Una noche pesada es la que había pasado el León dorado, después de irse de la fiesta decidio refugiarse en su templo, quería pensar, analizar y saber que hacer.
Amaba a Shaka sin duda, pero había un inconveniente Aioros .
La platica que tuvo con Milo le ayudo mucho, tenía decidido luchar por el rubio sin importar su hermano,pero tenía que reconocer que debería actuar con calma, ser prudente y actuar rápido, estaba cansado solo quería dormir.
En la mañana siguiente decidido se levantó de su cama con una sonrisa, se arreglo lo mejor que pudo, desayuno algo ligero, ya era un poco tarde se imagino que Shaka estaría meditando a esa hora, se dispuso a ir hacía Virgo al llegar a la entrada encendió su cosmo para anunciar su presencia en algunos segundos pudo ver al guardián del templo dirigirse hacía él.
-Hola Aioria- saludo el rubio
-Hola Shaka - una sonrisa se dibujo en el rostro de Leo, adoraba a ese ángel rubio que ahora vestía un kit de entrenamiento que solo lo hacía más atractivo.
-A que se debe tu visita- el rubio tan formal como siempre con ese aire de Dios encarnado, los dos se veían fijamente logrando que ambos se pusieran nerviosos.
-Quería platicar contigo- rompió el silencio el de Leo.
-Claro, acompáñame- acepto el dueño del templo, lo guío hasta la cocina donde tomaron asiento.
-quieres?- ofreció una taza de té humeante el rubio.
-Claro...- Shaka le sirvió y luego volvió a sentarse, ninguno decía nada, el rubio sentía como era observado, pero no entendía el porque.
-Shaka... Yo quería pedirte disculpa por lo que paso a noche- se disculpo el León poniendo la cara más inocente que pudo- no tenía porque tratarte así.
-No te preocupes- veía el arrepentimiento el cara del otro- solo no lo vuelvas a hacer.- le dedico una dulce sonrisa dejando feliz al de Leo- me imagino que estas feliz por tu hermano- su rostro cambió, lo que menos quería era recordar a Aioros en esos momentos.
-Si...- dijo simplemente.
-Sucede algo Aioria???- notó como cambiaba la expresión del rostro del León.
-No.....no pasa nada- trato de volver a sonreír,- Shaka quieres dar un paseo conmigo- ofreció.
-No........- fue interrumpido.
-por favor- pidió con dulzura.
-esta bien- accedió, de todos modos era '' casi su cuñado'' pensó, sin saber que si ese pensamiento lo supiera el León dorado le rompería el corazón.
Aioria propuso dar un paseo por los alrededores, caminaban con pasos lentos, tranquilos disfrutando de la compañía.
-Sabes me alegra pasar tiempo con un ángel tan hermoso como tú- le guiñeó el ojos al hablar el León dorado, su comentario sorprendió al de virgo pues enserio Aioria desde la noche anterior se estaba comportando demasiado extraño.
-G..Gracias...-respondió un poco sonrojado, Aioria simplemente sonreía...así continuaron caminando con halagos de parte de Leo que hacía sonrojar y poner nervioso a virgo, llegaron a un pequeño bosque, se sentaron debajo de una sombra de un árbol, el León tomo un mechón de cabellos rubios enrollándolo en su dedo.
-Aioria....- que pretendía el castaño actuando de esa manera- porque haces eso?
-Acaso te molesta?- cada vez se acercaba más al rubio, y este último estaba tan sorprendido que no hacía nada al respecto.- Te puedo besar?- estaba a punto de tocar los labios proveniente de la India, estaba tan cerca, sus labios se dirigieron a su destino.....pero en el último momento el rubio aparto la cara y los labios del León fueron aparar en la camisura de los labios del otro.
-Aioria es mejor irnos- se alejó un poco el guardián de virgo.
Por su parte Aioria le dolió esa actitud de Shaka, pero no se daría porvencido, estaba seguro que la próxima vez lograría probar esos labios.
De regreso al santuario conversaron de temas superficiales no comentaron nada acerca de lo ocurrido en el bosque, llegaron al quinto templo donde se despidieron prometiendo repetir el paseo en otra ocasión.
El rubio entró a su templo a descansar ya que en otro momento tendría que ir ayudar al nuevo Patriarca como lo había prometido la noche anterior al terminar la fiesta.
Sonrió al recordar como Aioros y él la pasaron tan bien y como el maestro Dohko y Shion se despidieron para disfrutar la vida junto; la Diosa y los cinco de bronce regresaron a Japón.
Estaba tan distraído en sus recuerdos que de pronto sintió que alguien le tapaba los ojos por la espalda, pero pudo identificarlo rápidamente.
-ya se que eres tú- dijo sonriendo el rubio mientras sus ojos eran liberados se dio la vuelta para encarar a su visitante- no deberías estar ocupado con otros asuntos!.
-La verdad por esos asuntos es que vengo por tu ayuda- dijo juguetón abrazando al rubio.
-Solo vienes porque no puedes tu solo- hablo fingiendo enojo.
-Jajaja...sabes que eso no es verdad- le dijo cariñosamente- porque será que hoy te vez tan sexy!!!- uso un tono sugerente con una pisca de picardía.
-Aioros...- El tono sonrojado en su rostro delataba lo que provocó las palabras del Patriarca y este último sonrió con dulzura al verlo así, le dio un sonoro beso en la mejilla.- Dijimos que lo tomaríamos despacio recuerdas- Aioros sabía a lo que se regirá el rubio.
-sí losé te aseguro que te anamoraras de mi- hablo con seguridad y volviendo a lo otro le preguntó- me ayudaras.... por favor.
-Esta bien te lo había prometido ayer a sí que vamos- accedió el rubio, primero porque era su deber y la segunda era porque le gustaba pasar tiempo con Aioros.
Salieron del sexto templo hacía los aposentos, Aioros tenía que organizarse y saber todo lo necesario para tener el control del Santuario no era una tarea fácil, llegaron y en un pequeño escritorio comenzaron a trabajar, entre los dos avanzaban muy rápido era un poco fastidioso todo eso, pero que podía hacer al respecto absolutamente nada.
-Shaka has visto a Aioria?- preguntó pues no había visto para nada a su hermano desde que lo dejo bailando la noche anterior con el sexto guardián.
-En la mañana lo vi- se puso algo tenso recordó como Aioria se
estaba comportando y el casi beso en el bosque, se lo decía o no al final opto por no decirle nada a Aioros, primero hablaría con Leo seriamente.
-luego lo visitaré- esa fue la decisión del Patriarca.
Continuaron con lo que estaban haciendo pues todavía tenían muchas cosas que organizar.
Aioros no desperdiciaba ningún momento, y con palabras dulces, gestos y pequeñas caricias se estaba ganando el corazón de Shaka.
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