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Sin habilidades de acosador por Tentaculo_Terapeuta

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El comité de "ayudemos a Konoha Akinori" se celebró a pocas horas del momento que Kuroo entró por la puerta de mi casa, cuando sorprendentemente Yaku llamó a mi timbre.

Y mi cara de asombro fue alucinante, porque aunque soy un tipo guay y popular como bien sabéis, no es que a Morisuke yo le caiga muy bien… Recuerdo que leer en sus labios con completa claridad las palabras "Este tío no se calla nunca" la segunda vez que nos habíamos visto fuera de una de aquellos encantadores campamentos del instituto. Lo tengo casi grabado a fuego, porque yo cargaba unas bebidas para él y para Lev y bueno, Lev insistió en que se refería a mí. No lloré porque soy un tío digno, o algo.

El caso es que cuando él llegó nos invitó a acompañarle a una cafetería pública. Lo cual fue un acierto, porque Komi y Sarukui también estaban invitados y bueno… Sé de buena tinta que Sarukui no es de los que se controla en un lugar privado si lo que quieres es partirle la cara a alguien, y precisamente a Komi no parecía querer darle besitos.

Kuroo se había quedado por educación, pero yo le veía en la cara que quería irse de todas todas. Lo que pasaba quizá era que como sus cosas estaban en el piso de Konoha, y la policía estaba allí investigando. Tampoco tenía a donde irse, así que lo teníamos allí sentado entre Sarukui y Komi, como la gran muralla china hecha hombre, que separaba a los hunos y a los chinos de la cruel guerra.

Akaashi seguía en su línea, totalmente relajado y esperando una explicación. Mientras que Washiro, al que también habíamos llamado a pesar de que el pobre siempre andaba más descolgado que yo, y mira que eso es decir, podía tener alguna idea fantasticulosa, golpeaba constantemente con los dedos contra la mesa. Estaba nervioso por marcharse también.

El panorama era así. Sentados en aquella mesa redonda, con un único café que había decidido tomarse Yaku para que no nos echaran del local por no consumir, nos mirábamos confusos sin llegar a decir nada. Esperábamos que Yaku empezara a hablar pero se lo tomaba con calma.

—Tenía la tarea de avisaros antes de que el drama aconteciera — empezó a hablar Morisuke mientras disfrutaba de aquella taza de café como si fuera un gran magnate a punto de despedirnos a todos con placer. Era un tipo amable, pero se notaba que le gustaba tener el control. Bueno, esa era mi percepción de alma en pena que creía que no era amado por aquel libero con malas pulgas… —Pero el drama a acontecido, pero que sepáis que Konoha está en el piso que tengo alquilado en Seúl para el verano y me reuniré con él en cuanto acaben las clases.

—Pero va a tener que volver a Japón algún día, digo yo — razonó Komi, porque sí, efectivamente si la policía requería su presencia le deportarían inmediatamente.

—Si es para verte la cara a ti, seguro que no — mustió Sarukui poniendo los ojos en blanco.

Komi le miró de reojo y dibujó una mueca de burla. Creo que iba a decir algo, pero Washiro le pegó un codazo antes de que abriera la boca de nuevo. El ambiente estaba tan tenso que yo tenía muchas ganas de empezar a reírme y no parar nunca.

— Pero tendremos que buscar a un abogado ¿no? — dijo Washiro.

—Sí busca tú un abogado que podamos pagar — se burló Sarukui, no iba a echar tregua con nadie. — O uno que sea capaz de declarar contra la mafia china…

—Pero por el dinero no es problema, yo puedo pagarlo — dije pensando en mi armario y el contenido de la mochila. Automáticamente Yamato cambió de expresión, pero no era como si se hubiera suavizado.

—Bokuto, esto no es solo soltar billetes — añadió Komi —. No creo que sea tan fácil como alegar que Konoha no sabía nada, su nombre ha corrido por toda la facultad como que vendía esos productos…

Sarukui miró a Haruki y creo que aunque solo fuera por llevarle la contra se puso de mi lado. Propuso contratar a un compañero del bufete de su padre que al parecer ya le habían amenazado de muerte unos Yakuza y que seguramente no le importaría con tal de adquirir cierto renombre.

—Pero será caro — avisó para mirar con supremacía a Komi.

Esos dos me molestaban profundamente. Entendía su discusión y sus problemas, pero no estábamos ahí para lloriquear el drama personal. Estábamos ahí porque Konoha nos necesitaba de algún modo. Y sé que suena irónico, considerando que yo no era capaz de solucionar ninguno de mis problemas, pero a mí me gustaba estar allí para la gente a la que consideraba mis amigos. Mi familia, de algún modo, desde que me había mudado a Tokio eran ellos. Con sus cosas buenas y sus cosas malas, eran mis hermanos.

Cuando Komi se marchó, Sarukui lo hizo inmediatamente después, como si para ellos aquello hubiera sido una forzada visita familiar. Me recordaron a mi tía Hanakai, que solo venía a casa cuando le había pasado algo bueno y podía restregárselo a mi madre, peleadas desde la escuela secundaria. Era una señora un tanto insoportable, porque sus hijos siempre eran los mejores, siempre sacaban las mejores notas y bueno... Yo sabía que mi primo Kao en realidad esnifaba cola detrás de la escuela y sus notas eran pésimas ¿Pero qué necesidad de mentir? Yo nunca he sacado buenas notas, pero soy bastante increíble.

Pero dejando eso de lado, y el hecho de que Morisuke se despidió educadamente de mí, recordándome lo poco que yo le gustaba. Y lo destaco porque aquella noche se disculpó mil veces por lo que había dicho Lev y eso solo puede significar que de verdad pensaba que yo era un pesao.

Aquel fue el momento en el que Washiro me abordó, antes de que pudiera hablar con Yaku sobre aquella vez dramática para mí, y me recordó que siempre me olvidaba de todo. De todo es de aquel compromiso de ir a comer las cosas que preparaba para ayudarle a mejorar.

—Pues llámame y me lo recuerdas — le dije anotándole mi teléfono en el brazo, porque él era extraño y a pesar de que era el mundo de las tecnologías, no tenía teléfono móvil. Era una especie de criatura extraña, pero adorable en todos los sentidos con su rectitud personal. En parte él juzgaba a Konoha, pero era porque su tendencia familiar a detestar a los chinos. No lo entendí muy bien, pero tenía que ver con que sus abuelos o sus tatarabuelos o yo que sé, eran profesores en la universidad de Pekín durante la segunda guerra mundial y hubo mucho drama. Y claro su teoría era que si te mezclabas con chinos lo raro era que no acabaras jodido. Racismo asiático, en realidad nos odiamos todos, pero esas cosas pasan en todas partes, supongo.

Siempre que lo pienso, la familia de Washiro era muy curiosa, gente muy hecha a si misma pero salidos de la nobleza de Japón o algo así. Pero son cosas de otro asunto que no sé si quiero abordar ahora mismo porque yo estaba algo incómodo con Akaashi…

Washiro, Kuroo, Keiji y yo caminamos hasta la boca del metro más cercana y nos despedimos del futuro cocinero estrella. Nos esperamos con el señor Tetsuro un rato en un parque cercano mientras yo me columpiaba y él hablaba de lo raro que había sido ver llevarse a Hui An esposada y todo ese rollo.

Más tarde, cuando nos despedimos de Kuroo, Akaashi y yo seguimos caminando en dirección a mi casa. Probablemente deberíamos haber pillado el metro, pero hacía demasiado tiempo que no caminábamos juntos y aún teníamos una conversación pendiente.

Mientras colocaba un pie delante del otro no dejaba de preguntarme lo mismo, y es que Akaashi apenas había abierto la boca durante nuestra reunión. Lo notaba raro, ausente y aún no sé por qué no me sentía del todo cómodo con su presencia. Era una situación muy confusa para mí, porque Keiji era una de esas personas en las que confié desde la primera vez que le vi. Y asumo que parece que confío en todo el mundo, pero no es exactamente así.

— ¿Por qué no has dicho nada? — pregunté, rompiendo el silencio que nos envolvía.

Él hizo uno de esos ruiditos característicos suyos que siempre me han gustado, como si pensara, y entonces me miró.

—En parte porque estoy pensado en otra cosa, pero en parte es porque Konoha se lo ha buscado — al oír aquello me paré en mitad de la cera y le miré confuso —. No es que quiera que le pasen cosas malas, pero los actos tienen consecuencias, Bokuto.

Y como siempre Akaashi tenía razón, pero me sentó como si me estuviera pegando una patada en las pelotas. Estaba de acuerdo en que todos tenemos que asumir lo que hacemos, con sus pros y sus contras, pero una cosa era eso y otra era no intentar ser el colchón que amortigua el golpe de un amigo.

—Ya, pero eso no significa que tenga que espabilarse solo para salir del agujero donde está — En ese momento me hubiera gustado ser de esas personas que se enfadan, de los humanos que se encienden en fuego y consumen sus emociones de golpe para dejar las discusiones en el olvido al cabo de unos meses. Por desgracia solo conseguía sentir una profunda decepción que se convertía poco a poco en un agujero negro de tristeza.

Esperé en silencio a que dijera algo más al respecto, pero no abrió la boca en los siguientes minutos que reanudamos el camino. Yo no era capaz de quitarme el asunto de la cabeza. Las preguntas me amartillaban una tras otra como si nunca antes hubiera ocurrido nada más.

—En parte no puedo involucrarme en lo de Konoha porque no dejo de pensar en la conversación que tú y yo aún no hemos tenido — dijo cuando llegamos al terraplén de delante de mi piso.

Akaashi se sentó en el banco de siempre y tras humedecerse los labios siguió hablando. Yo no sabía si sentarme o no, así que me quedé de pie delante de él. Prefería que subiera a casa, pero creo que él quería evitarlo.

—Lo que llevo todo el día tratando de decirte es que mi año en Alaska me ha hecho pensar mucho en ti — dijo golpeándome esta vez en el corazón que empezó a latir como si quisiera sacar toda la sangre de mi cuerpo de golpe. Yo no estaba para hablar de aquello. Dinero, Konoha, mafia china, policía, abogados caros y Sarukui y Komi en actitud agresivo pasiva.— Me gustaría construir un concepto más formal contigo, que saliéramos juntos — tragó saliva como si le costara decir aquello y me sorprendía porque él solía ser un tipo directo, al menos conmigo— ¿Quieres tú algo así?

Y yo lo quería ¿no? Era lo único que había querido en siglos, en eones, desde la formación de la tierra pero… ¿De verdad lo quería ahora? Me daba miedo, es evidente que me asustaba muchísimo pero la peor parte era no tener una respuesta clara en la cabeza. Yo siempre solía ser contundente, saber al menos lo que no quería me caracterizaba. Y Luego estaba el asunto de Konoha que seguía ahí en mi cabeza y fui tan idiota de sacarlo cuando era evidente que a Keiji le importaba un comino.

—Siguiendo tu lógica de actos consecuencias, no puedo quererlo — Empiezo a pensar que en aquel momento yo había perdido completamente el juicio. Pero no… No sé explicar qué me ocurría realmente, pero todos los reproches habidos y por haber salieron de mi boca como veneno puro y aquello ni siquiera era propio de mi—. Siguiendo tu lógica, me has herido aunque fuera de forma inconsciente en tus largas ausencias y me he sentido totalmente solo y perdido solo porque no eras capaz de redactar un jodido email personal y no igualito al que le mandaste a Komi…

Me callé. Veía claramente que estaba siendo profundamente dramático, y sabía que aquello podía irritarle y no quería perderle. Pero no tardé en retomar mi argumentación, buena o mala, dramática o no, era cómo me sentía y tenía derecho a decírselo para bueno o para malo.

—A ti no te ha importado herirme y es en parte porque no lo hacías a propósito— dije fijándome en que empezaba a cansarse de mi charla. Pero aguantaba, quizá porque siempre ha sido demasiado educado para callarme o quizá porque le importaba lo que pudiera decir o no sé—. Nadie es malo a propósito, no hay villanos de comic en la vida real y por eso tenemos que ayudar a Konoha, por eso no tengo que tomar la determinación de lo que quiera contigo en función de lo que ha pasado, si no de lo que puede pasar a partir de ahora.

Sonrió vagamente. Supongo que porque preveía que Bokuto Kotaro no podía reaccionar de otro modo.

—Cuando sepas qué quieres, dímelo — dijo levantándose del banco y besándome en la mejilla levemente. Después de aquello le miré alejarse. A veces me aterrorizaba darme cuenta de que Akaashi era capaz de leerme el pensamiento.

Subí a casa y me cambié de ropa para salir a correr. Necesitaba dejar de pensar, necesitaba que las respuestas llamaran a mi puerta antes de que fuera demasiado tarde para que fuera yo quien tomara las determinaciones de quién quería ser.

Notas finales:

Una de las cosas terribles de este fic es que las partes en las que Akaashi y Bokuto están a solas las escribí entre septiembre y octubre y creo que se nota mil que están como pegadas.

Anyways, no sé si he expresado bien la parte final, porque va un poco en función de esa frase de "Lo que quieres ser y lo que eres se diferencia en lo que haces", involucrado en el hecho de que si no eres tú mismo quien toma una determinación estás dejando que los demás sean los que deciden quién eres, y por eso decidirse a hacer cosas es algo tan complicado. Eso y otras pajas mentales Akaashiles ( because i have the head canon de que en realidad Akaashi se va a dormir pensado en gilipolleces morales like me LOL) que me hago porque en realidad mi vida debe ser muy aburrida o algo así ¿?

¡yaaay! Otro martes que cumplo, y es que mira que me amo cuando soy autodisciplinado. Pero los INTP tendemos a procrastinar, yo no soy malo, me han dibujado así... (?) Aunque no nos mintamos, es un capitulo bastante flojo. :D


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