Minseok no recuerda la fecha exacta, tampoco el día, ni la hora que le vio entrar al café. Solo recordaba su penetrante mirada y su amplia sonrisa al aceptar su orden, esa es otra cosa que había quedado impregnada en su memoria muy bien, el té negro, más aún mezclado con miel y canela.
Ya van meses desde la primera vez que le ha visto, y si bien cada vez aumentaba su interés por él, no era capaz de acercarse, porque su mente y su incómoda personalidad ya habían puesto muros a algo que aún no ocurría ni por mera casualidad.
Al chico siempre le veía acompañado, ya sea de otro chico igual de alto que él pero un poco más serio o de otro más bajo con ojos saltones, reía por montones y no paraba de hablar. Allí estaba el primer muro. Minseok apenas decía alguna palabra, o sea hablaba perfectamente bien pero no era tan extrovertido como para interrumpir una de sus conversaciones, presentarse e invitarlo a salir. Así no funcionaba.
Lo otro, era que aquel cliente recurrente llamaba la atención de todos, visualmente era atractivo, varonil y más aún cuando sonreía. En eso consistía el segundo muro... Minseok era bajo, pasaba desapercibido, rayando a menor de edad... por dónde lo mirasen, ninguno de los dos combina con el otro.
Y por último, se había enterado clandestinamente de su edad, la diferencia de cuatro años completó aquella fortaleza en el punto antes del inicio.
Así que se había obligado a conformarse con lo poco y nada que recibía, solo a las miradas discretas, a llamar su nombre para entregarle su pedido, al calor que recorría su rostro cuando el chico sonreía de improvisto y del hormigueo incómodo que sentía su estómago cuando podía escuchar su ronca voz.
Cosas banales, que a Baekhyun le hacía vomitar de tan solo recordarlas, de hecho rodaba sus ojos cada vez que el chico llegaba al mesón a recibir su orden.
—El-chico-que-miras-descaradamente-pero-no-te-atreves-a-hablar, se acerca — le susurró con voz cantarina y el que rodó los ojos fue él.
—Piérdete
—Con gusto, bribón, no quiero morir de la incomodidad y cierra la boca, a veces creo que babeas.
—Voy a matarte— susurró él nervioso de verlo cada vez más cerca y Baekhyn, no paraba de hablar.
—Cuando tengas las agallas de invitarlo a salir, ese día te ahorraré el trabajo y me suicidaré— le susurró en su oído y luego alzó su rostro sonriendo angélicamente al chico— buenas tardes — le saludó al chico.
—Buenas— respondió el chico estirando su orden.
Minseok la tomó de prisa y se volteó sin ni siquiera tener un contacto visual con él. A lo lejos escuchó un bufido de Baekhyun y luego le sintió volver a la cocina.
Solo respiró.
Podía reconocer muchas cosas, que ese niño, le alteraba un poco fisiológicamente y que mentalmente avivaba ciertas áreas de su cerebro que hacían imaginar cosas que a por la madrugada resultaban estúpidas pero él era un profesional después de todo, con los granos del café, con las hojas del té, él sabía lo que hacía y al menos en eso pretendía dejar su huella, al menos tenía la garantía imaginaria, que lo que preparaba era de su agrado, por eso cada tres días por semana volvía a la misma hora a beber su extraño brebaje. Al menos quería darse el crédito de eso.
Se demoró un par de minutos. Al terminar de preparar la orden, se volvió hacia él y atreviéndose a mirarlo por solo unos segundos, dejó su vaso cerca de su mano pero el chico no reaccionó.
—Tu orden— le indicó y el chico sonrió — ¿sucede algo? —
—No he pedido té negro— respondió mientras Minseok sintía que su cabeza explotaba.
Revisó la orden en pánico y efectivamente, el chico había pedido otra cosa.
Latte con menta y chispas de chocolate
— Tranquilo, lo beberé de todas formas— le dijo amablemente sin dejar de sonreír— solo porque me gusta cómo lo preparas... — susurró tomando su orden y alejándose misteriosamente un poco más lento, no sin antes volver a dedicarle otra sonrisa.
Las hojas, los muros, las sonrisas, el error, la vergüenza, todo eso estaba mezclado en su cabeza y su corazón no paraba de latir. Se había dejado llevar por las hojas negras conocidas, por la rutina y por ese movimiento en falso, el resultado trajo otras cosas más sabrosas.