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Un demonio compartido por SebbyPhantomhive

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Sebastian se fastidiaba más al ver cómo le desafiaba Thomas con la mirada mientras sus manos rodeaban su delicado cuello tratando de ahogarlo, pero al notar que lo disfrutaba suspiró frustrado y lo soltó de inmediato.


-No vale la pena que ensucie mis manos contigo...- Murmuraba el demonio con desprecio al joven que se parecía tanto a su amado Ciel, pero sin duda la mirada de su amado era más cálida, se reprochaba así mismo por no haber podido distinguirlo.


-¿Vas a contarle todo a Ciel? ... No sería mejor que me mataras, así finges que me escapé y tú querido amo no se enterará de esto...- Hablaba de forma descarada el jovencito mirando como Sebastian mostraba gestos de frustración, y la idea no le parecía tan mala, pero eso sería engañar a su amo y eso jamás lo haría.


-Si lo pensé... pero eso sería engañarlo, y yo prometí no hacerlo.- Le respondió fríamente el mayordomo, si ya cometió tremendo error no quería empeorarlo más, con mentiras.


-Eres tan dulce...- Susurró Thomas con cinismo en su sonrisa, viendo como el demonio se disponía a salir de la habitación.


-Tu eres patético, sustituir a alguien para tener algo de atención... ¿No lo crees?- Le aclaró con burla el demonio, el otro al escuchar esas palabras tan ciertas se enfureció, mirándolo con odio.


-¿Qué es lo que tanto amas de Ciel?- Le reprochó en su enojo y Sebastian sonreía complacido de devolver algo del enojo que el mismo sentía ahora, pero el solo imaginar a su amo, era como un calmante en su ser, apaciguando un poco su ira.


-Amo lo que es, todo su ser... él es excepcional.- Respondió de forma resumida, porque palabras faltaban para describir todos los detalles por los que amaba a Ciel, pero una respuesta corta era lo mejor por ahora, con simples y sinceras palabras podía describir del humana que devotamente adoraba.


-Veremos si te perdona esto...- Le dijo el jovencito con una sonrisa sarcástica, pues ambos sabían el carácter orgulloso del conde, y era muy probable que no lo perdonara, y eso lo sabía el demonio, pero por ahora no se dejaría ganar por ese mocoso.


-Si me ama verdaderamente lo hará... Se enojará pero yo sé que su amor perdonará mi error- Aclaraba el demonio convenciéndose a sí mismo de que sus palabras se hicieran realidad, pero estaba consciente que eso sería difícil de lograr conociendo a su orgulloso amo.


-Por eso voy a decírselo ahora mismo- Decía mientras de una vez salía de la habitación dejando a un molesto Thomas que lo maldecía, a los pocos minutos se veía de nuevo entrar al mayordomo con su amo dormido en brazos.


-Espero que Ciel esté bien... porque si no te mataré sin remordimientos- Le advertía con mirada siniestra mientras se acercaba a la cama donde el conde seguiría su sueño.


-No te preocupes solo está durmiendo- Dijo Thomas que se levantaba de la cama para retirarse, después de todo ya había causado un daño, ahora solo le quedaba ver las consecuencias a la mañana siguiente y con eso le bastaba para sentirse satisfecho.-Pero podrías aprovecharte de su cuerpo dormido y saciarte de él... De todas formas sé que te mueres por hacerlo tuyo.- Decía con malicia el joven fingiendo sus celos y frustración, salía de la habitación con su cínica sonrisa, mientras Sebastian lo miraba con odio y con ganas de matarlo, pero respirando profundo prefirió calmarse antes de cometer una locura, recostándose junto a su dormido amo, se refugiaba en su pecho con mucha tristeza, y con el sentimiento de culpa que le embargaba todo su ser.


-Perdóname amor...- Susurraba Sebastian con profundo arrepentimiento mientras con dulzura y sin ninguna malicia se aferraba al cálido cuerpo de su amado conde, quien dormía con aparente tranquilidad, a la mañana siguiente Ciel despertaba, abriendo con dificultad sus ojos, sentía que había dormido por días.


-Nhn...- Jadeaba el conde tratando de desperezar su cuerpo, pero sintió que alguien estaba recostado a su lado abrazándolo tiernamente, dándose cuenta de que su demonio era quien al parecer había dormido a su lado, pero en su confusión, las malas ideas rondaban su mente.


-Se... bas... tian...- Murmuró nervioso y algo alterado al no saber que había pasado en la noche, el mayordomo lo miraba fijamente con una sutil sonrisa.


-¿Qué haces aquí?- Cuestionó avergonzado el conde sentándose abruptamente en la cama, tratando de recordar la noche anterior... ¿Acaso los dos habían intimado de alguna manera? Y si era así ¿Por qué no lo recordaba?, esa sensación de coraje, vergüenza y frustración le confundían mucho.


-Me quedé dormido junto a ti...- Le respondía el galante mayordomo sentándose también y lo abrazaba para calmarlo, al notar que los dos tenían sus ropas del día anterior, daba a entender que no había pasado un tipo de acercamiento, ¿si eso hubiera sucedido, estaríamos desnudos? Era la pregunta que calmaba en parte al conde, volteando a ver a su demonio lo miraba con coraje.


-Pero... acordamos no dormir juntos- Era el reclamo del jovencito a su demonio quien lo abrazaba con más fuerza.


-Descuida no me aproveché de tu sueño.- Se justificaba Sebastian en un tono algo triste, y no se dignaba a ver a los ojos de su amo, quien sentía algo extraño a su amado.


-¿Sueño? Ahora recuerdo que... yo me dormí de repente- Hablaba con duda Ciel y poco a poco parecía recordar la noche anterior se le notaba bastante confundido, eso solo alteraba al demonio porque sabía que dentro de pocos minutos debería confesar los hechos extraños de la noche pasada.


-el té... Thomas...- Seguía murmurando el conde tratando de recordar la extraña situación, fue cuando sintió como su amado mayordomo se abrazaba a él con fuerza, pero sentía ese abrazo bastante diferente, le escuchaba susurrar que lo perdonara.


-¿Qué sucedió?- Fue la pregunta llena de intriga de Ciel que presentía que esto no iba nada bien, nunca antes había visto en esa actitud tan arrepentida a su mayordomo mientras se distanciaba de ese abrazo para mirarlo a los ojos y le diera una respuesta clara.


-Nada importante...- Respondió el mayor desviando la mirada, y eso fue clave para que el joven de ahora semblante enojado sospechara que era algo grave, al notar la ansiedad del otro.


-No me mientas.- Le gritó y una idea cruzó su mente pero eso no sería posible, tal vez era alguna tontería del caso y no lo que pensaba, en el fondo de su corazón deseaba que fuera eso, una tonteria.


-Promete que no te enojaras- Murmuraba el demonio tomando sus manos para apretarlas con las suyas, ese acto solo llenaba más de incertidumbre al conde, que con mala cara le soltaba las manos.


-¿Qué hiciste?- Cuestionó ya enojado al no escuchar una aclaración.


-No sé cómo explicarlo, pero te prometo que no fue mi intención.- Decía nervioso el mayordomo que parecía palidecer, señal que aterrorizaba más al conde pues eso solo aumentaban sus sospechas.


-Dime de una vez- Le ordenó con firmeza en esa fría mañana, el demonio sin más opción suspiró y se prestaba a contarle.


-Cuando llegué anoche era ya tarde, vine a la habitación para verte y...- Comenzaba su relato Sebastian sin atreverse a mirar a su amo, que intuía que diría pero no lo creería hasta que esos labios se lo confesaran. -Se suponía que eras tú el que estabas en la cama- Titubeaba el demonio desviando la mirada arrepentido, esas palabras bastaron para que el conde entendiera en parte lo que quería decir, y sus sospechas se confirmaban, sintiendo como en su pecho se formaba una horrible opresión.


-No me digas que...- Murmuró como no queriendo creerlo el jovencito que por la confesión sentía sus ojos arder, y perplejo miraba a su demonio que no sabía como justificarse.


-Me confundí... estaba oscuro.- Se trataba de justificar pero sus palabras solo aumentaron el pesar y coraje de su pequeño amo que lo miraba decepcionado.


-¿No pudiste distinguirme?- Cuestionaba entre un murmullo el conde tratando de contener sus lágrimas, su mayor miedo se hacía realidad, el que su amado no pudiera reconocerlo junto a su adorable y siempre sonriente gemelo.


-No es eso... déjame explicarte.- Le rogaba Sebastian pretendiendo abrazarlo pero el conde enojado se negaba a cualquier tipo de acercamiento.


-¿O no quisiste diferenciarme?- Preguntaba con mezcla de tristeza y coraje el jovencito de ahora apagada mirada azulina.


-Deja que te explique.- Seguía insistiendo el demonio para calmar a su amo pero esto solo parecía alterarlo más, se sentía lastimado, traicionado por el que más amaba en su solitaria vida.


-No quiero oírte, no voy a escuchar lo que hiciste con él...- Le gritaba Ciel totalmente alterado pretendiendo ir a esconderse al baño cuando levantándose de la cama sintió como lo detenía su demonio con un abrazo, retorciéndose se deshacía del agarre.


-¡Suéltame!- Le gritó volteándose y le abofeteaba con fuerza, para salir corriendo al baño donde se encerró, mientras el demonio con pesar y su mejilla roja por el golpe lo veía alejarse, era mejor que descargara su furia solo. Pasó casi una hora donde Ciel se escuchaba lanzar las cosas del cuarto de baño, mostrando su coraje, su mayordomo con tristeza estaba sentado al pie de la puerta en silencio, solo escuchaba por momentos unos leves sollozos, su amo lloraba y el no podía consolarlo pues era él quien causaba esas lágrimas, cuando de repente la puerta se abrió.


-Sebastian... dime con detalles que hiciste con él.- Se escuchaba decir al conde con seriedad a su demonio que de pie frente a él se contenía de abrazarlo, viendo como sus ojos estaban algo enrojecidos por llorar, y a la vez se sentía confundido por esa repentina petición.


-Pero...- Murmuraba confundido el demonio sin acertar que hacer, viendo arrepentido a su amo.


-Es una orden.- Dijo con firmeza el jovencito se sentaba al filo de la cama, armándose de valor se disponía a escuchar la verdad de la noche anterior, y Sebastian resignado comenzó a contarle.


Era ya media mañana y Thomas algo receloso buscaba a su hermano, se moría de curiosidad por saber si el demonio le había contado o no lo de la noche anterior, llegando al lugar que era seguro donde estaría, su despacho, pero se sorprendió al encontrar una escena que no esperaba.


-Ciel...- Le llamó su hermano al verlo sentado sobre las piernas de su demonio, ambos deleitándose de un apasionado beso, el conde al escuchar que lo interrumpían, sonrojado volteaba a verlo, pero sin bajarse de Sebastian y tímidamente se apegaba a él.


-No pensé encontrarlos así...- Exclamó sorprendido y confundido su hermano al encontrarlos tan cariñosos, entonces pensó que el mayordomo no le había contado.


-¿Por qué no?- Le cuestionó Ciel con una leve sonrisa mientras acariciaba el cabello de su amado que embelesado rozaba sus labios a su rostro sonrojado.


-Sebastian me contó que descubriste nuestra relación.- Dijo el conde con aparente tranquilidad mostrando una leve sonrisa, su hermano no entendía que pasaba.


-Así que ya no es necesario ocultarlo.- Aclaraba el mayordomo con una sonrisa igual a la de su amo, ambos rozaban sus labios de forma cariñosa.


-Dentro de la mansión al menos... ¿Cierto?- Eran las palabras en tono divertido del conde a su amado quien con complicidad lo miraba.


-Si... amor...- Le confirmaba con una sonrisa el demonio, los dos unieron sus labios en un pequeño beso, mientras Thomas trataba de entender la situación,


-No entiendo...- Se le escuchaba murmurar con clara incertidumbre, la pareja le sonreía y no dejaba de verlo.


-¿Qué le dijiste Sebastian?- Era el cuestionamiento un poco molesto de Thomas pretendiendo aclarar de una vez la extraña situación.


-Me contó todo lo que hicieron, hasta el mínimo detalle.- Fue la respuesta simple de Ciel haciendo callar a su demonio que seguía cariñoso con él.


-¿En serio?- Le cuestionó incrédulo su hermano, entonces ahora entendía menos, si ya lo sabía ¿que hacía ahí tan cariñoso con el demonio?.


-¿No te enojaste por eso?- le seguía preguntando pero la pareja se miraba entre sí con algo de complicidad.


-Sí, un poco... me tomó por sorpresa, pero mi amor por Sebastian es más grande que los celos.- Acertó a decir el jovencito con una dulce sonrisa apretando la mano de su amado que igualmente le sonreía.


-Esto es muy raro...-  Murmuraba Thomas sin todavía entender.


-Eres un perverso, planear todo eso para quitarme a mi Sebastian... cuando él será mío por la eternidad... ¿Lo sabes?- Le aclaraba Ciel con su jactancia tan característica, y el mayordomo junto a él lo besaba con fuerza y posesión, cuando terminó de declarar esas palabras, causando coraje al otro que los veía, apretando los puños se disponía a marcharse.


-Idiotas- Se le escuchaba murmurar cuando salía del despacho dejando a la pareja en su apasionado beso, pasaron unos segundos y la mirada de los dos se desviaban a la puerta mientras todavía se besaban, como confirmando que de verdad se había marchado, separándose de inmediato cuando lo confirmaron.


-Tu hermanito se enojó.- Decía Sebastian con una pequeña sonrisa, Ciel lo miró con odio y se bajó de sus piernas.


-Ni creas que te he perdonado...- Le aclaró al demonio mirándolo fríamente limpiándose los labios de ese exquisito beso.


-Nadie pisoteará mi orgullo, ni siquiera mi gemelo perverso, ni tu... estúpido demonio.- Eran las firmes palabras del conde orgulloso quien con coraje miraba a Sebastian haciéndole señas de que se marchara también.


-Mi vida se complica cada vez más... pero por ti Ciel... no me importa.- Se escuchaba decir al mayordomo cuando salía del despacho mirando por última vez antes de salir la delgada y altiva figura de ese humano que adoraba, sonriendo sabía que su amo le creía su error de la noche pasada y que su arrepentimiento era sincero, pero con lo orgulloso que es,  no lo perdonaría así de sencillo, pero tal vez en este sucio juego de venganza contra Thomas el sería el más beneficiado, porque su amado conde frente a su hermano sería cariñoso y más amoroso, y el solo pensar en esa dulce venganza le emocionaba.


 


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