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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Notas del capitulo:

Acabo de terminar de ver Eurovisión( Por qué cojones ha ganado la del árbol?)  y me he dicho " bueno, pues ya que estoy termino el cap de sin rumbo y lo subo" XD Así que ahora me muero de sueño. 


Y aquí llega el dramón señoras y señores. Esta escena llevaba mucho tiempo en mi cabeza MUUUUUUCHOOO tiempo y cuando me puse a escribirla no podía con los feels, (Ahora como es la una y media de la mañana como que mis feels están desactivados y estoy plof, pero sigue siendo un capítulo con drama xD)

Pocas veces Christian había experimentado la sensación de estar viviendo una pesadilla, pero al ver a James sintió como sus mayores temores se hacían realidad. El pelinegro era un hombre que solía dominar sus miedos, la posibilidad de perder a sus seres queridos era algo que había asimilado muy de pequeño, sabía soportar la soledad, el peligro, incluso había afrontado la muerte con entereza cuando estuvo dispuesto a sacrificarse en manos de Karrick, pero ver al hombre que más amaba en aquella habitación, rodeado de gente que le matarían sin remordimientos con solo descubrir su identidad, en una casa donde había visto las peores cosas de su vida y dónde le habían obligado a hacer las peores cosas de su vida, le hizo sentir como el mundo se rompía en mil pedazos. 

El miedo le paralizó, su mente se bloqueó y si no hubiese sido por la actuación de Scapa sus temores de que descubriesen quién era el soldado se habrían hecho realidad. 

Cuando por fin pudo recuperar la capacidad de actuar su único objetivo era alejar a James lo más posible de aquella gente, de todos los peligros y las atrocidades que ocurrían en aquella casa y por eso se negó a acompañarle a las habitaciones, necesitaba llevarle a un sitio seguro.

Hicieron el resto del camino en completo silencio. Cada vez que se cruzaban con alguien Christian intercambiaba un breve saludo o una sonrisa que a ojos de un desconocido resultaría natural, pero James sabía que era falsa y tensa.

En vez de encaminarse hacia el pasillo que el castaño solía utilizar para llegar a las habitaciones de los jóvenes, Christian le hizo subir por unas empinadas escaleras hasta el siguiente nivel, donde James supuso que estarían las estancias de los superiores.

El castaño quería negarse a ir, quería volver con Gray y olvidarse de todo, pero le daba pánico hablar y recibir de nuevo una respuesta que destilase indiferencia.

Tras unos pocos minutos llegaron a un pequeño rellano lleno de puertas. Christian se acercó a la más alejada y sin añadir nada la abrió e hizo que el castaño entrase antes que él. James no pudo evitar observar la estancia con curiosidad.

Era una habitación pequeña, aunque tenía la ventaja de ser individual y por tanto gozaba de más privacidad. Los escasos muebles que la ocupaban, una mesa y una cama, eran de madera y tenían un aspecto demasiado viejo. Las paredes permanecían blancas y desnudas, no había ningún signo vital que pudiese indicar que aquella era la habitación del pelinegro.

Cuando escuchó la puerta cerrarse a sus espaldas los nervios le invadieron. No estaba preparado para hablar con Christian y cada poro de su ser gritaba que saliese corriendo de ahí. Antes de poder reunir el valor para volverse y enfrentarse al ladrón, James notó como una mano se aferraba a su camisa y con fuerza le impulsaba contra la puerta, provocando que su espalda chocase con esta en un golpe seco.

Sorprendido alzó la mirada para observar el rostro furioso de Christian. El chico le había aprisionado entre su cuerpo y la puerta y ahora, lejos de miradas ajenas, sus ojos destilaban una furia que James nunca había visto en el pelinegro. Cuando el mayor habló fue como si se estuviese conteniendo para no gritar.

—¿Sabes que pasaría si se enterasen de quién eres?— La voz de Christian sonó gélida. James solo podía observar mudo el rostro airado de Christian. Christian, el chico por el que lo había dado todo y que lo había abandonado sin siquiera explicarle el por qué ¿De verdad todo aquello estaba pasando?. Un sonoro golpe le hizo dar un respingo. El puño del ladrón había golpeado con fuerza la puerta de madera—. Te matarían James. Sin dudarlo ni un solo segundo. 

James se sintió estúpido. Estúpido por estar ahí, por haber seguido a aquel chico que le había roto el corazón en mil pedazos, y por seguir sintiéndose afectado por su presencia. Lentamente se llevó las manos a la cabeza y agarró con fuerza de sus cabellos, deseando que todo fuese un mal sueño.

—Eres un cabrón ¿Sabías?—No lo dijo especialmente fuerte, pero aún así la voz se le quebró. Cerró con fuerza los ojos y enredó aún más sus dedos en su cabello—. Un auténtico cabrón.

La furia de Christian pareció esfumarse. Sorprendido miró al soldado y la rabia que había sentido al ver al castaño en aquel lugar que ponía en peligro su vida, se desvaneció para dejar a un hombre mísero y agotado.

—James...— Pronunció el nombre como si fuese un suspiro, pero no supo que decir. Sabía que el soldado tenía razón, que le había hecho daño, pero nunca habría imaginado ver al menor en aquel estado y muchos menos habría esperado ser él la causa.

James dejó de tirarse de los cabellos y llevó una mano al pomo de la puerta. Necesitaba salir de ahí, poner distancia entre el pelinegro y él, pero el pomo no cedió. El muchacho tardo unos segundos en comprender.

—Abre la puerta— murmuró, sin poder mirar el rostro de Christian.

—James— Cuando el menor notó una mano rozándole el brazo fue como si una descarga eléctrica le recorriese. Apartó inconscientemente al mayor de un manotazo y retrocedió unos pasos al interior de la habitación para poder alejarse de este.

—¡No me toques! ¡Cabrón!— Hasta ahora James no se había dado cuenta de lo enfadado que estaba. Se había limitado a mantener su día a día a flote, demasiado ocupado con todo lo que ocurría a su alrededor para pararse a pensarlo, pero ahora enfrente de Christian se dio cuenta de lo molesto, dolido y pisoteado que se sentía y todo aquel rencor necesitaba salir de alguna manera. Suspiró intentando ordenar sus pensamientos—. Todo iba perfecto— paseó por la habitación incapaz de mantener la mirada del pelinegro, que le observaba inmóvil —. Habíamos conseguido librarnos de Karrick, tú ya no eras perseguido por la corte, teníamos paz ¿Y tenías que fastidiarlo así? ¡¿Es que no podíamos tener un maldito descanso?!

Christian se mantuvo en silencio, consciente de que el castaño tenía razón, pero ¿Cómo hacerle comprender? Él tampoco había querido que aquello sucediese, él también había sido obligado a todo aquello. El mayor intentó dar unos pasos hacia el soldado, pero este alzó una mano a modo de amenaza.

—¡No te acerques! —Temía la proximidad de Christian, consciente de que si le tenía cerca no podría contenerse y se derrumbaría—. Dime Christian. Podíamos haber vivido en paz y tu decides tirarlo al garete ¿Para qué? ¿¡Para jugar a ser el hermano mayor?! 

—¿Jugar? ¡No, por supuesto que no! —Exclamó ofendido, sin sorprenderse de que el soldado supiese de la existencia de sus dos hermanos—. No tenía otra elección James. Mi padre les vendió para saldar sus deudas ¿Que querías que hiciese? ¿Qué les dejase tirados?

—¿Y por qué tienes tú que saldar las deudas de tu padre? Demonios... ¡Y te he dicho que no te acerques! —En un impulso James agarró lo primero que encontró en la habitación y lo lanzó contra el pelinegro para impedirle avanzar de nuevo hacia él. Christian esquivó el objeto con torpeza y miró al castaño sorprendido.

—¡Son mis hermanos!

—¿Y Elena qué? ¡También es tu hermana! —Con esas palabras la voluntad del pelinegro pareció flaquear y el remordimiento le invadió. Ni siquiera se había podido despedir de su hermana pequeña.

—Elena está bien— Habló con tono mucho más sosegado, casi melancólico—. Puede vivir sin mi y no le pasará nada. Andrés y Farrah... me necesitan. Farrah solo tiene seis años ¿Has visto como es este lugar? Tengo que sacarles de aquí— James no quería escucharle, sabía que si lo hacía comprendería que Christian, el estúpido muchacho que asumía las cargas de los demás, no tenía otra elección. No quería recordar el rostro de aquella pequeña niña que había visto en el comedor con Oscar, solo quería desahogarse. 

—¡¿Y YO QUÉ?! —Soltó al fin, notando como en sus ojos se empezaban a acumular lágrimas de rabia— ¿Yo también puedo vivir sin ti? ¡¿Importo tan poco?! —Christian le miró, horrorizado por los pensamientos de James. 

—¡No! No, James yo te...— enmudeció de repente ¿Acaso tenía el derecho de decir que le amaba? No bastaba con asegurar que él también había sufrido enormemente por la idea de separarse de él, lo que contaba era el daño que le había hecho. 

En aquel momento James se percató de que ya apenas quedaba distancia entre ambos, asustado retrocedió unos pasos y alzó la mano en busca de cualquier otro objeto que poder lanzarle para alejarse de él, pero Christian fue más rápido y le agarró de la muñeca impidiéndole alcanzar nada. Apretando los dientes con furia James intentó zafarse del agarre, pero pronto notó como su flaqueza se derrumbada y dejándose llevar se aferró al cuerpo del pelinegro. Lo abrazó mientras ocultaba su rostro en el torso del mayor. Ahí dejó que toda la rabia fluyese y aunque sentía que entre aquellos brazos era donde mejor se encontraba a la vez aquella cercanía le hacía daño.

—Te quería— murmuró con rabia y rencor—. Te quería y me abandonaste —Christian abrazó al muchacho con fuerza, deseando ocultarle del mundo entero y protegerle de todo "Eres tú el único que le ha hecho daño" le recordó su subconsciente cruelmente. 

—Lo siento James—dijo, consciente de que era lo único que podía hacer. No podía prometerle falsas esperanzas y decirle lo mucho que le quería. Él trabajaba ahora para Axel y nunca podría estar de nuevo con el menor—, lo siento mucho.

James se removió, aún sin romper el contacto, pero alejó un poco el rostro de la camisa del ladrón para poder hablar.

—No te perdono— dijo con voz baja—, pero ya no importa— Christian sintió como si estómago se retorcía por el tono tan calmado y desprovisto de emociones del soldado. Por fin James rompió el contacto, para poder recobrar un poco la compostura, y carraspeó—, no estoy aquí por ti —uso el tono más indiferente que pudo hacer—. No tiene nada que ver contigo, esto lo hago por Karen, estoy ayudando a mi amigo— Solo él sabía que con esas palabras se intentaba convencer a sí mismo—. Ahora abre la puerta.

Christian quería negarse, obligarle a hablar con él y convencerle de que aquel sitio era peligroso y tenía que desistir de su misión, pero en ese momento alguien llamó a la puerta dando unos golpes. Una voz conocida se escuchó del otro lado.

—¿Hola? ¿Hay alguien? —El ladrón reconoció la voz en seguida y abrió los ojos con sorpresa, al mirar a James en busca de algún tipo de respuesta el chico desvió la mirada. la voz siguió hablando tras la puerta—. Me han dicho que mi hermano pequeño estaba aquí.

¿Hermano pequeño? Sin comprender nada Christian avanzó hacia la puerta y la abrió con la llave que solía guardar en su bolsillo. Al abrir el rostro de un sonriente rubio asomó por el hueco de la puerta. Gray le sonrió sin mostrar algún signo de haberle reconocido.

—Lamento las molestias. Prometo que Eric no volverá a causarle ningún problema—Hizo un gesto para que James se acercase a él y el soldado lo hizo sin dudar. El pelinegro paseó la vista entre ambos chicos estupefacto ¿Desde cuando aquellos dos se llevaban bien? James no desaprovechó la oportunidad que el rubio le ofrecía, sin atreverse a mirar de nuevo al pelinegro a la cara salió de la habitación y se marchó a sus propias habitaciones. Christian le contempló irse en silencio, notando un sabor amargo en la boca. Gray en cambio permaneció unos ratos inmóvil, apoyado en el marco de la puerta.

—Si fuese otra ocasión te gritaría y te mostraría el cabreo que siento por ti y Scapa ahora mismo, pero creo que el pequeño ya lo ha hecho por los dos— El pelinegro fulminó a su amigo con la mirada, pero este no se vio intimidado. con una sonrisa nada amigable se apartó de la puerta y sin añadir nada más desapareció por el pasillo siguiendo al castaño. 

Una vez estuvo solo Christian cerró la puerta de su habitación y se sentó en la cama, llevándose las manos al rostro. "¿No querías que te odiase?" le recordó una vocecita en su interior. "Pues enhorabuena, lo has conseguido" El muchacho apretó la mandíbula con fuerza. Sí, había querido que James le odiase, le odiase y pudiese así continuar con su vida, pero de nada servía si el muchacho se dedicaba a poner esa vida en peligro.

—Tengo que sacarle de esta casa —No podía estar con él y hacerle feliz, pero protegería al soldado, incluso si tenía que protegerle de sí mismo.

 

Notas finales:

 

La verdad es que no estoy muy convencida de como me ha quedado el capítulo, pero bueno :/ Espero que os haya gustado y que no os haya parecido un rollizo (?) Ya lo volveré a revisar cuando tenga tiempo 

 


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