especial.
-Pues sí... no ha cambiado mucho.- Respondía a la interrogante el conde mirando a su hermano —Igual como siempre, alegre y radiante.- terminaba de decir con seriedad, no es que odiara a su hermano pero definitivamente no era un buen comienzo, eso del desafío por Sebastian y los celos que lo carcomían, lo tenían algo malhumorado.
-Qué bueno que se convirtió en tu prometida  y no en la mía.- Murmuraba divertido Thomas codeando al serio conde que suspiró resignado. -Ella es solo un poco entusiasta.- Trataba de justificarla Ciel porque desde niños siempre había sido muy cariñosa con los dos, pero ya como prometida el asunto era más serio
-Entusiasta... me lo imagino ¿Y a ti te desagrada eso?- Hablaba el otro con ironía en su voz pues se veía a simple vista que este compromiso era tedioso para Ciel, alguien tan frío como él le era realmente molesto que alguien mostrara tanto afecto físico como abrazos y sonrisas sin parar.
-Es molesto...- Susurraba el conde desviando la mirada, y su hermano aprovecharía la conversación para molestarlo.
-Si Sebastian fuera así de cariñoso contigo no te quejarías.- Fueron las palabras de Thomas con una traviesa sonrisa, al escuchar esa insinuación el conde se sonrojó porque tal vez era una verdad que trataba para sí mismo el negarse, cuando iba a refutarle fue sorprendido por su mayordomo que se le acercaba haciéndolo asustar, el otro reía fuertemente por la reacción de su hermano.
-Joven amo... ya llegaron- Dijo Sebastian sin entender el por qué su amo estaba sonrojado, y la risa del otro, sin más se prestaba a recibir a las visitas ya que el carruaje se estacionaba frente a la mansión, cuando una mano lo detuvo.
-Sebastian estás muy atractivo peinado así.- Eran las palabras halagadoras de Thomas mirando sonrojado al mayordomo que por esa noche había peinado su cabello hacia atrás, Ciel miraba la escena con disimulado coraje, él también pensaba lo atractivo que se veía su demonio así, pero su timidez y orgullo no se lo permitirían decirlo.
-Muchas gracias Thomas...- Agradeció Sebastian con una amable sonrisa al jovencito que le había halagado, Ciel mientras tanto le temblaba la ceja de coraje y murmuró -¿Thomas?-
-Obligué a Sebastian que me llamara así... Tu dijiste que podía ordenarle cualquier cosa que me hiciera sentir bien, y bueno me siento más en confianza si el me llama por mi nombre... No te molesta... ¿verdad?- Hablaba su hermano con una pequeña sonrisa mientras miraba al mayordomo que sentía la tensión del ambiente pues a su amo al parecer no le gustó este tipo de confianza.
-Me da lo mismo... pero a nuestra tía no le gustaría escuchar ese tipo de confianza, sabes lo estricta que es.- Trataba de justificarse Ciel para no hacer evidente su enojo, el mayordomo prefirió caminar a la puerta y recibir a las visitas.
-A ti tampoco te gusta...- Murmuró Thomas con una sonrisa divertida. -Dije que no me interesa...- Respondió el conde fingiendo no darle importancia aunque si era algo que le molestaba en gran manera.
-Puedes también decirle a Sebastian que te llame por tu nombre...- Le decía su hermano no como una solución sino como algo para seguir molestando, veían como ya las visitas estaban por entrar los jovencitos seguían murmurándose cerca de la escalera.
-Claro que no... Él es mi mayordomo.- Dijo el conde con jactancia. -¿solo tu mayordomo?- Musitó el otro con una pícara sonrisa pues sabía que su hermano no veía a Sebastian solo como un mayordomo, pero se alejó de él de prisa para saludar a su familia que emocionados se le acercaban también.
-Querido es bueno tenerte de vuelta,- Exclamaba emocionada Frances, su tía,  al abrazar al sobrino que creía muerto, este correspondía su abrazo mientras Elizabeth junto a ellos sollozaba de alegría, después también lo abrazó al igual que su padre, era un conmovedor reencuentro, el conde a unos pasos los observaba.
-Pueden llamarme Thomas por favor...- Dijo el jovencito después de los saludos, no quería entrar en detalle de su nombre así que por ahora sería Thomas.
-como desees...- Decían los Middleford  que alegres caminaban por el salón, cuando notaron al conde parado junto a su mayordomo que les saludaba también.
-Había olvidado lo parecido que eran- Hablaba su tía al ver a los jovencitos juntarse, eran iguales que si no era por el parche en el ojo de Ciel sería difícil distinguirlos.
-Si... Aunque yo tengo más encanto...- Se jactaba burlonamente Thomas, Ciel sonrió forzado ante esa aclaración y los otros sonreían.
-Siempre tan simpático... me recuerdas a tu padre.- Habló nostálgica Frances recordando a su sonriente hermano Vincent, todos se quedaron en silencio, así que decidieron caminar al comedor para romper ese momento de extraña nostalgia.
-Ciel...- Dijo Lizzy que apenas lo  había  saludado con toda la emoción del momento lo había ignorado, el conde con su fingida amabilidad la saludó, minutos después se veían a todos sentados en la enorme y galante mesa del comedor.
-¿Por qué estas molesto?- Le cuestionó en un susurro Sebastian al conde mientras pretendía arreglarle el lazo de su vestimenta mientras cenaban.
-No lo estoy- Respondió en voz baja el conde mirándolo con frialdad.
-Lo conozco mejor que nadie... sé cuándo está molesto.- Dijo el mayordomo mientras estaban cerca ya que todos estaban conversando con el alegre Thomas el conde era un poco ignorado, así se desarrollaba la cena de reencuentro entre buena comida y bebida y una conversación amena. Luego de la agradable cena pasaron al salón de juegos donde interactuarían más informalmente, todos parecían muy interesados en Thomas, y de nuevo el conde  se sentía opacado, pero de lo que no se daba cuenta es que su fiel mayordomo permanecía a su lado en todo momento.
-Su hermano es muy cautivador- Susurró Sebastian a su amo cuando veían como todos sonreían junto al recién aparecido Phantomhive en la mesa de billar.
-Si... porque no vas a contemplarlo también- Dijo Ciel con molestia mirándolo mal, que su demonio dijera eso le dolía más que el desplante que le hacia su propia familia, aún Elizabeth lo había dejado a un lado, ya sus planes de encelar a su demonio eran tontos ahora, si lo intentaba solo quedaría en ridículo, solo parecería ser un jovencito inmaduro y celoso tratando de llamar la atención y su orgullo no se lo permitiría.
-Prefiero verlo a usted- Fue la respuesta inmediata de Sebastian provocando un sonrojo involuntario del conde que no sabía dónde esconder su rostro avergonzado ante esas palabras inesperadas, además porque su demonio lo veía con devoción y ternura.
-Debería estar feliz de que su prometida no lo moleste hoy- Habló el mayordomo con sarcasmo evitando avergonzar más a su amo pues no sería correcto que se notara ante su familia que ellos estaban de alguna forma coqueteándose.
-Tal vez por eso estoy molesto- Dijo divertido el conde y con una pequeña sonrisa pretendía molestar a su demonio, era la primera vez en horas que sonreía y con haber provocado esa sonrisa le bastaba a Sebastian que sonreía también.
-¿pretende darme celos?- Preguntó con una sonrisa el demonio mirando de reojo a su amo. -No haría algo tan infantil como eso.- Murmuró Ciel jactancioso y era precisamente lo que planeaba hacer pero que no le resultó, amo y mayordomo seguían hablando de forma discreta y divertida, Thomas a lo lejos los observaba  pues parecía que se divertían de manera sigilosa, solo hablando, entonces supo que en verdad ellos dos se amaban, solo ver sus expresiones era más que obvio. La velada acabó y la familia Middleford se retiraba a su hogar, ya era algo tarde y por fin acababa ese cansado día.
-Ese Thomas me arruina todo... — Se escuchaba murmurar a Ciel cuando estaba recostado en su cama mientras esperaba que su mayordomo regresara pues ahora estaba ayudando a su hermano a que durmiera en la habitación contigua, pensaba frustrado por no lograr su objetivo de poner celoso a Sebastian, pero tampoco fue tan mala la velada porque después de todo pasó un ameno momento con su demonio, suspiraba cansinamente cuando el que invadía su pensamiento entraba a su habitación.
-Joven amo... su hermano ya se durmió al parecer hoy fue un día muy cansado para él- aclaraba el demonio entrando veía a su amo sentarse molesto en  la cama.
-Si solo para él...- Murmuraba el jovencito con algo de resentimiento pero a la vez parecía molesto.
-No quise decirlo así... no malinterprete mis palabras- Le rogaba Sebastian mirándolo arrepentido.
-No importa... ya entendí q a partir de ahora soy el Phantomhive amargado  y él es el encantador... debería enseñarle todo, que haga mi trabajo y yo desaparecer ahora.- Fueron las palabras de Ciel, que parecía vulnerable en ese momento, agachando la cabeza apretaba sus puños, su demonio de pie frente a él lo miraba con tristeza.
-A sido un día difícil para usted.- Dijo el mayor acercándose a su amo levantando su rostro con su enguantada mano, veía ese gesto hermoso y molesto.
-Al fin lo entendiste...- Susurró Ciel dejándose llevar por la caricia de Sebastian que con sus manos rozaba su bello y sonrojado rostro.
-Sabe... tal vez tiene razón y Thomas puede conquistar todo a quien le rodee...- Aclaraba el mayor arrodillándose frente a él quedando un poco más cerca, estas palabras molestaron al conde que se disponía a empujarlo, -Pero él no podrá conquistar a este demonio como lo hace mi joven amo- Decía el demonio con una pequeña sonrisa y sus palabras parecían sinceras, estas hicieron que ya el acelerado corazón del conde se agitara más.
-¡Qué cosas dices!.- Murmuraba nervioso, intimidado y avergonzado Ciel desviando la mirada.
-Digo la verdad...- Fue lo que en un murmullo dijo Sebastian acercándose más a su amo que no impedía tampoco esa cercanía.
-Su hermano es agradable... pero nunca será como usted...- Declaraba el demonio con algo de timidez pues no era fácil decir aquellas palabras pero no podía seguir callándose.
-Usted me encanta como es y esa es mi verdad- Dijo con firmeza y una de sus manos tomaba la mano de su amo que temblaban.
-Sebastian ... no digas eso...- Dijo Ciel muy avergonzado estaba su demonio declarándose y él no acertaba que hacer, su orgullo no le permitía corresponder esas palabras con un abrazo o algo así, el mayordomo sabía lo que sentía su amo y no lo presionaría, así que trató de calmar el ambiente así miró en la cama un libro que parecía de poemas de amor o algo de ese tipo de lectura.
-¿Es el libro que lee ahora?- Cuestionó de repente Sebastian, esto sorprendió un poco al joven pensando que tal vez su demonio se arrepintió -Últimamente lee historias de este tipo.- Comentaba con una sonrisa el mayordomo pero su mano no soltaba la de su amo.
-Tienen buena trama es todo- Murmuró nervioso el conde tratando de tranquilizarse.
-¿no le gustaría hacer su propia historia?- Dijo en tono travieso el demonio y no dejaba de ver el rostro avergonzado de su amo.
-¿Cómo sería?- Cuestionó el conde, pues le gustaba que desafiaran su imaginación. -Un príncipe que encuentra a su gemelo perdido quien le roba todo lo que tiene con su encantamiento.- Hablaba el jovencito en tono sarcástico sin darse cuenta la timidez se iba de a poco con cada palabra.
-No todo...-Aclaró Sebastian y se le acercaba más, -Ese príncipe tenía un sirviente muy atractivo y audaz.- Narraba el mayor con una sonrisa, Ciel se dio por vencido y el orgullo en ese momento no era prioridad, sonriendo miraba a su demonio.
-Él estaba enamorado de su amo... fue el único quien no cayó en el hechizo de su malvado hermano.- Contaba divertido el mayordomo  y su amo no le bajaba la mirada.
-Lo de malvado me gusta.- dijo coqueto y con una sonrisa el conde  acariciando el delicado rostro de su demonio.
-Tu no sonríes mucho pero cuando lo haces es una sonrisa hermosamente sincera.- fue el halago honesto de Sebastian, ambos acercaban más sus labios de forma involuntaria.
-Sigue con la historia,- Decía el conde que estaba embelesado por el mágico momento de ahora, y su demonio estaba igual, ya sentían sus alientos chocar entre sí.
-No sé, lo olvidé... pero sé que al final sellaron su amor con un beso.- habló en forma seductora el demonio rozando sus labios a los de Ciel que cerraba los ojos, y sin dudarlo ninguno de los dos se negaba a tal acercamiento, ese roce fue más firme y un beso dulce los unía ahora en esa fría noche y las luces se apagaron en la habitación, dejándolos verse solo con el reflejo de la luna que se colaba por la ventana.
 
 
 
Notas finales:   Muchas gracias por seguir este fic... tal vez un poco diferente de lo que pensaron,,, espero les guste :D Gracias por sus comentarios y votitos no olviden dejar también su afecto en este capitulo. Y así empieza el romance de Ciel y Sebas... ¿Será que Thomas los dejará ahora tranquilos o seguirá molestando?

 


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