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PARA SIEMPRE |HUNHAN| por Selu95

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Notas del capitulo:

Holaaa he aquí el capítulo dos. Veremos que paso con Lu u_u

 

 

CAPÍTULO DOS

 

Luhan corrió por delante del escritorio de vigilancia en el vestíbulo. Necesitaba alejarse de esa oficina, de esa mujer. De todo lo que había dicho sobre lo mal que estaba querer a Sehun, quedarse con él.

 

Ella no entendía y nunca lo haría. Él necesitaba a Sehun. Le dolía el cuerpo por él. Deseaba darle a Sehun todo lo que le pidiera. El calor del verano no podía compararse con el fuego que quemaba su cuerpo ante la idea del toque de su amo.

 

El coche no le recogería hasta dentro de un rato. Temiendo que la Dra. Kim lo siguiera, Luhan corrió calle abajo.

 

El corazón golpeando en su garganta mientras esquivaba a las personas en la muchedumbre de la tardes. Evitaba hacer contacto visual.

 

Un dolor casi físico corría a través de él. La idea de abandonar a Sehun causaba un dolor en su pecho y hacia el respirar casi imposible. Las lágrimas ardían en sus ojos y nublaban su vista. El calor del día y el esfuerzo de la huida hacia que goteara sudor por su frente y cuello. Su camisa de algodón se pegaba a su espalda y axilas por la humedad.

 

Demasiada gente, demasiado abierto. Necesitaba algún lugar para esconderse. Aminoró la marcha. Jadeando por aire, miró a su alrededor rápidamente, así nadie le acusaría de hacer contacto visual inapropiado. Su antiguo amo había impuesto esa regla al inicio de su servicio.

 

Tras muchos años dentro de habitaciones oscuras y en una celda en el sótano, no se sentía cómodo en espacios abiertos, especialmente en el exterior.

Un pequeño callejón a su derecha estaba vacío. Se lanzó por la estrecha abertura. Parando detrás de un gran cubo de la basura, se inclinó, con las manos agarrándose las rodillas y jadeando. Con cada inhalación penetraba el hedor de comida podrida y el olor rancio de la basura. El sonido del rápido latir de su corazón enmudecía el ruido de los transeúntes y el tráfico.

 

Como esclavo del Amo Lee, nunca se ejercitó. Su delgada figura se mantuvo de esa manera debido a la escasez de alimentos.

 

Con el pánico robándole el aliento, Luhan no estaba en forma para correr. Su cuero cabelludo picaba debido a los chorros de sudor. La camisa empapada por el calor y el esfuerzo. Mientras su respiración se normalizaba, su cerebro se ponía de nuevo en marcha.

 

Huir del consultorio de la Doctora no fue algo inteligente. Necesitaba volver, esperar por el servicio de chofer.

 

—¿Pero y si ella está buscándome? —. El odiaba sus citas. Más y más, la urgencia de decirle a Sehun sobre las cosas que ella decía le abrumaba.

 

La Dra. Kim le había dicho que no le contara a Sehun nada sobre sus sesiones. Sehun le había dicho a Luhan que debía hacer lo que la doctora dijera.

La confusión no ayudaba a su mente en conflicto.

 

—No podía volver. Ella no entendía —él hablaría con Sehun… le diría todo. De algún modo, su decisión alivio el pánico.

 

Ahora, necesitaba encontrar la forma de volver a la oficina de la doctora Enderezándose, tiro de la parte de abajo de su camisa y se limpió el sudor del rostro.

Aproximándose a la salida del callejón, hizo una pausa. ¿Por cuál camino había venido? La sensación de miedo regresó. Nunca había estado solo en la ciudad. Sólo con Sehun.

—Tranquilo. Piensa —algo que había dicho Sehun despertó su memoria.

Palmeó el bolsillo trasero. Con un suspiro de alivio, sacó su billetera. Sehun la había comprado para él durante una de sus primeras salidas de compras. Abriendo la billetera, miró los estirados billetes en su interior. Sehun los puso allí el día que le compró la cartera. Un pequeño pedazo de papel junto al dinero. Sacando el papel murmuro la dirección en voz alta.

La dirección de Sehun.

Las taxis se precipitaban a través del tráfico en la concurrida calle frente a él. Otra decisión tomada, se metió la cartera en el bolsillo y se precipitó entre los transeúntes hacia la acera.

 

 

*

 

Sehun supo que algo estaba mal al momento que entró al consultorio de la Dra. Kim. La recepcionista se levantó de su silla.

—¡Señor Oh! Voy a buscar a la doctora Kim para usted —en lugar de usar el intercomunicador, se apresuró hacia la puerta de la oficina. Sin llamar, ella la abrió bruscamente y desapareció en su interior.

Menos de un minuto después, la Dra. Kim apareció.

—Sr. Oh, no sé qué le ocurrió a Luhan. Huyó de la sesión.

—¿Huyó? —Furia y confusión emergiendo—. ¿Quiere decir que no está aquí?

—No, dejé un mensaje en su oficina. Pensé que lo sabía… ¿Por eso está usted aquí? —su redonda cara enrojecía mientras retorcía las manos.

—¿Qué diablos pasó? —Sehun sacudió la cabeza y levantó una mano para evitar la explicación—. No importa. ¿Tiene alguna idea a dónde fue?

—Llamamos a seguridad, pero pasó corriendo junto a ellos y se dirigió al norte —pasó los dedos por su pelo oscuro.

—Usted y yo discutiremos esto después —Sehun dio media vuelta y salió de la oficina. Tenía el corazón en la garganta ante la idea de Luhan perdido en el bullicio de la tarde de Seúl. Su amante apenas mantenía sus ataques de pánico bajo control cuando estaban juntos.

¡Solo!, no había forma de saber cómo reaccionaría. Si ya estaba lo suficientemente molesto para huir de la doctora...

El tiempo parecía haberse detenido, mientras esperaba el ascensor para llegar al primer piso. La Dra. Kim debía haber llamado al puesto de seguridad. Los dos guardias estaban casi en posición de firmes cuando él se acercó a ellos.

Sehun no perdió más tiempo en preliminares.

—El rubio por el cual llamo la Dra. Kim. ¿Qué camino tomo al salir del edificio?

El mayor de los dos hombres respondió.

—Giró a la derecha, en dirección norte por la avenida.

—Parecía muy molesto —dijo el más joven—. Lo llame para que se detuviera pero actuó como si no me oyera.

Su compañero lo miró airadamente.

—Salió a través de la puerta antes de que pudiéramos hacer nada.

Sehun asintió y comenzó a ir hacia la salida.

 

—Espero que esté bien —dijo el hombre más joven.

 

—Gracias —Sehun se abrió paso a través de la puerta giratoria. El calor del verano era fresco comparado con su furia y preocupación.

 

Sacando el teléfono del clip en su cinturón, llamó a Chanyeol.

 

—Park —respondió Chanyeol.

 

—Chanyeol, Luhan está desaparecido.

 

—¿Qué?

 

—Cuando llegué a la oficina de la doctora, se había marchado, molesto por algo de su sesión. Corrió hacia la avenida. Estoy siguiéndole, pero no sé dónde ha podido ir.

 

—Voy a emitir un reporte. Él es testigo en un caso de asesinato. Eso es suficiente para evitar cualquier objeción.

 

—Gracias —Sehun sintió alivio al oír las palabras de Chanyeol, era poco, pero era algo.

 

—¿Piensas que podría encontrar el camino a casa?

 

—No lo sé. Tiene la dirección en su cartera, así como dinero. Si fue presa del pánico como para huir de Kim, no sé si lo recordará. Además, la mitad del tiempo olvida llevar la cartera con él.

 

—Enviaré una unidad al apartamento por si acaso.

 

—Buena idea —Sehun volteó el teléfono cerrándolo. Miró la compacta pieza de tecnología. No había pensado darle a Luhan un teléfono. Su amante nunca estuvo a más de unos pasos de un teléfono fijo. A partir de hoy, eso iba a cambiar. Ahora tenía que encontrarle.

Luhan no había salido solo desde que su antiguo amo lo echó pateándole. Alguien había estado siempre con él. Incluso los conductores del servicio de chofer recibían propina extra para asegurarse que él hacia el camino desde el coche hasta el edificio en sus viajes al médico.

Solo entre el enjambre de peatones se duplicaría lo que sea que le hubiese aterrorizado obligándolo a huir de la Dra. Kim.

Sehun observó por la avenida, con los ojos bien abiertos en busca del ondulado y rubio cabello de su perdido amante.

Muchas veces, Luhan había visto a Sehun hacer señas a un taxi. Incluso lo había visto antes en la televisión. Apenas podía mirar el tráfico que fluía, pero se puso de pie, erguido con su brazo en el aire, imitando la pose que recordaba de su amo.

Una mancha de color amarillo se detuvo en la parada frente a él. Su mirada se centró en el nombre de la compañía de taxis. Tirando para abrir la puerta, se arrastró dentro

—¿Adónde? —una corpulenta mujer en el asiento delantero lo miró por el espejo retrovisor.

—D... d... dos —Él miró el papel apretado entre sus dedos—. Dos... tres... —sus ojos se cerraron, mientras trataba de calmar su respiración.

La taxista volvió la cabeza para mirar a través del grueso divisor de plástico.

—¿Es esa la dirección, hijo? —Luhan asintió con la cabeza.

Ella pasó sus dedos por una pequeña abertura.

—¿Por qué no me dejas ver?

Con un suspiro de alivio, empujó el papel a sus dedos. Sacó un par de gafas de un sostenedor de tazas y le echó un vistazo.

—Lo tengo —ella tocó un botón en el taxímetro y los números rojos comenzaron a marcar hacia arriba—. Te llevare allí en pocos minutos —giró un botón en el tablero—. ¿Por qué no te sientas y te refrescas? Parece que acabas de correr un maratón.

 

—Gg... Gracias...

 

—Está bien, cariño. Yo tengo un chico que tartamudea. Encuentra difícil hablar con extraños, también.

 

Luhan se echó hacia atrás mientras el aire fresco llenaba la cabina. No se molestó en explicarle.

 

—Está en la universidad ahora —continuó—. Nunca pensé que llegaría tan lejos. Problemático, es lo que era. ¿Pero qué puede hacer una madre? Una tiene que amarlos.

 

¿Era así? Quería preguntarle. ¿Estaban obligadas las madres a amar a sus hijos? Luhan no se acordaba de su madre. La mayor parte de su infancia era un torbellino de imágenes que se desvanecían.

 

Escuela, recordó que le gustaba la escuela. Y los libros. Sehun le había comprado toda clase de libros. Los estantes de su habitación se desbordaban. Con Sehun fuera durante el día, Luhan devoraba todo lo que caía en sus manos.

 

En lugar de regañarlo por leer demasiado rápido, Sehun simplemente le compraba más libros. Su amo decía que estaba satisfecho con su progreso, que ya estaba leyendo a nivel de décimo segundo grado. Algunos de los primeros libros parecían demasiado fáciles cuando los releía Su respiración se había estabilizado casi hasta la normalidad. La conductora se mantuvo charlando sobre sus hijos, su marido. Su voz le tranquilizaba tanto como le enervaba la de la Dra. Kim. La mayoría de las mujeres le daban miedo. Eran una incógnita más en un mundo que

Luhan no entendía. Pero esta señora parecía estar bien. Después de hacer un giro brusco, el taxi avanzó más lentamente.

—Aquí estamos, cariño —Luhan sonrió por cómo le llamaba.—Esa sí que es una bonita sonrisa —sus ojos oscuros arrugados en el espejo retrovisor—. Tienes que tratar de usarla más a menudo —cuando el taxi paró, ella apretó el botón del taxímetro—Son dieciocho con veinticinco.

El apartamento... su casa... Su estómago se retorció en una combinación de alivio y miedo. La calma del paseo en el taxi desapareció. Dinero. La mayoría de las veces, Sehun manejaba el dinero.

Él había hecho que Luhan pagara por las cosas algunas veces, para acostumbrarse a ello, pero Sehun siempre estaba ahí para que no cometiera errores. Buscando a tientas su cartera, Luhan sacó el suave cuero de su bolsillo.

Al abrirlo, miró el dinero de dentro.

—Dieciocho con veinticinco —repitió la mujer.

Tomando dos de los billetes del interior, los empujo a través del pequeño agujero en el panel divisor. Abriendo la puerta, se arrojó del fresco interior a la calurosa tarde de verano.

La ventana del conductor se deslizó hacia abajo.

—Cariño, ¡tú cambio!

Haciendo caso omiso de sus palabras, Luhan corrió hacia el edificio de apartamentos. Dentro del vestíbulo, metió la mano dentro del sudado bolsillo buscando sus llaves.

 

El taxi espero unos segundos y luego partió.

 

Por lo menos le dio dinero de más en vez de menos. Un coche de policía se detuvo cuando el taxi partió y estaciono junto a la boca de incendio. Luhan estaba demasiado molesto para preguntarse por qué. Tenía que entrar en la casa. Tenía el estómago revuelto de ansiedad.

 

Abrió la puerta de seguridad, a continuación, se precipitó por la escalera. Con miedo de esperar el ascensor, subió los escalones de dos en dos a la vez.

Finalmente, enfrente de la puerta del apartamento de Sehun, Luhan tanteó la cerradura con su llave. Dejándola caer, se agachó para recogerla. Su estómago saltó y cayó al mismo tiempo. Lo había hecho. Salvo el taxi. Sehun, probablemente estaría molesto de que hubiese pagado demasiado.

 

También se molestaría si Luhan vomitaba en el pasillo. Enganchando la llave, la introdujo en la cerradura. La alarma sonó al abrir la puerta. Luhan tecleo el simple código de cuatro dígitos para desactivar el sistema.

 

Empujando la puerta que se cerró detrás de él, corrió hacia el baño. Apenas notó el sonido del timbre del teléfono pero no podía detenerse para ver quién estaba llamando. La agitación de su estómago no le permitía esperar un segundo más.

Un paso en el interior del cuarto de baño, y arrojó los restos de su comida por el suelo, golpeando la suave alfombra frente al gabinete. Salpicando el gabinete y un lado del inodoro.

 

Se inclinó sobre el inodoro para la segunda ronda. El sabor amargo de la bilis oprimía su estómago y forzaba unas últimas arcadas por su garganta.

De rodillas sobre el piso con la mejilla apoyada en el asiento de porcelana fría, esperó a que su estómago se asentara.

 

Puso a un lado las preocupaciones, aliviado por estar de vuelta en su zona de seguridad. Si fuera por él, nunca abandonaría el apartamento de Sehun. Su amo no dejaría que eso sucediera. Insistía en ir a restaurantes, parques, ir de compras, al cine, incluso una vez, al zoológico.

 

A Luhan no le había gustado el zoológico. Los animales enjaulados le recordaban demasiado su propio cautiverio. No había dicho nada a su amo, pero debió darse cuenta de que Luhan no había disfrutado de la excursión. Sehun no lo había sugerido otra vez.

 

Las películas le gustaban. En un cine a oscuras, podía olvidarse de que otras personas se encontraban cerca y perderse en la película. Pero, sobre todo, le gustaba estar aquí, en el apartamento de Sehun con los brazos de su amo envueltos alrededor de él. Y la Dra. Kim le había dicho que tenía que dejarlo.

Con las piernas todavía temblando, se puso de pie. Tenía que limpiar el baño antes de que Sehun llegara a casa.

 

*

 

—Luhan, si estás allí, coge el teléfono —Sehun mantenía el miedo en su voz bajo control.

 

Luhan no contestaría el teléfono a menos que supiera que era Sehun quien llamaba. Esperaba que, de algún modo, su amante hubiese encontrado el camino a casa. Incluso si lo había hecho, ¿estaría muy preocupado o distraído para contestar? Pulsó el botón de apagado del teléfono.

 

El calor quemaba a Sehun a través del traje. No estaba vestido exactamente para una búsqueda bajo el intenso calor de agosto. Después de quitarse la chaqueta, hizo una pausa para secarse la frente con un pañuelo y enrollarse las mangas de la camisa.

Continuando con su búsqueda, comprobó los pequeños restaurantes a lo largo de la avenida e interrogó a varios vendedores callejeros. No había ni rastro de su amante en ningún lado.

Desplazándose a través de los números del teléfono, llamó al número de su empresa de seguridad.

—Seguridad ATA. ¿En qué puedo ayudarle?

—Sí, mi nombre es Oh Sehun. Necesito saber si ha habido actividad reciente en mi sistema de alarma —recitó el número de acceso codificado para verificar su identidad.

—Un momento mientras lo compruebo, señor.

Sehun sabía que era una posibilidad remota, pero rezó porque Luhan recordara sus instrucciones sobre cómo llegar solo a casa.

—Señor, la alarma se activó a las dos de esta tarde y fue desconectada hace diez minutos. ¿Necesita algo más?

—No —Sehun exhalo un suspiro de alivio—. Gracias.

—¿Necesita ayuda en su residencia?

—No, todo está bien —cerró el teléfono mientras caminaba hacia la acera. Tenía que llegar a casa ya.

El agua tibia golpeaba sobre la cabeza de Luhan y se deslizaba por su cuerpo. El calor de la carrera durante su huida lo dejó apestando a sudor y al demasiado familiar olor del miedo. Sus manos apretadas contra las frías baldosas, sabía que tenía que salir de la reconfortante ducha y empezar a cocinar algo para la cena.

Aprender a cocinar no sólo era divertido, sino que, de alguna manera, era una forma de pagarle a Sehun por poner un techo sobre su cabeza. Con mucho cuidado escogía las recetas y preparaba la lista de compra cada semana. Sus intentos siempre obtenían el elogio de su amo. Sehun siempre felicitaba sus esfuerzos, aun cuando las comidas no fuesen realmente tan buenas.

 

—¡Luhan! —la voz de Sehun resonó por el apartamento.

 

Con un sobresalto, Luhan cerró el agua.

 

—Aquí, amo —abrió la puerta de la ducha y cogió una toalla.

 

La puerta del baño se abrió intempestivamente. Fuertes brazos envolvieron su cuerpo mojado mientras salía de la ducha.

 

—Gracias a Dios que estás bien —. Sehun lo sabía.

 

—Lo siento, amo. No podía quedarme allí más tiempo. No tenía intención de desobedecer. Por favor no te enfades —las lágrimas llenaban sus ojos. Si Sehun se había enojado, quizá lo abandonase.

 

—No, no... yo no estoy molesto. No contigo —la cara de Sehun sumergida en el hombro de Luhan. Suaves besos delineaban su clavícula.

 

—Pero no debería haberme ido. Me dijo que debía esperar el auto —sus dedos se cerraron sobre la sudada camisa de Sehun.

 

—Está bien. Mientras estés a salvo —los labios de Sehun subieron por el cuello de Luhan y buscaron su boca. Una suave presión instó a Luhan a abrirse. Podía saborear el rastro salado de sudor en los labios de Sehun.

 

—Estaba preocupado. No sabía dónde estabas —Sehun apretó los brazos alrededor de él.

 

—Tomé un taxi, como me dijiste —la respiración se le hizo difícil, ya que Sehun lo apretaba muy fuerte.

—Me alegro de que lo recordaras.

La necesidad de confesar no dejaría en paz a Luhan.

—Creo que he pagado demasiado.

Una risa suave no era la respuesta que él esperaba.

—No importa, siempre y cuando llegaras a casa —Sehun levantó la cabeza. Sus ojos brillaban, divertidos.—La próxima vez, sólo llámame. Habría venido a buscarte.

Luhan bajo el rostro.

—Yo... yo estaba molesto. No pensé.

Sehun ahuecó la mano en su barbilla y alzó su cabeza.

—Tenemos que hablar acerca del por qué. ¿Qué ha dicho la Doctora Kim que te ha molestado?

Su amo nunca le había hecho una pregunta directa sobre las sesiones de terapia. Las instrucciones de Sehun habían sido que obedeciera a la Dra. Kim y la terapeuta le había dicho que no hablara de sus sesiones. ¿Cómo iba a contestar?

—Ella... —el miedo corrió a través de su vientre de nuevo. Sehun le había dicho que tenía que seguir los consejos del médico. Si Sehun sabía lo que ella había dicho, ¿Luhan tendría que dejarlo? Mordiéndose el labio inferior, negó con la cabeza. Quería decirle todo a Sehun pero no podía obligar a salir las palabras de su boca.

—Está bien. Podemos hablar más tarde —Sehun rozó sus labios con un beso suave—. Necesito una ducha y puedo oír tu estómago rugir. Déjame asearme y luego vamos a conseguir algo para la cena.

El alivió calmó sus náuseas. Luhan asintió.

 

—Puedo cocinar algo mientras te duchas.

 

Una sonrisa traviesa cruzó la cara de Sehun.

 

—En realidad, creo que podríamos pedir algo y así podrías unirte a mí en la ducha —pasó los dedos por la toalla envuelta alrededor de las caderas de Luhan—. Dado que ya estás vestido apropiadamente.

 

El deseo aplacó los restos de su temor. Ráfagas de deliciosa excitación le pasaron a través del cuerpo y llenaron su polla. Las manos de Sehun recorrieron su columna. Una ráfaga de besos le cubrió rostro y cuello. La toalla que rodeaba su cintura cayó.

 

El aire frío se arremolinó alrededor de su culo antes de que las manos de Sehun tomaran sus nalgas. Dedos masajeantes ayudaban a aliviar los músculos doloridos por la huida anterior.

 

—¿Te parece una buena idea? —Sehun susurró al oído.

 

—Sí, amo.

 

Luhan metió las manos entre sus cuerpos. Sus dedos volaban por los botones de la camisa de Sehun, abriéndola para revelar su amplio y musculoso pecho. Pasó las uñas por el pecho, luego rozó el punto estrecho de un pezón. Un escalofrío vibró a través de la yema de sus dedos. Los oscuros ojos de su amo estaban casi negros de lujuria y una sonrisa dulce le adornaba el fuerte rostro. Con un encogimiento de hombros, la camisa de Sehun se deslizó por sus brazos. Aún dentro de la cintura del pantalón, el pálido material colgó suelto contra el oscuro pantalón. Sus manos volvieron a descansar sobre los hombros de Luhan. Los pulgares acariciaron los lados de su cuello.

 

Inclinándose hacia delante, Luhan trazó un círculo con la lengua alrededor del pezón de Sehun. Durante los últimos meses, Luhan se había recreado en el  aprendizaje de las pequeñas cosas que excitaban a su amo. La idea de encontrar formas de complacer a alguien era un concepto que Luhan no entendía al principio.

 

El amo Lee sólo había requerido obediencia. Él tomaba su placer, sin esperar que alguien se lo diera. Cerrando la boca alrededor del pezón de Sehun, Luhan casi sonrió ante el suave gemido del hombre. Su lengua revoloteó a través de la carne endurecida. El sabor picante del sudor explotó a través de sus papilas.

 

El olor almizclado de la piel de Sehun envió un escalofrío de deseo que cruzó a través del cuerpo de Luhan. Su polla llena de sangre se estremecía disfrutando al cumplir con las necesidades de su amo. Las manos de Sehun amasaban el culo de Luhan con un objetivo.

 

El tira y afloja de la carne en torno a su agujero aumentaban la sensación de la polla Sehun llenándolo. Deslizando una mano por la parte delantera de los pantalones de Sehun, Luhan buscó la longitud de su amo. La gruesa carne estaba caliente y pesada dentro de los límites de su ropa. Un gemido suave lo animó. Las caderas de Sehun se lanzaron hacia delante.

 

Su polla se abrió paso a través del agarre de Luhan. Con una lamida y succión final al pezón, Luhan se deslizó sobre sus rodillas a los pies de Sehun. Sus dedos hicieron el breve trabajo de soltar el cinturón de Sehun y volaron. Tirando del suave material de los calzoncillos para apartarlo de la carne, Luhan lamió la corona reluciente.

 

El olor de almizcle maduro y sudorosos sólo sirvió para excitar aún más a Luhan. Cerró una mano alrededor de su propia polla, mientras que la otra guiaba la de su amo a su boca.

 

—¡Oh, Dios Luhan! —las manos de Sehun acariciaban el pelo de Luhan. Sus caderas se resistían a la boca dispuesta de Luhan.

 

Sosteniendo su polla apretada para no correrse, Luhan recibió con placer el sabor amargo y salado de los jugos de su amo. La carne dura se deslizaba sobre su lengua hasta la parte posterior de la garganta. Años de forzada práctica le permitían tomar a su amo profundamente.

 

—Demasiado… —Sehun gimió.

 

Luhan chupó duro para que no se saliera. Su propio gemido fue de decepción por la pérdida del duro pene. Unas manos lo cogieron por debajo de los brazos y lo arrastraron sobre sus pies. Besos ardientes cubrieron su rostro.

 

—Aún no, amor. Eres demasiado bueno en esto. Quiero durar más que unos pocos minutos.

 

El halago dentro de la frase encantó a Luhan. Envolvió sus brazos alrededor de Sehun. El roce de la dura carne contra su erección calentaba su piel. Escuchar a Sehun llamarlo "amor" siempre enviaba un suave aleteo de alegría a través de él.

 

El término le daba un sentido de pertenencia que nunca había conocido. También le daba la esperanza de que estuviera aquí, con Sehun, por otras razones aparte del sentido de responsabilidad de su amo. El escalofrió que lo sacudió no era sólo de excitación. Su sesión con la Dra. Kim se entrometía en el éxtasis que sentía en el abrazo de Sehun.

 

—Entremos a la ducha —las palabras susurradas lo trajeron de vuelta. Liberó a Sehun. Después de ayudarle con el resto de su ropa, siguió a su amo a la enorme ducha.

 

El gran cubículo era más que suficiente para dos. Tenía tres cabezales alineados en dos de las tres paredes. Sehun sólo encendió un set, dejando parte de la ducha libre del rocío.

 

El agua empapó a Luhan de pies a cabeza. Abriendo la boca, él atrapó el rocío con la lengua. Se puso de pie en medio, imaginando que estaba de pie en una tormenta. Le encantaba esta ducha. El amo Lee permitía a sus esclavos bañarse, exigía que se mantuviesen limpios, pero el baño que acostumbraban usar era una bañera, sin ducha. No recordaba ducharse cuando era más joven. La primera vez que había tomado una aquí, se sintió entusiasmado por la sensación. Sehun se colocó detrás de él. Su polla ubicada en la grieta de culo de Luhan.

—Estaba preocupado por ti —ciño los brazos alrededor de Luhan, atrayéndolo más cerca.

—Estaba asustado, pero me acordé de lo que dijiste. Acerca de mi cartera.

—Y el taxi.

Luhan asintió con la cabeza.

—No podía hablar con la mujer. Le di el papel y ella me trajo aquí.

—Me alegro.

—No me sentía bien. Temía que iba a vomitar cuando me dijo la cantidad, le di dos de los billetes de la cartera —Luhan esperó ver a Sehun furioso. En vez de regañarle, Sehun lo besó al lado del cuello.

—Fueron cuarenta dólares por tenerte a salvo en el hogar.

Hogar... Este era su hogar. El primero que podía recordar. Otros sitios habían sido sólo casas, con gente que quería hacerle daño o usarlo. Las lágrimas escocieron en sus ojos ante la idea de dejarlo. La mano de Sehun se deslizó de su pecho a la cara.

Un tirón suave en el mentón le instó a su vez a girar hacia la gentil boca que le acariciaba el cuello. Acogió con agrado los besos cálidos y húmedos por el rocío del agua. Girándose dentro de los brazos de Sehun, se abrió a la lengua insistente.

El agua golpeó su espalda, resbalando sobre los hombros y filtrándose entre sus cuerpos. Unas manos agarraron su culo, separándole las nalgas. El agua caliente estimuló su agujero y unos dedos continuaron rodeando el sensible anillo.

—Te deseo —susurró Luhan provocando que las manos de Sehun apretaran su trasero.

Por razones que Luhan no podía comprender, el que él expresase sus deseos en voz alta incrementaba la pasión de su amo. Ese conocimiento era la única cosa que hacía que Luhan se atreviera a hablar, además las palabras eran ciertas.

—Da la vuelta —el tono de Sehun era de alguna manera suave y con voz de mando al mismo tiempo.

Sus manos impulsaron a Luhan hacia la pared. Luhan no dudó y obedeció sin decir una palabra. Extendiendo las manos contra las baldosas tibias por el agua, separó las piernas. Dedos juguetones bajaban por la columna seguidos de besos cálidos. El brazo de Sehun envolvía su cintura. Su mano agarró la dolorida polla de Luhan. Su otra mano se deslizó entre las piernas de Luhan desde atrás.

—Sepáralas más —sus dedos dieron un golpecito contra la cara interna del muslo.

Arrastrando los pies, él obedeció. Con las piernas completamente abiertas, una vez más el agua estimuló su agujero. —Mantente justo así. No te muevas —le susurró Sehun al oído. Luhan se congeló, casi conteniendo la respiración.

 

Su corazón le dio un vuelco en el pecho. Con Sehun la anticipación siempre terminaba en más placer de lo que Luhan hubiera creído posible. A diferencia de su vida pasada, cuando la espera estaba llena de temor por el dolor que le seguiría. La mano de Sehun se apartó de la polla de Luhan. Los dedos recorrieron su columna desde el cuello hasta sumergirse en la parte superior de su culo.

 

Seguida de hambrientos besos, que succionaban el agua de la piel de Luhan. Cuando la boca Sehun alcanzó su culo, Luhan se curvó hacia el toque de su amo.

Afilados dientes pellizcaron en medio de su carnosa nalga izquierda.

 

—No te muevas —los pulgares excavaban en la grieta de su trasero, separando sus nalgas.

 

Los músculos de Luhan se tensaron, pero no se movió. La lengua de Sehun revoloteó a través de los sensibles nervios en torno a su agujero. Luhan jadeaba en busca de aire. Su cabeza se inclinó hacia adelante. La frente descansaba sobre las baldosas. Se mordió el labio inferior con un gemido que vibró a través de la garganta.

 

Los labios se unieron a la juguetona lengua. Luhan resistió la necesidad de empujarse hacia atrás. Sus puños apretados contra la pared. Un húmedo dedo se empujó dentro de él. Las lamidas y los besos continuaron alrededor del anillo exterior. Sehun empujó más profundo, curvando el dedo.

 

Luhan no podía dejar de gritar cuando Sehun presionaba contra la próstata. El duro nudo de nervios envió fuego a través de sus bolas y polla. Un pequeño chorro de semen roció hacia abajo.

 

—¿Qué es lo que deseas, Luhan? —Besos esparcidos a través de su nalga. Pequeñas mordidas que generaban sacudidas de placer.

 

—Te deseo dentro de mí —las palabras acabaron en forma precipitada. Sehun se levantó. Sus labios subieron por la columna de Luhan. Con un golpe final a la próstata de Luhan, Sehun deslizó el dedo fuera de él.

 

Por el borde del ojo, Luhan vio como Sehun alcanzaba un pequeño estante en la esquina de la ducha. Entre los contenedores de jabón y champú escondía una botella de lubricante y condones.

—Sí… —No pudo detener la ansiosa suplica. Necesitaba sentir la polla de Sehun, su carne llenándolo. Necesitaba lo que vendría después. Frenéticos besos a lo largo de su hombro y el chasquido de la tapa de plástico respondió a su susurrante suplica. Dedos resbaladizos juguetearon con su agujero. —Rápido, por favor...

Atravesando el aro de músculo, el dedo Sehun se curvó una vez más en su próstata. Un estremecimiento de placer amenazó con hacerle caer de rodillas. Otro dedo se deslizó junto al primero. La acostumbrada quemadura a causa del estiramiento sólo marcaba el comienzo del éxtasis.

—Más...

—Me encanta escucharte así —susurró Sehun cerca del oído de Luhan—. Suplicando, necesitado... Pidiéndome aquello que deseas.

—Por favor. Amo. Fóllame.

Los dedos de Sehun punteaban sus susurrantes palabras.

—Dilo de nuevo. Más fuerte.

—¡Fóllame! —susurros mezclados con gemidos. Una vez más, los duros golpes enviaban temblores a través de él.

—¡Más fuerte!

La orden estuvo a punto de llevar a Luhan sobre el borde.

—Fóllame, Amo.

Su grito llevó a la pérdida de los dedos de Sehun.

—¡Fóllame! —el grito se mezclaba con un sollozo—. Por favor, Amo —sus dedos tratando de curvarse dentro de la pared sólida. Su cuerpo se estremeció de anticipación. Las rodillas amenazaban con hacerlo caer. La cabeza roma de la polla de Sehun empujó contra su agujero.

Luhan obligó a sus músculos a relajarse, a tomar la carne caliente dentro de sí.

—Por favor, fóllame —la recompensa por su grito final se estrelló contra él, llenándolo completamente. Un segundo golpe, tan duro como el primero, acertó en su próstata. Nada podría haberle impedido correrse sin parar.

Su semilla brotó contra la pared de la ducha. Esparciendo chorros de agua mezclada con el líquido blanco y espeso, que corría hacia abajo por las baldosas. Sehun gimió en su hombro. Sus golpes se volvieron frenéticos y erráticos.

—Oh, Dios… —su gemido terminó cuando los dientes se hundieron en el duro músculo.

Luhan sabía que tendría un hematoma por la mordida, pero no le importaba. Lo único que importaba era el placer de Sehun. Estaba más que dispuesto a sufrir cualquier dolor que su amo le diera por el intenso placer que atravesaba su cuerpo. Una oleada de emoción amenazó con escapar como un sollozo. Quería esto, el toque de su amo, sus besos. Necesitaba darle todo lo que él quisiera o deseara. Para devolverle todo lo que le había dado y más. ¿Cómo podía hacer que Sehun entendiera?

 

 

Notas finales:

asdfghjklñ sex on the beach... esperen no es así... xDD

Pinshe Taeyeon que le mete cosas en la cabeza a Luhan >:(

 

Espero que les haya gustado. 30 DÍAS se esta subiendo a wattpad un capítulo por día ^^ este es mi seudonimo allí TheSelu95 <3

 

Baiii hasta el domingo, apoyen a LUZ FUERA DEL ARMARIO.


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