Generalmente soy conocida como “la chica de temer” o “no le hagas nada a Izzy porque o sino, ella te golpeará”. Y esas frases no son por nada. Tengo una personalidad un poquito conflictiva. Lo admito, me gusta pelear y sobre todo discutir. Mi genio no es tan bueno cuando se trata de responder a las provocaciones, pero de igual modo tengo mucha paciencia y siempre me gusta hacer bromas y reír. Y nunca he rechazado una declaración de guerra.
No conozco a esa chica, Cameron, de nada. Creo que la he visto un par de veces por los pasillos y ni siquiera sé en qué clase está. Pero sí sé que ese empujón fue algo para declarar un duelo. Tal vez mi presencia no le gustó o tal vez siempre me ha odiado sin conocerme, pero sea lo que sea, algún día nos enfrentaremos.
Estoy a punto de llegar al gimnasio para comenzar a calentar cuando mi móvil suena con la melodía que caracteriza al chico que siempre me fastidia.
– Que sea rápido, estoy a punto de comenzar a entrenar –gruño respondiendo.
– Izzy, quería decirte que por favor reconsideres lo que te dije –suplica el chico con voz afligida.
– ¿Eso de que te gusto? –digo frunciendo el ceño.
Pongo la llamada en altavoz y comienzo a sacarme la ropa para cambiarme, no hay nadie por los alrededores y no habrá nadie hasta dentro de una hora, así que no debo preocuparme por si alguien me ve casi desnuda, además no tengo de qué avergonzarme, mi cuerpo es delgado y tonificado por los entrenamientos, así que para muchas chicas, soy lo que se dice “ella siempre come y nunca engorda”. Y es verdad, para la envidia de muchas.
– Sí, por favor, Izzy, no me ignores. De verdad me gustas.
– ¿Y qué quieres que haga? –murmuro sacándome los pantalones y la camiseta.
– Que me correspondas –demanda el chico.
– ¿Ah, sí? –me burlo– Pues lástima porque no puedo. Me gustan las chicas.
– ¡¿Eres lesbiana?! –grita.
– No –respondo riendo– Pero para ti sí lo soy. En otras palabras estoy dispuesta a serlo con tal de no darte esperanzas. No entiendes aunque te lo diga docenas de veces. No me gustas y no quiero estar contigo.
– Pero…
– Déjame en paz y búscate a otra para jugar. Estoy ocupada. Adiós –.
Corto y suspiro con fastidio. Ese chico se me declaró hace una semana y aunque le haya dicho que no, sigue insistiendo todos los días, ya me tiene harta. No quiero estar con él porque no me gusta y punto, además de que estoy demasiado ocupada con las pruebas y los entrenamientos, no tengo tiempo para una vida amorosa. Amo el básquetbol y aunque me cueste admitirlo, también amo el instituto… y debo aprovecharlo al máximo porque dentro de un año y medio, ya voy a estar fuera. Este es mi penúltimo año de clases y no quiero que se termine.
Continúo con mi proceso de cambiarme de ropa a la velocidad de una tortuga. No puedo apresurarme más, soy de naturaleza lenta, a no ser que se trate de los deportes, ahí mí energía se dispara a los extremos.
Me pongo el short del equipo y me levanto para ponerme la camiseta. Escucho unos pasos resonando por el suelo de madera y veo hacia la puerta principal. A la distancia se ve como una persona alta, así que pienso que es un profesor, pero cuando está más cerca, veo que se trata de una estudiante y cuando ya está al alcance de mi vista para lograr reconocerla, no es nada más y nada menos que Cameron, la chica que me declaró la guerra hace unos minutos.
La observo sin disimular y ella me mira de pies a cabeza. Estoy semi desnuda. Solo llevo el short y un sostén deportivo, no es nada del otro mundo, todas tenemos lo mismo, eso es lo que siempre digo. No hay nada de qué avergonzarse, así que frunzo el ceño cuando ella lo frunce y me cruzo de brazos cuando siento que me está mirando demasiado.
– “¿Algún problema? No me mires si sabes lo que te conviene” –digo sonriendo de lado. Eso es lo que su expresión me dijo cuando la vi hace unos minutos atrás.
– ¿Disculpa? –dice enarcando una ceja y mirando mis ojos.
No me había dado cuenta pero su voz es igual de arrogante que su postura. Y me dan ganas de poner los ojos en blanco, pero lo reprimo.
– Deja de mirarme ¿Acaso nunca has visto a una chica semi desnuda? Eres mujer, tienes las mismas cosas que yo, así que no me mires con esa cara altanera ¿Tienes mejor cuerpo que yo o qué? Te desagrado y me importa un carajo, así que yo no te hablaré si tú no me hablas.
– Vaya, no creí que lo descubrirías tan rápido, eres buena –dice con una sonrisa burlona y una mirada divertida– Y te observo porque quieres que te observen, de otro modo no te andarías desvistiendo así como así.
– Bien, escucha esto, eso me sonó a un insulto. No soy ninguna puta para que digas eso, ni siquiera me conoces y ni yo te conozco, por lo demás lo que yo haga no es de tu incumbencia, me estoy cambiando de ropa porque no había nadie, pero no soy adivina para saber que tú venías ¿Qué haces aquí? Tenemos un partido dentro de una hora y los alumnos no tienen permitido estar cerca hasta que se realice la competencia…
– ¡Uh! –dice sonriendo– Estás sacando las garras ¿Eh? Tienes razón, no me conoces y yo tampoco te conozco, pero reconozco que he escuchado de ti y eres igual a como me dijeron. Te gusta buscar peleas, eres explosiva y siempre tienes esa expresión de sueño… interesante…
– Las personas siempre dicen lo que no es y tú escuchas lo que quieres escuchar –murmuro– Me da igual lo que te hayan dicho de mí, ¿Qué haces aquí? Deberías irte, voy a entrenar –.
Me volteo para terminar de ponerme el uniforme y entonces obtengo la respuesta de la chica fastidiosa busca guerras.
– Voy a calentar. Soy Cameron Jones, tú rival en el partido de hoy, un gusto conocerte. Espero que tú equipo pierda –.
Escuchó su risa mientras se aleja a los baños y yo me quedo mirándola con asombro. Debía suponerlo, la maldita es alta y por lo que pude notar, sus músculos también están tonificados. Así que ella será una de mis rivales… este partido sí que será bueno. Ella puede ser más alta que yo, pero la altura no tiene importancia cuando se trata de las ganas y la experiencia.
No voy a perder. Nunca he perdido y no será la excepción en este día.
– Cameron Jones, prepárate para perder –digo sonriendo.