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la corona del bastardo por Febo Apolus

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Notas del capitulo:

Hey ojala les guste

ACTUALIDAD

Trataba de controlar los impulsos de un tembloroso Camus, que entre sollozos apenas decía unas cuantas palabras

-Por favor quítame la placa- pidió por , tal vez , decima ocasión, rosando la cara de Milo con leves toques como si lo fuera a romper, con cuidado roso la comisura de sus labios con sus delicados dedos que a Milo le parecieron lindos 

-Quiero verte otra vez, déjame mirarte,  por favor- la voz de Camus eran pequeños susurros de miedo y de un enfermo mental que Milo saco hacia no más de tres horas del psiquiátrico, parecía que hubiese sido sacado de un glaciar por los constantes tiritos que daba al hablar, ahora el pasante de medicina tenía un gran problema

Milo toco la piel de Camus, quería sentir que tan tersa era aun a pesar de tener tal cosa en el rostro que no le permitía ver al mundo exterior -Entiende Camus, no te puedo quitar esto- susurro por lo bajo, mientras Camus le acariciaba el cabello; la sorpresa para Milo fue que la piel del francés estaba helada, muy helada

-Sigue siendo suave- Camus olfateo la melena del griego, olía como lo recordaba

 

-Milo,  por favor quítame la placa no te are daño, te lo prometo, déjame ver tus ojos azules como el mar, por favor déjame verte- el susodicho  se separó por unos centímetros de Camus permaneció inerte,  nunca le había mencionado a el color  de sus ojos dudaba mucho que lo hubiera visto la placa de metal le cubría muy bien sus cuencas, podría haberlo escuchado de otro médico o de alguna enfermera, podía, solo que  ningún médico hablaba con él nunca solo entraban a su celda para darle los medicamentos y era todo el contacto que tenía con el mundo exterior, hasta que llego él con su maldita curiosidad y rompió su código de ética : mantenerse al margen con el paciente,

 -Ca...Camus, ¿Cómo sabes el color de mis ojos?- alcanzo a decir Milo mientras tocaba las sucias manos del peli rojo para apartarlas un poco y le dejara hablar con claridad, él  reacciono ante el toque de manera acelerada trataba de responderlo de manera muy torpe

- ¿Es que no lo recuerdas?- el rubio solo atinó a decir un leve "no"

-La primera vez que nos vimos; entre el bosque justo donde estaba el lago, tú estabas bebiendo agua, me llamo la atención tu largo y dorado cabello, decidí saludarte pero tú te asustaste porque no me habías visto y caíste; cuando te ayude a salir del agua que estaba cristalina en ese entonces y después de tu caída no tanto... no me sueltes-  interrumpió su narración al sentir las manos de Milo alejarse un poco del toque, decidió no soltarlo para no romper la leve tranquilidad que sentía que le debía al otro 

-c..cuando te ayude a salir, me mirabas con ojos asesinos,  me di cuenta de que llevabas en las manos un pergamino pequeño, pero según tus gritos era importante y ahora estaba mojado. Comenzaste a llorar decías que tu padre te castigaría, yo intente detenerte... no me gusta escucharte llorar- de nuevo las manos de Camus pasaban a tientas por la cara de Milo, moviéndola hacia si  para que lo mirara de frente

 -...Cuando dijiste que no podías parar de llorar yo me acerque a tu cara y te di un beso... en los labios-  en el rostro del galo apareció una leve sonrisita

-¿Me besaste?- Milo estaba temblando, algo dentro de él le gritaba  que no eran inventos de su paciente, pero no podía creerle, después de todo estaba delante de un esquizofrénico ¿o no?    

 - S.. Si- la voz del narrador seguía siendo tenue, hablaba más para sí mismo que para el otro, el griego noto un leve miedo en las palabras de Camus, le dio una pequeña caricia para tranquilizarlo, lo que resulto bueno pues este sonrió moviendo el rostro para fijarlo  hacia él

-Cuando me separe de ti me di cuenta del color de tus ojos, te dije lo bellos que eran y tú te quedaste quieto como si hubieras visto un monstruo  para después alagar mi cabello rojo- es que de verdad lo tienes precioso, pensó Milo

-entonces decidí ayudarte a arreglar tu pergamino que ya no tenía mucho arreglo y...y... ¡no!, ¡no!-  Camus comenzó de nuevo a alterarse, llevo sus manos a la cabeza como si intentara callar gritos que venían desde dentro, caminaba de un lado a otro tirando todo, en su desesperación intentaba de nuevo arrancarse la placa que se sostenía desde su nuca, la fuerza que ejercía en eso le provocaba a sus manos mucho dolor pero este parecía  inmune, su mente le estaba jugando una mala pasada, le traía recuerdos llenos de sangre, lágrimas y suplicas que solo él podía ver, las escenas más dolorosas de su vida pasada le pasaban como una película, estaba ajeno a la realidad, intento escapar de las escenas golpeando su cabeza contra la pared más de una vez, provocando que un hilo de sangre escurriera de su frente, aun así las imágenes no se iban, se levantó de nuevo esta vez para correr contra la pared del otro lado; para Camus los recuerdos que aún tenía eran tortuosos veía a su pueblo caer, a su madre morir, a su padre padecer y a su amado perecer a su lado 

-Kardia, Kardia, Kardia,-llamaba a su amado buscándolo entre sus recuerdos,  los llantos de sus amigos le invadieron la memoria, las personas en sus recuerdos le pedían que las salvara pero él solo podía mirarlas y ver como se les iba la vida

Sus recuerdos estaban situados justo en medio de la pelea que sostuvieron contra Hades, quien fuera el hombre que mantuvo a los pueblos de Kardia y Degel enemistados por mucho tiempo; justo cuando los dos muchachos se daban cuenta de que podían estar juntos y si sus padres accedían podían poner fin a esa enemistad, salió el furioso Hades, buscando batalla y quienes fueron los afectados, pues claro, el pueblo, con una encarnizada pelea en busca de los "traidores"

-¡Búsquenlos!- gritaba furiosos el pelinegro a sus espectros, como le gustaba llamar a sus subordinados

Él iba a caballo entrando en cada casa, arrebatando a diestra y siniestra la vida  a las personas, no sentía culpa alguna de matarlos y si alguna de ellas oponía resistencia este les enviaba a una de sus prisiones: El cocitos. Prisión creada por los antepasados de Degel que eran sin más los maestros del hielo, en esa prisión morías congelado, sin esperanza a salir nunca

-Señor, se ha buscado en todos los lugares posibles, no están- el perro más fiel de todos le informaba a su amo

-Pues búsquenlos mejor Radamanthys, los quiero ahora-  de nuevo monto a su caballo y se dirigió donde los padres de ambos, de una manera o de otra debía de encontrarlos y si no era por las buenas sería por las malas; un rayo le mando a otra escena

Ahora todo era medio borrosos, solo podía verse a él con Kardia en un bosque bastante alejado de su pueblo en donde aún se escuchaban los gritos de sus pobres gentes

-Camus- el pelirrojo estaba tirado en el suelo retorciéndose entre gritos y ahora su propia sangre causa de intentar quitarse la placa y su choque con la pared por el que todavía estaba aturdido; Milo no daba crédito a lo que veía -¿Qué te pasa?

 Estaba de espaldas a la pared golpeándola frenéticamente hasta que escucho a Milo hablar, busco entre su oscuridad el cuerpo del oji azul, en cuanto lo sintió se abalanzó contra él 

-¿Kardia? Vámonos, debemos de irnos- le susurro al oído

-¿A dónde?- aun a pesar de que ese no era su nombre desde que lo conoció se refería a él por ese nombre; trataba de calmarlo pero el otro no cedía, forcejeaban, aun apesar de que Milo tenía mejor condición fisica, Camus podía darle buena batalla -No podemos irnos

-Si, todavia hay tiempo-  para Milo, él  estaba teniendo otro de sus episodios, pero para Camus, lo que veía no era un episodio era una vida que acabo en tragedia. en ese justo momento sentía la presencia de aquel hombre al que tanto le temía -Él está cerca puedo escucharlo

-Aquí solo estamos tu y yo- por fin después de tirones pudo contenerlo entre sus brazos, estaba helado a pesar de que estaban a más de 30 grados, las vendas de su cuello comenzaron a acercarse y Milo pudo ver un cicatrices  -¿Qué es esto?- dijo para si mismo

Se liberó un poco del abrazo y tiro con fuerza de la camisa de Milo para llevar su rostro muy cerca del suyo -Te lo pido, vámonos, estoy seguro de que esto no va a terminar bien- estar cerca puso a Milo de muchos colores, no era momento para ponerse a pensar en un beso, tenía que calmarlo de una manera u otra

 

-Está bien, nos iremos pero espera un poco debo de ver si no nos siguen, no te muevas de aquí ¿está bien?-   el cuerpo de Camus se tranquilizó un poco, lo dejo sobre la alfombra para dirigirse a la sala e ir por algún cálmate y unas vendas,

En la cocina Milo pensaba en lo que había visto, si  él lo pudiera calmar nada le garantizaba que un día el mismo Camus intentara matarlo, tampoco podía dejarlo, estaba seguro de que Camus tenía algunas respuestas para él; un ruido lo hizo de nuevo correr a la habitación donde dejo al pelirrojo

No estaba donde lo había dejado

-¿Camus?- al no verle ahí el miedo se hiso presente

-Milo- contesto este del otro lado,  con voz temerosa pero firme, aún seguía en el suelo, solo que en otro lugar y en otra posición, estaba acostado y el piso, el piso tenía hielo en pequeñas capas pero era hielo; las imágenes se habían ido solo quedaba el frenesí del momento

-Camus, ¿qué paso?- el otro se sentó con torpeza en el suelo tratando de no tocarlo con las yemas de los dedos las heridas comenzaban a doler -Deja, yo te curare- comenzó a limpiar las zonas afectadas con alcohol mientras el otro agachaba la cabeza, llevar esa placa debía de ser cansado

-¿Que rayos intentabas hacer? las pareces están para dividir no para cruzarse, para eso está la puerta-  bromeo al limpiarle la frente, Milo estaba medio acostumbrado a los repentinos cambios del francés que en constantes ocasiones quería matar a las enfermeras para después quedarse profundamente dormido -¿Por qué hay hielo en el suelo?-

 

-¿Es que ya no recuerdas que te gustaba que yo hiciera polvo de diamantes para ti mientras tu disparabas "Antares"?- dijo un dolorido Camus quiso compensar lo hecho hace un momento, la conciencia le empezaba a volver

-¿tu hiciste esto?- el silencio de Camus fue un "si" para Milo, ahora tenía más dudas, hace un momento era un paciente con esquizofrenia, ahora era un paciente con esquizofrenia que hacia hielo, y le llamaba polvo de diamantes; decidió no preguntar más, ya se las vería después como responderse eso

-Milo, ¿te he asustado?, si ha sido así discúlpame yo no quería; solo me da miedo...mucho miedo

-¿de verdad no me harías daño si te quito la placa?- sorprendido por la pregunta de Milo, giro bruscamente la cara para estar de frente a él, en espera de la respuesta ya fuese afirmativa o negativa, el griego analizaba todas las consecuencias que traería el liberarlo de esa oscuridad para que viera el mundo real, si ponía en principio su valor como médico en realidad ese "valor" había valido un carajo cuando decidió sacar a Camus del hospital

¿Y cómo tomo esa decisión? no hace falta pensar mucho, solo ir unas cuantas semanas a tras

 

Los días de la facultad habían terminado, era tiempo de estar en campo clínico, ahora se haría cargo de pacientes de verdad no de muñecos simuladores

-Buenos días jóvenes, este es el hospital universitario- para lastima de Milo, aunque el hospital era general contenía un campo de psiquiatría mismo que le fue asignado, no se quejaba tendría un poco más de tiempo libre que sus demás compañeros de facultad

-Cuando mencione su nombre pasaran con su respectivo jefe de internos y él se encargara de que ustedes no maten a ningún paciente- la lista de nombres comenzó a escucharse apellidos de todos sonidos y acentos, no escuchaba a nadie familiar

 -Milo Scarpion-

-Scorpio, Milo Scorpio, soy yo- levanto la mano para que pudiera verlo

-Señor Scorpio, usted estará con el médico Saga Géminis- dijo mientras le señalaba el resto de pasantes que estarían con dicho doctor

-Muy bien jóvenes, concluido esto pueden retirarse, mañana se les espera a primera hora para iniciar, suerte- el viejo médico se retiro

 

-Hola- un tipo de cabellos negros y piel blanca se apresuró a saludar con un acento bastante notorio -Soy Shura Caprion

-Hola, eh amm Milo, soy Milo

-Si ya lo sé, hace un momento lo dejaste claro; estamos con el mismo médico- dijo sonriente el extranjero

Milo lo miro de arriba abajo le parecía familiar - ¿Te he visto en algún lado?- se atrevió a preguntar y Shura simplemente sonrió

-Lo dudo bastante, no soy de aquí, soy de España- "lo sabía" pensó Milo mientras veía a los pacientes que estaban fuera de sus habitaciones, esos pacientes eran los que en mejor condición estaban

-¿Hasta aquí te tocaron las pasantías?

-Para mí desgracia... era el único campo disponible y necesitaba nuevas experiencias, ya sabes- Milo asintió, el español le parecía bastante familiar de hecho hubiera apuntado a que lo vio antes con otro nombre diferente, podía ser que eso pasara por su falta de sueño o por no haber comido por la mañana, tal vez faces de alucino le estaban tomando a su cabeza, genial ahora se iba a quedar en calidad de paciente

-¿Quieres ir a comer algo?- pregunto Shura a Milo que parecía muy bien en su mundo, los siglos no habían cambiado en nada a esa personalidad tan distraída, ¿sería que también se comportaba como un niño pequeño? ¿Sería igual a Kardia?

-Sí, claro- caminaron a la salida de la escuela- hospital, Shura se cruzó con la mirada de un médico peli azul de orbes esmeraldas, ambos se miraron enviándose mensajes mudos, pronto seria el tiempo de reunirlos, solo había que esperar un poco más, esta vez no fallarían

Shura ordeno para Milo, advirtiéndole que la comida estaba picosa y que no comiera tan aprisa a lo que el griego hizo poco caso y comió como si no lo hubiera hecho hace días, hasta que se topó justo con lo que Shura le advirtió, el picante. Y ahí tenían a Milo, corriendo de aquí para allá en busca de algo frío que ponerse en la lengua y maldiciendo su terquedad pero maldiciendo más haber accedido a comer esa comida mexicana que ya sabía era extremadamente picosa, que le iba hacer si era un terco de primera; las jovencitas lo miraban bastante divertidas y Shura trataba de ocultar su risita

-¿Por qué no me dijiste qué era picante?- la lengua aun le daba pequeños espasmos, y sus mejillas seguían rojas

-Te lo advertí, parece que no escuchas- se defendió Shura, que seguía divertido, no cabía duda Milo seguía siendo igual de infantil, aun después de otra vida

Pagaron los alimentos y ambos decidieron irse a casa, Milo camino como ya era su costumbre solo, tal vez podría ir a ver a Aioria y contarle lo de su primer día, pero lo pensó mejor y de seguro el gato le ofrecería bebida y no es que la fuerza de voluntad de  Milo fuera poca, pero era mejor prevenir una desvelada a pagarla al día siguiente además tenía que ponerse hielo en la lengua, juraba que se había hinchado

 

 

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-Lo he visto hoy- afirmaba un hombre a otro que estaba sentado en una silla de estilo victoriano

-No solo tu...-  este llevo su codo al escritorio que tenía y recargo su mano en el rostro en posición de pensador -Es ya el tiempo de encontrarlos

-No creo, estaba tan...mal me asusto de manera que no sabes

-Es lógico que eso pasara; recuerden que todo eso se quedó a la mitad y lo más probable es que el que se quedó con la peor parte allá sido Degel-  sus manos había perdido la posición inicial para irse a sus ojos y tallarlos un poco

-Ya no se llama Degel- el otro arqueo una ceja

-¿No?

-Su nombre es Camus- supuso que era lo más obvio, tendrían las mismas almas, cuerpos similares a los de antes de su muerte... pero el nombre era lo diferente

-¿Y Kardia?

-Ahora es Milo- el otro se movió para quedar de frente al hablante

-Veo que el oráculo no se equivocó... ya es tiempo y nos dio el lugar correcto

-¿Siguen teniendo los cabellos rojos y rubios?

-Sí, y  por si fuera poco, Kar... Milo, tiene su personalidad infantil

-Ya lo creo

-¿Hades volvió?- lo preguntó con miedo, el mayor de ojos amatista, asintió confirmando los peores miedos de todos

 

 

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El día lúgubre y gris, perfecto para ir al manicomio, se burló Milo, al entrar y registrase se dio cuenta de que ya Shura lo esperaba

-Buen día- saludo el español y Milo le correspondió asintiendo con su cabeza; aun le dolía la lengua

-Parece que no dormiste- menciona Milo al notar las enormes ojeras de su compañero

-No pude hacerlo, necesitaba estudiar-  el griego solo sonrió mientras tomaba una bata blanca y ambos se dirigieron donde se suponía debía de estar el doctor Géminis, en el ala A del centro

El lugar era un desastre, tal vez, los de intendencia tenían el día libre, aunque no era mucha molestia limpiar un poco

-Buenos días jóvenes- dijo mientras abría los ojos que habían estado cerrados -Llegan tarde

-Doctor, faltan dos minutos para las 8, no llegamos tarde- se defendió Milo, mirando su reloj, el geminiano lo miro reprobatoriamente

-MJm, no importa. Les diré lo que van a hacer y no quiero reclamos- dijo de nuevo mirando a Milo- Antes de comenzar, sería bueno que se atara los cabellos señor...- busco en su lista -Escorpio, no creo que quiera a un paciente jalándole el cabello

-Enseguida vuelvo Doctor- salió del lugar para ir al baño y atarse la melena rubia

No tardo demasiado pero para cuando llego solo estaba Shura, que hablaba con el Doctor peli azul -Esta bien doctor-  dijo antes de mirar a Milo - que bueno que regresaste la doctora Shaina  necesitaba dos pasantes para que la asistieran en el ala G y el doctor nos seleccionó a nosotros

-Muy bien muchachos, ese ala es la más peligrosa, como ustedes saben es el area donde se encuentran los pacientes con alto grado de agresividad; los supervisare más tarde al igual que a sus demás compañeros- se despidió con un ademán y miro de manera rara a Shura

-Bueno vámonos, hoy es un día productivo-  ambos pasantes salieron rumbo a su área de trabajo

La doctora que ya los esperaba les indico con que paciente necesitaba ayuda

-Es un adolescente, apenas tiene 17 años, pero sufre un caso severo de alucinaciones por consumo de drogas-  miro fijamente a Milo, la médico no era fea pero tampoco era tan joven como para acaparar las miradas del griego

-¿Drogas?- pregunto Shura

-Si, tal parece que comenzó muy joven, escasamente a los 5 años, fue traído por la policía debido a que nadie lo reporto como desaparecido o algo así

-Que lastima-  dijo Milo, mientras eran llevados a la habitación del mencionado paciente

-Hola Ikki- saludo la mujer de cabellos verdes -hoy vengo acompañada de dos nuevos compañeros- tenía cuidado en cada palabra debido a que si le alteraba un poco podía desequilibrar su estado

-Voy a ponerte tu medicina y me voy, tranquilo- el joven moreno de cabellos azules estaba en otro mundo con los ojos totalmente idos, o eso parecía  ya que sujeto el brazo de la fémina con fuerza

-Tranquilo Ikki, solo es una aguja-  dijo pero este no le escucho, se dirigió entonces hacia Milo

-Eres igual, debes ir con Camus, me pidió que en cuanto te viera te avisara- toco con su mano los dorados cabellos del moreno -Definitivamente eres hermoso

-¿Camus? ¿Te refieres a tu vecino?- pregunto la medico

-Sí, ya di el mensaje así que puedes darme el medicamento- la médico se mostró incrédula, en el tiempo que llevaba ahí Ikki nunca había mostrado progreso y esta vez había hablado con mucha soltura, cosa rara por el nivel de daño cerebral que padecía

Los pasantes se limitaron a mirarse, ¿con ese paciente tan calmado necesitaba ayuda?, no tomaron importancia a las palabras del joven, era un paciente solo decía incoherencias

La mujer dio la inyección y todos salieron

-No se ofenda Doctora Ofiucos, pero ¿de verdad necesitaba ayuda con ese paciente?- irrumpió Shura

-Ese paciente es de los más agresivos, si pudieron ver el lleno de pie- apunto y ahí estaba un yeso algo roído y sucio -es porque hace unos días pateo su reja, decía que necesitaba ir al baño,  se lastima a si mismo mucho y a los demás pacientes-  afirmo la doctora

-Lo más raro después de su actitud, es que hablará con tanta claridad y dijera algo como eso...  Camus no suele hablar con sus compañeros, siempre esta sedado- reparo en decir la doctora algo pensativa

-¿Se refiere a lo que me dijo?- Milo estaba interesado en saber el no sé qué de ese asunto

-Verán jóvenes, en este hospital encontraran de todo, desde  pacientes con retraso mental y otros con episodios psicóticos, ese es el caso de Camus Acuarios, es un paciente con alto nivel de agresividad

-¿Qué tiene que ver eso con lo que me dijo Ikki?- reitero Milo; Shura aún seguía mirando al joven, ahora, dormido

-No debe de ser importante, por su seguridad le aconsejo que no siga su curiosidad-  recalco la doctora al ver como Milo se entusiasmaba con la respuesta.

El día transcurrió sin pormenores, había llegado la hora de comer y definitivamente Milo no se la perdería 

Asistió a la cafetería donde se encontraban algunos médicos del hospital, familiares de los pacientes, enfermeras y a la derecha casi hasta el fondo Shura, hablaba con un hombre de cabellos castaños, sus facciones eran chinas; Milo ni siquiera lo había notado hasta que ambos caballeros se acercaron

-¿Cansado Milo?- pregunto Shura al ver como el griego se desparramaba en su silla de cafetería

-¿Dónde estabas? necesite ayuda con un paciente-  Shura solo levanto los hombros dispuesto a tomar asiento, indicándole a su compañero de ojos verdes que lo hiciera también

-Milo, él es el doctor Dhoko, es neurocirujano- ambos hombres se estrecharon las manos

-Mucho gusto doctor- dijo Milo tomando de nuevo su lugar, lo mismo que  el ojiverde

-Solo dime Dhoko

-¿Te perdiste solo para hacer amistad con un doctor?- dijo Milo con un tono altanero

-Veras, él es un amigo... un viejo amigo- Dhoko golpeo la espalda del español causándole un quejido

-Tu maestro de facultad, guárdame el respeto

-Pensé que estudiaste en España-  continuo Milo ocultando una risita, Shura aún se retorcía en la silla por el reciente golpe

-Si, al menos mis primeros años- se excuso

La comida llego a la mesa, ambos pasantes se apresuraron a comer, la comida no era de esas de fueran de restaurant apenas tenía sabor la sopa al igual que el agua,  al menos serviría para  calmar su hambre antes de regresar al trabajo; un celular sonó

-Sí, ya voy- Dhoko colgo el teléfono -Bueno caballeros tengo que atender una emergencia, un gusto conocerte Milo

-Igualmente

-Sera de gran ayuda que este aquí- Dijo Shura supuestamente para él, sin embargo Milo lo escucho

-¿Quién?

-Nada

La Doctora Marín del Águila, era una mujer de pocas palabras, sus ojos azules y su cabellera naranja apuntando a rojiza le daba carácter a su persona y su voz firme pero calmada le hacía ver a un más temible. Milo al verla trago duro, nunca se había topado con alguien similar a ella, con esa aura

-Necesito a uno de ustedes dos para que me ayude con un paciente- ambos habían regresado de su almuerzo y a Shura tal pareció que no le daban ganas de trabajar o eso le pareció a Milo en cuanto lo dejo con la doctora con un "Ve tú, yo iré con la doctora Ofiuco" para después marcharse y dejarlo ahí, solito

-Iremos a ver a un paciente que necesita una evaluación; sígame- se dirigieron a una sala gris con camilla en el fondo y una lámpara  de luz blanca arriba de esta

-Buenos días- saludo la médico con voz firme, a Milo le pareció que su nombre iba muy acorde con su personalidad misteriosa; ella se acercaba  a la persona que reposaba en la camilla

-Yo soy la doctora Marín del Águila- se presentó -Y este es Milo Scorpio, un pasante de medicina- dijo apuntando a Milo - Le haremos una evaluación

-Yo no necesito que me valoren- contesto el paciente, que hasta hace unos momentos se mostró pasivo, retirarlo la manta de su rostro dejando ver sus ojos amarillos y el rubio de su cabello, se dirigió a Milo

-Tú- apunto con el dedo en un ademán severo - Me han enviado por ti- se levantó para ponerse frente a Milo que estaba un tanto asustado. No era más alto que el griego pero tenía una presencia aterradora o al menos así lo vio Milo, que comenzó a sudar frio, no entendía porque pero algo dentro de él le dijo "corre"

Una risa por parte del amenazante rubio disperso la atención de unos momentos atrás, la risa era incontrolable y psicópata

-Te lo has creído- dijo el paciente que apenas podía llevar oxígeno a sus pulmones debido a tan estruendosa risa

-Señor Radamanthys, tome su lugar por favor- ordeno la doctora

-Es una paciente con psicosis maníaco-depresiva- aclaro la doctora a un tembloroso moreno; por alguna extraña razón, el miedo se había apresado por completo de Milo, creyó que ese hombre en verdad le mataría

-No tendría porque asustarse Milo, se supone que se ha preparado para todo tipo de situaciones ¿O no se siente capas? ¿Es eso?- pregunto de manera inquisitiva la doctora

-No,  sólo que me tomo por sorpresa- se defendió Milo, con un poco de nervios; no había pasado 9 años en la facultad y de noches en vela para nada, se reprendió

-Procure que "no lo tomen por sorpresa muy seguido"- dijo con sorna la médico -Ya terminamos aquí; no cabe duda, tendrá que quedarse

Ambos salieron al corredor y dieron vuelta en un pasillo donde no había mucha luz; fue en ese instante que  Milo vio una celda al fondo, se quedó mirando quedándose a tras de la doctora del águila, sentía una fuerza que le invitaba a ir hasta ahí

-¿Pasa algo joven?- la doctora se percató de que su pasante ya no estaba detrás de ella, se dio vuelta y miro como Milo, miraba hacia el fondo, comprendió lo que captaba su atención

-Ahí se encuentra Camus Acuarios, le recomiendo que no se acerque

-¿Por qué?- Milo, aun sentía esa atracción disipándola apenas un poco para poder dirigirse a Marín

-Es peligroso, es casi imposible contenerlo cuando tiene uno de sus episodios, ¿no se lo habían dicho antes?- contesto dando por terminada la explicación

-Sí, pero ¿por qué no se pueden acercar a él?- pero Milo no pensaba lo mismo

-No se acerque  - sentencio la mujer, indispuesta a dar más explicaciones se giró sobre sus talones y se dispuso a seguir con su camino. Milo la siguió para no meterse en ningún problema con Saga, su supervisor y maestro (por el tiempo que estuviera ahí)

Milo comenzó a buscar a Shura, quería preguntarle si sabía algo de ese "peligroso paciente" bueno, ambos eran pasantes recién llegados pero puede que Shura tuviera un poco más de información que él

-Shura ¿Dónde estabas?- lo vio acercarse a la recepción, el español tenía la cara llena de avena, el cabello alborotado y los ojos desorbitados, tambaleándose se acerco

-¿Que rayos te paso?- pregunto Milo, sin ocultar su risa, Shura hizo una mueca que le indico al griego que no le veía gracia a su estado

-La doctora Ofiuco- contesto con la voz bajita

-¿Esa mujer te hizo esto?- Shura asintió con la cabeza

-Se enfureció porque la toque de la cadera, evite que se callera - un escalofrío le recorrió el cuerpo al recordar la escena con la avena que era de un paciente y su apresurada huida antes de que la de cabellos verdes le diera alcance, aun le dolían las piernas por la carrera

-Apuesto que esa mujer es virgen- se burló Milo -Si te trato así solo por impedir que se diera una buena en la cara, imagina a un pretendiente intentado tocarla, pobre hombre, seguro ya debe de estar en el hospital rogando por no volverla a ver- Shura hacia ademanes para que Milo guardara silencio que Milo no entendió -¿A ti que te pasa? Parece que aparte de sucio te dejo tonto- dijo al ver como Shura hacia ademanes más exagerados y Milo, seguía sin entender; lo que Milo no sabía era que la doctora Ofiuco estaba detrás de él con un aura asesina

-Me parece muy bien que piense eso de mi- la risa de Milo se quedó congelada en su rostro volviéndolo una mueca de angustia -Señor Scopion, usted me parece perfecto para una tarea que no quiero dejar en manos de otro. Limpiara las rejas de cada celda.

-Pero doctora, ese es trabajo del personal de intendencia- se defendió el griego; una mujer de intendencia pasaba por ahí limpiando los pisos

-¿Me está diciendo que los de intendencia son poca cosa?- la mujer que limpiaba lo miro con enojo en el rostro. No, no habían tenido el día libre.

-No, no dije nada de eso

-Hágalo entonces- condeno la peli verde

Maldecía su bocota, maldecía los jabones baratos y maldecía más a Shura por no decirle nada; las celdas parecían no haber sido limpiadas en muchos pero muchos meses, tenían moho, algunas telarañas y estaban oxidadas las rejas de las mismas

-Este maldito jabón no saca las manchas- cada reja le llevaba cerca de 20 minutos y no eran pocas la verdad; solo le faltaba una y podía irse a casa a descansar un poco tal vez

Esa celda era la misma de unas horas a otras, estaba hasta el fondo y bastante oscura, se sentía un ambiente de soledad absoluta y un silencio capaz de volver loco a cualquiera

-Esta está más sucia que las demás- continuo caminando con fastidio plantaba muy fuerte sus pies en el piso para que se escuchara que realmente estaba molesto

La celda era más fría de lo normal se respiraba un aire de misterios y de soledad; Milo se inco para limpiar los barrotes que eran aún más cafés que los demás, cuando sintió una mano venir desde la oscuridad de la cela para tocar sus enjabonadas manos, Milo dio un respingo y retiro la mano del barrote que fue retenida por la manos más blanca

-No deberías de asustarte tanto o ¿me tienes miedo?- por la oscuridad se asomó una cabeza pelirroja, que tenía un asentó francés, era el mismo paciente que ataco a los médicos. Milo lo miro parecía conocer a esa persona, ahora que lo veía de cerca se le hacía muy familiar

-Tu eres...- no termino la frase, Camus, le dio un leve beso en las manos que a Milo se le volvió nostálgico, miro y ahí estaba una placa que le impedía ver, ésta se sellada por detrás y rodeaba la parte de los ojos

-Hola Manzanita, te he estado esperando- saludo el peli rojo y Milo seguía sin entender nada, aun con eso noto la blanquecina piel de cerca era aún más hermoso, Camus estaba sucio pero eso no le restaba punto a su belleza

-¿Por qué tienes esa placa?-  pregunto Milo. El aludido se limitó esbozar una sonrisa que al griego le pareció sexi

-No lo sé, ¿viniste por mí?- le hablaba con tanta familiaridad como si se conocieran desde antes, el rubio se descoloco un poco para retomar las palabras

-Creo que me confundes, veras yo no soy tu manzanita, yo soy Milo y creí que tú estabas sedado- El pelirrojo abrió los labios para soltar un leve quejido de duda después sonrió

-A mí también me cambiaron el nombre, ahora soy Camus- le explico a Milo.  Camus, estaba teniendo lo que por mucho tiempo deseo, a Kardia de nuevo aun que ahora él no lo recordara pronto lo haría; Milo sintió unas enormes ganas de llorar ahí mismo, de saltarle encima, fruncio el entrecejo extrañado

Algunas imágenes pasaron por la cabeza de Milo, dos chicos uno pelirrojo y otro rubio, tirándose en el pasto jugando uno con el otro, de nuevo los dos chicos comiendo juntos, riendo, llorando, besándose, todo en pequeños flashbacks repentinos

-¿Degel?- pregunto Milo, no muy seguro de lo que estaba diciendo, Camus sonrio al escuchar de nuevo su nombre

-Si Kardia, soy yo- unas pequeñas lagrimas escaparon a través de la enorme placa de metal, podía recordarlo, no lo olvido, no lo dejo solo en aquel momento, estaba justo enfrente de él, no veía su rostro por culpa de esa cosa del infierno que le pusieron para no dañarse, pero ahí estaba, sentía cada parte de él justo enfrente

Milo no supo cómo interpretar eso que sentía muy dentro de él, había tenido muchas mujeres y varios hombres en su cama durante sus años de juventud antes de la facultad, ninguno le causaba a su corazón tantas revoluciones por segundo, estaba plenamente seguro de que en algún lugar alguien decidió que debían de estar juntos

-Yo, debo de irme- Milo rompió el silencio, Camus se entristeció pero entendió eso. El griego  se levantó y camino rumbo a la salida, donde se suponía debía de estar Shura. Sacudió su cabeza confundido

Alguien entre la oscuridad de ese pasillo los estaba mirando, no era un enemigo más bien un aliado que espero el momento oportuno para acercarse a Camus y confortarlo por su reciente hallazgo

-Camus- le hablo atravesó de los barrotes de la celda a la que tristemente lo confinaron

-¿Aspros?- pregunto Camus que ya estaba en su cama, feliz por encontrar a su razón de ser

- Saga- corrigió el mayor -, Si soy yo, ¿vino a verte?- le pregunto el geminiano, Camus se acercó de nuevo a la puerta para tocar a su acompañante, una vez frente a él asintió

-Vino, me recordó- dijo contento el pelirrojo al peli azul -Ahora se llama Milo, ya no es Kardia- formo un pequeño puchero en sus labios, Saga fue le responsable de que no le pusieran su dosis de sedantes ese día al francés, sabía que era ese el momento en que se encontrarían y no sé equivoco

-Eso paso con todos nosotros, yo ya no soy Aspros, ahora soy Saga y Defteros es Kanon, los únicos que conservaron el nombre fueron Dhoko y Shion porque fueron los únicos sobrevivientes y ellos se encargaron de encontrarnos a todos, de recordarnos quienes éramos y lo más importante de encontrarlos a ustedes dos

-Ya entiendo- contesto Camus, algo mareado por la explicación

-¿Yo por qué sigo siendo Degel?- Saga se acercó al rostro de Camus para confortarlo, sintió ternura por él, ternura y lastima

-Tú sabes porque sigues siendo Degel, no me hagas repetirlo de nuevo- unas lágrimas escaparon del menor

-Pero yo quiero que él sea Kardia

-Es Kardía aunque ya no lo recuerda

-¿por qué?-

 

Fuera del hospital, Shura se ofreció a llevar a Milo a su casa, después de todo se sentía algo culpable por lo que le paso

-Te tardaste mucho- el auto de Shura no era nada feo un mercedes plateado nada más y nada menos

-Las celdas estaban muy sucias, gracias por avisarme- Milo iba pensando mucho él lo que le paso ahí dentro, eso lo noto Shura que ya sabía todo de ante mano, gracias a un buen Saga

-Yo intente callarte pero parece que no entendiste- se defendió Shura, que daba vuelta en una avenida según las indicaciones del griego

-Parecía que bailabas- comenzó a hacer ademanes graciosos mofándose de Shura al que le dio gracia lo que hacía su joven compañero

-Pues ya ves que no bailaba- contesto Shura con una risa contenida  mientras le enseñaba el dedo corazón a otro auto que no avanzaba y daba una última vuelta en una esquina para llegar al destino de Milo

-Eso me pareció, además no fue tan malo como parece- continuo Milo, antes de bajar del auto para dirigirse a departamento

-¿Por qué?- EL español tenía la esperanza de que lo que Saga, había planeado se diera por fin

-De ese paciente del que todos hablan- dijo Milo, y Shura asintió con la cabeza indicándole que continuara -Hable con él, es bastante tranquilo- camino hasta la puerta para invitar a Shura a pasar pero este se negó despidiéndose en un rápido ademan. Milo no se preocupó, tampoco es que tuviera ganas de desvelarse al día siguiente volvería a tener guardia en el psiquiátrico

La casa de Milo, no es que fuera muy grande pero si era acogedora. Se tumbó en el sillón después de dejar sus llaves en un estante cerca de la puerta y se disponía a ver la televisión antes de que un ruido en su sótano lo alertara. Salió a ver qué pasaba, posiblemente el gato de la vecina se había vuelto a infiltrar en su casa y tendría que sacarlo antes de que de nuevo rasgara las cajas que estaban ahí

-Misifus- comenzó a llamar Milo, pero no obtuvo un maullido como respuesta sino un gruñido de un animal, al parecer no fue un gato el intruso sino un gran y enorme perro tricéfalo que respiraba detrás del oído del griego que estaba estático pidiéndole a sus piernas que se movieran para poder mirar a la bestia babeante

-Buenas noches Kardia

Notas finales:

Los rews son gratis


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