Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Exaaaameeenes

James conducía a Scapa por un laberinto de pasillos oscuros y fríos. Ninguno de los había dicho ni una sola palabra desde el inicio del camino hacía las celdas y ambos podían notar como la tensión iba aumentando por segundos. Scapa no podía evitar mirarle con cierta preocupación, en algún momento parecía querer decir algo, pero las palabras se desvanecían antes de intentar ponerla en los pensamientos incluso. No fue hasta que alcanzaron la puerta que daba al interior de la sala de celdas cuando unos gritos distrajeron al mayor y le hicieron olvidar por completo sus intenciones de entablar conversación con el soldado. James le dejó pasar primero, notando como el cuerpo del muchacho se tensaba nada más poner un pie dentro de la sala. El castaño le siguió el paso, nada más cruzar la puerta los gritos, antes amortiguados por las paredes resonaron en su cabeza.

—¡SEREÍS CABRONES! ¡QUÉ OS JODAN A TODOS! — En una de las celdas contiguas a la entrada James distinguió el rostro crispado de rabia del amigo rubio de Christian. Gray, aferrado a los barrotes les miró a ambos con un destello de furia en la mirada —¡Scapa! ¡¿Qué cojones está pasando?! — El mayor no respondió a su pregunta, solo se quedó observando al chico rubio y murmuró horrorizado.

—¿Qué hacen ellos aquí?

Al lado del rubio el otro integrante de la banda de ladrones, Kyle, se encontraba sentado en el frío y mugriento suelo de la celda. Parecía haber desistido de gritar y maldecir y se dedicaba a observar como su compañero lo hacía por él en silencio, pero ante la vista de los dos recién llegados también se puso en pie. Gray a su lado siguió maldiciendo en voz alta.

— Estos hijos de puta nos han cerrado sin ni siquiera decirnos el por qué. James, tú les puedes hacer entender ¿no? ¡No hemos hecho nada! —James tampoco respondió. por alguna razón sentía que aquellos dos tenían tan poca idea de lo que estaba pasando como él mismo. Con una mirada que pretendía pedir disculpas se alejó de la celda en la que se encontraban ambos chicos y señaló a la puerta que se encontraba al fondo de la sala.

—Es ahí — Scapa asintió levemente y se dirigió hacia ella no sin antes poder evitar mirar una vez más al rubio, que les observaba con una mezcla de incredulidad y de rabia. Él tampoco siguió maldiciendo. Enmudeció mientras observaba como James y el líder de la banda desaparecían por la puerta con una mirada que se podría hasta haber interpretado como melancólica, aunque el soldado juró que escuchó un “Idiota” salir de sus labios justo antes de cerrar.

Ahora se encontraban en una habitación mucho más pequeña y menos iluminada que la anterior, como si quisiesen recordar que por el hecho de no tener barrotes no significaba que no fuese parte de la cárcel. El mobiliario se componía de una mesa rectangular en medio de la estancia y un par de sillas a cada lado de ésta. La típica sala de interrogación de un cuartel. Con un movimiento de cabeza James le indicó a Scapa que se sentase en una de las sillas, cosa que hizo sin rechistar, pero James no ocupó otra de las sillas, se limitó a quedarse en una de las esquinas de la habitación con la cabeza gacha. Su acompañante tampoco dijo nada, aunque el soldado podía escuchar el leve repiqueteo que producía al tamborilear los dedos contra la madera de la mesa, en un gesto de claro nerviosismo. Tras un buen tiempo así la puerta se abrió de golpe, causando un pequeño sobresalto en el ladrón. Por ella pasó un Karen agitado, como si hubiese tenido que lidiar con una masa entera de gente enfurecida (Cosa que en realidad había hecho). El rey cruzó la estancia sin mirar a ambos chicos y se sentó al otro lado de la mesa con un gran resoplido. James a su lado pudo sentir como Jenna entraba también y con sigilo cerraba la puerta para quedarse apoyada en ella en un perfecto mutismo. 

Karen se pasó una mano por los cabellos, apartándose los mechones que le bloqueaban la vista y suspiró, con voz dura habló por fin.

—¿ Sabes cuánta gente habría muerto si lo hubieses conseguido? — James solo podía ver el perfil del muchacho desde su posición, pero pudo percibir como la gravedad invadía el rostro del ladrón —¿Todo para qué? ¿Era una distracción? ¿Querías robar algo mientras estábamos distraídos?—El soldado estaba bastante seguro de que ningún interrogatorio se debía hacer de esa manera, pero Karen nunca se había caracterizado por ser alguien que no se dejase dominar por los sentimientos. Por eso podía notar el odio tras sus palabras— ¿O simplemente querías ver a gente morir? 

Al escuchar eso último Scapa pareció reaccionar

—¡No! ¡Por supuesto que no! Yo… — El chico enmudeció unos instantes y golpeó la mesa con el puño cerrado — Asumo toda la responsabilidad por lo que ha sucedido. He sido yo y solo yo, pero mis amigos no tienen nada que ver. Ni siquiera sabían que yo pensaba hacer esto.

Era la primera ver que James escuchaba a ese hombre hablar fuera de su típica tranquilidad y seguridad que tanto le caracterizaba, pero eso no pareció afectar a Karen. El rey se inclinó sobre la mesa, para poder mirar fijamente al ladrón de cerca.

—¿Tus amigos? ¿Quieres que les liberemos? ¡Oh vale! Perfecto. Entonces ya sabes que tienes que hacer. No queremos que les pase nada a tus compañeros ¿Verdad? — Definitivamente aquel muchacho podía sonar despiadado cuando se lo proponía. Aquella amenaza permaneció en el aire. Enfriando el ambiente inmediatamente. Scapa permaneció mudo, pero James podía ver su puño temblar. Karen interpretó ese silencio como una aceptación a su propuesta, porque volvió a erguirse y con tono aún frío preguntó —. No intentaste el sabotaje por beneficio propio ¿No?—El castaño se limitó a negar con la cabeza —. ¿Quién te lo mandó?

—No se quién es. No se su nombre ni he visto nunca su cara. A mi solo me llegan ordenes

—¿Quién te las da? 

—Un chico de pelo plateado. Tampoco se como encontrarle, él te busca cuando quiere algo.

—¿Por qué sigues sus ordenes? — Fue entonces cuando a Scapa se le escapó. Un simple y fugaz movimiento de ojos involuntario, pero James vio claramente como el ladrón le había mirado de reojo. Todos sus sentidos se agudizaron en aquel mismo momento

— Es complicado — La mirada de Karen pareció brillar.

—Inténtalo — El ladrón pareció dudar y el silencio volvió a inundar la sala. James apretó con fuerza los puños clavándose las uñas en las palmas “Dilo” pensó “ sí tiene algo que ver con él simplemente dímelo”. Sintió la mirada de Karen clavada en él, el rey carraspeó y pareció decidir que era un caso perdido. 

— Necesito que me digas todo lo que sabes de ese chico de pelo plateado. Cuéntame que pasó cuando te ordenó el sabotaje.

El chico pareció dudar de nuevo, pero James no se quedó para comprobar si al final decidió poner de su parte o no. Sintiendo como la sala empezaba a agobiarle y le costaba respirar salió de la habitación, sin molestarse en decir nada. Los guardias que cuidaban la celda le miraron extrañados, pero él los ignoró. Camino con rapidez, sin pararse si quiera a mirar a los dos chicos que seguían encerrados en una de las celdas cuando pasó a su lado. Necesitaba aire y eso era en lo único en lo que podía pensar mientras deshacía el camino que había hecho antes con Scapa. Cuando por fin logró salir a uno de los balcones del castillo el aire frío le azotó la cara y el chico inspiró profundamente, dejando que aquel viento helado le calase en su interior. 

Una vez estuvo seguro de que sus pulmones volvían a funcionar perfectamente se apoyó en la barandilla de piedra del balcón escrutando la oscuridad en silencio. El sol aún no había salido por el horizonte apenas habían pasado unas pocas horas desde que dejó a Christian en la plaza para ver lo que había ocurrido.

James apretó los dientes al recordar la escena. ¿Por qué Christian le había pedido que no fuese aquella vez?¿Acaso sabía lo que se iba a encontrar?. Ahora que repasaba las imágenes en su cabeza podía notar que el pelinegro no se había comportado de una manera normal. Tendría que haber sabido que algo no iba bien en aquel momento. Tal vez si se hubiese percatado de su comportamiento extraño podría haber hecho algo.

—Bonita noche para torturarse a uno mismo ¿No? —La voz socarrona llegó a sus espaldas, pero James no se volvió. Esperó a que Jenna se acercase a él y quedase apoyada en la barandilla a su lado. El chico la miró de reojo. Con la oscuridad no se alcanzaban a ver sus rasgos, solo su larga cabellera y su sonrisa divertida… y cruel.

—¿Por qué me has seguido Jenna?

—Alguien tenía que asegurarse de que no salieses del castillo y ya sabes… intentases contactar con alguien— James no se mostró ofendido, se había esperado algo así de todos modos.

—¿Alguien como Christian? — La sonrisa de la chica se ensanchó.

— ¿Qué putada no? Tu novio parece que esta vez es de los malos — ¿Por qué demonios Karen había mostrado interés por una chica tan insensible? — A lo otros dos amigos de ese tal Scapa les capturamos enseguida. Es más que obvio que no tienen ni idea de lo que estaba pasando, pero a tu chico… Huyo demasiado rápido para ser un simple inocente ¿No crees?

James no contestó, aunque sentía como cada palabra se iba clavando en su pecho como pequeños cuchillos. La mujer pareció decidir que no valía la pena seguir metiendo el dedo en la llaga, porque también calló y ambos permanecieron en silencio el resto del tiempo, hasta que la voz de Karen les hizo darse la vuelta.

— No ha contado mucho, pero espero que recapacite con un par de noches en el calabozo con sus amigos— Karen parecía demasiado cansado —. No tiene pinta de ser un mal chico, acabará por hablar — Jenna dejó escapar un bufido de contrariedad, pero no añadió nada —. Será mejor que durmamos, mañana será un día largo.

 

 

— Eres gilipollas — Murrmuró Gray por enésima vez al ver que Scapa seguía ignorando todos sus intentos de que les explicase que estaba pasando. Mientras que el castaño había sido interrogado el rubio y el pelirrojo habían permanecido en aquella celda, sin que nadie les dijese nada. Tras una hora Kyle se había cansado de permanecer ahí en la inopia y había decidido tumbarse para caer en un profundo sueño del que no se conseguiría sacarle a menos que una bandada de elefantes pasase justo delante de sus narices.

Gray en cambio había permanecido atento, esperando que cuando el castaño saliese le aclarase algo de lo que estaba pasando, pero sus esperanzas habían sido en vano. Cuando el ladrón salió seguido de rey le metieron en la celda contigua. El líder se había sentado en una esquina, pegado a los barrotes y había permanecido ahí en un eterno silencio. Gray se había quedado de pie intentando que el chico le dirigiese una palabra o al menos una mirada que pudiese aclarar todo un poco, pero nada había parecido funcionar y la furia que había quedado aplazada en el momento que vio salir al castaño de la sala de interrogatorio volvió a él de una manera repentina. El muchacho caminaba de un lado a otro de la celda murmurando maldiciones.

—Tú y Christian. Ambos sois unos completos gilipollas — Hecho un rápido vistazo al líder de nuevo y comprobar que ni siquiera se había dignado a alzar la mirada para observarle hizo que su sangre hirviese. Soltando un gruñido descargó toda su furia golpeando la pared de pierda con el puño. Sus huesos crujieron adoloridos, pero no le importó y volvió a golpear otra vez con más fuerza aún —. ¡Joder! 

—Gray, para — Sorprendido el muchacho volvió la vista hacia la celda contigua, para ver como por fin Scapa alzaba la mirada para observarle con ojos severos. Por un momento se sintió pequeño ante esa mirada y tuvo un impulso de hacer lo que le pedía y parar, pero luego solo le cabreó más. 

—¿Ahora actúas como si te importara? —Habló con tono acusatorio y dolido —. Porque está claro que te importo una mierda. Yo y Kyle.

—Gray …— Parecía haber un tono de advertencia en las palabras del mayor, pero el rubio no se dejó intimidar.

— Si os hubiese importado nos habrías dicho que cojones estaba pasando. Si te hubiese importado algo, Scapa, me lo habrías contado —Quería ser cruel, mezquino. Quería causar dolor—. Supongo que no se puede confiar en gente rastrera como tú. 

Se sintió inmediatamente mal por haber pronunciado esas palabras, más aún cuando vio la expresión dolida de su compañero, pero se forzó a si mismo a que le importase una mierda. Anduvo hasta la esquina más alejada de la otra celda y se sentó. Apoyando sus brazos en las rodillas y ocultando su rostro entre ellos, para que no se viese como intentaba contener las lagrimas.

 

 




Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).