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Sin respuesta por Ddai

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Notas del capitulo:

Bueno, ya lo tenía listo por lo que lo traje de una vez.

Espero poder venir a subir le próxima en breve (3 meses quizás xD)

Intervalos II


Sherlock se quedó en su habitación hasta el día siguiente, estuvo dando vueltas en el pequeño espacio, se subió a su cama y bajó, dio varias vueltas y al final logró dormir un poco, sin embargo no hallaba una respuesta.

¿Cómo? ¿Cómo es que John P estaba ahí? ¿Qué había pasado? Repasó varias veces los últimos dos días y nada… ¡Tenía que haber algo! Fue la primera cosa que pensó y era lo que mantenía su mente ocupada. Ah pero tenía un caso, los asesinatos, eso era su prioridad, después podía tratar de resolver el problema del otro John.

El Doctor por su parte se levantó temprano y preparó algo para desayunar, no, realmente solo tenían tostadas con mermelada, se estaba cansando de desayunar eso todos los días, bendita sea la Sra. Hudson que ya había llevado el té de la mañana. Este relato podría llamarse el asesino de la ardilla, según recordaba Sherlock había dicho algo de que sabía por dónde buscar o parecido. Oh dios, no podía creer que estaba pensando en eso…

Antes del mediodía los dos estaban fuera del departamento,  tenían otras pistas que seguir, ir por ahí persiguiendo a personas con monos no serviría pero el detective creía que había algo, los primeros asesinados conocían aun veterinario en común, lo relacionó cuando Lestrade le dijo que tuvieron mascotas el año pasado y murieron, eso descartaba a la anciana, pero era algo por dónde ir.

El veterinario ni estaba enterado del caso, no obstante pudo confirmar que ambas mujeres eran maltratadoras de mascotas, no sabía nada de la anciana, pero las cosas tenían más sentido, el asesino era un vengador, le gustaban los animales y se deshizo de aquellos que los lastimaban, por eso no llevaba al mono a las escenas de crimen, eso lo podía poner en peligro. Bueno tenía la mayoría, ahora solo tenía que saber cómo es que el dueño de la ardilla conoció a las víctimas, cómo se enteró del maltrato.

Desafortunadamente para él pasaron ciertas circunstancias antes de salir del consultorio del veterinario.

—     ¿Ya tienes una respuesta para mí? — John P preguntó, pero Sherlock estaba ocupado recordando todo lo que había oído de las víctimas.

—     Ahora no, estoy ocupado — murmuró, haciendo caso omiso de todo, debía de haber algo, no había indicios de que esas mascotas existieron en casa de las víctimas, definitivamente no eran deseadas.

—     Tu hermano está seguro de que el apego no es una ventaja, pero la falta de ello mató a estas personas ¿No es una ironía? — John P le dijo con una suave sonrisa, pero sus ojos mostraban peligro, ¿Estaba tratando de mandarle un mensaje? No, más bien sonaba como una advertencia… No tenía tiempo para eso.

—     Ocupado, vete — Murmuró de nuevo, las dos casas estaban retiradas, pero debía de haber un factor común, al asesino le gustan los animales, sí, ¡Ah, claro! En ambas colonias había familias con mascotas, quizás alguien que cuidaba de ellas, era una probabilidad, no sería raro que…

—     El apego no es solo una ventaja, por lo general es la más grande ellas, los sentimientos suelen ser los mayores impulsores de causas, Sherlock — John P le susurró al oído, haciéndolo estremecer.

—     Vete —gruñó por lo bajo, tratando de recordar por donde iban sus pensamientos antes de esa interrupción.

John, el real, miró ese intercambió con curiosidad, su compañero ya era alguien muy peculiar, por decir lo menos, sabía que a veces, bueno muy seguido, le decía cosas y “conversaba” con él cuando no estaban en el mismo lugar, cierto arreglo sobre las categorías de los casos era un buen ejemplo de ello, pero no lo había visto hablar solo, por lo general sus reflexiones tenían un blanco, pudiese ser la falta de alimentos, pero lo mantendría vigilado por si hacía falta. Esta vez tenía un cierto mal presentimiento al respecto.

Lo primero fue ir al primer vecindario, el detective estuvo observando a las personas con mascotas, perros en especial, los que tuvieran al menos dos años y que estuvieran viviendo en el lugar más de un año, no eran muchos, pero al menos cuatro de los propietarios de mascotas trabajaban bastantes horas.

—     ¿Y eso es importante? —John, el real, preguntó después de escuchar lo que su compañero estaba buscando.

—     No me hagas repetirme — vio al rubio arrugar el ceño y mirarlo con cierto cansancio, pero no se quejó, no era tan mal al menos — Si tú tuvieras una mascota por la cual te preocupas mucho y tu trabajo no te permite atenderla ¿Qué es lo que harías? — a veces era cansado tener que explicar ciertas cosas, pero con él era divertido, hilarante a veces, le estaba tirando la respuesta ahí mismo.

—     ¿Realmente? — miró alrededor, pasaban de las cuatro de la tarde y habían varias personas paseando a sus mascotas — La daría en adopción o se la daría a alguien a quien le gustara —

—     John — Sherlock trató de no entornar los ojos — Es una mascota por la cual te preocupas que no quieres dejar por nada — un destello de su propio perro, Barbaroja, pasó en sus pensamientos, pero lo mantuvo guardado, no era un buen momento.

—     Bueno en ese caso, si no tuviera tiempo… — abrió los ojos en reconocimiento, más o menos se hacía una idea de que estaban buscando — Buscaría un cuidador — estaba seguro de que era eso — Alguien que lo paseara y jugara con él, o ella — bueno habían machos y hembras, era obvio.

—     ¡Exacto! — ahí mismo habían varios adolecentes que estaban paseando perros y se notaba que no estaban precisamente en la posición económica para mantener cierto tipo de perros finos.

—     Entonces estamos buscando a un cuidador de perros —dio casi reflexivamente — Increíble — dijo con una sonrisa, solo él podría hacer conexiones como esas — Nunca se debe subestimar el amor de un hombre por su perro — él sonrió, esperando que su compañero lo hiciera también, lo que no esperó fue verlo detenerse repentinamente, casi petrificado.

—     Ciertamente — John P le estaba hablando ahora — Nunca se debe subestimar el amor de un hombre — él delineó el labio inferior del detective con su pulgar izquierdo, una caricia suave y llena de afecto.

—     Yo no… — cerró los ojos involuntariamente, era tan real ¿Podría esto estar ocurriendo realmente y no en su palacio mental? — No tengo tiempo para esto — su voz sonó más débil de lo que debería.

—     Entonces seré breve — lo sujetó por la nuca y lo jaló, presionando sus labios húmedos contra los detective, fue delicado, como si estuviera dándole su primer beso a una jovencita.

John esperó unos segundos, sin estar seguro de que hacer, podría tocarlo y sacarlo de palacio mental pero eso podría arruinar el pensamiento del detective o podría darle un infarto, la verdad con ese hombre de rizos nunca se podía estar completamente seguro. Después de un minuto de “congelación espontanea” estaba considerando seriamente sus opciones. Miró a Sherlock agrandar los ojos, señal inequívoca de sorpresa, pero no hubo celebración, ni destellos de algún hallazgo intelectual, definitivamente eso no le gustaba.

—     Esto es extraño, más de lo normal, me estas asustando Sherlock — la preocupación se coló en su voz, después de tres minutos enteros de verlo así no era una sorpresa — ¿Estás ahí? — pegunta estúpida, sí, pero necesaria.

—     Necesito un cigarro — dijo repentinamente, “volviendo” a la realidad.

—     ¿Qué fue todo eso? — John necesitaba saber, tal vez debería comenzar a cargar un kit médico, como medida preventiva, sin ningún tipo drogas, ya sean legales o no.

—     ¿Qué fue qué? — no lo miró, estaba tratando de poner las cosas en orden en su cabeza, un beso era ir muy lejos ¿De dónde había venido eso de cualquier modo? Tenía que concentrarse en su caso, maldita sea.

—     Te quedaste “petrificado” por varios minutos — sabía que Sherlock iba a negarlo, pero tenía que tratar.

—     La petrificación de un cuerpo orgánico requiere ser enterrado entre capas geológicas, perdiendo por putrefacción y descomposición la materia orgánica, los espacios vacíos son rellenados por sustancias minerales en disolución aportadas por las aguas que impregnan el terreno, el cuerpo o resto orgánico, se habrá petrificado, transformándose en piedra, puesto que estoy andando y vivo no es posible que… —

—     No lo dije en el sentido literal y lo sabes — arremetió el doctor, extrañado de no recibir una de esas miradas que claramente decían “no digas cosas estúpidas, John” por parte de su compañero — ¿Qué sucedió? ¿Alguna epifanía? —

—     No sé de qué estás hablando — tenía que concluir el caso y regresar a su palacio mental de inmediato, había unos muros que necesitaban ser arreglados.

John entrecerró los ojos, pero no dijo más, eso se estaba poniendo más complicado de lo que esperó, sin embargo tenía un caso a resolver y, según Sherlock, tenían un par de vecindarios más para visitar, quizás no iban a terminar ese día.

Eran cerca de las diez cuando volvieron a su piso, John sirvió té para los dos, pero el detective optó por tomarlo en un apuro y subir a encerrarse a su cuarto. El doctor no dijo nada al respecto pero tomó nota, la visita a los vecindarios no había dado grandes frutos, pocos dueños se acordaban de sus cuidadores, pero hubo unos chicos que sobresalieron, Timothy fue uno de ellos, el chico tendría actualmente unos veinte años, le gustaban mucho los animales en general y hasta dónde sabían los dueños de las mascotas había dejado de pasear perros para dedicarse a su carrera, quería ser veterinario. Santino era el otro chico, un joven italiano que tenía un “don” con los perros, según los dueños, no había canino que se le resistiera, desafortunadamente no coincidían en los dos lugares, eso significaba que tendrían que seguir buscando, pero podrían ir y preguntarle a los dos cuidadores, cuando los encontraran claro, según el detective era más seguro que un cuidador se acordara de otro, como pasaba con las nanas de las “crías humanas”, como “graciosamente” lo había señalado su compañero.

Antes de irse a dormir, John miró el reloj, eran casi las doce, pensó que sería un buen intento hacer que el detective comiera algo, cualquier cosa, su verdadera intención sin embargo era la de verificar que estuviera bien, mentalmente estable, esos lapsos  de ausencia y hablar solo no eran tan frecuentes como algunos pensaban y por lo general los eventos iban acompañados de alarde y presunción sobre hechos que nadie más había notado, pero no esta vez, no iba a correr el riesgo de dejarlo pasar.

Sherlock entró a su cuarto y se tiró en su cama sin molestarse en ponerse el pijama, los datos corrían en su cabeza, la conexión estaba ahí, solo era hallarla. Debía de ser alguien que se relacionaba con esas mujeres y con los animales, un cuidador era muy lógico, pero no su única opción. Cerró los ojos, tenía todo frente a él, como no conocía  a los cuidadores solo tenía un par de siluetas oscuras con una interrogante en lugar de rostro.

Unos pasos iban en su dirección, un hombre de paso firme, conocía esas pisadas.

—     Buenas noches, Sherlock — John P lo saludó con una sonrisa suave, ya no estaban en su auditorio, estaba en un cuarto, a decir verdad era idéntico a su cuarto, con diferencia en la iluminación, ahora era en tono ámbar, las paredes eran de un suave tono pariente del ocre — ¿Té? — no esperó una respuesta, ya le estaba entregando una taza.

—     ¿Qué haces aquí? — frunció el ceño, estaba pasando de nuevo — No debes de estar aquí y esta habitación no existe ¿Cómo la creaste? —

—     La habitación existe, como puedes ver — hizo un ademán para señalarla — Y no la cree, estaba aquí, es una hermosa habitación, la que creaste para ella — Sherlock abrió los ojos bastante sorprendido de oír esa declaración — Claro que tuve que hacerle unos ajustes menores, la decoración era un poco… — se relamió los labios, parecía estar buscando palabras “adecuadas” para su explicación — Inadecuada para nuestros encuentros — al final le dedicó una sonrisa autosuficiente, parecía muy orgulloso de lo que había hecho.

—     ¿En dónde está ella? — La Mujer ya era alguien difícil de controlar, aparecía más seguido de lo que le gustaría y su única ocupación era la de distraerlo, eso teniéndola en ese cuarto, no sabía cómo afectaría a su palacio el que ella estuviera andando como lo hacía la proyección de John.

—     No te preocupes, Sherlock, ella no va a molestarte pronto — dejó su taza de té asentada en una pequeña mesita que el detective estaba seguro no estaba antes ahí, si eso era verdad significaría muchos problemas — ¿Has comido algo? —

—     Dime en dónde está La Mujer — sabía que no era real, todo era producto de su mente, pero si quería tomar el control debía imponerse.

—     Ella está cerca, pero si q quieres verla — se levantó y abrió la puerta, la vio entrar, sin poder creerlo, la verdadera nunca hubiera aceptado ser tratada así.

La Mujer ingresó al cuarto, atada con una camisa de fuerza, rota estratégicamente para dejar ver lo suficiente de su cuerpo perfecto, tenía una mordaza ball gag con una esfera color negro y su piel brillaba debido a algún tipo de polvo satinado, tenía unos tacones excesivos, sin embargo, a pesar de la restricción ella mostraba signos de excitación, pupilas dilatas, ojos cristalinos, ella caminó hacia él, dejando caer la camias de fuerza, no podía hablar pero no estaba impedida para moverse ahora.

Sherlock quedó paralizado, eso no podía estar pasando, no debía, no se suponía que era factible…

Ella lo miró intensamente antes de sentarse en su regazo, acariciando su rostro, desde sus afilados pómulos hasta su cuello, parecía que quería decir algo y no podría hacerlo.

—     Cuando me respondas ya no podrás tener nada de esto, Sherlock, por lo que te recomiendo disfrutarlo — la proyección de John salió del cuarto dejándolo solo con La Mujer.

Él la tomó de los hombros y la hizo ponerse de pie, no podía aceptarlo, nada de eso estaba bien, ella no dejaba de mirarlo, era una mirada que La Mujer real no le había dirigido nunca, la hizo desaparecer con un solo ademán de su mano, ahora saldría a buscar a la proyección de John, detenerlo era una prioridad ahora.

Sherlock caminó por su palacio mental, todo parecía estar casi igual, salvo por algunos lugares que tenían pequeñas grietas, cuartos específicos, había un lugar para una cierta persona que conoció en su juventud, Víctor Trevor, no era muy grande ni tan ostentosa pero estaba seguro de que estaba en ese lugar, ese cuarto no existía ahora…

—     ¿Qué está pasando? — gritó enojado — ¿Qué estás haciendo con mi mente? — no hubo una respuesta, no la tendría pronto.

John escuchó el grito del detective desde la cocina, no sabía que estaba pasando pero tenía la molesta sensación de que iba a empeorar, quizás era el momento de considerar preguntarle a alguien más. Estaba seguro de que por muy buenas intenciones que tuviera, Sherlock no lo perdonaría si iba a preguntarle a Mycroft, por lo que le daría un par de días más, en caso de no ve mejoría él personalmente arrastraría al detective con su hermano para arreglar el problema.

Cuando amaneció todo parecía bien, no había indicios de problemas, Lestrade había hallado a los dos chicos que paseaban perros, ambos chicos eran inocentes, por si hacía falta aclararlo, las entrevistas con ellos fueron bien y sin agravios, toda una marca para alguien como Sherlock Holmes. Algo que John se aseguraría de insinuar en su blog.

Lo acontecimientos a partir de ahí fueron un poco más complicados, una cuarta víctima, un hombre de gran tamaño y peso fue hallado muerto, en su casa, igual que las demás víctimas, todo cerrado y sin forzar, con marcas de asalto sexual post mortem y ahora había una nota “Asesino” era todo lo que ponía, su muerte había sido un poco diferente, sedado con algún medicamento común para dormir, con receta no obstante, para después ser apuñalado justo en el corazón, la forma de la herida indicaba que habían sido varios golpes, como se está clavando algo, su asesino debió usar algo como martillo.

—     O pudo haber traído su propio martillo — la voz de la proyección de John lo interrumpió de nuevo, no era un buen lugar si aún estaban en la escena del crimen.

—     Cállate — susurró el detective entre dientes, cerrando los ojos, aprovechando que estaba inclinado sobre la víctima, nadie más notaría que algo estaba pasando.

—     ¿Dijiste algo? — el John real le preguntó, mientras miraba a la víctima también.

—     No. ¿Qué es lo que ves? — pretendió no saber de lo que el doctor de la realidad hablaba, debía de estar muy mal si tenía que diferenciar las cosas de esa forma, proyecciones y realidad, seguro su hermano tendría algo que decir al respecto y por eso mismo no iba a decirle ni muerto.

—     Puede ser que utilizara algo para golpear el cuchillo porque no tiene tanta fuerza como para hacerlo por sí mismo — dicho “cuchillo” tampoco estaba en la escena del crimen.

—     Él es un tipo robusto —Sherlock se refirió a la víctima — lo sedó porque no podría someterlo de otra forma — sí, la posibilidad no era tan lejana, pero el tipo trabajaba en la construcción, no muchos podrían someterlo por la fuerza, pero había algo más, una persona común tenía fuerza suficiente como para apuñalar a alguien por sí mismo, tal vez quería que la víctima lo mirara hacerlo, que sufriera por alguna razón.

Lo que sea que el doctor fuese a contestar se quedó en su garganta al notar que el detective se había ido de nuevo, solo que ahora no fue el único en darse cuenta.

—     ¿Está bien? — Lestrade preguntó después de cinco minutos de verlo así — Sé que suele hacerlo de vez en cuando, pero no me parece que esto sea como las otra veces — era más observador de lo que Sherlock le daba crédito — ¿Hay algo que debería saber, John? —

—     En realidad no estoy seguro — reconoció con incertidumbre, lejos de imaginar lo que pasaba en la cabeza de su mejor amigo.

Notas finales:

Nos vemos pronto (espero)


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