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El rugido por gns

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Notas del capitulo:

 

Espero que sea de su agrado este segundo capitulo, aqui Aioria ya no es tan antipatico sino más bien lleno de remordimientos.

 

 

El Rugido

 

 

Cap. 2

 

 

 

“Sus cabellos revueltos en la almohada mientras su espalda se curva, su boca se abre dejando escapar un gemido, suave y melodioso ante el leonino, quien besa su mentón, mordiéndolo con suavidad, sus delgados dedos se clavan en la espalda musculosa del castaño; hundiendo sus uñas en la piel morena ante los ojos vidriosos del menor, una sonrisa de satisfacción se dibuja mientras lo embiste con más fuerza. Su rostro se oculta en el hombro de Leo, mordiéndose los labios para no gritar, para que sus gritos de placer no traspasen las paredes de la habitación.

 

-Aioria- susurra

-Saga –

-Aioria –grita

 

El leonino se sorprende ante aquel grito, no era que se trate de un gemino sino de un grito de miedo, levantando su rostro este se contrae, el cuerpo de Géminis se deja caer en el lecho, los ojos verdosos de Leo no pueden creer lo que ven. Saga tiene los ojos abiertos, vacíos y sin luz, opacos y muertos, su rostro pálido manchado con sangre; su pecho ha sido perforado. El caballero de la quinta casa se levanta del lecho y nota la cama impregnada de sangre, su cuerpo incluso, sus manos.

Mira con detenimientos sus manos, de ellas se escurre los chorros de sangre, su Saga esta frío, la calidez ha desaparecido. Lo ha matado.

 

 -Saga, mi amor –lo llama

 

Su mano toca la mejilla fría del cadáver, dejando sus marcas de sus dedos en ella, los orbes verdes muertas parecen mirarlo de un lejano lugar, sus labios tiesos ya no tienen aquel sabor.

 

-Nnnoooooo –grita con todas sus fuerzas

 

 

 

Los cabellos castaños lucen revueltos, una mano se pasea por ellos hacia atrás pero estos regresan al frente, un golpe de puño cerrado se impacta en la cama, Leo no ha podido dormir bien, en los últimos días ha empeorado, su mirada e incluso todo su ser es arisco.  Athena ha regresado al Santuario a tomar el lugar que le corresponde, es la diosa, su diosa, y todos le han declaro su lealtad incondicional, tal y como era de un principio a fin.

Parte de él la odia, parte de él odia a todos, eso no era nuevo. Su hermano no era el traidor si no un héroe, ahora él era admirado por compartir en sus venas la sangre de Aioros, que curioso y trágico, más bien cruel destino, ese al que tanto odio ahora debiera pedirle perdón, dar gracias que todo se hubiera aclarado al fin; dar gracias por haber abierto los ojos.

 Sí, debería sentirse feliz, gozar y saltar de felicidad pero era todo lo contrario, el santuario ya no era el mismo, ni él ni los demás, los pocos que quedaban. La victoria era amarga como su vida de ahora en adelante.

 

De aquellos guerreros dorados, los más fieles a Athena solo quedaban seis casas zodiacales con sus respectivos guardianes, de los cuales solo 5 eran ocupadas. Si una guerra Santa se aproximaba sería el fin, un fin que el mismo anhelaba con todo su ser, algo oscuro comenzaba a crecer en su puro corazón. No ya no era puro su corazón, este se encontraba roto y herido, partido y agrietado, lleno de heridas y vendas doradas que solo por ellas lo mantienen en una sola pieza, una horrible desgracia para él.

 

-¿La misma pesadilla? –Pregunta el rubio tocándole el hombro

-Sí –responde a secas el leonino sin mirarlo

 

El rubio lo estrecha por los costados, dejando reposar su mentón en el hombro del castaño, habían compartido el lecho en aquella oscuridad del templo de Leo.  Muy pocos sospechaban que Shaka de virgo y Aioria de Leo habían comenzado una relación  o al menos así lo describía el primero, porque para Leo era solo un pasatiempo algo más que una mundana costumbre, compañía, sexo y nada más.

 

-¿Quieres contarme? –Pide Virgo tratando de ser paciente- quizá pueda ayudarte

 

Pero Aioria solo comparte la cama con aquel compañero de armas, sus secretos eran tan íntimos que ni a sus sombras se atrevía a confesarle, al menos no en presencia de Shaka. Dudaba de aquel caballero, aquel que se decía era el más cercano a un dios, pero era mortal y además con bajezas y necesidades que las suyas sino, no se habría atrevido a yacer con él. Se sentía culpable de usarlo pero realmente quien usaba a quien. Su puño de vuelve a cerrar y su rostro se endurece.

Sin obtener más respuesta que la misma fría cama y el silencio del castaño, el rubio se levanta del lecho que compartía con el León, no portaba deseos de discutir siempre lo mismo, Aioria nunca responde a su preguntas, nunca le tocaba como él esperaba, era tosco, directo, sin tacto sutil, solo lo buscaba para saciarse con su cuerpo, olvidando las necesidades del rubio. Algo extraño en Shaka, puesto él era siempre el frío, él que puso las reglas, nada de sentimientos solo compañía íntima y ahora su corazón lamentaba ese hecho, pero que hacer, la vida no era lo que siempre se esperaba de ella.

 

El hindú abandona el templo para dirigirse al suyo, no hubo reclamos y sospechaba en el fondo de que le hacía un favor al castaño, sus ojos cerrados impiden sus lágrimas, las oculta al igual que la noche.

 

 

 

Aioria

 

El corazón de Leo llora y se lamenta, guarda en lo profundo de su mente ese voz, esa melodiosa voz de ese ser, al que vio morir frente a sus ojos; su culpa, todo había sido su culpa, su maldito orgullo le llevo ir a Japón y conocer  a la joven reencarnación de Athena, él la había traído indirectamente al darle su lealtad, y los caballeros de bronce, sus files servidores. Pero no podía odiarlos, eran unos niños jugando a los héroes o eso deseaba pensar. Cierra sus ojos verdosos mientras los cubre con su brazo derecho, un llanto cae por sus pómulos, y el silencio se lo traga. Aun no lo asimila por completo ni desea hacerlo, el recuerdo es lo que le queda de su amado, su Géminis, su hermoso Géminis. Que él se encargó de mancillar y luego matar, porque ante sus ojos, era el único asesino. Por ello siempre el mismo sueño/pesadilla, todas las noches le hacia el amor y luego aparecía muerto en su cama, con aquella mirada fija en él, el silencio de esta le corrompía el alma, lo mataba lentamente.

 

 

 

……………………………………….

 

 

 

 

Era increíble que a pesar de ser los caballeros más fieles a la diosa, otros hayan ido a la batalla, no fue una sino dos veces. Cruzado de brazos Leo muestra su ira e impaciencia, bajo la lluvia en el templo del carnero, jugando a la espera; mientras desea ir en contra de todo aquel, luchar, vencer, morir…

 

-Son órdenes del viejo maestro –menciona Mu notando la molestia del castaño

-Sí, claro –responde con altanería

-Aioria –

-Basta ya, no estoy sordo –reclama el guardián de la quinta casa desquitando su ira

 

La actitud del León no era novedad para los demás, no era aquel chico gentil o al menos no todos los días, también portaba días buenos los cuales sonreía y era amable, pero Virgo ya estaba más que acostumbrado a ello. Casi ya no se frecuentaban y lo peor era que los demás lo sabían, al principio esto causó indignación pero eran hombres y la soledad no debía ser un tormento sino un honor, mismo el que deberían llevar con la frente en alto y orgullo.

 

Milo es el único que lo comprende,  este había sido su paño de lágrimas, Aioria se sentía enloquecer sino hablaba con alguien y Escorpión le pareció una buena idea, no equivocándose en ello. Milo al principio se sorprendió por toda la revelación y más al saber quién fue el afortunado, y no negó que Géminis era un buen “chico lindo”; a la vez que compadeciéndose de su amigo por la desgracia en su amor. Pero el corazón de Leo no era el único que sufría, el Escorpión también amaba y su nombre no era tan secreto para Aioria. Ambos habían perdido pero al menos el leonino había tenido en sus brazos aquel ser, aunque luego verlo morir no fue tan gratificador, sino solo culpa.

 

-Deberías calmarte y mostrar madurez –reprocha Virgo a sus espaldas

 

Aioria voltea con mirada feroz pero al rubio no le intimida para nada, se conocen bien y el rubio sabe que Leo teme, algo que nunca robo de sus labios pero que siempre sospecha, al igual que su corazón sellado.

 

-Somos caballeros protectores de la justicia –aclama Leo con los puños oprimidos- porque nos encontramos refugiados en este templo, cuando Athena tiene que estar sufriendo

-Ser un dios es ser responsable de la vida de otros –menciona el rubio- y nosotros estamos bajo las ordenes de uno, solo nos toca ser responsables de la tarea que este nos encomiende. No olvides las enseñanzas que tuvimos, no nosotros decidimos solo obedecemos lo que se cree que es correcto –explica el rubio bajando el rostro-, no es una tarea difícil sino de resignación

 

Aquellas palabras las parece meditar Aioria, mira fijamente al rubio, quien no tarda prestándole más atención, se retira ante la mirada verdosa del León. Por su parte Leo vuelve a dirigir su vista al cielo lluvioso, piensa una y otra vez, quiere una respuesta o mejor dicho lo que quiere no es lo que trata de pensar y le duele aceptarlo. Solo tiene que esperar él y sus compañeros, las horas se hacen críticas, la lluvia parece no ceder o lo hace pero ya no lo distingue. De pronto siente un cosmos grande, es de un dios, todos se alteran, temen por su diosa pero deben permanecer en el sitio. Los pasos resuenan en el suelo, Leo se enfurece y abandona el templo, ya no sabe que sentir, el dolor, la rabia, la frustración…culpa.

Las miradas afligidas en los rostros de los caballeros se hace más densa, la esperanza parece extinguirse, su diosa se debilita, sus cosmos ya no es tan cálido. De pronto unas luces de los templo superiores brilla, las armaduras doradas de sus compañeros han decidido ir a la batalla a diferencia de ellos; su sorpresa es grande pero les logra robar una sonrisa, Acuario, Sagitario, ya que Libra fue enviado la ayuda con anticipación. Provocando esto que de nuevo en sus corazones naciera esa llama de esperanza.

 

Una esperanza que Leo ve muy lejos, le hace retroceder al pasado, descubrir que Athena les dio predilección a los jóvenes de bronce que a los dorados, los dejo morir mientras que a los otros les dio fuerzas para regresar a este mundo. Sin que nadie notara sus pasos, Leo abandona el templo a pasos lentos para sumirse en su propia locura, sin notar que una cabellera rubia lo distingue pero no menciona nada, porque piensa que no es la persona indicada y aquello le causa más que dolor.

 

 

Una vez más ellos han ganado, Seiya ha salvado a Athena y su corazón siente una leve felicidad, muy vaga y lejana; quizá porque le cuesta trabajo fingirla o de verdad ya no es capaz de sentir tal dicha. Pero al menos esa gris monotonía regresa al santuario, ella está de regreso.

 

-No deben de regresar –dice Athena con voz decidida- han peleado y sufrido, ahora les toca vivir fuera de estos límites, merecen una vida propia.

 

Los jóvenes no saben que decir, habían sido entrenados para ello, arrancados de los brazos que entendían por familia y ahora se les pagaba con esto. Los caballeros dorados entienden y comprenden esta oportunidad que la diosa les da. Es cruel desde un punto de vista y librante por el otro, pero también saben que un caballero siempre está dispuesto a dar su vida por ella, aun en contra de las decisiones de ella.

 

Cabizbajos abandonan el santuario, los dorados son los que toman ahora las riendas de la protección de la diosa de la sabiduría, como debió ser desde un principio. Qué ironía que ellos que han sacrificado sus cortas y nulas vidas ahora se les echaran como viles perros.

 

 

-Deben de entrenar, un caballero de Athena siempre debe estar preparado aun en tiempos de paz –oyeron la voz que sonaba a una orden del viejo maestro

 

Ni siquiera hubo el tiempo necesario, apenas comenzaban la rutina y esa misma noche, las estrellas brillaron, el sello se rompe  y el sueño de la muerte besa en la mejilla a la sabiduría, reclamándole su sangre de una vez. El viejo maestro lo siente en su cuerpo desgastado, es el momento que había estado esperando, es el momento de los dorados, los que quedaban debían debatirse, lo que nunca espero fue verlos a ellos. Amigos, su amigo y compañeros.

 

Sus orbes verdes parpadean, su cuerpo lo siente extraño, la brisa de la noche parece no surtirle afecto, su armadura vibra como si ella supiera algo que el ignoraba. Su deber era proteger su templo y solo había dos guardianes que tenía adelante del suyo, pero un cosmos ya había desaparecido, no pudo evitar sentir pena y frustración por ello; Aldebaran había caído y por honor a él, Leo les haría frente y si tendría que morir igual que Tauro sería gustoso en poder seguirlo.

Después de todo para ello habían entrenado, ese era el gran deber de un valeroso caballero dorado, morir con gloria y honor.

 

Eran varios espectros pero no temía, no tenía por qué hacerlo, él los detendría con sus puños. Hasta que aquel gusano de lombriz lo atrapa desprevenido ante su desconcierto lo que le impide moverse, sus brazos y piernas inmovilizadas hasta el cuello, Leo parece ceder pero no fue tomado por sorpresa como ellos piensan; sus sentidos leoninos le indicaban una presencia, aunque en realidad eran tres pero solo una le importaba, no podía creerlo o solo no querría hacerlo.

 

Aioria

 

-Él…no-

 

Su vista se posa entre los espectros pero nada, cruzan a su lado y nada es diferente, pero lo siente su cuerpo vibra, su sangre hierve, su cosmos se enciende, mandando a volar a su rival, arrancándole aquellas fríos y viscosos tentáculos, bañándolo en el acto. Quiere correr detrás de ellos pero entonces los ve, los de bronce han llegado, no deberían pero los chicos son fieles y eso no lo niega, se siente orgulloso en el fondo. Su sangre vuelve  a la vida.

 

-Seiya…

-Aioria, los viste –el tono del joven es extraño no hay miedo sino emoción

- Un grupo de espectros han pasado –aclara

-Vimos tres cuerpos escaleras abajo

 

Aioria frunce el ceño no comprende, porque se matarían entre ellos, porque llegar a la traición, no peleaban por el mismo objetivo.

 

-Sentí un cosmos familiar –recuerda

-Saga, Camus y Shura vienen por la cabeza  de Athena

 

Aquella revelación le sucumbe todo su ser “Saga” “Su Géminis” estaba con vida, no podía creerlo, era cierto. Su corazón se llena de alegría y esa emoción de culpa se vuelve más tormentosa. Traga saliva.

 

-“Venganza”- es lo que piensa el leonino

-Debemos proteger a Athena –esas palabras lo sacan de sus cavilaciones

-Protegerla…

 

Por primera vez el guardián de Leo se coloca en una encrucijada, deber o amor, el camino del corazón o de la dignidad. Siempre había seguido uno por que no esta vez seguir el que le dicte su corazón pero, siempre existía un “pero” Saga realmente se encontraba vivo o todo era un producto de su imaginación, un sueño, su sueño que ahora todos participaban en ello.

 

 

 

……………………………………

 

 

 

Desde aquel instante que toda relación sentimental termino, Virgo se hunde más en la meditación, sus sentidos le advertían y cada membrana ya lo percibía; esa noche sería diferente, una difícil y dura noche.  Desde el primer momento sintió aquellos cosmos, no solo de sus antiguos camaradas sino también de los otros, los de plata pero lo que más le llamaba la atención eran esos tres. Tres cosmos familiares pero solo uno tan… caótico. Era él.

Su deber como todo un caballero de Virgo era detenerlo y no solo a uno, a los tres; demostrar de lo que era capaz de hacer y que aquel título del más cercano a un dios no era en balde.

 

Sin embargo las ilusiones no habían sido suficientes en el templo de Cáncer, estas fueran radicadas por aquel ex santo pero para contradecirlo con un poderoso ataque a distancia, algo que el mismo santo de Virgo no podía negar sentir esa admiración y celos propios. Pero sin olvidar su deber destruye el templo con todo en este pero aun conservando la duda del exterminio de ellos, aunque tal estrategia le cuesta su propia casa, algo que nunca hubiera sucedido en toda la generación. Por suerte el siguiente templo era de Leo, sin duda Aioria daría pelea una de la cual Virgo no dudaba que este ganara en absoluto, hasta que siente aquel cosmos y entonces su corazón se llena de nostalgia y esa espina de dolor causante de sus dudas. A pesar de ello guarda la calma sumido en su entorno, meditando hasta que llegan los espectros a interrumpir su descanso y entonces sus dudas se aclaran. Seguían vivos y su poder era tal cual como imagino, en especial cuando al fin tendrían ese duelo, despejando todo en su mente mortal.

 

Las cuencas se han oscurecido y tal como dice tres han caído, no le creen pero el poder de esos tres espectros cuyas falsas armaduras, demuestran que tiene razón, la cara de los otros es admirable en especial cuando dejan de estorbarle en su camino. Rompiendo con su pose de meditación, el momento había llegado, hablar sin rencores con sus ex camaradas, cuyo objetivo falla en especial sino existió tal vínculo de hermandad. Por qué aquellos caballeros que tiene enfrente, eran dos de sus camaradas a los cuales poco trato en vida y en entrenamiento, de cierta forma se recrimina el no haber convivido con ellos pero no significaba que no tuviera una idea de su poder y luego él.

 

-“Saga de Géminis” –aquel nombre que pronuncia en su mente

 

Nunca se había tomado tal molestia de observar  a un rival o compañero tan cuidadosamente, de forma cautelosa el rubio observa al mayor de pies a cabeza, en aquel terreno al que debía de ser su tumba, el jardín de los Sales Gemelos que le darían paz, algo gracioso por el nombre.

Aioria había pronunciado ese nombre una vez en sueños “Mi Géminis” y aquello jamás lo olvido, pensó y se inculco que solo se debía por la telaraña de mentiras, la muerte de su hermano mayor pero eso era querer estar más ciego y Shaka no lo era. Sus orbes se abren dejando ver sus iris azules, frente a frente con aquellos verdes oscuros. Ambos de pie, olvidando a los dos presentes, Saga y Shaka se miran detenidamente, la imponente figura de Géminis le hace dudar, no era ni se parecía en nada aquel que se suicidó con un golpe en el pecho, atravesándole el corazón como medida de redención, al que obedeció porque en sus actos veía la justicia indicada pero no perfecta, sino la que daba el poder sobre el débil provocando ese equilibrio escaso y apropiado.

 

-No podrán salir de aquí –pronuncia reconociendo su deber antes que nada

-No podrás impedirnos cumplir con nuestra misión –suena su voz decidida

 

Esa voz le causa intriga, suena tan directa y decidida pero a la vez necesitada, Virgo se sorprende de dudar, él nunca se deja llevar por las apariencias ni por el cosmos de su adversario. Sabe y presiente que aquel lugar elegido sería el último; su corazón duda por primera vez y llora, llora por el no comprender y por alejarse de sus principios, la voz de Buda la escuchaba ya muy lejos, fue tanta su impertinencia de sentir y dejarse llevar que olvido su propia creencia. Esa la que lo hacía diferente a sus compañeros, el más cercano, protector del templo de la virgen que ahora era una blasfemia, su cuerpo añora una purificación.

 

Redención, su redención a su propio corazón.

 

 

Morir, si esa era la decisión final de todo caballero dorado. Shaka lo sufría igual, algo que nunca pensó en sentir pero que fue arrastrado a ello, acunado a los brazos de lo no fraternal y corromperse. Pero no sería la única alma perjudicada  y de ello estaba muy seguro. Se mediría en poder con ellos, lo que no era fácil, tres contra uno era propenso y poco mental, aún para él siendo uno de los mejores, sin olvidar que sus adversarios se encontraban en el mismo lugar que él, incluso uno considerado en duda mejor que él. Cuatro caballeros peleando, midiendo su velocidad y ataque, el aire frio y el feroz corte de excalibur eran mortales mientras que su cuerpo por instantes se deja arrastrar a la otra dimensión por descuido, sus orbes se fijan solo en él. No debería pero lo sentía y no podía negarse. Una gota de sudor resbala por su frente hasta su pómulo y no era la técnica más poderosa, así podrían pasar horas, días, meses.

 

-Hay dos opciones –pronuncia con voz recia- perder sus sentidos  y morir o… usar la técnica prohibida de Athena, para vencerme y poder salir –esa era su decisión final

-Exclamación de Athena –susurran sorprendidos

-No son caballeros de Athena  no tienen que temer –pronuncia riéndose internamente

 

Juraría que daba en el orgullo de él, una victoria al menos, una que saborea con todo el gusto posible, respira con tranquilidad dispuesto a llevarla hasta las últimas consecuencias.

 

-“Perdóname… Aioria”- se disculpa- Tesoro del Cielo –grita con voz potente

 

 

………………………………..

 

 

 

 

Corriendo apresuradamente Leo  trata desesperadamente de detener aquella batalla, algo en su ser le dice dicta un mal presagio. Dejando atrás a los jóvenes de bronce Aioria se adentra al templo de Virgo, sus manos tiemblan al igual que todo su cuerpo, las palabras de Aries le resuenan en los oídos. No puede ni siquiera tratar de creerlo.

 

-Shaka ha decidido morir no… no puedo aceptarlo –grita haciéndole frente al peli lila

-Es su voluntad –ante poniéndose entre la puerta y Aioria

 

Leo está apunto de soltar sus puños en contra de su amigo cuando la puerta comienza abrirse, ambos corazones saltan de su pecho, ambas miradas se centran en las figuras que salen del lugar. Aioria siente ese mar enorme, ese abismo de emociones, odio-amor-dolor-frustración, las miradas se encuentran después de ese tiempo. Con el rostro magullado y parte del sapuri roto, aún conserva esa belleza que la muerte no se atrevió a arrebatarle, esa mirada feroz y decidida llena de misterio e hipnotizadora, pero su rostro era serio y tosco, fino y frío aunque con un leve mueca de dolor, esa que se le escapa cuando entrega aquel rosario a Aries. Ignorándolo por completo, Leo comprende que todo fue una ilusión, su ilusión egoísta misma que Shaka pago con su vida, esa vida de aquel ser que él no supo valorar cuando lo tuvo en sus manos.

Un puño se llena de luz siendo impactado en el cuerpo de los tres traidores ante la mirada de Aries, lagrimas que se secan rápidamente por el rostro de Leo, mostrando los filosos colmillos a su enemigo por que el León había despertado.

 

-Vengare la muerte de Shaka –preparándose para un segundo ataque con su puño resplancedeciente

 

Sus ex compañeros apenas podían ponerse de pie, incrustados sus cuerpos en el suelo del templo de Virgo, Géminis es el primero en levantarse y teniendo el poder suficiente para detener con sus manos el ataque del leonino, sus compañeros se preparan para lidiar otra batalla con sus escasos sentidos y su cuerpo maltrecho, pero las fuerzas les dura poco puesto que una lluvia de agujas les cae encima, la escarlata les tiñe el cuerpo agonizante para postrarlos nuevamente en el mismo suelo con las pocas fuerzas de su cosmos. Aioria se muestra sorprendido nunca imagino ni en sus sueños que Saga pudiera ser capaz de algo semejante pero para su realidad pronto este vuelve a morder el polvo, parte de él siente esa culpa. Milo aparece caminando con brisa, sintiendo esa misma frustración como todos ellos pero decidido a vencer y matarlos, a diferencia de sus dos compañeros que se ve interrumpido por los jóvenes.

 

-Milo…

 

El joven Escorpión no alcanza a reaccionar con suficiente tiempo, siendo ganado por la alegría de verlos a salvo a Seiya  y sus amigos que se deja arrastrar por la técnica de Saga, por suerte sus sentidos le ayudan sufrimiento heridas no tan perjudiciales en su cuerpo pero estando cerca de la muerte segura, sin embargo aún con ello no puede dejar pasar esa misma admiración que Shaka sintió; preguntándose cómo era posible aquello, como aquel guerrero podía mantenerse de pie siendo atacado con las más poderosas técnicas y aun así seguir dando su cosmos hasta el último instante, era una lástima que estuviera del bando contrario y una desgracia que ya no estaba más con ellos.

 

-“Si no hay más alternativa, morirán igual que Shaka” – pronuncia con ayuda de su cosmos

 

Las tres miradas se centran en la pose de los tres renegados, pero ya todo estaba hecho añicos para contemplar en honores y reglas, y esa idea era exactamente lo que tenían los tres en mente, optando por la misma posición, los seis dorados forman dos exclamaciones, a pesar de las quejas de los jóvenes de bronces. Siendo que el templo de Virgo sucumbe entre las ruinas de ello, llenándose de un esplendor y poder arrasador, la noche parece estar muda ante ellos, solo dos pares de orbes miran aquel cielo, ese rayo que se levanta desde la sexta casa. Shion de Aries y Dohko de Libra miran aquel poder entre dolor y desesperación, ellos que habían visto el infierno en batalla y sobrevivido para tener que presenciarlo una vez más, esperando paciente escondidos para la última esperanza, una a la que realmente se preparaba un caballero dorado: morir en sacrificio de su diosa.

 

 

Siendo que el corazón de la misma llora por la pérdida de sus más fieles caballeros, los pliegos de su vestido se levantan bajo la estatua de la sabiduría, siente el poder estrellarse, los cosmos agotados y el sufrimiento. Levantando su vista nota los pétales del jardín de Shaka, aumentado más su tristeza pero los pétales le llevan un mensaje, mismo que comprende y solo le ayudan a tomar su decisión. Cayendo de rodillas su atuendo se extiende, para llamar con voz fuerte a su nuevo guardián, aquel caballero que fue considerado el verdadero traidor

 

-Kanon… - lo llama

 

Pidiéndole un favor al joven, quien era el gemelo de Saga, Athena se dispone a llamar a sus santos, reunirlos a todos en un solo lugar, ya que eran sus caballeros dorados.

 

 

El silencio parece eterno, el polvo de los escombros abruma el desvalido ambiente, Aries se levanta descubriendo a sus dos compañeros de igual forma pero no eran los únicos, una mano parece respirar en la superficie; tratándose de Saga algo ya poco sorpresivo en ese momento siendo seguido por los otros dos, agotados aún seguían con vida, vida que ellos mismos le quitarían, todo por mantener la paz, en el fondo ríen los dorados porque aquello era lo que su ex patriarca les había inculcado; Saga de Géminis. Pero siendo detenidos por el cosmos de su diosa, algo que ni ellos podían negarse a concederle;  sin fuerzas los traidores se ven forzados a ser guiados con ayuda de un dorado, siendo que Mu lleva consigo a Saga, algo que Aioria no se negó, ya no portaba fuerzas emocionales para verlo y menos soportaría tenerlo tan cerca, sus convicciones se iban a la basura.

Sin embargo aún le faltaba mucho al leonino, su garganta se seca una vez más, aquello se volvía a repetir solo que esta vez con Athena, ella se encontraba dispuesta a dar su vida para salvarlos a ellos, Leo no comprende ni Escorpión, solo Mu lo sabe y lo supo todo ese tiempo. Aquello era la peor pesadilla para Aioria, su corazón se des quiebra y casi puede sostener los pedazos de él, sus orbes no pierden el más mínimo detalle, las lágrimas de su peli azul, porque no podía odiarlo y seguiría siendo suyo, a pesar de todo; lo seguía amando, ese amor que en tan solo una noche basto para atraparlo.

 

Un grito ahogado de su amor, y siente las lágrimas fluir de el mismo, todo terminaba allí pero realmente otra comenzaba, aún tenía que seguir para pelear hasta donde la vida le rindiera. Pero antes no quiere despedirse sin tenerlo una vez en sus brazos, con su velocidad lo estrecha por la espalda descuidándolo ante la mirada atenta del gemelo menor, quien no comprende nada puesto que ignora toda la vida de los dorados. Saga siente ese fuerte agarre mientras observa el cuerpo de su diosa tirado entre los brazos de su hermano, la daga a unos metros  y la sangre tibia escurriendo entre la piedra, se deja consolar por un instante ante ese calor del leonino.

 

-Te amo –susurra Leo a su oído ante unas lágrimas del mayor mismas que no son para él

 

 

……………………………………….

 

 

El castillo era el campo de batalla, el cosmos de Saga había desaparecido hace un instante cuando el sol comenzó a salir, nunca supo si algún instante le llego a corresponder ni en lo más mínimo pero el corazón de Leo, la esperanza aun brilla, a pesar que tenga cerca su muerte. El lucharía con el último aliento de todo su cosmos y dejaría todo para el después, aun si el enemigo tuviera toda la ventaja el lucharía, tal y como era el caso; pelearía sin tener oportunidad, lo haría en total desventaja… por honor y dignidad, lo haría por él.

 

 

-“Mi Géminis”- dice dándose fuerzas

 

 

Fue la imagen que tuvo al cerrar sus ojos y no ver a sus compañeros, solo ese frio sueño, esa sensación de no paz sino de oscuridad con frio, un sueño ajeno de todo y de todos.

 

 

Oscuridad.

Silencio…

Calidez.

 

 

Ese calor que emana, esa energía y esa voz que lo llama, ese cosmos en forma de luz que lo hace despertar y levantarse con fuerzas, fuerzas renovadas en su cuerpo que ni el mismo conoce. Y no es el único, sus amigos Milo y Mu se encuentran con él, ella los llama, los necesita, y sufre. Su dolor es el dolor de ellos también.

 

 

……………………………………………

 

 

Sus orbes se reencuentran, no puede creerlo, están muertos o dormidos no sabe la diferencia pero todos están juntos; su hermano, su sangre e ídolo, todo está claro ya, su amor, Saga se encuentra con ellos entonces no importa si se encuentran muertos o lo estarán, las esmeraldas se clavan en él en silencio, Leo siente ese calor abochornarlo completamente, quiere decirle algo y abrazarlo, sentir sus labios con los suyos pero no es el momento. Aioros se le acerca y estrechan sus manos, al fin su hermano frente a frente, sin palabras y todo se ha dicho con aquel gesto de fraternidad.

Felicidad. Si siente felicidad una que no sabe cómo descifrar ni describir ni hace falta hacerlo. Sus armaduras brillan como sus cosmos,  todos como hermanos y la familia que son, están allí para ella. Porque ese es el deber de ellos, el que va más allá de su corazón y responsabilidad; el honor de su alma.

 

La luz brilla, ellos mismos brillan.

Es su decisión, solamente de ellos.

Con sus corazones rebosantes de alegría se miran…

 

La luz del sol brilla en la oscuridad, no es el fin y lo saben, la batalla aun continua pero la de ellos se termina… por ella y por ellos, el amor que sintieron en vida se va y se guarda en sus memorias.

 

 

 

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Notas finales:

 

Solo falta un capitulo...


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