Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los sabores de la vida por Are

[Reviews - 41]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A frutas

 

– ¿Tachibana-san?

 

–Dígame – Contestó con una sonrisa a la mujer que le llamaba desde la puerta.

 

–Takatsuki-sama desea verlo– El castaño asintió y se levantó de su asiento para seguir a la señorita hasta la oficina de su jefe.

 

Le hacía sentir inquieto que su jefe le llamara, pues últimamente había habido recorte de personal en la empresa y todos habían comenzado de igual forma, con una inocente llamada a la oficina del jefe.

 

Hacía escasamente un año Tachibana Makoto había ingresado a una importante empresa de la prefectura de Chiba a trabajar en el área de mercadotecnia después de algún tiempo buscando empleo, había empezado por ser uno de los ayudantes pero, por el esfuerzo que había demostrado, le había ascendido en poco tiempo a jefe de departamento, luego de la jubilación del que había sido su jefe. Muchos se habían a sombrado de que alguien tan joven ocupara ese puesto, ya que la mayoría de los jefes rondaban en los 45 y él con 10 años menos del promedio había logrado ascender tanto.

 

La mujer que había ido por él se detuvo frente a una gran puerta de madera y tras dar dos toques entró.

 

– Tachibana-san está aquí, Takatsuki-sama.

 

–Hazlo pasar– Respondieron desde el otro lado.

 

Makoto entró después de que la chica se lo indicara. Lo primero que observó fue el amplio escritorio detrás del cual se encontraba su jefe, un hombre mayor de cabello totalmente cano y mirada serena. Tragó grueso antes de acercarse donde el mayor.

 

–Tachibana-kun, por favor toma asiento– Invitó. El castaño lentamente se sentó frente a él esperando que el hombre terminara de revisar algo en su ordenador. –Bien, ¿cuánto tiempo llevas trabajando aquí? – Preguntó apartando su mirada de la pantalla y dirigiéndose a él. Makoto sintió empequeñecer ante la mirada de su jefe, los nervios le estaban matando.

 

–Un año, señor.

 

–Bien, pues me place anunciarte que serás transferido. Verás– Continuó ante la cara de asombro del castaño– Desde que llegaste, tu productividad ha sido mayor que la de la mayoría de los trabajadores. Se decidió que se abrirá una nueva sucursal y tenemos un puesto disponible para alguien como tú, pues necesitamos a alguien de confianza y con experiencia; por tal motivo, pensé en que tú podrías ocupar ese lugar– Makoto seguía sin pronunciar palabra –Si tú quieres, por supuesto.

 

– ¡Cla-claro que sí! – Respondió con emoción.

 

–Bueno– Dijo el señor Takatsuki con una sonrisa– Entonces prepárate porque en una semana tienes que estar allá.

 

El castaño salió agradeciendo la oportunidad que le daban con un sonrisa y un brillo de emoción en los ojos, no cabe duda que el esfuerzo siempre tiene recompensa.

 

 

 

– ¡Estoy en casa! – Gritó desde la entrada llegar a su hogar. No recibió respuesta. – ¿Nozomi? – Miró su reloj de pulsera, marcaba siete menos diez, a esa hora ya debería estar en casa.

 

Cuando entró escuchó ruidos provenientes de la segunda planta. Pensando que era un ladrón subió con cuidado buscando algún objeto contundente con el que pudiera defenderse en caso de que la situación lo amerite. Conforme se acercaba al final de las escaleras los ruidos se intensificaban, aquello le ponía la piel de gallina. Cuando finalmente estuvo en el segundo piso notó que aquellos ruidos venían de la habitación de Nozomi, su angustia creció al imaginarse que algo pudiera estarle pasando al chico. Rápidamente abrió la puerta y lo que vio lo dejó helado: el muchacho se encontraba sin camisa y con los pantalones abiertos sobre otro chico que usaba solo boxers. Ambos jóvenes abrieron los ojos desmesuradamente al ver al castaño abrir la puerta. ¿Cuándo había llegado?

 

– ¡Tachibana Nozomi! ¿Qué se supone que estás haciendo? – Los jóvenes se separaron de un salto y trataron de cubrirse, uno con las manos y el otro con una sábana, respectivamente.

 

– ¡Papá! ¡No es lo que crees! – Dijo el de ojos verdes tratando de encontrar una excusa. –Nosotros…

 

Makoto no le dejó terminar. – ¡Vístanse! ¡Ahora! Los espero abajo– Los muchachos solamente asintieron con la cabeza.

 

El moreno bajó las escaleras dejando a su hijo y al otro chico en la habitación. No podía creer que hubiese encontrado a su pequeño en una situación así, no porque esperase que nunca tuviera pareja o que jamás tuviera sexo con alguien, sino porque era muy joven. ¿Cómo era posible que a sus escasos 15 años estuviera a punto de hacerlo con un chico? No podía evitar preguntarse si era la primera vez o si ya lo habrían hecho en ocasiones en las que él no se encontraba en casa. Por el momento prefería pensar que era la primera vez.

 

Unos pasos bajando las escaleras le sacaron de sus pensamientos. Su hijo venía frente al otro muchacho, sus mechones negros cubrían sus ojos. Se sentaron en el sillón que se encontraba frente a él sin decir ninguna palabra. Makoto los observó fijamente mientras los otros escondían su mirada de los inquisidores ojos verdes del Tachibana mayor.

 

– ¿Cómo te llamas?

 

El chico levantó la mirada y de entre sus cabellos color chocolate emergió una mirada azul. – Tsukishima Kaoru– Respondió apenas en un susurro.

 

–Tsukishima-kun, ¿te importaría dejarnos solos a Nozomi y a mí?

 

El pequeño asintió y sin despedirse del otro abandonó la casa.

 

Ambos Tachibana se encontraron solos en la sala de su casa, el ambiente era sumamente tenso. Nozomi jugaba con sus dedos entrelazados sobre sus piernas, mientras Makoto le miraba fijamente pensando en la manera correcta de iniciar la conversación con su hijo.

 

–Papá, yo… Lo siento. – Levantó la cabeza para encontrarse con unos ojos iguales a los suyos – Te diría que no es lo que tú crees, pero en realidad si lo es. Yo… No sé qué más puedo decir– Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. –Lo siento.

 

Makoto seguía sin decir nada, solo miraba los gestos de su hijo. – ¿Por qué no me habías dicho que eres gay? – Preguntó directo tratando de no sonar demasiado frívolo.

 

–Yo… Apenas me di cuenta– Dijo quedo – ¿Estás enojado por eso?

 

Makoto notó que su hijo se encontraba asustado. – Claro que no, pequeño– Dijo acercándose a él, sentándose a su lado. –No hay motivo para que esto pudiera enojarme, no tiene nada de malo que te gusten los chicos y nadie puede decir lo contrario. Sabes que siempre te apoyaré en lo que decidas– Terminó con una sonrisa.

 

–Arriba parecías muy furioso, Kaoru se asustó.

 

– ¿Es así? – El pequeño asintió – Lamento haberlo asustado, es solo que no me gustó encontrarlos en una situación así.

 

– ¿Es porque era con un chico?

 

– No, la situación hubiese sido la misma si hubiera sido con una mujer. Eres muy pequeño para andar haciendo esas cosas– Dijo endureciendo levemente su mirada –Tener sexo con alguien es una gran responsabilidad, y aunque en este caso no había riesgo de un embarazo, todavía existe la posibilidad de contraer infecciones o de que puedan lastimarse si no tienen los cuidados necesarios. – El pequeño volteó a ver a su padre –Debes esperar un poco más. Entiendo que están en una edad en que quieran comerse el mundo a mordidas, yo pasé por eso también; pero es mejor esperar y hacerlo con alguien a quien realmente ames.

 

–Eres un cursi, papá.

 

–No me hables así, jovencito.

 

–Lo siento.

 

Makoto suspiró. –Bien, estarás castigado hasta que nos vayamos.

 

– ¿Hasta que nos vayamos?

 

Makoto le contó a su hijo sobre el ascenso que le habían dado esa tarde y que tendrían que mudarse en una semana. El adolescente al principio se quejó y negó rotundamente el mudarse; sin embargo, no tuvo más opción que resignarse, pues su padre no le estaba pidiendo permiso.

 

 

 

Cinco días después la pequeña familia Tachibana partió hacía la que sería su nueva residencia. Nozomi se despidió de Kaoru prometiéndole que seguirían en contacto aún después de la mudanza; el castaño, con lágrimas en los ojos le abrazó pidiendo que cumpliera su promesa. Un pequeño beso selló el pacto con el que los adolescentes se prometieron amor, un amor tan dulce e inocente como solo puede ser el primer amor, un amor incierto lleno de contras y pros, un amor efímero.

 

Esa misma tarde, Nozomi partió, junto a su padre, a Iwatobi.

 

Iwatobi era un prolífero pueblo pesquero que en los últimos años había crecido considerablemente. Hace menos de una década una universidad había sido abierta en los alrededores y las oportunidad de trabajo habían crecido con el arribo de muchas empresas importantes.

 

Después de algunas horas de viaje, llegaron por fin a su destino. Bajaron del auto y mientras Nozomi se adentraba a conocer su nuevo hogar, Makoto bajaba las maletas con ayuda del conductor del taxi.

 

– ¿Para esto dejamos Tokio? – Se preguntó a sí mismo observando los alrededores por medio de la ventana. A pesar de que la nueva casa esa similar a donde vivían anteriormente, el vecindario era más pacífico y sencillo que donde el otro. El paisaje estaba adornado con una cantidad considerable de árboles y las casas alrededor eran en su mayoría pequeñas con un amplio jardín. A pesar de que el ambiente era muy bonito, el adolescente estaba acostumbrado al barullo de la ciudad y aquello le parecía aburrido. Todo a su alrededor era demasiado pueblerino para su gusto, solo los edificios en el centro se le hacían interesantes, a pesar de ser pequeños en comparación con los que estaba acostumbrado a ver. –Me hubiese quedado con la tía Ran.

 

–Ya te escuché, Nozomi– El pequeño dio un pequeño salto al escuchar a su papá tras él. –Ran tiene muchas cosas que hacer como para encima de todo estar lidiando contigo– El pequeño hizo un mohín. –Ahora vamos, ayúdame a bajar las maletas– Dijo el castaño con una de sus habituales sonrisas.

 

Llegada la noche, ambos estaban ya instalados, Nozomi platicaba con Kaoru sobre su nuevo hogar y Makoto preparaba la cena. Ambos estaban tan cansados que justo después de comer cayeron rendidos en los brazos de Morfeo.

 

 

 

Después de haberse acomodado completamente en su nueva casa, las cosas para la pequeña familia Tachibana fueron sencillas. Cerca de la casa había una secundaria donde Makoto matriculó a Nozomi y pronto descubrió que no muy lejos había una preparatoria. Está de más decir que se enteró también de que había una universidad donde su hijo podría realizar sus estudios superiores, el castaño estaba haciendo planes a largo plazo.

 

Lo primero que hizo en la compañía fue presentarse formalmente con sus jefes y los que serían sus subordinados, pues para Makoto todos eran igualmente importantes. Su trabajo no requería de mayor esfuerzo, solo debía supervisar y valorar todo lo que tendrían que hacer los que estarían a su cargo en el área, que estaba dedicada al marketing. El castaño se había graduado de la facultad de Administración, y la empresa en la que trabajaba actualmente se dedicaba a la fabricación y venta de textiles.

 

El primer mes, desde que abrieron en Iwatobi, había sido un total éxito, y los 5 meses siguientes no fueron la excepción. Al final del primer semestre, las ventas eran mejor de lo que esperaron al momento de abrir la sucursal en Iwatobi, incluso había mejorado mucho la exportación ya que Iwatobi era una ciudad que se encontraba situada cerca de la playa.

 

Al final del sétimo mes, en Marzo para ser más exactos, a la hora del almuerzo recibió un mensaje de Nozomi diciendo que iría a comer con sus amigos a un restaurante y después irían al cine; no le sorprendía, su hijo siempre había sido bueno para relacionarse y hacer amigos, desde hacía un tiempo había dejado de quejarse de la pequeña ciudad a la que se habían mudado y suponía a que era gracias a que había hecho nuevas amistades. Precisamente ese día, sus jefes le invitaron a una comida para celebrar el éxito que habían tenido, y ya que su hijo no llegaría a comer y no le agradaba mucho la idea de hacerlo solo aceptó.

 

El lugar a donde llegaron era un pequeño edificio con un toque hogareño, contrastaba perfectamente con los altos y modernos edificios que tenía a su alrededor, pues era apenas de tres plantas. Por dentro era sencillo pero elegante, las blancas paredes adornadas con pequeñas lámparas incrustadas hacían un juego perfecto con las masetas distribuidas a través del cuarto. Las mesas eran simples pero con un toque de recato incomparable. Y qué decir del servicio, los meseros estaban perfectamente vestidos y adiestrados; eras amables, educados y acomedidos. Era simplemente perfecto.

 

Según supo, ese restaurant era de los mejores, sino es que el mejor, de la ciudad. Su comida era muy famosa y sus postres idolatrados por muchos.

 

Comprobó que era cierto.

 

La carne de esa tarde estaba cocida a la perfección –pues así la había pedido–, la guarnición era deliciosa… ¡Era perfecto! Lo primero que pensó en ese momento es que tendría que llevar a Nozomi para que conociera el lugar, estaba seguro que a su hijo le encantaría.

 

Una que vez que todos hubieron terminado con el plato fuerte, su jefe ordenó al mesero traer la carta de los postres. Al castaño se le iluminaron los ojos, amaba comer cosas dulces y esta vez aprovecharía para probar el primero de muchos de los que espera comer en ahí. Abrió el cartoncillo en el que estaba impreso el menú y observó uno a uno sin lograr decidirse. Los nombres no le resultaban muy conocidos, pero una pequeña descripción de los ingredientes venía debajo de cada uno de ellos. Era muy difícil elegir uno, había tantas opciones de sabores y presentaciones que pensó en pedir uno de cada uno.

 

–Tachibana-kun, ¿Ya decidió?

 

–Todavía no. No sé qué podría pedir– Dijo volteando hacia el hombre que se encontraba a la cabeza de la mesa. – ¿Ya todos ordenaron? – Todos asintieron, con una sonrisa de vergüenza regresó su mirada a la carta, solo faltaba él por ordenar.

 

–Si me permite– Interrumpió el joven mesero. Todos los presentes voltearon a verlo. –Puedo sugerirle el postre del chef. Es la primicia en este lugar y a todos los que lo han probado han dicho que está delicioso.

 

–Muy bien, quiero ese, por favor– No preguntó qué era o con qué estaba hecho, eso era equivalente a sopesar todo nuevamente y llegar otra vez al principio. No quería entrar en un ciclo sin fin solo por ordenar un postre.

 

No pasó mucho tiempo para que el joven regresara con los pedidos de todos. Frente a él puso una pequeña copa con frutas y otras cosas que no pudo distinguir, adornado con chocolate. Tenía una textura única, y al probarlo no pudo decir si era pan, hojaldre o qué; solo sabía que era delicioso.

 

–Esto es delicioso–Exclamó en un susurró.

 

– ¿De verdad? – Preguntó uno de sus compañeros que estaba sentado a su lado. – ¿Puedo probar? – Makoto asintió y así el joven comió un poco con sus propia cuchara.

 

Las críticas del joven fueron tan buenas que todos, incluso el jefe, probó del postre de Makoto. Si bien todos estaban deliciosos, ese en particular tenía un sabor tan peculiar que encantaba.

 

–Esto es lo mejor que he probado, me gustaría felicitar al chef– Dijo enfrascado en sus pensamientos mientras degustaba otra cucharada.

 

– ¿Te gustaría felicitar al chef, Tachibana-kun? – Preguntó su jefe – ¡Haberlo dicho antes!– Llamó al mesero con una seña.

 

– ¿En qué puedo ayudarlos?

 

–Disculpe, ¿sería posible hablar con el chef que prepara los postres? – Preguntó con una sonrisa –A Tachibana-kun le gustaría decirle algo.

 

El mesero  lo meditó por un momento, Nanase no era una persona demasiado expresiva, incluso a algunas personas lo tachaban de grosero y no quería que diera una mala impresión; pero seguramente esa escena se repetiría muchas veces ahora que el morocho comenzara a trabajar de tiempo completo en el restaurante, por lo que asintió.

 

–Oshiro-san, yo lo decía en forma retórica– Objetó cuando el mesero se retiró. Ciertamente no notó el momento en el que pidió aquello, su subconsciente le traicionó vilmente.

 

–Es mejor así, Tachibana-kun– Respondió el hombre con una sonrisa. –Si no das tus felicitaciones al chef no sabrá si va por buen camino con sus platillos. Incluso si la crítica fuera mala, debes hablar para que la que la otra persona pueda progresar.

 

– ¿Es así? – El mayor asintió. – Está bien–Dijo más calmado.

 

A los pocos minutos pudo notar que el mesero se acercaba por el mismo lugar por el que se había retirado. Detrás de él venía otra persona un poco más alta, lo único que podía ver era que su cabello era negro y a la luz parecía tener un brillo azul, le pareció hermoso.

 

–Él es el chef Nanase– Presentó el mesero al chico que estaba detrás de él. Parecía muy joven, seguramente no pasaba los 25. Su cara estaba adornada con unos rebeldes mechones negros que enmarcaban unos hermosos zafiros. Aquellos eran los ojos más hermosos que había visto. Un sonrojo se apoderó de su rostro al pensar eso del aquel joven e instintivamente desvió la mirada.

 

– ¡Oh! ¡Pero qué joven!– Exclamó Oshiro. –Tachibana-kun, ¿Qué querías decirle?

 

–Etto… Yo…– No quería voltear, le aterraba tener sobre sí la atención de aquella profunda mirada, pero no hacerlo sería una total falta de respeto. –… Yo solo quería felicitarlo por este exquisito postre– El castaño volteó para ver al moreno que solo escuchaba lo que decía y le sonrió.

 

Makoto observó cómo los ojos de Nanase se abrían desmesuradamente y adoptaban un brillo hermosos, pudo notar con un leve carmín aparecía en sus mejillas dándole un toque adorable.

 

–Muchas gracias por su esfuerzo, Nanase-kun. – El joven no dijo nada. Hizo una reverencia a modo de agradecimiento y se retiró del lugar.

 

–Disculpen a Nanase-san, es un hombre de pocas palabras– Se disculpó el mesero con una sonrisa después de que Haru se había marchado y se retiró respetuosamente.

 

El castaño se quedó un momento mirando hacia donde el de ojos azules se había dirigido sin decir nada. Se mantuvo en sus pensamientos hasta que la conversación en la mesa fue retomada en torno a los postres que se encontraban degustando. Oshiro alababa el talento del joven, pues a esa corta edad tenía mucha destreza en las artes culinarias. Todos asintieron ante lo dicho por el mayor, especialmente Makoto, quien se preguntaba sobre la preparación del platillo que él había probado. Tal vez debía quedarse y preguntarle al joven Nanase o volver otro día, después de todo, se había prometido llevar a Nozomi y aprovecharía para volver a probar las creaciones del dueño de aquellos hermosos zafiros.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).