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Sin habilidades de acosador por Tentaculo_Terapeuta

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“How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year,
Running over the same old ground.
What have we found?
The same old fears.
Wish you were here.”

Pink Floyd

Después de pasar unas semanas en Kagawa volvimos a Tokio. El mundo no se para nunca, el tiempo sigue por más que tú te encabezones en las cosas, todo resultaba un sinfín de tics tacs más largos o menos largos y nada espera. No era como si importara.

Akaashi volvió a Alaska, Konoha volvió de Corea y estuvo dos semanas en la cárcel hasta que el equipo de abogados que Saru había encontrado consiguió sacarle sin cargos y todo resultó bien, Kuroo empezó a salir con una chica que trabajaba en lo mismo que él y estudiaba filosofía, aclararé que cuando me la presentó me cayó profundamente bien, Yamada se casó con Honda en noviembre con Washio como cocinero del convite y Komi no había cumplido su promesa de reponerme el gato. Sin comerlo ni beberlo nos plantamos en mayo y casi había pasado un año entero desde el día que yo había encontrado a Oikawa ahogado sus penas entre wisky y lágrimas.

Un día de aquellos, en los que yo estaba en el profundo hype de darme cuenta de que me gustaba lo que estudiaba, de que me gustaba mi vida porque en el fondo era la mejor que iba a conseguir y tenía que aprovecharla, hablaba con Akaashi con la webcam puesta.  Yo estaba estirado sobre el tatami mirando la pantalla, era por la tarde y debía ser de cerca de las 12 de la noche por allá, según Keiji había dicho.

—Estuve en su casa y fue agradable — mencionó Akaashi hablándome de un tipo que había conocido y que le gustaba bastante. Me moría de curiosidad por saber cómo era, pero él se negaba a mostrarme alguna imagen, alegando que haría comentarios inapropiados.  Y era verdad, claro que haría comentarios inapropiados independientemente de si su cara era propia de un orco o de un príncipe hermoso, porque era el tío bueno que le gustaba a él.

—¿En su casa? ¿Has conocido a su familia? ¿Os vais a casar? — empecé a preguntarle un montón de cosas. Era extraño, porque Akaashi no hablaba de aquellas cosas, pero me sentía profundamente guay de que al fin le gustara alguien y parecía que era intenso y no sé.— ¿Cómo dices que se llama?

Akaashi negaba con la cabeza.  Yo me acordaba de que se llamaba Adi o Abi o algo así, pero es que me encantaba oírle repetir el nombre de aquel chico porque veía aquel toque de timidez que rara vez abría la ventana en los ojos de Akaashi y era como mágico. Lo que decía no recuerdo quién; El amor, como la tos, no puede ocultarse.

—Bokuto, no te montes películas, por favor — la seriedad de Akaashi era abrumadora, aquel chico era imposible o quizá el imposible era yo.  ¡Ahhh! Era divertido, solo podía decir aquello.

En aquel momento el timbre sonó. Yo no esperaba a nadie así que hice señas a mi compañero a través de la pantallita y me dirigí a la puerta. Cuan… ¿Grata? Mi sorpresa al ver a Kenma ahí plantado con una cría de gato en las manos.  Me miro con sus ojos inquisitivos y me entregó al animal casi como si le diera angustia sostenerlo entre los dedos.

—¡Hola! — le dije mientras miraba a aquella bola de pelo anaranjado removerse y patalear.  Yo solo miré al gato, pero no lo cogí.

Kenma me miró  y al ver que no le quitaba al gatito de encima entró y lo dejó sobre la mesa. Desde la perspectiva de Akaashi la imagen debía ser curiosa, además porque yo había dejado mi conversación pendiente con Kenma y él lo sabía, porque solo debió ver al acomodador sentándose a la mesa y dejando sobre esta a un gato.  Kuroo apareció minutos después cargando un par de cascos, así que debían haber venido los dos en la moto ¡Pobre gato¡ Con razón estaba de tan mal humor si lo habían traído en aquel cacharro. Luego descubrí que no, el gato era inquieto por naturaleza.

Introducid aquí saludos poco convencionales, y charla superflua y yo despidiéndome del joven enamorado Akaashi Keiji para que él se fuera a dormir y yo fuera presentado a aquel animalito que arañaba con fuerza la mesa y se preguntaba cómo bajar de esta.

—Lev le llamó bebé Rayitas pero supongo que puedes cambiarle el nombre — dijo Kenma mientras mirábamos el gato hacer su investigación del hogar.

—Sí, si lo consigues, porque Komi se ha pasado una semana intentando que conteste al nombre de Exterminador y no ha habido manera — aclaró Kuroo  jugueteando con el gato y entreteniéndole un poco.

— Supongo que Rayitas-kun es un nombre adecuado — dije pensando que ojalá se dejara cambiar el nombre a Fox, porque ya que Oikawa se había quedado con Scully yo podía tener una versión mejorada de mascota.  Tonterías de corazones despechados que en realidad no tienen ningún sentido.

Saqué un poco de leche de la nevera y llene un bol de sake que dejé sobre la mesa para el nuevo residente de la casa. El gato se arrimó a este y empezó a lamer la leche con voracidad. Era un ser intenso, todo lo que hacía lo hacía sentido y aquello me gustó, la verdad.

—Intentemos ser colegas, Rayitas-kun — dije acariciando aquella cabeza minúscula a comparación con mi mano gigantesca.

En realidad a pesar de que había pasado el tiempo una sensación confusa y triste seguía apoderándose de mí cuando pensaba en él, en Oikawa. No era en plan dramático, pero me hubiera gustado poder entender las cosas más. De cualquier modo no había dejado que lo que me había pasado anteriormente con Akaashi me pasara del mismo modo con Tooru. No quería volver a estar atrapado en todo aquello, y ante todo quería ser feliz, y aquello incluía saber dejar ir las cosas. Cada vez entendía más que  nada estaba hecho para siempre, que todo tenía caducidad y que lo importante residía en disfrutarlo verdaderamente mientras estaba ahí.  No dejaba de ser aterrador, pero de algún modo me sentía a gusto con la idea de centrarme en el presente. Aquí y ahora, no había nada más porque en realidad nunca sabrías que podía llegar a pasar.  Muertes repentinas, dramas intrínsecos, adivinos pachuchos que te decían que todo iba a ir mal y te lo creías y pum, y al final todo era horrible… Morir con las sandalias puestas y haciendo camino sin importar mucho si este iba a algún lugar o solo te hacía pasar el rato.

En este mundo hay gente que se piensa y gente que se diseña. Yo dejé de pensarme para empezar a diseñarme a partir de todo lo que había pasado aquel año. No quería seguir imaginado que era, o cómo quería ser. Yo quería ser y punto, así que empecé a proyectare en lo que quería y supongo que en parte podía decir que a partir de entonces empecé a ser verdaderamente independiente.  La gente cree que el hecho independiente varía entre la necesidad que tienes de los otros, pero lejos de eso no se trata tanto de la necesidad si no de la voluntad por los otros. Verdaderamente nunca necesitas a nadie, y ser  independiente significa poder decirse a uno mismo “yo quiero esto y yo no quiero esto otro”.  Supongo que por eso sabía que a pesar de que echaba mucho de menos a Oikawa, no quería saber nada de él, pues a su lado no sentía aquella libertad. 

Aquello fue así hasta  un sábado, el sábado de la semana pasada. Estaba yo cerca del centro de la ciudad cuando salí de una entrevista de trabajo.  Había quedado con mi pack de zumos favorito, estaba de buen humor y parecía que el sol brillaba para mí. A veces me pasa eso, es como estar en un videoclip y tengo ganas de ponerme a bailar y cantar y esas cosas. Creo que suelo reprimirme porque… Es mentira, no me reprimo pero queda muy formal decir que sí.

Pasé por delante de la estación de metro y le vi, con su pelo castaño y sus ojos bonitos, radiantes como siempre, y estaba tan guapo como lo recordaba. Iba corriendo, y todos pareceríamos esperpentos sudorosos, pero para él las perlas de sudor en su frente eran como un detalle puesto para dejarte con la boca abierta.  Me puse nervioso, no estaba listo a asumir su imagen cerca de mí y decir que temía que  verle me arruinara la felicidad era una verdad como el templo de Nagasaki. Pero no fue así exactamente.

Llegué a casa confundido, sintiendo de nuevo aquella agonía extraña de quemazón en el pecho que me invadió cuando le conocí. Era ambiguo, porque al mismo tiempo. Debí pensar en ello o reflexionar sobre el tema, pero Rayitas-kun se había cargado la puerta del baño con las uñas y se estaba comiendo el tatami, así que no era como si pudiera pensar en ello. Evidentemente tras mi confusión anulé mi cita con Sarukui, Komi y Konoha. Y entonces, al cabo de unos días Komi me llamó y me pidió que llevara algo de comer al trabajo.

—¿Cómo te ha ido la entrevista de trabajo? ¿Tan mal fue? — me sorprendí al oír a Komi preguntar algo de forma desinteresada.  Pero lo cierto era que era una cuestión de gratitud, sus brazos se extendieron desde detrás del mostrador de la tienda de discos en busca de una bolsa de deporte que yo cargaba. Patatas fritas, una Coca-Cola y bebé Rayitas. — ¿Me traes al gato? ¿Para qué me lo coma?

Dejamos al bicho asesina hogares sobre la mesa del mostrador y se puso a jugar con el tocadiscos arruinando, o mejorando según como se mire, las canciones de Pet shop boys que sonaban de fondo. El famoso canon de Pachelbel hecho música moderna se colaba en nuestros oídos con las habilidades de pinchar de un gato.

— Es que es un exterminador y quiero que termines con su vida — dije considerando los habilidades del malcriado de mi hijo gatuno a modo exagerado. —  Me ha ido bien, pero vi a Oikawa y es… incomodo creo.

Komi arqueó las cejas y puso una de sus sonrisas sarcásticas.

— A mí no me contestaba las llamadas, así que simplemente dejé de llamarle — contestó Komi abriendo la bolsa de patatas y metiéndose un puñado exagerado en la boca. — Pero por lo que cuentan no le va mal, se ve que su colega ha vuelto a la uni y eso.

—¿Por qué siempre eres tan cotilla y te enteras de todo? — pregunté molesto. En realidad yo no quería saber nada de Oikawa, estaba acojonado de que rompiera mi equilibrio.

— Porque pregunto y la gente contesta, así de fácil — dijo él y me ofreció patatas. — Yo creo que deberías llamarle, al menos hacer algo por intentar hablar con él.

—¿Por qué?

Realmente me preguntaba por qué. Él había sido un poco imbécil desapareciendo de aquel modo y yo no sentía que le debiera nada, era más, le había dado mucho de mí mismo incluso sin poder y no había significado nada para él.

—¿Por qué no? — Komi apartó a Rayitas-kun  del tocadiscos y lo dejó en el suelo antes de volver a meterse otro puñado de patatas en la boca. Esperó a haberlas masticado un poco y entonces continuó su discurso al ver que yo no contestaba nada de nada.— Mírate, crees que lo tienes todo controlado, eres el señor perfecto, pero si fueras ese señor irías a Oikawa le saludarías con normalidad y le preguntarías que a cuantos se ha follado después de ti.

Rayitas-kun chocó con mi pierna y la usó de rascador haciéndome saltar.  Me sentía tenso, porque eso hacía Komi ahora, ponerme contra las cuerdas. Era un pésimo amigo, pésimo. Aún no sé por qué no lo tiramos todos a la basura a la vez.  En realidad tenía algo de razón, yo soo estaba siendo un cobarde.

—  Pues puede que lo haga, listo — contesté poniéndome las manos en la cintura después de meter el gato en la bolsa otra vez y ver como la arañaba desde dentro.

—Ya me contarás que tal, pero yo creo que no tienes huevos — le miré abrir la Coca-Cola y deseé que estuviera agitada y se le cayera toda por encima.

—Pues ya te contaré y te darás cuenta de que te equivocas.

Me marché dando zancadas largas y sintiéndome profundamente  molesto. No sabía cómo tomarme aquellas provocaciones tan tocapelotas con normalidad. Y en realidad sabía que el capullo estaría riéndose a más no poder viéndome salir de aquel modo, y aquello me molestaba más, porque estaba cumpliendo sus expectativas.

Y después de dos días pensado en eso, aquí estoy. Poniendo todas las ideas en orden, delante del teléfono y voy a marcar el número de Oikawa.

Estoy escuchando los tonos y debo admitir que estoy nervioso, pero no es como si fuera a echarme a atrás.

—¿Bokuto? — la voz de Oikawa suena al otro lado como confundida y a pesar de que quiero llamar, Komi se equivoca al pensar que no estoy al mando. Estoy al mando.

—Oye Oikawa, hace cosa de un año dijiste que me debías un desayuno o una comida o algo así que nunca ha ocurrido — digo casi sin pensar, porque pensar está sobrevalorado. — Quiero cobrármelo, y no aceptaré un no por respuesta. 

Notas finales:

El final es en sí el que queráis, yo llevo desde el capítulo 10 pensando que la cosa con Oikawa jamás funciona y que Bokuto se casa con Kenma. No preguntéis por qué, porque no lo sé. Cosas de mi cerebro que vive a parte de mí. En realidad es porque Kenma es INTP  y yo soy INTP (aunque no me identifico nada con Kenma) y yo me casaría con Bokuto (que en teoría es ESTP (con cierta hipomanía LOL No, Boku-kun no tiende al TLP) y eso se me hace extraño, porque su dominante es Se y yo lo sentía súper OOC porque imagino a Bokuto  más con una Fe dominante pero NO, así que no está tan OOC en este fic aunque está más enfocado a un Te).  Te odio Carl Jung por plantear toda la mierda que una señora luego ordenaría en algo absurdo que me obsesiona un poquito.

Terminado este fic, agradezco las lecturas de todos y dedico mis gracias esencialmente a dos personas. Uno a Japiera-san, gracias por escribir Glitter Feezer, ya que si no lo hubiera leído esto no hubiera venido a mi cabeza. Si no habéis leeido su fanfic, leedlo, es una orden. Dos a Paula, porque si no me hubieras insistido que lo publicase tanto, jamás lo hubiera hecho. Quiero decir que hace como un año que empecé a escribirlo, pero tardé como dos meses en publicar...

Y bueno en un resumen, si alguien quiere explayarse a leer aclararé que este fic surge de la idea del duelo. En las plantas de paliativos te enseñan como equipo que atiende a los enfermos a tratar con el duelo de las personas. El duelo no se da solo con la muerte, lo sientes por un boli que pierdes, cuando un novio se va a Alaska, cuando un amigo se pelea contigo... Toda perdida lo supone. Tiene cinco fases, la de negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La de negociación es la que menos comprendo, así que es la menos ahondada y eso.  Ha sido un trabajo duro escribir este fic, porque en el periodo de escritura he pasado precisamente por una fase de duelo por dos personas a las que no tengo intención de volver a hablar, quizá porque no soy  tan valiente como Bokuto. Pero ha sido genial poder escribir de esto durante este tiempo.  También quería abordar que no hay personas malas, solo personas asustadas, y que todos podemos estar en ese punto de tomar malas decisiones por miedo (Parte de los villanos del principio) o por desconocer cosas o simplemente por no saber expresarnos. Creo que ese punto es el que me ha quedado mejor, dejando lo del duelo un poco más meh. Pero bueno, yo sigo con mi obsesión con la perdida y esas cosas lindas.

Dicho esto,  hago un plus más de gracias por leer todo esto, tanto si es ahora mientras público el final, como si es dentro de cien años. Y ¡Nos leemos! Un placer compartir este fic con ustedes. 


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