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Demencial Cordura por Verdadero98

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DEMENCIAL CORDURA


CAPÍTULO 6


Al mando de la voz de Nagi Artai, cada uno de los empleados queda confinado en su respectiva habitación, dejando solitarios los pasillos, resguardándose de lo que camina en Garderobe. Las cámaras de seguridad graban, pero, quienes les vigilan son recorridos por un lento escalofrió.


Gotas escarlatas caen al piso, trazando un claro rastro del camino que lleva Natsuki. Ni siquiera Shizuru entiende lo que está haciendo. Las cosas no encajan, desde el punto de que nadie sale a "regresar a la loca a su sitio", a, el que es como si lo que le contaron fuera una historia ficticia y la protagonista de tan brutal relato caminase justamente a su lado con perturbadora tranquilidad. Entornados en sangre los ojos y aun así indiferente a lo ocurrido; o bueno, eso piensan todos porque en realidad por dentro el enojo hace hervir el líquido de las venas, quiere venganza, quiere duplicar lo que le hicieron en el confinamiento.


Viola adquiere nerviosismo bien justificado. Para su desgracia, esa moral algo retorcida que tiene, pues no le impidió mentirle a Mai para conseguir su objetico, le obliga a atender las heridas de la paciente que es responsabilidad suya. Teniendo la posibilidad de sentir nervios ajenos, Natsuki le mira por el rabillo del ojo, acción de la cual su psiquiatra no se da cuenta.


-¿¡Por qué no manda a los guardias a encerrarle!? ¡Debemos confinar a Kruger Natsuki!-. Con dichas palabras, destello de indignación relució en ojos rosa.


-No sabes lo que dices Takeda-. Nagi, envuelto en aire cínicamente tranquilo, calla al hombre que exige encierren a la herida. –Es obvio que no entiendes la situación-. Habla retirando la vista del monitor.


-¿De qué habla director?-. Pasa saliva, acrecentando sus nervios con cada paso dado por Natsuki.


-Para cualquiera Kruger es un potente riesgo. Con Shizuru Viola tiene un comportamiento distinto-. La perspicacia del hombre le empuja a detectar que los orbes verdes, tan vacíos y llenos de demencia a su punto de vista, a una sola persona miran sin deseos de muerte. –Está relativamente tranquila-. Takeda siente la intimidación impresa en esas palabras. -¿Quieres averiguar que sucederá de enviar guardias?-. Pasaría saliva, de no tener completamente seca la boca. Nervioso, intimidado, atemorizado de solo pensar en seguir viendo a la propietaria de violento pasado. –Te garantizo que nadie querrá verle enojada-.


El camino que siguen es distinto al que les guiaría a los baños o a la enfermería. Es la ruta hacia la habitación de psiquiatra. De reojo vigila a Natsuki. Confundida ante la conducta tan pacifica e indiferente. Un escalofrío le recorre, cruzando por toda la columna vertebral; ¿y si aquello es un plan de Kruger?


Sacude la cabeza, queriendo sacarse de esta dicha idea. Para idear un plan la mente debería estar sana ¿cierto? Pero… nadie sabe cómo funciona la mente en cuestión.


A pocos metros de la puerta destinada la garganta se le seca, por un lado lo agradece pues no sabe que palabras podría decirle a su acompañante. El ruido producido por goteo se incrusta en lo más profundo de su cabeza. Pero, pese cada detalle le grita las cosas pintan mal, Shizuru posee ese rasgo que posiblemente le terminara por desgraciar: Su insaciable curiosidad.


La pérdida masiva de sangre debería menguar sus fuerzas. "¿Por qué camina con facilidad?" Cuestiona. "¿Por qué no intenta escapar?" Pues en caso de esa mínima posibilidad de tener cordura, lo más lógico sería intentar obtener la libertad. "¿Por qué le estoy llevando a mi habitación?" Justo cuando abre la puerta.


Los trabajadores de Garderobe preparan todo para comunicar a la familia Viola sobre el fallecimiento de Shizuru. Dentro de la habitación no existen cámaras.


Con la fracturada nariz y el concentrado aroma a sangre predominando en fosas nasales, detecta el olor que desprende su psiquiatra impregnado en cada rincón dentro de esas cuatro paredes. Rápidos vistazos en puntos clave bastan para confirmar ahí nadie les vigila. Suprime una sonrisa, dejando en duda si es por estar la habitación de Shizuru o por pararse en un punto ciego. De haber aparecido, las comisuras enmarcarían una curva para nada alentadora.


-Eso no pudiste hacértelo tú-. La tela empapada remarca al cuerpo, Shizuru le mira, tragándose suspiro. ¿Una locura? Irónicamente si pero no puede dejarle con esa ropa. –Solo… quiero ayudarte-. Pronuncia, acercándose con el pensamiento de que quizá con cachorro herido, Natsuki intente morder la mano de todos por culpa de la que le causó daño. No quiere ver tal cantidad de sangre.


-Entiendo-. Aun es raro, muy desconcertante escuchar respuestas. –Entiendo Shizuru-. En medio del casi completo silencio solo interrumpido por el goteo, manos son colocadas en los seguros de la camisa de fuerza. "¿Qué estoy a punto de hacer?" Detiene movimiento bajo la expectante mirada. "Estas por liberar a la bestia" Dice una voz. "Según su historial, podría matarme" Los dedos titubean, dando lugar a que la suprimida sonrisa de Natsuki quiera aparecer, sacando pesadillas a flote. Recordando los relatos de Mai es difícil creer esa niña y la joven ahí presente fuesen la misma. "Pero ella a mí no me ha hecho nada." Lógica contra retorcida moral. "Es mi deber ayudarle" Los seguros son retirados.


A decir verdad, Shizuru es notablemente más alta pero al Natsuki erguir la espalda siente empequeñecerse. Expulsa aire por la boca, y, cualquiera podría jurar se escuchó cual gruñido; Viola parpadea asegurándose de que no es un sueño, por que dicho gruñido realzo la idea de haber liberado a la bestia.


La camisa de fuerza resbala lentamente, tampoco es como que Kruger de mucho de sí para quitarse la prenda; está más ocupada en clavarle la mirada a silenciosa castaña. Otra exhalación, con ella Natsuki comprueba la ausencia del blanquecino vapor. A la otra, los músculos parecen fallarle. Inmóvil observa los leves movimientos de peli-azul intentando predecir lo impredecible.


"Sigue entumecida, no podrá quitársela sola" Cual golpe con mazo de hierro. Evita rechinar los dientes, evitar morderse el labio, en lugar de eso toma algo de aire. "Deberías de ayudarle Shizuru" Más sin embargo, en realidad carece de miedo. "Es tu responsabilidad" Motivación suficiente ver las pulsantes heridas que adivina con facilidad a la propietaria le escocen.


-¿Puedo acercarme?-. Bastantes guardias y enfermeros ya le trataron con menosprecio, manejándole cual vil objeto en un almacén. Así sea solo ella, solo una sencilla psiquiatra atada a complicada paciente, quiere devolverle algo de control sobre sí misma. Ya fuese solo la decisión de permitirle a ella acercarse o no.


Leve asentimiento de cabeza le autoriza.


Controlando la respiración, pues su interior le grita el mínimo cambio de la típica acción puede ser detectado y de ser muy desafortunada también detestado. Coloca ambas manos en la prenda deslizando esta por los entumecidos hombros. ¡Y con razón dicho estado! Debajo de la camisa de fuerza, únicamente una delgada playera de tirantes. "¿¡Cómo no ha muerto congelada!?"


-Debes lavarte-. Las manchas traspasaron hasta darle tono rojizo a porciones de piel.


-Shizuru-. Solo eso pronuncia dando la vuelta, emprendiendo paso a la única puerta que por lógica debe ser el cuarto de baño.


-¿Qué?-. Siente cada uno de sus vellos se erizan, un temblor le embarga. La perturbación de Shizuru no es acreditada a esos suaves pasos, tampoco a las gotas que manchan el suelo de la habitación, ya ni siquiera la permanente huella de muerte en los ojos de Kruger. El comienzo del horror es sembrado en lo más hondo de su interior; la curiosidad ahí habitante le da la bienvenida.


La espalda tintada de tono rojizo; ve deformada la tez mediante marcas que debieron ser hechas por látigo que en su tiempo destrozo carne e hizo palpitar a carne viva. –Shizuru-. Sale de la estupefacción.


-Voy Natsuki-. Comienza a ser inevitable ver víctima donde todos ven victimario.


Kruger, bajo atenta mirada, que nada compete a intenciones carnales pues es solo curiosidad materializada en orbes, coloca pies desnudos dentro de la ducha y gira el grifo. Shizuru vuelve a confirmarse mentalmente que tales heridas no fueron de propia mano. Garderobe le miente y lo hace desvergonzadamente. Un gran moretón que cubre el costado derecho, fijando atención, la oscurecida piel palpita dando como resultado el debatirse sobre que es peor: la sangre que viaja al drenaje o las heridas de las que esta proviene.


-No fuiste tú misma, ¿cierto?-. Las frías gotas de agua son incrustadas en el cuerpo que no se inmuta ante el contacto. Tanto tiempo en ese cuarto que el calor ha pasado a ser algo desconocido. La dura verdad es que pese su persona experimenta los estragos de la gélida temperatura, a la mente pasa desapercibido dicho clima despiadado, para Natsuki puede estar a 30°C o a 1°C y le dará igual. Inclina el rostro en dirección de la voz.


-No-. Palabra sencilla, tosca en esos labios. A modo acusatorio ve y no ve punto entre esas paredes. La indiferencia, la conocida falta de emociones por primera vez le da duro golpe a Shizuru. –Alguien entro a Garderobe-.


Creer o no, en algo que muy posiblemente sea un delirio.


Pero… Natsuki Kruger supuestamente no delira.


O eso decían los mentirosos de Garderobe.


¿Entonces?


Ambas cosas podrían ser mentira.


O las dos cosas duras verdades.


Quizá pide mucho al solicitar esa lengua suelte más palabras. -¿De qué hablas?-. Natsuki gira el grifo cortando flujo de agua. Ninguna otra palabra sale, y Viola sabe es inadecuado intentar forzar oraciones.


La psiquiatra procede a curar las heridas, asombrada ante la tranquilidad que expira supuesto depredador. Pareciendo amigas de hace años, Kruger deja la mayor le toque libremente. Las cosas no pintan fácil; hacerse cargo de grandes moretones pulsantes, un labio roto y una nariz fracturada. Sin presentar quejas, Natsuki dedica los minutos a observar.


"Shizuru, Shizuru, Shizuru, dime ¿de qué color es la sangre?"


La última venda es colocada y con ella llegan nuevas palabras. –No es nadie de este manicomio-. Arrastra la oración al pronunciarla, dejando bien claro el susodicho le desagrada. En esta ocasión lo desconcertante para castaña, es la otra sepa el sitio en que habita. –Es ajeno a Nagi, Tate o Takeda-. Hace mucho tiempo que no pronunciaba tantas palabras.


Maldito, maldito instinto que le impulsa a querer saber más.


-Ellos nunca se presentaron-. Sentadas una frente a la otra. Debe llevarle de regreso al K-17, pero, ahí nadie hace lo que le corresponde. -¿Cómo sabes sus nombres?-. Quiere saberlo pero al mismo tiempo presiente la respuesta estará fuera de su agrado.


-Lo leí-. "¿Lo leyó? ¡Los gafetes!" Cada trabajador les usa. Pero en Garderobe los pacientes no tienen antecedentes de haberles prestado atención. La mayoría ni siquiera saber leer.


"Shizuru, piensas en cordura y demencia, decirme ¿sabes acerca de felicidad?"


Un silencio cae sobre ellas. Intercambio de miradas. Natsuki exhala y de nuevo se escucha como genuino gruñido. A Shizuru los músculos se le tensan pues el aliento de Kruger le dio de lleno contra el rostro. Una amenaza, lo sabe, ese respiro es solo advertencia.


"Tus ojos son sanguinarios, no como los míos pero los tuyos son rojos"


Agradecen las cámaras estén fuera de la habitación. Cada una por distintos motivos.


"Dime Shizuru, ¿conoces el dolor? ¿Has escuchado gritos de agonía?"


-Parece como si la mentira creciera. Lo que me dicen que eres-. Ahora sí deja escape el suspiro que minutos atrás sofoco. –Natsuki, ¿en realidad enloqueciste?-.


-¿Por qué lo preguntas?-. El sueño de un delirio quizá.


-Porque estás aquí, porque todos lo dicen de ti-. La pesadilla de una realidad podría ser también.


-Muchos hablan de mí-.


"Lo recuerdo perfectamente, las lenguas de los imprudentes. Imbéciles, ¿Saben interpretar los gritos? No lo creo."


-¿Y tienen razón?-. Algo de verdad oculta entre mentiras.


-Lo dejare a su opinión, psiquiatra Viola. ¿Cree que yo he enloquecido?-.


"Podría estar siendo solo un peón de Natsuki. O podría ser la primera en escuchar a una mente acusada de desvariar sin hacerlo"


-El loco no se pregunta si lo está-. Respondió con la frase que muchas veces escucho.


-Ahí tienes tu respuesta entonces-.


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