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Sin habilidades de acosador por Tentaculo_Terapeuta

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Capitulo 11- Viaje de retorno a la obsesión compulsiva

Tedioso e intenso, el trabajo del fin de semana siempre era un largo proceso de horas que no quería hacer pero que en el fondo me ayudaban a pasar el interminable tic tac del reloj, que golpeaba como signos de interrogación a cualquier pensamiento que atravesara mi mente.

Nina Simone cantaba acompañada del leve sonido que producía la aguja del reproductor de vinilos en la tienda mientras pensaba en Oikawa. Me fascinaba cualquier cosa que tuviera que ver con él y al mismo tiempo hacía que mi corazón se encogiera al minúsculo tamaño de una hormiguita. Si, de no haber tenido un trabajo la mezcla de sensaciones entre la euforia, el pánico y la codiciada y familiar resaca me hubieran mantenido horas en vela pensando en que ojalá me muriera de una vez y así no tendría que enfrentarme a la dura tarea de pensar y decidir qué paso tenía que tomar en aquel instante.

Es curioso cómo, a pesar de la edad, tomar decisiones, incluso aunque fuera de  algo que quisiera con todo mi ser, resultaba una tarea propia de un súper héroe clásico ¿salvar al mundo o a la chica de tus sueños? ¡Ah! Si yo hubiera sido él, la chica estaría muerta y yo también porque no habría salvado al mundo a tiempo. Tic-Tac. Tic-Tac. ¿Tenía que escribirle algún mensaje a Oikawa? ¿Le molestaría? ¿Tenía que hablar de sentimientos? ¿Tenía que dejar fluir el tiempo?¿Tenía sentido siquiera pensar en aquello cuando solo habíamos hechado un polvo casual? Y nunca había respuestas claras, porque tomara la decisión que tomara, seguiría sintiendo que todo era una cagada monumental. La vida no es como el voleibol en el que o bien marcas un tanto o bien lo fallas, y todos aquellos matices posibles se reformulaban una y otra vez en mi cabeza mientras intentaba atender a un montón de adolescentes hípsters en busca de algún vinilo molón que regalarle a sus novias el día 7 de julio, para el que aún quedaba un mes pero serían previsores o algo por el estilo.

Con perspectiva, ojalá no hubiera pensado tanto y hubiera actuado con más contundencia. Pensar ayuda, si, es bueno, sí, pero jode el noventa por ciento de las acciones que incluyen sentimientos.  Las emociones son fugaces, las cosas que se sienten no pueden pensarse, porque al pensarlas ya no las sientes. Tic-tac. Tic-tac.

Estaba yo perdido en aquel mar de dudas más típicas de una novela rosa de las que lee mi hermana que de mi vida cuando un Sarukui cabizbajo y sin afeitar entró por la puerta de la tienda.  Su desmejorado aspecto era notable, que dicho así suena muy pro, cuando en realidad yo solo quería decir que el pobre esta hecho una mierda. Si se había peinado, había sido en sus más profundos sueños, que a juzgar por sus ojeras no habían ocurrido desde hacía al menos una semana. Tenía las uñas largas y sin cortar, algo poco propio de él, y además su característica sonrisa de 80% grados estaba desaparecida en combate.

—Devuélveme mis comics y olvida que me has visto — dijo sin saludar. Su tono de voz ronco indicaba… no sé que indicaba, básicamente era por ambientar porque empiezo a olvidar algunas cosas de las que pasaron en ese punto en el que yo salté del bucle obsesivo Akaashil al trastorno obsesivo compulsivo Oikawil.

—No los tengo todos, solo una caja y… — Levantó la mirada y vi que tenía los ojos algo llorosos. Sinceramente, nunca le había visto de aquella manera y me parecía totalmente extraño y confuso. — ¿Quieres hablar?

Realmente le pregunté aquello, pero no era una pregunta realista. Le agarré del brazo y lo arrastré hasta el mostrador donde me esperaba un  cliente con un vinilo remasterizado del Nevermind the bollocks. Sin soltarle del brazo y haciendo unas cuantas peripecias por esto, cobré al chavalín, que se marchó enseguida dejándonos a la voz de Simone, a Sarukui y a mi solos.

Yamato intentó empezar a hablar varias veces, pero las palabras no salían de su boca. En el fondo creo que solo intentaba saber que le pasaba para dejar de pensar en mis cosas, no era altruista, sino más bien una pastilla para no pensar en que aquella noche me habia follado con mayúsculas a Oikawa Tooru. Se supone que debería estar eufórico, pero estaba aterrorizado, porque supongo que estoy de la olla. El asunto era que la conversación entre Yamato y yo se convirtió en el juego ese de las pelis, en el que él gesticulaba y yo trataba de comprender qué quería decirme.

— Es sobre la universidad — dije al tuntún, y no necesité más que ver como apretaba los dientes para ver que era un no.

—Mejor si lo dejamos, tampoco sé si quiero hablar del tema — dijo con cara amarga y entonces recordé la cara de satisfacción con la que había entrado en la tienda el día que me había hablado de que yo me quedara con sus mangas.

—¿Pasa algo con tu novia?— Cuando pregunté aquello Sarukui dibujó una mueca amarga en su cara parecida a un Piccaso de época cubista. Había dado en el clavo, así que supuse que se iba a poner a llorar, lejos de eso empezó a reírse de forma amarga.

—Bueno, Etsuko y yo ya no somos novios, se ha terminado y aunque eso es patético y deprimente no es realmente el problema, creo — dijo cuándo la risa amarga terminó. — supongo que tengo que asumir que no estamos hechos el uno para el otro, es lo que hay, lo que pasa es que ¡Komi es un puto cabrón de mierda!

Empezó a gritar más cosas. La verdad es que no sé hasta qué punto la música había dejado de sonar o su voz tapaba cualquier clase de ruido producido por la sociedad que nos rodeaba. Mi tarea hubiera sido calmarle pero solo podía seguir sus razonamientos absurdos. Al parecer Etsuko había estado jugando a dos bandas, y Komi lo sabía y no le había dicho nada. Entre otras cosas porque el otro era él… Y me percaté de lo encantador que era Sarukui que había empezado a llorar entre los gritos. No estaba enfadado porque la chica le engañase, estaba enfadado porque uno de los que consideraba su mejor amigo le había importado una mierda herirle.

Cómo no tenía ni la más mínima idea de cómo animarle, y la verdad es que tampoco creo que hubiera podido decir o hacer nada para eso, dejé escapar un suspiro y le abracé.

—No homo, ya sabes — dije haciendo que se riera, esta vez de no de forma amarga si no sincera.

—Pero devuélveme los comics que aún tengas —dijo mientras me devolvía el abrazo. — No puedo dormir sin mi dakimakura de Asuka.

Hasta aquel momento no había tenido nunca la sensación de tener una relación tan profunda con él. De alguna manera, Sarukui Yamato siempre se hacía inaccesible para todos. Siempre fingiendo que nada importaba, siempre en una fachada de seguridad que ciertamente no tenía.  Supongo que hubiera estado bien hablar también de cómo se sentía respecto a Etsuko, a todo aquel romance en el que había sido capaz de abandonar mil cosas por conseguir que funcionara, pero no era verdaderamente lo que le causaba más dolor, así que no era la herida que realmente necesitaba drenar en el momento.

Cuando Yamato se marchó una extraña paz se adueñó de mí. El tic-tac pegajoso se había ido con él, como si la sensación ambigua de mis dudas y dramas personales se hubieran marchado con aquel abrazo que yo necesitaba tanto con él, creo.

De todos modos no es como si la paz en mi mundo personal dura muchos minutos más. Salí del trabajo con una sonrisa idiota en la cara. Ni puñetera idea de qué tenía que hacer con Oikawa ¿Hablarle y punto? ¿Pedirle una cita? Estaba claro que aquellas dos cosas me aterrorizaban, pero era lo que quería. No es que lo tuviera claro, pero si lo pienso bien, era lo que quería hacer y si no hacía era solo porque estaba en su reducto totalmente acojonado. Motivos de esa sensación: Porque en el pronóstico del tiempo de Bokuto Kotaro nunca ocurría nada bueno.

Llegué a casa con mi pletórica sensación de que podía comerme el mundo y enseguida me di cuenta de la importancia de la intimidad y la necesidad intrínseca de tener una vida propia. No tengo nada en contra de nadie, y no me molesta que la gente tenga una vida sexual activa. Pero no, ver a Kenma sobre mi futón y a Kuroo encima suyo gimiendo no era lo que más ilusión me hacía al abrir la puerta de casa. Cerré la puerta de golpe y como tenía a los pies el gato del vecino, le recogí del suelo y bajé los tres pisos hacía abajo para sentarme en un banco del parque de delante de mi pisito. Mi pisto allanado y convertido en picadero ajeno ¿Podía recriminarle a Kuroo aquello después de haber estado con Oikawa en casa de Amai? Supongo que no.  Aun así era incomodo de todos modos.

De los tiempos perdidos en los que me perdía en los profundos ojos verdes de Akaashi habíamos tenido sexo en lugares públicos y supongo que alguien nos habría visto. Desde el otro lado era diferente. Para mí, desde el primer día que me fijé en él, me enamoré estúpidamente y cuando él aparecía no había nada que pudiera hacer que apartara la vista de él. Supongo que por eso nunca me enteré si desvestirnos en el gimnasio después de que todos se marcharan se había convertido en una sorpresa incómoda para cualquiera, o las horas muertas en el parque a las tres de la madrugada en julio, o los días de lluvia en la playa… A veces es extraño pensar en un romance tan idílico.

Kuroo no tardó en bajar a buscarme mientras yo hablaba deliberadamente con el gato del vecino sobre las conductas sexuales de los gatos. Me hubiera gustado que contestara, pero supongo que los felinos no hablan japonés todavía.

—Pensaba que estabas todo el fin de semana fuera — dijo rascándose la cabeza. Su pelo negro estaba si cabe más despeinado que nunca, y no le hubiera sentado mal alguna pulla al respecto, pero lo evité.

No sabía que tenía que decir. En parte quería pedirle que no usara mi futón para esas cosas, pero lo cierto era que lo que quería decir era que no estaba acostumbrado a compartir mi reino más de lo necesario. A pesar de mi personalidad histriónica que trata de llamar la atención a casi cualquier precio, amaba mi soledad tanto como podía llegar a detestarla las tardes de domingo echando de menos un amorío del pasado.  Para sacarme de mi estupor verbal mi teléfono móvil empezó a sonar en su tono característico de tipo predeterminado.

—¿Si? — contesté tontamente a un número que desconocía  mientras le hacía señas a Kuroo de que esperara para aquella charla que en realidad no quería tener.

— ¡Hola! Soy “Ogura Yuko”, verás… — aquella chica otra vez, sí. Y no, no tenía ni idea de dónde había sacado mi número de teléfono aquella Blancanieves.— ¿Cuánto tiempo crees que tardarás en presentarme a Konoha? ¿Podría ser ya?

Mi mente era un “vaya, cuantas prisas”, pero como tampoco tenía nada mejor que hacer, porque estudiar es una de esas cosas que procrastino o no hago nunca alegando que los espíritus de mis antepasados velarán por mí, le dije que sí. Ente otras cosas porque Konoha tenía quizá la respuesta a mis incógnitas de qué hacer con  Kuroo y mi necesitada individualidad hogareña.

— Acompáñame a Shinjuku — dije cuando colgué el teléfono.

Mi plan era una improvisada situación que incluía la desalojada casa de Konoha por motivos de dramas conyugales.  Si Akinori tenía derecho a llegar y colarse en mi casa a las tantas y dormir en mi futón individual, pues yo podía regalarle a Kuroo por un tiempo indeterminado.

Ogura Yuko, Kuroo y yo llegamos a casa de Akinori en menos de una hora. Mientras yo llamaba al timbre, Blancanieves hablaba por teléfono de forma compulsiva y caminaba poco a poco pegada a mi espada.

Nos abrió Hui An, hablaba con acento chino muy marcado e iba vestida con ropa altamente estrafalaria. Ella dijo que era de ropa de firma mientras asentía con la cabeza de una forma extraña, y empezó a recitar los diseñadores de cada prenda mientras Ogura saltaba frente a  mí y discutían sobre la autenticidad de aquellos zapatos.

Konoha no estaba en casa, lo cual podía haber sido malo para la Blancanieves, pero no lo parecía. Por el contrario Kuroo y yo, sentados sobre el sofá que ocupaba gran parte del comedor nos mirábamos aburridos. Aunque no me voy a mentir, adoraba ese sofá. Era el tipo de lugar en el que estaría sentado horas sin hacer nada, solo pensado en la lluvia y en cómo gracias al agua líquida la vida humana era un hecho posible.

La casa de Akinori era interesante. Todos lleno de litografías chinas, sillas de estilo retorcidos, dragones chinos por todos lados…  Era el restaurante chino de la esquina adaptado en un piso, solo rompiendo esa atmosfera el moderno sofá, un tocadiscos clásico y una tele de plasma de ensueño.  De algún modo era como viajar a Pekín, un estudio antropológico de los inmigrantes chinos en Japón desde mi fantasía sexual de sofá.

Kuroo me golpeó con el codo mientras yo observaba a aquellas dos mujeres comunicarse, supongo que con intención de que nos marcháramos, cuando Konoha entró por la puerta. Era otro con cara de funeral, que arrastraba los pies, pero Akinori no era de los que se afeitaba, apenas le salía pelo en la cara.

No iba ni a dirigirnos la palabra, pero le saludamos llamando su atención, lo que hizo que se sentara en el sofá con nosotros.

— ¿Qué te ha pasado? — pregunté sin pensarlo demasiado. Si todos mis amigos uno tras otro iban con aquellas caras amargas lo mínimo que podía hacer era preguntar. Ellos nunca preguntaban, pero es que mi cara era tan transparente y a veces yo era tan simple que no es como si hiciera falta.

—Nada, nada— dijo gesticulado y restando importancia a casi cualquier cosa que pudiera pasar. — Me voy a Miyagi en un par de horas.

—Perfecto — dije casi sin pensar señalando a Kuroo, que arqueaba las cejas de forma extraña — él necesita un sitio en el que quedarse.

— Vale

—¡Ah,¡ ¡Ah! Y ella quería conocerte — añadí señalando a Ogura.

—No, no, ya no — añadió Hui An.— Ya le he vendido yo lo que necesitaba.

Al parecer Ogura Yuko solo quería conocer a Konoha porque era un boom en la universidad que estaba vendiendo productos de imitación perfecta a precio de ganga. Así que conocer a Hui An le había parecido igual de servil que conocer a Akinori.

 

Notas finales:

: Happy new year, babes!! Espero que vuestro Nuevo año sea la hostia de Bueno.

 Y lo cierto es que he escrito esto a 38 y pico de fiebre y dopado a saco de antipiréticos… Sooooooo Sorry si hay muchos errores. Prometo revisar cuando mi temperatura vuelva a la normalidad. 

 

Añadir que me he olvidado de ir actualizando por aqui, pero que ya los he subido todos ahora because molo mucho y cuando mi memoria ram funciona soy la hostia de aplicado.

C yaa!


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