-Así que aquí se acaba todo, eh...- acepté mi muerte con una amarga sonrisa ya que en verdad, no tenía motivos para seguir viviendo, Karu, a pesar de haberme abandonado, seguía siendo mi todo después de todo y sin ella, no tenía razón para vivir el mañana- adiós sniff* mundo- derramé por primera vez una lágrima al exterior, la cuál fluyó lentamente por mi ojo derecho hasta alcanzar el suelo al mismo tiempo que el perro saltó hacía mí para destrozar mi cuerpo por completo-.
-¡Vete perro!- escuché a un grito nervioso proveniente de un niño pequeño, de la misma edad que tenía Karu el día en que nos conocimos, el cual entró en mi campo de visión agitando un paraguas asustando al perro callejero salvándome así una insignificante vida. la mía-¿mm?- abrió un ojo para asegurarse de que el perro callejero se había marchado mientras aún no podía creerme lo que había pasado, ese niño, a pesar de no ser consciente de que estoy vivo por así decirlo, me salvó la vida-.
-Gra... sniff* cias- le agradecí, pero no solo por decir si no que le agradecí de todo corazón el que me salvara la vida- ¡Gracias! sniff*- repetí empezando a llorar interiormente de nuevo sin sacar lágrima alguna al exterior por lo que pensé que esa única lágrima que derramé había sido algo que solo sucedería una vez-.
-Uff* menos mal que se ha ido- susurró el niño para después agacharse hacia abajo cruzando así nuestras miradas por primera vez - sí que estás hecho polvo eh...- me habló aunque seguramente hablaba consigo mismo, agachándose y poniéndome entre sus brazos para después irse corriendo conmigo en brazos por la empapada calle debido a la lluvia hasta lo que seguramente sería su casa-¡Mamá, he vuelto!- gritó saludando mientras entraba en su casa-.
-¡Bienvenido!- se oyó la voz de una mujer adulta, la cuál sin duda alguna sería la madre de este niño del cuál aún desconocía el nombre-.
-¡Mamá!- me llevó hacia donde estaba su madre, la cuál estaba en el sofá comiendo unas galletas mientras miraba una de esas telenovelas de la tarde de las que echan por la tele-.
-¿Sí?- desvió la mirada de la televisión dirigiéndola a su hijo con una galleta en la mano-¿pasa algo cariño?- le preguntó-que, ¿tienes hambre o acaso...- le decía su madre cuando fue interrumpida por el niño que me había salvado la vida-.
-No- negó para después enseñar mi destrozado cuerpo a su madre-.
-¡Urgh! ¿se puede saber qué es eso?- se tapó la nariz y dejó la galleta en el paquete junto a las otras- que peste... ¿se puede saber de dónde has sacado esto?- le preguntó desviando la cabeza con la mirada aún puesta en mí-.
-Lo encontré en la calle...- contestó el chico un poco nervioso-.
-¿y? no pensarás quedártelo, ¿no?- le miró de lado cómo si inspeccionara sus movimientos para deducir cuál era la respuesta sin tener que escuchar una respuesta por su parte- será mejor que lo tires Kousuke, está sucio y roto por lo que...- oí su nombre por primera vez quedándome embobado sin llegar a escuchar lo que decía a continuación-.
-¡Pero mamá!- alzó la voz Kousuke replicando-.
-Kousuke...- repetí su nombre en mi mente- que hermoso nombre- pensaba con una sonrisa, sentía como hubiera renacido al sentirme de nuevo feliz-.
-Pero mamá nada, déjalo donde lo has encontrado- bajé de las nubes entrando en pánico de nuevo porque no quería que me dejaran allí de nuevo-.
-N-no sniff*- empecé a llorar de nuevo- te lo ruego, no me dejéis sólo de nuevo sniff* p-por favor- rogaba, no quería volver a sentir lo mismo que hace pocos minutos, ese sentimiento de tristeza entremezclada con desesperación y abandonamiento-.
-¡No! me niego- me abrazó con fuerza confrontando a su madre con la mirada- no lo tiraré, pienso apreciarlo por el resto de mi vida- sentenció Kousuke tocando una fibra sensible en mi roto corazón de muñeco, el cuál había sido pegado con pegamento cuando me salvó la vida antes, y ahora, tras esas palabras, las fisuras desaparecieron como si nunca hubieran estado-.
-Vale uff*- suspiró su madre rindiéndose tras un par de minutos en silencio- puedes quedártelo- le sonrió haciendo que Kousuke se alegrara un montón-.
-¡Bieeen! Yupi!- gritaba alegre abrazándome ilusionado haciendo que por poco volviera a llorar de nuevo de tantas emociones que mi corazón estaba experimentando en un sólo día-.
-Pero antes Kousuke- llamó su atención levantándose del sofá y alargando su mano enfrente de su hijo- dámelo por favor-.
-¿Eh?-me abrazó apartándome del lado de la mano de su madre pensando que quería cogerme y tirarme-.
-Que no tontito, no te lo quiero quitar para tirarlo- hizo una pausa- te pido que me lo des para que pueda coser su brazo y pueda limpiarlo, qué está hecho polvo, ¿o no lo es?- le sonrió riéndose un poco por la ingeniosidad de su hijo-.
-Aaaah- entendió y extendió el brazo dándome a su madre, la cual me cogió levemente, me levantó acercándome a su rostro y me inspeccionó por todo el cuerpo-.
-mm- se dirigió hasta un armario que había un salón, del cuál sacó un kit de costura- ¡empecemos!- sacó aguja e hilo empezando a coserme mientras Kousuke observaba como su madre me arreglaba atentamente-.
--Después de unos minutos--
-¡Ya está!- dijo satisfecha la madre de Kousuke al acabar de arreglarme. Mi brazo derecho, el cual casi destrozó el perro callejero, ahora estaba arreglado sin cicatriz y todos los rasguños de mi cuerpo entero, habían sido cosidos a la perfección-.
-¡Wow! está perfecto, ¡gracias mamá!- le agradecía Kousuke sonriendo al verme completamente arreglado- ¡te quiero!- le dio un fuerte abrazo a su madre-.
-Sniff* estoy... como nuevo sniff*- lloraba feliz porque habían arreglado todas las partes descosidas de mi cuerpo- gracias- le agradecí de todo corazón-.
-Sí, lo sé y yo también- le devolvió el abrazo- ¡ups! mira que hora es- miraba al reloj de la pared- tengo cosas que hacer, ve a quitarte la ropa, te voy a preparar el baño en un segundo- se levantó y se fue al baño con prisa-.
-De acuerdo- contestó cuando su madre ya se había ido para después subir a su habitación conmigo en brazos- que bien que no haya tenido que tirarte- me dejó en su mesita de noche para desnudarse enfrente mía poniéndome levemente colorado ya que no estaba acostumbrado a ver el cuerpo desnudo de alguien-.
-¿E-eeeh? p-pero tápate, por el amor de...- intentaba cerrar mis ojos aunque inútilmente observando así, a todo detalle, el pequeño cuerpo desnudo de un Kousuke de 5 años sintiéndome como un asalta cunas ya que aunque no lo pareciera, tenía alrededor de 14 años ya, o hasta más podría asegurar-.
Después de que Kousuke se fuera a bañarse al ser llamado por su madre dejándome solo en la habitación, estuve pensando seriamente en varias cosas, que si me sentiría igual que los primeros años que pasé con Karu, que si al final, con el paso del tiempo, él me acabaría olvidando tal como ella, etc. Ese tipo de preguntas llenaban mi cabeza hasta que Kousuke volvió llenándome de felicidad y llevándome abajo a la mesa para comer conmigo en su regazo.
-Kousuke, no se pueden tener juguetes en la mesa- le regañó su madre-.
-Pero mamá- se quejó abrazándome con fuerza, al parecer tenía una manía de hacer fuerza por cualquier cosa- por favor mamá-le hizo un puchero de corderito el cual no pudo rechazar-.
-Uff* vale, pero solo por esta vez, ¿de acuerdo?- suspiró concediéndole permiso a Kousuke para que pudiera estar con él mientras comía-.
Ya al acabar de cenar, ayudó a recoger los platos y me llevó hasta su cuarto, donde me habló toda la noche llenándome de ilusión y felicidad hasta que su madre lo interrumpió dándole las buenas noches para después apagar la luz de la habitación dejándonos rodeados de la oscuridad con un poco de luz lunar proveniente de las ventanas.
-Buenas noches- me dijo quedándose dormido mientras me abrazaba amablemente aunque ocn un poco de fuerza-.
-Buenas noches, Kousuke- le sonreí realmente feliz por darle sentido de nuevo a mi vida, mi insignificante vida cómo muñeco de trapo-.
--Al día siguiente--
-Buenos días, Kousuke- le saludó una jovencia, la que supuestamente sería su profesora mientras entraba en el parvulario después de despedirse de su madre en la entrada de este-.
-Buenos días Marimo-sensei- le devolvió el saludo conmigo en sus brazos-.
-¿Y eso? un nuevo juguete?- le preguntó esa tal Marimo-sensei agachándose-.
-¡No!- negó con todas sus fuerzas poniéndome un poco triste- es mi mejor amigo a partir de hoy- le contestó haciendo que ese sentimiento llamado felicidad se adentrara en mi interior-.
-¿Y yo que soy entonces?- se escuchó otra voz desde detrás de Kousuke-.
-¡Kazuo! buenos días- le saludó Kousuke girándose permitiendo ver quién era el dueño de esa voz, un niño de la misma estatura y edad que él-.
-Y bien, ¿qué soy yo entonces?- le preguntó de nuevo-.
-¿Mi segundo mejor amigo?- le contestó Kousuke con una sonrisa para después reírse y huir de ese chico adentrándose al patio-.
-¡No huyas!- lo persiguió ese tal Kazuo hasta que las maestras los llamaron para que fueran a clase poniéndome triste al recordarme la época de cuando Karu me llevaba al colegio con ella-.
-No, debo ser positivo- pensaba peleando conmigo mismo- seguro que no pasará lo mismo, tengo que confiar en él- pensaba mientras Kousuke y Kazuo se dirigían a su aula, la clase de los conejitos-.
--En el patio--
Después de las primera clases empezó el patio, en el cual, Kazuo y Kousuke empezaron a jugar a ser espías secretos por lo que se tenían que esconder persiguiendo al objetivo, que esta vez era una compañera de su misma clase.
-¿Tienes preparado el walkie talkie?- le dijo Kazuo a Kousuke-.
-Sí, espía- dijo mi nuevo amo metiéndose en el papel mientras ambos miraban a escondidas a su compañera-.
-Por cierto espía, tenemos que ponernos nombres en clave-le dijo Kazuo- yo seré 01 y tu 02, ¿de acuerdo? cambio- le dijo por el walkie talkie-.
-Entendido cambio- le contestó por el walkie talkie-.
-Venga separémonos- se alejó Kazuo dejando solo a un pensativo Kousuke con un muñeco en el brazo-.
-Nombre...- susurró como si se hubiera acordado de algo importante cuando fue interrumpido por el walkie talkie-.
-02, ¿me escuchas? aquí 01 cambio- se oyó la voz de Kazuo por el walkie talkie despertando a Kousuke de su trance-.
-¡Ah! aquí 02, te escucho perfectamente cambio- le contestó-.
-El objetivo se ha movido, escóndete detrás del árbol al lado del estanque 02 cambio- dijo Kazuo seriamente tomándose su juego muy en serio-.
-De acuerdo cambio- agitó su cabeza y se movió rápidamente sin ser visto por su objetivo hasta detrás del árbol de al lado del estanque- nombre...- susurró de nuevo para si mismo ya que no apretó el botón del walkie talkie para comunicarse con Kazuo- ¡es verdad, tengo que ponerte un nombre!- me sostuvo poniéndome enfrente de su rostro-.
-¿Nombre?- me pregunté- ¿me pondrá un nuevo nombre?- me intrigué. Ya tenía un nombre, el cual apreciaba ya que me fue otorgado por mi primera amiga pero no podía evitar pensar en que me encantaría que Kousuke me pusiera un nuevo nombre-.
-Mmm... ¿qué puedo ponerte?- se preguntaba hablando consigo mismo mirando a diferentes lados buscando algo cuando se oyó la voz de Kazuo desde el walkie talkie-.
-02, ¿se puede saber qué estas haciendo? el objetivo se ha escapado persíguelo enseguida- dijo Kazuo con un tono demandante y un poco enfadado olvidándose de decir cambio-.
-S-sí- contestó apresurado girándose de golpe tropezando así con una rama del árbol de donde estaba escondido cayendo de cruces- ¡Aaah!- cerró los ojos dando un grito al caer-.
-¿Estás bien, Kousuke?- le pregunté preocupado aunque sabía que no podía oírme, razón por la que no me contestaría-.
-Auch... que daño- abrió los ojos viendo como a pocos centímetros de él había un nenúfar- ¡oh!- pronunció abriendo casi al momento todavía más los ojos como si se le hubiera ocurrido algo en esa pequeña cabeza que tenía -¡Ya sé!- levantó su parte superior del cuerpo sentándose en sus rodillas para después cogerme en sus manos y mirarme con una sonrisa- te llamaré... ¡Ren!- me dijo sonriéndome felizmente-.
-Ren...- pensé procesando ese nombre-.
¡Continuará!!