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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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James contempló la puerta de una de las muchas habitaciones de aquella mansión con inseguridad. Sabía que habitación era, bueno, no lo sabía, pero lo intuía. No le había costado mucho adivinar cuales eran las intenciones del pelinegro.


—No es buena idea— Christian apretó la mano del soldado entre la suya con cariño, como si le diese ánimos, mantenía la otra sobre el pomo de puerta, aunque aún no había abierto.


—Vamos, prometo que Farah es mucho más fácil tratar que su hermano— Aunque hablaba con tono jovial, intentando amenizar el ambiente, James podía sentir el tono vibrante de su voz, debido al nerviosismo. 


Exacto, qué otra cosa habría podido hacer Christian para explicarle la razón de sus sacrificios más que hacerle conocer a la familia por la cual estaba luchando. James ya había conocido a Farah en el comedor y, aunque había sido un poco shock al principio, no había tenido ningún problema en hablar con ella, pero eso era muy diferente a ir hasta su habitación y presentarse en calidad de amigo (O lo que fuese) de su hermano mayor.


El menor tragó saliva y sin decir nada asintió lentamente, dando permiso al pelinegro para continuar. Este terminó de girar el pomo de la puerta, la cual se abrió hacia dentro con un leve chirrido. Ambos chicos esperaron unos segundos en silencio, expectantes.


—¿Mamá? —La voz de una niña pequeña sonó dentro de la habitación—. ¿Eres tú? 


Christian contuvo una mueca de alivio, tenía suerte de haber encontrado a su hermanita sola y no con aquella mujer que solo complicaría más las cosas. 


—Farah soy yo—Se adentró unos pasos en la habitación, arrastrando consigo a James, al cual aún no había soltado—, Christian. 


Al entrar por completo en la habitación pudo ver a la pequeña sentada en el suelo, rodeada de un montón de papeles llenos de dibujos de muchos colores. Una enorme sonrisa se iluminó en el rostro de la niña.


—¡Christian! —De un salto se puso de pie y corrió hacia el pelinegro. Este la alzó en volandas en un fuerte abrazo mientras besaba su cabellera de rizos dorados en gesto de cariño. 


James contempló la escena embelesado, y por un momento los nervios que había acumulado desaparecieron al ver el rostro radiante de Christian al abrazar a su hermana, nervios que no tardaron en volver en el momento en el que los ojos de la pequeña rubia se posaron en él. Christian la dejó en el suelo y se mantuvo de cuclillas frente a ella, aún abrazándola.


—Te quería presentar a un amigo muy especial. Él es...


—¡Eric!— La niña pequeña se adelantó, observando a James con ojos ilusionados—. Le conozco, hermanito ¡Es el hermano de un mago! ¿Lo sabías?.


Christian miró a James con gesto interrogante y este, sonriendo, se limitó a mover los labios en silencio " Gray" , a lo que el pelinegro se limitó a asentir. Farah, ajena al intercambio de comunicación silenciosa que discurría entre los dos, se alejó de su hermano para acercarse a James.


—¿Tú también eres un mago? — El soldado no pudo evitar sonreír ante la mirada inocente de la pequeña. Le recordaba demasiado a Astrid. Imitando a Christian se arrodilló, para que su rostro quedase a la altura del de la niña.


— Lo siento, mi hermano se llevó toda la magia de los dos— La chica hizo una mueca de desilusión, pero rápidamente se sobrepuso. Con rapidez se dio la vuelta y agarró a James de la mano, tirando de él con cierta timidez. 


—Yo no se hacer magia, ¡Pero me gusta hacer dibujos! ¿Quieres verlos? Podemos hacer uno juntos.


James no opuso resistencia al avance de la niña, pero volteó el rostro hacia el pelinegro para observar su mirada llena de inquietudes. Con una naturalidad que ya pensaba que había perdido el castaño sonrió y Christian supo que era su manera de decirle que aceptaba sus "razones". 


—Por supuesto. Dibujemos algo juntos.


Después de eso ya no hubo tiempo para los nerviosísimos o las dudas. Farah era una de esas niñas que sabía transmitir su alegría al resto de personas y tanto James como Christian se olvidaron de por qué habían ido ahí. Los problemas permanecieron fuera de aquella habitación y ambos chicos decidieron muy convenientemente cerrarles la puerta, para que ni siquiera la sombra de estos pudiese enturbiar aquel momento junto a una de las principales razones de todo aquel quebradero de cabeza.


A medida que las horas iban pasando James empezó a notar como el nerviosismo crecía en Christian por momentos. El pelinegro empezaba a temer que Cassandra llegase de un momento a otro y lo último que quería era encontrarse con la madre de sus hermanos. Cassandra haría preguntas innecesarias por la presencia de James en su habitación y Christian sabía que la mujer no dudaría en contárselo a Axel si sospechaba que todo aquello podía ser perjudicial para su familia. Por eso, mucho antes de que sonase la campana que anunciaba la hora de la cena el chico puso fin a aquella aura de paz que se había formado entre los tres.


—Creo que nos deberíamos ir yendo—La sonrisa radiante de Farah desapareció al escuchar a su hermano.


—¡No, todavía no! ¡Es muy pronto! — Christian miró a su hermana con ternura y remordimientos y le acarició la mejilla con la mano.


—Pronto volverán Andy y mamá, no te preocupes— El pelinegro se levantó del suelo sobre el que había estado arrodillado mientras Farah se dedicaba a hacer y colorear dibujos a la vez que daba ordenes a un divertido James de como hacer los suyos para que así ambas obras cuadrasen. El menor le imitó, sintiendo que poco tenía que decir en aquella conversación familiar.


Farah, en cambio, no parecía muy dispuesta a no salirse con la suya, porque de inmediato se levantó y comenzó a dar saltitos alrededor de los dos chicos y a hablar con tono de suplica.


—¡Oh! Porfa, porfa ¡Quedaos un poquito más! Podemos cenar todos juntos ¡Seguro que a mamá no le importa!


James, incapaz de no reaccionar ante los ruegos de la chica habló con tono conciliador.


—Podrías quedarte tú aquí si quieres, Christian. No tengo ningún problema con volver al comedor yo solo —La mirada fulminante que le echó el pelinegro le dejó muy claro que el ladrón seguía en su empeño de no dejarle solo en ningún momento, pero los gritos de suplica de Farah salvaron a James al atraer de nuevo la mirada de su hermano. La pequeña daba pequeños botes mientras tiraba de la manga de la camisa de su hermano.


— ¡Sí, Sí! Porfa Chris. Porfaaaa —La mirada de Christian se ablandó al ver a su hermana.


—Lo siento Farah, pero no puedo dejar a mi amig...


—No seas tonto Christian—le reprochó James, pero sabiendo que el pelinegro quería argumentar muchas cosas en contra de aquella propuesta y que no lo hacía por estar al lado de su hermana decidió darle una tregua—. Anda, salgamos a fuera un rato y lo hablamos. 


Christian recibió agradecido la ayuda del soldado y asintió.


—Farah, espera dentro unos minutos— Antes de salir por la puerta de la habitación James se volvió hacia la pequeña para guiñarle un ojo con complicidad, la pequeña no hizo más que reírse y alzó su pequeña manita a modo de despedida.


Una vez fuera de la habitación ambos chicos se encontraron de nuevo en el pequeño hall lleno de puertas, completamente vacío y en aquel momento bastante mal iluminado debido a las escasas velas del lugar.


—Puedes ir olvidando tus ideas locas y los ruegos de mi hermana, Hook. Te dejé muy claro que pensaba protegerte de cualquier peligro de esta casa. 


El soldado se metió la manos en los desgastados pantalones que le habían dado al llegar a aquella casa y no pudo evitar sonar mucho más risueño y despreocupado de lo que pretendía. Aquellas horas con la pequeña niña le habían puesto de demasiado buen humor.


—¡Oh vamos, Christian! Es solo el camino de vuelta al comedor ¿Qué podría pasar? 


—Podrías encontrarte con...—James se adelantó a sus palabras.


—¿Con Nico? Ambos sabemos que si me encontrase con él daría un poco lo mismo que lo hiciese solo o contigo. Estaría perdido de ambos modos —Christian frunció el ceño y habló con tono seco.


—Parece que no te tomas esto muy en serio— El castaño sonrió y se acercó un poco al pelinegro para rozar con una mano el rostro del este a modo de animo. Christian inconscientemente cerró los ojos ante aquel tacto.


—Vamos Christian, no quiero perder tan pronto el buen humor que hemos conseguido después de tantos quebraderos de cabeza. Respira tranquilo por una vez.


El pelinegro suspiró y al abrir los ojos miró a James con cansancio, y sin rastro de ira.


—¿Por qué no me das un respiro tú a mi y me dejas que te proteja? — la sonrisa en los labios del de cabellos castaños se ensanchó.


—Porque así es más divertido—Aquel tono pícaro del menor por fin pareció hacer mella en el pelinegro, que acompañó a James con una sonrisa sincera. 


Puede que los dos hubiesen bajado la guardia para disfrutar de aquel periodo de paz, o que ambos estaban tan acostumbrados a ello que ninguno notó nada raro cuando sus rostros se comenzaron a juntar peligrosamente. James no pensaba en absolutamente nada cuando cerró los ojos y con suavidad sintió el tacto de los labios del pelinegro contra los suyos. Ambos chicos se movieron con cautela, pero con la seguridad de conocer los labios ajenos. Fue un beso dulce y  con cautela, pero solo eso bastó para hacer vibrar el corazón y el cuerpo de ambos muchachos como si se tratase del contacto más pasional que podrían tener.


Fue en la mente de James en la que primero sonó la alarma de que aquello era un tremendo error. Con rapidez deslizó ambas manos por el rostro del pelinegro para apoyarlas las en el pecho del contrario, empujando y poniendo distancia entre ellos y Christian, al notar la presión del menor cesó al instante, recobrando la consciencia desde el estado de enajenación en el que se encontraba.


—Esto es un error —Murmuró el castaño. Con la voz entrecortada por su respiración agitada. Christian supo ocultar muy bien la expresión horrorizada de su rostro. Horrorizada por la estupidez que acababa de cometer y por el dolor que le provocaba el rechazo del castaño.


—Yo...Lo siento, James.


—Eric— le cortó el menor—, me llamo Eric— Con aquello quería dejar claro que aquel momento de confianza había dado por finalizado y que nada había cambiado. La atmósfera alrededor de ambos se volvió fría e incómoda. Ahora era cuando los remordimientos y las dudas volvían a invadir el corazón de ambos. Sintiendo como le faltaba el aire James consiguió balbucear unas palabras.


— Será mejor que vuelva al comedor.


Christian le miró ansioso y preocupado.


—Déjame acompañarte. Al menos hasta el p...


—¡Christian!—Volvió a interrumpir el castaño. No podía seguir soportando escuchar su voz en aquellos instantes—. Por favor, déjalo estar.


Necesitaba estar solo, pensar en las cosas por su cuenta. Christian mantuvo la mirada fija en él unos instantes, dispuesto a insistir, pero al final acabó por bajar la mirada y asentir lentamente.


—Buenas noches Eric.


Ambos se dieron la espalda y ninguno se atrevió a mirar hacia atrás mientras James se alejaba por el pasillo y Christian entraba de nuevo en la habitación de sus hermanos. Una vez dentro el ladrón no pudo evitar golpear con furia la madera de la puerta.


—¡Idiota! —No podía volver a hacerle esto a James. La situación no había cambiado: Él seguía encerrado en aquella maldita mansión mientras que James podría ser feliz si volviese junto con su amigo Karen y se dejase de misiones suicidas—. ¿Por qué te has dejado llevar así? ¡¿Por qué?!


Se llevó las manos a la cabeza, sintiendo como los remordimientos comenzaban a golpearle como agujas en el pecho. ¿Por qué era tan difícil estar a su lado sin tocarle? 


—¿Hermano? —El rostro de Farah se volvió a asomar a la entrada y la pequeña contemplaba con miedo a su hermano—. ¿Te duele algo?¿Estás malito? 


Christian dejó que su cuerpo se deslizase sobre la puerta y acabó sentado en el suelo. Aunque sentía como todo su cuerpo dolía a horrores se forzó a formar una sonrisa para tranquilizar a la niña.


—¿Por qué no me enseñas de nuevo esos dibujos tan bonitos que habéis hecho Eric y tú?


James caminaba con rapidez por los pasillos desiertos de la mansión, sentía que las piernas le fallarían en cualquier momento, pero aún así no aminoró el paso. "No debí hacerlo, no debí hacerlo, no debí hacerlo" ¿Hacer el qué? La verdad ni siquiera el mismo James sabía si se reprochaba por haber iniciado aquel beso o por haberlo acabado. Solo sabía que necesitaba olvidar todo aquello, correr un tupido velo y continuar con su cometido hasta poder comunicarse con Karen. "Podría decirle que me equivoqué, que no puedo llevar a cabo esta misión" Sí, podía, pero James era muy consciente de que no lo iba a hacer y, para que engañarnos, también era más que consciente de la razón por la que no lo iba a hacer. Por Christian.


La pregunta ahora era ¿Por qué se dejaba guiar por una razón tan estúpida y errónea hasta el punto de poner en peligro su vida?. El rostro de Farah volvió a su mente y una voz en su cabeza le dijo que tal vez no fuese una razón tan errónea, que Christian seguía siendo el de siempre, pero entonces qué ¿Volver a estar juntos como si nada hubiese pasado? El corazón de James no estaba dispuesto a volver a ser destrozado más veces por la misma persona, por mucho que ella misma siempre volviese luego para recomponerlo y fortalecerlo. 


—¡Hey! —Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se había fijado en las tres figuras que se habían acercado a él por detrás y poco pudo hacer cuando notó a una mano rechoncha y enorme aferrarse a su camisa y tirar de él para inmovilizarle. James quedó atrapado contra el cuerpo de un hombre notablemente más alto que él y con un musculoso brazo rodeando su cuello impidiendo así cualquier movimiento. El castaño tuvo que aferrarse a este y emplear todas sus fuerzas para impedir que con el agarre acabase estrangulándolo —. ¿A dónde crees que vas? 


James no pudo evitar un gesto de exasperación al distinguir justo enfrente suyo el rostro de Andrés, ¿Por qué siempre aparecía aquel mocoso para complicarle la vida? 


El hermano de Christian contemplaba divertido como su amigo había atrapado al soldado tan rápido, detrás de él James reconoció también al pecoso que había estado a molestando a Oscar en el comedor hacía unos días. "Tres contra uno, muy valiente" Intento darle a su voz el tono más calmado que pudo poner.


—Solo iba al comedor. No estaba haciendo nada malo— El hombre que le tenía agarrado con fuerza se rió en voz alta, dejando escuchar su rasposa voz. Andrés en cambio adoptó una expresión de rabia y agarró a James de la mandíbula con fuerza, obligando a girar el rostro para verle cara a cara sin poder rehuir la mirada. 


—¿Me tomas por imbécil?¿Crees que no te he visto salir ahora mismo de la habitación de mi familia? —James dejó escapar un gruñido al escuchar al menor. " Mierda" Les había visto. La inquietud invadió por completo al soldado ¿Qué había visto exactamente?.


—Andrés, hablemos de esto en privado. Por favor.


—¿En privado?—El muchacho escupió a los pies del soldado—, no me hables como si nos tratásemos con confianzas ¿Qué asuntos tienes tú con mi familia? 


James no respondió e inútilmente forcejeó con el brazo que le mantenía agarrado, midiendo su fuerza, probablemente no conseguiría soltarse por medio de mera fuerza bruta. Saberse ignorado pareció enfurecer aún más al hermano de Christian.


—Muy bien, seguro que a Axel le interesará saber que hay un chico husmeando por su mansión y por la habitación de sus protegidos, tal vez a él si le quieras decir algo.


James ya había temido desde un principio aquel desenlace y no estaba dispuesto a dejar que le llevasen ante Axel, un hombre que le mataría sin demora si llegaba a sospechar su naturaleza. Usando sus propios brazos se aferró al del hombre que seguía aprisionando su cuello y empleando fuerza con estos y su torso elevó su cuerpo para poder golpear con fuerza el pecho de Andrés con ambas piernas, empujándole hacia atrás y haciéndole chocar con el pecoso que le cubría las espaldas. La reacción de la patada a su vez hizo que el gigante que le mantenía atrapado perdiese el equilibrio y tanto el hombre como James cayeron de espaldas contra el duro suelo del pasillo.


James sabía que tenía que ser rápido o la diferencia en número ( Y de fuerzas) le jugaría una muy mala pasada. Con destreza se zafó del agarré del hombre (Demasiado distraído por la caída) y sin aprovechando la confusión de este le atestó un codazo en su Nuez de Adán que. afortunadamente, pareció dejar al muchacho fuera de combate por un buen tiempo. 


Cuando se levantó para encarar a los dos muchachos restantes estos le observaban incrédulos y a la vez con rabia. Viendo la oportunidad de conseguir salir de esta sin hacer más daño levantó las palmas de las manos a modo de tregua.


—No es grave, se despertará pronto. Por favor, chicos. Yo me voy al comedor y vosotros os lleváis a vuestro amigo. No quiero buscar problemas.


Antes siquiera de acabar de hablar Andrés ya se había abalanzado contra él. El chico de cabello negro intentó meterle un derechazo que James pudo evitar sin mucha dificultad. 


No sabía cuánto tiempo Andrés llevaba metido en aquello de las peleas callejeras, pero estaba claro que no era mucho y mientras le conseguía agarrar del brazo y le inmovilizaba con facilidad doblándolo por la espalda James no pudo evitar pensar que haría aquel chico si continuaba por ese camino cuando fuese mayor. El pelinegro dejó escapar un alarido de dolor por la presión en su miembro derecho y masculló unos insultos mirando hacia su compañero el pecoso, que observaba paralizado la escena.


—¡Ayúdame! ¿No? — Si con esas palabras pretendía que el chico se abalanzase sobre James no lo consiguió. En cambio este salió corriendo por el pasillo, llamando a cualquier superior.


—Un superior. Perfecto— Masculló el soldado mientras soltaba a Andrés. Tenía que irse de ahí antes de que llegase o todos sus promesas de no meterse en líos se irían por completo al garete. Antes de que pudiese echar a correr en el sentido contrario a por donde había desaparecido el pecoso los brazos del hermano de Christian le habían agarrado de la camisa, impidiéndole marcharse.


— Tu no eres un simple chico huérfano ¿Te crees que soy estúpido? ¿Qué hacías en mi habitación? No creas que te voy a dejar que le hagas nada a mi familia —Exasperado, cansado, con los sentimientos a flote continuamente y sobre todo furioso James también agarró al muchacho de la camisa y le zarandeó con fuerza.


—¡Idiota, eso es lo que eres! ¡Un idiota! ¡Lo único que querría hacer a tu familia sería en todo caso ayudarla! ¡¿ Es que no lo ves?! — El rostro de Andrés dejó ver la confusión y la sorpresa ante las palabras del castaño


—¿Ayudarnos? —Inmediatamente el agarre del menor se aflojó, pero, aunque James pensó en salir corriendo nada más notar que el pelinegro no se opondría a ello, ya era demasiado tarde.


—¿Qué está pasando aquí? —Jorge, seguido de cerca por el muchacho pecoso contemplaba la escena con seriedad. Sus ojos pasearon de los dos muchachos, que aún se aferraban el uno a la camisa del otro, al cuerpo inconsciente de aquel gigante tirado en el suelo. El superior frunció el ceño y adoptó una expresión de exasperación y asco, como si toda aquella situación fuese un gran dolor de cabeza—. Al despacho de Axel. Todos.


Jorge mantenía a ambos chicos bien sujetos por la coronilla. Obligándoles a mirar al suelo mientras se desplazaban por aquella mansión. Por eso cuando irrumpieron en el despacho de Axel James no pudo ver nada a su alrededor más que la oscura piedra del suelo de la estancia. Tampoco podía ver cuanta gente se encontraba en aquel momento en el despacho, ni saber si conocería algún rostro de los presentes. 


Nada más entrar se escuchó el gritito de una mujer y el repiqueteo de unos tacones corriendo por toda la estancia hacia ellos.


—¡Andrés! — James supuso que estaba escuchando la voz de Cassandra, que había corrido hacia su hijo nada más verle—. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? 


—Suéltame— Por el rabillo del ojo izquierdo vio como el muchacho, avergonzado por el trato de su madre, se zafaba del agarre con un gesto brusco, pero luego, en un tono mucho más bajo y confidencial habló con amabilidad—. Estoy bien. No te preocupes.


—¿Qué está pasando aquí? — Exigió saber la voz de Axel, menos grave de lo que en algún momento James había imaginado, pero sí muy rasposa y dejada—. ¿Por qué traes a estos mocosos a mi habitación?


Jorge ejerció presión con la mano que mantenía sobre la cabeza de James, obligándole a ponerse de rodillas. A su izquierda, acompañado de muchas protestas por parte de Cassandra, Andrés hizo lo mismo.


— Estaban peleándose jefe. Tuvo que venir Kyün a avisarme para que les parase— Con el pulgar señaló al pecoso amigo de Andrés, que asintió frenéticamente desde su escondite tras las espaldas del superior —. Cuando llegué Gluton estaba inconsciente.


—¿Inconsciente? —Una voz diferente a las demás sonó en la estancia, revelando al tercer presente en aquel despacho antes de que ellos entrasen. Una voz clara y firme, que James creía haber escuchado en otra parte, una voz que no le inspiraba confianza alguna. Aún de rodillas y sin atreverse a levantar el rostro pudo observar unos zapatos oscuros que se acercaban a ellos, con movimientos elegantes—. ¿Cómo ha sido ocurrido eso? 


Jorge se echó a un lado y agarrando del brazo a Kyün le obligó a hacer frente al resto.


—Cuéntalo de nuevo, pecoso — Ante la mirada inquisitiva de los tres presentes el muchacho volvió a contar los hechos. Desde que habían visto a Eric saliendo de las habitaciones hasta el enfrentamiento. James permaneció callado escuchando el relato, sin poder hacer nada más que observar como aquellos zapatos negros desfilaban por la habitación, sintiendo cada vez más como una alarma sonaba a voces en el interior de su cabeza.


Sus tripas empezaron a retorcerse cuando vio como aquellos pies se paraban justo enfrente suyo mientras el pecoso contaba los últimos detalles de la historia y James contuvo la respiración al notar como aquella figura, delgada y esbelta, se agachaba a su lado. Unos delicados dedos se posaron en su barbilla, obligándole gentilmente a alzar el rostro. Sabiendo perfectamente lo que iba a encontrar, el castaño alzó la mirada, enfrentándose a unos ojos negros que le miraron abiertos de par en par, incrédulos. 


James no necesitaba más confirmaciones para saber que aquel era Nico y por la expresión en los ojos del contrario supo que Nico también le había reconocido a él. James pudo ver perfectamente el estupor en los rasgos del peliblanco al darse cuenta de a quién tenía en frente, la confusión, la duda que luego dio paso lentamente a una sonrisa del que se sabe hallador de algo muy beneficioso. Del que se sabe ganador de un juego al que todo el mundo juega. El rostro del chico se iluminó al igual que sus ojos y hasta él mismo tuvo que llevarse la mano a la boca para que una carcajada no se le escapase de los labios. El muchacho se levantó y dio la espalda a los presentes, para evitar que se notase su repentino ataque de risa. James contempló con real miedo como aquel muchacho se sacudía por efecto de la risa contenida mientras a sus espaldas, preguntándose cual sería su destino ahora que estaba en manos de aquel ser. 


A su lado Axel comenzó a hablar, haciendo a James recordar que Nico no era su principal problema en aquel momento.


—No quiero peleas en el lugar de trabajo. Suficiente tengo con tener que alimentar a todas estas alimañas para que encima se destrocen unos a otros. Deshaceos de ellos, llevadles a la casa roja o algún lugar en el que no puedan molestar.


—¡Axel! — La voz enfadada de Cassandra resonó por la habitación —¡Es mi hijo, tu protegido! —El hombre la observó unos minutos con molestia, pero luego acabó gruñendo mientras bebía lo poco que quedaba de vino en su copa.


—Bueno, dejad al pelinegro ese. Al otro lleváoslo — Antes de que James pudiese si quiera pensar lo que aquello significaba Jorge ya le había agarrado con fuerza del cuello y le obligaba a ponerse de pie. "No" James pensó en todo lo que le habían dicho de aquella casa, horrorizado "No puedo ir a ese sitio" A su lado podía ver el rostro de Andrés observándole con espanto. Intentó negarse a levantarse y caminar hacia la puerta, pero su cerebro no parecía responder a sus ordenes. 


—Espera, espera— Fue la voz de Nico la que hizo que Jorge frenase y permitió al soldado respirar de nuevo, pero no de alivio. James le miró expectante, parecía que el joven había decido cobrar su recompensa por delatar a un traidor cuanto antes. El soldado sentía como su suerte no hacía más que empeorar por segundos—. Has dicho un tres contra uno ¿verdad? —El superior miró con mala cara al de cabello blanco. Nunca habían simpatizado.


—Sí ¿Y que importa eso? 


—¡Tres contra uno! —Volvió a exclamar el muchacho mirando hacia Axel para inmediatamente romper a reír —¿No te parece increíble?


Axel observó a Nico en silencio, mientras sacaba un puro de la cajetilla de su mesa y lo encendía con parsimonia. 


—¿Que pretendes decir con eso Nico? —La sonrisa ya de por sí radiante del muchacho se amplió y se acercó a James para observarle con ojo crítico. El castaño pudo distinguir su mirada burlona oculta bajo tanto teatro.


— Sabes lo que pretendo decir. Ha derribado a Gluton él solo, a un chico que le dobla en peso y le saca casi una cabeza— Entonces fue cuando Axel empezó a poner más interés en aquella conversación.


—¿Crees que tiene madera para las peleas?— Nico arrugó los labios, con una mueca pensativa.


—No puedo asegurar nada, pero tiene buenas papeletas, diría yo. ¿Por qué no le llevas esta noche a una de las sesiones? No digo que luche oficialmente claro, prueba a enzarzarle con alguno de tus chicos, a ver que pasa— Con gesto triunfante dio media vuelta sobre sí mismo para quedar de frente a su jefe—. Si el chico te falla siempre puedes llevarle a la casa roja de nuevo, como era tu plan original.


Axel pareció convencido por las palabras de su mano derecha. Soltando bocanadas de humo por la boca hizo un par de gestos incoherentes a Jorge.


—Olvida lo de la casa roja, prepara al muchacho para el ring. Le pondré a prueba esta noche. 


Nico dejó escapar otra sonrisa victoriosa.


—Será una noche divertida. Lo vamos a pasar bien— dicho todo esto Jorge volvió a agarrar con fuerza a James arrastrándole fuera de la habitación para llevarle a uno de los vestuarios de la mansión. Nico salió justo detrás de ellos, acompañado de Andrés. Una vez estuvieron bastante lejos del despacho de Axel le habló sin borrar ese tono jovial de su voz.


—Será mejor que avises a tu hermano de lo que ha pasado aquí— Andrés observó a Nico confundido.


— No creas que se va a molestar conmigo porque me haya metido en líos, le importo menos que eso —La risa del peliblanco cortó las palabras del menor.


—Créeme, va a ser muy divertido.

Notas finales:

 

Llevo muchos días pachucha y no se me va la tos que tengo T.T

Se que técnicamente tendría que haber subido "La vida es aburrida", pero como lo que me queda es un extra que me va a llevar MUUUUUUUCHO tiempo he decidido que eso lo iré escribiendo poco a poco e iré subiendo "Sin Rumbo" como si nada de esto hubiese pasado.

Hace unos días me surgió una duda con esta obra que quería preguntaros. De momento, a la altura a la que vamos de la historia ¿Qué opinión tenéis de los personajes? Ya he leído unas cuantas quejas hacia el pobre e incomprendido Christian y algún halago a James (Pobre Christian, se lleva todo el hate XDDD le pasa por ser como es), ¿pero el resto de los personajes? Andrés, Nico, Gray, Scapa, Jenna, Karen... Si tenéis alguna opinión que queráis contar me haría mucha gracia leerlas XDDDD

Bueno, ahora me voy, que tengo sueño

Chao

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