Tras cerrar con fuerza la puerta del departamento, Himchan salió del edificio cubierto con una bufanda y su cabello tapándole parte de los ojos. La tarde prácticamente ya estaba desapareciendo y las luces de las calles comenzaban a encenderse. El clima no era muy bueno, las nubes grises oscurecieron más rápido el cielo y claramente alertaban que las gotas no tardarían en aparecer.
Se quedó así, contemplando el cielo por unos cuantos minutos. Como si el firmamento fuese capaz de darle las respuestas que buscaba.
Sí, era cierto, él iba a salir como tantas otras noches, pero no a hacer exactamente lo que los miembros creían, en especial Yongguk.
El enfado que tenía no se debía a ninguno de sus compañeros, era consigo mismo. Porque tanto él como Youngjae, pasaban por el mismo sentimiento.
Día a día repetía la misma rutina, tratando así de llamar la atención de su dongsaeng, pero en respuesta sólo recibía alguna sonrisa o ligero abrazo. Desde que por fin se dio cuenta que el cariño que sentía por Youngjae estaba por encima de uno fraternal, quiso demostrárselo por medio de contacto físico, ‘skinship’, pero Youngjae no parecía acceder a nada. Ni enfrente ni fuera de cámaras.
Le era inútil renunciar al amor que sentía por el menor, a pesar de su distancia, a pesar de tener que guardar sus palabras, Youngjae ya estaba ocupando gran parte de sus pensamientos y tristemente sólo él los escuchaba.
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Cerca del edificio donde convivían, había una gran plaza con una calesita pintada de blanco. Si bien los juegos de recreación para niños debían ser coloridos y tener lindos y adorables dibujos, esta calesita era mucho más especial para gente más adulta, porque su principal función era para parejas. Allí mismo habían asientos cómodos, donde muchas personas descansaban un momento y de paso contemplaban la singular estructura. Youngjae se ubicó enfrente del carrusel tapándose con el gorro de lana que llevaba.
Tenía miedo, no al rechazo, no a su imagen, sino a que perjudicase al resto del grupo. Tenía miedo de que si sus sentimientos no fueran correspondidos, Himchan terminase alejándose por incomodidad, que cada encuentro que tuviesen terminara tornándose extraño, era algo que quería evitar.
Decirles al resto de sus compañeros sólo haría verlo como un ser de otro planeta –aunque ya lo fuesen–, y decírselo al mismo comandante, sería una catástrofe.
No iba tan abrigado, pues no planeaba quedarse allí mucho tiempo, sin embargo entre tantas preguntas rondando su cabeza y analizando los pros y contras de cada opción, no pudo evitar inclinar su cabeza ligeramente hacia atrás y conciliar el sueño al aire libre. Las primeras gotas que comenzaron a caer lo despertaron de su sueño, obligándolo a abandonar su lugar y regresar. Antes de emprender viaje de vuelta al departamento, pasó por una cafetería a tomar algo caliente, adelantándose al hecho de que esa noche nadie cocinaría.
De regreso debajo de las marquesinas de los negocios, la lluvia se había intensificado, había elegido un mal día para salir a pensar. Faltaba menos de una calle para llegar a la entrada del edificio, cuando notó a Himchan parado enfrente de la puerta dejándose empapar por completo. Sorprendido, Youngjae apresuró su paso sin importarle que también se mojara, pero cuando el mayor se percató de que se estaba acercando, ingresó al edificio corriendo.
¿Por qué actuaba así? Él no era así.
Youngjae lo siguió a igual paso, aunque por la diferencia de distancia no lo pudo alcanzar al ascensor. Las gotas en el suelo no dejaban libre a su hyung puesto que construían un camino directo al departamento. Ingresó despacio al interior esperando encontrar a alguno de los miembros tirados en el sofá, pero todo fue lo contrario, allí reinaba el silencio.
El camino de gotas de agua continuaba hasta su habitación, la misma que compartía con Himchan, y fue cuando se planteó una duda: ¿Debía intentar ingresar? Si la puerta estaba abierta ¿qué haría una vez dentro? Y si estaba cerrada, ¿le pediría que la abriese?
Estaba cansado de tantas vueltas, a ningún lado lo estaban llevando y si continuaba así terminaría dañando a más personas y por su culpa. Youngjae tomó una gran cantidad de aire y tras exhalar entornó la puerta de la habitación. Su decisión estaba tomada, y esperaba que al final todo se solucionara.
Himchan se quitó la chaqueta con total furia y la arrojó a la esquina del cuarto. Increíblemente, estaba llorando. Su cabello mojado goteaba sobre el suelo y sus brazos temblaban apoyados en el mueble unto a su cama. Cuando escuchó la puerta abrirse, nunca creyó ver a Youngjae parado ahí, no creía que sería capaz de ingresar. Inmediatamente le dio la espalda y secó las lágrimas aunque se confundieran con las gotas de lluvia.
– Hyung… –murmuró el menor acercándosele hasta colocar una mano en su espalda– ¿estás bien? –Himchan carraspeó la garganta y formó una media sonrisa irónica.
– Esa es una pregunta estúpida, Youngjae. –El menor se sintió herido, no le agradaba que le tratase así, pero no dejaría pasar otro día sin aclarar los tantos con él. Retiró la mano y formó ambas manos en un puño, la sensación de ardor invadieron sus ojos y la pesada sensación en la garganta comenzaba a ser sofocante.
– Lo siento hyung. –Los ojos del mayor se agrandaron. Aún continuaba de espaldas– Siento si te he ofendido en algo. Lamento si te he defraudado en alguna ocasión o si esperabas algo de mí que no pude hacer. Pero por favor, no quiero que sigas molesto conmigo…
Himchan volvió a sonreír en el lugar. La idea de que Youngjae estuviese en la habitación pidiéndole disculpas por algo que ni él sabía si había hecho, le hacía pensar que el resto de los miembros quizá lo habrían enviado para solucionar todo. Se giró para acceder a las disculpas y así terminar con el show, entonces notó que su hermoso dongsaeng lloraba al igual que lo había estado haciendo él segundos antes. Llevó su mano al rostro de Youngjae y lo elevó por el mentón, viendo en completa plenitud cómo sus ojos desbordaban una cantidad increíble de lágrimas.
– No eres así, no discutes con Yongguk hyung por cualquier cosa, no sales solo a fiestas muy seguido, no dejarías que tu ropa se ensuciara con charcos de lluvia y mucho menos arrojarías la ropa desordenadamente. –El menor se atropellaba con las palabras, incluso llorando la imagen era sumamente tierna que fue capaz de ablandar las facciones de Himchan– Por favor, si he hecho algo malo, discúlpame.
– ¿Por qué te disculpas tanto?
– Porque siempre soy yo el que te hace enojar, el que cambia tu estado de humor. No sé por qué… pero no quiero que siga así… no pude evitarlo… hyung… –Youngjae comenzaba a balbucear las últimas palabras, el fin o el comienzo de algo se avecinaba, estaba a segundos de confesarse– Me gustas…
Retiró la mano del mentón y retrocedió hasta chocar en el mueble donde había estado apoyado antes. Himchan comenzó a temblar, no supo exactamente debido a qué, si al frío que le producía tener la ropa mojada, o saber que Youngjae sentía lo mismo que él. El menor cayó al suelo de rodillas, pidiéndole aún perdón derramando más lágrimas sobre el suelo.
– Lo siento… No quiero que esto afecte al grupo…
– No. –Himchan se arrodilló enfrente de él y volvió a tomarlo del rostro, esta vez con ambas manos. Limpió las lágrimas con los pulgares y acomodó su cabello que caía por todas partes– No, no afectará en nada al grupo. ¿Sabes por qué? –el menor negó tratando de calmar su llanto. El mayor buscó conectar su mirada con la de él y le sonrió– Porque tú también me gustas.
Youngjae negó ligeramente, no entendiendo las palabras. No supo si en verdad había escuchado bien o su inconsciente lo estaba traicionando.
– Era esto, algo que nunca me animé a decirte y que siempre que estuve a punto de confesártelo… algo sucedía y no me permitía hablare. Pero has sido tú quien tomó la iniciativa, y no sabes cuán agradecido estoy. –Rió el mayor ante su propio comentario, pero el menor seguía sin poder creerlo.
– ¿Y las salidas? ¿Tus citas? ¿Esos días en los cuales llegabas de madrugada?
– Eran inventos, en parte lo eran. No iba a ninguna parte comprometedora, solo pensaba en lo inútil que me sentía por no saber manejar mi situación con más tranquilidad, me sentía solo cuando la realidad es que no era así. –Se acercó un poco más rozando su cabello húmedo con la frente de Youngjae– Vemos lo que queremos ver. Cada salida era una excusa para mí mismo, y cada una de ellas representa las veces que estuve por decirte lo que siento.
– Pero han sido muchas.
– ¿Ahora entiendes mi malhumor? –el menor negó– No poder decirte lo que me estaba ocurriendo me molestaba y más no poder ser capaz de confesártelo.
– ¿Y ahora? –preguntó inocente Youngjae, ya más calmado y algo ansioso por todo lo que su hyung dijo, liberando una sonrisa que provocó otra en Himchan.
– Ahora estoy feliz, y espero poder ver esa tu hermosa sonrisa mucho más seguido.
Así, en medio de la habitación, el menor sonrió de la forma que el comandante amaba. Himchan acarició las húmedas mejillas de Youngjae y delineó la curva inferior de sus labios; eran perfectos, él era perfecto.
El primer contacto real entre ambos, el primer beso entre ellos se dio suavemente, sintiendo el ligero sabor de las lágrimas, aunque esta vez… no fueron saladas por mucho tiempo, el beso estuvo por convertirse más en dulce de lo que ambos habían imaginado.
F I N ~.