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EL CIELO EN EL QUE ESTAS por zen 00

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Notas del capitulo:

Aqui el segundo cápitulo, espero les guste.

Me pedían que les dijera las edades y etc (incluire al personaje nuevo del cap de hoy), bueno la cosa esta así: Alexander, Esteban y Coonor tienen 19 años y estudian la universidad; Gabriel y Andrés (lo veran hoy) tienen 18 y tambien estan en la universidad; por ultimo Matías y Diego tienen 16 y ellos estudian la preparatoria.

Tengo muchos personajes lo se, pero todos tienen una historia (que escribire después) y todos influyen en la historia de otros y etc, pero tenganme paciencia por favor.

ACLARACIÓN: después de la separacion con puntos y guiones, está una narración de Matías

Capitulo dos

“Personas inesperadas en momentos críticos”

-¡No, yo quiero que Alex me enseñé!- grito sin pensarlo dos veces llamando la atención de todos los presentes y sonrojándose por ello, pero más que nada, quitándole esperanza a su enamorado secreto.

“¿Por qué estoy tan aferrado a que Alex me enseñé? Diego es mi amigo, debería confiar más en él que en un extraño… Mi corazón late rápido… Me siento extraño… Estoy raro”.

Concluyo mentalmente el menor.

Ninguno de los presentes se movió o dijo algo, un silencio sepulcral los invadió nuevamente.

-Matías…- susurro dolido el pelirrojo, a su suerte nadie lo escuchó.

­­-¿Alex?- Esteban llamaba la atención de su amigo que sorprendentemente quedo boquiabierto y sin ser capaz de reaccionar pues en su mente se disputaba una fiera batalla por saber de donde salieron esas ganas de abrazar al rubio -¡Reacciona!- gritó chasqueando los dedos, su amigo se sobresalto saliendo del trance en el que se encontraba.

-¿Eh?- se puso un mano en la frente y agachó un poco la cabeza -Ah… ¿de qué hablábamos?- Gabriel iba a responder pero el castaño recordó –Quieres que te enseñe ¿no?- pregunto mirando al rubio quien agacho la mirada sonrojado.

-Si no te molesta…- contestó nervioso y avergonzado.

-Claro- se levantó y acercó al menor quien lo esperaba a los pies del carril –No tiene mucha ciencia- se posicionó detrás de Matías y tomó su muñeca mientras que la otra mano la mantenía en su cadera.

-Es… estas muy cerca…- se quejó un poco el rubio.

-Perdona pero así es más fácil para mí enseñarte- por la respiración del mayor Matías sabía que su boca estaba cerca de su cuello lo cual hizo que la piel se le erizara –Debes estar más relajado…- sacudió un poco su muñeca –Debes estar a cuatro pasos de la línea roja que esta al inicio- jalo el delicado cuerpo del menor  un poco hacía atrás –Caminarás un poco rápido y haciendo tu brazo hacía atrás- jalo su muñeca alzándola detrás del cuerpo del menor –Y con un poco de fuerza la dejarás ir sobre el piso- soltó la muñeca del menor y se alejó de manera rápida

El corazón de Matías palpitaba de manera alocada y su rostro estaba teñido de carmín; sintió un gran alivio cuando el castaño se separo de su cuerpo, lo miro con un dejo de vergüenza en la mirada, su cuerpo temblaba.

-Gracias…- bajo la mirada; Alexander fue hasta su lugar y se sentó mirando como el rubio ejecutaba su tiro. Falló, Matías suspiró pesadamente y regresó a su lugar junto a su nuevo amigo Gabriel.

-No te preocupes por que haya fallado, también cuenta tu estilo- trató de apoyarlo el de cabellos blanquecinos.

-Gaby tiene razón… te falta practica y experiencia - añadió el pelinegro en un gesto simpático –Bueno… es mi turno- se levanto y avanzo hacia las bolas.

-¡Gracias!- contesto alegre Matías, la sonrisa en su rostro era encantadora o al menos eso pensaron su enamorado amigo y Alexander.

-Matí vayamos por bebidas para todos- propuso Gabriel pues supuso que Esteban tenía algo que decirle a su amigo.

-Claro…- ambos chicos se pusieron de pie y caminaron hacía las escaleras que los llevarían a la planta alta del establecimiento.

­-¿No crees que te acercaste mucho para enseñarle?- Diego empezó a cuestionar a Alexander; en la voz se le notaba lo molesto.

-Lo necesario diría yo- contesto fríamente el aludido; Esteban se acerco a los dos que conversaban -¿Acaso sientes celos?- se enalteció ante el pelirrojo, quien solo frunció el ceño y apretó los dientes.

-Siendo sincero yo también creo que te pasaste un poco- hablo el recién llegado –El chico estaba temblado- eso era algo que Alexander no se esperaba –Y si tanto te molesta ¿por qué no te declaras?-  esta vez se dirigía a Diego, ese comentario lo hizo abrir sus orbes miel –De esa manera podrías “atarlo” a ti ¿no crees?-

-Pe… pero ¿qué estás diciendo?- la voz le temblaba, claramente estaba nervioso –A mi no…- balbuceo su rostro adquirió un leve color rosa –es hetero…- dijo al fin resignándose a la idea.

-Niño…- Esteban se sentía más grande y maduro en esa situación -si he de decirte que un hetero puede cambiar de parecer al escuchar la confesión de alguien- no eran solo palabras, el mismo lo había vivido. Ante toda la conversación Alexander se  sintió un poco culpable, sentía nauseas y parecía tener fiebre, se recargo levemente en la pierna de su amigo quien había permanecido de pie -¿por qué te...?- miro a su amigo -¡Alex! ¿Estás bien?- se agacho a mirar a la cara de su amigo, poso su mano en la frente de este –tiene fiebre…- dijo mas para sí mismo, mentalmente trataba de recordar que debía hacer en esos casos.

-Ca… ca… sa…- en un gran esfuerzo balbuceó el castaño haciendo que el pelinegro reaccionara.

-Cierto debo llamar a tu casa…- saco su celular y en su agenda busco el numero de la casa de su amigo sin embargo un sonido poco afortunado lo hizo enojar -¡Mierda!- lanzó su celular a alguna parte -¡Sin batería en un momento así!- estaba eufórico pero no era el momento para enojarse ahora, si prioridad era su amigo –Recuéstate… hallare una solución- le ayudo a recostarse en el sillón y uso su chaqueta como una almohada.

-¿Qué le sucede?- preguntó alarmando el pelirrojo.

-Recaída supongo- simplemente contestó eso si más por lo cual el pelirrojo no entendió y no quiso preguntar. Las manos de Esteban temblaban y no sabía que más hacer.

Por su parte Alexander sentía como el pecho se le oprimía y el vomito ascendía a su garganta pero con un esfuerzo endemoniado evitaba que saliese al exterior, en un rato su característica tez crema se volvió blanca lechosa, y la cabeza le dolía horrores. Regresaron los pequeños con latas de refresco y jugo para todos.

-¿Qué sucedió aquí Esteban?- pregunto preocupado Gabriel al ver a su amigo en un sillón.

-Tuvo una recaída y mi celular no tiene batería para llamar a su casa- hablo rápido, el peliblanco se acerco a su amigo y le dio su celular a su novio.

-No tengo el número de su casa pero si el de un sitio de taxis cercano, llama uno- tomo una lata fría y la puso en la frente del castaño –Todo estará bien, pronto te llevaremos a casa-

-¿No sería mejor llevarlo a un hospital?- cuestiono el rubio quien se había parado junto a su amigo para no estorbar.

-No- solo eso dijo el pelinegro quien desbloqueo a pantalla del celular que le fue entregado, sonrió -¿en serio?- le mostro a su novio su fondo de pantalla en el cual se encontraba ni más ni menos que una foto del mismísimo Esteban sin camisa y dejando ver su marcado cuerpo, al verla Gabriel enrojeció apenado.

-No es momento para eso idiota- quería ocultar su sonrojo pero no funciono –sólo llama al taxi ¡ya!-

-¡Bien!- buscó en la agenda del peliblanco y se alejo para hablar tranquilamente.

Parecía que Alexander  perdería el conocimiento estaba realmente mal y la fiebre no parecía ceder el pelinegro regreso y entrego el celular a su dueño, se acerco a su mejor amigo y con dificultad lo cargo en brazos.

-El taxi llegará en seguida, salgamos de aquí- hablo para su novio quien asintió –Alex ya te llevo a casa, trata de mantener el conocimiento- estaba preocupado pero también bastante serio. Comenzó a caminar.

-Chicos, nos retiramos, disculpen los problemas que les causamos- hablo el peliblanco –Fue un gusto conocerlos- sonrió y camino hacia su novio que estaba por llegar a la puerta. El rubio y su amigo los siguieron en gesto cordial para despedirlos.

Fuera del establecimiento se encontraba el taxi estacionado, Esteban sentó a su amigo en el asiento trasero, Gabriel subiría delante junto al chofer

-Marica… cuanto tiempo sin verte- un chico de cabello teñido de azul se hizo presente en la escena; Esteban y Gabriel conocían a la perfección esa horrible voz, Esteban lo fulmino con la mirada.

-Andrés no tengo tiempo para ti- miro a Alexander y el de cabello azulado hizo mismo.

-Veo que los inseparables jotos irán a follar salvajemente- se burló con una maniaca sonrisa en el rostro. Gabriel se bajo del taxi no sin antes decirle al chofer que esperara. Por su parte Esteban apretó los puños.

-Andrés por favor, no hagas estupideces otra vez; tenemos que llevar a Alexander a su casa, por favor, deja de molestarnos- Gabriel casi estaba rogándole al peli azul.

-Ya veo… son un trío de putitos y quieren estar solos para poder fornicar a gusto- Esteban no soportó más e impacto un muy fuerte puñetazo en el pómulo del identificado como Andrés; este cayó al piso y anonadado miro al pelinegro.

-Eso fue por llamarme marica- hablaba fríamente, tomo el cuello de su camiseta y le planto otro golpe –Eso por decir “joto”- golpeo una vez más el mismo lugar –Y eso por el “putito”- termino por sacarle sangre de esa parte de la cara. Obvio el peli azul no se quedaría así por lo tanto le regreso el golpe en la cara, con eso ambos jóvenes comenzaron a molerse a golpes.

Gabriel no sabía qué hacer, por un lado estaba su amigo que se encontraba grave de salud y por el otro su novio que seguramente haría algo muy malo, pues se le veía sumamente enojado.

-¡Esteban suéltalo!, nuestra prioridad es Alexander- gritaba desesperado, pero su novio no precia reaccionar, sintió una mano tocando su hombro, al voltear observo al rubio sonriéndole.

-Si quieres yo puedo llevar a Alex a su casa- se ofreció sonriendo.

-¡Sí! Gracias- le tomo los manos y lo guio al taxi, donde el rubio subió a la parte trasera y Gabriel le dio la dirección de Alexander al chofer –cuando llegues pídele al Señor Víctor que llame al joven Mondragón ¿ok?-

-Sí, yo le digo- afirmó.

-Muchas gracias- el peliblanco se alejo y el taxi arrancó.

 

 

 

Solo hasta que estuvo de camino a la casa del desconocido, Matías se dio cuenta del problemón en el que se había metido y todo por ser amable con un “nuevo amigo”. El camino que recorría el taxista no le era del todo conocido, lo único que identificaba era que se trataba de la zona donde viven las personas de grandes riquezas, miro al joven que iba junto suyo, tenía los ojos entrecerrados y por su piel corrían gotas de sudor tal vez por la fiebre, el rubio de ojos azules posó su mano en la frente del mayor y se sorprendió.

-Estas ardiendo en fiebre- le dijo al casi inconsciente sin obtener respuesta –Te llevaré al  hospital- iba a dirigirse al conductor cuando sintió una mano tomar la suya, giró la cabeza hacía su acompañante quien solo negó con la cabeza -¿En tu casa te pondrás mejor?- preguntó preocupado, a lo cual Alexander solo asintió –Bien- se volvió a acomodar en su lugar y espero hasta llegar a su aún desconocido destino.

 

 

Después de varios minutos de viaje el auto se detuvo frente a un enorme portón.

-Joven, este es su destino- aclaró el chofer del transporte, Matías miro por la ventana sorprendido ante esa enorme puerta.

-Permítame…- contesto el de orbes zafiro bajando del taxi y caminando hacia un intercomunicador –Buenas tardes- ya se acercaba el ocaso.

-Sí, ¿que se le ofrece?- hablo una voz masculina.

-Me llamo Matías Ríos y… y- el pequeño dudaba que decir, nunca antes estuvo en una situación así y la enorme casa lo ponía más nervioso –Estaba con Alexander y de la nada se puso en mal estado y lo traje aquí- fue lo primero que se le vino a la mente.

-Entre con el automóvil, le esperan en la puerta- solo eso dijo y el portón se abrió y el rubio regresó al automóvil.

-Por favor entre- pidió y el auto entro por el portón, observo que tenía un amplio jardín y una casa bastante espaciosa, frente a la puerta de esa gran construcción yacía un mayordomo quien se acerco a abrir la puerta cuando el taxi se detuvo.

-¿Dónde se encuentra el joven Alexander?- Matías reconoció que la voz era del hombre que le “abrió” la puerta.

-Aquí- se bajo dejando ver a Alexander, el mayordomo tomo al castaño y lo sacó del auto, Matías ayudó a mantenerlo en pie pues estaba muy débil.

-Permítame- el empleado dejo a Alexander en manos del rubio y pago el taxi dejando que se fuera. Se acerco a la puerta la cual abrió, al regresar con el joven de la casa lo tomo y le sirvió de apoyo para que el castaño caminara –sígame por favor- se internó en la casa seguido por el rubio. Llegaron a un cuarto de paredes blancas, el mayordomo dejo al castaño sobre la cama.

-Iré por el doctor- miro al invitado -Por favor espere aquí- acto seguido salió de la habitación cerrando la puerta. Matías se acerco al castaño que yacía en la enorme cama y noto que tenía los ojos cerrados.

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Me senté en la orilla de la cama, observe su rostro con atención y note que el flequillo le cubría parte del ojo derecho, estaba largo, ¿de qué color serán sus ojos?... seguramente hermosos, para que hagan juego con su rostro, su voz, su cabello…

Al instante note que lo que pensaba era puras barbaridades y enrojecido aparte la vista del rostro del castaño. Algo hizo que regresara la mirada en el rostro de este y sus labios atraparon mi atención; eran delgados y de aspecto suave, acerque mi mano y apenas los roce me aleje, ¿cómo se sentirá besarlo?, me acerque lentamente a su rostro, cerré los ojos para no ver lo que haría. Estaba tan cerca que sentí su calmada respiración sobre mis labios, al instante me sonroje; sentí como el corazón galopaba dentro de mi pecho.

Quería besarlo, probar sus labios, sentir la calidez de su boca con la mía, quería besar por primera vez y quería que fuera él. Estaba en trance. El contacto estaba por efectuarse, era inevitable.

Notas finales:

Diganme que les pareció, criticas y demás.

Esta vez les hable más xD


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