Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

James se dejó caer sobre el colchón de su cama con un resoplido.


—Gracias por lo de antes— Gray se encogió de hombros quitándole de importancia y se sentó al borde de su cama, justo al lado de la del castaño.


—Cuando me enteré de que te habían llevado junto a los superiores supuse que estarías sufriendo una crisis de histeria frente a Christian y que te vendría bien un poco de ayuda— James arrugó el entrecejo con su comentario, pero no objetó nada. A fin de cuentas sí que había sufrido algo parecido a una crisis histérica. "Semanas pensando en él y cuando lo encuentras te pones a gritar como un loco, genial" Aún así no se arrepentía, tal vez fuese porque la furia seguía fluyendo en cierta medida por sus venas, pero sentía que Christian se merecía todo aquello.


—...¿James, me estás prestando atención? 


—¿Eh?— Se había sumergido tanto en sus pensamientos que no se había percatado de que Gray había continuado hablando, ajeno a la expresión del soldado. El rubio le dedicó un mohín de descontento, pero volvió a repetir lo dicho.


—Te preguntaba si conseguiste encontrar la salida


—Ah, sí... — La expresión de James cambió a una de preocupación—, me parece que ya no voy a poder escabullirme mañana, después de lo de hoy estarán más pendientes de la vigilancia por un tiempo—" Sobre todo el mocoso ese clon de Christian" No hacía falta ser un genio para darse cuenta de que al hermano de Christian le desagradaba por completo James, mucho más después de haberse salido con la suya frente a los superiores.


—Podría intentar salir yo— propuso el rubio, pero James negó con la cabeza.


—Que desaparezcas tú es mucho más notorio a que si lo hiciese yo. Los niños pequeños explotarían de la decepción o algo así— Gray sonrió a medias por el comentario, pero no añadió nada más. Ambos chicos permanecieron en silencio por unos minutos, cada uno inmerso en sus pensamientos, hasta que el rubio habló con voz baja.


—James, se que no te va a gustar lo que voy a proponer, pero... — El soldado encarnó una ceja y se medio incorporó, apoyando un codo en el colchón, pero no interrumpió y dejó que el chico continuase—, ¿Por qué no haces que sea Christian el que vaya el viernes a la taberna?


El castaño se mantuvo en silencio unos instantes, esperando que el chico se retractase diciendo que era una broma o algo por el estilo, pero eso no pasó.


— ¿Quieres que te diga una por una las razones por las que esa idea es pésima? — Antes de que empezase a enumerarlas el rubio alzó las manos pidiendo silencio.


—No, no, escúchame. No es tan descabellado. Christian es un superior, nos dijeron que ellos pueden salir cuando quieran.


—Después de lo que le he dicho hoy no va a querer...— el rubio volvió a alzar la mano pidiendo que le dejase continuar.


— Por lo que sabemos Christian no está aquí porque tenga interés en ayudar a esa asociación, lo hace para ayudar a su familia. Le es indiferente si estamos intentando tirar abajo la organización o no. Aún no tenemos ninguna información importante que proporcionar a Jenna, sería solo avisar de que todo ha ido bien. No perdemos nada por intentarlo. Si se niega no va a delatarte, no haría algo que te metiese en problemas. 


James se cruzó de brazos indeciso.


—¿Y por qué tengo que ser yo quién le convenza? ¿Por qué no puedes decírselo tú a Scapa? Seguro que a él también le importa un bledo los intereses de esta asociación.


Gray contuvo una mueca a duras penas.


—Sabes que no es lo mismo. Christian se preocupa por ti y si le hacemos pensar que esto te puede ayudar o poner a salvo lo hará.


James quiso discrepar y decirle que Scapa haría lo mismo por él, pero por alguna razón presintió que Gray no agradecería que le dijese esas palabras así que se contuvo.


Cuando se despertó al día siguiente aún no seguía muy de acuerdo con el plan del rubio, pero se decidió a intentarlo al menos.


—Solo tengo que encontrar una manera de quedarme a solas con él— Dijo a Gray durante el desayuno—. Entonces podré intentar convencerle de que desmantelar todo esto sería beneficioso para su familia.


Gray se limitó a asentir, satisfecho de que el castaño hubiese aceptado su plan.


—No te preocupes— Había dicho con una sonrisa burlona en los labios—, creo que eso de buscar un momento a solas va a ser el menor de los problemas.


Al principio James no había entendido aquellas palabras del chico, pero empezó a comprender cuando, nada más salir del comedor, Jorge le cerró el paso, agarrándole con fuerza del hombro.


—Hoy no vas con el resto— dijo el superior con tono hosco—, te necesitan para otro trabajo.


James se dejó guiar dócilmente por la mansión, hasta que llegaron al viejo almacén donde se encontraban los carros con los que había entrado en aquel lugar hacía casi una semana.


No le sorprendió que Christian estuviese ahí, apoyado en una de las carretas y observando con una mirada indescifrable, pero no pudo evitar sentir algo parecido a la rabia al comprender que en aquel sitio Christian tenía el poder. Si él, como superior, exigía que James le acompañase en algún trabajo el castaño tendría que claudicar sin poder hacer nada para evitarlo, y no cabía duda de que Christian había hecho uso de ese poder para traerle ahí.


No miró al pelinegro a la cara cuando pasó a su lado, mantuvo la vista fija en el suelo mientras subía a la carreta . Christian se limitó a suspirar, consciente de que era merecedor de aquella actitud por parte del menor.


La carreta no estaba vacía, aparte de James un montón de niños y niñas se acurrucaban unos con otros, soportando a duras penas el frío de la mañana. Cuando el pelinegro subió tras de él se sentó al lado de una chica de pelo naranja muy corto. James creía haberla visto la noche anterior, en el comedor de los superiores.


El viaje en el carro duró apenas quince minutos hasta que este se detuvo en un pequeño callejón. Al bajarse el soldado pudo escuchar el ruido del ir y venir de la gente, justo al otro lado de la calle en la que se encontraban. Debían de estar en algún rincón de la ciudad que conectaba con la calle principal y la zona del mercado. 


A sus espaldas unas palmadas sonaron para atraer la atención del grupo, al darse la vuelta James pudo ver a la chica pelirroja con los brazos extendidos. Los niños se agruparon en torno a ella. Ahora, fuera de la carreta, el soldado podía apreciar su aspecto, demasiado zarrapastroso. Llevaban ropas hechas girones, que apenas protegían del viento que azotaba aquella mañana. Sus caras eran pálidas y delgadas, de un tono casi cenizo, y sus cuerpos eran menudos y de aspecto débil. La chica comenzó a hablar con tono autoritario.


—Ir hacia la gente mejor vestiao, suelen ser los que dan más dinero, si véis algún uniforme de guardia ni os acerquéis, no quiero ninguna sonrisa, ni a niños jugando por las calles ni riendo, cuanto más miserables parezcáis más os darán... y a quien pille guardándose las ganancias ya sabe lo que le espera.


La chica continuó hablando, pero antes de que James pudiese llegar a comprender que había significado exactamente aquel discurso notó como alguien llamaba su atención mediante unos golpecitos en su espalda. Al volverse vio como Christian se alejaba del grupo, sin molestarse en mirar atrás. Tragó saliva y se apresuró a alcanzarle, el pelinegro debió de leerle la mente, porque fue el primero en hablar.


—Su trabajo no nos concierne. Nosotros venimos al mercado por otra cosa— James intentó mantener la vista en aquel grupo de pequeños, pero pronto desaparecieron de su campo de vista ocultos entre las casas de la ciudad. Mosqueado y extrañado se volvió para enfrentarse al ojiazul.


—¿Qué ha sido eso?¿ Por qué los tenéis así? El reto de niños de la casa está mejor alimentado y mejor vestido.


Christian no hizo gesto alguno de haberle prestado atención y por un momento James creyó que no iba a contestar a sus preguntas. No fue hasta que ambos habían llegado al inicio de la calle principal que el chico comenzó a hablar.


—Los que son demasiado enclenques para trabajar tienen dos destinos. Uno es ir a la casa roja— James contuvo un escalofrío, por lo que había podido ver durante su estancia en aquel lugar, la casa roja era uno de los peores destinos posibles—, pero cuando eres demasiado pequeño no resultas de utilidad ahí, la prostitución infantil mueve mucho dinero, pero solo en casos excepcionales. Mientras tanto te mandan aquí, a mendigar. Te sorprendería saber lo que puede ganar una cara infantil hambrienta si pide dinero en estas zonas.


James sintió como las nauseas le invadían, asqueado por que hubiese gente capaz de utilizar a niños de esa manera y en tales condiciones.


—Es enfermizo— murmuró horrorizado. Christian volvió a suspirar.


—Lo es— Tras esas palabras el pelinegro se adentró en el bullicio de gente que iba y venía por la calle principal y James no tuvo más opción que seguirle, conteniendo ese sentimiento de repulsión que cada vez era más fuerte.


Tenía que acabar con toda aquella organización, tenía que conseguir meter a toda esa gentuza en la cárcel y si para ello tenía que conseguir poner a Christian de su lado, lo haría. Tuvo que utilizar todo acopio de su voluntad para decidirse a hablar.


—Christian—Llamó con un tono que se acercaba al susurro. El nombre sonó raro salido de sus labios, como si hiciese demasiado tiempo que no lo pronunciaba. No estuvo seguro de si entre tanto ruido el pelinegro alcanzó a oírle, pero si lo hizo no lo mostró—, Christian— Esta vez empleó más fuerza en su voz y acompañó el reclamo agarrando al ojiazul de la manga, obligándole a girarse y hacerle frente. Por primera vez los ojos de ambos conectaron—. Necesito hablar contigo.


—¿Sobre qué?— El tono del mayor era desafiante y provocó que el castaño rechinase los dientes con rabia.


—En privado—La gente pasaba a su alrededor ignorantones completamente, pero aún así el soldado tenía la incómoda sensación de sentirse observado. Christian esbozó una sonrisa dolida y alejó un poco su rostro del de James.


—¡Vaya! Ayer no parecías dispuesto a tener una conversación en privado conmigo —Antes de que el soldado pudiese objetar Christian ya se había deshecho del agarre y continuaba su camino entre las tiendas del mercado. Mascullando un par de maldiciones James se apresuró a seguirle para mantenerse a su altura.


—¿Por qué has pedido a Jorge que viniese contigo?


—Necesitaba a alguien que me ayudase, eso es todo— James bufó.


—¿Me tomas por idiota?—Aquella pregunta pareció hacer gracia a su compañero.


—Solo alguien idiota sería capaz de meterse en algo tan peligroso como en lo que te estás metiendo tú— El castaño frunció el ceño.


—¿Por eso estoy aquí?¿Es tu manera de mantenerme controlado?


—Es mi manera de mantenerte fuera de peligro—masculló molesto—, dado que tú no pareces preocuparte por tu seguridad lo haré yo por ti. No me importa si tengo que ser tu sombra para conseguirlo.


James inspiró y expiró con fuerza, estaba claro que aquella conversación no iba por buen camino. Intentó adoptar el tono más sincero y sin rastro de enfado posible cuando habló.


—Christian, por favor. Necesito hablar contigo de algo importante—El rostro del pelinegro, hasta ahora a la defensiva, se tornó en uno más humano, débil y desconcertado. James esperó paciente hasta que el mayor pudiese ordenar sus ideas y supo que lo había hecho cuando en la mirada del pelinegro asomó la decisión.


—De acuerdo, por la calle de la derecha podemos llegar a un sitio tranquilo.


Inconscientemente Christian extendió la mano y agarró la de James, para guiarle, pero al darse cuenta de su gesto la soltó con rapidez, como si el propio contacto quemase. Carraspeó sin atreverse a mirar al soldado a la cara debido al rubor.


—Lo siento, es la costumbre—sin añadir más agarró al muchacho con amabilidad del brazo y le condujo por las calles de la ciudad. James agradeció inmensamente que el ladrón evitase su mirada para no enfrentarse a su rostro, porque aquel contacto inesperado también le había tomado por sorpresa y le había hecho enrojecer, avergonzado de que, por unos segundos, hubiese llegado a pensar que aquel gesto era algo natural entre ellos. Mientras caminaban por la nueva calle el castaño se reprochó a si mismo " No somos pareja. Esos gestos ya no son normales"


Juntos caminaron por la calle hasta que Christian indicó con la mano que se detuviese. A su derecha se encontraba la puerta a un pequeño patio, muy descuidado. Cuando el ladrón empleó un poco de fuerza la verja que impedía el paso de los transeúntes cedió con facilidad, permitiendo a ambos chicos adentrarse.


—Aquí nadie nos escuchará— aseguró Christian con voz tranquila—. ¿De que querías hablar?


A James le tomó apenas unos minutos resumir todo lo ocurrido desde que su hermano había llegado a la ciudad. Le contó a Christian como Jenna y él habían planeado descubrir a Axel como causante de los actos terroristas, como Gray se había unido al plan, como habían acordado quedar todos los viernes en la taberna donde solía alojarse Gray y como aquello ahora les suponía un problema a ambos ya que no podían salir de la casa sin resultar sospechosos.


Christian escuchó todo en silencio, mostrando alguna mueca de disconformidad de vez en cuando, pero ni una sola palabra se escapó de sus labios mientras que dejaba al castaño explicarse. Aún así, cuando James llegó al tema de importancia, en el cual le pedía formar parte de todo aquel plan y reunirse con quién fuese en la taberna, su rostro fue empalideciendo y sus labios se fueron transformando en una tensa linea.


Cuando James cesó su relato estaba preparado para la respuesta que iba a recibir.


—No— Christian no dijo nada más, un simple y rotundo "no" que no desanimó al castaño. James se cruzó de brazos, preparado para la discusión.


—Sabes que lo mejor es acabar con esa organización.


—Me niego —Aunque James sabía que aquella iba a ser la respuesta antes incluso de hacer la pregunta no pudo evitar sentirse un poco frustrado, incapaz de entender las razones del mayor.


—¿No quieres ayudar a tu familia?


—Precisamente eso estoy haciendo, ayudar a mi familia y ayudarte a ti. No eres consciente de lo que pasará si Axel se entera de lo que estás haciendo.


—¿Tanto miedo le tienes?—Pretendía incitar con aquella pregunta, enfurecerle y picarle, pero en vez de saltar lleno de furia, el pelinegro se acercó a él con calma.


—Sí— Aquella respuesta le sentó como si le arrojasen un cubo de agua helada encima.—, y no me importa decirlo. No me importa tener que humillarme ante alguien tan horrible como él si con eso consigo la seguridad de mi familia y la tuya. No sabes de qué es capaz, y no pienso ayudarte a que sigas con este descabellado plan consiguiendo que te maten.


La actitud de Christian le había tomado por sorpresa, era como si el pelinegro se hubiese dado por vencido hacía mucho tiempo. James lo contempló horrorizado. Christian avanzó hacia el menor, cansado, cansado de tener que discutir con el castaño, cansado de tenerle cerca y no poder actuar como le gustaría actuar. Habló con voz calmada y débil.


—Por favor, James. Vuelve a casa, no tienes por qué ser tú el que realice esta misión, deja que sea otro quien corra el riesgo— El pelinegro alzó una mano y rozó el rostro del soldado con la punta de los dedos, pero ante el contacto James retrocedió, asustado.


—No pienso irme— afirmó con fuerza—. Conseguiré contactar con Jenna, con tu ayuda o sin ella y haré mi trabajo.


El rostro de Christian no dejó mostrar el descontento que sentía ante aquellas palabras. 


—No cuentes con ello.


 


 


Los días sin James resultaban increíblemente aburridos para Gray. Tal vez no lo mostrase, pero con el paso del tiempo aquel pequeño soldado había acabado por caerle bien, hasta el punto de considerarle un buen amigo. Por eso cuando vio como Jorge se llevaba al muchacho nada más acabar el desayuno se preparó para un día monótono. Habló alegremente con sus compañeros de trabajo mientras caminaban hacia los talleres donde los últimos días se habían dedicado a arreglar la estructura del edificio. Le alegró la idea de que al menos podría estar cerca de Oscar y su hermana Nayra. Lo que sin duda no esperaba era encontrar lo que se encontró. 


Scapa esperaba dentro del edificio, apoyado en la pared del viejo almacén. Al verle se paralizó, y los nervios le invadieron. Siempre había sido consciente de que llegaría el momento de enfrentarse a su antiguo líder y amigo, pero eso impidió que su pulso empezase a temblar, o que perdiese la capacidad de hablar durante unos instantes. El resto de compañeros a su alrededor, ajenos a la inquietud del rubio, se acercaron a Scapa esperando sus ordenes. Gray dudó unos instantes, no sabía cual iba a ser la reacción del mayor al descubrirle ahí, pero tenía el presentimiento de que no quería descubrirla. Una fuerte palmada en la espalda le hizo avanzar, Daniel, el hermano de Christian le miraba serio.


—Andando, no tenemos todo el día— Haciendo de tripas corazón el chico avanzó junto al resto de muchachos, formando un corro frente a Scapa. El chico, al notar como estaban todos ya agrupados, se separó de la pared y recorrió al grupo con la mirada. Una vocecita sonó en la cabeza del rubio "Lo sabe" . Scapa sabía que estaba ahí. Gray no pudo evitar contener la respiración mientras la mirada del castaño recorría todos los rostros, pero cuando la mirada de ambos se cruzó Scapa no hizo ni el más mínimo gesto de haberle reconocido y continuó con la inspección, Gray tampoco hizo nada. Tragó saliva sintiendo como aquella indiferencia se le clavaba en el estómago como un puñal, "¿Pero qué esperabas viniendo de Scapa?" El líder comenzó a hablar, presentándose al resto de muchachos y explicando que aquel día tendrían que arreglar el techo del almacén por fuera, pero Gray no prestaba atención. Cuando el resto de chicos comenzó a moverse él les imitó por inercia. 


Estuvieron toda la mañana subidos al tejado, soportando el sol en sus nucas y el viento contra sus caras. Al poco tiempo de estar ahí fuera los dedos se entumecían debido al frío y era casi imposible hacer algo útil con ellos, pero nadie decía nada. Si te quejabas corrías el peligro de que considerasen que ya no eras útil y te mandasen a la casa roja.


—Emplea más fuerza con el martillo— Escuchó que le decía el castaño al pasar a su lado. Empleaba un tono monótono e indiferente, como el que usaba para dirigirse al resto de muchachos que trabajaban ahí. No había nada en los gestos, miradas o palabras del castaño con los que se pudiese adivinar que aquel chico era más que un simple muchacho desconocido que trabajaba en esa casa como el resto y aquella indiferencia era lo que más le afectaba al rubio, aunque irónicamente era también a lo que más estaba acostumbrado.


Cuando por fin llegó el momento del descanso Gray dejó escapar de entre sus labios un gemido de alivio. No podía permanecer más tiempo en aquel tejado y fue uno de los primeros en bajar de ahí y pisar tierra firme. Una de las niñas que trabajaba en el almacén fue repartiendo bocadillos a todo el que bajaba. El rubio le agradeció el gesto con una sonrisa amable y sin mirar atrás corrió al patio exterior deseando poder olvidarse de todo lo ocurrido aquel día, o al menos habría podido hacerlo de no ser por que nada más salir distinguió la figura de Scapa sentado en una esquina del recinto.


Durante unos instantes se planteó la posibilidad de volver sobre sus pasos y comer junto a Oscar y Nayra, tendría que fingir buen humor, sí, pero probablemente no sería tan devastador como la conversación que intuía que iba a tener con el castaño. 


—Debo de ser masoquista— murmuró para si mismo al notar como sus pies avanzaban por sí solos hacia el mayor. El chico tenía la cabeza apoyada en el muro que separaba aquella casa del exterior y mantenía los ojos cerrados, por ello no notó la cercanía del rubio hasta que este se paró a su lado y habló —, no recordaba a nuestro líder tan falto de reacciones si se me permite decirlo.


Habló con tono jovial y burlón, porque así es como se suponía que tenía que actual él ¿no?. Se suponía que él era Gray, el chico alegre y despreocupado, el que le causaba quebraderos de cabeza por diversión y que siempre sonreía a pesar de como le tratase Scapa.


El castaño abrió los ojos con lentitud, no le miró a primeras. Antes recorrió el patio con la vista, como si se quisiese asegurar de que no había nadie ahí para observarles, después de eso alzó la vista, clavando sus ojos ámbar en los del rubio. 


—Solo me limito a no darte lo que buscas imprudentemente— La sonrisa de Gray se congeló en sus labios y mentalmente se reprochó no haber hecho caso de su primer instinto de salir de aquel patio.


—¿Insinúas que he venido hasta aquí... porque busco atención?—Las palabras sonaron muertas en sus labios. Scapa le observó con mirada seria.


—Has sido un irresponsable Gray. Venir hasta aquí y encima traer al chico de Christian contigo. No sabes lo irresponsable que...


—Se llama James— le interrumpió con tono acerado—, y por muy poca estima que me tengas, no, no soy tan rastrero como para arrastrarle a algo tan peligroso solo porque yo quiera tú atención.


—¿Entonces por qué Gray? ¿Por qué demonios estás aquí? —El chico enmudeció. Se sentía inmensamente cabreado y lo único que quería hacer en esos momentos era pegarle un puñetazo al castaño, pero se contuvo—, ¿Qué otra razón puedo esperar de ti?


—¿Sabes qué Scapa? Que te den. No tengo por qué darte explicaciones —Sin añadir nada más se dio media vuelta, pasó de largo la puerta que permitía entrar de nuevo a los almacenes y entró directamente a la casa deseando poder encontrar algún sitio donde nadie se dedicase a amargarle la existencia.


 


 


James esperaba fuera de una tienda que, aunque tuviese en el escaparate figuras de cerámica, supuso que vendía de todo menos figuras de cerámica. Tras no haber dejado nada en claro con la discusión Christian y él se habían dirigido de nuevo al mercado, donde el pelinegro tenía que hablar con alguien importante, según él. Cuando llegaron al sitio acordado el pelinegro le pidió que esperase en la puerta y se asegurase de que nadie sospechoso vigilaba.


James se sentía extremadamente extraño haciendo esa clase de trabajos, cuando él normalmente se encontraba en el otro bando, pero no objetó e hizo lo que le pidió. Prefirió mantenerse distraído con esa tarea a estar dando vueltas a la conversación que acababan de tener en aquel patio. Odiaba que el pelinegro siguiese preocupándose por él cuando luego era precisamente Christian el que ponía en peligro su vida por otras personas sin molestarse en pensarlo dos veces.


—Es por tu culpa que estoy aquí— masculló molesto mientras se cruzaba de brazos y observaba a la gente ir y venir con aburrimiento.


Pasaron unas pocas horas hasta que Christian volvió a salir de aquella extraña tienda. James no preguntó qué había estado haciendo ahí dentro todo este tiempo. Juntos iniciaron el camino de vuelta a la carreta, o al menos eso habrían hecho si una figura no se hubiese abalanzado sobre James, cortándole la respiración.


—¡Cariño!— Tanto Christian como James contemplaron estupefactos a Milena, la joven se mantenía abrazada al cuerpo del castaño y hablaba con extrema rapidez—. Me dijeron que estabas en una misión, ¡pero no me podía creer que me hubieses dejado tirada! ¡Cuanto me alegra verte aquí, mi madre saltará de alegría! 


James la observaba boquiabierto. Vale, se había olvidado por completo de aquella chica y aunque cierto rincón de su mente mostraba algo de arrepentimiento el resto de esta estaba centrado en el pelinegro, que paseaba la vista de la chica al soldado con desconfianza. Christian acabó por agarrar del hombro a la chica con amabilidad, pero deseando a al vez que esta dejase de abrazar de aquella manera al castaño.


—Perdona— intentó sonar amable, aunque James pudo ver un pequeño destello en sus ojos— , pero... ¿Quién eres?


La chica, aún sin dejar de aferrarse al torso del muchacho alzó la vista, observando con curiosidad e inocencia al pelinegro, sus mejillas se tornaron ligeramente rosas, pero habló con seguridad.


—Su prometida ¿Y tú?


 


 

Notas finales:

Discusiones y más discusiones. Se que he tardado en publicar, pero bueno, era un poco más largo de lo que suelo escribir XD Espero que tengáis un buen día y que os haya gustado el capítulo (Aunque sea un capítulo muy estresante la verdad XD)

Un saludo!!!

Pag Facebook

https://www.facebook.com/Vinca-Gnone-Crystalpm-891262700958304/

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).