Volvió a pasar su mano por la pequeña cabellera del hada, despeinando sus finos y pequeños cabellos con las yemas de sus dedos.
Suspiró sin dejar de mirar la tv en su pequeña sala de estar.
Minho aún tenía que hacer un ensayo de veinticinco hojas sobre el tema que le había gustado para hacer su exposición con tema social, y aunque sólo tenía dos días para hacerlo, prefería estar sentado en el suelo de su sala, mirando Urgencias y arrullando a la pequeña hada que yacía recostada entre sus piernas.
Dormida.
La pequeña hada tenía sus manitos aferrados a la tela del pantalón que usaba Minho, sus ojitos estaba cerrados y su respiración era tranquila.
Disfrutaba del aroma de su humano.
Minho deslizaba sus yemas desde la cabellera de Taemin hasta que el borde de sus alitas, aunque tenía miedo de lastimarlas por lo quemadas que estaban. Aun así, Taemin no se oponía o mostraba señales de dolor cuando Minho las acariciaba.
Al contrario, el roce de las yemas tibias de Minho contra sus alitas era reconfortante e incluso reparador, porque cada que el calor de esas manos se infundían en su cuerpo, sus alitas intentaban regenerarle sin mucho éxito.
Minho movió su pierna izquierda al sentir que se empezaba a entumir, provocando que Taemin también se moviera y emitiera un par de quejidos.
Después de tanto tiempo sin él, estar dormido sobre el cuerpo de su humano le resultaba tranquilamente cómodo y embriagante. Había pasado de persona a persona hasta que por fin llegó a las manos de su humano, que no podía perder ningún momento a su lado.
Esos pequeños quejidos lograron hacer que Minho sonriera enternecido, pero el sonido de su teléfono era tan insistente que se apresuró a tomar entre sus manos el cuerpo dormido del hada, buscó con la mirada en dónde podría dejarla recostada hasta que encontró un cojín, el mismo que usaba para dormir en el sofá, así que no sería diferente a sus piernas porque igual tenía su fragancia.
Retuvo la respiración hasta que terminó acostando a Taemin sobre el cojín, esperó alguna reacción, que se despertara y se quejara pero nada de eso, el hada continuó dormida.
Minho se levantó del suelo para ir hacia su comedor en donde estaba el teléfono fijo.
Pero justo antes de llegar al perímetro del teléfono, dejó de sonar.
Frunció el entrecejo molesto y se giró sobre sus talones para regresar a la sala de estar, se sentó en el suelo, miró hacia el cojín en donde el hada descansaba, quería volver a tomarla y colocarla en sus piernas como la tenía hace minutos, pero contrario a eso, sólo se recostó en el suelo, poniendo su cabellera en el cojín, cuidado de no lastimar al hada, quien sólo sintió el aroma del cabello de Minho se acercó más hacia él.
Minho suspiró y cerró sus ojos.
Taemin estaba cubierto con los cabellos de Minho.
Ambos suspiraron al mismo tiempo.
-Te necesitaba a conmigo, Taemin.-