En eso, sonó el timbre de la casa del rubio.
-Disculpa Mime, iré a ver quién es.
-No te preocupes, te acompaño, igual ya tengo que irme a casa.
-Bueno – abrió la puerta y ahí estaba Jabu.
-¡Hola primor! – le dirigió un guiño y una sonrisa encantadora al ver al rubio - ¡Hola primo! – se dirigió con el pelirrojo - ¿Cómo están?
-Hola Jabu – le extendió la mano Mime – me despido de una vez, para no atrasarlos. Nos vemos después y cuídense mucho.
-Igual tú primo – se dirigió a Hyoga luego de despedirse de Mime - ¿Cómo está el chico más sexy de toda la calle wisteria? – y lo abrazó contra su pecho.
-Bien amor – se aferró al adolescente - ¿Cómo estás tú?
Le encantaba verlo tan rudo, con esas chamarras de cuero, jeans rotos y botas de motociclista, ese perfume tan ácido que sólo le quedaba a él.
- Más hambriento que un oso – el estómago de Jabu gruñó.
Una risilla escapó de Hyoga – bien, vayamos a cenar.
-¿Te parece una pizza?
-Bien. Pero con la condición de que quiero un helado al terminar.
-Perfecto, vayámonos ya.
Hyoga comenzó a recordar lo que le iba a contar a Mime durante el trayecto.
Flashback
-Tienes una semana – lo retó June – claro, antes de que él se pueda fijar en una chica, en una hermosa chica.
-Qué en este caso sería la líder de las porristas ¿no? – contestó el desafío el rubio.
-Es una posibilidad – se pintaba los labios la chica – después de todo, las rubias siempre nos divertimos más – oh espera, tú también eres rubio, y no te divertiste nada con Ikki.
-Cierto – Hyoga apretó los dientes esbozando una falsa sonrisa – aunque tampoco tu te quedaste mucho tiempo entre sus brazos, pero vamos, ni tu ni yo podíamos competir con Shaina.
-Tengo clase – se apresuró molesta – te veo a la hora del almuerzo.
- Ok, bye – la miró con recelo. Y es que ese tipo de amistad era la típica amistad torcida que todos los adolescentes llegan a conocer. Él y June habían sido amigos desde pequeños, pero luego todo comenzó a cambiar.
Caminaba pensativo, sin fijarse y de pronto chocó con algo, o más bien, con alguien.
-¡Lo siento muchísimo! – y aquellos brazos lo sujetaron, y es que, o era él, o eran sus libros.
Hyoga se quedó mudo cuando vio la brillante sonrisa de Jabu y sus intensos ojos verdes mirándolo con preocupación.
-No no – un rápido rubor se presento pero algo hizo que se reincorporase en seguida – Estoy bien.
-Perdona, yo iba distraído y…
-No te preocupes – le sonrió el rubio más claro – eso de estar enamorado debe traerte muy distraído.
El comentario tomó por sorpresa a Jabu – Pues… No tengo novia…
-¿En serio? ¿Que hay de todas las porristas o las chicas en la clase de matemáticas que siempre te piden ayuda?
-Eso… - el rubor seguía – no es nada.
-Si tu lo dices – le lanzó una mirada coqueta al ojiverde – nos vemos después de clase. ¿Te gusta el helado?
-¿El helado? – la actitud de Jabu cambió – Yo invito.
Y esa fue la primera cita. Un miércoles en la tarde, fueron por helado, el jueves, Hyoga fue a ver el partido de baseball donde Jabu anotó un home run, el viernes, fueron juntos a la biblioteca a hacer una tarea, el sábado dieron un paseo matutino por la calle, mientras que Aioria veía desde el segundo de su casa y Shaka desde el frente del jardín de su casa, el primero escondido y el segundo fingiendo cuidar flores que ya habían sido cuidadas.