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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Toda persona que se jactaba de conocer a Gray Jones podía asegurar que aquel chico era una persona hecha para la noche y no mentirían. El rubio adoraba el ambiente tabernero a las tantas de la noche, los juegos de cartas entre risotadas fuertes y algún que otro puñetazo cuando un borracho se daba cuenta de que otro estaba haciendo trampas, los bailes de las mujeres contoneando las caderas y las canciones gritadas pleno pulmón. Por ello no le fue muy difícil encontrarse un hueco en el corazón de aquella gran ciudad mercantil. Cuando él y Kyle llegaron, siguiendo a sus dos amigos, pronto se hicieron notar como unos excelentes jugadores de apuestas, su actitud desenfadada y actitud chispeante les salvaron a ambos de unas cuantas golpizas e, incluso cuando Kyle decidió marcharse de aquella ciudad, cansado de no conseguir ninguna noticia de Christian o de Scapa, Gray supo apañárselas solo para poder mantener siempre reservada una habitación en una de las posadas más concurridas del barrio pobre de la ciudad.


Las mañanas las pasaba o bien dormido y despatarrado por su cama o en la cama de otra persona, luego por la noche empezaba de nuevo el juego de las falsas miradas y las preguntas en apariencia inocente. Se había ocupado bien de hacer buenas migas con todo aquel que pasase por las tabernas y nunca perdía la oportunidad de interrogarles por si daba la casualidad de que conociesen a alguno de sus amigos. Nunca tuvo suerte con eso y con el paso del tiempo su insistencia empezó a perder fuerza. Su espíritu fue decayendo y cuando se encontró con James se convenció por completo de que no conseguiría descubrir nada que le ayudase a encontrar a alguno de sus antiguos compañeros de banda, pero a pesar de ello siguió yendo todas las noches a la misma taberna, más por costumbre que por otra cosa, aunque algo en su interior le decía que aún seguía guardando esperanzas. 


Aquella noche en especial no había sido muy entretenida. Tras vencer a un par de desgraciados a un juego del azar y conseguir una buena bolsa de monedas de cobre que poder intercambiar por unas cuantas cervezas se había limitado a hacer buen gasto de ella en la barra del local. Anne, la tabernera del lugar, una mujer de estilizada figura y marcados rizos rubios hizo un puchero al verle. Con extremada coquetería la mujer se inclinó en la barra dejando mostrar por la copa de su vestido unos firmes pechos que no pasaron desapercibidos por el muchacho


—¿Qué te pasa amorcito? Esa carita de melancolía me destroza el corazón — Gray le dedicó una sonrisa amable y dio un sorbo a la segunda cerveza de la noche.


—Estoy bien Anne. Aunque no me vendría mal compañía esta noche. Ya sabes, para no sentirme solo — Le guiñó un ojo con picardía y la mujer se echó a reír.


—Los muchachos nunca cambiáis. Hace años que escucho las mismas insinuaciones.


—A veces los clásicos no pasan de moda preciosa — bromeó el chico mientras giraba en su asiento para echar una ojeada al resto del local. Fue entonces cuando su mirada se posó en la entrada. El muchacho enmudeció repentinamente y la mujer pudo notar como se aferraba con fuerza a la mesa.


—¿Gray? ¿Te pasa algo?—El chico se volvió hacia ella y la mujer observó sorprendida como el rostro del rubio había pasado de su acostumbrada expresión seductora al más puro nerviosismo. Por un momento la mujer sintió la ternura que se siente al ver a un niño pequeño indefenso. Gray se acercó más a la mujer y habló con rapidez.


—Anne ¿Ves a esos dos hombres que acaban de entrar por la puerta? — La mujer, muerta de curiosidad desvió la mirada hacia la entrada. Donde podía observar a dos hombres que acababan de entrar. Uno sería un joven castaño entre los 20 y los 25 años de edad, el otro aparentaba más edad, rozaría ya los 40. Aunque no dudaba del atractivo del más joven la mujer no vio nada especialmente intimidante en ellos como para haber puesto a Gray en aquel estado tan agitado— ¿Les conoces?


—El mayor es Frederic Damon, es bastante conocido por esta zona, al otro nunca le he visto ¿Por? —Cuando Gray habló se le quebró la voz al final.


—Necesito que les sientes a mi lado, justo detrás, donde les pueda escuchar.


La mujer no hizo más preguntas, ya que comprendió en la mirada del rubio que se trataba de algo importante, y se apresuró a salir de la barra para ofrecer sus servicios a los nuevos clientes. Sus años de experiencia la habían hecho una experta actriz, así que supo recrear una perfecta sonrisa coqueta y pudo atenderles y sentarles en la mesa que le había indicado el rubio sin la menor dificultad. Tras haberles tomado nota se alejó de la pareja con total discreción. 


Mientras tanto Gray notaba como la sangre bombeaba con fuerza en su sien, causándole un dolor punzante, pero no le dio importancia."No me he equivocado, estoy seguro de que no me he equivocado" Aún dudoso no se atrevió a girarse para confirmar del todo sus sospechas de que era Scapa quién acaba de sentarse a sus espaldas, por miedo a que el chico le reconociese al volver el rostro. Esperó paciente a escuchar la voz de ambos hombres al ordenar sus bebidas y casi suelta un suspiro de alivio al reconocer la voz del mayor entre el gentío de la taberna. Se mantuvo inmóvil, aferrándose a la jarra de cerveza con ambas manos mientras esperaba a que la pareja decidiese iniciar la conversación que tenían pendiente. Por fin el hombre pareció decidirse a hablar. Lo hizo con tranquilidad, como si no le importase que cualquier persona les escuchase.


—Tendré el grupo completo de niños mañana por la noche — Gray no pudo evitar arrugar la nariz ¿Niños? Scapa no pareció inmutarse por aquella información.


—¿Cuántos?


—No te puedo decir. Siempre hay alguno que desaparece en el último momento u otro desesperado que se une. Trabajar con Axel es la maldición para muchos y salvación para otros cuantos. 


—Seguro ninguno saben de verdad que es lo que les espera— El hombre mayor soltó una carcajada que acabó por convertirse en una tos exagerada.


—No voy a ser yo quién se lo aclare ¿Tendréis el dinero no? — Gray escuchó el ruido de monedas caer sobre la mesa


—Aquí tienes la primera parte, canalla. El resto te lo darán cuando termines 


—Acabarán por quitarte ese alma peleona a patadas. Si no pregúntale a Nico, el sabe bastante de patadas —El hombre volvió a reírse desagradablemente. Gray, agradeciendo internamente que la cerveza soltase tanto la lengua de aquel hombre, mentalmente iba apuntando todos los nombres que este iba soltando inconscientemente.


— Me importa poco lo que tú o Nico tengáis que decir. Mañana habrá alguien esperando en el puente para indicarte a donde tienes que llevarlos. 


Con ello Scapa pareció dar por concluida la conversación ya que Gray escuchó el ruido de la silla moverse cuando este se levantó. Aún temeroso de ser descubierto mantuvo la mirada fija en la mugrienta barra hasta que estuvo completamente seguro de que el castaño había abandonado el local.


—¿Eso es todo? — James miró a Gray, que asintió con la cabeza. 


—Después de eso intenté contactar contigo inmediatamente y aquí me tienes —Jenna, sentada al lado de Daniel se cruzo de brazos pensativa. James no había conseguido echarles a ninguno de los dos para poder hablar a solas con el ladrón, así que había acabado desistiendo y todos se habían sentado al rededor de la pequeña mesa de reuniones para escuchar el relato de Gray.


—¿Has dicho que el hombre se llamaba Frederic Damon? —El rubio volvió a asentir.


—Eso me dijeron en la taberna —James distinguió un destello extraño en los ojos de la muchacha y se apresuró a inquirir


—¿Le conoces? —La muchacha se mantuvo en silencio unos instantes, aún pensativa, pero al final acabó por suspirar


—Trabajé con él cuando estaba a cargo del movimiento Anti-Karrick, no es alguien a quién le dejaría mi vida, pero es lo suficientemente leal como para poder tratar con él — La idea pareció traer esperanzas a James.


—¡Necesitamos que contactes con él! Puedes conseguir que nos pase entre los niños — la chica soltó una especie de gruñido.


—¿Yo? ¿Por qué haría eso, soldaducho? — A su lado Daniel parecía igual de emocionado que su hermano, pero por razones diferentes.


—¿No lo ves? ¡Es la forma perfecta de saber quienes fueron los terroristas de la capital! —La chica aún así no parecía convencida.


—Karen no lo aceptará—James son pudo evitar bufar.


—Karen está empeñado en resolverlo todo pacíficamente y por eso no quiere darle importancia al grupo de terroristas, pero se que tú piensas como yo. No podemos dejarles sueltos. ¡Pueden atacar de nuevo!... no... Sabes que van a atacar de nuevo — James sabía que había acertado por completo con sus palabras ya que la expresión de Jenna se tornó preocupada.


—¿Estás insinuando que lo hagamos a sus espaldas? — El soldado hizo una mueca y Jenna continuó —. No te dejará hacer algo tan peligroso, ¿Ir tu solo a una banda de asesinos en potencia?


—¡No irá solo! Yo le acompañaré — Por primera vez Gray se inmiscuyó en la conversación. Los demás giraron la cabeza hacia él asombrados y el chico chistó al ver sus expresiones —¿Qué? Necesitará a alguien que le ayude a integrarse en una banda de ladrones. No creo que duré ni dos segundos con esa pinta de ángel de la ley que lleva —James no pudo evitar sonreír agradecido. Aunque sabía que las razones por las que el rubio quería acompañarle no eran solo esas.


—Lo mejor sería no mencionarle nada a Karen... Hasta que estemos dentro de la banda. No quiero mentirle, pero es necesario. Podrás hacerle comprender que es lo mejor que podía hacer cuando se entere — Jenna pareció preocupada por ese punto.


—No creo que me escuché demasiado— su voz sonaba verdaderamente afligida—. Por si no lo has notado, no nos hablamos.


—Yo te ayudaré— afirmó Daniel—. Puede que no sea tan amigo de Karen como lo es James, pero también he crecido junto a él.


James asintió orgulloso de la seguridad que profesaba su hermano pequeño. Los cosquilleos de nerviosismo empezaron a invadirle al darse cuenta de que todo aquello estaba pasando de verdad.


—Perfecto. Tenemos un trato entonces.


Después de haber puesto de acuerdo un plan los preparativos se realizaron con rapidez y sigilo. Jenna salió de la mansión del general, dispuesta a encontrar a Frederic y a llegar a un trato con él que les permitiese colarse en el grupo de jóvenes. Gray también desapareció, alegando que tenía que preparar algunas cosas antes de meterse de lleno en la misión y James y su hermano permanecieron en la casa puliendo detalles. Tenían que buscar alguna manera de mantener el contacto una vez James hubiese entrado en territorio hostil. Una vez hubiese descubierto pruebas que implicasen a aquella banda con los atentados que se habían producido en la capital tendría que informar de alguna manera para que pudiesen atraparlos.


—Tienes que andar con mucho cuidado— le recordó Dan—. Ya intentaron matar a gente una vez, no les costará hacerlo contigo si descubren quién eres.


—Lo se, lo se— James se frotó las manos para intentar mitigar la sensación de frío que le producía estar en la calle a aquellas horas de la noche. Agradecía la preocupación de su hermano, pero solo conseguiría ponerle más nervioso a él. El día posterior a la revelación de Gray había pasado con rapidez. Ahora se encontraban en las calles de los suburbios esperando a que Jenna llegase y les dijese si había tenido éxito o no.


—Mandaremos a alguien a la taberna de Gray todos los viernes por la noche. Si encuentras algo solo tienes que reunirte con ella. No será muy difícil, seguramente os dejen salir por ser fin de semana. La amiga de Gray sabrá indicarte con quien tienes que hablar.


James asintió enérgicamente dando a entender que había comprendido. Antes de que Daniel pudiese añadir algo más que le pusiese de los nervios Jenna apareció por la esquina de la calle, seguida de Gray. Avanzó hacia ellos con paso rápido, pero no se detuvo al llegar a su altura, sino que continuó calle abajo.


—Seguidme —Su tono era autoritario y ninguno de los dos hermanos Hook se planteó si quiera llevarle la contraria. Obedientemente la siguieron por el laberinto de callejones de los que se componía la ciudad. James se atrevió a preguntar, anheloso.


—¿Lo conseguiste? —La muchacha soltó un bufido, como si la propia duda fuese un insulto.


—Por supuesto. Ese hombre me debe unas cuantas. Ahora mismo os uniréis al grupo —Habían llegado a una zona poco concurrida, justo al lado de uno de los canales de agua que cruzaban la ciudad. Al fondo de la calle, lejos de las luces de las farolas James distinguió un par de carretas


El grupo se dirigió hacia ellos, un hombre encapuchado les esperaba a unos pocos metros de los vehículos. Al verles llegar alzó la cabeza, dejando entrever un rostro demasiado demacrado para su edad.


—¿Quiénes son? — Jenna agarró del hombro a James y a Gray y les obligó a ponerse enfrente de aquel individuo 


—Estos dos — El hombre les inspecciono con ojos críticos unos instantes.


—¿Cuántos años tenéis? — James y Gray se miraron y fue el último quién contestó.


—20 y 17, señor — El encapuchado frunció el ceño y emitió una especie de gruñido.


—A partir de ahora tenéis 17 y 15— volvió a recorrerles con la mirada —. No os será muy difícil aparentarlos —James no estaba muy seguro de si eso era una especie de insulto o no, pero prefirió mantener silencio —. ¿A qué estáis esperando? ¡Subid a las carretas! No tenemos todo el día.


Dicho esto se dio la vuelta y volvió hacia los vehículos sin asegurarse de que le seguían el paso. James notó una sonrisa nerviosa aflorar en su rostro. Lo habían conseguido. A su lado Gray parecía igual de jovial.


—No os emocionéis nenazas. Aún os queda mucho que sufrir— Incluso las palabras crueles de Jenna no podían sacarle de su estado eufórico. Con rapidez se volvió hacia la chica y estrechó su mano a modo de despedida.


—Hazme un favor Jenna. Haz las paces con Karen. Se pone insoportable cuando no está contigo —La chica pareció enmudecer sorprendida, pero James no le dio demasiada importancia. Se volvió hacia su hermano, consciente de que no tenían mucho tiempo —. Gracias —Su hermano comprendió. Podía sonar cliché o demasiado cursi, pero nunca se habría atrevido a dar el paso si este no le hubiese gritado unas grandes verdades a la cara. Sin nada más que añadir el castaño se giró y se dispuso a seguir a Frederic y a Gray, que ya habían alcanzado las carretas, pero una voz le detuvo.


—James— El chico se giró para observar a su hermano pequeño, este había adoptado una expresión seria—. Si te encuentras con Christian, no cometas ninguna estupidez.


Aquellas palabras sorprendieron al soldado. Incómodo se removió y apretó mejor las viejas ropas con las que se había vestido para aparentar un joven sin dinero.


— Tranquilo Dan. Creo que ya he cometido suficientes estupideces. 


 

Notas finales:

Soy la reina de los capítulos cortos y me odias por eso, lo se. XD 

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Sed felices :)

 


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