En el tiempo por Whitekaat

—La Guerra de Independencia de Grecia, o la Revolución griega, fue el conflicto armado producido por los revolucionarios griegos entre 1821 y 1832 contra…—Saga estaba aburrido mientras el castaño escuchaba atentamente cada palabra de la guía del museo, porque ahí era donde se encontraban en un día sábado, en uno de los museos de la ciudad cercana al Santuario. Habían terminado la misión que les encomendaron más rápido de lo presupuestado por lo que el castaño tuvo una idea para pasar el rato, pero el gemelo no sabía que una idea podría ser tan aburrida, le gustaban los museos pero el recorrido histórico no era una de sus secciones favoritas.

Aioria parecía ensimismado, casi no le prestaba atención a lo que él le decía, era como si el castaño estuviese atrapado en un trance histórico, en un trance de independencia al igual como las demás personas del grupo que lo único que hacían era escuchar y sacar una que otra foto con sus cámaras fotográficas. Saga se sentía ignorado y hastiado de aburrimiento, sigilosamente y sin perturbar la concertación de Aioria abandonó al grupo y comenzó a recorrer el museo por propia su cuenta.

Existía un ala la cual estaba cerrada porque al parecer una nueva pintura había llegado, una pintura antigua que se había descubierto hace muy poco y el museo había logrado conseguir ser el propietario de dicha pintura, a Saga le gustaba el arte y más aun ser el primero en algo y aquello juntaba dos cosas las cuales les gustaba —ser el primer en ver una pintura recién descubierta. — 

Era un caballero dorado, sabía que su cosmos no podía ser usado de esa manera pero para el gemelo la situación en la que se encontraba era de vida o muerte, burló a los guardias que resguardaban la entrada y comenzó a inspeccionar el solitario salón lleno de hermosos lienzos.

Estaba cubierta por un manto rojo y bajo aquel pedazo de tela yacía una insignia dorada en la cual nombraba el nombre de la pintura “Le Jardin d'Héraclès et Castor.”Destapó el cuadro sintiendo la adrenalina correr por su sangre, el telón calló y pudo verla en todo su esplendor—Saga enmudeció— en aquel lienzo un campo de flores de color azul se extendía alrededor de los dos protagonistas del cuadro un joven hombre que vestía la piel de un león y otro de cabellos azules que vestía un quitón, ambos con los ojos cerrados sentados sobre el suelo apoyándose hombro con hombro y casi sin intención de ser notados sus meñiques se enlazaban, eran amantes, Saga no lo sabía, pero sí lo intuía, se veía reflejado a él y Aioria en aquella pintura, quizás era coincidencia, quizás era un jugarreta del destino pero por su parte había encontrado su cuadro favorito y agradecía en ser uno de los primeros en verlo.

Había salido junto al caballero de géminis con un intenso calor que atormentaba tierra santa rumbo a la rivera griega escapando de la sofocante temperatura y así disfrutar de sus tiempos muertos.

Aioria siempre planeaba un viaje para esas fechas, cuando el otoño comenzaba pero los rastros del verano hacían acto de presencia, necesitaba demasiado aquel viaje, sabia que poco quedaba para aquel día en que el titán del tiempo intentara escaparse del tártaro. Debía relajarse antes de planear que era lo que haría en esta ocasión, que era lo que debía cambiar pero antes de atormentarse con esos pensamientos disfrutaría su vida, la vida junto a Saga.

***º***

Si, le gustaba la playa pero cuando los días eran hermosos, soleados y cálidos, cuando era posible descansar y relajarse bajo los rayos del sol, cuando era posible meter sus pies al mar y nadar ente las olas, si, así era como le gustaba un día de playa pero eso distaba mucho a como eran las cosas en realidad. 

—Lo siento, debí ver como estaría el clima para hoy —el castaño mantenía su cabeza agachada con sus brazos apoyados en sus rodillas, descansaban sobre la blanca arena de las costas griegas. La helada y salada brisa marina producía escalofríos en su piel, Aioria estaba molesto ya que no le gustaba cuando las cosas no le resultaban y todas sus ideas habían salido mal desde que habían llegado, sintió un cálido beso en su mejilla que contrastaba con el helado clima y una suave caricia en su nuca.

—Descuida, nunca me ha agrado mucho el sol. —ahí estaba la hermosa sonrisa de Saga que tanto amaba y que le hacía pensar que todo estaría bien nuevamente, se dejó acariciar como a un niño, la cabeza del mayor descansaba en su hombro y todo se volvía a sentir perfecto, el mar, las nubes, la arena, la brisa y por sobre todo que Saga estuviese ahí junto a él.