Haruichi sollozaba quedito en el asiento de atrás mientras que Ryo iba sentado en el asiento delantero viendo por la ventana. No quería enfrentar la mirada de su madre y sentirse aun peor, cada tanto se limpiaba furioso los ojos, no quería seguir llorando. Momoi permanecía callada. Cada tanto pasaba la mirada por sus dos niños, a pesar de ser pequeños, se daba cuanta lo mucho que habían crecido. Había quedado fascinada al verlos en el campo, afrontando un reto tan grande como la final. El recordar esa imagen también a ella la hizo entristecer y recordar.
-¡ooh! ahora que lo pienso, creo que primero haremos una parada en el hospital, necesitan revisar tu pierna Ryo-chan –el nombrado se volteo bruscamente para afrontar a su madre. Claro, a ella no se le escapaba ni un solo detalle
-no hace falta, estoy bien, solo tendré que ponerme un poco de hielo. No quiero ir al hospital y tener que explicar… lo que paso
Momoi hizo un puchero pero no siguió insistiendo, sabía que no estaba tan mal, aunque a ella le hubiera gustado tener la opinión del doctor. Llegaron hasta su edificio y pasaron por la recepción, los dos jugadores pasaron con la mirada viendo al piso, evitando hablar con el portero, era un señor mayor, siempre preguntaba por los resultados de sus juegos. Ese día ninguno de los dos quería decir aquella terrible palabra. Por supuesto el portero había visto el partido y solo le dedicó una sonrisa triste a Momoi, que expresaba el propio pesar del señor. Asintió con la cabeza y subió hasta su departamento.
En cuanto entraron a su casa, Haruichi se deslizo a su cuarto en completo silencio, mientras que Ryo se quedo de pie a medio camino de la cocina y la sala. Apretó con fuerza los labios, no tendría porque haber vuelto a casa, así no tenían que haber sido las cosas. Momoi lo abrazó por la espalda y lo apretó cariñosamente. Aun traía unas bolsas en las manos, el olor le hizo saber a Ryo que su madre había comprado la cena, por lo menos no intentaría someterlos a la tortura de comer sus guisos. Ryo suspiro con fuerza controlando las lágrimas que ya se juntaban en sus ojos
-no hace falta que te contengas, sé que esto es difícil y nadie va a creer que eres menos fuerte porque llores, al contrario, mostraste una entereza impresionante al asumir lo que te estaba pasando
-jum eso no cambio nada al final.
-puede que no, pero nadie te podrá decir que no lo intentaste –Ryo solo apretó los puños, eso no alejaba la tristeza
-mmm ¿y papá?
-ayer que hable con el me dijo que llegaba antes del juego, pero hoy en la mañana me aviso que se había retrasado su vuelo, lo más seguro es que llegue por la noche. Me dijo que no le importaba cual fuera el resultado siempre y cuando desquiciaran un poco a Mei y creo que si lo consiguieron.
-mmmm, bueno por lo menos no llego para ver tan lamentable resultado
-¡moo Ryo-chan no seas así! Estoy intentando animarte y creo que terminaré llorando
-ya, ya, mamá lo haces bien, solo que… es muy pronto –Momoi sonrió y depositó un suave beso en la frente de su hijo
-lo sé, lo sé, tomate tu tiempo, nadie va a presionarte
Lo soltó para ella llevar la comida a la cocina mientras que su hijo subía sus cosas a su cuarto. No escucho cuando el celular de Ryo sonó. Ryousuke se encontraba a la mitad de la escalera cuando sacó el celular, era un mensaje de su padre
De: Papá
Para: Ryo-chan
Asunto: Partido
Ryo ¿como estas? ¿Cómo terminó el partido?
Las manos del menor comenzaron a temblar pero aun así respondió
De: Ryo-chan
Para: Papá
Asunto: Partido
Lo siento, perdimos
En ese momento fue como si la realidad lo hubiera golpeado. Si, había estado llorando y si, sabía lo que había pasado pero verlo escrito frente a él era como terminar de admitir que era cierto, que no era una pesadilla o una remota posibilidad. Era la verdad, tan dura y cruel y a la vez contenida en una sola palabra. No se dio cuenta en qué momento dejó caer la mochila y el celular. Momoi salió al escuchar el ruido, solo para ver a su hijo comenzar a llorar con verdadero sentimiento, en ese instante dejo de contenerse y permitió que sus lágrimas rodaran sobre sus mejillas mientras sollozaba con fuerza. Llevo sus manos a sus ojos y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo.
Momoi comenzó a llorar mientas subía las escaleras. Se sentía tan impotente, no podía hacer nada. Se sentó junto a su hijo, lo atrajo hacia ella y lo escondió entre sus brazos mientas que él se abrazaba a su madre con todas sus fuerzas. Quería que alguien le quitara ese horrible sentimiento del pecho. Pero no parecía existir palabras suficientes para consolarlo, había perdido un sueño, uno por el que había trabajado incansablemente y no solo los años que llevaba en Seido sino todos los años que había jugado beisbol. No podía terminar de entender que en un instante simplemente ya no estuviera.
-Ryo, tranquilo, no pasa nada. Cuando un sueño termina, es porque otro más grande está a punto de comenzar. Eso siempre tienes que recordarlo. No sé que pueda decirte para hacerte sentir mejor y sé que en este instante no hay nada que alivie la tristeza que sientes pero tienes que saber que te amo y que para mí siempre has sido invencible… daría cualquier cosa por no verte así.
Dos personas veían la escena desde distintos puntos, Haruichi, se aferraba a la manija de su cuarto mientras los observaba desde la planta alta. Mientras que Shouichi los observaba desde la entrada, había visto el mensaje de su hijo. Se imaginaba lo que estaba pasando pero no estaba preparado para ver a su hijo mayor llorar tan desconsoladamente. Simplemente era algo que no podía imaginarlo…