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Inmortal por Karla BBC

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Notas del capitulo:

2do Cap, Disfrútenlo. 

-Encontramos el cuerpo, si se trataba de un hombre lobo, o mejor dicho, una mujer lobo, se transformó frente a nosotros fue impactante.
-¿Y el chico Tae Il? – preguntó el jefe.
-Muerto. Fue mordido y como dice la leyenda, si un hombre lobo te muerde te conviertes en uno así que su compañero evitó eso. El pobre chico no ha dicho nada, está todavía en shock, lo único que respondió es cuando le preguntamos qué hacíamos con el cuerpo de su amigo.
-¿Y que respondió?
-Que lo cremáramos, que así lo querría él.

Bruni se salió de su oficina asomándose a la sala en donde se encontraba Ji Hoon con la mirada perdida, sus ojos estaban rojos pero ya no lloraba, su rostro no expresaba nada.

-Pobre chico, debió haber sido muy duro hacer lo que hizo.
-Envíenlo de vuelta a Corea, será mejor que esté en su hogar.

A través de la ventanilla del tren, el paisaje en movimiento era como un triste cuadro con unos árboles de ramas desnudas pintados sobre un cielo gris y sombrío, gruesas gotas de agua que comenzaban a caer del cielo hacían el ambiente mucho más lúgubre y cubrían la ventana borrando aquel melancólico cuadro. Ji Hoon se encontraba con la cabeza apoyada del vidrio con el cofre de las cenizas de su amigo aferrado entre sus manos, nada pasaba en su cabeza por ese momento, era como si para él ya nada existiera a su alrededor y cayera en un agujero negro del cual nunca saldría.

-Que terrible viajar en tren con esta lluvia. – comentó su compañero del vagón sin quitar los ojos del periódico que leía.

El hombre era italiano por lo que Ji Hoon no le hubiese entendido si le estuviera prestando atención pero él estaba en su propio mundo en ese momento. El hombre al no escuchar respuesta de Ji Hoon, bajó por un momento su periódico para mirarlo.

-Supongo que no hablas italiano. – Dijo en coreano llamando la atención de Ji Hoon. Ladeó la cabeza mirando curioso el cofre que llevaba el chico en sus manos reconociendo de que se trataba – Lo siento mucho ¿Un familiar?
-Alguien a quien amaba mucho – dijo con un hilo de voz y se enderezó en su asiento - ¿Cómo sabía que era coreano?
-Tengo negocios allá, sé reconocer a uno cuando lo veo. – Bajó la mirada para volver a ver el cofre y continuó – Que lamentables son las pérdidas, el ser humano dice ser muy fuerte pero no puede contra la muerte ¿Por qué no podemos vivir para siempre?
-Eso sería algo incluso peor, el vivir viendo a tus seres queridos morir, sin envejecer y quedarte solo vagando por el mundo es algo que jamás querría.
-Tienes razón, sería algo monótono – volvió a su lectura tapándose con el periódico.

El muchacho volvió su vista a la ventana, tan solo lo que podía ver ahora era un paisaje completamente difuminado y deprimente, de la misma forma que él se sentía en ese momento. El ruido de las ruedas sobre las vías del tren se combinaban con el sonido de la fuerte lluvia y el sonar del silbato indicaba que el tren había llegado a su destino.

Desde que Ji Hoon regresó al piso el cual compartía con Tae Il, no salió en un buen tiempo, no atendía a nadie que llamara a la puerta, casi no comía y se la pasaba sentado en un sillón contemplando el cofre con las cenizas sobre la chimenea, y si no estaba allí, estaba acostado en su cama ahogándose en su pena. 

Dos meses después del terrible accidente que le costó la vida a Tae Il, la señora Jang, casera de Ji Hoon tocó a la puerta, y por supuesto él no le abrió. Antes no se había atrevido a entrar por respeto al luto del chico pero ya le estaba preocupando esta situación así que entró con una bandeja de comida en las manos.

-Ji Hoon… - se sentó frente a él dejando la fuente en la mesita de centro – Mírate cómo estás, no has comido nada y ya hasta se te ven los huesos de la cara, si sigues así tu salud se verá afectada.
-Todo esto es mi culpa, si le hubiese hecho caso esto no habría pasado. – Observaba las brasas que quedaban en la chimenea de la noche anterior - Yo fui quien debió haber muerto pero él me salvó.
-El ser cazador es un trabajo muy riesgoso, siempre tuve miedo por que alguna vez esto le sucediera a alguno de los dos, pero no es tu culpa, fue solo culpa de ese monstruo… Escúchame Ji Hoon, sé que esto es muy duro para ti pero a Tae Il no le gustaría que estuvieras así, come algo por favor.
-No tengo hambre, gracias de todas formas señora Jang – se levantó de su sitio y se encerró en su cuarto.

La mujer llevó la bandeja de regreso a su casa y buscó algo entre sus cajones, una vez que lo consiguió, regreso a donde Ji Hoon y entró a la habitación en donde el chico estaba enrollado en sus sábanas y al parecer ni se percató que la señora Jang había entrado. Dejó sobre la cama un sobre y volvió a salir. Ji Hoon se descubrió un poco y miró con curiosidad dicha carta, la tomó y leyó lo que estaba escrito en ésta.

“Para Ji Hoon…De Tae Il”

Sintió un frió en su estómago y con las manos temblorosas rompió el sobre y sacó la hoja doblada que yacía dentro de éste. En la esquina superior derecha estaba escrita una fecha, había sido escrita hace 6 meses atrás. Volvió su vista al contenido y comenzó a leer.

“Hola Ji Hoon, si estás leyendo esto es porque estoy muerto…o porque la señora Jang no hizo lo que le dije. Le di esta carta a ella para que te la entregara si esto llegara a suceder algún día y como ya ocurrió quiero decirte que aunque ya no esté aquí contigo no puedes dejarte caer, debes seguir adelante y luchar por nuestro propósito el que tú sabes muy bien cuál es, esa fue la misión que tu padre y el mío nos encomendaron y la que tu abuelo le encomendó al tuyo. Nosotros estamos aquí -o estaba, en mi caso – para proteger a las personas de esos peligros sobrenaturales que acechan a la tierra y debes terminar la misión.

Ji Hoon, aunque yo ya no esté aquí en forma física, de alguna forma estaré contigo siempre y cuando me recuerdes, pero no me recuerdes con tristeza, recuerda los buenos momentos que pasamos juntos, todas las vidas que salvamos, los viajes que emprendimos y las recompensas que eso nos trajo. Tal vez siempre fui un chico de pocas palabras y no te lo decía mucho pero tú fuiste la única persona a quien siempre amé y por la que daría mi vida sin pensarlo dos veces.

Lucha y se fuerte.

Tae Il”

El nudo que se formó en la garganta de Ji Hoon fue el peor que había sentido en su vida, aún más que cuando Tae Il murió. Al leer esa carta era como si él estuviera allí a su lado hablándole y dándole ánimos para seguir adelante. Apretó con fuerza la hoja entre sus manos arrugando un pocos sus esquinas, aferrándose a esas palabras que aunque sintió una nostalgia que lo derrumbó por dentro, lo motivó a salir de su encierro y regresar al mundo.

Ji Hoon se secó las lágrimas de los ojos con la manga de su bata, se levantó de la cama y tomó un baño rápido para refrescarse, abrió la ventana que había permanecido cerrada con las cortinas puestas durante tantos días y se asomó tomando una gran bocanada de aire fresco, el que había en el interior de la casa olía ha guardado y a moho por la humedad. A pesar de hacer algo tan simple como eso ya hacía que se sintiera vivo de nuevo, pero no todo estaba completo hasta que comiera algo pues ya sus tripas sonaban como truenos en uno de los peores días lluviosos.

-¡Señora Jang! – Irrumpió en el apartamento de la mujer haciendo que ésta pegara un salto del susto - ¿Aún tiene esa bandeja de comida?

La mujer asintió sonriente con los ojos llorosos, se sentía feliz de volver a Ji Hoon animado y supo que esa carta fue de gran ayuda.

Después de devorarse hasta tres platos de comida por el hambre atroz que tenía por no haberse alimentado bien durante tanto tiempo, salió a la calle. Algunos de los transeúntes lo reconocieron y se sorprendieron al ver que aún seguía con vida, algunos pensaban que había muerto de depresión pero no fue así. Las calles estaban tranquilas, en el tiempo que estuvo ausente ninguna criatura se asomó para aterrorizar a los habitantes por lo que no se sentía tan mal de haber desaparecido del mundo por esos meses. Primero fue al templo a rezar y luego hasta una librería, el vendedor lo saludó cordialmente y le dio su más sentido pésame por su pérdida. Revisó los nuevos libros que le habían llegado y entre el montón vio uno que llamó su atención. Se titulaba “El fuego bajo nosotros” Era un libro sobre el infierno y los demonios. Ji Hoon y Tae Il nunca se habían topado con uno y ninguno de los pocos cazadores que existían lo había hecho, algunos decían que habían visto a Lucifer en persona pero no estaba comprobado si eso fuera real, si ese infierno o el cielo existían, sabían que aquellas criaturas sobrenaturales venían de un lugar pero no era ninguno de esos dos.

Comenzó a hojear el libro viendo los escritos y las ilustraciones por encima, había algunas cosas que estaban en latín y eran unas especies de conjuros como para invocar demonios o para detenerlos. Justamente se detuvo en un capítulo cuyo título era “Demonios de encrucijada” allí decía que estos eran demonios muy poderosos y manipuladores que estaban destinados únicamente para hacer cualquier tipo de tratos con los mortales a cambio de sus almas y cuando se cumplieran diez años, los Hellhounds irían tras ella para llevárselas al infierno. Entre los tratos hay de toda clase, desde hacer que alguien se enamore de ti, quitar la vida a alguien… o incluso regresarla... Ji Hoon levantó la mirada del libro y lo cerró de golpe, lo que había pasado por su cabeza era una locura total, ni siquiera sabía si funcionaría pues según, esas cosas no eran reales. Dejó el libro en su lugar y se dispuso a salir de la tienda pero se detuvo en la puerta, la curiosidad lo estaba matando así que volvió a tomar el texto y lo compró. 

Estuvo un buen tiempo leyéndolo, cosas muy interesantes pero a la vez angustiantes, si de verdad esas cosas existían sería un problema encontrarse con ellas, pero lo iba a intentar. Reunió las cosas que necesitaba para el ritual, una pertenencia personal, tierra de cementerio y un hueso de gato negro que le compró a un hombre en una pequeña tienda escondida en un callejón, las puso dentro de una pequeña caja de madera y fue hasta una encrucijada poniendo el cofre en un agujero que cavó.

-Ehmm…Demonio, te invoco – dijo inseguro.

En realidad no sabía si debía decir eso, no había ningunas palabras específicas en ese capítulo del libro que fueran para invocarlo. Miró hacia todos lados y tan sólo estaba él allí rodeado de una densa oscuridad. Se sintió algo estúpido por creer que eso pudiera funcionar, por un momento tuvo la esperanza que sí fuera real y así podría volver a tener a Tae Il a su lado aunque en diez años tuviera que entregar su alma. Suspiró desanimado y fue a tomar la caja de madera para regresar a casa pero en eso un frio invadió el lugar, no era un frio normal de una noche de invierno, era algo más intenso, algo que no se sentía de este mundo.

-¿Me llamabas? – dijo una voz femenina a su espalda.

Ji Hoon volteó hacia el sitio de donde vino aquella voz y vio a una hermosa mujer vestida de negro, su cabello largo y oscuro hacían una gran combinación con su piel blanca como la leche y sus ojos rojos como la sangre eran hipnóticos. Aquella mujer lo miraba con una pequeña y seductora sonrisa interesada en lo que le pediría esa próxima alma que cobraría en exactamente 10 años.

-No puede ser, sí es real – se enderezó volviendo a dejar la caja en el agujero en la tierra.
-Por supuesto que sí, aquí estoy – se acercó a él quedando a una corta distancia – Mucho gusto mi nombre es Vanya. Y dime ¿Qué puedo hacer por ti?
-Yo…uhmm…
-¿Por qué balbuceas? ¿Te pongo nervioso? – Acercó más su rostro al de Ji Hoon quien se alejó nervioso. La demonio hizo una mueca y se cruzó de brazos – Sé que es lo que quieres, quieres que vuelva a alguien a la vida, a tu amigo…O mejor dicho, a tu amante.
-¿Puedes hacerlo?
-Por supuesto, pero ya sabes el precio que debes pagar.
-Sí, en 10 años vendrás por mi alma.

La demonio rió ruidosamente, una risa para nada humana que le dio escalofríos a Ji Hoon.

-Yo no trabajo así, verás, se podría decir que yo soy la favorita de mi amo así que yo pongo las reglas a mi manera.
-Tu amo es…
-¿Lucifer? Sí. Te explicaré, cuando haces un trato conmigo realmente no me importan las almas así que yo les doy el regalo de la inmortalidad.
-¿Inmortalidad? ¿Por qué?
-Es peor que la muerte, vivir para siempre solo, sin envejecer; algunos pueden verlo como algo fantástico pero al pasar del tiempo se dan cuenta que no lo es.
-¿Y por qué lo haces?
-Porque me gusta ver a esos tontos humanos sufrir – rió – Aunque yo una vez fui una…Pero vayamos al punto ¿Harás el trato sí o no?

La inmortalidad, eso es algo que Ji Hoon le parecía algo horrible, como ella decía, sería una tortura vivir para siempre y algún día vería a Tae Il envejecer y morir de nuevo mientras él se queda para siempre como un chico de 22 años, pero si esa era la única forma de volver a tener a su compañero a su lado, no le importaba las consecuencias.

-Sí, hagamos el trato.
-Perfecto – la mujer se acercó al chico y besó sus labios intensamente.
-¿Listo?
-No, eso lo hice porque me pareces muy atractivo, así no se sellan los tratos.

Ji Hoon comenzaba a hartarse, pero ya comenzó y ya aceptó así que tenía que seguir adelante. La mujer colocó una mano en el pecho del chico, sus ojos rojos brillaron como dos rubíes puestos a la luz del sol y Ji Hoon comenzó a sentir un dolor y una pesadez en su cuerpo. No pudo evitar quejarse ante eso pero debía aguantar, entonces ella se apartó de él quien cayó de rodillas al piso, jadeante.

-Trato completado, eres inmortal y tendrás a tu querido de vuelta.
-¿Dónde está? – dijo una vez que se recuperó mirando hacia todos los lados.
-Jajaja ¿De verdad pensaste que iba a aparecer a tu lado como por arte de magia?

Ji Hoon se puso de pie y la miró confundido.

-Sé que el cuerpo de tu amigo fue cremado, ya no existe y no puedo armarlo.
-Desgraciada ¡Me engañaste!
-¿Disculpa? Yo no te he engañado, déjame que termine de hablar. Volverás a ver a tu amigo, pero podrían pasar 20, 50 o 100 años para que eso suceda, quien sabe si mañana mismo vuelva a nacer o dentro de mucho más tiempo… ¿Viste que ventaja el que seas inmortal? Tendrás todo el tiempo del mundo para encontrarlo… Fue un gusto hacer un trato contigo, espero verte de nuevo – dicho eso se desvaneció en una bruma negra y Ji Hoon volvió a quedarse solo en esa encrucijada. 

*¿100 años?* Pensó Ji Hoon ¿Había la posibilidad de volver a encontrar a Tae Il dentro de 100 años? Eso era mucho tiempo, demasiado ¿Cómo serían las cosas dentro de 100 años? ¿Cómo sería Tae Il? ¿Sería el mismo, se acordaría de él? Eran cientos de preguntas las que pasaban por la mente de Ji Hoon y no sabía cómo responder ni una.

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Corea, 2015.

-¡Dispárale!
-¡No puedo, se mueve muy rápido!

El auto iba a toda velocidad por esa carretera solitaria a donde guiaron a aquella criatura alada lejos de la civilización. El chico con la escopeta estaba sentado sobre el marco de la ventana del copiloto tratando de dispararle pero esquivaba todas las balas con mucha agilidad. En un momento su compañero al volante giró en una curva haciéndole casi caer del auto pero perdió la escopeta.

-¿¡Qué hiciste imbécil!? ¡Tiraste mi escopeta! – le gritó sin quitar los ojos del camino.
-¡No me reclames, vas demasiado rápido, casi haces que me caiga!
-Si no lo hago ese maldito se nos viene encima y nos mata… Toma el volante y ay de ti si me chocas el auto.

Cambiaron de puesto y el chico tomó otra escopeta que estaba en el asiento trasero del carro, tomó la misma posición que tenía el otro anteriormente y apuntó a la bestia lográndole disparar en una de sus alas pero eso no fue suficiente para tumbarla. Entraron a un túnel y al salir, la criatura ya no estaba.

-¡Maldición!
-Tranquilízate Taeil, se te va a subir la tensión.
-No aguanto a estos bichos – dijo regresando al interior del auto. Asomó la cabeza de nuevo por la ventana pero había desaparecido – Aún no entiendo cómo es que estas criaturas se multiplican ¿De dónde demonios salen?
-¿Qué tu padre no te dijo que del purgatorio?
-Eso no existe Jaehyo.
-Pues de algún lugar deben venir.
-Del mismísimo infierno seguramente, si me encuentro a ese diablo le pasaré una queja… ¡JAEHYO! – Gritó señalando al tipo que se atravesó en el camino. 

Jaehyo metió el freno hasta el fondo pero ya lo había atropellado.

-¡Ay por Dios! ¡Ay por Dios, ay por Dios!
-¡Cálmate! Haces que me ponga más nervioso.

Los chicos bajaron y vieron el cuerpo de aquel tipo tendido en el suelo. Gracias a los faros del auto pudieron ver que se trataba de un muchacho en sus 20, sus saco estaba raído y sucio al igual que su rostro, como si se hubiera revolcado en la tierra. Su rostro era pálido y estaba tan demacrado como un cadáver.

-Lo matamos Taeil, lo matamos.

Taeil levantó su mano para que no se apresurara a los hechos, se agachó junto al atropellado y tomó su pulso.

-Aún sigue con vida, echémoslo a un lado del camino y sigamos.
-¿Qué? ¿Lo dejaremos aquí? ¿Y si muere? Hay que llevarlo a un hospital.
-No, hay que matar a la criatura.
-Taeil, eres realmente insensible, estamos hablando de una persona que acabamos de atropellar.
-Acabas de atropellar, no me metas en ese paquete.

Un agudo chillido se escuchó, aquel monstruo alado había regresado y se acercaba. Taeil tomó la escopeta y dio un salto al capó del auto para luego saltar al techo y quedar más cerca y así disparar mejor. Tomó aire y apuntando con precisión apretó el gatillo y le dio en toda la cabeza haciendo que se desplomara en el suelo generando un fuerte ruido. Taeil bajó y le disparó de nuevo por si acaso para luego levantar sus brazos en señal de victoria.

-¡Así es como se hace!... Vete al infierno maldita bestia.
-¡Taeil! ¡El chico!
-Ah cierto, ya se me había olvidado – lo miró torciendo la boca pensativo – Está bien, ya que maté a esa cosa llevémoslo a un hospital.

Lo subieron al asiento trasero del carro y condujeron hasta el pueblo más cercano dejando a aquella criatura consumirse en cenizas. Hallaron un pequeño hospital y lo dejaron en la entrada tocando la puerta como quien abandona a un niño en un convento. Ellos fueron los responsables de ese accidente así que no podían mostrarse o se meterían en un problema. Arrancaron de nuevo el auto y siguieron su camino.

-¡Santo cielos! – exclamó la enfermera que atendió al llamado y junto con otros enfermeros llevaron al chico a una camilla para atenderlo.
-Tiene pulso, no está herido tan solo está débil, debemos colocarle suero y luego hacerle algunos estudios ¿Alguna identificación?
-Ninguna, solo tenía esto en su saco– la enfermera le mostró una pistola con un atractivo tallado y al igual que el chico, estaba toda cubierta de tierra y opaca.
-Que cosa tan extraña, pareciera que viniera de otra época… Cuando despierte y esté en mejor estado ya nos dirá que le pasó.

Notas finales:

 

Gracias por leer :D


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