Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

X-Milagros. por samuesselmo

[Reviews - 45]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Dioooooooos! Volví! En forma de Fanfic! Alguien todavía quiere leer esto? u.u En fin, el punto es que volví!

 Lamento muchísimo no actualizar en tanto tieeeempo! 

No tenía la inspiración, las ganas ni el tiempo para escribir. Además estoy preparando otros futuros fanfics para volver con todo :) 

Un Omegaverse para el futuro y algo para Shingeki no Kyojin :D

Les dejo mi página del facebook por si desean darse una vueltita, y si quieren hablarme y exigirme que actualice mucho más seguido... Si quieren, sino bueno... No tengo nada acerca de lo que escribo en mi página en realidad, simplemente subo dibujos.

https://www.facebook.com/manosporcelana/

—Aka-chin, es aquí –Luego de una larga mañana, luego de tanto buscar, Atsushi y Akashi habían llegado hasta una pequeña casita en el medio del campo. Gracias al olfato que del oso lograron encontrar la fuente del aroma cálido que Murasakibara nombraba como “olor a mamá”.

—¿Esto? –Chistó molesto el pelirrojo observando su entorno, no había otro lugar que se pudiese apreciar. Se acercó aún más hasta la choza, sin sentir los dedos de sus pies quemarse con el frio de la nieve –Espero que no perdamos más tiempo –Murmuró Akashi alzando las manos para comenzar a hacer temblar la madera y la piedra que cubrían las paredes y el techo de la casita del campo.

—E-espera, Aka-chin –Intentó hablar Murasakibara, pero al ver la mirada retadora y determinada de su amante prefirió bajar la cabeza –creo que allí dentro hay una mamá y un bebé.

—Deja de balbucear, Atsushi –Akashi lo observó penetrante por un segundo, para luego continuar empujando y destruir poco a poco el lugar.

 Dentro de la casa Nebuya y Teppei se habían puesto en guardia. Habían comenzado a sentir una especia de temblor, seguido de un ruido incesante que provenía de las paredes. Los había invadido una cortina de polvo, que apenas se despejó después de unos largos segundos dejando ver el cielo nublado. Todos se pusieron de pie entonces, incluso Reo con Kotaro en brazos que sollozaba contra el pecho de su progenitor.

—Daiki, ellos son… -Tetsuya susurraba a su hermano, pero éste lo calló con una mirada, porque él sabía quiénes eran esas personas y podían ser muy peligrosos -¿Qué hacemos?

 Cuando Akashi los observó, primero confundido, rió a carcajadas poniendo tenso a más de uno allí, incluso Murasakibara se sentía nervioso -¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí?

—¿Estas son las personas que los perseguían? –Preguntó Kiyoshi a Aomine. El mayor estaba preocupado sobre cómo iban a terminar las cosas. No quería pelear con nadie, pero tampoco quería que su familia resultara herida. Con sólo ver lo que ese pelirrojo había hecho con su hogar, no dudaba que se trataba de alguien muy fuerte, tan peligroso.

—No exactamente… -Respondió el moreno tomando la mano de su hermano menor.

—Ustedes artificios, necesito respuestas –Habló en voz fuerte y clara el pelirrojo atrayendo la atención de los demás –Díganme qué planea hacer Nijimura y en dónde se encuentra.

 Reo tembló al escuchar ese nombre. Cuando estaban en las instalaciones realizando pruebas, hace un año, había escuchado algo sobre aquel hombre. Sin embargo, ninguno de sus compañeros sabía siquiera la apariencia de aquella persona –Escucha, c-creo que debes de tranquilizarte –Habló por fin Mibuchi haciendo un paso al frente, sorprendiendo a todos, especialmente a Nebuya que lo observaba preocupado –Nosotros no tenemos idea de lo que está pasando. No sabemos qué quiere ese hombre, pero…

 —¡Necesito saber dónde está el monstruo que arruinó mi vida por completo! –Lo calló Akashi de un feroz grito al no escuchar la respuesta que esperaba, haciendo temblar la nieve a su alrededor.

—No eres el único que pasó por eso –Habló esta vez Aomine, intentando que su voz no sonase trémula.

—Sólo están haciéndome perder el tiempo –Chistó molesto el pelirrojo volviendo a alzar las manos, con el objetivo de hacer desaparecer a los demás.

—¡Aka-chin! –Interrumpió Murasakibara tapando los ojos dicromáticos con ambas manos –No puedes hacer eso, ahí hay un bebé.

 Cuando la pareja comenzó a discutir los demás se miraron entre ellos con algo de pánico –Debemos escapar por el refugio, ir a la ciudad –Habló Kiyoshi de manera firme –Nebuya, llévate a todos, intentaré distraerlos – Ante aquellas palabras había duda en ojos de todos.

—¡Agh! –Al escuchar un fuerte golpe, todos giraron a ver lo que ocurría. Seijuro estaba teniendo un mal temperamento, incluso con su amante. Para Akashi fue sencillo sacarse a Murasakibara de encima, arrojándolo contra el tronco de un árbol con fuerza -¿Aka-chin?

—¡Piensa bien de qué lado estás, Atsushi! –Exclamó el joven para volver su atención a sus víctimas. Sus ojos brillaban intensamente de la furia que corría por sus venas, acompañados de un par de lágrimas.

—Él no está bien, necesita ayuda –Murmuró Reo mirando con cuidado el delgado cuerpo de Akashi. Su cuerpo simplemente estaba siendo tapado por un saco que le llegaba a las rodillas, y la porción de pierna que podía apreciar se estaban tornando moradas a causa del frio –Le duele tanto…

—No podemos hacer nada, Reo –Respondió Teppei observando las lágrimas que corrían por las mejillas del pelirrojo –Está ciego de la ira, es muy peligroso.

 Akashi volvió a alzar las manos, pero algo atrapó y ató por completo sus manos, desorientándolo. Hanamiya salió desde atrás de los escombros para distraer al pelirrojo con un fino pero fuerte hilo -¡No se queden allí parados! ¡Corran! –Exclamó Makoto tirando de su telaraña para hacer caer a su presa. Los demás no dudaron en correr para atravesar el pasillo oculto que lo llevaría hasta la ciudad más cercana. Nebuya cargó en brazos a Reo junto con Kotaro al ver que éste no era tan rápido. Pero Teppei y los hermanos Aomine permanecieron estáticos, observando a un poderoso Makoto, porque a pesar de no ser tan alto y grande, logró hacer tropezar y arrastrar a Akashi con bastante facilidad.

 —Hana-chan… -Kiyoshi estaba nervioso de que Hanamiya perdiera el control, mirando que poco a poco el azabache comenzaba a salivar su tóxico veneno.

—¡Dejen a Aka-chin en paz! –Rugió Murasakibara de pie al árbol contra el cual fue arrojado. Lo rodeaba un aura atemorizante y la frustración estaba plasmada en su rostro. Con sus largas piernas no tardó más de dos segundos en acercarse a Makoto, quien sorprendido por su velocidad recibió un fuerte golpe arrojándolo lejos de los más.

—¡Hanamiya! –Teppei no dudó en correr para socorrer al azabache, que sostenía su pecho con uno de sus brazos -¿Puedes ponerte de pie?

—Creo que el maldito me rompió un par de costillas –Bufó molesto poniéndose de pie rechazando la ayuda de Teppei.

 Akashi ocupó su atención a la pareja que lo interrumpió. Estaba  apunto de atacarlos cuando sintió un agudo dolor en sus piernas, proveniente de un gélido hielo que comenzaba a cubrirlo. Giró la vista para ver de dónde provenía, cuando sus ojos se cruzaron con la inexpresiva cara de Tetsuya –Estoy harto de todos ustedes –Masculló levantando en un parpadeo todo el hielo y la nieve que los rodea. Tetsuya fue también empujado, pero Daiki logró atraparlo entre sus brazos, cayendo ambos lejos de los demás.

—Ve a la ciudad junto con los otros, Hana-chan –Habló serio el castaño al ver que el pelirrojo volvió a mirarlos.

—¡No seas idiota, ellos van a…!

—¡VETE! –Exclamó Teppei, sorprendiendo al azabache porque jamás le había gritado de esa forma a nadie –Vete y no vuelvas…

 Los ojos de Hanamiya se habían humedecido y se mordió la lengua para no evitar llorar. Sin mirar atrás corrió hasta los escombros que quedaron de su antiguo hogar, y escabullirse entre ellos para adentrarse al pasillo que lo llevaría con sus otros compañeros. Mientras que Kiyoshi recibía la paliza de su vida, hubiera sido así de no ser por el milagro de volverse completamente de acero. Los golpes que recibía de Murasakibara no eran lo suficientemente fuertes para su cuerpo, hasta que este lo arrojó contra la fría nieve.

 Teppei logró alzar la vista para visualizar a los dos hermanos Aomine, observando asustados la escena –No miren. Corran –Susurró el castaño, y ellos comprendieron el mensaje leyendo sus labios. Aomine cubrió los ojos de su hermano para salir de allí en silencio, adentrándose en el bosque que empezaba detrás de ellos. Kiyoshi al verlos irse suspiró aliviado y volvió a concentrarse en Atsushi. Con fuerza se levantó continuando ignorando los golpes del más alto, y con una llave logró enterrar al oso entre la nieve.

 Cuando el milagro artificial se puso de pie observó a Akashi con detenimiento –Estoy impresionado que un milagro artificial tenga un poder como el tuyo –Habló tranquilo el pelirrojo levantando una de sus manos contra el castaño –Pero es tan patético que desperdicies tu vida por personas que ni siquiera merecen existir.

—Ellos son mi familia, mis compañeros, y los protegería hasta con mi alma –Respondió apretando sus manos hechas puño. Sin embargo, una presión en su pecho lo desconcertó por completo y volvió a prestar suma atención a la mano del menor.

—Eres tan patético –Rió el pelirrojo con una sonrisa siniestra en el rostro –Crees que eres indestructible, por fuera, pero por dentro eres frágil. Espero que tu “alma” siga cuidando a tu “familia”.

 Tras decir aquellas palabras Akashi miró seriamente al castaño, cerrando su mano lentamente para aprisionar y destruir sin piedad el corazón de Kiyoshi. Para él fue sólo un segundo, un suspiro salió de entre sus labios para después caer sobre la fría nieve a mitad del campo. Murasakibara pasó saliva al ver la escena, incluso su estómago se sentía revuelto y un nudo en su garganta le impidió hablarle al pelirrojo. Con lentitud olfateó el aire sin llamar la atención de su amante. Suspiró bajando la cabeza al percatarse de que alguien los observaba.

—Volvamos, Atsushi. Hay que buscar a la víbora de Midorima.

 Cerca de allí, escondido entre escombros se encontraba sollozando un azabache, temblando y sosteniendo sus rodillas hasta su lastimado pecho –Kiyoshi… -Masculló, sintiendo el frio invadir sus piernas desnudas bajo su kimono –Idiota, idiota, idiota… -Al final rompió a llorar quedánse en la misma posición por un poco más de tiempo. Necesitaba pensar, ¿debería volver con los otros? Si volvía, ¿qué podía decir? Él no hizo nada para ayudar a Teppei, sólo se quedó allí, observando todo. Porque lo había invadido el miedo y se odio mucho más por eso.

 

.

.

.

.

 

 Se habían trasladado a su casa de campo para alejarse del trabajo, porque después de varios años intentando conseguir su objetivo se merecía un largo descanso. Nijumura estaba disfrutando a pleno las vistas que le ofrecían aquellos ventanales, un hermoso paisaje nevado junto a un atardecer anaranjado. Su embarazo estaba avanzando muy rápido y se notaba su hinchado vientre, que acariciaba con mucho cariño, con una sonrisa en el rostro. Mientras que con su otra mano acicalaba con cuidado los cabellos pelirrojos de cierto muchacho –Es bueno relajarse de vez en cuando, ¿no lo crees, Taiga? –Preguntó el azabache suspirando sin dejar de ver el paisaje.

 Recostado a su lado y disfrutando de las caricias que le otorgaba el mayor, Kagami Taiga, observando igualmente atento de las vistas. Kagami era ya casi todo un adolescente, con catorce años cumplidos recientemente. Se trataba fundamentalmente de una creación de Nijumura, porque él lo hizo quien es. Los padres de Taiga eran dos milagros muy diferentes, pero entre ambos crearon al joven Taiga. Su madre tenía un milagro sumamente poderoso, la capacidad de crear fuego con sólo pensarlo, porque en su interior existía una flama eterna. Mientras que su padre poseía un milagro animal, un gran tigre de bengala. Y Kagami era la mezcla exacta de los dos, un caso muy raro y exótico ante los ojos de Shuzo.

—Nijimura-san –Habló el pelirrojo después de un largo silencio -¿Cuándo podré salir?

 El azabache sonrió aún más. En la voz de Kagami no había emoción alguna, como si se tratase de una simple máquina -¿Quieres dejarme sólo, Taiga? –Preguntó con un puchero el mayor, incorporándose para ubicarse encima del cuerpo del menor. Kagami desvió la mirada con un sonrojo en el rostro tensionándose completamente. No era la primera vez que Nijimura lo acosada de esa forma, inclusive le había robado su virginidad, aunque celebraba que sólo hubiese sido por delante. Suspiró al recordar su primer encuentro, recordaba lo nervioso y asustado que estaba –Estás tan caliente, Taiga. Me haces sentir muy bien –Le Susurró el mayor al oído.

—Es que… Usted dijo que yo…

—Agh… lo sé –Chistó molesto separándose un poco del cuerpo del menor. Y a los pocos segundos su hijo entró con mala cara a la habitación de su padre. Nijimura sonrió un poco al verlo, amaba esa cara de celos que ponía cuando estaba con otros -¿Por qué esa cara, cariño? –Preguntó algo divertido el mayor. Pero Haizaki no respondió, simplemente se acercó a su padre para propinarle un profundo y jugoso beso que lo dejó sin aliento en un instante.

—¡Nos vamos! –Exclamó Shougo tomando a Taiga del brazo para alejarlo de su padre a una distancia segura –Buscaremos a esas mierdas de milagros y los eliminaremos, ¡a trabajar! –Empujó más lejos a Kagami haciéndole retroceder nervioso. Ya conocía muy bien el carácter del hijo de Nijimura y era mejor no llevarle la contra. Aunque en ese momento se sentía algo aliviado al haberlo “salvado” del mayor. Miró atento a los mayores frente a él y volvió a sonrojarse. La pareja de padre e hijo estaba besándose una vez más.

—No tardes mucho, cariño –Murmuró Nijimura mordiendo los labios de su hijo –Quiero que estés conmigo cuando dé a luz a tu hermanito.

—Tardaré lo que tenga que tardar –Shougo se alejó de su padre para volver a tomar del brazo al menor. Kagami se removió incómodo al sentir su boja siendo invadida por éste, que agresivamente chupó y mordió su lengua provocándole arcadas. Al terminar, el mayor le sonrió con malicia. No era difícil para Haizaki conseguir muchos milagros a la vez –Wow… Siento que ahora podría quemar un edificio entero –Rió dejando ver que sus caninos habían crecido y cambiado, al igual que su mirada felina.

—Hablo enserio, Shougo. Si tardas demasiado mandaré a mi lindo Demonio –Dijo frunciendo el ceño Nijimura, desaprobando la actitud de su hijo.

 Haizaki le respondió con un rugido que hizo temblar hasta el suelo, para después salir corriendo del cuarto y empezar su misión. Kagami permaneció estático en su lugar. Sabía que el milagro de Shougo podía copiar los milagros de los demás si se transmitían por la saliva, pero no sólo “copiaba”. De alguna forma lo mejoraba, su milagro potenciaba su poder y era mucho más agresivo –Nijimura-san… yo…

—Vete, Taiga –El mayor volvió a tomar asiento frente al ventanal, contemplando ahora el cielo estrellado. Ya era de noche, pero era la mejor hora para cazar, en la oscuridad silenciosa.

 Kagami miró por última vez el rostro de Nijimura esa noche, tan solitario, pero perfecto a la vez. Dio media vuelta y salió del cuarto con la cabeza en alto, dispuesto a terminar el trabajo que había comenzado el mayor. Ni siquiera sentía el frío de la nieve y los copos que caían sólo llegaban a él como simples gotas de agua. Bajo él, a medida que se adentraba entre los desnudos árboles del bosque más cercano, la nieve se derretía, dejando asomar el pasto verde.

 —Y ahora… ¿dónde estarán? –Se preguntó el pelirrojo olfateando entre el frío aire –Oh… Tetsuya y su hermano, Daiki.

 Sonrió un poco para continuar su camino y perderse entre la oscuridad de la noche.

   

Notas finales:

Lamento si es corto y no es tan bueno. Seguro hay millones de errores, pero estoy super oxidada en la escritura :/

 Para la próximo espero mejorar :)

 Muchos Saludos a todos y espero poder actualizar mas seguido!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).